Documento descargado de http://www.elsevier.es el 19/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. ACTUALIZACIONES El diagnóstico de la lesión traumática cervical: una década de cambios basados en la evidencia D. Núñez Jr Hospital de St. Raphael-Yale University School of Medicine. New Haven CT. USA. The diagnosis of traumatic cervical lesions: a decade of evidence-based change El concepto creciente de la necesidad de desarrollar centros especializados de urgencias con sistemas operativos dedicados de manera integral a la atención del traumatizado, así como el crecimiento de la tecnología en el diagnóstico por imagen, han determinado un uso a veces indiscriminado de los métodos diagnósticos en detrimento del despistaje, basado en el riesgo de fractura y de la propia exploración clínica. Esta práctica se realiza en muchas instituciones sin los adecuados controles de utilización y sin un análisis fundamentado de los beneficios de la conducta clínica. Esto es particularmente cierto en los casos de pacientes politraumatizados con sospecha de lesión traumática de columna cervical. Durante muchos años la exploración radiológica estuvo basada en el estudio radiográfico simple, con la tomografía computarizada (TC) que tenía un papel complementario. En el transcurso de la última década, desde la introducción de la técnica TC helicoidal y, más recientemente, con la implantación de múltiples canales de detección, el abordaje diagnóstico ha experimentado unos cambios rápidos y significativos. Este artículo resume la experiencia basada en publicaciones centradas en establecer la efectividad diagnóstica de la TC con respecto al estudio radiográfico simple, y la importancia de reconocer los factores de riesgo para una adecuada selección de la estrategia diagnóstica. Por otro lado, se reconoce la importancia de evitar la utilización innecesaria y la radiación excesiva, para lograr una prestación de servicio médico adecuado y eficiente. En general, la evidencia recogida indica la utilización de la TC como método de primera línea en pacientes de alto riesgo, y sugiere reservar el uso de la radiografía simple como el método ideal para la evaluación inicial del paciente con bajo riesgo de lesión traumática. The growing awareness of the need for emergency centers specializing in the care of trauma patients, together with advances in diagnostic imaging technology, have led to the occasional indiscriminate use of diagnostic methods to the detriment of ordering diagnostic tests based on the risk of fracture and of the clinical examination itself. In many institutions, this practice is carried out without appropriate controls and without analyzing the risks and benefits of a particular clinical conduct. This is particularly true in cases of multiple trauma with suspected traumatic lesions of the cervical spine. For many years, radiological examination was based on plain-film radiography, with CT playing a complementary role. Over the last decade, since the introduction of helical CT, and more recently multidetector CT scanners, the diagnostic approach has undergone rapid, significant changes. This article summarizes the experience based on publications centered on establishing the diagnostic effectiveness of CT in comparison to plain-film radiography and the importance of recognizing risk factors when determining the diagnostic strategy. On the other hand, the importance of avoiding unnecessary tests and excessive radiation in providing appropriate and efficient medical care is stressed. In general, the evidence indicates that CT should be the first-line approach in high-risk patients and plain-film radiography should be reserved for the initial evaluation of patients with a low risk of traumatic lesions. Key words: helical CT, cervical spine trauma, screening. Palabras clave: TC helicoidal, trauma cervical, despistaje. D urante la última década hemos sido testigos de cambios muy significativos en la aplicación de los procedimientos diagnósticos utilizados para descartar la lesión de la columna cervical en pacientes traumatizados. En particular, las interrogantes sobre qué pacientes necesitan de una exploración por imágenes, y qué modalidades diagnósticas deben utilizarse, han sido motivo de controversia y han representado un gran reto para Correspondencia: DIEGO NUÑEZ Jr. Hospital de St. Raphael-Yale University School of Medicine New Haven CT. USA. Correo electrónico: [email protected] Recibido: 22-VI-05 Aceptado: 16-XI-05 los radiólogos y otros especialistas involucrados en el manejo del paciente traumatizado. Aunque la frecuencia de fractura cervical es relativamente baja cuando se considera el total de pacientes que son víctimas de un traumatismo, se ha estimado que en los Estados Unidos más de 1 millón de personas al año llegan a los servicios de urgencia con sospecha de presentar una lesión traumática de la columna cervical1. La razón obvia que mantiene este alto nivel de sospecha clínica, y justifica la alta frecuentación a las salas de urgencias, es el hecho de no reconocer a tiempo una lesión inestable o clínicamente significativa, que puede determinar un resultado devastador para el paciente. La posibilidad de un déficit neurológico permanente, así como el alto coste médico y social que representa la atención de estos pacientes, son hechos ineludibles. Radiología. 