manejo del fuego y restauración de bosques en la reserva de la

Anuncio
Manejo del Fuego y Restauración, Sierra de Manantlán
1
PUBLICADO EN: Flores-Garnica, J.G. y D.A. Rodríguez-Trejo (Eds.) 2006.
Incendios Forestales. Mundi Prensa-CONAFOR. México D.F. y Madrid Pp. 214-242
MANEJO DEL FUEGO Y RESTAURACIÓN DE BOSQUES EN
LA RESERVA DE LA BIOSFERA SIERRA DE MANANTLÁN,
MÉXICO1
Enrique J. Jardel P.2, Rubén Ramírez-Villeda2, 3, Faviola Castillo-Navarro2, Salvador GarcíaRuvalcaba2, Oscar E. Balcázar M.2,3 Juan Carlos Chacón Mathieu2y Jorge E. Morfín Ríos2,4
RESUMEN
Los incendios son una perturbación común en los ecosistemas terrestres y un tema
controversial para el manejo de las áreas protegidas. A pesar de los esfuerzos de supresión de los
incendios forestales alrededor del mundo y en México, se observan tendencias de aumento en la
superficie quemada y en la severidad de los efectos del fuego. Si bien el fuego puede ser un factor de
degradación, es también una herramienta ampliamente utilizada en la agricultura y la silvicultura, y la
investigación ecológica ha demostrado que los incendios han sido parte de la dinámica de los
ecosistemas forestales y del ambiente evolutivo de su biota. Todo esto implica que el enfoque
convencional de supresión de incendios, debe de ser reemplazado por un enfoque de manejo del
fuego. En este trabajo se discute acerca de la incidencia de incendios forestales y los efectos de los
regímenes de fuego sobre los bosques de la Reserva de la Biosfera Sierra de Manantlán en el
occidente de México, y se presentan las líneas de acción estratégicas del Programa de Manejo del
Fuego y Restauración de Bosques de esta área protegida.
ABSTRACT
Wildfires are a common disturbance in terrestrial ecosystems and a controversial issue for
protected areas management. Despite suppression efforts all over the World and México, there is an
increasing trend in burned area and fire severity effects. Fire can be a degradation factor. However, fire
is also a widely used tool in agriculture and silviculture, and ecological research has demonstrated that
wildfire has been part of forest ecosystems dynamics and the evolutionary environment of their biota.
The conventional fire suppression approach must be replaced by a fire management strategy. In this
paper we present a discussion about wildfire incidence and fire regime effects in the forests of the
Sierra de Manantlán Biosphere Reserve in Western México, and the strategic action lines of the Fire
Management and Restoration Plan of this protected area.
1
Ponencia presentada en el “Simposio Internacional sobre Incendios Forestales y Manejo del Fuego”, Segunda
Expo-Forestal México Siglo XXI, Guadalajara, Jalisco, México, 1-2 de julio de 2004.
2
Instituto Manantlán de Ecología y Conservación de la Biodiversidad, Centro Universitario de la Costa Sur,
Universidad de Guadalajara, Independencia Nacional 151, Autlán, Jal. 48900, México; [email protected]
3
Dirección de la Reserva de la Biosfera Sierra de Manantlán, Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas;
[email protected]
4
Fundación Manantlán para la Biodiversidad de Occidente A.C.
Manejo del Fuego y Restauración, Sierra de Manantlán
2
INTRODUCCION
Los incendios son uno de los factores de perturbación más comunes y que afectan mayores
extensiones de los ecosistemas terrestres alrededor del mundo (White 1979; Chandler et al. 1983;
Agee 1993; Whelan 1995: Rodríguez-Trejo 1996). Las tendencias observadas de incremento en el
número de incendios, superficie afectada y severidad de los efectos del fuego, han puesto la cuestión
en primera línea dentro de la agenda de la conservación, especialmente a partir de los años críticos
de 1997 y 1998 (Rowell y Moore 1999) y en el contexto del cambio climático global (Veblen et al.
2003). El manejo del fuego constituye, sin lugar a dudas, un tema importante y controversial en la
conservación biológica y el manejo tanto de las áreas naturales protegidas como de los bosques de
producción (Pyne 1996; Rowell y Moore 1999; Bradstock et al. 2002).
En el caso de México el fuego es un fenómeno frecuente en las áreas naturales protegidas,
tales como parques nacionales y reservas de la biosfera, especialmente en aquellas que se
encuentran en las zonas de montaña. Hay una tendencia a considerar a los incendios forestales
como una de las mayores amenazas sobre los bosques y a asociarlos con la deforestación (Santiago
et al. 1999; SEMARNAP 2000; CESPEDES 2002), ya que el fuego es utilizado como una herramienta
para el desmonte y la conversión de bosques y selvas a terrenos de cultivo agrícola o pastizales para
la ganadería. Sin embargo en México la mayor parte de la cubierta boscosa se mantiene a pesar de
sufrir incendios frecuentes y muchas de las consideraciones sobre los impactos negativos de los
incendios forestales se basan en observaciones generales y conjeturas sobre el papel de los
incendios en la degradación de la cubierta forestal y los suelos, por lo cual es necesario un análisis
más profundo del problema.
Partiendo de la percepción generalizada del papel negativo del fuego en las áreas forestales,
que prevalece tanto entre la opinión pública como entre los responsables de la gestión de los
bosques y las áreas protegidas, la prevención, combate y supresión constituyen el enfoque
dominante en relación con los incendios forestales, tanto en México como en otros países del mundo
(Pyne 1996). A pesar de los intentos de suprimir los incendios forestales, se observan a escala
mundial tendencias de aumento no solo en la superficie quemada, sino también en la severidad de
los efectos del fuego (Rowell y Moore 1999). En México, de acuerdo con las cifras oficiales, el área
quemada entre 1970 y 2002 fue en promedio de 218,727 ha año-1, con años críticos como 1988 y
1998 en los que se quemaron 518,265 y 849,632 ha de bosques, respectivamente (SEMARNAT
2002).
Sí bien el fuego puede ser un factor de deterioro de los bosques, la investigación ecológica
alrededor del mundo ha demostrado que este factor, originado ya sea por causas naturales como
tormentas eléctricas, o humanas como las quemas agrícolas y otros usos históricos del fuego, es y ha
sido un proceso ecológico que ha estado presente en la dinámica de los ecosistemas forestales y en
el ambiente evolutivo de su biota por millones de años (Komarek 1973; Agge 1993; Whelan 1995).
Incluso en muchos ecosistemas forestales la supresión del fuego puede considerarse como una
forma de alteración que genera cambios en la composición de especies, la estructura y
funcionamiento de los bosques, favoreciendo la acumulación de combustibles y el aumento en la
severidad de los efectos del fuego, así como el deterioro de las condiciones sanitarias de la
vegetación (Pyne et al. 1996). En estos casos los intentos de eliminar los incendios forestales en
ciertos tipos de bosques, matorrales y praderas, pueden considerarse como una alteración de
procesos ecológicos y condiciones históricas (Agee 1993; Fulé y Covington 1996). Puede decirse que
tanto la falta como el exceso de fuego en los ecosistemas forestales pueden ser causas de alteración
de patrones y procesos ecológicos. En cualquier caso, la investigación sobre la ecología de los
incendios forestales y la experimentación con prácticas de manejo del fuego es necesaria para
desarrollar conocimientos y técnicas aplicados al aprovechamiento sustentable y a la conservación y
restauración de los ecosistemas forestales.
Existen aún pocos estudios que hayan evaluado los efectos del fuego sobre la estructura,
composición y dinámica de ecosistemas forestales de México (González-Cabán y Sandberg 1989),
pero los estudios disponibles muestran la importancia y la necesidad de un entendimiento más
profundo de la ecología del fuego como fundamento para la definición de enfoques y acciones de
Manejo del Fuego y Restauración, Sierra de Manantlán
3
manejo (Rodríguez-Trejo 1996). Los estudios realizados en bosques dominados por el género Pinus
(que representan el 28% de la superficie de bosques y selvas del país, SFF 1994), indican que los
incendios forestales son comunes en este tipo de bosques, los cuales se mantienen bajo un régimen
de incendios frecuentes, están compuestos por especies adaptadas o resistentes al fuego, y se
regeneran bien en áreas quemadas (Anaya 1989; Jardel 1991; Saldaña y Jardel 1991; Fulé y
Covington 1996, 1999; Rodríguez-Trejo 1996; Heyerdahl y Alvarado 2003; Rodríguez-Trejo y Fulé
2003; Jardel et al. 2004a, 2004b; Rodríguez-Trejo et al. 2004). Los incendios forestales juegan un
papel central en la dinámica sucesional y la regeneración de los bosques de pino, y alrededor del
mundo la dominancia de los pinos está positivamente correlacionada con el fuego (Agee 1998); las
especies de Pinus presentan estrategias ecológicas y características de sus ciclos de vida que les
permiten sobrevivir y dominar en ambientes donde el fuego es un factor ecológico frecuente (Keeley y
Zedler 1998). En el caso del género Quercus, otro de los elementos más característicos de los
bosques mexicanos (Rzedowski 1978), muchas especies son resistentes al fuego y prosperan en
ambientes sujetos a la influencia de incendios forestales (Van Lear y Watt 1993; Jonson et al. 2002).
El fuego ha formado también parte de la dinámica de los bosques tropicales subcaducifolios, como
los de la península de Yucatán, asociados con otras perturbaciones naturales como los ciclones y
antropogénicas como la agricultura de tumba-roza-quema (López-Portillo et al. 1990). En contraste,
tipos de vegetación como el bosque mesófilo de montaña pueden ser severamente afectados por el
fuego (Asbjornsen y Gallardo 2004).
