EL ROMANCERO VIEJO ANTOLOGÍA 3º DE ESO I.E.S. MAR MENOR I cómo era la tu gracia. VENGANZA DE MUDARRA -A mí dicen don Rodrigo, A cazar va don Rodrigo, y aun don Rodrigo de Lara, y aun don Rodrigo de Lara; cuñado de Gonzalo Gustos, con la gran siesta que hace hermano de doña Sancha; arrimandose ha a una haya, por sobrinos me los hube maldiciendo a Mudarrillo, los siete infantes de Salas. hijo de la renegada, Espero aquí a Mudarrillo, que si a las manos le hubiese, hijo de la renegada; que le sacaría el alma. si delante lo tuviese, El señor estando en esto yo le sacaría el alma. Mudarrillo que asomaba: -Si a ti dicen don Rodrigo, -Dios te salve, caballero, y aun don Rodrigo de Lara, debajo la verde haya. a mí Mudarra González, -Así haga a ti, escudero, hijo de la renegada, buena sea tu llegada. de Gonzalo Gustos hijo, -Dígasme tú, el caballero, y anado de doña Sancha: por hermanos me los hube enamoróse de Lucrecia, los siete infantes de Salas. la noble y casta romana, Tú los vendiste, traidor, y para dormir con ella en el val de Araviana; una gran traición pensaba. mas si Dios a mí me ayuda, Vase muy secretamente aquí dejarás el alma. a donde Lucrecia estaba; -Espéresme, don Gonzalo, cuando en su casa lo vido iré a tomar las mis armas. como a rey lo aposentaba. -El espera que tú diste A hora de medianoche a los infantes de Lara. Tarquino se levantaba; Aquí morirás, traidor, vase para su aposento, enemigo de doña Sancha adonde Lucrecia estaba a la cual halló dormiendo, II de tal traición descuidada. TARQUINO Y LUCRECIA En llegando cerca d’ella Aquel rey de los romanos desenvainó su espada que Tarquino se llamaba y a los pechos se la puso; d’esta manera le habla: -Si no cumples mi deseo -Yo soy aquel rey Tarquino, como yo te lo rogaba, rey de Roma la nombrada. yo te mataré, Lucrecia, El amor que yo te tengo con un negro de tu casa las entrañas me trespasa; y desque muerto lo tenga si cumples mi voluntad echarlo he en la tu cama. serás rica y estimada; Yo diré por toda Roma si no, yo te mataré que ambos juntos os tomara.- con esta cruel espada. Después que esto oyó Lucrecia, -Eso no haré yo, rey, que tan gran traición pensaba, si la vida me costara, cumplióle su voluntad que más la quiero perder por no ser tan deshonrada. que no vivir deshonrada.- Desque Tarquino hubo hecho Como vido el rey Tarquino lo que tanto deseaba, que la muerte no bastaba muy alegre y muy contento acordó otra traición, para Roma se tornaba. con ella la amenazaba: Lucrecia quedó muy triste en verse tan deshonrada; porque ninguna matrona enviara muy aprisa por mi ejemplo sea mala.- con un siervo de su casa Estas palabras diciendo, a llamar a su marido echa mano de una daga porque allá en Roma estaba. que muy secreta traía Cuando ante sí lo vido debajo de la su falda de esta manera le habla: y a los pechos se la pone -Oh, mi amado Colatino, que lástima era miralla. ya es perdida la mi fama, Luego allí en aquel momento que pisadas de hombre ajeno muerta cae la romana; han hollado la tu cama. su marido que la viera El soberbio rey Tarquino amargamente lloraba. vino anoche a tu posada; Sacóle de la herida recibíle como a rey aquella sangrienta daga y dejóme violada. y en la mano la tenía Yo me daré tal castigo y a los sus dioses juraba como adúltera malvada de matar al rey Tarquino y quemalle la su casa. y vanse para el palacio En un monumento negro donde el rey Tarquino estaba. el cuerpo a Roma llevaba Diéronle grandes heridas y púsolo descubierto y quemáronle su casa. en medio de una gran plaza; su muerte tan desastrada. de los sus ojos llorando, de la su boca hablaba: III -Oh, romanos, oh, romanos, BIEN SE PENSABA LA REINA doléos de mi triste fama, Bien se pensaba la reina qu’el soberbio rey Tarquino que buena hija tenía, ha forzado esta romana que del conde don Galván y por esta gran deshonra tres veces parido había ella misma se matara. que no lo sabía ninguno Ayudámela a vengar de los que en la corte había Su muerte tan desastrada.