Descargar este fichero PDF

Anuncio
106
Nuevas modalidades de despojo. La promesa perversa del
desarrollo
Andrea Echeverri1
Resumen
La intención de este artículo es dar cuenta de nuevas modalidades de despojo
en Colombia propiciadas por la profundización del extractivismo en el país, con
la excusa de su modernización. Para esto consideramos pertinentes los
análisis de la geografía crítica, la ecología política y el pensamiento decolonial
y los aportes que el estudio de la financiarización de la economía, en este caso
aplicado a la naturaleza, pueden brindarnos en aras de una comprensión
multiescalar.
El texto se divide en tres partes: i) Una revisitación a la geopolítica actual en
términos de la nueva división internacional del trabajo y la acumulación por
desposesión propuestas por la geografía crítica de David Harvey (2004). II) Un
acercamiento conceptual a las racionalidades sobre el territorio, desde los
planteamientos de Maristella Svampa especialmente y iii) Una visión desde los
procesos de resistencia a la avanzada del extractivismo.
Palabras clave: extractivismo, acumulación por desposesión, territorio,
procesos de resistencia, Colombia
Resum
La intenció d’aquest article és donar compte de noves modalitats de
desposseïment a Colòmbia propiciades per l’aprofundiment en l’extractivisme al
país, amb l’excusa de la modernització. A aquest fi, considerem pertinents les
anàlisis de la geografia crítica, l’ecologia política i el pensament descolonial,
així com les aportacions que l’estudi de la financiarització de l’economia, en
aquest cas, aplicat a la natura, ens pot fer per a assolir una comprensió
multiescalar.
1
Estudiante de último año de la carrera de Sociología en la Universidad de Antioquia. Medellín
Colombia. E-mail: [email protected]
ANUARI DEL CONFLICTE SOCIAL 2014
107
El text es divideix en tres parts: i) una revisitació de la geopolítica actual pel que
fa a la nova divisió internacional del treball i l’acumulació per desposseïment
proposades per la geografia crítica de David Harvey (2004), ii) un apropament
conceptual a les racionalitats sobre el territori des dels plantejaments de
Maristella Svampa especialment, i iii) una visió des dels processos de
resistència a l’avenç de l’extractivisme.
Paraules clau: extractivisme, acumulació per desposseïment, territori,
processos de resistència, Colòmbia
Abstract
The aim of this article is to present an account of the new forms of
dispossession in Colombia, brought about by strengthened extractivism with the
excuse of the modernization of the country. To do so, we consider relevant the
analyses of critical geography, political ecology and decolonial thought, as well
as the contributions made by the study of economic financialization —in this
case, applied to nature— to a multi-scale insight on the subject.
The article is divided in three parts: (i) a revisiting of the present geopolitics
regarding the new international division of labour and accumulation by
dispossession proposed by David Harvey’s critical geography (2004); (ii) a
conceptual approach to rationalities concerning territorial issues, based on
Maristella Svampa’s ideas, and (iii) a perspective from the processes of
resistance to the advance of extractivism.
Keywords: Colombia, accumulation by dispossession, extractivism, territorial
issues
1.
División internacional del trabajo y acumulación por
desposesión
En la acumulación el derecho de propiedad se convierte en apropiación de propiedad
ajena, el cambio de mercancías en explotación, la igualdad en dominio de clases.
David Harvey
ANUARI DEL CONFLICTE SOCIAL 2014
108
El conocimiento eurocéntrico basado en separaciones binarias que escinden la
epistemología del mundo circundante, la mente del cuerpo o el ser humano de
la naturaleza, parece haberse naturalizado en narraciones sociales y culturales
que jerarquizan pueblos y culturas amparándose en el mito del progreso, según
el cual, todas las culturas están, inefablemente, abocadas a la forma de vida
capitalista como culmen del desarrollo.
El desarrollo, de acuerdo a Arturo Escobar, es un discurso normalizador del
mundo,
que
suele
expresarse,
fundamentalmente,
en
indicadores
macoreconómicos, para lo cual, se vale de la modernización como medio para
lograrlo, expandiendo, de esta manera las fronteras del capital.
Tanto la modernidad, como el desarrollo han conquistado semióticamente la
esfera social y cultural, y la política de Estado. Una vez consolidados se
convierten
en
un
axioma,
la
economía
capitalista
en
una
realidad
aparentemente ineluctable. En función de esa economía incuestionada, el
capital debe expandirse, domesticar tanto las relaciones sociales y simbólicas
que le son esquivas, como la naturaleza para lograr reproducirse.
Si bien las nociones imperantes de economía, producción y mercado son
contingencias históricas, la economía logra articular sistemas de poder,
significación y producción (Lander, 2000) que la asemejan más a una ideología,
en este sentido el desarrollo opera como la ideología de la modernidad, y en su
nombre, como es frecuente con las ideologías, se convierten atroces crímenes,
que supuestamente obedecen a un bien mayor.
Las ideas clásicas sobre desarrollo sostienen que la riqueza en recursos
naturales es una clave para acercarse a él, sin embargo, la evidencia empírica
muestra las tensiones entre la riqueza de minerales, hidrocarburos o
biodiversidad y bienestar, e incluso aportes a la economía. Nuestra tesis acá
será que el manejo dado a los bienes comunes naturales es determinante en la
calidad de vida de las poblaciones y una gestión pecuniaria de los mismos
contribuye a generar conflictos socioambientales por la degradación de los
medios de vida.