Es indudable que el entendimiento del papel ecológico del fuego en los bosques mexicanos
es un tema que requiere de más investigación, pero el conocimiento actual sobre la ecología de los
incendios forestales en distintos ecosistemas del mundo, junto con la experiencia práctica del manejo
forestal y la conservación de áreas silvestres indican que es indispensable transitar de los enfoques
convencionalmente centrados en la prevención, control y supresión de incendios forestales y la
reforestación de áreas quemadas, a estrategias integrales de manejo del fuego y restauración
ecológica. Por otra parte, el hecho de que una proporción importante de los incendios forestales son
antropogénicos, implica también que el fuego debe ser considerado, estudiado y entendido como un
fenómeno social y cultural, y que esto es fundamental para cualquier estrategia de manejo o
conservación.
En resumen, la persistencia de una alta incidencia de incendios forestales y las tendencias
mundiales y nacionales al aumento de la superficie afectada y la severidad de los efectos del fuego,
muestran que el enfoque de supresión debe ser reconsiderado. Es importante transitar de dicho
enfoque centrado en un vago e inalcanzable objetivo de eliminación de los incendios hacia
estrategias de manejo del fuego, basadas en principios ecológicos y sociales, e integradas dentro de
estrategias más generales de manejo forestal, integrando objetivos de producción sustentable,
conservación y restauración ecológicas.
En este trabajo se presenta una discusión sobre el desarrollo de una estrategia de manejo del
fuego y restauración de bosques en un área protegida de montaña en el Occidente de México, la
Reserva de la Biosfera Sierra de Manantlán (RBSM). El caso de esta reserva es utilizado para hacer
algunas reflexiones en torno al desarrollo de un modelo de manejo del fuego aplicable a las
condiciones socioecológicas de las zonas forestales de México, que están caracterizadas por su
heterogeneidad ambiental, alta diversidad biológica y complejidad social (Jardel 1990; Challenger
1998). El problema de los incendios forestales en la RBSM ha sido considerado previamente en la
estrategia de manejo del área protegida (Jardel 1992; INE 2000), en estudios ecológicos (Anaya
1989; Jardel 1991, 1998; Saldaña y Jardel 1991; Sánchez-Velásquez y García-Moya 1994; Pineda et
al.2000; Jardel et al. 2004 a y b) y se cuenta con una caracterización general de la incidencia de
incendios forestales en la reserva (Castillo et al. 2003; Jardel et al. 2004 c). El presente trabajo
sintetiza los planteamientos del Programa de Manejo del Fuego y Restauración de Bosques de la
Reserva de la Biosfera Sierra de Manantlán.
Manejo del Fuego y Restauración, Sierra de Manantlán
4
LA RESERVA DE LA BIOSFERA SIERRA DE MANANTLÁN
La Sierra de Manantlán se localiza en el Occidente de México en los estados de Jalisco y
Colima, entre los 19º25’ y 19º45’ de latitud norte y los 103º45’ y 104º30’ de longitud oeste, formando
parte de la Sierra Madre del Sur (Fig. 1). La reserva, establecida en 1987, cubre una superficie de
139,575 ha de terrenos montañosos, que se extienden entre los 300-600 m y los 2860 m de altitud
sobre el nivel del mar (INE 2000).
Figura 1. Localización de la Reserva de la Biosfera Sierra de Manantlán.
El paisaje de la RBSM es muy heterogéneo (Jardel et al. 1996). Debido a su ubicación
geográfica en la Zona Mesoaméricana de Transición Biogeográfica entre los reinos Neotrópical y el
Neártico (Halffter 1987; véase también Rzedowski 1978), y al gradiente altitudinal, en el área se
observa la transición desde zonas de clima cálido, cubiertas por bosques tropicales secos y
subhúmedos, a zonas de clima templado con bosques de coníferas y encinares, y se presentan
comunidades únicas como el bosque mesófilo de montaña, con mezclas de especies de afinidades
biogeográficas holárticas y neotropicales (Jardel et al. 1993; Vázquez et al. 1995; Cuevas 2002).
El sustrato geológico, la forma del relieve y los suelos son complejos y variados. El
basamento de la Sierra está formado por rocas ígneas intrusivas del Cretácico, sobre las cuales se
encuentran rocas ígneas extrusivas del Terciario en la porción central y oeste del macizo montañoso,
y calizas del Cretácico en la porción este, conocida como Cerro Grande. Las laderas bajas, valles
intermontanos y depresiones están cubiertas por sedimentos del Cuaternario. En el área pueden
diferenciarse 19 unidades morfoedafológicas (INE 2000).
La cobertura vegetal (Fig. 1) incluye bosques tropicales secos abajo de los 1200 m de altitud,
bosques de encinos caducifolios entre los 1200-1800 m, y bosques de pinos y encinos arriba de los
1800 m. En las cañadas de las laderas y en las depresiones del terreno y valles intermontanos, las
condiciones son más húmedas y se observa la transición de bosques tropicales subhúmedos (bosque
tropical subcaducifolio) de las partes bajas a bosques latifoliados templados (bosque mesófilo de
montaña) en altitudes medias (1400-2200 m) y bosques de oyamel-pino-encino en las partes más
altas (arriba de los 2200 m). Se encuentran también matorrales y pastizales en sitios perturbados por
Manejo del Fuego y Restauración, Sierra de Manantlán
5
la influencia humana y tierras de cultivo agrícola. Los bosques y selvas representan el 76 % de la
cobertura vegetal de la RBSM (INE 2000). El área provee hábitat para una rica variedad de
organismos. La diversidad biológica es notable y se han registrado más de 2900 especies de plantas
vasculares y 560 especies de vertebrados (Vázquez et al. 1995; INE 2000).
El proyecto de conservación de la RBSM se originó a partir del descubrimiento de un pariente
silvestre del maíz endémico del área, Zea diploperennis (INE 2000). El decreto de la reserva fue
justificado con fines de conservación de diversidad biológica, incluyendo numerosas especies
amenazadas, raras o endémicas, y de protección de cuencas hidrográficas que abastecen de agua a
unos 400,000 habitantes de su región de influencia (Jardel et al. 1996). El decreto de la reserva no
modificó la tenencia de la tierra. El 68 % de la superficie de la RBSM pertenece a comunidades
agrarias y el 32% está formado por propiedades privadas. Tanto el decreto como el programa de
manejo (INE 2000) establecen restricciones de uso y normas de manejo para los terrenos y los
recursos naturales del área protegida, sobre la base de una zonificación que divide a la reserva en
tres zonas núcleo dedicadas a la protección de las cabeceras de cuencas y hábitats críticos para la
conservación de biodiversidad (30% de la superficie de la RBSM), rodeadas por una zona de
amortiguamiento (70% del área protegida) dedicadas a usos forestales, ganaderos y agrícolas.
El manejo de la RBSM integra objetivos de conservación ecológica y desarrollo social y se
basa en la implementación de mecanismos de co-manejo con la participación de comunidades
locales, el establecimiento arreglos institucionales y la ejecución de programas de manejo dirigidos al
aprovechamiento sustentable y la conservación de los recursos naturales (Jardel et al. 1996, INE
2000). La población humana de la RBSM asciende a 32,000 habitantes. Las condiciones
socieconómicas predominantes son de pobreza y marginación, por lo que el desarrollo rural basado
en el aprovechamiento sustentable de los recursos naturales y la protección de áreas críticas para la
generación de servicios ambientales es un aspecto central del manejo del área (INE 2000).
Los bosques de la RBSM tienen una larga historia de aprovechamiento y de influencia
humana a través de la agricultura, la ganadería, el aprovechamiento de recursos forestales
maderables y no maderables, y el uso del fuego (Jardel 1998). Es en este contexto de condiciones
ecológicas y sociales complejas y de manejo basado en la integración de objetivos de conservación y
desarrollo, en el que debe insertarse la estrategia de manejo del fuego y restauración de bosques
para la RBSM.
LOS INCENDIOS FORESTALES EN LA RBSM
Incidencia y causas de los incendios forestales
En la Sierra de Manantlán, al igual que en otras zonas montañosas de México se observa una
alta incidencia de incendios forestales (Jardel et al. 2004 c). El fuego en el área ha estado asociado
principalmente a las quemas agrícolas (Castillo et al. 2003) y es uno de los factores que más han
influido en la composición y estructura de la vegetación y en los procesos sucesionales (Jardel 1998;
Jardel et al. 2004 a y b).
Estudios preliminares realizados en bosques de pino-encino con métodos dendrocronológicos
indican que en rodales individuales el intervalo medio entre incendios es de 5 a 14 años (Jardel 1991,
Enríquez 1998). Esta frecuencia de incendios es similar a la reportada para otros bosques de pinoencino de México (Fulé y Covington 1996, 1999, Heyerdahl y Alvarado 2003).
Como parte del proceso de planificación del manejo del fuego en la RBSM, se integró una
base de datos y un sistema de información geográfica (SIG) utilizando información derivada de
reportes de las brigadas de combate de incendios forestales e inspecciones de campo (Castillo et al.
2003). Los reportes de las brigadas incluyen información sobre la localización de los incendios, la
superficie de terreno encerrada en el polígono del incendio, los tipos de vegetación afectados y las
operaciones de combate de incendios. Esta información es centralizada en la Dirección de la RBSM,
agencia gubernamental encargada del manejo del área y dependiente de la Comisión Nacional de
Áreas Naturales Protegidas. Se cuenta con registros de incendios desde 1988 a 1994 incompletos,
Manejo del Fuego y Restauración, Sierra de Manantlán
6
pero a partir de 1995 se cuenta con registros completos y desde el año 2001, las áreas quemadas
son inspeccionadas en campo y delimitadas con ayuda de mapas topográficos y sistemas de
posicionamiento geodésico (GPS), incorporando los datos al SIG.
