Las tres décadas de dominio político del general Díaz

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LA REPÚBLICA RESTAURADA Y EL PORFIRIATO (1867-1910)
reelección por parte de éste, iniciaron un levantamiento armado en enero de 1876.
Dicha sublevación militar proclamó el “Plan de Tuxtepec”, mediante el cual se
desconocía a Lerdo como presidente, reconocían la validez de la Constitución de
1857, así como las “Leyes de Reforma” y proclamaban como jefe de la revolución al
general Díaz.
Durante esos momentos, el general Díaz se localizaba en Brownsville, Estados
Unidos, donde preparaba un levantamiento armado con la ayuda del general Manuel
González. Para mediados de marzo de 1876, Díaz cruzó la frontera y en la localidad
de Palo Blanco, Tamps., proclamó un manifiesto en donde se apegaba al “Plan de
Tuxtepec”, pero con la cláusula que al triunfar la revolución se organizaría un gobierno
interino encargado de realizar elecciones encabezado por él. Después de una serie
de fracasos militares, Díaz decide trasladarse hacia Nueva Orleans y de ahí viajar a
Veracruz para dirigir la sublevación desde Oaxaca, región en donde contaba con
gran apoyo de la población.
Por su parte, Lerdo es elegido presidente nuevamente mediante un fraude
electoral, lo cual ocasiona que el presidente de la Suprema Corte, José María Iglesias
iniciara una sublevación militar contra Lerdo de Tejada, con lo cual, el gobierno de
Lerdo tiene que combatir al mismo tiempo al bando porfirista y a los seguidores de
Iglesias.
En la batalla de Tecoac, el ejército de Lerdo de Tejada es derrotado por las
fuerzas de Díaz y Manuel González. El 19 de noviembre, Díaz toma Puebla y ante el
evidente avance de los sublevados, Lerdo renuncia al cargo de presidente y en
compañía de varios colaboradores, entre ellos el general Escobedo, se exilian en los
Estados Unidos.
A finales de noviembre las fuerzas de Díaz toman la capital; el 26 de ese mes
asume el cargo de presidente interino y conforma un gabinete con personajes
destacados del partido liberal. En enero de 1877, Díaz dirige la campaña que derrota
en Guadalajara a José M. Iglesias, quien se embarca hacia los Estados Unidos. En
febrero de 1877, Díaz organiza la elecciones para presidente de la República, en las
cuales es el ganador y el 5 de mayo toma posesión del cargo, con lo cual se concluye
una fase de la historia de nuestro país para iniciar un periodo denominado el Porfiriato.
Las tres décadas de dominio político del general Díaz
Desde un inicio, la gestión presidencial del general Díaz se caracterizó por cancelar
los cacicazgos regionales, principalmente de gobernadores y jefes militares. Para
ello sustituyó a los gobernadores no allegados a su persona por otros totalmente
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fieles a sus proyectos y reorganizó las fuerzas armadas para trasladar de zona a
jefes militares. Con respecto a los opositores a él, implementó una férrea política de
represión, de ahí la terrible orden de “mátelos en caliente”. Con lo cual, Díaz y sus
colaboradores establecieron en la práctica un gobierno centralista bajo la apariencia
de un régimen federalista.
Durante este periodo, Díaz comenzó a establecer acciones para atraer la inversión
extrajera al país, con el argumento de la pacificación y el orden social que había en
México. Para noviembre de 1880, Díaz restablece relaciones diplomáticas con Francia,
declarando los dos gobiernos que ninguna reclamación se presentaría por acciones
anteriores a dicho acuerdo diplomático.
Para las elecciones presidenciales de 1880 se postularon varios candidatos pero
los más importantes fueron: Justo Benítez quien había sido un colaborador destacado
de Díaz, y el general Manuel González, quien contaba con el apoyo del general Díaz
y del bando militar. Fue electo el general, quien tomó posesión del cargo el 1° de
diciembre de 1880.