ANUARI DEL CONFLICTE SOCIAL 2014
109
Según Lander “los paradigmas dominantes tienden a reproducir los supuestos
que atraviesan a la cultura moderna en los cuales la naturaleza es un supuesto
más” (2000) La cultura (occidental) es superior a la naturaleza y puede
disponer de ésta a su antojo. Desde el siglo XIX bajo el nombre de recursos
naturales el utilitarismo inglés-estadounidense ya había clasificado la
naturaleza según su lógica, convirtiendo vastos territorios -habitantes incluidosen objetos serviles a sus fines.
El desarrollo emprende fáusticas exigencias ecocidas y etnocidas en el afán de
organizar funcionalmente los territorios; no importa si es preciso depredarlos
sin ningún tipo de consideración ética. Sin embargo, a pesar de la
omnipresencia del desarrollo, a cada momento sociohistórico del capitalismo
corresponden tecnologías de acumulación asociadas a la geografía productiva
y la geopolítica, vinculadas éstas a las demandas del metabolismo social
mundial, y las técnicas para satisfacerlo.
La fase neoliberal del capitalismo en que actualmente nos encontramos
repercute en el orden global con múltiples consecuencias, siendo evidenciables
las siguientes: “1) la redefinición del espacio, 2) la reorganización del territorio
en relación con sus recursos naturales y ambientales (tangibles e intangibles),
3) los estudios milimétricos de las poblaciones y sus cuerpos, y el ejercicio de
un nuevo poder a través de una vigilancia constante mediante el desarrollo e
implementación de las nuevas tecnologías de la información y 4) el acceso sin
restricción a todo tipo de recurso natural, ya sea ambiental, mineral o humano,
del cual pueda sacarse algún beneficio económico para su mercantilización”
(Reyes y León: 2012).
La geografía global se convierte pues en un espacio económico organizado
que busca localizar recursos estratégicos para la reproducción del metabolismo
social, moldeando relaciones geopolíticas de difícil concertación entre actores
que operan en múltiples escalas: comunidades y poblaciones locales, gobierno
central, regional y local, organizaciones sociales, empresas privadas, grandes
multinacionales, fuerzas armadas u organismos multilaterales.
La relación entre dichos actores reproduce unas relaciones de poder
desiguales amparadas en una ilusión desarrollista, que a la par que normaliza
ANUARI DEL CONFLICTE SOCIAL 2014
110
discursos y políticas, sofistica y amplía las formas de apropiación valiéndose
de nuevas modales de despojo,
en un escenario de reorganización
sociopolítico, en el cual se produce un intercambio entre las materias primas de
países del Sur (periféricos o simiperiféricos) y los productos con tecnología
aplicada importados desde el llamado Norte global.
Según Seoane (2013b), la última crisis neoliberal del 2008 constituye un punto
de inflexión en la geopolítica pues la respuesta a ésta se tradujo en la
expansión de las fronteras productivas y el acento en la financiarización de la
economía. La teoría crítica ha concluido que la crisis es inherente al capitalismo
actual, es decir, a la fase neoliberal del capitalismo, cuyas políticas, contrario a
reevaluarse, vuelven fortalecidas tras cada crisis; es decir, el uso dado a las
crisis neoliberales es el fortalecimiento del neoliberalismo valiéndose de
distintas medidas.
Uno de los supuestos básicos de David Ricardo y de la economía neoclásica
en general, invita a recurrir a las ventajas comparativas como medio para
alcanzar el crecimiento económico y el desarrollo, tan esquivo en Latino
América. El neoliberalismo ambiental rescata esta teoría según la cual los
países ricos en “recursos naturales” deberían especializarse en la exportación
de los mismos.
Esto implica, necesariamente, un desarrollo geográfico desigual, en el cual se
da un afianzamiento de relaciones Norte-Sur donde el segundo entra como
proveedor de materias y energía a un precio notablemente bajo que elude los
costos ambientales y sociales que padecerán las comunidades locales. En ese
sentido podemos hablar de un intercambio ecológico desigual, referido al uso
asimétrico de las funciones ecológicas,
-ya sea que éstas entren o no en las
lógicas especulativas- que se expresa, de una parte, en el deterioro y
destrucción de los bienes comunes naturales y de otra en la distribución de la
contaminación generada por la explotación de los mismos y los desechos
producidos tras su procesamiento.
La división internacional del trabajo, amparada por las ventajas comparativas y
la ilusión desarrollista de los gobiernos del Sur, cuyo correlato es el alto precio
que tuvieron los commodities en los últimos años, es un proceso que en
ANUARI DEL CONFLICTE SOCIAL 2014
111
América Latina ha implicado desindustrialización, reprimarización de la
economía, dependencia de mercados externos y revitalización de economías
de enclave. (Seoane: 2013). Para resumir, es una consolidación de un modelo
extractivo-exportador cuyas fronteras se han ampliado a límites tangibles e
intangibles en una ola de apropiación y violencia de diversa índole.2
La violencia es un motor de la apropiación como bien nos lo hacen saber los
postulados de Marx en el capítulo XXIV de El Capital. La acumulación
originaria, proceso imprescindible en el tránsito del feudalismo al capitalismo,
se abre paso chorreando sangre. Mercantilización y privatización de la tierra,
expulsión de las poblaciones nativas, conversión de diversas formas de
propiedad en gran propiedad capitalista, apropiación de bienes comunes,
transformación de la fuerza de trabajo en mercancía, supresión de formas de
producción y de consumo alternativas, procesos coloniales de apropiación de
activos que incluyen los “recursos naturales”, los impuestos y el crédito.
