Wegener, la tectónica de placas y la evolución humana

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E
Wegener, la tectónica de placas y la
evolución humana
Eduardo Corona-M.
ste 6 de Enero se cumplen 100 años de que se presentó
por primera vez la teoría de la Deriva Continental por
Alfred Wegener, surgida a partir de la idea de que los
bordes continentales semejaban un rompecabezas que se había separado. Su importancia, entonces, radica en que nos
comenzó a mostrar un planeta en transformación continua,
donde fuerzas naturales inmensas y un tiempo dilatado configuraban cambios en la fisonomía de los continentes. Sin
embargo, su teoría fue incomprendida y objeto de burla, por
aquellos preferían un mundo estático, un escenario sin cambios en el tiempo profundo.
Como lo detallan Pérez Malvaez y colaboradores (ver artículo
ese número) fue hasta mediados del siglo XX, cuando surge
la teoría de la tectónica de placas, como el modelo que nos
permite explicar con mayor certeza esos cambios que Wegener postulaba. Además su importancia se ha expandido, ya
que no sólo se asocia a fenómenos volcánicos y sísmicos, ya
que también coadyuva a explicar los cambios en la fisonomía
terrestre y por tanto en los cambios climáticos que influyeron
en el surgimiento de la diversidad biológica en el devenir de
las diversas etapas geológicas.
En los últimos años esta teoría se ha utilizado también para
modelar a las especies de humanos ancestrales que surgen
en un lapso aproximado de los últimos dos millones de años
en particular en las localidades de lo que hoy se denomina
el Sitio de Patrimonio Mundial “Cuna de la Humanidad”, o
sea el Valle del Rift en África. Esta tarea de asociar los fenómenos tectónicos a la reconstrucción paleoambiental de estas
poblaciones es la propuesta que plantean Geoffrey N. Bailey,
del Departamento de Arqueología en la Universidad de York,
Reino Unido, y Geoffrey C.P: King del Laboratorio de Tectónica del Instituto de Física Planetaria, en Paris, Francia, en un
artículo publicado en Quaternary Science Review.
Estos autores nos señalan es que si bien de manera tradicional se ha considerado el clima como el principal agente que
da lugar a los cambios evolutivos y culturales de las especies
de humanos, también debe incluirse el cambio en los paisajes
provocado por factores geofísicos (vulcanismo, sismos, glaciaciones, cambios en el nivel del mar, entre muchos otros). De
hecho, observan que las localidades africanas donde se encuentran hallazgos de los primeros fósiles humanos, y de los
artefactos que se asocian a estos grupos, se ubican en zonas
de gran inestabilidad geológica, sea por fallamientos o vulcanismo, o bien cerca de las zonas costeras. Estas son las zonas
donde se observan los cambios más radicales en cuanto a posición geográfica o de nivel relativo del mar.
Este enfoque es altamente novedoso para el estudio de las especies cercanas al humano moderno, ya que la mayoría de las
investigaciones se habían concentrado en la reconstrucción
paleoambiental a partir de la vegetación, mediante estudios de
polen; del clima, mediante análisis de suelos profundos; o de
la fauna, mediante huesos o huellas de actividad. Este tipo de
estudios, si bien importantes, proveían datos de un carácter
muy focalizado al sitio de ocupación y su entorno inmediato.
Las investigaciones que involucran patrones de movilidad humana, sobre todo de cacería, que pueden involucrar decenas
de kilómetros adquieren un carácter regional, este tipo de análisis comenzó a utilizarse en poblaciones de humanos modernos, donde los fenómenos tectónicos eran poco apreciables y
se consideraban paisajes, prácticamente, sin modificación por
lo que incluso no llegaban a representar un elemento de análisis. Mientras que para las poblaciones que habitaron el planeta
hace más de un millón de años
las investigaciones se desechaban por la dificultad que representaba la reconstrucción de los
paleopaisajes, debido a que por
su antigüedad las evidencias se
habían borrado o transformado radicalmente, sobre todo en
aquellas regiones con gran actividad tectónica, con glaciaciones periódicas o con cambios
en el nivel del mar.
Mediante técnicas de reconstrucción geofísica y consideraciones sobre las tasas de cambio que se dan en la corteza
terrestre pudieron establecer un
modelo del paleopaisaje. Con
base en ello Bailey y King se
preguntaron si estos procesos
pudieron influenciar la evolución humana y cómo lo hicieron.
Un elemento clave de la evolución humana es cómo desde
una posición relativamente desventajosa sus poblaciones pudieron obtener presas animales
que se considera eran de movimientos rápidos, peligrosas o
elusivas; por lo que al cazarlas,
cada vez con mayor facilidad
y frecuencia, les permitió ampliar la dieta, obtener proteínas
animales y facilitar algunos elementos del proceso de hominización, como son prolongar la
infancia, incrementar la encefalización y, de paso, ampliar su
rango de distribución geográfica.