- si no fuese una doncella Desque aquesto vido el pueblo qu’en su cámara dormía todos en uno se armaban y por un enojo que oviera a la reina lo decía. si bien labraba la seda, La reina se la llamaba mejor labraba el retrós, y a su cámara la metía vido venir a Galván, y estando en este cuidado telas de su corazón. de palabras la castiga: Ellas en aquesto estando -Ay, hija, si virgo estáis, el parto le tomó. reina seréis de Castilla; -Ay, por Dios; ay, mi señor, hija, si virgo no estáis, alleguéivos a esa torre, de mal fuego seas ardida. recogedme este mochacho -Tal virgo estoy, a mi madre, en cabo de vuestro manto; como el día en que fui nacida. désmelo a criar Por Dios os ruego, mi madre, a la madre que os parió. que no me dedes marido: doliente soy de mi cuerpo que no soy para servillo.Subiérase la infanta a lo alto de una torre; IV. SEÑAS DEL MARIDO cabe el fierro de la lanza -Caballero de lejas tierras, trae un pendón portugués, llegáos acá y paréis, que ganó en unas justas hinquedes la lanza en tierra, a un valiente francés. vuestro caballo arrendéis: -Por esas señas, señora, preguntaros he por nuevas tu marido muerto es. si mi esposo conocéis. En Valencia le mataron -Vuestro marido, señora, en casa de un ginovés, decid ¿de qué señas es? sobre el juego de las tablas -Mi marido es mozo y blanco, lo matara un milanés. gentil hombre y bien cortés, Muchas damas lo lloraban, muy gran jugador de tablas caballeros con arnés, y también del ajedrez. sobre todo lo lloraba En el pomo de su espada la hija del ginovés; armas trae de un marqués todos dicen a una voz y un ropón de brocado que su enamorada es. y de carmesí al envés; Si habéis de tomar amores, por otro a mí no dejéis. todas calzan un calzar, -No me lo mandéis, señor; todas comen a una mesa, señor, no me lo mandéis, todas comían de un pan, que antes que eso hiciese, sino era doña Alda señor, monja me veréis. que era la mayoral. -No os metáis monja, señora, Las ciento hilaban oro, pues que hacello no podéis: las ciento tejen cendal, que vuestro marido amado las ciento tañen instrumentos delante de vos lo tenéis. para doña Alda holgar. Al son de los instrumentos V doñ’Alda adormido se ha; SUEÑO DE DOÑA ALDA ensoñado había un sueño, En París está doña Alda, un sueño de gran pesar. la esposa de don Roldán, Recordó despavorida trescientas damas con ella y con un pavor muy grande, para la acompañar: los gritos daba tan grandes todas visten un vestido, que se oían en la ciudad. Allí hablaron sus doncellas, con el pico lo deshace.- bien oiréis lo que dirán: Allí habló su camarera, -¿Qué es aquesto, mi señora? bien oiréis lo que dirá: ¿Quién es el que os hizo mal? -Aquese sueño, señora, -Un sueño soñé, doncellas, bien os lo entiendo soltar: que me ha dado gran pesar: el azor es vuestro esposo que me veía en un monte que viene de allén la mar, en un desierto lugar; el águila sodes vos de so los montes muy altos con la cual ha de casar un azor vide volar, y aquel monte es la iglesia tras dél viene una aguililla donde os han de velar. que lo ahínca muy mal; el azor, con grande cuita, metióse so mi brial, el aguililla, con grande ira, de allí lo iba a sacar. Con las uñas lo despluma, VI le falta sangre real. CONDE OLINOS -No lo mande matar, madre, Conde Olinos por amores no lo mande usted matar, es niño y bajó a la mar, que si lo manda a matar, madre, fue a dar agua a su caballo juntos nos han de enterrar.