San Felipe de Jesús (1576-1597)

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San Felipe de Jesús (1576-1597)
Fiesta: 5 de Febrero
Primer mártir mexicano, entrega su vida por Cristo en el Japón.
Nació en la ciudad de México entre 1572 y 1576. En su niñez era inquieto y
travieso por lo que su aya decía, refiriéndose a un árbol de la casa: "Antes la
higuera seca reverdecerá, a que Felipillo llegue a ser santo".
El joven Felipe entró en el noviciado de los franciscanos dieguinos, pero no
resistió aquella vida y se escapó del convento. Regresó a su casa y ejerció el
oficio de platero sin mucho éxito. Varios años más tarde, cuando había cumplido
18 años, su padre lo envió a las Islas Filipinas a probar fortuna.
Allí se estableció en la ciudad de Manila. Al principio estaba deslumbrado por
los placeres, las riquezas y la vida mundana que ofrecía la ciudad, pero pronto
sintió de nuevo la llamada del Señor: "Si quieres venir en pos de mí, renuncia a ti
mismo, toma tu cruz y sígueme" (Mateo 16,24).
Felipe
entró con los franciscanos de Manila. Esta vez ya había madurado y su conversión fue de todo
corazón. Cambió su nombre al de Felipe de Jesús. Estudiaba y atendía a los enfermos y moribundos. Todo lo
hacía con la dedicación de un hombre que vivía para Jesús. Un día sus superiores le anunciaron que ya se
podía ordenar sacerdote. La ordenación sería en México, su ciudad natal, junto con su familia y amistades de
infancia.
Con ese fin se embarcó con Fray Juan Pobre y otros franciscanos, rumbo a la Nueva España, hoy México;
pero una gran tempestad desvió el barco hacia el Japón. En medio de la tormenta Felipe pudo observar una
gran señal sobre ese país, una especie de cruz blanca, símbolo de su pronta victoria. El barco en que viajaba
se vio golpeado por tres tifones (huracanes), encallando finalmente en las costas del Japón. Felipe interpretó
su naufragio como una dicha. El mayor sueño de Felipe era la de convertirse en misionero en ese país. Podría
entregarse más a Cristo trabajando duro por la conversión de los japoneses, y así lo hizo.
Llegando a tierra, inmediatamente se dio a la tarea de buscar el convento de los Franciscanos. San Francisco
Javier y otros habían comenzado la evangelización del país. Allí estaban Fray Pedro Bautista y algunos
hermanos de su provincia Franciscana de Filipinas.
Los
frailes se dedicaron a la evangelización con buenos resultados, pero sobrevino la persecución del
emperador Taicosama contra los cristianos. Felipe, por su calidad de náufrago, hubiera podido evitar
honrosamente la prisión y los tormentos, como lo habían hecho Fray Pobre y otros compañeros de naufragio.
Pero Felipe escogió el camino más estrecho y difícil, compartiendo la suerte de sus hermanos cristianos en
aquel país. Se quedó allí con Fray Pedro Bautista y demás misioneros franciscanos.
Felipe y los otros fueron llevados en procesión a pie, por un mes y en pleno invierno por pueblos y ciudades
de Japón, para ser objeto de burla y escarmiento, un auténtico Vía Crucis. En la ciudad de Kyoto, a cada uno
le cortaron la oreja izquierda. Las orejas fueron exhibidas en las calles. Cuando se vieron a lo lejos en una
colina las cruces para el tormento que les tenían destinado, los 26 religiosos y laicos cristianos se llenaron de
júbilo; pero al contarlas se turbaron, pues les pareció que sólo había 25. Entonces, Felipe corrió presuroso y
abrazó fuertemente su cruz y no quería que nadie se la arrebatara.
Finalmente, en el “Monte de los Mártires” a las afueras de Nagasaki --la ciudad que en 1945 sufrió la terrible
destrucción de la bomba atómica--, fueron todos colgados, pues sí, eran 26 las cruces. Felipe de Jesús fue el
primero entre aquellos mártires en ser crucificado. Muere en la cruz, atravesado por ambos costados por dos
lanzas; otra más le atravesó el pecho. Sus últimas palabras fueron: "Jesús, Jesús, Jesús". Era el 5 de febrero
de 1597 y Felipe contaba con apenas 23 años.
Se cuenta que ese mismo día, la higuera seca de su casa paterna reverdeció de pronto y dio fruto. Felipe
había llegado a la santidad más heroica. Fue beatificado, juntamente con sus compañeros mártires el 14 de
septiembre de 1627 y canonizado el 8 de junio de 1862.
Es patrono de la Ciudad de México y de su Arzobispado.
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Adoración Nocturna Mexicana – Parroquia Santa Isabel de Hungría – Hermosillo, Sonora, México
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