DICTAMEN_101_2003

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DICTÁMENES 2003
DICTAMEN
101 /2003
Materia sometida a dictamen: Reclamación en materia de responsabilidad patrimonial de la
Administración derivada de daños producidos por mal funcionamiento del servicio público
ANTECEDENTES:
Primero.- I. C. V., presentó con fecha 8 de enero de 2003 en el Registro de la
Delegación Territorial de la Diputación General de Aragón en Huesca escrito de reclamación de
responsabilidad patrimonial de la Administración como consecuencia de los perjuicios sufridos
por aplicación incorrecta de baremo.
Segundo.- En su escrito de reclamación indica que impugnó mediante un recurso de
alzada la Resolución de 23 de julio de 2001 del Servicio Provincial de Educación y Ciencia de
Zaragoza que publicó las listas definitivas de baremación de los procesos selectivos para el
ingreso en el Cuerpo de Maestros convocados por Orden del Departamento de Educación y
Ciencia de 16 de abril de 2001. Indica que con fecha 25 de octubre de 2001 la Consejera de
Educación y Ciencia estimó su recurso ordenando la rectificación de la puntuación que le fue
asignada lo que llevaba consigo la modificación del orden en que aparece la interesada.
En diciembre de 2001 solicitó que se le asignase el puesto que le hubiese correspondido
con una puntuación correcta. En febrero de 2002 se le comunicó que ello era imposible.
Manifiesta la reclamante que como consecuencia del mal funcionamiento de la
Administración “tuvo que permanecer durante el curso 2001-2002 destinada en el CRA en la
localidad de Oliete, provincia de Teruel. Esta permanencia le ha originado a la trabajadora unos
perjuicios que en ningún momento la Administración había contemplado. El cónyuge de la
interesada trabajaba en la provincia de Huesca y tenían un matrimonio formado por tres hijos.
El destino en Oliete supuso unos gastos adicionales por la ubicación del lugar, gastos de
desplazamiento muy superiores a los que hubiese tenido en el destino correcto, Zaragoza; gastos
de establecimiento que no hubiese tenido en el destino de Zaragoza”.
Incluso añade que “enfermó debido a esta situación (...) se vio sumida en una depresión,
situación clínica respecto a esta enfermedad de la que actualmente todavía se encuentra afecta
(...) además, como consecuencia de su estado, su cónyuge fue dado de baja en el trabajo por la
misma enfermedad originada por la situación familiar originada por el destino erróneo
concedido por la Administración”.
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COMISIÓN JURÍDICA ASESORA DEL GOBIERNO DE ARAGÓN
Concluye solicitando una indemnización de 12.000 euros en concepto de daños y
perjuicios causados por un “mal funcionamiento de esta Administración”.
Tercero.- Consta en el expediente el nombramiento de instructor así como la práctica
del trámite de audiencia al interesado en el que ha comparecido la reclamante y que también se
ha ofrecido a la aseguradora Aon Gil y Carvajal. En este trámite indica cómo computa los daños
producidos. Así, señala que ha arrendado una vivienda y que ello le ha causado un gasto de
1.682’80 euros acompañando recibos. Igualmente señala el pago de la electricidad y del butano.
Y gastos de kilometraje indicando el número de viajes que cada mes ha realizado a Oliete y
restando el coste de los que hubiera tenido que hacer a Zuera que, indica (rectificando lo que
afirmó en su escrito original), es el destino que le hubiera correspondido. Por estos conceptos
suma un total de 4.293’97 euros. El resto hasta los 12.000 euros corresponde a los daños por el
tratamiento psiquiátrico y otros trastornos familiares.
Cuarto.- Finalmente, aparece en el expediente remitido propuesta de resolución por la
que se desestima la reclamación con fundamento, entre otras cosas, en que no ha existido lesión
sino una mera privación de expectativas que no comportan derecho a indemnización.
Igualmente y en línea de congruencia con lo indicado se dice que el daño no ha sido efectivo.
Quinto.- Por escrito de 20 de mayo de 2003 (registro de entrada en esta Comisión del
21 de mayo), la Consejera de Educación y Ciencia solicita de esta Comisión Jurídica Asesora la
emisión del preceptivo Informe.
