Trabajo y sindicalismo en los nuevos tiempos

Anuncio
Roberto Pizarro
• Mercado de trabajo, organización y
representación sindical y gremial.
Adolfo Arrieta
• Sindicalismo sociopolítico. Bases y estrategias
para la unidad y renovación sindical.
Julio Godio
• Trabajo y sindicalismo en los nuevos tiempos.
• Notas para una agenda sindical de la mujer
trabajadora.
Malva Espinoza
• Liderazgo, comunicación efectiva y resolución
de conflictos.
José Antonio Viveros
PA R A L A F O R M U L A C I Ó N D E E S T R AT E G I A S I N D I C A L
I
T A
C
I
Ó
N
Manuel Parra
C
• Conceptos básicos en salud laboral.
Trabajo y
sindicalismo
en los nuevos
tiempos
T
E
X
T
O
Juan Carlos Zambrano
Diego Olivares
P A
• ¿Cómo globalizarse y no morir en el intento?
• Elementos básicos sobre globalización e
integración. La integración económica y las
normas laborales.
A
Víctor Ulloa
Malva Espinoza
C
• El movimiento sindical chileno del siglo XX
hasta nuestros días.
• Trabajo decente y protección social.
E
Laís Abramo, Ricardo Infante, Andrés Marinakis,
María Elena Valenzuela, Jacobo Velasco
D
• Políticas de empleo, salarios y género en Chile.
S
OTRAS PUBLICACIONES DE ESTA SERIE:
JUAN CARLOS ZAMBRANO
OFICINA INTERNACIONAL DEL TRABAJO
OT 14903 TAPA TRABAJO
CENTRAL UNITARIA
DE TRABAJADORES DE CHILE
Trabajo y sindicalismo en los nuevos tiempos
PA R A L A F O R M U L A C I Ó N D E E S T R AT E G I A S I N D I C A L
Trabajo y
sindicalismo
en los nuevos
tiempos
JUAN CARLOS ZAMBRANO
OFICINA INTERNACIONAL DEL TRABAJO
CENTRAL UNITARIA
DE TRABAJADORES DE CHILE
Juan Carlos Zambrano
Copyright © Organización Internacional del Trabajo 2003
Primera edición 2003
Las publicaciones de la Oficina Internacional del Trabajo gozan de la protección de los derechos de propiedad intelectual
en virtud del protocolo 2 anexo a la Convención Universal sobre Derecho de Autor. No obstante, ciertos extractos breves
de estas publicaciones pueden reproducirse sin autorización, con la condición de que se mencione la fuente. Para
obtener los derechos de reproducción o de traducción, deben formularse las correspondientes solicitudes a la Oficina de
Publicaciones (Derechos de autor y licencias), Oficina Internacional del Trabajo, CH-1211 Ginebra 22, Suiza, solicitudes
que serán bien acogidas.
Juan Carlos Zambrano
Trabajo y sindicalismo en los nuevos tiempos
Santiago, Oficina Internacional del Trabajo, 2003
ISBN 92-2-314233-4
ISBN 92-2-314239-3
ISSN 1726-1228
SINDICALISMO / ACTITUD SINDICAL / GLOBALIZACION /
FLEXIBILIDAD LABORAL / RELACIONES LABORALES / CUT / CHILE
Datos de catalogación de la OIT
Las denominaciones empleadas, en concordancia con la práctica seguida en las Naciones Unidas, y la forma en que
aparecen presentados los datos en las publicaciones de la OIT no implican juicio alguno por parte de la Oficina
Internacional del Trabajo sobre la condición jurídica de ninguno de los países, zonas o territorios citados o de sus
autoridades, ni respecto de la delimitación de sus fronteras.
La responsabilidad de las opiniones expresadas en los artículos, estudios y otras colaboraciones firmados incumbe
exclusivamente a sus autores, y su publicación no significa que la OIT las sancione.
Las referencias a firmas o a procesos o productos comerciales no implican aprobación alguna por la Oficina Internacional
del Trabajo, y el hecho de que no se mencionen firmas o procesos o productos comerciales no implica desaprobación
alguna.
Las publicaciones de la OIT así como los catálogos o listas de nuevas publicaciones pueden obtenerse en calle Luis
Carrera 1131, Vitacura, Santiago de Chile o pidiéndolas a Casilla 19.034, CP 6681962, e-mail: [email protected]
Vea nuestro sitio en la red: www.oitchile.cl
Impreso en Chile
Trabajo y sindicalismo en los nuevos tiempos
Prólogo
El sindicalismo ha sido y sigue siendo uno de los sucesos históricos más importantes para el progreso
del mundo y el desarrollo de sociedades más democráticas y atentas al bienestar de todos sus miembros. En
estos tiempos de extrema deshumanización, particularmente para los trabajadores y los más pobres, no es
posible vislumbrar una salida sin el movimiento de los trabajadores organizados.
La urgencia de los momentos que viven los trabajadores y trabajadoras del mundo, particularmente los
de Chile, requiere de atender a una voz autorizada por un compromiso de vida con el movimiento sindical y
por la experiencia acumulada en estos últimos años como líder de la CUT.
El presente documento recoge de manera sistemática un conjunto de intervenciones y reflexiones
elaboradas en los últimos dos años por el presidente de la Central Unitaria de Trabajadores de Chile, Arturo
Martínez Molina, respecto a la temática del trabajo y del quehacer sindical en los actuales tiempos.
En este contexto, se ha pretendido elaborar una compilación de variados temas que tienen la fuerte
cohesión de una mirada desde la óptica sindical a los nuevos procesos de la economía, sus repercusiones en
el mundo del trabajo y, principalmente, para los trabajadores. Así, temas como la globalización, los intentos
de flexibilidad laboral y la acción empresarial encuentran un análisis certero y concreto; una respuesta en la
propuesta de la construcción de una sociedad más justa y más humana, y el camino que ha recorrido y debe
recorrer el sindicalismo chileno para ofrecer una alternativa de cambio basada en la justicia social y los
universales valores humanos.
Este documento ofrece un recorrido de reflexiones a partir de la caracterización del actual estado de
las relaciones laborales en el mundo y en Chile, para luego ofrecer respuestas desde la óptica y el lenguaje del
sindicalismo.
El presente trabajo de compilación, preparado por Juan Carlos Zambrano, periodista e historiador, fue
elaborado en el marco del Proyecto sobre “Formación Sindical” de la Organización Internacional del Trabajo
(OIT) y la Central Unitaria de Trabajadores de Chile (CUT). El proyecto fue coordinado por Fernando
Echeverría bajo la supervisión de Gerardo Castillo, Especialista de Relaciones con los Trabajadores (ACTRAV)
de la Oficina Internacional del Trabajo.
Ricardo Infante
Director de la Oficina Subregional de la OIT
para el Cono Sur de América Latina
Santiago, mayo de 2003
Juan Carlos Zambrano
Trabajo y sindicalismo en los nuevos tiempos
Trabajo y sindicalismo en
los nuevos tiempos
Juan Carlos Zambrano1
A.
Trabajo y sindicalismo en los nuevos tiempos: Globalización,
sociedad y trabajadores
El gigantesco impacto que ha tenido el proceso de globalización requiere que los trabajadores estén
perfectamente claros de sus alcances políticos, económicos sociales y, especialmente, aquellos que tienen
relación con los profundos cambios en los procesos productivos y de la forma del trabajo. No se trata de estar
a favor o en contra de la globalización. De lo que se trata es de interrogarnos sobre si esta forma de globalización
le conviene al país y, en particular, a los trabajadores.
Es claro que uno de los rasgos importantes de la globalización es la etapa de desarrollo de la economía
capitalista que hoy transitamos, que se expresa en creciente desarrollo tecnológico en el campo de la informática
y expansión del capital financiero.
La globalización que conocemos hasta ahora tiene solamente un sesgo económico, dejando de lado
todo el ámbito social y cultural. La vemos sólo como un proceso que pretende eliminar las barreras físicas y
reglamentarias para establecer la libertad de circulación de mercaderías y capitales.
