10 LATERCERA Sábado 27 de agosto de 2016 FRENTE A FRENTE ¿Debe la DC continuar en la Nueva Mayoría si el gobierno no cambia el rumbo? Tras el drástico descenso del gobierno en las últimas encuestas, la DC pidió al Ejecutivo dar un fuerte golpe de timón. Esto, ad portas de la Junta Nacional del partido que se realizará el próximo sábado 2 de septiembre. Mariana Aylwin Gabriel Silber Exministra de Educación Diputado DC La continuidad de la Nueva Mayoría es una ilusión Soldado que se arranca no sirve para liderar L L A NUEVA Mayoría como alianza de gobierno fracasó. En dos años y medio de gobierno no logró responder a las expectativas que suscitó entre los ciudadanos. El 8% de apoyo y un magro 15% al gobierno, son elementos de realismo mínimo para proyectar algo distinto hacia el futuro. La enorme popularidad de la Presidenta Michelle Bachelet impidió a la mayoría de los dirigentes de los partidos asumir que se estaban comprometiendo con demandas difíciles de implementar, expresadas en forma genérica, más como deseos que como propuestas de políticas públicas. El cambio del modelo a través de un conjunto de reformas estructurales y fundacionales, implementadas al mismo tiempo, se estrelló con un diagnóstico equivocado sobre realidad y también sobre lo que la gente común estaba manifestando en sus aspiraciones de cambios. Se estrelló, además, con las debilidades de gestión, falta de diálogo, apuro y el intento de imponer una mayoría circunstancial sobre la minoría, lo cual fue dejando en evidencia divisiones internas que se han mostrado con mayor claridad cuando bajó la popularidad de la Presidenta. ¿Es posible seguir gobernando juntos los mismos partidos en la Nueva Mayoría? En primer lugar, se ve prácticamente imposible que los ciudadanos vuelvan a apoyar a la Nueva Mayoría. Por lo tanto, ¿qué propósito tiene seguir en un acuerdo que tiene escasas posibilidades de volver a gobernar? A nadie le conviene más que a la derecha que se mantenga la coalición actual. Eso no significa abandonar ahora el gobierno; la Democracia Cristiana debe contribuir hasta el final a reorientar sus políticas y cumplir su compromiso. Pero la continuidad tiene también problemas de fondo. ¿Qué significa profundizar los cambios en un supuesto nuevo gobierno de la Nueva Mayoría? ¿Se trata de seguir gobernando con formas tan distintas de entender temas fundamentales como la democracia, el rol del Estado, el crecimiento económico, la participación del sector privado o cómo se mejoran la educación y la salud? En el caso de la Democracia Cristia- na, por doctrina somos un partido esencialmente democrático. La democracia no consiste en la imposición de la mayoría sino en una convivencia que haga posible la vida en común. Esto significa respetar siempre la institucionalidad que, ciertamente, podrá cambiarse, pero bajo sus propias reglas. No corresponde darse gustitos como presentar mociones o indicaciones parlamentarias a sabiendas que son inconstitucionales para hacer un punto. Por otra parte, la Democracia Cristiana ha sido un partido progresista, que ha impulsado grandes transformaciones por la vía de la gradualidad, entendiendo que los países se construyen sobre el legado de las otras generaciones. Por último, nuestro partido cree en una sociedad de personas libres, donde las comunidades y la iniciativa privada juegan un rol central; en una economía social de mercado, donde la riqueza la generan empresarios y trabajadores; en un Estado que busca el bien común y no se matricula con intereses sectoriales, capaz de promover los derechos humanos, la justicia, la seguridad y también garantizar la libre competencia y los servicios esen- La continuidad tiene problemas de fondo. ¿Qué significa profundizar los cambios en un supuesto nuevo gobierno de la Nueva Mayoría? ¿Se trata de seguir gobernando con formas tan distintas de entender temas fundamentales? ciales con las debidas regulaciones. Las reformas predominantes durante este gobierno, salvo excepciones como la política energética, han ido en una orientación distinta. Lo que viene debe ser un esfuerzo amplio que tienda a unir a los chilenos a través de un proyecto común, que busque reconstruir las confianzas y promueva los cambios