Entre 1995 y 2004 se registraron 353 incendios; la superficie afectada suma en total
63,832.4 ha, equivalente al 46% de la superficie de la RBSM; esto no quiere decir que se ha
quemado esa proporción de la reserva, ya que muchos sitios han sido afectados más de una vez por
incendios durante el período de observación, mientras que otros sitios se han mantenido libres del
fuego. Por año se quemaron en promedio 6,383.2 ± 1,246.5 ha y se registraron 35 ± 3 incendios. Esto
significa que la media de la superficie quemada anualmente representa en promedio el 4.6% del total
de la superficie de la RBSM y el 6.0% de su superficie boscosa. Durante el período de observación
(1995-2004) el año con mayor superficie afectada fue 1998 con 15,237 ha, seguido de 1996 con
10,735 ha (Fig. 2); los años de 1997, 1999 a 2001 y 2003 y 2004 presentaron una superficie afectada
menor a la media del período. La superficie afectada no presentó una relación directa con el número
de incendios (Fig. 3) y se observó una variación importante en el tamaño medio de los incendios por
año (Fig. 4), cuya media (para los 353 incendios registrados) fue de 181.3 ± 19.4 hectáreas. Por
ejemplo 1996 fue el año con el menor número de incendios registrados (18) pero con la superficie
media por incendios más alta (596.4 ha), mientras que en 2003 se presentaron 43 incendios con una
superficie media de 67.9 ha. Esta variación puede deberse a un conjunto de factores que incluyen el
estado del tiempo, las condiciones de topografía y carga de combustibles de los sitios donde
ocurrieron los incendios, y la eficiencia de las operaciones de combate (Jardel et al. 2004 c). En
general se observa que en los últimos dos años tanto la superficie afectada total como la superficie
media por incendio tienden a disminuir, y esto puede asociarse tanto con condiciones meteorológicas
favorables (alta humedad) como con una mayor eficiencia en las actividades de prevención y
combate de incendios; esto requiere un análisis más detallado y un mayor período de observación
para afirmar que se trata realmente de una tendencia y no de un resultado circunstancial.
Los incendios forestales se presentan en la temporada seca del año, entre finales de
diciembre y principios de junio, siendo los meses de mayor riesgo marzo, abril y mayo (Fig. 5). La
superficie anual afectada por incendios forestales se correlaciona con la cantidad de lluvia de
invierno-primavera; sin embargo esto explica solo parte de la variación, ya que existen factores como
las causas de ignición y el desarrollo de las actividades de combate que también influyen en la
extensión de la superficie afectada (Jardel et al. 2004).
La mayoría de los incendios forestales registrados entre 1996 y 2004 (para 1995 el registro
de causas fue incompleto), tuvieron causas antropogénicas (cuadro 1). Solo un incendio provocado
por rayos se registró en 2004. En comparación con los incendios antropogénicos, los incendios
naturales parecen ser muy raros; la incidencia de rayos tiene lugar generalmente asociada a las
lluvias, lo cual reduce el riesgo de ignición, pero al inicio de la temporada lluviosa ocurren bajas
precipitaciones con tormentas eléctricas, seguidas de algunos días secos y el fuego puede
propagarse, especialmente en áreas con alta acumulación de combustible. Un evento de este tipo se
observó en el 2004 y hay evidencia anecdótica de incendios provocados por rayos al inicio de la
temporada lluviosa en años anteriores.
El 34.7% de los incendios fue causado por quemas agropecuarias (quema de rastrojos,
desmontes agrícolas o terrenos de agostadero) que se escaparon de control (cuadro 1). El 14.9% de
los incendios se asoció a cultivos ilegales –marihuana y amapola –en los que el fuego se usa tanto
para limpiar el terreno de cultivo como para borrar rastros, y el 12.9% fueron incendios provocados
intencionalmente en áreas donde existen conflictos de propiedad. Solo el 4.3% de los incendios se
originó por fuegos escapados de fogatas de paseantes. En un número importante de incendios (el
30.4%) la causa no fue determinada; la investigación de las causas de los incendios sigue siendo
deficiente tanto en el área de estudio como en la mayor parte del país. En cuanto a superficie
afectada, las proporciones son similares a las del número de incendios, pero se puede observar que
la superficie media por incendio es mayor en el caso de los cultivos ilegales, dado que estos se
localizan en áreas aisladas donde se dificulta el acceso y las operaciones de combate.
.
Manejo del Fuego y Restauración, Sierra de Manantlán
7
15,237
16000
Superficie (ha)
14000
12000
10,735
10000
8000
6,450
5,773 5,949
6000
6,572
4,735
3,271
2,974
4000
2,138
2000
0
1995
1996
1997
1998
1999
2000
2001
2002
2003
Número de incendios
Figura 2. Superficie quemada por año (1995-2004).
60
50
49
47
41
41
40
30
43
38
26
24
26
18
20
10
0
1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004
Figura 3. Número de incendios por año (1995-2004).
700
596.4
Hectáreas
600
500
400
323.4
300
200
100
189.6
109.4
85.8
125.5
105.9
143.0
67.9 69.1
0
1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004
Figura 4. Superficie quemada (hectáreas) media por incendio por año (1995-2004).
2004
Manejo del Fuego y Restauración, Sierra de Manantlán
8
Cuadro 1. Causas de los incendios forestales registrados entre 1996 y 2004. Se indica el número de
incendios (N) y la superficie total afectada (S) y sus porcentajes respectivos, y la superficie media por
incendio (SI) según el tipo de causa.
Causa
No determinada
Quemas agropecuarias
Cultivos ilegales
Incendiarios
Paseantes
Quema de basura
Otras
Total
N
%
92
105
45
39
13
4
5
303
30.4
34.7
14.9
12.9
4.3
1.3
1.7
100.0
S (ha)
18,373.0
18,029.4
14,654.2
5,611.6
385.2
294.7
34.5
57,382.6
%
32.0
31.4
25.5
9.8
0.7
0.5
0.06
100.0
SI (ha)
199.7
171.7
325.6
143.9
29.6
73.7
6.9
189.4
La observación de los patrones de distribución espacial de los incendios forestales, ha
permitido identificar áreas críticas de alta incidencia. Por ejemplo, de la superficie afectada por
incendios entre 2001 y 2003, 882.6 ha se quemaron repetidamente en dos años y 223.1 en los tres
años (Castillo et al. 2003). Estas áreas críticas coinciden con sitios donde se han localizado cultivos
ilegales, generalmente en sitios aislados y en terrenos donde no hay un control efectivo de los
propietarios –principalmente en terrenos de propiedad privada -, así como en una porción de la
reserva que es atravesada por una carretera federal (carretera Autlán-Barra de Navidad) y donde hay
un proceso activo de desmonte con fines agropecuarios, principalmente en terrenos de propiedad
privada.
Efectos de los incendios
Entre 1995 y 2003 el 37% de los incendios registrados afectaron bosques de pino-encino y el
27% bosques de encino caducifolio (Jardel et al. 2003). En conjunto, los bosques de pino-encino y
encino cubren el 53.7% de la superficie de la RBSM. Para el período de 2001-2003, en el que se
cuenta con la delimitación en campo del polígono de las áreas afectadas, en promedio el 29.5% de la
superficie quemada se registró en bosque de pino-encino, el 27.8% en bosque de encino caducifolio
(bosque de roble) y el 13.8% en bosque de encino-pino; el 16.2% del área quemada correspondió a
matorrales y pastizales en zonas de agricultura con ciclo de barbecho donde se realizan quemas para
limpiar el terreno con fines de cultivo (Castillo et al. 2003).
En México las áreas afectadas por incendios forestales generalmente no son evaluadas de
manera sistemática. Al mismo tiempo, existen pocos estudios sobre la ecología del fuego en los
bosques mexicanos (González-Cabán y Sandberg 1989, Rodríguez-Trejo 1996) y esto constituye un
vacío de información y conocimiento para definir estrategias de manejo del fuego.
Para evaluar los efectos de los incendios forestales en la RBSM, como parte de la
planificación y evaluación de las actividades de manejo del fuego y restauración, se están realizando
estudios ecológicos centrados principalmente en los bosques de pino y encino, donde el fuego es
más frecuente y afecta mayores superficies. Además de esto se ha comenzado a sistematizar la
evaluación anual de las áreas quemadas realizando recorridos de campo en los sitios afectados por
incendios. Las entrevistas con pobladores locales, investigadores y personas que han estado
involucradas en el manejo de la RBSM y en la prevención y control de incendios a aportado
información complementaria. En esta sección se hace una breve sinopsis de los resultados
preliminares de los estudios ecológicos realizados en el área, algunos aspectos de los efectos del
fuego sobre la vegetación y la fauna silvestre. Utilizamos también nuestro conocimiento empírico del
área adquirido a través de 18 años de trabajo de campo en el caso de los dos primeros autores. A
continuación se resumen los hallazgos más relevantes.
Manejo del Fuego y Restauración, Sierra de Manantlán
9
La mayor parte de los incendios forestales en la RBSM son superficiales y de extensión
relativamente pequeña. De los incendios registrados entre 1995 y 2004 el 97% fueron superficiales y
solo en el 3% se observaron áreas afectadas por fuego de copa. La media de la superficie afectada
por incendio fue de 181.3 ± 19.4 ha y la moda de 50 ha; el 31% de los incendios registrados tuvieron
una superficie menor a 20 ha y el 34% presentaron superficies entre 21 y 100 ha; solo el 8% de los
incendios presentaron extensiones mayores a 600 ha (Fig. 5).
35
31
Porcentaje
30
25
21
20
20
14
15
12
10
5
5
3
0
< 20
21-50
51-100 100-300 300-600
6001200
>1200
Categoría de tamaño
Figura 5. Porcentaje del número total de incendios registrados entre 1995 y 2004 clasificados por
categoría de tamaño (hectáreas).