Esta libre circulación de mercaderías y capitales, lejos de beneficiar a las economías nacionales, ha
contribuido a la concentración y al desarrollo desigual de los países. Es en este contexto donde se destaca el
creciente poderío de las empresas transnacionales y multinacionales, cuya productividad financiera de
comercialización y de ventas se expande por todo el mundo aprovechando las ventajas comparativas de cada
país.
Estas empresas no siempre son factor de progreso, porque terminan abusando del gran poder que
ostentan sobre gobierno y consumidores, y además sobre los trabajadores que son el hilo más delgado de este
proceso.
Las grandes compañías contaminan el medio ambiente, extraen las riquezas básicas sin pagar impuestos
reales, lucran del trabajo y presionan a los gobiernos para que introduzcan políticas liberadoras en la economía
y de desregulación laboral.
1
Documento preparado con las intervenciones del compañero Arturo Martínez Molina, Presidente Nacional de la Central Unitaria
de Trabajadores de Chile.
1
Juan Carlos Zambrano
La globalización entendida como el desarrollo omnipotente del capitalismo financiero y del paradigma
ideológico neoliberal, al mismo tiempo concede todas las libertades a las fuerzas del mercado y limita el
espacio para el accionar regulador del Estado. Deslegitima la acción de las organizaciones sociales y sindicales,
provocando su dispersión y atomización, promoviendo el individualismo, la incertidumbre, la precariedad y
el descrédito de la acción colectiva; generando el aumento constante del desempleo, del empleo informal, la
precarización del trabajo, la desprotección social y flexibilidad laboral.
Es aquí donde quiero detenerme un instante, para señalar que en nuestro país ha crecido fuertemente la
externalización a través de contratistas y subcontratistas, donde las condiciones de trabajo y de remuneraciones
son de gran precariedad. También han surgido las empresas que se dedican a suministrar trabajadores a otras
que se les llama “Usuarias”. Esta es una nueva modalidad de explotación sin ningún control de jornada de
trabajo, con una fuerte desprotección social y bajas remuneraciones.
En esta triangulación el dueño de una “usuaria” prefiere que una parte del costo laboral quede en el
intermediario y sacarse de encima la responsabilidad con los trabajadores. Es aquí donde encontramos jóvenes
con una primera experiencia laboral sin contrato o con boleta a honorarios, y sus salarios, en la mayoría de
los casos, es sólo el ingreso mínimo. La suministración de trabajadores es una forma de empleo decididamente
antisindical y que se basa sobre la amenaza permanente de perder el empleo.
De este modo, entonces, un pequeño resumen nos dice que la atomización de los espacios para la
acción sindical, la ausencia total de la negociación colectiva, la reducción del tamaño de la unidad productiva
y la existencia de una triangulación en la relación laboral son crecientes barreras en el ejercicio de los derechos
más básicos para los trabajadores.
Del mismo modo, esta forma de globalización ha significado el abandono de la acción del Estado, que
en nuestro país desarrolló la industria y generó políticas de redistribución de rentas, asegurando también
bienes sociales como la salud, la educación y la seguridad social. El sindicalismo acompañó este desarrollo
social y económico, y fue en muchos casos el impulsor de avances en materia de mejoramiento de calidad de
vida y de trabajo.
Las políticas neoliberales que fomentan el individualismo y el egoísmo en los ciudadanos y que han
debilitado el rol del Estado, tienen un fuerte componente antisindical y apuntan directamente a la eliminación
de derechos económicos, sociales y culturales.
Y Chile es, sin duda, el ejemplo más concreto en este sentido. El fomento a la desigualdad social es un
retroceso peligroso en contra de la democracia. Aquellos que viven en condiciones desiguales, no piensan de
la misma forma que los otros, y los requisitos para mantener una democracia puede que se resquebrajen si las
condiciones llegan a ser excesivamente desiguales.
Por otra parte, si el Estado no cumple sus compromisos, con una mínima categoría de derechos
fundamentales, podrá ser un Estado de derecha pero difícilmente un Estado de Derechos. Ese es el peligro,
cuando las palabras se confunden y se degradan, cuando la democracia se sustituye por gobernabilidad y la
economía libre se sustituye por el capitalismo salvaje.
Los discursos de que el crecimiento es la forma de resolver la pobreza y la desigualdad aparecen como
palabras al viento cuando no existen ni se crean condiciones para una mejor distribución. Una señal confiable
en ese sentido sería si todos estuviésemos interesados en un crecimiento con distribución equitativa y en
generar una cultura de relaciones laborales sobre la base del respeto a las normas que nos rigen. Y no elaborar
2
Trabajo y sindicalismo en los nuevos tiempos
una agenda para unos pocos. En concreto, aportar a generar una sociedad que sea capaz de hacer desaparecer,
o al menos atenuar, las inaceptables diferencias en las condiciones de vida y de trabajo de las personas.
Es aquí donde aparece con gran fuerza la definición que el Director General de la OIT señalara con
respecto al trabajo humano, al hablar de “trabajo decente”. De ese trabajo con contrato, con seguridad social,
con derecho a negociar colectivamente, con derecho a organizarse y, lo más importante, con respeto a la
dignidad de la persona del trabajador. Esto es lo que está ausente en nuestro país. Chile suscribió los convenios
87 y 98 de la Organización Internacional del Trabajo, que nos hablan de la libertad sindical y el derecho que
los trabajadores tienen a negociar colectivamente. Pero estos textos se han convertido en letra muerta, porque
en la práctica no hay libertad sindical y menos existe negociación colectiva.
Tampoco existe seguridad social. Lo que hay es una suma de cuentas individuales. Y con respecto a las
pensiones, a los trabajadores se les obliga a acumular fondos para financiarse su propia jubilación, mientras
alguien lucra con estos fondos.
Puedo asegurar que la globalización y los procesos de integración no serán acompañados por los
trabajadores en la medida que no esté presente la dimensión social. Menos cuando las leyes y los mecanismos
para aplicarlas se encuentran debilitados, incapaces de asegurar a los trabajadores el ejercicio de sus derechos.
Difícilmente los trabajadores podrán confiar en este tipo de globalización y en los procesos de integración
económica cuando ven a diario el aumento del empleo informal, la falta de seguridad social y la imposición
de una cultura autoritaria por parte de la empresa.
Cuando ocurre tanta desigualdad, cuando las decisiones se toman sólo en función de unos pocos, los
ciudadanos dejan de creer en la democracia y pierde sentido la globalización y también la integración
económica.
La forma de ver y aplicar la integración en el marco de la globalización se encuentra deslegitimada,
porque sólo ha hecho crecer el número de ciudadanos hambrientos en América Latina, a la cual Chile aporta
una buena cuota.
La Central que represento no comparte este tipo de globalización, porque sólo trae beneficios para
unos pocos y pobreza y desigualdad para muchos. Si no, veamos lo que dice la CEPAL con respecto a Chile,
en el sentido de que éste es el país más regresivo en materia de distribución de la riqueza.
Globalización sí, pero con dimensión social, con negociación colectiva de verdad, sin grupos
negociadores y por sector, con real derecho a huelga, con trabajadores con contrato y con protección
social.
Termino mis palabras señalando que las democracias latinoamericanas no parecen estar amenazadas
hoy desde los cuarteles, pero sí desde la calle, desde donde se empiezan a expresar de manera creciente
grupos de personas insatisfechas, amenazadas, burladas e inseguras. Esas mismas multitudes que celebraron
el haber recuperado la democracia en décadas pasadas, no están dispuestas a esperar eternamente para que
sus gobiernos les aseguren estándares básicos en las condiciones de vida.
Es la hora de enmendar el rumbo, de encontrar alternativas al pensamiento único que sólo ve lo que
quiere ver. El fin de la historia no existe. Debemos atrevernos a construir una sociedad legitimada, donde a la
mayoría de las personas les gustaría vivir y que, además, estén dispuestas a defenderla.
3
Juan Carlos Zambrano
B.
