Cantar de Mio Cid - Actividades

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I.E.S. VILAMARXANT - LENGUA Y LITERATURA CASTELLANA
3º E.S.O. - LECTURA DE
EL LAZARILLO DE TORMES - MONOGRÁFICO I – MODELO 3
COMPONENTE 1
APELLIDOS:
NOMBRE:
GRUPO:
FECHA:
COMPONENTE 2
APELLIDOS:
NOMBRE:
GRUPO:
FECHA:
1. Investiga la problemática de la autoría del Lazarillo. Resume las investigaciones
que se han realizado en torno a los posibles autores de la obra y las principales
teorías que se manejan al respecto. Por último, reflexiona: ¿qué importancia puede
tener la identidad del autor en una obra como ésta? ¿Por qué seguimos
preguntándonos, casi quinientos años después de su aparición, por la identidad su
autor? Explica razonadamente la respuesta.
2. Localiza tres pasajes de esta primera parte de lectura (Prólogo, Tratados I y II)
donde detectes ironía y explícala.
3. Describe con detalle las cualidades internas y externas del ciego, el primer amo
de Lázaro.
4. Compara la figura del clérigo con la del ciego. ¿Cuáles son los rasgos comunes y
sus diferencias?
5. Localiza y comenta algún recurso humorístico: burlas, chistes, juegos de
palabras, equívocos...
6. Escribe dos breves textos. En el primero trata de convencer a alguien de que debe
leer el Lazarillo y, en el segundo, trata de justificar por qué no deben leerlo.
7. Averigua quién es el autor de la novela Palos de ciego y el resto de datos
técnicos (editorial, fecha de edición, etc.) Averigua de qué trata.
8. Rescribe el siguiente fragmento de la obra adaptando el lenguaje a la época
actual, tal y como lo escribirías tú. Trata de adaptar tanto las expresiones como el
significado original.
Mas también quiero que sepa Vuestra Merced que, con todo lo que adquiría y tenía, jamás tan avariento ni
mezquino hombre no vi; tanto, que me mataba a mí de hambre, y así no me demediaba de lo necesario. Digo
verdad: si con mi sotileza y buenas mañas no me supiera remediar, muchas veces me finara de hambre; mas,
con todo su saber y aviso, le contaminaba de tal suerte, que siempre, o las más veces, me cabía lo más y
mejor. Para esto le hacía burlas endiabladas, de las cuales contaré algunas, aunque no todas a mi salvo. Él
traía el pan y todas las otras cosas en un fardel de lienzo, que por la boca se cerraba con una argolla de hierro
y su candado y llave; y al meter de las cosas y sacallas, era con tanta vigilancia y tan por contadero, que no
bastara todo el mundo a hacerle menos una migaja. Mas yo tomaba aquella lacería que él me daba, la cual en
menos de dos bocados era despachada. Después que cerraba el candado y se descuidaba pensando que yo
estaba entendiendo en otras cosas, por un poco de costura que muchas veces del un lado del fardel descosía y
tornaba a coser, sangraba el avariento fardel, sacando, no por tasa, pan, más buenos pedazos, torreznos y
longaniza.
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