A la acumulación primitiva u originaria, Marx contrapone la acumulación por
plusvalía, aquélla que se sustenta en una sumisión ideológica que naturaliza
las relaciones sociales en beneficio de los capitalistas y no en la violencia
extraeconómica como ocurre en la acumulación originaria; separa pues los dos
procesos. Esta escisión se mantuvo por muchos años en el marxismo ortodoxo,
de corte positivista y determinista, siendo cuestionada, inicialmente, por Rosa
Luxemburgo.
A partir de un recorrido por el concepto de acumulación en la teoría marxista y
posmarxista, destacando a Lenin y Luxemburgo, y una lectura histórica de ésta,
David Harvey, geógrafo inglés, logra identificar características comunes de la
acumulación originaria o ampliada y las formas de acumulación acentuadas
después de la crisis del estado de bienestar y del petróleo en los años 70. Sin
embargo entiende la acumulación por plusvalía como un proceso coetáneo y
complementario a lo que él denominaría -para resolver el lío teórico de llamar
primitivo a un proceso actual- acumulación por desposesión, que no es más
que un proceso permanente de acumulación originaria.
2
Según Lander (2000) “la división internacional del trabajo tiene que ser entendida no sólo
como una división social del trabajo, sino igualmente una división global de la naturaleza”
ANUARI DEL CONFLICTE SOCIAL 2014
112
La acumulación por desposesión consiste, de acuerdo a Harvey, en un ajuste
espacio-temporal
para
resolver
la
sobreacumulación
en
un
sistema
determinado, ésta se manifiesta con un excedente de trabajo y de capital que
no puede ser absorbido por el sistema territorial, es decir, cuando el mercado
ha excedido los límites de la reproducción ampliada. Para no desaprovechar el
capital que carece de un retorno rentable y productivo arriesgándose a una
devaluación,
se
expanden
las
fronteras
de
apropiación
a
formas
“precapitalistas” de vida valiéndose de métodos como la política colonial, el
sistema de empréstitos internacionales, la primacía de intereses privados o la
guerra.
El llamado ajuste espacio-temporal, consistente en aplazamiento temporal y
expansión geográfica; no es más que una forma de solucionar conflictos sin
ocuparse de problemas, dando respuestas paliativas a las crisis capitalistas.
“La producción del espacio, la organización de nuevas divisiones territoriales de
trabajo, la apertura de nuevos y más baratos complejos de recursos, de nuevos
espacios dinámicos de acumulación de capital y de penetración de relaciones
sociales y arreglos institucionales capitalistas (reglas contractuales y esquemas
de propiedad privada) en formaciones sociales preexistentes brindan diversos
modos de absorber los excedentes de capital y trabajo existentes„ (Harvey:
2004)
Según Harvey el objetivo de la acumulación por desposesión es compensar la
“incapacidad crónica de sostener el capitalismo a través de la reproducción
ampliada „ (Harvey: 2004). Sin escrúpulos éticos se recurre a mecanismos
contingentes amparado por procesos de larga data de financiarización y
privatización, basados en la depredación, el fraude y la violencia. La
acumulación por desposesión se adueña o contamina bienes tangibles, como
el agua o el territorio, e intangibles, donde incluimos, entre otros, la cultura, los
conocimientos tradicionales o el tejido social.
Las contradicciones a esta gestión neoliberal de la crisis surgen porque los
espacios dinámicos de capital suelen generar excedentes que deben ser
absorbidos por ajustes espacio-temporales. En este punto el capitalismo es
ANUARI DEL CONFLICTE SOCIAL 2014
113
puramente especulativo, de ahí los adjetivos retomadas por Harvey de
capitalismo casino, depredador, de rapiña y hasta buitre. (Harvey: 2004)
Vemos pues que tanto para Marx como para Harvey la violencia es una
potencia económica de la modernización y por ende, una necesidad de la
acumulación capitalista; de ahí que no resulte difícil establecer un nexo entre
violencia
estructural
y
modelo
extractivo-exportador,
o
simplemente
extractivismo3, término que emplearemos, para sintetizar una unidad
socioeconómica y política de un conjunto de actividades caracterizadas por el
despojo y la devastación ambiental. Éstas pueden verse en la militarización de
los territorios para garantizar el despojo, las formas autoritarias del poder
político, la pérdida de autonomía de las comunidades frente al gobierno central
o en la diversidad de tecnologías de control aplicadas a poblaciones asentadas
en lugares de interés extractivo.
Como consecuencia de la imposición de las ventajas comparativas, los países
y regiones cambian su economía, que depende del capital globalizado,
reconfigurando la base de la misma. La reprimarización de la economía es otra
faceta importante de la colonialidad del poder consustancial al extractivismo. Es
condenar la industria de los países del Sur al estancamiento, especializándose
en materia primas: minerales, hidrocarburos, energía, agua, agroindustrias etc.
La transformación de la naturaleza en mercancía, su mercantilización y
posterior financiarización, desemboca en el saqueo de los bienes comunes y
en el aumento de la contaminación y para el caso latinoamericano en la
proscripción de modos de vida rurales que no sean capital-intensivos en la
producción agrícola o estén sustentados en el saqueo al territorio; es decir en
los modos de vida que no comulgan con la lógica de acumulación infinita
inherente al concepto de desarrollo.