¿Flexibilidad o desprotección? Una consecuencia directa de la
globalización para los trabajadores
Uno de los procesos más recurrentes de la globalización, que afecta a los trabajadores, es el intento de
imponer procesos de flexibilidad laboral. Es por ello que esta idea debe ser analizada en detalle.
La idea liberal de que la oferta de trabajo encuentra libremente su precio en el mercado sin regulación,
busca obtener altos niveles de movilidad laboral, flexibilidad salarial y una reducción en los costos para el
empleador. Esto va fuertemente ligado a la baja tasa de trabajadores que acceden a la negociación colectiva
y a la debilidad en materia de ejercicio de este derecho.
Toda desregulación va profundizando la desprotección y desigualdad, porque las condiciones de trabajo
que se ofrecen no garantizan un bienestar mínimo para el trabajador y su familia. La inseguridad y la precariedad
incrementan, a su vez, la pobreza.
La flexibilidad va bajando salarios, que es precisamente la receta que aconseja el Fondo Monetario
Internacional para los ajustes monetarios, considerado necesario para el desempeño inflacionario.
Durante el proceso de la globalización ha sido constante la intervención legislativa para permitir nuevas
condiciones laborales, que no reconocen estabilidad y que buscan dar facilidades para el despido.
El uso de distintas formas de contratación y despido no han sido acompañadas de subsidios reales, ni
menos apoyo verdadero en materia de recalificación de los trabajadores afectados, quedando éstos a su
suerte, obligados a procurarse por sus propios medios una ocupación que, en muchos casos, no garantiza
permanencia ni salario suficiente.
La legislación chilena fue objeto de una profunda desregularización, con la imposición del plan laboral
y la reciente reforma. Y aunque avanzó en el reconocimiento formal de la libertad sindical, buscando acercarse
a la norma internacional, se negó a avanzar en materia de negociación colectiva, a la vez que introdujo
nuevos espacios de flexibilidad, con el argumento de posibilitar la generación de empleos, incorporando la
polivalencia funcional. Esto es, que se obligue al trabajador a asumir dos o más funciones.
Estableció, además, la utilización del trabajo “part time”, incorporando también la jornada especial de
32 horas semanales con proporción y reducción salarial.
La actual legislación exhibe una notoria y amplia flexibilidad de inicio y de término al contrato, sin
derecho alguno. Están los contratos a plazo fijo, de faena, transitorios o eventuales, que permiten a la empresa
utilizar mano de obra por tiempo limitado, sin necesidad de pago o compensación por el término del contrato.
Todos estos cambios en la reducción horaria y en la extensión de la jornada han transformado
profundamente el empleo y con ello han perturbado la vida cotidiana de los trabajadores, en particular, la
posibilidad de articular vida laboral con vida familiar, social y desarrollo personal.
La ley actual permite al empleador adelantar o retrasar unilateralmente hasta en 60 minutos la hora de
entrada y salida del trabajo. Entrega también libertad empresarial para fijar, unilateralmente, regímenes de
turnos de trabajo para laborar día y noche, ya que ninguna norma obliga al empleador a distribuir el tiempo
de trabajo en horarios diurnos.
4
Trabajo y sindicalismo en los nuevos tiempos
En suma, en Chile se otorga una amplia libertad empresarial, para organizar y distribuir la
implementación de turnos de trabajo diurnos y nocturnos, contratos con jornadas reducidas, incluso funcionar
en días que debieran ser de descanso.
La aspiración empresarial de desregular ilimitadamente la norma jurídica sobre el trabajo para obtener
una cuestión flexible de la mano de obra, es poco disimulada y está basada en la esperanza de obtener los
frutos de la coordinación social y económica, sin ninguna contrapartida social, con los efectos de generar un
empleo que no permite salir de la pobreza, con un ajuste salarial a la baja, empeoramiento de las condiciones
de trabajo, y un notorio aumento de la inseguridad y la vulnerabilidad social, marcada por la desprotección.
La ley laboral no garantiza por sí sola resultados económicos. Tampoco se ha podido demostrar que
ésta sea una variable para la creación de empleos. De hecho, las sucesivas formas de flexibilización existentes
en la legislación chilena, sólo han abaratado el uso de la Mano de Obra, y en ningún caso han impedido el
significativo desempleo. Sólo una política económica efectiva dirigida a la creación de puestos de trabajo es
capaz de garantizar resultados ocupacionales.
Una adecuada política de empleo no debe basarse en la flexibilización laboral. Los niveles de ocupación
tienen que estar siempre ligados a un fuerte componente de capacitación y calificación profesional. Esto es lo
que permite que, en un contexto de movilidad laboral, se aprovechen a las experiencias y competencias,
logrando que no sea sólo la empresa la beneficiada de una movilidad sin contrapartida social.
La intuición de los trabajadores hace que estén en pleno desacuerdo con cualquier iniciativa en el
sentido de la flexibilidad o adaptabilidad laboral. Más aún cuando esta iniciativa viene de la Agenda pro
Crecimiento ideada por los empresarios.
La CUT no está dispuesta a servir de aval a una iniciativa de desprotección para los trabajadores
chilenos.
C.
¿Empresarios emprendedores?
En la actual situación de los trabajadores chilenos la actitud empresarial juega un papel determinante.
Los empresarios chilenos mantienen una fuerte influencia en la determinación de la agenda que se discute en
el país, instalando temas que con su poder económico transforman en verdades. Luego, sus medios de
comunicación los amplifican y hacen que tengan eco más allá de la derecha política que los representa.
El último tiempo instalaron el reclamo por seguridad para invertir y se expresan contrarios a ampliar
los derechos de los trabajadores. Ya que, a su juicio, esto aumentaría el costo de la mano de obra y, por tanto,
se generaría desempleo.
El capital por sí solo no produce nada. Su dueño participa en la actividad productiva obteniendo
beneficios y retirando utilidades, en la medida que corre riesgos. Si ésta es la máxima empresarial en todo el
mundo ¿por qué entonces los empresarios chilenos piden tanta seguridad?
Lo que caracteriza a la actividad empresarial es el concepto de emprendedor y para serlo se corren
riesgos. Entonces, ¿qué tiene de emprendedor aquel que busca sólo actuar sobre seguro y bajo protección, sin
correr riesgo alguno?
5
Juan Carlos Zambrano
Quizás sea esta conducta la que hace difícil competir internacionalmente ante empresarios que sí
corren riesgos, en fases con economía en fuertes crisis, con inestabilidad política y conflictividad social y
que se dedican a su actividad y no a lamentarse ni a pedir cada día señales y condiciones para invertir.
Desde hace 20 años los empresarios chilenos han venido trasladando el riesgo a los trabajadores: en
precarización de las condiciones de trabajo, inestabilidad laboral y flexibilidad de contratación. Instalando
conceptos como “remuneración variable”, enfrentando las crisis con despidos y rebajas de remuneraciones.
En definitiva, el costo del riesgo que debería asumir el empresario, lo han soportado fundamentalmente los
trabajadores.
En forma sistemática se han expresado contrarios al fortalecimiento de la acción sindical, argumentando
que ésta limitaría la contratación y aumentaría el desempleo. Señalar esto es injusto, porque revela que el
problema del empleo sería culpa de los trabajadores en su lucha por mejorar las condiciones de trabajo.
Señalar esto es inmoral, porque implica reconocer que las utilidades de la empresa se basan en la precarización,
la desigualdad y la miseria de los trabajadores.
La lentitud en la recuperación de la crisis económica se debe claramente a la baja demanda interna,
debido a que el trabajo en Chile es cada vez más barato. Esto quiere decir que los trabajadores y sus familias
no concurren a comprar a los niveles requeridos por el mercado, porque sin duda los niveles de remuneraciones
y condiciones de trabajo e inestabilidad tienen a los trabajadores chilenos profundamente empobrecidos.
La empresa en épocas de crisis tiene menos ganancias. Lo que no quiere decir que no ganan. En épocas
de crecimiento económico sus dueños se enriquecen. Durante 15 años fuimos testigos de la consolidación de
grandes fortunas mientras los trabajadores con nuestras reivindicaciones fuimos permanentemente postergados.