2006;48(4):185-7 185 Documento descargado de http://www.elsevier.es el 19/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. D. Núñez Jr. El diagnóstico de la lesión traumática cervical: una década de cambios basados en la evidencia La otra realidad es que la evaluación de estos pacientes se ha hecho muy dependiente del estudio por imagen, sin casi consideración alguna hacia los factores de riesgo y la exploración clínica. Es indiscutible que en la actualidad existe un uso muy liberal, y a veces indiscriminado, de los estudios radiológicos en pacientes con sospecha de fractura cervical, lo que va asociado a un coste insoportable para el sistema médico social y a una aplicación excesiva de la radiación ionizante, particularmente si se considera que se trata de descartar una lesión de relativa baja prevalencia. En los últimos años se desarrollaron estudios multiinstitucionales con el objetivo específico de establecer unos criterios clínicos que permitieran reducir los exámenes radiológicos innecesarios. Destacan dos evaluaciones prospectivas bien diseñadas, una en los Estados Unidos2 y otra en Canadá1, que aportaron una valiosa información en cuanto al valor predictivo de los estudios radiológicos, dependiendo de la presencia o ausencia de ciertos síntomas y signos clínicos en pacientes con sospecha de lesión traumática cervical. En tal sentido, estos estudios establecieron los siguientes 5 criterios: — Ausencia de déficit neurológico. — Nivel de conciencia normal. — Ausencia de intoxicación. — Ausencia de dolor cervical en línea media — Ausencia de otras lesiones traumáticas graves. De acuerdo a sus resultados, los pacientes que reúnen estos 5 parámetros no requieren de una exploración radiológica. Por otro lado, mientras los métodos de diagnóstico por imagen se han hecho más sofisticados, muy particularmente en relación con el desarrollo tecnológico en la TC, se han venido haciendo desde distintas posiciones diferentes recomendaciones para un uso más efectivo de las modalidades diagnósticas. Hasta el advenimiento de la TC helicoidal se recomendaba que la exploración primaria de los pacientes con sospecha de lesión traumática cervical debiera incluir una radiografía simple lateral, una anteroposterior y una proyección anteroposterior con boca abierta de la unión craneocervical, con radiografías oblicuas a título opcional o complementario. A principios de los años noventa comenzaron a aparecer en la literatura publicaciones sobre el uso de la TC como estudio complementario a la exploración radiográfica simple, específicamente para los casos en los que no se tenía una demostración adecuada de algún segmento de la columna. Sin embargo, siguiendo esta estrategia de utilización limitada de la TC para resolver las dudas no resueltas en las radiografías simples encontramos que, frecuentemente, teníamos que enviar a los pacientes más de una vez a la sala de TC para realizar distintas exploraciones, afectando nuestra eficiencia al prolongar la investigación diagnóstica y el consecuente manejo o transferencia del paciente. Un escenario frecuente era el del paciente traumatizado, en quien se realizaba como prioridad un estudio de TC del abdomen y que luego debía regresar para una TC de la columna cervical después de frustrados intentos para excluir la existencia de una lesión traumática con el estudio radiográfico simple. En 1994 publicamos el uso de la TC para el estudio de la columna cervical completa en vez de estudios limitados a un segmento, como hasta entonces se recomendaba3. Este protocolo lo aplicamos inicialmente en los pacientes traumatizados en los que 186 se indicaba una TC de otro segmento del cuerpo para descartar lesión traumática. Esta aproximación resultó en un aumento visible del número de fracturas detectadas con respecto a la radiografía simple, así como en una mejor utilización del equipo de TC. Es decir, se propone de esta forma un enfoque basado en el despistaje de fracturas con TC en pacientes traumatizados con alto riesgo. En un corto plazo de tiempo surgieron refinamientos en las técnicas y en la capacidad de los tubos tomográficos que permitieron una colimación más reducida, así como una cobertura más amplia y rápida, produciendo imágenes de alta calidad reconstruidas en los planos sagital y coronal. Estas imágenes aumentaron el nivel de aceptación más liberal de la TC en pacientes seleccionados como de alto riesgo, y nos hizo considerar que en estos casos los estudios radiográficos simples podrían ser redundantes. Después de que adoptamos el uso rutinario de la TC en todo paciente de alto riesgo para lesión cervical traumática, encontramos que casi un 40% de las fracturas cervicales detectadas por TC o no eran identificadas en las radiografías simples, o eran demostradas de manera incompleta4. Algo más de un tercio de estos pacientes tuvieron fracturas que eran clínicamente significativas, o al menos inestables desde el punto de vista mecánico. En 1998 sugerimos que los criterios del American College of Radiology fueran reevaluados con el objeto de incluir la TC como un método muy apropiado para el estudio del trauma cervical, dado que con la adquisición rápida de un volumen de información la TC alcanza una sensitividad superior al 98% para la detección de fracturas5. Igualmente, recomendamos el uso de la TC helicoidal tanto en todos los pacientes de alto riesgo como en aquellos de bajo riesgo cuyas radiografías no mostraran la columna cervical en su totalidad. Dado que cuando los protocolos se basan exclusivamente en los estudios radiográficos simples se producen demoras significativas para