Ambientación Seguir a Jesús es arriesgado; sobre todo escucharle y hacerle caso, porque supone acoger su Palabra, hacerla vida, fiarse de él cuando llama... Y, a veces, el proyecto de Dios no siempre coincide con el nuestro. Pero si te encuentras con Jesús, si se presenta en tu vida, en tu oración y te habla, no puedes quedarte como antes. Debes decidirte por la conversión; debes cambiar todo aquello que desentona. Porque seguir a Jesús no es sólo hablar mucho de él, estar en un grupo o venir los domingos a misa... Seguir a Jesús es, por encima de todo, dejar a un lado tu propio proyecto de vida para encontrarte con su proyecto de vida. Por eso, la conversión no es algo externo o superficial, sino una auténtica transformación del corazón que me debe llevar a cuestionarme mis actitudes más profundas, mi relación con Dios, la motivaci6n de mis actos... La conversión debe ser algo que me cambie de raíz. Conversiones superficiales estamos todos hartos de verlas. Son Pas emociones momentáneas que me llevan a querer cambiar ingenuamente el mundo, pero que desaparecen con la misma rapidez con que aparecieron. La conversión profunda no admite posibilidad de caída. Y, si cae, vuelve en seguida a levantarse. No se deja arrastrar por lo que le pide el cuerpo: comodidad, placeres, egoísmos... sino que busca en todo momento qué es lo perfecto, lo que le agrada a Dios. Busca aquello que nos hace realmente felices; busca a Dios. Dios te habla... Escúchale... Escucha su proyecto... Y pídele que te ayude a vivirlo. Salmo desde el deseo por cambiar de vida Hay dentro de mí, Señor, algo que me preocupa. Quisiera hacer grandes cosas. Veo la necesidad de dirigir mi vida por otros caminos. Siento que debería hacer algo más. Pero a la hora de la verdad, muchas veces la cosa se queda en palabras. Critico a todo el mundo porque pienso que la gente podría hacer las cosas mejor. Pero, a la hora de la verdad, no me miro a mí mismo, soy incapaz de reconocer que a veces soy peor que las personas a las que critico. Y lo que más me preocupa es que me encuentro en un callejón sin salida. Llevo tanto tiempo con buenos deseos y pocas acciones que pienso que nada va a cambiar. Suelo decir como San Agustín: mañana, mañana... mañana cambiaré. Pero el mañana nunca llega y casi siempre se convierte en otro mañana. Cuando escucho esas palabras tuyas que dicen: «si fueras frío o caliente, pero como eres tibio te vomito de mi boca», me siento francamente mal y pienso que tengo que empezar a dar algún paso; que debería platearme mi vida en serio y hacer una opción clara por ti. Haz, Señor, que salga de esta rueda interminable. Haz, Señor, que sepa renunciar a las comodidades que me estorban. Haz, Señor, que me atreva a andar por la senda estrecha, Haz, Señor, que sea sal de la tierra y luz del mundo. Haz, Señor, que ame a mis hermanos como tú me amas. Mírame, Señor, con cariño y transfórmame en una persona nueva, para que mi corazón de piedra se convierta en un corazón de carne como el tuyo. Porque estoy convencido de que la auténtica vida y la auténtica felicidad la podré encontrar a tu lado. (Oración de eco) Lectura: Fil 3,7-14 Sin embargo, todo eso que para mí era ganancia, lo tuve por pérdida comparado con el Mesías; más aún, cualquier cosa tengo por pérdida al lado de lo grande que es haber conocido personalmente al Mesías Jesús, mi Señor. Por él perdí todo aquello y lo tengo por basura con tal de ganar a Cristo e incorporarme a él, no por tener la propia rectitud que concede la Ley, sino la que viene por la fe, en el Mesías, la rectitud que Dios concede como