Dentro del área comprendida en el polígono de los incendios reportados, el efecto del fuego
varía en función de la topografía, el estado del tiempo y la carga de combustibles –los tres
componentes del “triángulo del comportamiento del fuego” (Pyne et al. 1996). De acuerdo con
resultados preliminares de la evaluación de incendios forestales y quemas prescritas en la Estación
Científica Las Joyas (Jardel et al., en preparación), la forma del relieve ejerce un importante control
sobre el comportamiento del fuego, de modo que generalmente el daño más severo –en cuanto a
mortalidad de árboles y apertura de claros en el dosel del bosque –ocurre en geoformas convexas –
cimas y parteaguas –y en laderas con pendientes fuertes y expuestas a la influencia del viento. En las
laderas bajas y geoformas cóncavas –barrancas y depresiones del terreno –donde existen
condiciones de humedad, el fuego tiende a extinguirse y dentro del polígono de un incendio pueden
localizarse áreas que no llegan a quemarse. La estructura de la vegetación y la carga de
combustibles también determinan la severidad de los incendios; esta es más crítica en rodales
jóvenes, muy densos y con continuidad vertical del combustible, así como en sitios que no se han
quemado por períodos prolongados (más de 10-20 años) donde se acumulan combustibles en forma
de hojarasca y material leñoso en descomposición.
El fuego puede provocar la apertura de claros relativamente grandes (de unos cientos de
metros cuadrados a decenas de hectáreas), ya sea en parches quemados de copa, en donde ocurre
una alta mortalidad de árboles en los años siguientes a un incendio, o cuando el fuego ocurre
asociado con desmontes agrícolas o en sitios donde se ha cortado madera sin hacer una disposición
adecuada de residuos de corta. En estos claros se establece una regeneración abundante de pinos
(Pinus pseudostrobus, P. douglasiana, P. herrerae, P. oocarpa, P. devoniana) y algunas especies de
encinos (Quercus scytophylla, Q. obtusata, Q. praineana, Q. resinosa y Q.castanea entre otros) y
madroños (Arbutus xalapensis) (Anaya 1989; Jardel 1991; Saldaña y Jardel 1992).
Los incendios superficiales favorecen también la dominancia de los pinos frente a otras
especies tolerantes a la sombra pero poco resistentes al fuego, como los oyameles (Abies religiosa y
A. religiosa subsp. emarginata), y las latifoliadas del bosque mesófilo de montaña que en ausencia
Manejo del Fuego y Restauración, Sierra de Manantlán
10
del fuego tienden a reemplazar a los pinos en sitios húmedos a través de la sucesión (Saldaña y
Jardel 1992; Sánchez-Velásquez y García-Moya 1993; Jardel 1998; Jardel et al. 2004 a y b).
En sitios permanentes establecidos para estudios sobre sucesión (Jardel et al. 2004 b) se
observa que los incendios superficiales aceleran el proceso de autoaclareo al eliminar árboles
suprimidos, y que en sitios donde el fuego ha sido excluido por varios años las especies de
latifoliadas tolerantes a la sombra tienden a aumentar en dominancia; el fuego actúa como un factor
que detiene el reemplazo sucesional de los pinos por las latifoliadas.
En resumen, las observaciones de campo indican que el fuego favorece a los bosques de
pino y a algunos tipos de bosque de encino, mientras que tienen efectos negativos para la
regeneración de bosques de oyamel y bosque mesófilo de montaña. Estos dos tipos de vegetación
son considerados prioritarios para la conservación en México y en la RBSM (INE 2000), por lo cual se
han adoptado medidas de control de los incendios para favorecer su restauración y conservación
(Jardel et al. 2003).
Aunque el fuego favorece a los bosques de pino, cuando ocurren varios incendios repetidos
en áreas de regeneración natural, se impide el establecimiento del renuevo y ocurre el reemplazo de
la vegetación arbórea por matorrales secundarios (Jardel et al. 2003, 2004 b). Además en algunos
sitios el fuego se ha combinado con otros factores que conducen a la degradación de los bosques,
como la extracción de madera, la erosión provocada por caminos forestales mal construidos y el
sobrepastoreo. En estas condiciones es necesario adoptar medidas de restauración que implican el
control de la erosión y la estabilización y recuperación del suelo, la reforestación con especies nativas
y la protección temporal contra incendios (Jardel et al. 2003).
Ensayos experimentales de quemas prescritas realizados en la Estación Científica Las Joyas
(ECLJ), en la parte central de la RBSM, indican que el fuego controlado puede reducir la carga de
combustibles sin efectos significativos de mortalidad de árboles. Se ha observado una reducción del
65 al 70% de la carga de combustibles leñosos y una reducción de 70-80% de la profundidad de la
hojarasca (Jardel et al. en preparación).
En las áreas afectadas por incendios en la Sierra de Manantlán se observan diferentes
condiciones:
(a)
Sitios que han sufrido incendios de copa o fuegos recurrentes, además de la
influencia de la explotación maderera, la erosión provocada por las brechas de saca y el pastoreo de
ganado, donde la regeneración natural de especies arbóreas es escasa, las fuentes de propágulos se
han reducido con la eliminación del arbolado reproductivo y se presentan problemas críticos de
erosión de suelos.
(b)
Sitios donde los incendios superficiales frecuentes han detenido la regeneración de
especies arbóreas latifoliadas, deteniendo la sucesión de comunidades raras o amenazadas como el
bosque mesófilo de montaña o el bosque de oyamel.
(c)
Sitios donde la regeneración abundante de pino, después de incendios forestales, ha
dado lugar a rodales sobresaturados, en los cuáles la densidad del arbolado ha provocado, como
consecuencia de la competencia entre los árboles, lentos crecimientos, supresión de árboles y brotes
de ataques de insectos que pueden convertirse en plagas. Estos rodales presentan una marcada
continuidad vertical y horizontal del combustible y son muy susceptibles a incendios severos.
Dadas las tres condiciones descritas, se requiere de diferentes tipos de manejo para fines de
protección y restauración. En el primer caso, además del control de los factores de deterioro y la
protección para favorecer la regeneración natural, es necesario implementar medidas de control de
erosión, recuperación del suelo y reforestación. En el segundo caso, los incendios y el pastoreo
pueden controlarse para favorecer el proceso de reemplazo sucesional y permitir la recuperación del
bosque mesófilo de montaña y el bosque de oyamel. En el tercer caso, es conveniente realizar
intervenciones silvícolas como aclareos, cortas de saneamiento y quemas prescritas para regular la
densidad y el estado sanitario del arbolado.
Manejo del Fuego y Restauración, Sierra de Manantlán
PP
T
400
25
200
20
300
250
15
200
150
10
100
5
hectáreas
350
Temperatura °C
Precipitación pluvial mm
250
30
450
11
150
100
50
50
0
0
E
F
M
A
M
J
J
A
S
O
N
D
0
E
F
M
A
M
J
J
A
S
O
N
D
Figura 6. El gráfico de la izquierda muestra la variación anual (1989-2003) de la precipitación pluvial y
la temperatura en la Estación Científica Las Joyas (1950 m snm) en la parte centro oeste de la Sierra
de Manantlán. El gráfico de la derecha muestra la distribución de la superficie afectada por incendios
forestales (1995-2003) por mes.
Régimen de incendios
La investigación ecológica ha demostrado que existe una importante variación en los
regímenes de fuego y en las respuestas de los ecosistemas y sus componentes al efecto de los
incendios (Heinselman 1981; Agee 1993; Whelan 1995).
En los bosques subtropicales de montaña, caracterizados por una marcada variación de
condiciones de sitio, alta diversidad de especies y patrones de transición entre diferentes unidades de
vegetación a través de gradientes climáticos, topográficos y edáficos (Jardel et al. 2004 a), es
indispensable considerar que esta heterogeneidad ambiental se refleja en una diversidad de
regímenes de fuego y respuestas de los ecosistemas a este tipo de perturbación, lo cual tiene
implicaciones importantes para el manejo del fuego y la restauración.
A partir de la información disponible de los estudios y observaciones realizados en la RBSM,
y de la revisión de literatura sobre ecología del fuego, elaboramos hipótesis sobre el probable
régimen de incendios forestales en los bosques del área, que se resumen en la figura 7. Utilizamos
como base el modelo de Agee (1993) desarrollado para los bosques del Pacífico Noroeste de los
Estados Unidos, en el cual se relacionan los tipos de vegetación potencial con gradientes de
temperatura y humedad (factores climáticos que determinan tanto el crecimiento de la biomasa
vegetal como el peligro de incendios) y se caracterizó el régimen de fuego en función de la frecuencia
de incendios y la severidad de su efecto sobre la vegetación. Para el área de estudio la hipótesis es
que en condiciones “naturales” (esto es, en ausencia de incendios antropogénicos), se observarían
cuatro regímenes de fuego:
a)
Incendios muy raros, con frecuencia muy baja, superficiales, asociados con
condiciones de sequía extrema, a veces combinados con perturbaciones como sequías o ciclones
que aumentan la carga de combustible por la mortalidad de árboles. Este sería el régimen de fuego
característico de los bosques que se desarrollan en las condiciones más húmedas (bosque tropical
subcaducifolio y bosque mesófilo de montaña), donde predominan especies latifoliadas. En estos
bosques las condiciones de humedad y el tipo de combustibles restringen la propagación del fuego.
Cuando se producen incendios estos son superficiales y de baja intensidad, pero el daño puede ser
severo, ya que las especies arbóreas son poco resistentes al fuego. Este régimen de incendios es
similar al descrito para bosques tropicales húmedos (Sanford et al. 1985, López-Portillo et al. 1990,
Cochrane 2003).
Manejo del Fuego y Restauración, Sierra de Manantlán
12
b)
Incendios poco frecuentes (intervalo entre incendios mayor a 50-100 años),
superficiales o de copa, severos, que provocan el reemplazo de rodales. Este régimen correspondería
a los bosques de oyamel (Abies), localizados en los sitios más fríos y húmedos del área de estudio, y
es similar al de bosques boreales (Johnson 1992, Agee 1993), aunque aquí por las condiciones
topográficas los incendios son pequeños en extensión. Los incendios pueden ocurrir asociados con
sequías extremas y ataques de insectos en rodales coetáneos sobremaduros. Este puede ser
también el régimen de fuego en bosques mixtos de pinos y latifoliadas de sitios húmedos (Jardel et al.