necesarios en forma gradual, combinando la política con la eficacia técnica y usando el diálogo democrático como el instrumento fundamental para convencer, acordar y progresar. A DEMOCRACIA Cristiana nunca se concibió como un partido de centro, sino que por el contrario, nace como un partido de vanguardia, entendiéndose así como un partido con vocación de cambios y reformista. En esto la DC chilena fue siempre entendida como un partido de centroizquierda, diferenciándose de los partidos socialistas de inspiración marxista de antaño, por su compromiso con la democracia, no tan sólo en cuanto al sistema procedimental de gobierno, sino que también por la valoración sustantiva de este sistema de gobierno. Asimismo, es a mi juicio equivocado sostener que en estos tiempos, la DC es o debe ser un partido representativo de la clase media. En el Chile de hoy, al igual que en muchas otras sociedades posmodernas y globalizadas, ya no existen las correspondencias entre clases sociales y partidos políticos. Por lo demás, en un país en que el 80% de la población se considera de clase media, decir que se aspira a representar a dicho estrato es lo mismo que decir que se aspira representar al país entero. Si bien es importante ser autocríticos, más aún cuando el gobierno tiene un 15% de respaldo, deslindar de ello responsabilidades, y más aún, centrarlas en el PC, es no sólo injusto, sino que completamente equivocado. Las responsabilidades en los errores de los gobiernos de coalición, son precisamente de todos los partidos integrantes de la coalición, y no de uno en particular. Las causas del bajo apoyo en las encuestas obedecen a múltiples factores, que dicen relación con: i) reformas que generan mucha incertidumbre; ii) grupos de interés que se sienten afectados por los cambios; iii) mala situación económica; iv) problemas de gestión, y por sobre todo; v) una grave crisis de confianza que viven las instituciones, en donde el 80% de la ciudadanía considera que los políticos están involucrados bastante o casi en su totalidad en actos de corrupción. De esta manera, es importante plantearse cuál debe ser el lugar de la DC en los próximos años, y en mi opinión, nuestro partido debiese seguir siendo un partido propulsor de cambios, que en fiel concordancia con su ideología, esté al servicio de los más débiles de la sociedad y no de los inte- reses de quienes más tienen. La DC tiene la característica de ser el único partido pluriclasista de Chile, y por lo mismo, en él caben tanto trabajadores y pobladores, como profesionales liberales y empresarios. El factor común que nos debe unir, debe ser la búsqueda del fin de las desigualdades y la consecución de una sociedad en que la ética gobierne las conductas de los ciudadanos, y como somos un partido con vocación de mayoría, nuestro espacio tiene que ser una coalición amplia de centroizquierda, sin exclusiones, que permita consolidar las reformas ya iniciadas y hacer frente a los nuevos desafíos que nos plantee la ciudadanía. En síntesis, si me preguntan si la palabra empeñada de la DC tiene fecha de vencimiento, la respuesta es no. Estamos comprometidos con un gobierno y un programa hasta el último día y eso no cambiará. Si me preguntan por los problemas que tiene el gobierno, y si estos problemas nos harán abandonarlo, yo les digo nuevamente que no. Primero, porque este es nuestro gobierno, no algo ajeno que miramos desde fuera. Segundo, porque los socios se prueban en la adversidad, no cuando va todo Ahora habrá que dialogar sobre lo que necesitamos hacer mejor para unirnos, respetarnos y complementarnos mejor. Así que lo siento por las sirenas que cantan: no vamos a cambiar de domicilio político. bien. Si me preguntan si quiero cambiar de socios, mi respuesta es simple: para ser mayoría se necesita concertarse con otros; en Chile estos “otros” es la derecha o los demás partidos de la centroizquierda, y yo no quiero cambiar de aliados. Es tarea de los liderazgos presidenciales emergentes encabezar nuevos desafíos. Ahora habrá que dialogar sobre lo que necesitamos hacer mejor para unirnos, respetarnos y complementarnos mejor. Así que lo siento por las sirenas que cantan: no vamos a cambiar de domicilio político.