La Segunda Bestia II

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Apéndice 2: La Segunda Bestia II
Botón: José II
José II de Austria:
En 1781 inicia una política religiosa que no sólo supeditaría la institución eclesiástica al
Estado sino que transformaría a los clérigos en burócratas al servicio del rey.
Sus relaciones con la Iglesia fueron muy tensas ya que intentó someter a la institución
eclesiástica al Estado por lo que abolió las órdenes religiosas, a excepción de las que tenían
contenido social. El Papado intentó conseguir una rectificación del emperador y el propio Pío
VI viajó a Viena para llegar a un acuerdo que no se alcanzó. Otra de las medidas que
causaron estupor en la Iglesia fue la promulgación del edicto de tolerancia del año 1781, por
el que se decretaba la libertad de culto para protestantes y ortodoxos griegos.
Esa política josefinista fue abordada con un decreto sobre tolerancia religiosa; con ella los
protestantes y ortodoxos tendrían los mismos derechos que los católicos y podrían practicar
libremente sus cultos; en la misma línea se permitió a los judíos practicar sus oficios, crear
empresas industriales y acceder a las universidades, aboliéndose también sus vestimentas
discriminatorias.
Al mismo tiempo se afirmaba el catolicismo como religión oficial del Estado. Tras la libertad
José II, de Austria.
confesional, José II pretendió hacer una reforma interna de la Iglesia, en materia tocante a
disciplina y liturgia. Esto le causó tensiones con el Papado pero el rey se amparó en sus
regalías -Regium Exequátur- y a cambio de la adopción oficial del catolicismo y el mantenimiento de la bula Unigenitus (que
condenaba el jansenismo) en Austria, Pío VI no se opondría a la reforma.
Se procede a una reorganización de las diócesis existentes y a su frente se coloca a unos prelados bastante independientes de
Roma pero al servicio del Estado. Se suprimieron muchas órdenes religiosas, los seminarios diocesanos y los colegios
conventuales; ahora se crean unos seminarios generales, fuera de la competencia episcopal, con un cuerpo docente proabsolutista; el estudio de nuevas materias junto con la teología y una disciplina casi militar redundó en una burocratización de los
miembros del clero.
Para acabar de una vez con los postulados contra-reformistas se suprimieron las cofradías, procesiones y peregrinaciones, y se
emitieron cédulas reales para asuntos de liturgia, ornamentos y predicación; de hecho, en los oficios litúrgicos cotidianos estaba
prevista la asistencia de funcionarios para fiscalizar ideológicamente la acción pastoral de los sacerdotes.
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