Con los datos obtenidos en el
Valle del Rift, y contrastados
con los de otros sitios, los autores sugieren que las regiones
donde la tectónica de placas
crean y/o mantiene topografías
complejas, puede haber efectos
tanto negativos como positivos.
En el primer caso, se pueden
crear barreras (riscos, ríos, etc.)
que dificultan la movilidad, que
alteran las condiciones ecológicas que pueden ser favorables para crear algún
asentamiento o crear peligros para la supervivencia
de la población humana.
En el caso de las condiciones ecológicas benéficas,
estas deben comprender recursos locales, abundantes
y fértiles, así como fuentes
de agua perdurables. Pero al
ubicarse en una topografía
compleja, las poblaciones
humanas encuentran nuevas oportunidades, ya que
pueden comportarse como
un predador inteligente y
especializado que monitorea los recursos animales,
encontrando los mejores
momentos de cacería y así
reducir la competencia con
los carnívoros. Esas topografías les ofrecen también
protección contra predadores, la seguridad para los infantes y jóvenes que son los
sectores vulnerables en las
poblaciones de cazadoresrecolectores.
Es indudable que tanto los
factores negativos como
positivos tienen poderosos
efectos de selección tanto
en el comportamiento humano como en sus patrones de asentamiento y dispersión, pero los positivos,
le dieron ventajas competitivas en la sobrevivencia
tanto para la obtención de
alimentos como para que
más descendientes sobrevivieran y llegasen a la edad
adulta, lo que facilitó el incremento de las poblaciones cada generación.
Es así que, la comprensión
de los principios geofísicos
y de la tectónica de placas
que afectan los cambios de
largo plazo en los paisajes,
nos permiten establecer
modelos para la reconstrucción de estos en períodos
muy antiguos, incluso en
regiones con de gran acti-
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vidad geológica, información que combinada con imágenes
satelitales, observaciones en campo además información paleontológica y arqueológica, han permitido reconstruir escenarios para probar una serie de hipótesis acerca de los patrones de territorialidad de los grupos humanos más antiguos,
tanto en los continentes como en ámbitos costeros.
La comprensión de estos fenómenos permitirá, en el futuro
próximo, establecer tanto las rutas primarias de migración desde África hacia Eurasia y el resto del mundo, como los escenarios paleoambienales así como los recursos naturales que
usaron esas poblaciones. La herencia de Wegener es la lucha
domingo 8 de enero de 2012
por defender una idea, que comenzó como un rompecabezas
que hoy se ha transformado en un poderoso método analítico, y aun cuando tenemos más piezas, nuestro rompecabezas
sigue ahí.
Para leer más:
Jordí Agustí y Mauricio Antón. 2011. La gran migración. La
evolución humana más allá de África. Editorial Crítica, Barcelona,
Jean M. Auel. El clan de oso cavernario. Editorial Océano
Maeva. México. (y si puede leer la saga “Los hijos de la tierra”
de siete novelas, mejor).
La teoría de la deriva continental de Alfred
Lothar Wegener: 100 años
Carlos Pérez-Malváez*, Alfredo Bueno-Hernández*, Guadalupe BribiescaEscutia* y Fabiola Juárez-Barrera*
*Museo de Zoología, Facultad de Estudios Superiores Zaragoza, UNAM
A
lfred Lothar Wegener propuso la teoría de la deriva con
tinental en 1912. En vísperas del centenario de su prime
ra publicación, vale la pena dejar constancia de la importancia de su elaboración. Es en gran medida gracias a Wegener que se inició la construcción de los modelos que ahora
permiten entender mejor las causas de catástrofes como las
ocurridas en Indonesia, Chile y recientemente en Japón. Alfred Wegener, a diferencia de lo que se conoce actualmente,
pensaba en términos de movimientos continentales y no de
placas tectónicas, pero su gran idea sobre el desplazamiento fue y sigue siendo impactante, no sólo por los resultados
catastróficos que produce para la especie humana, sino porque implicó la audacia de imaginar una fuerza colosal capaz
de mover continentes enteros hasta el punto de recomponer
completamente la disposición de tierras y mares en el curso de
las eras geológicas.
Aspectos biográficos
Alfred Lothar Wegener (1880-1930, Fig. 1) nació en Berlín.
Fue hijo de Richard y Anna Wegener y tuvo dos hermanos,
Kurt y Tony. Wegener se doctoró en Astronomía por la Universidad de Berlín el 24 de noviembre de 1904. Desde sus
inicios como estudiante había tenido la ilusión de explorar
Groenlandia y también se había sentido enormemente atraído
por una ciencia relativamente moderna: la Meteorología.