Sin embargo, según la literatura económica las maravillas del crecimiento
económico no son más que falsas promesas; y varios autores se refieren a la
aparente relación inversa entre crecimiento económico y riqueza en bienes
3
El extractivismo, según E. Gudynas es un proceso de extracción de materias primas en
grandes volúmenes con nulo o bajo procesamiento pensado para satisfacer el mercado interno,
y cuya rentabilidad , agregaríamos, depende del traslado de los costos de las externalidades a
la naturaleza y las comunidades.
ANUARI DEL CONFLICTE SOCIAL 2014
114
comunes naturales de un país. Esta correlación, que corrobora la repetición
histórica, fue nombrada, en un primer momento, por autores como Sachs y
Warner (1997) la maldición de los recursos naturales.
Según Reyes y León (2012) la maldición de la abundancia de la que hablara
Alberto Acosta -refiriéndose al mismo fenómeno pero nombrado de forma
distinta- consolida la pobreza y se expresa en diversas patologías estudiadas
por escuelas de economía clásicas y neoclásicas, regulacionistas y
neorregulacionistas. Entre éstas “la enfermedad holandesa, la negativa
especialización en la exportación de materias primas en el largo plazo, las altas
tasas de ganancia que a futuro pueden desencadenar un crecimiento
empobrecedor, la volatilidad que caracteriza el precio de la materia prima en el
mercado mundial, el auge de la exportación primaria, supeditada a los
mercados especulativos financieros, la abundancia de recursos externos
provenientes del auge exportador que aumenta el consumo interno y genera
burbujas inflacionarias como primer síntoma de recesión” (Reyes y León, 2012)
a lo que podríamos sumar la falta de encadenamientos con otros sectores
productivos, centrándose en el extractivo, creando una cultura dependiente del
extranjero, minimizando e incluso acabando con las formas culturales locales.
Para concluir este punto diremos que los conflictos generados por la
expropiación económica y la desposesión son muestra de una crisis mayor,
aquélla identificada por autores como Lander y Houtart como crisis civilizatoria,
y que se manifiesta en una crisis múltiple, expresada entre otros en la crisis
económica; el agotamiento de la matriz energética; el alza en los precios de
alimentos, hidrocarburos y minerales o en la crisis climática global.
2. El territorio como locus del conflicto
La acumulación por desposesión ha producido giros que han puesto en el
centro del debate la cuestión del territorio y el medio ambiente. La reproducción
globalizada del capital y la nueva división internacional del trabajo encubren el
desplazamiento espacial de las fuentes de recursos y de los desechos.
(Svampa: 2008)
La
socióloga
argentina
Maristella
Svampa,
ANUARI DEL CONFLICTE SOCIAL 2014
retoma
el
concepto
de
115
multiescalaridad de Saskia Sassen, por la pertinencia de una reformulación de
escalas en una economía globalizada para abordar las transformaciones
territoriales, en las cuales inciden actores supranacionales, nacionales y
locales, que crean las condiciones para absorber los modos de vida
reproducidos en un territorio, en el modelo extractivo-exportador. Más adelante
hablaremos de este punto con mayor detalle.
Los tratados y acuerdos de libre comercio consolidan la protección al derecho
de libre empresa por encima de diversos derechos de segunda y tercera
generación4, otorgando al capital privado condiciones favorables cimentadas en
los perjuicios a comunidades y medio ambiente. La nueva geografía,
configurada por la división internacional y territorial del trabajo, que repercute
en el intercambio ecológico desigual, tiene como correlato la distribución de los
conflictos socioambientales.
La ecología política, escuela inaugurada por Martínez Alier, se ocupa del
estudio de los conflictos socioambientales o ecológico-distributivos5 develando
un lenguaje de valoración único impuesto por el mercado, el crematístico,
dejando de lado formas otras de relacionarse con la naturaleza y entre seres
humanos
distintas
a
la
competencia
fundamentalmente, la acumulación de capital.
salvaje,
la
depredación
y,
6
Dichos conflictos tienen como punto nodal una defensa del “medio ambiente
como fuente y condición para el sustento”, toda vez que, a pesar del discurso
que clama lo contrario, hay un enfrentamiento irreconciliable entre expansión
económica y medio ambiente, acentuado por la desigualdad social. (Martínez
Alier: 2004). La desigual división del trabajo orienta la localización de los
conflictos ecológico-distributivos, afectando principalmente a poblaciones
4
Puntualmente, como lo señala César Padilla Ormeño “el derecho a los recursos naturales es
un derecho de tercera generación identificado plenamente por la sociedad civil, aunque
ampliamente resistido por las mineras y los Estados) (Padilla: 2012)
5
Según Mario Alejandro Pérez en Conflictos ambientales en Colombia: Inventario,
caracterización y análisis. Estudio para 72 casos de injusticia ambiental. “los 72 conflictos
inventariados reportan un total aproximado de 7,9 millones de personas afectadas o
potencialmente impactadas, lo cual equivale a cerca del 17% de la población
colombiana”(Perez: 2013). Esta cifra, a pesar de lo alarmante, no es exhaustiva como lo indica
el propio autor.
6
Otra noción es la de conflictos culturales distributivos como los denomina Arturo Escobar,
referido en (Indárraga: 2012) son aquéllos resultantes de la negación de la diferencia cultural,
producto de las ideas desprendidas de la modernidad.