CONSIDERACIONES JURIDICAS
I.El dictamen solicitado se encuentra dentro del ámbito competencial objetivo que
legalmente tiene atribuído la Comisión Jurídica Asesora. Según el artículo 56.1 c) del Texto
Refundido de la Ley del Presidente y del Gobierno de Aragón aprobado por el Decreto
Legislativo 1/2001, de 3 de julio, del Gobierno de Aragón, cuando el ordenamiento jurídico así
lo disponga, la Comisión emitirá dictamen preceptivo sobre las reclamaciones de indemnización
por daños y perjuicios. En el mismo sentido se pronuncia el art. 12.2 a) del Decreto 132/1996,
de 11 de julio, del Gobierno de Aragón, por el que se aprueba el Reglamento de Organización y
Funcionamiento de la Comisión Jurídica Asesora del Gobierno de Aragón. Esta referencia al
ordenamiento jurídico aplicable, nos lleva a citar el art. 12 del Reglamento de los
procedimientos en materia de responsabilidad patrimonial de las Administraciones Públicas
aprobado por RD 429/1993, de 26 de marzo, que dispone la necesidad de intervención del
Consejo de Estado “o, en su caso, del órgano consultivo de la Comunidad Autónoma” en los
procedimientos de responsabilidad patrimonial.
Por otra parte la cantidad concreta de reclamación supera los 1.000 euros por lo que el
Dictamen es preceptivo en relación con lo indicado en el art. 24 de la Ley 26/2001, de 28 de
diciembre, de medidas tributarias y administrativas.
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Por fin, en función de lo indicado en el art. 64.1 en relación con el 63 del Texto
refundido referido en el párrafo anterior, resulta competente la Comisión Permanente de esta
Comisión Jurídica Asesora del Gobierno de Aragón para la emisión de este Dictamen.
II.La Comisión Jurídica Asesora ha de pronunciarse acerca de si, a la vista del expediente
tramitado por el órgano competente de la Administración Autonómica, procede o no estimar la
reclamación de indemnización económica presentada en relación con daños ocasionados por la
incorrecta valoración de méritos a efectos de la atribución de un puesto para desempeñar las
prácticas necesarias para la integración en el Cuerpo de Maestros, debiendo concretar
específicamente, por mandato del art. 12.2 del Reglamento aprobado por R.D. 429/1993, de 26
de marzo, la existencia o no de relación de causalidad entre el funcionamiento del servicio
público y la lesión producida, con valoración, en su caso, del daño causado y la cuantía y modo
de la indemnización, considerando los criterios legales de aplicación.
Por lo que se refiere a la normativa aplicable, ha de recordarse que en el Derecho
español vigente la institución de la responsabilidad patrimonial de la Administración,
constitucionalizada en el art. 106.2 de la Constitución, atribuye a los particulares derecho a ser
indemnizados de toda lesión que sufran en cualquiera de sus bienes y derechos, salvo en los
casos de fuerza mayor, siempre que la lesión sea consecuencia del funcionamiento normal o
anormal de los servicios públicos, y se cumplan los demás requisitos dispuestos por el
ordenamiento jurídico (art. 139 de la Ley 30/1992, de 26 de noviembre, de Régimen Jurídico de
las Administraciones Públicas y del Procedimiento Administrativo Común).
Los requisitos para que sea declarada la responsabilidad patrimonial de la
Administración, según reiterada y pacífica formulación doctrinal y jurisprudencial del régimen
de Derecho Positivo sobre la materia, pueden resumirse del siguiente modo: 1º) la efectiva
realización del daño o perjuicio evaluable económicamente e individualizado en relación con
una persona o grupo de personas; 2º) que el daño o lesión sufrido por el reclamante sea
consecuencia del funcionamiento normal o anormal de los servicios públicos en una relación
directa de causa a efecto sin intervención extraña que pueda influir en el nexo causal; 3º) que el
daño o perjuicio no se hubiera producido por fuerza mayor; y 4º) que no haya prescrito el
derecho a reclamar (cuyo plazo se fija legalmente en un año, computado desde la producción
del hecho o acto que motive la indemnización o desde la manifestación de su efecto lesivo).
III.- En relación a las formalidades que regula el ordenamiento jurídico y que deben ser
observadas en la práctica del procedimiento, hay que indicar que la reclamación aparece
formulada dentro del plazo adecuado para ello y que en la tramitación se han cumplido las
actuaciones previstas en el ordenamiento jurídico, habiéndose ofrecido a la reclamante el
trámite de audiencia en el que ésta ha comparecido ratificando su petición inicial e indicando
los distintos conceptos que particularizarían su genérica reclamación inicial de 12.000 euros.