El gobierno de Manuel González continuó con las políticas establecidas por Díaz,
tales como subordinar los poderes de los estados, municipios y de las Cámaras, al
poder ejecutivo. Reorganizó el Colegio Militar y fundó la Escuela Médico-militar,
también modificó la Constitución de 1857 para retirar la facultad que tenía el presidente
de la Suprema Corte de Justicia de sustituir al presidente, recayendo esta facultad al
presidente del Senado o al de la Comisión Permanente.
Para finales de la gestión de González sobrevino una crisis económica, lo que
provocó un gran descontento que fue controlado militarmente. Esto influyó para que
la gente añorara el orden establecido por el general Díaz, quien se postuló para un
nuevo periodo presidencial.
El 1° de diciembre de 1884, el general Díaz toma posesión como presidente de
la República por segunda vez. En este periodo, el general Díaz establece una política
de conciliación con todos los grupos de presión, puesto que coloca partidarios civiles
de Lerdo de Tejada en importantes puestos, como Manuel Romero Rubio, y a militares
allegados a él les proporciona importantes carteras en su gabinete. También inserta
en el gobierno a jóvenes intelectuales, los cuales se formaron en la Escuela Nacional
Preparatoria, como Justo Sierra, José Limantour, Pablo y Miguel Macedo y otros.
El grupo de intelectuales jóvenes proporcionaron al general Díaz el elemento
ideológico que le serviría de argumento y de sustento a su gestión en el poder. Estos
intelectuales, inspirados en las ideas de Hebert Spencer y John Stuart Mill, afirmaban
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que lo más importante para el desarrollo económico, político y social de una nación
era tener orden y como el pueblo mexicano en su inmensa mayoría no se encontraba
preparado para ejercer un gobierno representativo (democracia) era indispensable
una dictadura. Dicha dictadura tendría que apoyarse en personas capaces de ejercer
una administración pública científica (racional y eficiente), es decir, en ellos. A este
grupo de pensadores se les denominó los “científicos”.
Casi al terminar su segundo periodo presidencial, Díaz impulsa un proyecto de
reforma constitucional, a través de las cámaras de diputados y senadores que
controlaba para modificar el principio de no reelección que el propio Díaz esgrimió
contra Juárez y Lerdo de Tejada. Ello, le permite lanzarse como candidato a la
presidencia de la República por un tercer periodo. Resulta nuevamente reelegido
por mayoría absoluta, rindiendo protesta de ley el 1° de diciembre de 1888.
Nuevamente al concluir el periodo presidencial de 1888-92, el general Díaz ejerce
su influencia para modificar la Constitución con la finalidad de permitir la reelección
indefinida. Fue elegido como presidente de la República para los periodos
consecutivos de 1892-1896; 1896-1900; 1900-1904; y 1904-1910.
Entre los factores que influyeron en el encumbramiento del Porfiriato se encuentra
la gestión política de Díaz, la cual produjo, poco a poco, una red de alianzas de
poder parecida a una pirámide en cuya punta se encontraba la figura indispensable
del general, posteriormente se encontraban los miembros del gabinete, que durante
el espacio del Porfiriato cambiaron muy poco, y abajo de ellos los gobernadores,
quienes servían de enlace entre el poder central y el poder local. Después de los
gobernadores se localizaban los caciques regionales o locales.
Pero para el funcionamiento de dicha pirámide de poder era indispensable una
instancia de represión y control político. El ejército, la policía y las guardias rurales
fueron los encargados de ejercer tal papel sobre todo en el conjunto social. Otro
elemento que ayudó a mantener el orden fue el férreo control sobre los periodistas
de oposición, los cuales eran hechos prisioneros y si persistían en su postura crítica
eran perseguidos cruelmente, como los hermanos Flores Magón.
Para principios de la última década del siglo XIX se presentó una severa crisis
financiera, producida entre otras causas por la pérdida de cosechas, así como por la
depreciación de la plata en el mercado mundial, la cual fue maneja hábilmente por
José Ivés Limantour, quien era el Ministro de Hacienda.
Limantour dispuso la devaluación de la moneda y la eliminación de las alcabalas,
con lo cual se estimuló la inversión extrajera y fomentó tanto el desarrollo de la
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CIENCIAS SOCIALES
industria como de las actividades primarias de exportación. A partir de la destacada
labor de Limantour, se incorporaron a los altos cargos públicos intelectuales integrantes del denominado grupo de los científicos que poco a poco jugaron un papel
fundamental para el régimen del general Díaz.