ANUARI DEL CONFLICTE SOCIAL 2014
116
pobres y vulnerables, en muchos casos, comunidades indígenas, afros o
campesinas que dependen en menor medida de los ciclos económicos, es
decir, economías donde el capitalismo no existe o coexiste con otras formas de
vida.
En la actual crisis civilizatoria se generan nuevas formas de acumulación de
capital y de poder corporativo sobre los territorios: el fenómeno de
profundización del neoliberalismo, presupone la segregación de los elementos
de la naturaleza para ser mercantilizados. Para garantizar el acceso a lo que se
considera recursos estratégicos, es preciso ejercer un control sobre el territorio,
que afecta “la economía de pueblos enteros, sus estilos y condiciones de vida,
y amenazan en el mediano plazo la sustentabilidad ecológica„ (Svampa: 2011).
El modelo de acumulación por desposesión presente en el extractivismo es un
ordenamiento territorial de hecho, que se impone a las localidades valiéndose
del metarrelato del Estado-nación, según el cual prima el interés común sobre
el individual, en este caso, el público7 sobre el comunitario, pero que encubre el
propósito último de reproducción del metabolismo social mundial, aún en
detrimento de la reproducción de la vida. En síntesis, se transfiere el derecho a
decidir la forma de vivir en el territorio y el manejo de sus bienes comunes
naturales a agentes exógenos,
De acuerdo a Svampa, los conflictos socioambientales tienen lugar en un
complejo entramado que involucra actores sociales, políticos y económicos de
índole local, regional, nacional y global. En las dinámicas multiescalares lo
global sintetiza las alianzas entre empresas transnacionales, organismos
multilaterales y Estado, voceros de la ideología del desarrollo, y lo local se
expresa en las resistencias y luchas de las comunidades a las imposiciones
políticas, sociales, culturales, ecológicas, económicas etc., inherentes al
desarrollo.
La multiescalaridad de los conflictos a menudo se aúna a la tipología de
enclave, tan frecuente en América Latina y ligada al modelo extractivista. La
idea en este texto no es hacer un recuento de las características o historia de la
7
Para el caso colombiano, a diferencia de otros países latinoamericanos lo público es
entendido como estatal y no como comunitario.
ANUARI DEL CONFLICTE SOCIAL 2014
117
figura del enclave en el subcontinente, solamente queremos destacar que al
igual que en estos, el extractivismo suele anclarse con mayor facilidad en
territorios muy jerarquizados socialmente y poco diversificados en lo
económico, generalmente con una presencia estatal muy precaria o reducida al
componente militar.
Las transformaciones neoliberales en los gobiernos, que en América Latina se
ven con fuerza en los 90, los llevan a abandonar la idea de Estado de
bienestar, y, por ende, la de un modelo global de territorios subsidiados por el
Estado. Se introduce el discurso de ‘‘territorios eficientes“, un eufemismo para
establecer divisiones binarias del espacio geográfico nacional que expresan
una manera distinta de concebir el mismo.
Según
Svampa
‘‘la
afirmación
de
que
existen
regiones
marcadas
históricamente por la pobreza y la vulnerabilidad social, con una densidad
poblacional baja, que cuentan con grandes extensiones de territorios
´improductivos´ y/o ´vacíos´, facilita la instalación de un discurso productivista y
excluyente“ (Svampa: 2008). Concepción que remite al discurso, muchas veces
soterrado, de las empresas transnacionales y los gobiernos de una clasificación
binaria del territorio: viable-inviable que se manifiesta en un juicio a los
territorios concebidos, de una parte como eficientes, y sacrificables o
socialmente vaciables de la otra.
La aceptación de esta concepción de territorio “impide cualquier cosa menos
los modos capital-intensivos de producción“(Harvey: 2004); los territorios se
valoran bajo la dictadura del PIB y si se considera que estos carecen de
artefactos sociales o económicos valiosos son proclives a una expansión de la
frontera extractiva.
Sin embargo, estas clasificaciones binarias no se limitan al territorio: el
sacrificio no es sólo en términos de paisaje o pérdida de fauna y flora, de
lagunas, ríos, humedales o montañas; recae con especial ferocidad sobre las
poblaciones que habitan los lugares “vaciables“quienes son clasificadas
políticamente.
Reyes y León establecen la siguiente distinción: “blanco-mestizo, élites
nacionales-poblaciones productivas, etc. y, en términos de Agamben, “vidas
ANUARI DEL CONFLICTE SOCIAL 2014
118
nudas: indígenas, campesinos, negritudes, raizales y habitantes de barrios
pobres, entre otros„ (2012). Los primeros son los miembros de la comunidad
política del siglo XXI, a cuya autoridad deben someterse los segundos. La
utilidad pública e interés social8 pareciera restringirse a esta primera categoría
de ciudadanos, en la otra recae el sacrificio necesario para el beneficio de esa
excluyente comunidad política.
Siguiendo con los planteamientos de Reyes y León este segundo grupo,
además está expuesto a una biopolítica global con la permanente amenaza de
una arremetida militar (fuerzas paramilitares e incluso ejército regular) para
orientar y disciplinar a los potenciales actores disidentes. Sin embargo la
imposición de una visión de territorialidad sobre otras suele ser el punto de
partida de múltiples resistencias, dándose lo que Porto Goncalves (2001)
denominara tensión de territorialidades.