- la mañana de San Juan. Guardias mandaba la reina Desde las torres más altas al conde Niño buscar, la reina le oyó cantar: que le maten a lanzadas -Mira, niña, cómo canta y su cuerpo echen al mar. la sirenita del mar. Él murió a la media noche -No es la sirenita, madre, y ella a los gallos cantar; que ésa tiene otro cantar: ella, como hija de reyes, es la voz del conde Niño la entierran en el altar que por mí llorando está. y él, como hijo de condes, -Si es la voz del conde Niño tres pasitos más atrás. yo le mandaré a matar, De ella nació una rosa que para casar contigo y de él un tulipán; la madre, llena de envidia, -Villanos te maten, Alonso, ambos los mandó cortar. villanos, que no hidalgos, De ella nació una paloma, de las Asturias de Oviedo de él un fuerte gavilán. que no sean castellanos, Juntos vuelan por el cielo, si ellos son de León Juntos vuelan par a par. yo te los do por marcados; caballeros vayan en yeguas, VII en yeguas que no en caballos; LA JURA DE SANTA GADEA las riendas traigan de cuerda En Santa Águeda de Burgos, y no con frenos dorados; do juran los hijosdalgo, abarcas traigan calzadas allí toma juramento y no zapatos con lazo; el Cid al rey castellano: las piernas traigan desnudas, si se halló en la muerte no calzas de fino paño; del rey don Sancho su hermano. trayan capas aguaderas, Las juras eran muy recias, no capuces ni tabardos; el rey no las ha otorgado. con camisones de estopa, no de holanda ni labrados; Mas hoy me tomas la jura, mátente con aguijadas, cras me besarás la mano.- no con lanzas ni con dardos; Allí respondió el buen Cid con cuchillos cachicuernos, como hombre muy enojado: no con puñales dorados; -Aqueso será, buen rey, mátente por las aradas, como fuere galardonado; no por caminos hoyados; que allá en las otras tierras sáquente el corazón dan sueldo a los hijos d’algo. por el derecho costado Por besar mano de rey si no dices la verdad no me tengo por honrado; de lo que te es preguntado: porque la besó mi padre si tú fuiste o consentiste me tengo por afrentado. en la muerte de tu hermano.- -Vete de mis tierras, Cid, Allí respondió el buen rey, mal caballero probado; bien oiréis lo que ha hablado: vete, no m’entres en ellas -Mucho me aprietas, Rodrigo; hasta un año pasado. Rodrigo, mal me has tratado. -Que me place- dijo el Cid-, que me place de buen grado Por una ribera arriba por ser la primera cosa Al Cid van acompañando; que mandas en tu reinado. acompañándolo iban Tú me destierras por uno, mientras él iba cazando. yo me destierro por cuatro.Ya se partía el buen Cid, VII de Vivar, esos palacios; FONTEFRIDA las puertas deja cerradas, Fonte Frida, Fonte Frida, los alamudes echados, Fonte frida y con amor, las cadenas deja llenas do todas las avecicas de podencos y de galgos; van tomar consolación con él lleva sus halcones, si no es la tortolica los pollos y los mudados; qu’está viuda y con dolor. con él van cien caballeros, Por allí fuera pasar todos eran hijos de algo, el traidor del ruiseñor; los unos iban a mula las palabras que le dice y los otros a caballo. llenas son de traición: -Si tú quisieses, señora, VIII yo sería tu servidor. TRISTÁN E ISEO -Vete d’ahí, enemigo, Herido está don Tristán malo, falso, engañador, de una mala lanzada; que ni poso en ramo verde diérasela el rey su tío ni en prado que tenga flor; con una lanza herbolada, que si el agua hallo clara, diósela dende una torre, turbia la bebía yo; que de cerca no osaba. que no quiero haber marido, Tan mal esán don Tristán porque hijos no haya, no, que a Dios quiere dar el alma. no quiero placer con ellos Váselo a ver doña Iseo, ni menos consolación. la su linda enamorada, Déjame, triste enemigo, cubierta de paño negro malo, falso, mal traidor, que de luto se llamaba. que no quiero ser tu amiga -Quien vos hirió, don Tristán, ni casar contigo, no. heridas tenga de rabia y que no hallase hombre que hubiese de sanalla.- IX Tanto están boca con boca VISIÓN DE DON RODRIGO Y EL REINO PERDIDO como una misa rezada; Los vientos eran contrarios, llora el uno, llora el otro, la luna estaba crescida, la cama toda se baña. los peces daban gemidos El agua que de allí sale por el mal tiempo que hacía una azucena regaba, cuando el buen rey don Rodrigo toda mujer que la bebe, junto a la Cava dormía luego se hace preñada. dentro de una rica tienda -Que así hice yo, mezquina, de oro bien guarnescida; Por la mi ventura mala: trecientas cuerdas de plata no más que d’ella bebí, que la tienda sostenían. luego me hice preñada; Dentro había cien doncellas empreñéme de tal suerte vestidas a maravilla; que a Dios quiero dar el alma.