Otro factor que influyó para reactivar la economía durante el Porfiriato, fue la extensa
y eficiente red de ferrocarriles que se incrementó de manera significativa durante este
periodo (en 1887 existían 700 kilómetros de vía y en 1910 existían casi 20,000 kilómetros
de vía ferroviaria) la cual por primera vez posibilitó desarrollar un mercado interno.
Bajo el régimen de Díaz los capitales proveniente de los Estados Unidos, Inglaterra,
Francia y Alemania invirtieron en los rubros más dinámicos del incipiente capitalismo,
ocasionando que la economía mexicana se insertara al mercado mundial, aunque como
una nación proveedora de materias primas y consumidora de bienes manufacturados.
También durante el Porfiriato se establecieron los bancos, los dos más importantes fueron el Nacional de México y el de Londres y México. Asimismo, se realizó
una reforma monetaria con la cual se cambió el patrón de la plata al oro, entrando
de esta manera en el sistema monetario internacional. A partir de esta reforma, sólo
la casa de Moneda de México pudo acuñar el circulante.
Otro de los hechos relevantes de este periodo fue que a partir de 1895 la
Secretaría de Hacienda logró presentar un presupuesto no deficitario, que hasta
esos momentos no había existido en el país. Con el superávit de las finanzas públicas
se estableció una reserva que se podía emplear para amortizar la deuda exterior,
así como para impulsar obras de infraestructura y con ello la economía, y proporcionar
servicios públicos a las principales ciudades.
Con respecto a la distribución de la riqueza, ésta fue muy inequitativa. Dicha
distribución se puede ejemplificar como una pirámide, en cuyo vértice superior se
encontraba el general y sus allegados, posteriormente los grandes empresarios
extranjeros y nacionales así como los grandes latifundistas, después los caciques
locales y una creciente clase media, y por último la mayoría de la población,
campesinos, indígenas y obreros. Este último estrato de la pirámide apenas contaba
con lo mínimo indispensable para sobrevivir, aunque para ello se tuviera que emplear
en condiciones casi de esclavitud.
Contradicciones sociales del Porfiriato
Durante la mayor parte del siglo XIX los cambios en la composición y en la forma de
vida de la sociedad mexicana habían sido lentos, pero el efecto modernizador que
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tuvo el desarrollo económico del Porfiriato aceleró las transformaciones de la sociedad mexicana. Entre la victoria republicana y el censo de 1910, el número de la
población se incrementó de manera considerable puesto que pasó de cinco millones a quince millones.
La región norte del país comenzó a poblarse rápidamente, debido a que en esta
zona se establecieron algunas de las actividades económicas más importantes del
Porfiriato, tales como la minería de exportación en Sonora y Coahuila; las actividades
de ganadería en Chihuahua, de agricultura tanto en el valle del Yaqui como en la
zona de la Laguna, y la industria en Monterrey. Otro de los factores que influyeron
para que las poblaciones funcionaran como polos de desarrollo fue el establecimiento
de la red de ferrocarril en los núcleos urbanos de la región norte y centro de México.
Por su parte, la ciudad de México y la región de Veracruz también experimentaron
un considerable incremento de población. La primera por ser el centro político del
país y en donde se concentraban las actividades comerciales, los centros de servicios
y la actividad fabril más importante. La segunda por ser una zona donde se asentaron
actividades primarias de exportación como también actividades de la industrial textil
en Orizaba y Río Blanco.
Por lo que se refiere al campo, durante el periodo del Porfiriato se manifestaron
los cambios que había producido la expropiación de las tierras comunales realizada
durante la aplicación de la “Leyes de Reforma” y por la “Ley sobre deslinde de terrenos
y colonización” de 1883. Se estima que más de 60 millones de hectáreas de tierra
fértil de comunidades indígenas fueron repartidas por las compañías deslindadoras
entre 1883 y 1910, las cuales pasaron a manos de los grandes latifundistas a precios
irrisorios.