2004 a) donde se observa una alta acumulación de combustibles (Morfín et al., en preparación), y en
algunos bosques de pino-encino en sitios protegidos del fuego por las condiciones topográficas.
c)
Incendios frecuentes (intervalo medio entre incendios menor a 20-25 años),
generalmente superficiales, con daño poco severo (consumo de vegetación del sotobosque, muerte
de árboles individuales generalmente suprimidos, formación de claros pequeños). Este sería el
régimen característico de bosques de pino y de encino, similar al que ha sido descrito para bosques
de pino en la Sierra Madre Occidental (Fulé y Covington 1996, 1999).
d)
Incendios poco frecuentes (intervalo entre incendios de decenas de años) de baja
severidad. Este régimen correspondería a los bosques que se desarrollan en las condiciones más
secas (bosque tropical caducifolio) donde hay poca acumulación de combustibles y la temporada de
sequía e incendios coincide con la época en que las plantas son menos susceptibles al daño
(predominan árboles deciduos y plantas criptofítas). En general los bosques tropicales secos de la
región no se queman en forma natural y en ellas el fuego está asociado con desmontes agrícolas o
alteraciones por la tala y la introducción de pastos (Mass 1995).
Estos regímenes de fuego son hipotéticos y representan condiciones extremas dentro de un
gradiente de frecuencia y severidad de los incendios forestales. Constituyen una guía preliminar para
diseñar un esquema experimental de manejo del fuego y deben ser estudiados más a fondo. Por otra
parte, debe considerarse que el régimen de incendios en el área de estudio ha sido modificado por la
intervención humana desde hace siglos, lo que incluye una mezcla de condiciones variables en el
espacio y el tiempo: aumento de la frecuencia de incendios por las quemas agrícolas, reducción de la
carga de combustibles ligeros por el pastoreo de ganado, modificación de la estructura y composición
de la vegetación y la carga de combustibles como resultado de desmontes agrícolas y explotación
maderera, y acciones de control de incendios. Dadas estas situaciones, se complica la definición de
objetivos de restauración y surgen una serie de preguntas acerca de lo que sería un régimen de
incendios adecuado para los objetivos de conservación ecológica y producción forestal en una unidad
de manejo para uso múltiple (la RBSM), que además presenta una notable diversidad de
ecosistemas. En este sentido, se plantea la necesidad de definir en primer lugar objetivos explícitos
acerca de las condiciones de estructura y composición de la vegetación deseables de acuerdo con
los objetivos de las distintas zonas de manejo de la RBSM, y establecer un programa de manejo del
fuego con un enfoque experimental de “manejo adaptativo” (Walters y Holling 1990), combinando
medidas de exclusión del fuego en unos sitios con quemas prescritas o incendios controlados en
otros, y con acciones de reforestación y restauración de suelos en los sitios más degradados.
Cálido
Manejo del Fuego y Restauración, Sierra de Manantlán
Bosque
tropical
subcaducifolio
Bosque de
roble
Temperatura
a
Templado
Bosque de
oyamel
Bosque tropical
caducifolio
c
Bosque
mesófilo de
montaña
13
d
Bosque de
pino-encino
b
Húmedo
Seco
Humedad
Figura 7. Ilustración de los regímenes de fuego hipotéticos en bosques subtropicales de montaña. Se
muestra la distribución de la vegetación potencial del área de estudio en función de los gradientes de
temperatura y humedad, y los regímenes de fuego correspondientes: (a) incendios raros con
severidad alta, (b) incendios poco frecuentes severos, (c) incendios frecuentes de baja severidad y (d)
incendios poco frecuentes de baja severidad.
El componente social
El fuego en los ecosistemas forestales no es solo un factor ecológico, sino también un
fenómeno social. La mayor parte de las áreas boscosas del mundo tienen una larga historia de
incendios antropogénicos asociados a las prácticas de uso y manejo de la tierra, a condiciones
económicas y a factores culturales (Pyne 1996; Andersen 1999; Suyanto et al. 2004). Sin embargo
los planes de manejo del fuego y de restauración ecológica generalmente tienden a centrarse solo en
los aspectos biofísicos y ecológicos.
La consideración del componente social es esencial para el éxito de cualquier tarea
relacionada con el manejo de recursos naturales. Los procesos de deforestación y degradación son
consecuencia de factores sociales relacionados con políticas de desarrollo económico, patrones de
consumo y fuerzas del mercado, la estructura de la tenencia de la tierra o el crecimiento demográfico
(Wunder 2000). Dependiendo del contexto ecológico y social, el fuego puede ser un factor destructivo
asociado al cambio de uso del suelo y la deforestación, o una herramienta de manejo en la silvicultura
y la conservación. Por lo tanto es necesario considerar el entendimiento de los procesos sociales
relacionados con la incidencia de los incendios forestales y con el uso y manejo del fuego.
Prácticamente todos los incendios forestales registrados en la RBSM en los últimos años son
antropogénicos, y la mayoría se originan por quemas agrícolas en la interfase entre los bosques y los
terrenos de cultivo. La mayor parte de los terrenos de cultivo se encuentran en las laderas bajas de la
Sierra, excepto en la parte este correspondiente a Cerro Grande (Fig. 1). Reducir el número de
incendios provocados por las quemas agrícolas implica incidir en aspectos económicos, culturales y
de organización social que están atrás de las prácticas agrícolas. La quema, por ejemplo, es una
costumbre fuertemente arraigada entre los campesinos, y tiene una utilidad práctica en la agricultura
con ciclo de barbecho; es una herramienta que facilita, a un bajo costo económico, el desmonte, el
control de malezas y plagas de insectos y la movilización de nutrientes. Sin embargo, la quema deja
Manejo del Fuego y Restauración, Sierra de Manantlán
14
de ser una práctica adecuada en sitios donde las prácticas de cultivo tradicionales se han modificado
con la reducción del tiempo de barbecho, el abandono de prácticas de conservación de suelos y la
aplicación de agroquímicos. Cuando se reduce el tiempo de barbecho o descanso de la tierra, no hay
una recuperación adecuada de la cubierta vegetal y de la fertilidad del y el uso del fuego se convierte
en un factor de degradación de las áreas de cultivo, eliminando la materia orgánica y volatilizando los
nutrientes que deberían incorporarse al suelo. La substitución del uso del fuego en la agricultura
implica la necesidad de introducir nuevas prácticas de cultivo –medidas de conservación de suelo,
abonos verdes, cultivos de cobertera –que sean aceptadas por la gente y que tengan viabilidad dadas
las condiciones de rentabilidad de la producción agrícola y de disponibilidad de fuerza de trabajo y
capital.
La tenencia de la tierra es otro factor importante en relación con los incendios forestales (Fig.
8). En la RBSM se encuentran tres formas diferentes de propiedad: privada, comunal y ejidal. Estas
dos últimas corresponden a formas colectivas de tenencia de la tierra. Se estimó la incidencia de
incendios por tipo de tenencia de la tierra entre 1995 y 2003 utilizando el SIG, y se encontró que en
terrenos de propiedad privada se registra el 53% de la superficie afectada por fuego y el 47% en
terrenos ejidales y comunales (Jardel et al. 2004 c). La propiedad privada representa solo el 32% de
la superficie total de la Reserva y la comunal y ejidal el 68% (INE 2000). Esto significa que
anualmente se quema el 5.6% de la superficie bajo propiedad privada, contra el 2.5% de los dos tipos
de propiedad colectiva, aunque en estos se esperaría una mayor incidencia de incendios por el hecho
de que en los ejidos y las comunidades indígenas se concentra la mayor superficie de áreas de
cultivo.
Contra la idea generalizada de que la propiedad colectiva es más ineficiente que la propiedad
privada o la del estado para la conservación de los recursos naturales (por ejemplo véase
CESPEDES 2002), estos resultados indican lo contrario para el caso de la RBSM donde en términos
absolutos y relativos los bosques de propiedad privada se queman más que los ejidales o comunales.
La explicación de esto es que en las tierras de propiedad social o colectiva existe un mayor control de
las comunidades y una mayor capacidad para movilizarse y actuar en el control de incendios
forestales. En contraste, la mayor parte de los propietarios privados no viven en el área y no tienen
control sobre sus predios en los que se presenta una situación de acceso abierto, esto es, de
inoperatividad del régimen de propiedad (Baland y Platteau 1996). Además en muchas de las tierras
privadas existen conflictos por la propiedad y el aprovechamiento de recursos como la madera. En
estas condiciones, los incendios provocados intencionalmente, las quemas de sitios dedicados a
cultivos ilegales y la falta de intervención para controlar el fuego, son comunes en los predios
privados.
La indefinición de la propiedad, los conflictos de tenencia y la distribución desigual de la tierra,
son factores que limitan el establecimiento de acuerdos entre la autoridad encargada del manejo de la
RBSM y los dueños de la tierra, para implementar medidas de manejo del fuego y restauración. Es
por esto que la atención a los problemas agrarios es una prioridad en la estrategia de manejo de la
RBSM (INE 2000).
Otra cuestión importante es que en el manejo de un área como la RBSM intervienen
diferentes actores sociales con diferentes objetivos, intereses y capacidad de acción. El conjunto de
actores en la RBSM incluye, entre otros, a agricultores campesinos, ganaderos, empresas forestales
comunales o privadas, y recolectores de productos forestales no maderables, y por otra parte a las
dependencias gubernamentales, centros de investigación, grupos ambientalistas y pobladores de los
centros urbanos de la región. Cada uno de estos diferentes actores percibe la cuestión de los
incendios desde diferentes puntos de vista y con diferentes intereses. Por ejemplo, para un
campesino el fuego es una herramienta que forma parte de sus prácticas tradicionales de cultivo,
mientras que para el ambientalista de la ciudad es una causa de destrucción de los bosques; para el
silvicultor o el administrador de la reserva, la aplicación de quemas prescritas es un medio para
favorecer la regeneración del bosque y para reducir la carga de combustibles y el peligro de incendios
severos, mientras que los incendios incontrolados pueden ser un factor destructivo; para el habitante
urbano, la quema de los bosques puede ser una causa de disminución de la calidad de agua y de
deterioro de sitios de esparcimiento al aire libre. Esto implica que un programa de manejo del fuego
Manejo del Fuego y Restauración, Sierra de Manantlán
15
debe de considerar los puntos de vista de diferentes actores, e incluir el diseño de mecanismos para
conciliar sus intereses y resolver los conflictos entre estos.