Figura 1. Alfred Lothar Wegener
En el Instituto de Física de Marburg, Alemania, estuvo como
profesor desde 1908 hasta 1912 y se le recuerda como un
maestro joven y dinámico. En Marburg, Wegener tuvo amistad
con Wladimir Köppen (1846-1940), quien anteriormente lo había provisto con equipo para su primera expedición a Groenlandia. Visitó a la familia Köppen varias veces en Hamburgo,
adquiriendo valiosos consejos del maestro meteorólogo y estableciendo una creciente amistad con su hija Else Köppen,
quien más tarde se convertiría en su esposa y colaboradora
científica. Tuvieron tres hijos, Hilde, Käthe y Charlotte. .
De 1914 a 1919, Wegener estuvo en el ejército alemán participando en el avance dentro de Bélgica, sin embargo, fue
herido dos veces. Como resultado, ya no fue considerado apto
para la milicia activa y se le envió al campo del Servicio Militar
Climático. Su convalecencia duró varios meses, tiempo que
utilizó para revisar y ampliar su evidencia sobre la teoría del
desplazamiento de los continentes.
Wegener hizo una tercera expedición a Groenlandia en 1929
y al año siguiente llevó a cabo la que sería su cuarta y última
expedición. Partió desde la costa oriental de Groenlandia, con
una numerosa caravana y acompañado de nevadas y fuertes
vientos. Los que quedaron, incluido Wegener, sufrieron todo
septiembre. La situación era extremadamente desesperada.
Apenas había suficiente comida y combustible para dos personas, de las cinco que habían arribado a la estación y era
necesario regresar por provisiones. Se decidió que Wegener y
su compañero esquimal Rasmus Villumsen volvieran a la costa. Wegener celebró sus cincuenta años el 1 de noviembre de
1930 y salió a la siguiente mañana. Nunca más se les volvió a
ver vivos. El cuerpo de Wegener fue encontrado bajo la nieve
el 8 de mayo del siguiente año envuelto en su bolsa de dormir
y con una piel de reno. Sus manos no mostraban congelamiento, lo que indica que no murió durante el camino a causa
del frío, sino probablemente dentro de su tienda de campaña
a causa de un paro cardiaco producido por un esfuerzo físico
excesivo. La esposa de Wegener, Else, recibió el ofrecimiento del gobierno alemán para enviar un acorazado por el
cuerpo y honrarlo con un funeral público, sin embargo, ella
declinó. Más bien, insistió en que su cuerpo se dejara intacto
dentro de la capa de hielo. Allí continúa todavía, descendiendo lentamente dentro de un enorme glaciar, que algún día se
desprenderá y quedará flotando como iceberg, al igual que el
barco funerario del vikingo errante que, como Else a menudo
bromeaba, descansaba dentro del espíritu de Wegener.
Las ideas de la teoría de la deriva continental
En 1910 un compañero de oficina de Wegener recibió un Atlas
del Mundo como regalo de Navidad. Wegener quedó asombrado por la congruencia de las costas atlánticas de Suramérica y África, que parecían continentes antes continuos.
En ese tiempo, muchos geólogos apoyaban la idea de los puentes hipotéticos para explicar la distribución geográfica de los
distintos grupos de organismos. Este modelo incluía la noción
de que han existido puentes intercontinentales que aparecen
y desaparecen alternadamente. Para Wegener era importante
proporcionar una mejor explicación que los puentes hipotéticos, de esta manera decidió desarrollar una hipótesis para
explicar el desplazamiento de los continentes, la cual incorporaba la nueva evidencia geofísica.
Alfred Wegener presentó sus ideas al público por primera vez
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el 6 de enero de 1912 en una conferencia ante la Asociación
Geológica en Frankfurt-am-Main. El título de la plática fue Die
Herausbildung der Grossformen der Erdrinde (Kontinente und
Ozeane) auf geophysikalischer Grundlage. Una segunda conferencia se realizó en enero 10 de 1912 ante la Sociedad de
Avances de Ciencias Naturales en Marburg, bajo el título de
Horizontal verschiebungen der Kontinente.
La teoría del desplazamiento continental apareció por primera
vez en forma de libro con el título Die Entstehung der Kontinente und Ozeane, que se publicó en Brunswick (Alemania)
en 1915. Posteriormente, apareció una segunda edición en
1920, una tercera en 1922 (se tradujo al francés y al inglés) y
una cuarta en 1929. En 1924 salió a la luz la traducción espa-
ñola con el título La génesis de los continentes y océanos. La
traducción fue de Vicente Inglada Ors y fue publicada por la
Biblioteca de Occidente, Madrid.