Sin embargo hoy, ante la situación de crisis y lenta recuperación, se pretende seguir cargándonos el costo.
Se busca hacer creer que a través de la legislación laboral se fomenta el empleo. Jamás la Ley Laboral
ha tenido ese objetivo, porque su función es la regulación de las relaciones de trabajo desde su origen, su
desarrollo y término. El empleo depende de la demanda para la producción y si ésta existe, los empleadores
contratarán los trabajadores que requieran, independientemente de su costo de contratación.
En definitiva, el empresariado chileno sólo pretende eternizar un modelo de relaciones laborales que
les ha dado grandes utilidades y les permite trasladar el riesgo de la empresa a los trabajadores.
El modelo legal de relaciones laborales en Chile se caracteriza por una alta desregulación en materia
de derechos individuales: contratación a plazo, por obra, faena o a tiempo parcial, sin restricciones, amplias
posibilidades para la subcontratación de trabajadores.
En materia de despido, total libertad para hacerlos. Con o sin indemnización. Pero en el tema de
libertad sindical, fuertes regulaciones para la formación de sindicatos y actividad sindical, y total abandono
en la sanción de las prácticas antisindicales.
Para completar el cuadro, sólo les queda la flexibilidad de la jornada y la polifuncionalidad. Así, se
realizaría el sueño empresarial de transformar el mercado del trabajo chileno en un paraíso empresarial y en
un infierno de inseguridad y precarización para los trabajadores.
La necesidad de alimentar y sostener a sus familias y la amenaza e inseguridad laboral, han transformado
al trabajador chileno en un ser sin esperanzas, sin futuro, sin sueños. Como lo reconocen los propios empresarios
cuando señalan que el trabajador no quiere conflictos y que acepta muchas situaciones de injusticia al interior
de la empresa aún no estando de acuerdo con las condiciones que le imponen.
6
Trabajo y sindicalismo en los nuevos tiempos
D.
Una reflexión de los trabajadores sobre el país que aspiramos construir
Frente a este proceso de globalización de las ideas neoliberales y el enorme perjuicio que significa
para los trabajadores y trabajadoras la actitud empresarial, el sindicalismo organizado proyecta un país distinto.
Una patria para los trabajadores.
La Central Unitaria de Trabajadores ingresa a una profunda reflexión en la búsqueda de respuestas a
los enormes desafíos que enfrentamos como país. Para lograr avanzar hacia la patria con que soñamos, la de
cada trabajador, de cada joven, de cada mujer, de cada familia. Un Chile de rostro igualitario, democrático,
inserto en el mundo y en la verdadera realidad de nuestras vidas.
Los sindicalistas realizamos esta reflexión de país apoyados en nuestra historia y en nuestras tradiciones
democráticas. Orgullosos de nuestro pasado y de los grandes aportes en la recuperación democrática, y en la
lucha constante por la justicia social, la búsqueda de la plena libertad y el respeto a los derechos humanos,
especialmente en aquellos momentos más dolorosos y tristes de nuestra historia.
Particularmente hoy, cuando la derecha política se apresta a gobernar Chile el 2006, con su recompuesto
rostro demagógico y populista, y apoyada y financiada por el gran empresariado, los trabajadores organizados
no podemos permanecer indiferentes. Desde la CUT debemos concordar una propuesta de cuál es el país al
que deseamos avanzar; cómo es el país en que queremos vivir los trabajadores, en el que crezcan nuestros
hijos y nietos, y en el cual nos sintamos dignos de ser chilenos.
El sindicalismo sociopolítico que aspiramos a construir en nuestro país nos exige pensar nuestra
sociedad; exponer nuestras propuestas y liderar la lucha por hacerlas una realidad, y así mejorar la vida de
las trabajadoras y los trabajadores y combatir la pobreza y la desigualdad.
Por cierto que aspiramos a una profunda transformación de la sociedad chilena, de sus políticas
económicas, sociales y culturales, para construir una sociedad más integrada y con ideales compartidos. Un
país que dé respuesta a las preocupaciones más grandes de nuestros compatriotas: sus sentimientos de
abandono, de inseguridad, sus miedos a la enfermedad, a no poder educar a sus hijos, a la vejez y, por sobre
todo, a un país que combata la cesantía. Porque el desempleo sustrae un derecho humano fundamental, que
es el trabajo, columna vertebral de la dignidad de los chilenos y chilenas.
Aspiramos a construir una alternativa para encarar las enormes fuerzas de una globalización inequitativa,
basada en la explotación, en el consumismo, en el individualismo, en la codicia insaciable de los grandes
grupos y consorcios económicos, que ha asignado al mercado el rol de único distribuidor de recursos y que
sólo profundiza la exclusión y la pobreza.
Aspiramos a construir una sociedad solidaria, consciente de sus derechos y organizada. Una sociedad
civil conocedora de sus derechos y dispuesta a defenderlos. Una sociedad consciente de que cuando se
vulneran los derechos de uno, se están vulnerando los derechos de todos los ciudadanos.
Finalmente, aspiramos a una sociedad en que los derechos fundamentales de las trabajadoras y los
trabajadores sean el pilar del sistema de relaciones laborales. Una sociedad en una búsqueda permanente de
mayor desarrollo con justicia social.
La CUT sostiene que Chile tiene un futuro, que lo hemos ido dibujando con nuestra propia lucha, entre
nosotros mismos. Debemos dejar en el pasado ese país que nos duele y recuperar la esperanza para volver a
soñar con una vida mejor. Este conjunto de sueños y esperanzas de una vida mejor para los trabajadores y los
sectores populares de nuestro país, tiene como base la lucha por la dignidad del trabajo.
7
Juan Carlos Zambrano
El trabajo no sólo como derecho, sino que el bien más preciado de toda persona humana. Como el eje
central de la vida, sin parias que vivan del esfuerzo ajeno. La llave para integrar la sociedad, el conocimiento,
el bienestar, la salud, el desarrollo personal. La única fuente de realización profesional y personal, para el
crecimiento y creación individual y colectiva. El trabajo el único sostenedor de un futuro.
Pero todos sabemos que el trabajo por sí solo no basta para dar al ser humano dignidad y bienestar. El
trabajo debe ser Trabajo Decente. Trabajo con sueldos dignos, con seguridad social y respeto a los derechos
humanos y sindicales de las trabajadoras y los trabajadores de nuestro país.
El acceso a un trabajo decente abre las puertas a un ciudadano consciente de sus derechos, provisto de
salud, educación, con capacidad de mejorar su calidad de vida y desarrollar sus aspiraciones culturales. Si
somos capaces de inculcar en cada chilena y chileno que tiene derecho a un trabajo decente habremos dado
un paso cualitativo en nuestra búsqueda de esa sociedad distinta a la que aspiramos.
Ese es hoy nuestro desafío. Unirnos en torno a un sólo objetivo: lograr para Chile una democracia de
verdad, con respeto a los derechos de sus ciudadanos y equidad social, poblada de norte a sur por ciudadanos
y ciudadanas productivos, críticos y fraternales.
A eso llamamos “Una patria de trabajadores. Una patria para los trabajadores”. Esta debe ser nuestra
propuesta a Chile. Pero para que esta alternativa sea realmente el futuro y se haga realidad debemos revisar
nuestro sindicalismo, enfrentar nuestros problemas, nuestras diferencias, revisar nuestras estructuras, nuestras
prioridades, nuestras estrategias, y estar dispuestos a cambiarlas de manera que sean más eficaces, que se
adapten constantemente a las necesidades del mundo del trabajo, y que además sean representativas de la
diversidad que hoy conforma el mundo de los trabajadores y sus organizaciones.
E.
La demanda social de la CUT
En el marco del Chile que aspiramos construir, la CUT ha entregado al país su “Demanda por un Chile
Justo”, documento que reúne los principales contenidos de la lucha del sindicalismo para avanzar a una
sociedad en que los trabajadores sean respetados en sus derechos, exista justicia social, reparto equitativo de
la riqueza y la consolidación de la plena democracia.
1.