Superficie por tipo de
tenencia
Privada
31.6
Superficie afectada por
incendios
Comunal
15.0
Ejidal
53.4
Comunal
13.1
Privada
52.8
Ejidal
34.1
Figura 8. Comparación de la superficie por tipo de tenencia de la tierra y la superficie afectada por
incendios forestales en la Reserva de la Biosfera Sierra de Manantlán en el período 1995-2003.
ESTRATEGIA DE MANEJO DEL FUEGO
Las condiciones ecológicas y sociales descritas en la sección anterior muestran la
complejidad del contexto en el que hay que desarrollar las prácticas de manejo del fuego y
restauración como parte de la estrategia de conservación ecológica y desarrollo social en una reserva
de la biosfera como la Sierra de Manantlán.
Dando seguimiento al programa de manejo de la RBSM (INE 2000), el Consejo de la
Reserva, integrado por representantes de las comunidades agrarias y organizaciones no
gubernamentales locales, las autoridades municipales y las universidades estatales de la región,
encargó la elaboración del Programa de Manejo del Fuego y Restauración de Bosques a la Dirección
de la RBSM y al Instituto Manantlán de Ecología y Conservación de la Biodiversidad (IMECBIO) de la
Universidad de Guadalajara. El programa, en proceso de elaboración, tiene por objeto establecer el
marco conceptual, los lineamientos generales y el plan de acción para el manejo del fuego y la
restauración de áreas degradadas por incendios y otros factores relacionados.
De acuerdo con la zonificación de la RBSM, los objetivos de manejo son diferentes. En las
zonas núcleo el propósito es proteger cabeceras de cuencas y mantener diversidad biológica y
especies raras o amenazadas. El manejo del fuego debe contribuir a dichos fines, lo que implica una
estrategia mixta que combine supresión del fuego en algunos sitios (por ejemplo, para favorecer la
conservación y regeneración de bosques sensibles al fuego como el bosque mesófilo de montaña o el
bosque de oyamel) y quemas prescritas en otros, para reducir el peligro de incendios severos o
mejorar la regeneración, estructura o estado sanitario (principalmente en los bosques de pino-encino
y encino).
Manejo del Fuego y Restauración, Sierra de Manantlán
16
En las zonas núcleo la restauración está enfocada a recuperar sitios afectados por incendios
repetidos y por las secuelas de la explotación maderera en el pasado, para aumentar la cobertura
forestal, conservar biodiversidad y mantener la generación de servicios ambientales. El enfoque de
manejo implica controlar el o los factores causantes del deterioro (incendios forestales,
sobrepastoreo, extracción de madera, desmontes o erosión de caminos abandonados), proteger sitios
para permitir su recuperación espontánea a través de procesos de regeneración natural y sucesión, o
bien intervenir con prácticas de estabilización de suelos, control de la erosión, mejoramiento del sitio y
restauración, en aquellos casos en los que ha ocurrido una fuerte alteración del suelo y no hay una
adecuada regeneración natural.
En la zona de amortiguamiento el manejo del fuego y la restauración están dirigidos hacia el
desarrollo de actividades productivas sustentables. Esto es, en el caso de los bosques, el uso del
fuego como parte de las prácticas silvícolas para la producción de madera y otros recursos y
rehabilitación de bosques sobreexplotados para mejorar su productividad y valor económico. En las
áreas de uso agrícola, control o substitución del uso del fuego en el cultivo y mejoramiento y
conservación de suelos.
El programa incluye las siguientes líneas de acción:
a)
Prevención y control de incendios forestales. En el corto plazo se continuará con la
aplicación de medidas para reducir el número de incendios y la superficie quemada, aplicando los
medios convencionales de campañas preventivas de información al público, establecimiento de
brechas cortafuego en áreas críticas, vigilancia continua durante la temporada de riesgo de incendios,
detección oportuna, y operaciones de combate y control de los incendios.
b)
Regulación o sustitución del uso del fuego en la agricultura. El objetivo es reducir la
incidencia de incendios forestales ocasionados por quemas agropecuarias que se escapan de control
y se propagan desde las áreas de cultivo hacia los bosques adyacentes. Esto incluye medidas para
programar las quemas agrícolas junto con las autoridades agrarias ejidales y comunales
(comisariados y consejos de vigilancia), y el aviso de la aplicación de las quemas para que las
brigadas de combate de incendios puedan intervenir en caso de que el fuego se escape de control.
También se plantea el ensayo de prácticas de cultivo alternativas que permitan reducir o eliminar el
uso del fuego en áreas críticas (terrenos aledaños a masas boscosas) y rehabilitar los suelos
degradados; esto incluye la aplicación de técnicas como cultivos de cobertera, uso de abonos verdes
y compostas, y labranza mínima.
c)
Aplicación experimental de quemas prescritas. El uso de quemas prescritas –esto es,
la aplicación del fuego como herramienta para inducir condiciones deseadas de estructura,
composición y regeneración del bosque, crear condiciones de suelo apropiadas para la regeneración
natural, o para controlar la acumulación de combustibles forestales –es una herramienta silvícola para
la conservación y restauración de hábitat y para la producción forestal. Se han hecho ya ensayos de
quemas controladas en áreas críticas de alta acumulación de combustibles forestales y el uso de
contrafuegos es una técnica utilizada en el control de incendios (de hecho anualmente se queman de
manera controlada superficies extensas en las operaciones de combate de incendios). Existe por lo
tanto experiencia en el manejo del fuego y se cuenta con los elementos teóricos y cierta evidencia
científica para recomendar el uso del fuego en el manejo de los bosques de la reserva, pero es
necesario aún desarrollar un mayor conocimiento y entendimiento, así como los elementos técnicos y
operativos para lograr un uso del fuego adecuado en función de los objetivos de manejo del área
protegida. El avance en el conocimiento y la experiencia permitirá pasar de las quemas controladas a
la aplicación efectiva de quemas prescritas con objetivos específicos de manejo de la vegetación, el
hábitat y los combustibles. Por lo tanto se plantea un enfoque de manejo experimental, de “aprender
haciendo”, con una filosofía de manejo adaptativo.
d)
Restauración de sitios degradados. El programa considera actividades de restauración
o rehabilitación de sitios degradados por incendios frecuentes, prácticas de explotación forestal
inadecuadas, desmontes y sobrepastoreo. En este caso las prácticas de restauración se están
planteando igualmente con un enfoque experimental y asociadas a estudios sobre regeneración
natural, sucesión ecológica y patrones y dinámica del paisaje.
Manejo del Fuego y Restauración, Sierra de Manantlán
17
e)
Investigación aplicada, monitoreo y sistemas de información. Un manejo
fundamentado en principios y criterios de sustentabilidad implica un mejor entendimiento de los
patrones y procesos ecológicos y del papel que juega el fuego en la dinámica de los ecosistemas
forestales. En este sentido la investigación y la observación continua a largo plazo (monitoreo) son un
componente esencial del enfoque de manejo. El programa incluye una serie de líneas de
investigación aplicada sobre ecología y manejo del fuego y ecología de la restauración, así como el
desarrollo de sistemas de información y monitoreo para retroalimentar el manejo. Además, la
investigación y el monitoreo son un componente central del enfoque de gestión de las reservas de la
biosfera como áreas protegidas donde, además de conservar biodiversidad y ecosistemas, se
pretende generar modelos experimentales de gestión ambiental y manejo de los recursos naturales
(Jardel 1992; Jardel et al. 1996; INE 2000; Santana et al. 2004).
f)
Formación y capacitación. El desarrollo de los distintos componentes del programa
requiere del mejoramiento y fortalecimiento de capacidades locales mediante la formación,
capacitación y entrenamiento a distintos niveles, considerando desde el personal dedicado al
combate de incendios y las labores de reforestación, hasta los responsables de coordinar las
actividades de manejo y los investigadores encargados de estudiar el fenómeno del fuego y sus
efectos ecológicos o los procesos de regeneración y sucesión en los ecosistemas. En la RBSM hay
una estrecha vinculación tanto con las comunidades locales como con universidades y centros de
investigación, lo cual ofrece una oportunidad única.
g)
Educación ambiental, difusión e información al público. La educación ambiental juega
un papel fundamental en la transformación de las interacciones entre la sociedad y su entorno
ecológico. El caso de los incendios forestales y el manejo del fuego es un reto para la educación
ambiental, ya que se trata no solo de sensibilizar a la población de la RBSM y su región de influencia
sobre un problema, sino también comunicar conocimientos sobre el papel ecológico del fuego y su
uso como herramienta de manejo, y promover cambios en actitudes y comportamientos de la gente.