La mayoría de las haciendas orientaron sus actividades productivas para cubrir
tanto el mercado interno como para la exportación. Cabe resaltar que muchos de los
hacendados eran también importantes industriales o políticos regionales.
Los campesinos despojados de sus tierras se vieron obligados a emplearse como
mano de obra para las haciendas, ya sea como peones acasillados o como peones
de temporada (Jornaleros). Los primeros eran los trabajadores que vivían dentro o
cerca de la hacienda de manera permanente, puesto que satisfacían sus necesidades
mediante la compra de mercancías en la tienda de raya de la hacienda, la cual
vendía los productos a precios sumamente altos. Los peones acasillados se veían
obligados a consumir todo su salario en la tienda y a comprar mediante vales, por lo
que siempre tenían deudas con el hacendado viéndose obligados a no abandonar
su situación de explotación.
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CIENCIAS SOCIALES
Los jornaleros eran los campesinos contratados para laborar por cierta temporada
de “sol a sol” por un salario sumamente bajo, se estima que el salario promedio
pagado en 1910 seguía siendo igual al que se pagaba a fines de la colonia, en tanto
los precios de las mercancías para subsistir había aumentado en una alta proporción.
Una importante problación campesina despojada de sus tierras se trasladó a los
centros fabriles para incorporarse como obreros. Pero la situación no era mejor que
en el campo, puesto que tenían que trabajar por espacio de más de 12 horas en
precarias condiciones de salubridad por un salario sumamente bajo. Además de
que estaba prohibido todo tipo de organización que tuviera por finalidad exigir mejoras
en las condiciones de vida del obrero.
Durante el Porfiriato se desarrolló la clase media, principalmente en los centros
urbanos. Este grupo social provenía del sector terciario o de servicios, y estaba conformado por individuos con cierto grado de estudios e incluso por profesionales que carecían del denominado éxito puesto que no eran miembros de la pujante burguesía ni
del círculo de poder. Dentro de este grupo comenzaron a surgir intelectuales críticos
al sistema imperante, pero sin llegar a tener presencia política significativa.
En la cúspide de la estructura social se encontraba una minoría sumamente rica.
Dicho grupo social estaba conformado por la burguesía nacional y extranjera; los
grandes comerciantes; los militares de alto rango allegados a Díaz; los altos
funcionarios de la administración pública; el partido de los científicos y Díaz en el
vértice superior de la pirámide social.
Pero las contradicciones socioeconómicas y políticas que el Porfiriato gestaba
con su desarrollo no siempre fueron controladas en un primer momento por las
instancias de represión, sino que provocaron movimientos sociales. Entre los surgidos
en el campo se puede mencionar la rebelión de los indígenas yaquis y mayos de la
región de Sonora y Sinaloa, surgida por el despojo de sus tierras para entregárselas
a las compañías extranjeras. Esta rebelión duró por espacio de más de 25 años
(1875-1902), la cual fue brutalmente reprimida por el régimen porfirista pues ordenó
el extermino de las tribus rebeldes en batalla y los prisioneros fueron deportados a
las haciendas de Yucatán y Quintana Roo a servir de esclavos hasta su muerte.
Otras rebeliones indígenas fueron las encabezadas por Tomóchic en la sierra
Tarahumara y las realizadas por campesinos en Veracruz, Yucatán y San Luis Potosí.
Fueron todas ahogadas en sangre por el ejército y las fuerzas rurales.
Por otra parte, a pesar de estas prohibiciones, las acciones sindicales de un
importante sector obrero no dejó de establecer organizaciones en defensa de sus
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LA REPÚBLICA RESTAURADA Y EL PORFIRIATO (1867-1910)
intereses, como la denominada “Círculo de Obreros Libres” de tendencia anarquista.
Así también se realizaron muchas huelgas en las zonas fabriles de los estados de
Puebla, Tlaxcala, Hidalgo, Oaxaca, Veracruz y México. Las más significativas se
llevaron a cabo en la zona minera de Cananea, Sonora, en 1906 y en la región textil
de Río Blanco, Veracruz, en 1907.