- las cincuenta están tañendo Allí murió don Tristán con muy estraña armonía, y su linda enamorada. las cincuenta están cantando con muy dulce melodía. porque se la deshonraste Allí habló una doncella y más d’ella no tenía; que Fortuna se decía: juramento viene echando -Si duermes, rey don Rodrigo, que te ha de costar la vida.- despierta, por cortesía Despertó muy congojado y verás tus malos hados, con aquella voz que oía, tu peor postrimería con cara triste y penosa y verás tus gentes muertas d’esta suerte respondía: y tu batalla rompida -Mercedes a ti, Fortuna, y tus villas y ciudades d’esta tu mensajería.- destruidas en un día, Estando en esto ha llegado tus castillos fortalezas uno que nueva traía: otro señor los regía; cómo el conde don Julián si me pides quién lo ha hecho las tierras le destruía. yo muy bien te lo diría: Apriesa pide el caballo ese conde don Julián y al encuentro le salía, por amores de su hija los contrarios eran tantos que esfuerzo no le valía, que por mí cient doblas diera que capitanes y gentes e llevárame a su casa huye el que más podía. y echárame una cadena; dábame la vida mala, X dábame la vida negra: EL CAUTIVO Y EL AMA BUENA de día a majar esparto, Mi padre era de Aragón de noche moler cibera y mi madre de Antequera; y echóme un freno a la boca, cautiváronme los moros porque no comiese d’ella. entre la paz y la guerra Mi cabello retorcido y lleváronme a vender y tornóme a la cadena. a Jerez de la Frontera. Pero plugo a Dios del cielo Siete días con sus noches que tenía el ama buena: anduve en el almoneda; cuando el moro se iba a caza no hubo moro ni mora quitábame la cadena que por mí una blanca diera y echárame en su regazo sino fuera un perro moro y espulgábame la cabeza. Por un placer que le hice apeóse de una mula otro muy mayor me hiciera: y en un caballo cabalga; diérame los cien doblones sus añafiles de plata y enviárame a mi tierra. porque lo oyesen los moros Y así plugo a Dios del cielo que andaban por el arada. que en salvo me pusiera. Cuatro a cuatro, cinco a cinco juntado se ha gran batalla. XI Allí habló un moro viejo PÉRDIDA DE ALHAMA que era alguacil de Granada: Paseábase el rey moro -¿A qué nos llamaste, rey? por la ciudad de Granada, ¿A qué fue nuestra llamada? cartas le fueron venidas -Para que sepáis, amigos, cómo Alhama era ganada. la gran pérdida de Alhama. Las cartas echó en el fuego -Bien se te emplea, señor; y al mensajero matara, señor, bien se te empleba echó mano a sus cabellos por matar los Bencerrajes y a las sus barbas mesaba; que eran la flor de Granada; acogiste a los judíos marqués de Caliz se llama, de Córdoba la nombrada, otro es Martín Galindo degollaste un caballero que primero echó el escala.- persona muy estimada. Luego se van para Alhama, Muchos se te despidieron que d’ellos no se da nada. por tu condición trocada. Combátenla prestamente, -Ay, si os plugiese, mis moros, ella está bien defensada; que fuésemos a cobralla. de que el rey no pudo más, -Mas si, rey, a Alhama es de ir, triste se volvió a Granada. deja buen cobro a Granada y para Alhama cobrar XVII menester es grande armada, ABENÁMAR que caballero está en ella Por Guadalquivir arriba que sabrá muy bien guardalla. el buen rey don Juan camina; -¿Quién es este caballero encontrara con un moro que tanta horna ganara? que Abenámar se decía. -Don Rodrigo es de León, El buen rey desque lo vido desta suerte le decía: Moro, si no me la dices, -Abenámar, Abenámar, a ti también mataría. moro de la morería, -Yo te la diré, buen rey, hijo eres de un moro perro si me otorgas la vida. y de una cristiana cautiva, -Dígasmela tú, el moro, a tu padre llaman