La proporción divina En la época de los alquimistas, las relaciones filosóficas y matemáticas en la música tuvieron su auge. Abundaban recetas infalibles de cómo construir la música en conexión directa con la divinidad (como también lo afirmaba Platón) a través de la conformación de las secciones áureas sonoras. Inspirados en la leyenda de un principio secreto que rige a la música divina, los compositores investigaron sobre la línea de Fibonacci una sucesión infinita de números donde cada dos números consecuentes constituyen una proporción áurea: 1, 2, 3, 5, 8, 13, 21... y mientras más avanza la sucesión más se acerca a la proporción ideal. Bajo este principio se compusieron prácticamente todas las obras musicales de Johann Sebastian Bach, infinidad de música renacentista, la "Música para percusiones y celesta" de Béla Bartók e incluso las aparentemente tan intuitivas sinfonías de Gustav Mahler. Lo interesante es que los mismos intervalos musicales y las relaciones acústicas entre los sonidos de forma natural siguen la proporción áurea. Se han hecho incluso experimentos con programas computacionales aplicados a la música que generan modelos sonoros bajo los principios de la proporción áurea. Yo mismo MOZARTEUM • utilizo frecuentemente la sección áurea en mi obra musical con excelentes resultados. Pero hay que decir también que los ejemplos de música "divina" que generé experimentalmente por computadora sonaron horripilantemente aburridos e inútiles. Es que para crear una buena música se necesita algo más que conocimiento de matemáticas ocultas y proporciones divinas, algo más que un programa de computación que arroje cúmulos de sonidos en sección áurea; para componer una buena música se necesita principalmente talento. Es decir, lo que hace sobresalir a Bach, Mozart, Beethoven, Debussy o Schönberg en el implacable flujo de la historia, no es su pertenencia a las secretas cofradías matemáticofilosóficas o a un súper cerrado grupo de elegidos, sino y principalmente su talento, su dedicación y su profesionalismo. [email protected]. • L a proporción áurea descrita por Leonardo Fibonacci en el siglo XVIII, principio mencionado desde la época de Pythagoras y practicado en las obras pictóricas de Leonardo da Vinci, ha intrigado a un sinnúmero de compositores, entre ellos a Johann Sebastian Bach, Wolfgang Amadeus Mozart, Ludwig van Beethoven, Claude Debussy y también a Béla Bartók. Las proporciones de la estructura de los cristales, del mismo cuerpo humano, de flores, animales, planetas, de todas las cosas perfectas en esta tierra y también de la música, debían descansar y coincidir en un mismo principio marcado por la divinidad. En la música la proporción áurea se refiere al lugar donde suceden las culminaciones, se conforman los ritmos, intervalos y armonías respondiendo a complicadas simbologías que imprimen una especie de código secreto que solamente el autor y un pequeño grupo de elegidos puede conocer y descifrar. También los mismos instrumentos como violines, violas, violonchelos y contrabajos fueron construidos bajo este principio, los estudiosos en el tema afirman que incluso los rostros de las modelos top resguardan esta proporción. La información sobre la proporción áurea se ha transmitido por instrucción personal de algunos maestros a sus alumnos y los antiguos griegos creían que esta relación matemática conducía irremediablemente a la belleza y a la salud. La ecuación se conoce en forma matemática, pero sólo los iniciados sabían plasmarla en la música, en la arquitectura y en las creaciones plásticas. A/B =(A+B)/A 24 City Life • Agosto Agosto • City Life 25