Wegener desarrolló su tesis con base en un amplio conjunto
de datos geodésicos, geofísicos, geológicos, biogeográficos y
paleoclimáticos. Postulaba que desde principios del Mesozoico hasta el momento presente, un enorme supercontinente
denominado Pangäa o Pangaea, el cual tiene un origen griego
y significa “todas las tierras”, se había fracturado y sus fragmentos se fueron separando. La ruptura del supercontinente
se inició hace unos 200 millones de años, durante el Triásico
superior.
Pangea, como se le conoce, fue una masa de Tierra con una
línea de costa irregular, rodeada por un océano, la Panthalasa,
que constituía el Pacífico ancestral. La primera fractura dio
origen a dos supercontinentes, uno denominado Laurasia y
el otro Gondwana, separados por el mar de Thetys. Laurasia
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(el hemisferio norte) era el supercontinente que después se
disgregaría en Norteamérica, Groenlandia y la Eurasia septentrional. Gondwana (el hemisferio sur), formaría al disgregarse
Suramérica, África, India, Australia y la Antártida.
La originalidad de Alfred Wegener fue que desarrolló su idea
sin tener una formación ni un reconocimiento académico en
el área y haya concebido una hipótesis geológicamente revolucionaria.
Colofón
La teoría de la deriva continental permaneció congelada hasta
la posguerra. Fue entonces que con el avance del paleomagnetismo se desarrolló la teoría de la expansión del fondo oceánico. Esta teoría posteriormente adquirió un desarrollo teórico y empírico que se expresa actualmente en la teoría de la
tectónica de placas, la cual está implícita en las explicaciones
modernas que se han elaborado sobre la distribución biogeográfica.
La teoría de la tectónica de placas, desarrollada hacia los años
sesenta, terminó por dar la razón a un incomprendido Alfred
Wegener. A partir de numerosas observaciones de geofísica,
geodesia y geología quedó establecido que la litosfera, la capa
más rígida de la superficie de la Tierra con un espesor de 100
kilómetros, se divide en siete placas principales, que se desplazan con un movimiento relativo de una velocidad entre 1
y 8 cm por año. El mecanismo del movimiento de los continentes, que Wegener nunca pudo explicar convincentemente,
se puede entender ahora mediante la teoría tectónica, la cual
propone que son las placas litosféricas, con los continentes
asentados sobre ellas, las que se mueven, y no los continentes mismos. Las placas colisionan y es en el borde entre ellas
donde se produce la mayoría de los terremotos.
La teoría de la deriva continental de Alfred Wegener representa una de las teorías más importantes del siglo XX. La importancia actual de la tectónica de placas es indiscutible y ha
sido pieza fundamental para poder explicar la formación de las
grandes cordilleras y la actividad sísmica; y ha provisto una
herramienta central a la biogeografía histórica para reconstruir la distribución pasada y entender la distribución actual de
los organismos. La fama de Wegener descansa hoy tanto en
su intenso trabajo como explorador y meteorólogo así como
por haber desarrollado una teoría coherente sobre la deriva
continental. La estatura de Wegener como científico continúa
creciendo y es mucho más conocido hoy que en ningún momento de su vida. Podemos decir que a diferencia de muchos
de sus contemporáneos, para quienes la audaz idea del movimiento de los continentes les resultaba simplemente inimaginable, a Wegener, el caminante incansable, no le produjo el
menor vértigo.
Para leer más
Bowler PJ (1998) Historia fontana de las ciencias ambientales. Fondo de
Cultura Económica, México, 467 pp.
Bueno-Hernández, A. A. y C. Pérez-Malváez. (2006). Metáforas biogeográficas del imperialismo. Ciencias 84, 15-24.
Pérez-Malváez, C. y R. Ruiz. (2001). “Hacia la génesis de la teoría de la
deriva continental”. En: Llorente Bousquets, J. y J. J. Morrone (Editores).
Introducción a la biogeografía: teorías, conceptos, métodos y aplicaciones. 1ª. Edición Agosto de 2001, 1ª. Reimpresión Octubre de 2003, Las
Prensas de Ciencias, Facultad de Ciencias, UNAM, México, pp. 161-170
Wegener, A (2009). El Origen de los Continentes y Océanos. Introducción
de Francisco Pelayo, Crítica, Barcelona, 392 pp.
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Nuevas tarifas en Zonas Arqueológicas de Morelos:
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Áreas tipo AAA
Zonas Arqueológicas de Chalcatzingo, Teopanzolco y Tepozteco
$42.00
Museo de Sitio de Xochicalco $57.00
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(Xochicalco de noche) $ 191.00
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Coatetelco y Museo Histórico del Oriente(Cuautla) $35.00
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Coordinación editorial de este número: Eduardo Corona Martínez
Coordinación de producción: Karina Morales Loza
Diseño y formación: Joanna Morayta Konieczna
El contenido de los artículos es responsabilidad exclusiva de sus autores
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