Enfrentamos el reto de transitar de la imagen negativa de los incendios, promovida por la mayor parte
de los programas de educación ambiental, a un enfoque de manejo del fuego, cuya comprensión es
más compleja, y de vincular las actividades educativas con acciones de organización y aplicación de
los componentes del programa de manejo del fuego y restauración. En este sentido el programa de
educación ambiental en la RBSM ha utilizado distintos medios; por ejemplo, una especie carismática
de ave, el pájaro bandera o coa (Trogon mexicanus) ha sido utilizado como el “mensajero ambiental”
para comunicar ideas y valorizar la reserva y sus bosques promoviendo la conservación a través del
orgullo que siente la gente al reconocer el patrimonio natural de la región donde viven. El pájaro
bandera sirve también para generar un análisis sobre la complejidad del fenómeno del fuego, ya que
esta ave puede ser favorecida o afectada por el régimen de incendios; utiliza para anidamiento
árboles muertos por los incendios, pero fuegos frecuentes pueden destruir sus nidos, y hemos
observado que esta y otras aves cazan insectos que se desplazan frente al avance de la línea de
fuego en incendios superficiales. En resumen, el pájaro bandera, como muchas otras especies,
depende de un mosaico de hábitat con áreas libres de fuego y otras quemadas. Las actividades de
educación ambiental incluyen además programas de radio, distribución de historietas y otros
materiales impresos, charlas y exposiciones en las comunidades, y obras de teatro guiñol entre otros
medios educativos, a través de los cuales se trata de comunicar la idea de que el fuego es un
fenómeno con dos caras: puede ser tanto un factor de destrucción como una herramienta de manejo
y conservación (Fig. 9).
h)
Desarrollo de arreglos institucionales y mecanismos operativos. La puesta en marcha
de cualquier plan de manejo de áreas protegidas o de recursos naturales requiere de mecanismos de
gestión, arreglos institucionales duraderos y acuerdos establecidos entre distintos actores y de una
organización que permita coordinar esfuerzos y optimizar recursos (Graf et al. 2003). El programa de
manejo del fuego se basa en un mecanismo de co-gestión establecido a través de los consejos de la
RBSM establecidos en los estados de Jalisco y Colima, y en el trabajo cooperativo entre la instancia
responsable de la gestión del área protegida (la Dirección de la Reserva) y las comunidades agrarias
y particulares que son los dueños y poseedores de los bosques y, por ende, sus verdaderos
gestionarios.
Manejo del Fuego y Restauración, Sierra de Manantlán
18
i)
Generación de financiamiento para la operación del plan. Para el financiamiento a
largo plazo de las acciones planificadas, es necesario canalizar de manera organizada las distintas
fuentes de financiamiento (presupuesto regular de las dependencias gubernamentales, programas de
apoyo del gobierno, donaciones de organizaciones privadas, proyectos de investigación, etc.) y
diseñar mecanismos de financiamiento de largo plazo (por ejemplo el fondo patrimonial de la RBSM y
el desarrollo de actividades de producción forestal sustentable en la zona de amortiguamiento del
área protegida).
Figura 9. Materiales utilizados en el componente de educación ambiental del programa de manejo del
fuego en la Reserva de la Biosfera Sierra de Manantlán. A la izquierda el cartel con la coa (Trogon
mexicanus) especie emblemática utilizada como el “mensajero ambiental” en las actividades
educativas. A la derecha, un títere utilizado en una obra de teatro guiñol que muestra las dos caras del
fuego, como factor destructivo (arriba) y como herramienta de manejo (abajo).
CONCLUSIONES
El entendimiento del papel ecológico del fuego y del contexto socioecológico de los incendios
forestales, es fundamental para diseñar prácticas adecuadas de manejo con fines de conservación
biológica, restauración ecológica, rehabilitación productiva o silvicultura sustentable. Considerando
tanto el estado actual del conocimiento sobre la ecología del fuego, como la diversidad de especies y
ecosistemas de las zonas montañosas de México en general y de áreas como la Sierra de Manantlán
en particular, la investigación ecológica y sociológica, así como la experimentación y el monitoreo,
son indispensables para generar conocimientos y experiencias de manejo del fuego.
Los aspectos sociales son un componente fundamental; es necesario tomar en cuenta los
intereses de diferentes actores, las condiciones de tenencia de la tierra, los arreglos institucionales de
largo plazo y los mecanismos de toma de decisiones y resolución de conflictos.
Manejo del Fuego y Restauración, Sierra de Manantlán
19
Para que sea funcional un programa de manejo del fuego y restauración de bosques en un
área protegida como la RBSM, este debe de formar parte de una estrategia integral de manejo (véase
INE 2000). El caso de la RBSM nos muestra la complejidad del contexto social y ecológico del
manejo del fuego y la restauración ecológica en los bosques subtropicales de montaña. Las reservas
de la biosfera son no solo un tipo más de áreas protegidas, sino también sitios donde se pueden
experimentar enfoques alternativos de manejo de los ecosistemas y los recursos naturales
incorporando el componente humano (Jardel et al. 1996, 2004 d; Graf et al. 2003). Las experiencias
desarrolladas en estas reservas eventualmente pueden extenderse más allá de sus límites con el fin
de promover impactos positivos en la conservación de los ecosistemas forestales, la biodiversidad
que contienen y los recursos naturales y servicios ambientales que proveen a la sociedad.
AGRADECIMIENTOS
La elaboración y desarrollo del Programa de Manejo del Fuego y Restauración de Bosques
de la Reserva de la Biosfera Sierra de Manantlán han sido apoyados a través del Programa de
Prevención de Incendios y Restauración (proyectos F6-00-14, F6-00-20, F6-00-79F6-02-128, y A104-035) del Fondo Mexicano para la Conservación de la Naturaleza A.C. y la Agencia para el
Desarrollo Internacional de los Estados Unidos (US-AID). El trabajo se desarrolló a través de la
cooperación entre distintas instituciones: la Dirección de la Reserva de la RBSM (Comisión Nacional
de Áreas Naturales Protegidas), el Instituto Manantlán de Ecología y Conservación de la
Biodiversidad (Centro Universitario de la Costa Sur, Universidad de Guadalajara), Espacios Naturales
y Desarrollo Sustentable A.C. . la Fundación Manantlán para la Biodiversidad de Occidente A.C., la
Comisión Nacional Forestal (CONAFOR) y la Secretaría de Desarrollo Rural del Gobierno de Jalisco.
Agradecemos la contribución de Ernesto Alvarado, Juan Manuel Frausto, Sergio Graf , Jesús Montes
y José Aragón en el desarrollo de este trabajo.
LITERATURA CITADA
Agee, J.K. 1993. Fire ecology of Pacific Northwest Forests. Island Press. Washington D.C.
Agee, J.K. 1998. Fire and pine ecosystems. En: D.M. Richardson (Ed). Ecology and biogeography of
Pinus, Cambridge University Press. Cambridge, Reino Unido. Pp.193-218
Anaya C., M. 1989. El fuego en la regeneración natural del bosque de Pinus-Quercus en la Sierra de
Manantlán, Jalisco. Tesis. Facultad de Agronomía. Universidad de Guadalajara. Guadalajara,
Jal., México.
Andersen, A. 1999. Cross-cultural in FIRE management in Northern Australia: no so black and white.
Conservation Ecology 3(1):6 [en línea] URL: http://www.consecol.org/vol3/iss1/art6
Asbjornsen, H. y C. Gallardo H. 2004. Impacto de los incendios de 1998 en el bosque mesófilo de
montaña en Los Chimalapas, Oaxaca. En: L. Villers R. y J. López-Blanco (Eds.). Incendios
forestales en México. Centro de Ciencias de la Atmósfera, UNAM. México D.F. Pp. 125-146
Baland, J.M. y Platteau, J.P. 1996. Halting degradation of natural resources. Is there a role for rural
communities? Food and Agriculture Organization of the United Nations and Oxford University
Press. Oxford, Reino Unido.
Bradstock, R.A., J.E. Williams y A.M. Gill. 2002. Flamable Australia: the fire regimes and biodiversity
of a continent. Cambridge University Press. Nueva York, EUA.
Castillo-Navarro, F., E. J. Jardel P., O.E. Balcázar M. y R. Ramírez-Villeda. 2003. Sistema de
información geográfica sobre incendios forestales en la Reserva de la Biosfera Sierra de
Manantlán. Memorias del VI Congreso Mexicano de Recursos Forestales. Universidad
Autónoma de San Luis Potosí-Sociedad Mexicana de Recursos Forestales A.C. San Luis
Potosí, México.
CESPEDES 2002. Bosques y biodiversidad en riesgo. Centro de Estudios del Sector Privado para el
Desarrollo Sustentable. México D.F.
Manejo del Fuego y Restauración, Sierra de Manantlán
20
Challenger, A. 1998. Utilización y conservación de los ecosistemas terrestres de México. Pasado,
presente y futuro. CONABIO, Instituto de Ecología de la UNAM y Sierra Madre A.C. México
D.F.
Chandler, C., P. Cheney, P. Thomas, L. Trabaud y D. Williams. 1983. Fire in forestry. Vol. I. John
Wiley. Nueva York, EUA.
Cuevas G.,R. 2002. Análisis de gradientes de la vegetación de la cañada El Tecolote, en la Sierra de
Manantlán, Jalisco, México. Tesis Doctoral, Colegio de Postgraduados, Montecillo, Estado de
México, México.
Cochrane, M.A.. 2003. Fire science for rainforests. Nature 421: 913-919
Enríquez P., E.G. 1998. Contribución al conocimiento de la ecología de bosques de pino y pinoencino en el Ejido El Terrero, Reserva de la Biosfera Sierra de Manantlán, Colima. Tesis.
Facultad de Biología. Universidad Autónoma dePuebla. Puebla, Pue.
Fulé, P.Z. y Covington, W.W. 1996. Changing fire regimes in Mexican Pine Forests. Journal of
Forestry 94(10): 33-38
Fulé, P.Z. y Covington, W.W.. 1999. Fire regime changes in La Michilia Biosphere Reserve, Durango,
México. Conservation Biology 13 (3): 640-652
González-Cabán, A. y Sandberg, D.V.. 1989. Fire management and research needs in México.
Journal of Forestry 87:20-26
Graf M., S.H., E. Santana C., E.J. Jardel P., M. Gómez G. y S. García-Ruvalcaba. 2003. La Reserva
de la Biosfera Sierra de Manantlán, México. En: J. Carabias, J. de la Maza y R. Cadena
(Coords.) Capacidades necesarias para el manejo de áreas protegidas. América Latina y el
Caribe. The Nature Conservancy-World Comision on Protected Areas, UICN. México D.F.,
México. Pp. 135-153
Halffter, G. 1987. Biogeography of the Montane entomofauna of Mexico and Central America. Annual
Review of Entomology 32:95-114.