El desempleo
La principal preocupación de los trabajadores y del sindicalismo es el desempleo, que afecta fuertemente,
sobre todo en aquellas provincias donde la iniciativa privada no se ha desarrollado o simplemente se ha
retirado. Los trabajadores desempleados, los cesantes, no están pidiendo ninguna otra cosa que no sea el
derecho al trabajo. Pero no se trata de cualquier empleo, se trata de un empleo decente, con salarios dignos,
con contrato de trabajo y con protección social.
Los empresarios continúan sin invertir y sólo se dedican a lamentarse y a exigir mejores condiciones.
Ya hemos denunciado en otras oportunidades que muchos de ellos tienen sus capitales en el exterior, inclusive
en las Islas Caimán, paraíso para la especulación financiera. Quisiéramos ver empresarios más preocupados
del país, con una sensibilidad social y no aprovechándose de los momentos de crisis de crecimiento económico
para sacar ventajas, como el caso de la banca que, en plena crisis, ha tenido una rentabilidad por sobre el
18%, mientras le pone la soga al cuello a las pequeñas y medianas empresas, PyMES.
8
Trabajo y sindicalismo en los nuevos tiempos
2.
Deterioro de las condiciones de trabajo
El fenómeno del desempleo ha traído como consecuencia un fuerte deterioro en las condiciones de
trabajo y de remuneraciones de quienes tienen un empleo, aumentando significativamente el trabajo informal,
sin contrato o con boleta de honorarios, lo que conlleva una total desprotección social.
A partir de la crisis asiática, los salarios han disminuido significativamente. Las negociaciones colectivas
de los pocos que pueden ejercer este derecho se han deteriorado a tal nivel que en vez de ganar beneficios se
terminan perdiendo y los porcentajes de reajustes obtenidos en las negociaciones son mínimos. La encuesta
CERC, mandada a hacer por la Dirección de Trabajo, confirma un fuerte deterioro en las relaciones laborales,
mostrando que en la gran mayoría de las empresas existe un mal trato hacia los trabajadores, abusos de
autoridad y mínimo respeto a sus derechos.
Debido a que el 80% de los trabajadores chilenos trabaja en empresas de servicios, los efectos más
dañinos en el atropello a la norma están en las empresas contratistas y subcontratistas, donde trabajan jóvenes,
hombres y mujeres que carecen de organización, de cultura sindical y se encuentran atemorizados por la
amenaza permanente de perder el empleo.
3.
Trabajo decente
El anhelo de los chilenos y chilenas es vivir en un país que garantice su principal derecho; el derecho
al trabajo, que le permita al ser humano construir una vida digna y resolver además de la satisfacción material,
su realización personal.
No cualquier trabajo. Lo que exigimos es trabajo decente, con contrato, con seguridad social, derecho
al descanso, un trato digno y una remuneración justa. Por eso rechazamos las recetas del FMI, que tan
activamente toman los grandes empresarios chilenos y sus ideólogos. Sólo buscan la desprotección de los
trabajadores, nada nuevo se les ocurre que no esté basado sobre la explotación de la gente.
En nuestro país ya existe demasiada desprotección, se trabaja por horas, contratos por día, se cambian
los turnos, despiden y pagan cuando quieren y se roban los fondos de pensiones de los trabajadores. ¡Esto es
lo que quieren legalizar! Para legalizar la frescura la CUT, los trabajadores y la mayoría de los chilenos no
estamos disponibles. Sí estamos disponibles para trabajar por el desarrollo de Chile, por una mejor distribución
de la riqueza, por empleos decentes y con protección social.
4.
Un Estado comprometido con los trabajadores
Se necesita de un Estado fuerte y regulador, que juegue un papel determinante en el desarrollo económico
del país y que preserve el patrimonio nacional, sobre todo en aquellas áreas que nos proveen los recursos para
alivianar la pobreza de miles de chilenos. Los chilenos no aceptamos el desmantelamiento del Estado. Exigimos
poner término a los insistentes intentos por privatizar lo poco que queda de empresas públicas tales como:
Codelco, Enami, Correos, Sanitarias, entre otras.
No compartimos la jibarización del Estado. Por el contrario, estamos por un Estado fuerte, dinámico,
moderno para frenar los excesos y discriminaciones del mercado. Las democracias modernas y las naciones
más desarrolladas cuentan con Estados fuertes, cuya misión principal es redistribuir la riqueza, logrando una
calidad de vida superior a la nuestra.
Para un Chile justo se requiere un Estado que sea capaz de hacer cumplir la ley, generando mecanismos
adecuados para fiscalizar la correcta aplicación de la norma, que impida y castigue los abusos empresariales.
9
Juan Carlos Zambrano
Para ello, se requiere un Ministerio y una Dirección del Trabajo que tengan políticas adecuadas, suficientes
funcionarios y voluntad política para proteger al más débil en la relación laboral.
5.
Fiscalización
La falta de fiscalización adecuada para el cumplimiento de la norma laboral es otra de las fallas del
actual sistema de las relaciones laborales. Las Inspecciones del Trabajo están sobrepasadas por la falta de
fiscalizadores y la ausencia de una política adecuada de fiscalización. Se hace imprescindible exigir al gobierno
y, en particular, a la Dirección del Trabajo la contratación de más funcionarios y fiscalizadores y así dar
cumplimiento a lo establecido en el artículo transitorio de la Reforma Laboral, que dispone la contratación
de 400 nuevos funcionarios, entre ellos trescientos fiscalizadores, para reforzar las Inspecciones del Trabajo.
También es necesario establecer una política de fiscalización que busque asegurar el pleno cumplimiento
de la norma por parte de los empleadores, que siempre están más disponibles para pagar las multas que para
dar cumplimiento a la ley.
6.
Marco regulatorio para empresas suministradoras
En los últimos años se han venido aumentando las empresas que se dedican a suministrar trabajadores
a otras empresas usuarias. Esta es una nueva modalidad de explotación que tiene diversas manifestaciones,
sin ningún control de jornadas de trabajo, de remuneraciones y con fuerte desprotección.
Aquí no existe ninguna regulación. Son empresas que contratan trabajadores y los ponen a disposición
de un tercero, cobrando a la usuaria por cada trabajador suministrado precios que incluyen sus ganancias y
costos laborales, convirtiéndose en intermediarios entre el capital y en el trabajo. Esto afecta particularmente
a los trabajadores jóvenes, quienes tienen su primera experiencia laboral sin contrato o con boleta de honorarios.
Este tipo de trabajo se da en diversas actividades, incluso en empresas establecidas.
Debe haber un marco legal que regule las condiciones en que se desenvuelve este tipo de empresa, que
proteja al trabajador en sus condiciones de trabajo, sus derechos laborales y previsionales y, particularmente,
en su jornada. Debe existir un registro de estas empresas para que sean plenamente identificables, y deben
tener una mínima solvencia que permita responder por los derechos de los trabajadores. Es necesario que la
empresa matriz se haga codeudora solidaria cuando la suministradora no cumpla con sus obligaciones legales
y contractuales.
7.
Reforma a la judicatura del trabajo
Debemos impulsar una reforma a la judicatura del trabajo, que esté orientada a mejorar los siguientes
aspectos:
10
•
Más Juzgados del Trabajo.
•
Crear Cortes del Trabajo.
•
Mejorar la calidad de los jueces.
•
Justicia especializada.
•
Abaratar el costo de la justicia para los trabajadores.
Trabajo y sindicalismo en los nuevos tiempos
8.
•
Juicios orales y acortar los tiempos de duración de los juicios.
•
Asegurar el cumplimiento estricto de la sentencia.
•
Aminorar la carga probatoria del demandante.
•
La obligación perentoria del juez debe poner término de inmediato a las conductas o situaciones
que vulneren derechos fundamentales de los trabajadores.
Reforma al sistema de pensiones
El sindicalismo organizado debe exigir una Reforma al Sistema de Pensiones que permita, entre otras:
9.
•
Ampliar la cobertura, incorporando a los trabajadores independientes y por cuenta propia.