Hali que otorgada te sería: y a tu madre Catalina; ¿qué castillos son aquéllos? cuando tú naciste, moro, ¡Altos son y relucían! la luna estaba crecida -El Alhambra era, señor, y la mar estaba en calma, y la otra es la mezquita, viento no la rebullía. los otros los Alixares, Moro que en tal signo nasce labrados a maravilla; no debe decir mentira. el moro que los labró Preso tengo un hijo tuyo, cien doblas ganaba al día, yo le otorgaré la vida y el día que no los labra, si me dices la verdad de lo suyo las perdía; de lo que te preguntaría. desque los tuvo labrados el rey le quitó la vida Allí hablara Granada, porque no labre otros tales al buen rey le respondía: al rey del Andalucía. -Casada so, el rey don Juan, La otra era Granada, casada soy, que no viuda; Granada la noblecida el moro que a mí me tiene de los muchos caballeros bien defenderme querría.- y de la gran ballestería.- Allí habla el rey don Juan, Allí habla el rey don Juan, estas palabras decía: bien oiréis lo que diría: -Échenme acá mis lombardas -Si tú quisieses, Granada, doña Sancha y doña Elvira; contigo me casaría; tiraremos a lo alto, dart’he yo en arras y dote lo bajo ello se daría.- a Córdoba y a Sevilla El combate era tan fuerte y a Jeréz de la Frontera que grande temor ponía; que cabo sí la tenía. los moros del baluarte Granada, si más quisieses, con terrible algacería mucho más yo te daría.- trabajan por defenderse, mas facello no podían. y responde el ruiseñor, El rey moro que esto vido cuando los enamorados prestamente se rendía van a servir al amor; y cargó tres cargas de oro, sino yo, triste cuitado, al buen rey se las envía; que vivo en esta prisión, prometió ser su vasallo que ni sé cuándo es de día con parias que le daría. ni cuándo las noches son Los castellanos quedaron sino por una avecilla contentos a maravilla; que me cantaba al albor; cada cual por do ha venido matómela un ballestero, se volvió para Castilla. déle Dios mal galardón. Cabellos de mi cabeza XIII lléganme al corvejol, EL PRISIONERO los cabellos de mi barba -Por el mes era de mayo, por manteles tengo yo, cuando hace la calor, las uñas de las mis manos cuando canta la calandria por cuchillo tajador. Si lo hacía el buen rey y el pico para la torre.- hácelo como señor; Oído lo había el rey si lo hace el carcelero mandóle quitar la prisión. hácelo como traidor. Mas quien agora me diese XIV un pájaro hablador EL INFANTE ARNALDOS siquiera fuese calandria, Quién hubiese tal ventura otordico, o ruiseñor, sobre las aguas de mar criado fuese entre damas como hubo el conde Arnaldos y avezado a la razón, la mañana de San Juan. que me lleve una embajada Con un falcón en la mano a mi esposa Leonor: la caza iba a cazar; que me envíe una empanada vio venir una galera no de trucha ni salmón que a tierra quiere llegar: sino de una lima sorda las velas traía de seda, y de un pico tajador, la ejarcia de un cendal, la lima para los hierros marinero que la manda diciendo viene un cantar XV que la mar facía en calma, ROSAFRESCA los vientos hace amainar, -Rosa fresca, rosa fresca, los peces que andan n’el hondo tan garrida y con amor, arriba los hace andar, cuando y’os tuve en mis brazos las aves que van volando no vos supe servir, no, n’el mástel las faz posar. y agora que os serviría Allí fabló el conde Arnaldos, no vos puedo haber, no. bien oiréis lo que dirá: -Vuestra fue la culpa, amigo, -Por Dios te ruego, marinero, vuestra fue, que mía no. dígasme ora ese cantar.- Enviástesme una carta Respondióle el marinero, con un vuestro servidor tal respuesta le fue a dar: y en lugar de recaudar -Yo no digo esta canción él dijera otra razón: sino a quien conmigo va. qu’érades casado, amigo, allá en tierras de León; que tenéis mujer hermosa y hijos como una flor. -Quien os lo dijo, señora, no vos dijo verdad, no; que yo nunca entré en Castilla ni allá en tierras de León, sino cuando era pequeño que no sabía de amor.