Heinselman, M.L. 1981. Fire intensity and frequency as factors in the distribution and structure of
northern ecosystems. En: H.A. Mooney (Ed.) Fire regimes and ecosystem properties. USDA
Forest Service Gen, Tech. Rep. WO-26. Pp. 7-57
Heyerdahl, E.K. y Alvarado, E. 2003. Influences of climate and land use on historical surface fires in
pine-oak forests, Sierra Madre Occidental, Mexico. En: Fire and climatic change in temperate
ecosystems of the Western Americas. (T.T. Veblen, W.L. Baker, G. Montenegro, T.W.
Swernam, Eds.) Springer Verlag. Nueva York, pp. 196-217
INE ( Instituto Nacional de Ecología). 2000. Programa de Manejo de la Reserva de la Biosfera Sierra
de Manantlán. Secretaría de Medio Ambiente, Recursos Naturales y Pesca. México D.F.
Jardel, E.J. 1991. Perturbaciones naturales y antropogénicas y su influencia en la dinámica
sucesional de los bosques de Las Joyas, Sierra de Manantlán, Jalisco. Tiempos de Ciencia
22:9-26
Jardel, E.J., (Coord.) 1992. Estrategia para la Conservación de la Reserva de la Biosfera Sierra de
Manantlán. Editorial Universidad de Guadalajara, Guadalajara, Jalisco, México.
Jardel, E.J. 1998. Efectos ecológicos y sociales de la explotación maderera de los bosques de la
Sierra de Manantlán. En: El Occidente de México: arqueología, historia y medio ambiente.
Perspectivas regionales, (Ávila, R., J.P. Emphoux, L.G. Gastélum, S. Ramírez, O. Schöndube
y F. Valdez, Eds.). Universidad de Guadalajara e Instituto Francés de Investigación Científica
para el Desarrollo en Cooperación (ORSTOM). Guadalajara, Jal., pp. 231-251
Jardel, E.J., A.L. Santiago y M.E. Muñoz. 1993. El bosque mesófilo de montaña de la Sierra de
Manantlán. Tiempos de Ciencia 30:20–28
Manejo del Fuego y Restauración, Sierra de Manantlán
21
Jardel, E.J., E. Santana C. y S. Graf. 1996. The Sierra de Manantlán Biosphere Reserve:
conservation and regional sustainable development. Parks 6 (1): 14-22
Jardel, E.J., V.R. Ramirez, A.A. Saldaña-Acosta, N.F. Castillo, M.J.C. Chacón, A.S. Zuloaga, M.O.E.
Balcázar, H. Quiñones y C.J.A. Aragón. 2003. Restauración de áreas afectadas por incendios
forestales en la Reserva de la Biosfera Sierra de Manantlán. Informe final del proyecto F6-0014. Fondo Mexicano para la Conservación de la Naturaleza A.C. y Universidad de
Guadalajara, Autlán, Jalisco, México.
Jardel, E.J., E. Ezcurra, R. Cuevas-Guzmán, A.L. Santiago-Pérez., A.L., y P. Cruz C.. 2004 a.
Vegetación y patrones del paisaje. En: R. Cuevas-Guzmán y E.J. Jardel (Eds.) Flora y
Vegetación de la Estación Científica Las Joyas. Universidad de Guadalajara. Guadalajara,
Jal., México. Pp. 81-135
Jardel, E.J., A.L. Santiago-Pérez, C. Cortés-Montaño y F. Castillo-Navarro. 2004 b. Sucesión y
dinámica de rodales. En: R. Cuevas-Guzmán y E.J. Jardel (Eds.) Flora y Vegetación de la
Estación Científica Las Joyas. Universidad de Guadalajara. Guadalajara, Jal., México. Pp.
203-228
Jardel, E.J., F. Castillo-Navarro, R. Ramírez-Villeda, J.C. Chacón M. y O.E. Balcázar-Medina. 2004 c.
Los incendios forestales en la Reserva de la Biosfera Sierra de Manantlan, Jalisco-Colima. En:
L. Villers R. y J. López-Blanco (Eds.). Incendios forestales en México. Centro de Ciencias de
la Atmósfera, UNAM. México D.F. Pp. 143-160
Johnson, E.A. 1992. Fire regimes and vegetation dynamics: studies from North American Boreal
Forest. Cambridge University Press. Cambridge, Reino Unido.
Johnson, P.S., S. R. Shifley and R. Rogers. 2002. The Ecology and Silviculture of Oaks. CABI
Publishing. Nueva York, EUA. 516 p
Keeley, J.E. y P.H. Zedler. 1998. Evolution of life histories in Pinus. En: D.M. Richardson (Ed).
Ecology and biogeography of Pinus, Cambridge University Press. Cambridge, Reino Unido.
Pp.219-249
Komarek, E.V. 1973. Ancient fires. Tall Timbres fire Ecology Conference 12: 219-240
López-Portillo, J., M. Keyes, A. González, F. Cabrera y O. Sánchez. 1990. Los incendios de Quintana
Roo ¿Catástrofe ecológica o evento periódico? Ciencia y Desarrollo 16 (91): 43-57
Mass, M. 1995. Conversion of tropical dry forest to pasture and agriculture.Pp. 399-422 en: S.H.
Bullock, H.A. Mooney y E. Medina (Eds.) Seasonally dry tropical forests. Cambridge
University Press. Londres, Reino Unido.
Pineda-López, M.R., E. Jardel, V. Rico-Gray y L.R. Sánchez-Velásquez. 2000. Impacto de la
explotación maderera y los incendios forestales en la estructura de los bosques de las Joyas,
Sierra de Manantlán, Jalisco, México. Foresta Veracruzana 2(2):13-20
Pyne, S. J., Andrews, P.L., y Laven, R.D. 1996. Introduction to wildland fire. John Wiley Nueva York,
769 pp.
Pyne, S.J. 1996. World fire. The culture of fire on Earth. University of Washington Press. Seattle, 384
pp.
Rodríguez-Trejo, D.A. 1996. Incendios Forestales. Universidad Autónoma de Chapingo-Mundi
Prensa . México, D.F.
Rodríguez-Trejo, D.A. y P.Z. Fulé. 2003. FIRE ecology of Mexican pines and a FIRE management
proposal. International Journal of Wildland Fire 12(1): 23-37
Rodíguez-Trejo, D.A., H.C. Martínez H. y V. Ortega B. 2004. Efectos del fuego en bosques de Pinus
hartwegii. En: L. Villers R. y J. López-Blanco (Eds.). Incendios forestales en México. Centro
de Ciencias de la Atmósfera, UNAM. México D.F. Pp. 107-124
Rowell, A. y Moore, P.F. 1999. Global Review of Forest Fires. WWF/ UICN. Gland, Suiza.
Manejo del Fuego y Restauración, Sierra de Manantlán
22
Rzedowski, J. 1978. Vegetación de México. LIMUSA. México D.F.
Saldaña A., A. y Jardel, E.J.. 1992. Regeneración natural del estrato arbóreo en bosques
subtropicales de montaña en la Sierra de Manantlán, México: estudios preliminares. Biotam
3(3):36-50
Sánchez-Velásquez, L.R. y García-Moya, E. 1994. Sucesión Forestal en la Sierra de Manantlán, Jal.,
México: bosque mesófilo de montaña y bosque de Pinus. Agrociencia Ser. Recursos
Naturales 3(1): 7-26
Sanford, R. L. Jr., J. Saldarriaga, K. E. Clark, C. Uhl and R. Herrera. 1985. Amazon Rain-Forest Fires.
Science 227: 53-55.
Santana C., E., E.J. Jardel, F. Hernández-Vazquez, R. Cuevas-Guzmán, D. Partida-Lara, L.I. IñiguezDávalos y L.E. Rivera-Cervantes. 2004. Investigación y educación en un área protegida. En:
R. Cuevas-Guzmán y E.J. Jardel (Eds.) Flora y Vegetación de la Estación Científica Las
Joyas. Universidad de Guadalajara. Guadalajara, Jal., México. Pp. 7-47
Santiago, F.H., M. Servín, H.C. Rodarte y F.J. Garfias. 1999. Incendios forestales y agropecuarios:
prevención e impacto y restauración de los ecosistemas. Universidad Nacional Autónoma de
México-Secretaría de Medio Ambiente, Recursos Naturales y Pesca-Instituto Politécnico
Nacional. México D.F., México.
SEMARNAT (Secretaría de medio ambiente, recursos naturals y pesca). 2002. Estadísticas sobre
incendios forestales (www.semarnat.gob.mx)
SFF (subsecretaría Forestal y de Fauna Silvestre). 1994. Inventario Nacional Forestal Períodico.
México 1994. Subsecretaría de Agricultura y Recursos Hidráulicos. México D.F.
Van Lear, D.H. y J.M. Watt. 1993. The role of fire in oak regeneration. En: D. Loftis y C.E. McGee
(Eds.). Oak regeneration: serious problems, practical recomendations. U.S. Department of
Agriculture Forest Service, Southeastern Forest Experiment Station. Gen. Tech. Rep. SE-84.
Asheville, NC, E.U.A. Pp. 66-78
Vázquez G., J.A., R. Cuevas G., T.S. Cochrane, H.H. Iltis, F. Santana-Michel y L. Guzmán H. 1995.
Flora de Manantlán. Sida Botanical Miscellany 13. Fort Worth, Texas, EUA.
Veblen, T.T., W.L. Baker, G. Montenegro y T.W. Swetnam. 2003. Fire and climatic change in
temperate ecosystems of the Western Americas. Springer Verlag. Nueva York, EUA.
Walters, C.J. y C.S. Holling. 1990. Large-scale management experiments and learning by doing.
Ecology 71: 2060 - 2068
Whelan, R. 1995. The Ecology of Fire. Cambridge Univ. Press. Cambridge.
Wunder, S. 2000. The economics of deforestation. MacMillan Press-St. Martin’s Press. Londres,
Reino Unido.
Descargar