excluir fractura cervical, propusimos que todo paciente traumatizado en el que se indica una TC cerebral o abdominal debe igualmente practicársele una TC del cuello para descartar una lesión en la columna cervical6. En 1999 recomendamos que el abordaje diagnóstico más apropiado era utilizar la TC aun antes de emplear cualquier estudio radiográfico simple7. Esta opinión estaba basada en que la exclusión de fracturas se hacía de manera más rápida, al tiempo que el manejo y destino del paciente eran establecidos más eficientemente. También en 1999 Blackmore investigó el costeefectividad de la TC con respecto a la radiografía simple de la columna cervical8. Para ello, dividió su grupo de pacientes en tres categorías (de riesgo alto, moderado o bajo) dependiendo de la probabilidad de existencia de una lesión, basándose en distintos parámetros clínicos. De esta forma determinó el potencial de fractura para cada grupo. Los pacientes de alto riesgo incluían aquellos con traumatismo craneoencefálico grave, pacientes con lesión neurológica, pacientes mayores de 50 años y pacientes con trauma de alta energía. De esta forma determinó que el riesgo anticipado de fractura cervical en estos pacientes era del 11%. El mismo análisis indicaba que para pacientes del grupo de riesgo moderado la probabilidad de fractura era del 4% y para los pacientes de bajo riesgo el potencial de fractura era del 2%. Se concluyó de esta manera que la TC es la evaluación de elección para evaluar la columna cervical en pacientes con indicación de TC de cráneo, tórax o abdomen (alto riesgo). También concluyeron que la TC tiene un alto valor de coste-efectividad en todo paciente con un riesgo de fractura superior al 4%9. En el año 2000 publicamos nuestra conclusión de que las radiografías anteroposteriores no eran necesarias cuando se utiliza- Radiología. 2006;48(4):185-7 Documento descargado de http://www.elsevier.es el 19/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. D. Núñez Jr. El diagnóstico de la lesión traumática cervical: una década de cambios basados en la evidencia ba la TC helicoidal para el despistaje de las lesiones cervicales10. Es más, en la actualidad recomendamos la total eliminación de las radiografías simples si al paciente se le ha indicado una TC helicoidal con equipos multidetectores11. Precisamente, el advenimiento de la TC con detectores múltiples y el uso rutinario de proyecciones sagitales, parasagitales y coronales, ha permitido generar de manera consistente imágenes de alta calidad con resolución comparable o superior al estudio radiográfico simple. Este avance tecnológico ha traído, sin embargo, el inconveniente y la creciente preocupación de un aumento exagerado de la dosis de radiación. En el 2002 se completó un estudio comparativo entre la radiación producida por 5 vistas radiográficas simples con respecto a la producida por una TC helicoidal con detector único de la columna cervical completa. Se encontró que la dosis de radiación al tiroides con el estudio tomográfico era 13 veces mayor que la dosis producida por las radiografías simples12. Estos hallazgos simplemente nos hacen enfatizar la necesidad de una adecuada estratificación clínica y de selección del paciente para que la TC helicoidal, de detector único o múltiple, sea de uso rutinario. Mas allá de estas consideraciones sobre las indicaciones y las ventajas de la TC con detectores múltiples, la radiografía simple sigue siendo una exploración de primera línea en los casos con riesgo bajo de fracturas. La resonancia magnética (RM) tiene una indiscutible aplicación en los pacientes que ingresan con déficit neurológico y en casos con sospecha de lesión de ligamentos y partes blandas. En conclusión, un número importante de investigaciones hechas durante la última década nos permite, basados en la evidencia, concluir que los radiólogos deben estar totalmente familiarizados con las indicaciones cambiantes y los distintos abordajes que se han sugerido para el estudio de los pacientes con sospecha de lesión por traumatismo cervical. Las distintas instituciones que prestan servicio traumatológico deben incluir la TC en su repertorio para el despistaje rutinario de la lesión cervical en los pacientes de alto riesgo. Los radiólogos deben mantener un alto índice de sospecha para no dudar en recomendar la TC en los casos en que los estudios radiográficos simples no sean concluyentes, o cuando existan suficientes factores de riesgo. En este sentido, la información clínica y la comunicación con el especialista en urgencias son fundamentales. BIBLIOGRAFÍA 1. Stiell IG, Wells GA, Vandemheen KL, Clement CM, Lesiuk H, De Maio VJ, et al. The Canadian C-spine rule for radiography in alert and stable trauma patients. JAMA. 2001;286:1841-8. 2. Hoffman IR. Validity of a set of clinical criteria to rule out injury to the cervical spine in patients with blunt trauma. N Engl J Med. 2000;343:94-9. 3. Núñez DB Jr, Ahmad A, Coin G, LeBlang S, Becerra JL, Henry R, et al. Clearing the cervical spine in multiple trauma victims: a time effective protocol using helical CT. Emerg Radiol. 1994;1:273-8. 4. Núñez DB Jr, Zuluaga A, Fuentes-Bernardo DA, Rivas LA, Becerra JL. Cervical spine trauma: how much more do we learn by routinely using helical CT? RadioGraphics. 1996;16:1307-18. 5. American College of Radiology Task Force on Appropriateness Criteria. Appropriateness criteria for imaging and treatment decisions. 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