•
Establecer un sistema que asegure pensiones decentes para miles de trabajadores que hoy imponen
en las AFPs. y que por sus bajas remuneraciones, de seguro, no tendrán fondos para una jubilación
digna. Debemos impulsar la constitución de una AFP Estatal con cotización del empleador,
trabajador y un aporte del Estado.
•
Se deben bajar los costos exagerados que cobran las AFPs por la administración de los fondos.
•
Se debe revisar el sistema de seguro de vida y de sobrevivencia, para evitar la usura y el cobro
excesivo por parte de las AFPs de estos seguros.
•
Debemos exigir una solución definitiva para la deuda previsional que mantienen las empresas
con los trabajadores, a los cuales se les han descontado sus cotizaciones y se han apropiado de
ellas. Al respecto, debemos señalar que muchas empresas han quebrado o han cambiado de
razón social para ocultar dicha deuda. Por ello, demandamos del parlamento una ley que permita
que los trabajadores puedan recuperar sus fondos.
•
Resolver de forma definitiva la situación que afecta a miles de trabajadores del sector público,
que fueron traspasados al sistema de AFP a partir del año 1981 y a los cuales se les ha causado
un inmenso daño previsional.
•
La reparación de este daño previsional debe hacerse a través de mecanismos que garanticen una
pensión decente y un retiro adecuado para toda la gente que, aun teniendo la edad para pensionarse,
no lo puede hacer, por los escasos fondos que tiene en el sistema de AFP.
Reforma a la salud
La CUT, desde años, ha venido insistiendo en la necesidad de una Reforma del Sistema de Salud que
revierta la contrarreforma que hizo el gobierno militar, que destruyó la salud pública en beneficio de la salud
privada. Se requiere una reforma integral que asuma el conjunto de los problemas de salud de la población y
no una canasta de prestaciones. Es necesario poner énfasis en la salud preventiva de la población y no sólo
curativa.
Debemos impulsar una reforma de salud solidaria en su financiamiento, donde todos aporten en función
de sus recursos y reciban en función de sus necesidades, impulsando un fondo de salud y no un seguro de
11
Juan Carlos Zambrano
salud. La actual propuesta de financiamiento se contrapone con este principio de solidaridad al aumentar el
IVA, ya que hay sectores que pueden recuperar este impuesto y, por lo tanto, no harán ningún aporte al
financiamiento de la salud.
Se requiere un fortalecimiento del sistema de salud público, donde se atiende más del 80% de los
chilenos y que en los últimos años ha sufrido un grave deterioro. En el campo de las relaciones laborales, la
reforma a la salud debe hacerse con los trabajadores y los usuarios, debe apuntar a respetar y fortalecer la
carrera funcionaria, la ampliación de la planta, la estabilidad laboral y la dignidad del trabajo. Se debe
abandonar la lógica de la externalización que no es otra cosa que una privatización encubierta.
El Estado tiene la obligación de regular las actividades de la salud privada. El tema de subsidio maternal
es un tema de seguridad social. Debe ser pagado directamente por el Estado y no en subsidios indirectos a
través de las Isapres. En el caso de las licencias médicas, se debe cancelar desde el primer día y no como
hasta hoy, en que se descuentan los tres primeros cuando ésta no excede los diez días. Además, se debe
constituir una instancia especial para evitar las rebajas unilaterales que hacen las Isapres de las licencias.
10.
Educación
Se requiere una reforma a la educación donde el Estado juegue un rol preponderante y no un simple
subsidiador. Que enfrente la deserción escolar y la mala calidad de la educación. Dos elementos que amenazan
el futuro de los hijos y las hijas de los trabajadores.
La Ley Orgánica Constitucional de Educación debe ser modificada para terminar con el lucro de los
sostenedores a través de la subvención. Se debe reconocer el rol y las justas demandas de los profesores,
como también de los trabajadores no docentes, creando un estatuto que regule la actividad para estos últimos.
11.
Acuerdos comerciales
La apertura de las fronteras económicas ha significado una desprotección a la industria nacional y
Chile ha quedado expuesto y en desventaja en materia de competitividad. La política de la Central es
fortalecimiento del Mercosur, a pesar de todas las dificultades económicas de la región. No es lo mismo
negociar por países separados que en un bloque de países que comparten culturas y condiciones similares.
Es necesario distinguir entre un acuerdo con la Unión Europea, que tiene un carácter político y económico
en un área de comercio bilateral, donde las cláusulas sociales se encuentran adscritas al ámbito de cooperación
social, al desarrollo social y a la vigencia de los convenios fundamentales de la OIT y un eventual acuerdo de
comercio con Estados Unidos, que puede significar riesgos considerables para la economía, el empleo y los
derechos laborales.
Estado Unidos es un país claramente proteccionista, que utiliza con mucha agilidad las instancias para
impedir el ingreso de algunos productos a sus mercados, como ya lo hemos visto con los salmones y el acero.
También hay que considerar que una pequeña sobreproducción en algún producto agrícola en Estados Unidos,
ingresará para saturar nuestro pequeño mercado nacional y quebrar la debilitada agricultura del país.
No es posible pensar en un acuerdo comercial con los Estados Unidos si no se tiene en cuenta la débil
realidad y competitividad de la economía y el sector productivo chileno.
Consideramos que cualquier inclusión en el comercio mundial y, en particular, con los Estados Unidos
debe hacerse sobre la base de un capítulo especial que integre la dimensión social, con protección a los
12
Trabajo y sindicalismo en los nuevos tiempos
derechos laborales, con una verdadera seguridad social y protegiendo el medio ambiente. El gobierno de
Chile debe tener en cuenta el impacto que un tratado con Estados Unidos puede tener en el empleo en los
sectores más sensibles.
Para ello, se requiere una política de anticipación que garantice la protección a los trabajadores
desplazados a través de subsidios especiales de desempleo, junto con programas de recapacitación y
reconversión productiva.
Es preciso recordar que aún está pendiente una reforma laboral que aborde en plenitud los temas de la
negociación colectiva y eliminar el reemplazo durante la huelga. El principio fundamental que se debe consagrar
es la plena aplicación y el seguimiento de los 7 convenios básicos de la OIT relativos al trabajo,2 como
también la aplicación de los principios de la seguridad social señalados por ese organismo internacional.
La CUT exige un tratado comercial que beneficie y dé garantía de resguardo de los derechos de los
trabajadores y de los consumidores. De otra manera, nos opondremos con todas nuestras fuerzas a un tratado
que sólo puede traer desempleo y, en el mejor de los casos, empleo precario y sólo beneficios a los grandes
capitales nacionales y transnacionales.
12.
Verdad, justicia y castigo a las violaciones de derechos humanos
Un Chile justo no es posible con impunidad, con el silencio cobarde de los criminales, que se ensañaron
con su propio pueblo y con aquellos que ayer, tal como nosotros hoy, luchaban por un Chile justo.
Demandamos Verdad, Justicia y Castigo a los culpables de los crímenes y atropellos a los derechos
humanos y particular castigo ejemplar a los asesinos de Tucapel Jiménez. También demandamos justa
reparación para los exonerados políticos, a quienes el gobierno militar persiguió quitándole sus trabajos y
derechos.
13.
Reforma de la Constitución Política
Demandamos para Chile una Constitución Política que se funde sobre bases democráticas y no por
la fuerza del cañón como la impuesta por Pinochet en 1980. Una Constitución Política que no permita la
existencia de senadores designados ni vitalicios y donde todos sean legítimos representantes de la voluntad
popular.
Nuestra exigencia es poner fin al sistema binominal y abolir cualquier discriminación como lo es la
prohibición que pesa sobre los dirigentes sindicales para ser candidatos al Parlamento. Demandamos una
Constitución Política que abra las puertas a la participación popular y reponga el plebiscito como una forma
de consulta a la ciudadanía sobre los grandes temas de interés nacional.