Cuando esto ocurre los habitantes son acusados de no entender el progreso,
de oponerse al desarrollo, e incluso, producidos discursivamente como
enemigos de la nación y tildados de terroristas que obstaculizan la retrasada
modernización del país.
Desde la racionalidad hegemónica se están cartografiando los cuerpos
peligrosos, los indignos de pertenecer a una comunidad política. La
transformación de la geografía y la expansión de fronteras de control para
dominar el espacio, van asociadas a novedosas estrategias: militarización,
vigilancia y control de los territorios acompañados de una fuerte producción
discursiva y normativa que criminaliza a las poblaciones locales, a las que será
posible excluir de la vida política e incluso civil. Derribando los prejuicios éticos
es comprensible deshacerse del enemigo a través de operaciones policivas
legales, legitimadas por la salvaguarda del orden y los intereses nacionales.
(Reyes y León: 2012)
Hay fuertes procesos de resistencia a la conversión de los medios de vida en
capital
natural,
promovidos
desde
nuevos
movimientos
sociales
y
socioambientales que se movilizan por intereses tanto materiales como
8
Por esta figura se legalizan expropiaciones en las zonas de interés minero (ley 685 de 2001),
de represas (ley 56 de 1981) y de interés petrolífero (decreto 1056 de 1953).
ANUARI DEL CONFLICTE SOCIAL 2014
119
simbólicos
(autonomía,
dignidad,
vida);
demandas
no
exclusivamente
económicas que parecen ubicar la clásica contradicción capital-trabajo a la de
trabajo-naturaleza. Estas racionalidades enfrentadas han convertido al territorio
en el locus del conflicto, un espacio privilegiado de resignificación y creación de
relaciones sociales.
No obstante, la posibilidad de plantear un debate público acerca de los
antagonismos procedentes de las nuevas dinámicas del capital es limitada por
obstáculos políticos, culturales y epistemológicos. La definición del territorio es,
actualmente, un campo de difícil disputa, en el que participan, de una parte,
quienes proponen un lenguaje de valoración divergente, opuesto a la
concepción binaria del mismo, y de otra, los actores hegemónicos del modelo
extractivo-exportador.
En síntesis, las comunidades asentadas en territorios ricos en bienes comunes
de tipo natural se enfrentan a una violencia inherente al extractivismo
camuflada en acciones de sacrificio para garantizar el bienestar de la
colectividad, de la comunidad política, y deben enfrentar la presencia de
corporaciones transnacionales y gobiernos nacionales que con cuentas
incompletas, “han trazado políticas que otorgan generosas condiciones
económicas a los inversionistas, al tiempo que minimizan los requisitos de
preservación del medio ambiente y despojan a las comunidades afectadas del
acceso a los recursos naturales en los que se basa su forma de vida, como el
agua, los suelos, la biodiversidad y aun el aire puro” (Cancino: 2012)
Sin embargo, las comunidades reivindican narrativas críticas al desarrollismo y
a la modernización con la que imponen el extractivismo, proponen otro sentido
de la vida, expresado en las luchas por la autonomía y la defensa territorial, por
la defensa de lo propio y de lo diverso; es decir, por una concepción otra del
territorio, territorios para la vida.
3. Las voces al margen del desarrollo
En Colombia, los conflictos socioambientales, son de vieja data, sin embargo
como bien señala Tatiana Roa (2014) apenas en los últimos años se ha venido
generalizando la conciencia ante sus dimensiones reales. Para esa
ANUARI DEL CONFLICTE SOCIAL 2014
120
visibilización ha sido clave la emergencia de resistencias a proyectos
extractivos
que
muestran
la
imperiosa
necesidad
de
cuestionar
las
convicciones sobre el desarrollo, a la vez que enuncian propuestas de un
cambio en la relación sociedad-naturaleza y entre seres humanos.
Los conflictos socioambientales o ecológico distributivos se expresan como los
desencuentros en los territorios cuando se vulneran los derechos de las
comunidades allí asentadas en beneficio de intereses de otros. Esto se
manifiesta de diferentes maneras: prohibición en el acceso a bienes comunes,
contaminación, degradación y otras prácticas lesivas, que repercuten en
afectaciones a los pobladores de las zonas donde hay interés en adelantar
proyectos de desarrollo extractivo9.
Gran parte de las luchas tienen como punto de partida la apropiación de los
patrimonios naturales por parte de diversos actores. Se trata, en última
instancia, de una contraposición en el acceso a la naturaleza como medio de
vida y sustento, como valor ético y estético (Roa: 2014) o como fuente de
ingresos. Es importante tener este punto presente pues cada vez se nos
parece más como una causa estructural del conflicto colombiano.
Al establecer títulos de propiedad sobre los patrimonios naturales y convertirlos
en activos financieros para garantizar su disponibilidad y aprovechamiento en
los mercados, se vuelve necesario el control político de los territorios en
detrimento del control popular de estos. Esta estrategia se consolida a través
de métodos cada vez más sofisticados: militarización y/o injerencia de agentes
externos que no participan en el circuito de producción, a través de programas,
políticas y discursos coreados por los medios de información masiva.
El despojo territorial es más que solo control político, es la transformación de
sus dinámicas y relaciones. Controlando el territorio se decide el curso de las
vidas de las personas y se reconfigura la organización social según las
pretensiones del capital. La estructuración espacial, más allá de su
componente biofísico, también parte de intereses sociales representados en
grupos que adelantan distintas actividades; las cuales, consciente, o
inconscientemente, repercuten en la organización espacial. Según la
9
Andrés Jiménez puntualiza los proyectos extractivos como de desarrollo extractivo.