La primera se inició en demanda de establecer en la “Cananea Consolidated Copper
Company” la jornada de ocho horas de labores; un salario mínimo; el empleo del
75% de obreros mexicanos; el mismo salario para trabajadores mexicanos y norteamericanos si realizaban las mismas funciones y el derecho de ascensos a los trabajadores mexicanos. La gerencia de la Compañía rechazó las demandas y cuando los
obreros organizaban una protesta pacífica fueron reprimidos a balazos por soldados
norteamericanos, que habían cruzado la frontera con la autorización del gobierno. Los
líderes obreros fueron aprehendidos y encarcelados en la cárcel de San Juan de Ulúa.
El segundo movimiento de huelga significativo se produjo cuando en diciembre
de 1906 los trabajadores textiles de Río Blanco, Santa Rosa y Nogales realizaron un
paro de actividades para exigir el aumento de salarios y la reducción de la jornada
de trabajo. A instancias de los empresarios, el general Díaz dispuso que el conflicto
se resolviera mediante un arbitraje “imparcial”. Dicho arbitraje fue favorable a los
industriales pero los obreros de Río Blanco no lo aceptaron y el 7 de enero de 1907
marcharon para exigir un cambio en el arbitraje, siendo reprimidos a balazos, lo que
provocó que la muchedumbre quemara la tienda de raya. Al tener conocimiento de
tales hechos, Díaz ordenó que las fuerzas federales impusieran el orden reprimiendo
brutalmente a los trabajadores.
Con respecto al campo de la cultura, el Porfiriato se caracterizó por manifestarse
en la mayoría de las actividades artísticas e intelectuales una fuerte influencia de las
principales corrientes culturales desarrolladas en Francia. Esto ocasionó que la
sociedad mexicana adoptara los modelos de la cotidianidad francesa.
En el campo específico de la literatura surgieron en nuestro país varias comentes
durante este periodo. Por una parte, persistió la corriente que destacaba los aspectos
costumbrista de nuestro pueblo que había surgido durante el triunfo de la República,
sus máximos representantes fueron Manuel Payno, Luis Inclán, Vicente Riva Palacio
e Ignacio Manuel Altamirano. También se desarrolló la corriente de la novela realista,
entre sus exponentes se encuentran José López Portillo y Rojas, Rafael Delgado,
Federico Gamboa y Heriberto Frías. Por último, surgió una corriente que intentaba
dar expresión a los sentimientos cosmopolitas de la juventud denominada
Modernismo, siendo algunos de sus forjadores Gutiérrez Nájera, el cubano José
Martí, Salvador Díaz Mirón y Amado Nervo.
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CIENCIAS SOCIALES
Durante el Porfiriato se despertó un gran interés por los estudios históricos; en
este periodo se realizó una obra colectiva que abarcaba el estudio de todo el pasado
nacional, pero desde la perspectiva que los hechos del pasado eran tan sólo fases
de un desarrollo lineal y de ascenso en el cual el régimen de Díaz era la fase de más
alto grado, puesto que establecía el orden social y el progreso económico de México.
El coordinador de dicha obra, la cual fue titulada México a través de los siglos, fue
Vicente Riva Palacio. Entre los colaboradores se encontraron Alfredo Chavero, Juan
de Dios Arias, José María Vigil y Julio Zárate.
En el campo de las artes plásticas destaca la obra paisajista de José María
Velasco y las esculturas de corte clásico de Manuel Vilar. En lo referente a la
arquitectura prevaleció un gusto afrancesado, siendo uno de los máximos exponentes
Díaz Mercado.
Con respecto al campo de la educación, se impulsaron nuevas técnicas
pedagógicas, siendo desplazado el sistema Lancasteriano prevaleciente en nuestro
país desde 1823. Se crea un sistema de Escuelas Normales. A instancias del
“científico” Justo Sierra, en 1905 se estableció la Secretaría de Instrucción Pública,
quedando al frente de ella el propio Sierra. En 1910 se reanudan las labores de la
Universidad Nacional de México a demanda de Justo Sierra.