Esta es la demanda por un Chile justo, esta es la aspiración y exigencia de las chilenas y chilenos de
trabajo, de los verdaderos hijos de la patria. A esto debemos comprometernos. Comprometernos a luchar, a
2
Los convenios básicos de la OIT son: Convenio 29 (sobre trabajo forzoso u obligatorio); Convenio 105 (sobre la abolición del
trabajo forzoso e infantil); Convenio 87 (sobre la libertad sindical y protección del derecho de sindicalización); Convenio 98
(sobre el derecho a sindicalización y negociación colectiva); Convenio 100 (sobre la igualdad de remuneración entre la mano de
obra masculina y femenina por un trabajo de igual valor); Convenio 111 (sobre la discriminación en materia de empleo y
ocupación); Convenio 138 (sobre la edad mínima de admisión al empleo).
13
Juan Carlos Zambrano
entregar lo mejor de nosotros, para que juntos, tal como ayer recuperamos la democracia, hoy hagamos de
nuestra patria un país solidario, justo, igualitario, donde todos tengamos la posibilidad de vivir mejor.
Esta es nuestra demanda por un Chile justo.
F.
El sindicalismo que necesitamos
La necesidad de impulsar nuestra demanda por un Chile justo debe llevarnos, del mismo modo, a
plantearnos una renovación necesaria de la forma de hacer sindicalismo. Por ello, nuestro gran desafío es
redefinir las prioridades políticas y las adecuaciones estructurales que necesita el movimiento sindical para
adaptarse a las nuevas realidades en que deberá actuar.
Se trata de recoger toda nuestra rica historia de lucha sindical y, a la vez, asumir los cambios que han
ocurrido en el mundo y particularmente en Chile, para hacer posible refundar un sindicalismo que represente
a diferentes tipos los trabajadores y trabajadoras en su lucha por la búsqueda de un modelo de desarrollo que
satisfaga sus aspiraciones, anhelos y esperanzas.
Se trata de un sindicalismo sociopolítico que articule la demanda social con la idea de sociedad en que
los trabajadores deseamos vivir. Esto implica un intenso trabajo en educación política hacia los trabajadores,
en el sentido real del término. Lo que no tiene que ver el partidismo.
La sociedad chilena, y particularmente los trabajadores, ha sufrido una fuerte despolitización que la
hace presa fácil del populismo y el engaño. Y las organizaciones sindicales se limitan sólo a los temas
reinvidicativos, asumiendo que nada se puede hacer, que la rueda de la fortuna está clavada, porque esto es lo
que nos ha deparado el destino. Es éste el desafío mayor de cómo hacer que la clase trabajadora vuelva a
soñar y a imaginar una sociedad con valores y principios.
Debemos superar el sindicalismo corporativista y asistencial que se ha venido practicando en los
últimos tiempos para pasar a un sindicalismo que asuma su rol de guía de los trabajadores más allá de la
empresa. Que asuma a éstos como miembros de la sociedad, preocupado de todo lo que los afecta a ellos y a
sus familias, en el plano social, económico, político y cultural. Que sea capaz de articular su demanda diaria
con las demandas por mejor calidad de vida.
Asumir que el sindicalismo se ha debilitado a partir de las políticas de ajuste originadas por la apertura
económica, la globalización y la integración a los mercados internacionales. La situación de debilidad sindical
no está desconectada de la situación de crisis general que cruza a toda la América Latina, tanto en la estructura
económica como en la estructura política de nuestros países, producida por un modelo económico en aplicación
y la falta de espacios de participación.
Se trata de definir el papel que el sindicalismo debe jugar en la nueva realidad de los sistemas productivos
y cómo se articula en la nueva estructura ocupacional. Un sistema productivo que es mayoritariamente de
servicios y con trabajadores jóvenes, hombres y mujeres que carecen de cultura sindical, y en el que el
tamaño de la empresa es en su mayoría pequeña y mediana.
Es aquí donde se debe definir el tipo de sindicalismo eficaz para la lucha sindical y también en la vía
de terminar con la atomización y dispersión que nos afecta. Un sindicalismo que debe aprender a generar su
propia fuerza y su propia identidad. Que busque aliados y construya su propio perfil político, ya que en el
antiguo soporte político, los partidos se debaten también en su propia crisis y ya no tienen al sindicalismo
como clientela.
14
Trabajo y sindicalismo en los nuevos tiempos
Se necesita un sindicalismo autónomo, independiente, pero que a la vez tenga un alto contenido
sociopolítico, porque la autonomía no es sinónimo de despolitización. Por el contrario, su mayor exigencia
es cultura política, en el buen sentido, que no es en términos partidistas. Que sea capaz de interactuar en
representación de los trabajadores con gobiernos, el parlamento, los partidos políticos y toda otra instancia
social. Un sindicalismo que actúe sin complejos, que sea capaz de dialogar y concordar pero que, a la vez, sea
capaz de movilizarse y luchar.
Necesitamos dar respuestas a múltiples interrogantes. ¿Cómo lograr capacidad de representación de
los nuevos trabajadores surgidos de un nuevo modelo de desarrollo? Trabajadores por cuenta propia,
trabajadores temporeros, part-time, eventuales, etc., hombres y mujeres que en su mayoría se desempeñan en
el sector terciario de la economía.
¿Qué estrategias debemos usar para hacer frente a los empresarios que han declarado que el sindicalismo
es contrario a sus intereses y desean extinguirlo? ¿Cómo cumplir con nuestro propósito de mejorar la calidad
de vida de los trabajadores y sus familias?
Pero, por sobre todo, ¿cómo hacemos un sindicalismo que preste servicios y sea atractivo para sus
representados? ¿Cómo formular un fresco y nuevo discurso político ideológico, que aglutine la acción sindical
con las distintas demandas sociales dispersas, en una lucha por hacer realidad la nueva sociedad en la que
deseamos vivir?
Construir una organización sindical que tenga la capacidad de persuadir y convencer, que conozca,
interprete y actúe de acuerdo a las necesidades de los trabajadores y trabajadoras. Que sea confiable y se gane
el respeto de sus representados. Que tenga una capacidad de convocatoria combativa, para hacerse escuchar
y alcanzar logros, por pequeños que sean. Que éstos se conviertan en importantes en la medida que se alcancen.
Porque de las pequeñas victorias se hace la lucha sindical. En el sindicalismo no existe la gran victoria, son
las pequeñas cosas las que dan vida a la actividad sindical.
Aprovechar las nuevas tecnologías para mejorar la articulación entre la acción, la organización y la
educación sindical. Tres pilares fundamentales del trabajo sindical que harán posible un sindicalismo unido,
organizado y movilizado.
Que tenga capacidad de promover alianzas con otros sectores para la acumulación y correlación de
fuerzas favorables en los diversos escenarios y procesos de negociación. Se trata de alianzas con sectores
organizados del mundo social y también político, que busquen impulsos más democráticos, más libertad,
más justicia.
Se trata de una organización democrática, con capacidad para hacer el debate interno sin que ello
signifique quiebres o disminución de sus fuerzas. Que reconozca el derecho de las minorías pero, a la vez,
implemente una autodisciplina sindical donde estén presentes la ética, los valores y principios como la
solidaridad, la fraternidad y la unidad sindical.
Un sindicalismo plural que reconozca y valore la diversidad de opiniones, posiciones y culturas en su
interior, pero que ponga por sobre todo la defensa de la integridad y el fortalecimiento de la organización.
Que, en la perspectiva de construir una sociedad justa y nueva, tenga siempre la capacidad de autocrítica y
evaluación y revisión constante de sus líneas de acción, de manera de ir reactualizando su política y sus
acciones. Con líderes sindicales que se hagan respetar con estilo y características de conductor, educador y
organizador, con vínculo real con su base.
15
Juan Carlos Zambrano
Se requiere superar cierto grado de demagogia sindical, que aparece en nuestros discursos siempre que
hablamos de la base, sin tener en consideración la realidad, la precariedad del vínculo con quienes decimos
representar. Es preciso hablar no por, sino desde la base. Se requieren liderazgos que promuevan la solidaridad,
la unidad, las alianzas y la capacidad para el trabajo en equipo, porque el sindicalismo es contrario al
individualismo y el caudillismo.