ANUARI DEL CONFLICTE SOCIAL 2014
121
motivación de las acciones de ordenación, sean éstas de subsistencia, de
acumulación de capital, de reproducción social, de índole espiritual o cualquier
otra, el uso de los bienes naturales de uso común tomará formas diferenciadas.
Las visiones e intereses de los diversos actores sobre el uso de los bienes
naturales de uso común y la función del territorio, tienen como correlato
dinámicas territoriales, expresadas en la apropiación social del espacio
traducidas en la construcción de proyectos comunes o antagónicos en un
territorio. El territorio es pues una concreción del ejercicio histórico de poder, y
hoy, la pugna por el mismo se expresa en el control de los patrimonios
comunes.
Hay cambios en el mapa territorial del poder que se ciernen sobre aguas, suelo
y subsuelo; una depredación ambiental proveniente de la ambición humana
que adquiere un adquiere un carácter de vivencia inmediata en los territorios
específicos, pues es ahí donde los sujetos sociales los palpan, los viven, y es
ahí donde se concretan potencialidades, posibilidades y límites para su
solución
Las luchas son por la permanencia en el territorio, por el restablecimiento de
los medios de subsistencia, por la pervivencia de formas de vida tradicionales,
por el respeto a los derechos humanos y al medio ambiente, por el agua, las
montañas, los manglares y los mares. Svampa (2009) habla de un giro
ecoterritorial en las luchas sociales, el cual, combinado con un componente
cultural, da origen a discursos locales y a la construcción de alternativas desde
la identidad colectiva.
La lucha contra los proyectos de desarrollo extractivo se expresa tanto en la
movilización para impedir su implementación, como en las vivencias diarias y
en un accionar político incesante: construcción de modelos de gestión
comunitaria de los bienes comunes, procesos agroecológicos, recuperación de
semillas y símbolos, economías alternativas, campesinas e indígenas, trueque,
formación popular y colectiva legitimando epistemologías y cosmovisiones
propias, uso de energías alternativas etc. También incorpora, en algunos
casos, la dimensión espiritual en el repertorio de las estrategias de lucha.
ANUARI DEL CONFLICTE SOCIAL 2014
122
Si el territorio es una construcción social, defenderlo es proteger la cultura y los
medios de subsistencia del modelo neoliberal y sus prácticas desarrollistas.
Más que el lenguaje al que recurran, lo destacable de los nuevos movimientos
sociales que movilizan reivindicaciones ambientales, identitarias y de arraigo
territorial y cultural, es su convergencia en la construcción de un mundo
sustentable.
Una de las mayores ventajas de la resistencia y la lucha por la defensa de la
vida es que devela viejos mecanismos de opresión muchas veces
naturalizados, por lo cual estos lenguajes de valoración divergentes cuestionan
el discurso oficial sobre el desarrollo social y el dogma del crecimiento
económico como condición sine qua non para el bienestar. Estos sujetos
colectivos interpelan a la sociedad para que reconsideren sus prioridades en
función del medio ambiente: la explotación de los bienes naturales para la
acumulación o las funciones ecosistémicas que han provisto gratis y de las
cuales depende la vida misma. Invitan a reconsiderar la obsesión por
mercantilizar la naturaleza, y revalorarla en otros términos.
Para los Nuevos Movimientos Sociales el debate actual sobre extractivismo es
en realidad una discusión acerca del desarrollo, del capitalismo y el sistema
económico consumista y sus estrategias globalizadas de reproducción, de lo
cual emergen novedosos planteamientos y conceptos: Oilwatch invita a una
moratoria de la actividades petroleras, el Referendo por el agua en Colombia
impulsó el mínimo vital gratuito de agua, el concepto soberanía alimentaria
proviene de la Vía Campesina, el Cinturón Occidental Ambiental defiende su
territorio como sagrado para la vida o la resistencia del pueblo U´wa contra las
actividades petroleras en su territorio se vale de una estrategia pacífica para
dejar el petróleo, la ruíria, sangre de la tierra, dentro de la misma.
Son muchísimos los aportes y argumento que a nivel nacional e internacional
se esgrimen desde las resistencias, sin embargo, hoy quisiéramos destacar la
propuesta del Movimiento Colombiano en defensa de los territorios y afectados
por las represas “Ríos vivos”, que acompaña comunidades afectadas por doce
grandes represas, de reconocer a los desplazados por represas como
desplazados por el desarrollo.
ANUARI DEL CONFLICTE SOCIAL 2014
123
De acuerdo con el Movimiento Ríos Vivos, los métodos para el control del
territorio y su posterior vaciamiento con miras a hacerlo apto para las miles de
hectáreas requeridas para inundación por una represa incluyen desalojos
forzados, reubicación, presión a través de las armas (de ejércitos legales y
paralegales) y violencia generalizada.
Según el informe de la Comisión Mundial de Represas, financiada por el Banco
Mundial, para el año 2000 habría de 40 a 80 millones de personas desplazadas
por grandes obras hidráulicas en todo el mundo, si consideramos que Colombia
tiene alrededor de 45 millones de habitantes, y que, en los quince años
siguientes se han construido incontables represas, la cifra actual debe ser
impresionante.