respuesta a la fe. Quiero así tomar conciencia de su persona, de la potencia de su resurrección y de la solidaridad con sus sufrimientos, reproduciendo en mí su muerte, para alcanzar como sea la resurrección de entre los muertos. No es que haya conseguido el premio o que ya esté en la meta. Sigo corriendo a ver si lo obtengo, pues el Mesías Jesús lo obtuvo para mí. Hermanos,, yo no pienso haberlo ya obtenido personalmente, y sólo una cosa me interesa, olvidando lo que queda atrás y lanzándome a lo que está delante: correr hacia la meta, para coger el premió al que Dios me Ilama desde arriba por el Mesías Jesús. Reflexión El seguimiento de Jesús se parece a aquel que quiere comer una nuez recién cogida del árbol. Al principio está la ilusión por degustar el fruto elegido. Pero cuando se le hinca el diente, hay momentos en que se hace duro. Sólo quien persevera acaba por romper la cáscara de sus egoísmos, de sus individualismos, y termina saboreando su interior, aquello que desde el principio buscaba. Entonces, se dice a sí mismo: «realmente mereció la pena luchar por vencer las dificultades». S61o quien es capaz de perseverar acabará descubriendo en su interior a quien es la fuente de la felicidad. Y lo que Dios te puede dar vence los miedos a la renuncia, la comodidad... porque con tal de tenerle en el corazón merece la pena arriesgar o perder lo que sea. ¿Cuál es tu nuez? ¿Qué te falta? ¿Qué tienes que desterrar para encontrarte a fondo con Jesús y sentir lo que decía San Pablo: «Cualquier cosa tengo por pérdida al lado de lo grande que es haber conocido personalmente al Mesías Jesús, mi Señor»? Peticiones: «Conviérteme a ti, Señor» Quiero descubrir y sentir que ciertamente todo es pérdida y no vale nada comparado contigo. CONVIÉRTEME A TI, SEÑOR Quiero dejar de mirarme a mi mismo para contemplar tu rostro y ver qué proyecto tienes en estos momentos sobre mi. CONVIÉRTEME A TI, SEÑOR Tú eres la perla preciosa que al ser encontrada invita a desprenderse de todas las seguridades, comodidades y cosas que atan para as! tenerte en el corazón. CONVIÉRTEME A TI,. SEÑOR Tú eres inigualable. Quien te descubre no puede alejarse de tu lado y vivir tranquilo porque nos hiciste para ti y nuestro corazón estará intranquilo mientras no repose en ti. CONVIÉRTEME A TI, SEÑOR No entiendo una vida lejos de ti. Quiero, por tanto, desterrar de mí el odio, la mentira, el orgullo, la vanidad, el afán de poder.. Quiero que hagas crecer en mí el amor, la entrega, la generosidad, la sencillez, la amabilidad, el perdón, la paz... CONVIÉRTEME A TI, SEÑOR Oración: «Como al joven rico» Como al joven rico, te has acercado, me has mirado a los ojos y me has dicho: «Anda, vende todo lo que tengas y sígueme». En estos momentos mi deseo más profundo es decirte, como María, que se haga tu voluntad. En estos momentos todos los miedos han desaparecid o y veo claro que mi opción eres tú. Señor, mi primera respuesta es marchar hacia el ideal. Pero sé que de ahí a la realidad hay un trecho. Ayúdame a caminarlo sin miraratrás. Yo sé, Señor, que mi fuerza eres tú. Que contigo de compañero en el camino todo es posible. Hasta el camino se hace más fácil y llevadero. Padre, acoge mi vida, transfórmala según tu proyecto, según tu voluntad. Quiero ser como arcilla en tus manos. Moldéame, como barro en manos del alfarero. Haz de mí, Señor, una persona entregada, generosa, amigable. una persona alegre, que transmita alegría; una persona disponible, sincera, abierta. Señor, pongo mi corazón en tus manos, porque sé que sólo así mi propósito por cambiar de vida tendrá éxit%w2