Al margen de tales consideraciones formales y entrando en el tema de fondo, lo que
básicamente debemos decir sobre el particular es que no aparece probada en el expediente la
producción de un daño que sea consecuencia de la actividad administrativa y que reúna,
además, las características de efectivo, individualizable y evaluable económicamente. No basta,
así, con indicar genéricamente el error producido en la baremación por parte del órgano
administrativo competente lo que habría impedido, en la opinión de la reclamante, que ésta
hubiera desarrollado sus prácticas en un lugar distinto a aquél en que lo ha hecho y en
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condiciones más favorables. No es posible indicar que cualquier error o defecto de apreciación
por parte de la Administración genere, automáticamente, una obligación de indemnización. Para
ello hay que tener en cuenta que las intervenciones de la Administración se producen en
supuestos muy distintos y en circunstancias jurídicas muy diversas también, y que el mero
hecho del ejercicio por los órganos administrativos de sus capacidades de juicio en el uso
legítimo de la competencia que les está atribuída, aunque resulte equivocado, no genera
responsabilidad. Baste para ello con recordar el texto del art. 142.4 de la Ley 30/1992, de 26 de
noviembre, de régimen jurídico de las Administraciones Públicas y del Procedimiento
Administrativo común que indica que “la anulación en vía administrativa o por el orden
jurisdiccional contencioso-administrativo de los actos o disposiciones administrativas no
presupone derecho a la indemnización...”. Y no lo presupone porque lo que debe comprobarse
siempre es el cumplimiento de los supuestos básicos de la responsabilidad administrativa que
hemos recordado en la segunda de las consideraciones jurídicas. Aun con anulación de una
actuación administrativa (como así sucedió con el recurso de alzada aceptado que estimó la
reclamación y que ya hemos mencionado en los antecedentes) la indemnización no es una
consecuencia necesaria de ello porque no lo quiere así el ordenamiento jurídico aplicable, sino
que deberán cumplirse todas las condiciones de la responsabilidad, entre ellas la lesión en
cuanto daño antijurídico que no existe obligación de soportar, lo que no siempre sucede.
Y en ese orden de cosas debemos hacer constar que no hay un derecho de la reclamante
que haya sido violentado por la Administración y que pueda generar indemnización. Solo se
podrá hablar de daño antijurídico, en el sentido del ordenamiento jurídico que debemos aplicar,
si hay un derecho cercenado. Y en ese sentido debemos observar que para su integración en el
Cuerpo de Maestros la interesada debe superar una fase de prácticas que forma parte del
proceso selectivo y que en todo caso le obligaría a desplazarse fuera de su lugar de residencia
habitual, habitual hasta el momento de decidir libremente presentarse a un proceso selectivo
que le va a obligar a variar de residencia. No puede hablarse en estricto sentido del derecho a
realizar las prácticas en Huesca, en Zuera o en Oliete ni, tampoco, del funcionamiento de un
servicio público en relación a su persona que genere responsabilidad. La Administración ha
estado desarrollando unas pruebas instadas por la interesada y dentro de las que se encuentra
una fase de prácticas. Que éstas se desarrollen en un lugar o en otro no es un derecho, sino una
expectativa que no puede generar una responsabilidad de la Administración cuando en el marco
de ese proceso selectivo que no concluirá hasta su definitiva integración en el Cuerpo de
Maestros, se haya producido en una fase un error, oportunamente rectificado, que haya podido
alterar los presupuestos de esa expectativa. Pero no hay derecho violentado y, por tanto, el daño
no es antijurídico.
Por otra parte la efectividad del daño, en abstracto, también debería ser negada, porque
lo cierto es que se reclama una indemnización en la que lo esencial de su cuantificación se hace
recaer en unos desplazamientos y en unos gastos de residencia en lugar distinto al habitual,
cuando esos gastos debería haberlos tenido en todo caso dada la obligación legal de residir los
funcionarios allí donde presten sus servicios (cfr. art. 77.1 de la Ley de Funcionarios Civiles del
Estado de 1964) durante la fase de prácticas. Es obvio que puede existir, excepcionalmente, una
autorización para residir en un lugar distinto, pero esta autorización se concede por motivos
humanitarios y siempre que no afecte al desenvolvimiento del servicio público, pero lo que es
imposible es predicar de esa autorización una obligación de indemnizar la Administración
cuando por cualquier motivo deban existir desplazamientos porque una autorización graciable
no puede conducir, por caminos alambicados, además, a predicar obligaciones de
indemnización. Recordamos, en cualquier caso, que no ha existido autorización en este
supuesto.
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Por lo demás, la afirmación de que la residencia en un lugar ha causado una depresión y
que ello debe ser indemnizado, no tiene fundamento jurídico alguno a la hora de predicar la
indemnización. No está establecida la relación causal entre la residencia (mejor dicho, los viajes
continuos) en Oliete y la producción de la depresión. Si ello es así –digámoslo solamente en
hipótesis- idéntica depresión se podría haber producido en otras circunstancias, pues legalmente
siempre debería haber residido fuera de Huesca la funcionaria en prácticas.
En mérito a lo expuesto, la Comisión Jurídica Asesora del Gobierno de Aragón emite el
siguiente DICTAMEN:
Que no procede apreciar responsabilidad de la Administración en la solicitud de
indemnización formulada por I. C. V..
En Zaragoza, a veinticuatro de junio de dos mil tres.
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