En Colombia no existen datos oficiales por desplazados por represas, aún más
cuando desde las empresas suele hablarse de afectados directos e indirectos,
valiéndose de censos socioeconómicos que, por lo general, no se ajustan a la
realidad.
10
De otra parte el concepto desplazamiento se ha asociado desde la
comunicación de masas y la opinión pública al provocado, exclusivamente, por
el accionar de grupos armados, y de esta forma ha abordado esta problemática
la política pública.
Esta propuesta de entender el desarrollo como motor de conflictos sociales,
contribuye a “avanzar en el reconocimiento de causas estructurales del
conflicto en Colombia y de nuevos actores en ese conflicto como las empresas
y las instituciones” (Roa, 2014). La invitación, desde los nuevos movimientos
sociales y esas voces otras que nos interpelan desde las márgenes del
desarrollo es a concebir el conflicto en un marco ampliado, identificando
nuevas dinámicas, actores y discursos.
El desarrollo sostenible, pensado para satisfacer las necesidades de las
generaciones futuras, sin afectar las presentes, excluye a los pobres de las
generaciones actuales. El crecimiento ilimitado es impensable en un planeta
limitado, como lo muestran tanto las respuestas de la naturaleza como la
10
Por citar un caso, relata Juan Pablo Soler, activista del Movimiento Ríos Vivos, que el censo
de afectados por la represa Hidrosogamoso propiedad de ISAGEN, incluye a los pescadores
pero no a las mujeres que venden/vendían el pescado y derivaban su sustento de dicha
actividad.
ANUARI DEL CONFLICTE SOCIAL 2014
124
necesidad de expansión de las fronteras geográficas y tecnológicas del capital.
De una forma u otra nos adentramos cada vez más en un conflicto con
protagonistas privados y antagonistas colectivos, cuya mayor particularidad, sin
embargo es la seducción que logra ejercer en las mayorías la ideología del
desarrollo, la que en última instancia, origina nuevas amenazas y resistencias.
REFERENCIAS
Cancino Cadena, Arturo. La dudosa fortuna minera de Suramérica: los países andinos
Colombia, Chile y Perú. Parte de Minería, territorio y conflicto en Colombia.
Universidad Nacional de Colombia y Censat Agua Viva. Bogotá. 2012.
Harvey, David “El nuevo imperialismo. Acumulación por desposesión” en Socialist
Register. CLACSO Buenos Aires. 2004
Idárraga Franco, Andrés. El devenir de la minería trasnacional en Colombia:
incertidumbres en torno a la relación ambiente, trabajo y salud. Parte de
Minería, territorio y conflicto en Colombia. Universidad Nacional de Colombia y
Censat Agua Viva. Bogotá. 2012
Lander, Edgardo. Ciencias sociales: saberes coloniales y eurocéntricos. Parte de La
colonialidad del saber. Eurocentrismo y ciencias sociales. Ediciones
FACES/UCV. Unesco Iesalc. CLACSO. Buenos Aires. 2000.
Martínez Allier, Joan. El ecologismo de los pobres. Conflictos ambientales y lenguajes
de valoración. Icaria. Barcelona. 2005
Reyes Beltrán, Pablo Ignacio y León, Ivonne Patricia. Las nuevas ‘guerras justas’ y la
política (neo) extractivista global: nuevos escenarios de biopoder. Parte de
Minería, territorio y conflicto en Colombia. Universidad Nacional de Colombia y
Censat Agua Viva. Bogotá. 2012.
Roa, Tatiana y Navas, María Luisa. [Compiladoras]. Extractivismo. Conflictos y
resistencias. Censat. Bogotá. 2014.
Seoane, José. Modelo extractivo y acumulación por despojo. Parte de Extractivismo,
despojo y crisis climática. Ediciones Herramienta, Editorial El Colectivo y GEAL.
Buenos Aires. 2013.
Seoane, José. El retorno de la crisis y la ofensiva extractivista. Parte de Extractivismo,
despojo y crisis climática. Ediciones Herramienta, Editorial El Colectivo y GEAL.
Buenos Aires. 2013.
Sosa Velásquez, Mario. ¿Cómo entender el territorio? Editorial Cara Parens.
Universidad Rafael Landívar. Ciudad de Guatemala. 2012.
Svampa, Maristella. La disputa por el desarrollo: territorio, movimientos de carácter
socio-ambiental y discursos dominantes, versión ampliada y actualizada del
texto presentado en el seminario “Interrogating the Civil Society Agenda” en la
ANUARI DEL CONFLICTE SOCIAL 2014
125
Universidad de Massachussets, Amhers, abril de 2008, publicado en el libro M.
Svampa, Cambio de época. Movimientos sociales y poder político, Buenos
Aires, Siglo XXI, agosto de 2008, bajo el título, “La disputa por el desarrollo.
Territorios y lenguajes de valoración”.
Svampa, Maristella. Modelos de desarrollo, cuestión ambiental y giro ecoterritorial.
Parte de La naturaleza colonizada. Ecología política y minería en América
Latina. CLACSO y Ediciones ciccus. Buenos Aires. 2011
Toro, Catalina. Geopolítica energética: minería, territorio y resistencias sociales. Parte
de Minería, territorio y conflicto en Colombia. Universidad Nacional de
Colombia y Censat Agua Viva. Bogotá. 2012.
ANUARI DEL CONFLICTE SOCIAL 2014
Descargar