A pesar de las loables acciones de algunos pensadores como el pedagogo suizo
Enrique C. Rébsamen, Joaquín Baranda y Gregorio Torres, no se resolvió uno de los
más graves problemas que padeció la sociedad mexicana durante todo el siglo XIX:
el analfabetismo y los bajos niveles de educación. En 1910, cerca del 75% de la
población infantil no asistía a la escuela y cerca del 85% de la población mayor de
los quince años era analfabeta. Cabe resaltar que el presupuesto estatal para el
sector educativo era del 7% en 1910 y ese mismo año la Secretaría tenía más del
20% del presupuesto federal.
La decadencia del Porfiriato
A principios del siglo XX se empezó a manifestar un desgaste en la red del poder
político del sistema del general Díaz. Dentro del gabinete surgieron graves disputas
entre los bandos: científicos, encabezados por José Ives Limantour, y militares jóvenes, encabezados por Bernardo Reyes. Ante el evidente hecho de que Díaz y sus
allegados (ministros y gobernadores) envejecían, era indispensable plantear el problema referente al relevo en el poder. Cada bando buscaba obtener más espacios
de poder, con la finalidad de que cuando llegara el momento ocuparan la presidencia de la República y con ello la cima del sistema.
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LA REPÚBLICA RESTAURADA Y EL PORFIRIATO (1867-1910)
Para finales de su séptimo mandato presidencial (1903), Díaz establece
nuevamente la figura de vicepresidente y aumenta el periodo de gobierno de cuatro
a seis años. Fue nombrado para ocupar el cargo de vicepresidente para la elecciones
de 1904 Ramón Corral, lo cual significaba que el bando victorioso era el de los
“científicos”. Lo anterior produjo gran inconformidad en el bando militar, traduciéndose
esto en inestabilidad política. Esta situación demostraba que Díaz había perdido la
autoridad frente a los grupos de poder así como su capacidad conciliadora.
Pero no nada más surgieron descontentos dentro del sistema, sino que, debido
al propio desarrollo socioeconómico del país, se fueron incorporando nuevos actores
sociales que reclamaban espacios de participación política, así como un cambio en
la distribución de la riqueza.
Para las elecciones de 1910, Díaz aseguró que no volvería a lanzar su candidatura. Al ser conocido esto, se inició una efervescencia política en la que diversos
sectores de la población comenzaron a integrar partidos políticos tendientes a participar en la contienda electoral y poder implantar sus respectivos idearios de mejoras socioeconómicas.
De estos partidos, el de mayor fuerza era el Antirreleccionista y la figura más
popular del mismo era Francisco I. Madero, perteneciente a una de las familias de
ricos hacendados en Coahuila. Madero estaba profundamente imbuido en las ideas
socialistas. Sus pensamientos los vertió en un libro que intituló De la sucesión presidencial.
Madero se convirtió en el líder que el pueblo estaba buscando, ya que admiraron
su valor para criticar al gobierno.
Llegado 1910, Díaz olvidó su promesa y lanzó nuevamente su candidatura a la
presidencia. Para enfrentarlo con un auténtico contrincante, los partidos se unificaron
en torno a la figura de Francisco I. Madero.
La campaña de Madero fue impresionante y abarcó prácticamente todo el país;
se preveía un rotundo triunfo. Por tal razón y arguyendo un pretexto absurdo, se le
encarceló, y encontrándose preso en San Luis Potosí se llevaron a cabo las
elecciones. Se informó que el resultado había dado un aplastante triunfo a Porfirio
Díaz.
Madero logró escapar de prisión y refugiarse en Estados Unidos; desde allí dio a
conocer el Plan de San Luis, cuyos puntos que deben destacarse son los siguientes:
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CIENCIAS SOCIALES
- Desconocimiento del triunfo de Porfirio Díaz.
- Sufragio efectivo, no reelección.
- Devolver las tierras a sus antiguos dueños.
- Se convoca a la nación mexicana a levantarse en armas contra la dictadura
porfirista a las 6 de la tarde del 20 de noviembre de 1910.
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LA REPÚBLICA RESTAURADA Y EL PORFIRIATO (1867-1910)
Actividades:
A) Reflexione con sus compañeros de estudio y su asesor:
¿A qué causas se le atribuyen las contradicciones sociales del porfiriato?
326
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