Una organización sindical que no renuncie a la condición y representación de clase trabajadora, con
sus potencialidades y sus limitaciones ante otros sectores políticos y sociales. Que se reconozca a sí misma
como clase trabajadora y actúe desde esa posición frente a los demás interlocutores. Que se haga cargo de las
diferencias y desigualdades, y luche contra toda discriminación, promoviendo la real integración de la mujer
al mundo sindical, no por el número, sino por el aporte cualitativo que la mujer trabajadora debe hacer al
sindicalismo.
Los pilares que construirán el sindicalismo sociopolítico
•
Formulación de una política organizacional, cuyo punto de partida es poner en marcha una campaña
de sindicalización en todo el país. No se trata de salir a hacer sindicatos por hacerlos, se trata de definir
el sindicato. Qué es, para qué sirve, cómo funciona, cómo deben ser sus líderes.
•
Una campaña de difusión y promoción sindical que permita, en forma constante, llegar una y otra vez
a todos los trabajadores, con las ideas fuerzas del sindicalismo: La búsqueda de la libertad, la justicia
e igualdad. Y los principios de la unidad, la solidaridad, la fraternidad, la tolerancia y la disciplina
sindical.
•
La acción sindical permanente expresada en asambleas, encuentros, seminarios, concentraciones y
todas las actividades posibles donde vamos generando participación y opinión sindical.
•
Desde la cultura, incorporando el canto nuevo, el teatro, la poesía, el arte. En general, donde vamos
construyendo una cultura que interprete el diario vivir de los trabajadores en su diversidad laboral.
•
La educación y la formación sindical de manera sistemática, expresadas en una gran escuela sindical
descentralizada por provincia o regiones, que utilice la tecnología y vaya dando formación y contenidos
a los cuadros sindicales, que harán posible el surgimiento de un sindicalismo nuevo, ágil y con fuerza
propia.
G.
Congreso de la CUT y los desafíos del sindicalismo
Esta necesidad de renovación del sindicalismo nos lleva a la necesidad de señalar los desafíos que
debemos afrontar en nuestro próximo Congreso. Se trata de un Congreso que nos entregará los elementos y
las capacidades organizativas para sacar una CUT cohesionada y organizada y con una fuerte institucionalidad
interna. En él debemos debatir las ideas, los principios y los lineamientos para el futuro de nuestra Central.
Un marco político sindical, una reforma de estatutos, una declaración de principios acorde a la nueva realidad
y una plataforma con las demandas sociales, económicas y políticas que serán las que conduzcan nuestro
proceso de refundación.
Proponemos que la realización de este Congreso Nacional Ordinario de Refundación se realice los
días 22, 23 y 24 de mayo del año 2003. Y previo a él, a partir del mes de agosto del presente año, debemos
16
Trabajo y sindicalismo en los nuevos tiempos
desarrollar diversos encuentros de información, de debate, que nos permitan recoger los aportes en cada
provincia, región y en nuestras afiliadas.
Es en esta perspectiva donde debemos empezar a enfrentar los problemas concretos que imposibilitan
nuestro desarrollo.
Debemos hacer realidad nuestra propuesta de impulsar un solo sindicato por empresa o Holding. Uno
de los principios fundamentales del sindicalismo es la unidad sindical. Nada justifica la existencia de más de
un sindicato por empresa.
Es necesario llegar con información y educación acerca de ¿qué es el sindicato? ¿cómo funciona?
¿para qué sirve? y las características del nuevo líder sindical, como también cuáles son los valores y principios
que han sostenido a través de la historia al sindicalismo. Esto nos obliga a realizar una verdadera democracia
sindical al interior de cada una de nuestras organizaciones, desarrollar formas de convivencia interna y aprender
a trabajar juntos, aunque tengamos discrepancias.
Enfrentar con decisión la constitución de sindicatos interempresas en la pequeña y mediana empresa.
Este sindicato interempresa también podría ser posible allí donde la empresa matriz ha externalizado los
servicios a las empresas contratistas o subcontratistas.
El poco conocimiento de lo que es el sindicato de interempresa, su funcionamiento y los alcances que
éste puede tener en el futuro no ha hecho posible el desarrollo de este tipo de sindicato. Es aquí donde
tenemos la responsabilidad de informarnos y capacitar a los trabajadores para que hagan uso de esta
herramienta, ya sea por sector de actividad o servicios.
También es necesario explorar la constitución de sindicatos transitorios para los que trabajan para las
empresas suministradoras. Para darle sentido y contenidos debemos implementar el sindicalismo de servicios,
que responda a los requerimientos de información y capacitación de los trabajadores frente a sus derechos.
En la instancia intermedia enfrentamos una profunda dispersión y atomización con un inmenso número
de Federaciones y Confederaciones de tamaño pequeño, sin poder ni capacidad de gestión, que se debaten en
un proceso de subsistencia, incapacitadas de representar fielmente a los trabajadores, incluso con problemas
de largas confrontaciones internas.
Es aquí donde debemos tomar conciencia de la necesidad de la unidad en la diversidad y propender a
constituir organizaciones más grandes por sectores productivos o de servicios, que tengan capacidad de
financiamiento y mayor poder sindical. La idea es tener en el futuro no más de doce grandes confederaciones.
El Código del Trabajo entrega a la Central y a las Confederaciones las atribuciones para descontar
directamente en la empresa la cotización sindical. Desde hace años la Central ha tenido dificultades de
financiamiento por dos razones. Primero, la cuota sindical es demasiado baja y, segundo, un alto número de
organizaciones no hace llegar la cotización a la Central.
Debemos iniciar el descuento por planilla a los trabajadores de los sindicatos afiliados a la Central.
Para ello, las organizaciones intermedias deben informar a sus sindicatos de la iniciativa que la CUT va a
tomar, en el sentido de mandar las cartas para proceder a realizar dicho descuento. Luego, debemos pensar en
el próximo Congreso en una Reforma Estatutaria, para elevar la cotización sindical y ligarla a un mecanismo
de reajustabilidad automática una vez al año.
17
Juan Carlos Zambrano
Los Consejos Provinciales de la CUT son los representantes de nuestra Central en cada uno de sus
territorios. Ellos, según el estatuto, deben ejecutar las políticas de la CUT Nacional y, a la vez, asumir las
particularidades de cada provincia. Para ello debemos desarrollar una política de fortalecimiento de las CUTs.
Provinciales.
En el próximo Congreso deberíamos reformar el estatuto para aumentar el número de dirigentes de la
Central, entregando así fuero a los dirigentes de los Consejos Provinciales.
La Reforma Estatutaria también tiene que servirnos para asignarle a cada Consejo Provincial un
porcentaje de la cotización sindical, relacionada con la cantidad de trabajadores que coticen en cada provincia.
El fortalecimiento de los Consejos Provinciales debe prepararnos para llevar a cabo una campaña de
sindicalización que busque hacer crecer la tasa de sindicalización tanto provincial como nacional. Más del
60% de los 13 000 y más sindicatos que existen en el país no están afiliados a una organización intermedia
afiliada a la Central. Por un lado, la tasa de sindicalización nacional es baja y, además, nos damos el lujo de
que más de la mitad de los sindicatos no estén con nosotros.
Los Consejos Provinciales de la CUT deben estar en condiciones de iniciar una campaña de afiliación
directa de los sindicatos que se encuentran fuera de las Confederaciones o Federaciones afiliadas a la CUT,
para luego orientarlos a afiliarse donde corresponda según su actividad económica o de servicio.
Debemos incentivar el desarrollo provincial y valorar la participación de los representantes de las
provincias en las instancias de debate de la Central. No se trata de igualar la ponderación, pero debemos
entregar una representación sustancialmente mayor a la que hoy tienen. Esto, sin duda, requiere una Reforma
Estatutaria.
Finalmente, en esta línea de proposiciones debemos fortalecer las provincias para iniciar desde allí un
plan de educación y formación, como un paso importante en la puesta en marcha de la Escuela Nacional
Sindical. Para ello, este año debemos presentar al Fondo de Extensión Sindical dos cursos para cada provincia
y una escuela para cada región.
18
Descargar