Confidencialidad en el siglo XXI Carlos Alberto Lazzarino - Estudiante de Medicina Confidencialidad en el siglo XXI Carlos Alberto Lazzarino Resumen La práctica de la confidencialidad no es un fenómeno reciente. Sin embargo, en los últimos años ha sufrido modificaciones radicales. Si bien muchos hechos han puesto en duda la práctica del principio, dos fenómenos recientes la han potenciado. Por un lado, la aparición del SIDA ha influido en la puesta en evidencia del principio. Por otro, el novedoso desplazamiento de la figura del médico por el equipo de salud multidisciplinario pone en riesgo la práctica. Frente a las nuevas situaciones que han surgido a comienzos de este nuevo milenio, se ha vuelto necesario reforzar el concepto de confidencialidad y extenderlo a todos los integrantes del equipo de salud. Abstract The practice of the confidentiality is not a recent phenomenon. Nevertheless, it had undergone radical modifications in the last years. Although many facts have put in doubt the practice of the principle, two recent phenomena have harnessed it. On one hand, the appearance of AIDS has influenced the putting in evidence of the principle. On the other hand, the displacement of the figure of the doctor by the multidisciplinary team of health puts in risk the practice. As opposed to the new situations that have arisen at the beginning of this new millenium, it has become necessary to reinforce the confidentiality and to extend it to all the members of the health team. Objetivos Reforzar el concepto de confidencialidad en la práctica médica habitual frente a las nuevas situaciones que han surgido a comienzos de este nuevo milenio. Remarcar el riesgo de ruptura del principio cuando el paciente se enfrenta a un equipo de salud multidisciplinario. Recalcar la extensión del principio de confidencialidad a todo el equipo de salud. 1 Confidencialidad en el siglo XXI Carlos Alberto Lazzarino - Estudiante de Medicina Introducción Hemos atravesado las puertas del nuevo milenio y, sin duda, nos enfrentamos a una herencia de violencia, corrupción, adelantos científico-tecnológicos y escasos progresos sociales. Enfrentamos a una sociedad mediatizada con nuevos conceptos morales, entre los cuales predominan la individualidad y la indiferencia. No quedan dudas que, respaldado cada día más por los nuevos conocimientos surgentes, se ha vuelto cada vez más necesario establecer una posición al respecto. La globalización mediática ha permitido muchos avances que, de otra forma, hubieran sido imposibles. Pero, además, vulneraron las barreras de la confidencialidad, poniendo frecuentemente en jaque la autonomía del paciente. Siendo este el entorno en el cual hoy por hoy debe desempeñarse la práctica médica, ninguno de estos puntos escapa de controversias. Sobre el principio de confidencialidad El secreto médico no es una práctica reciente. De hecho, aún en los tratados de Hipócrates aparece el concepto de confidencialidad como parte de la práctica médica habitual. La Asociación Médica Argentina en el Código de Ética para el Equipo de Salud1 remarca que el secreto médico es un deber ético que en los miembros del equipo de salud nace de la esencia misma de su profesión y se relaciona con el respeto a la libertad del paciente. El interés público, la seguridad de los enfermos, la honra de las familias, la respetabilidad del profesional y la dignidad de la medicina, exigen el secreto. Por otro lado, Beauchamp y Childress2 sostienen tres tipos de argumentos prima facie para proteger la confidencialidad: 1.- Argumentos consecuencialistas, basados en fines y consecuencias (si los pacientes no pueden fiarse de los médicos, se resistirían a revelar información completa y franca). 2.- Argumentos derivados de los derechos de autonomía e intimidad (ruptura de la confidencialidad como violación primaria a la integración personal y a la libre determinación). 3.- Argumentos basados en la lealtad médico – paciente. 2 Confidencialidad en el siglo XXI Carlos Alberto Lazzarino - Estudiante de Medicina Confidencialidad y SIDA Más de 38 millones de personas ya contrajeron el virus y no parecen quedar dudas que el SIDA es la enfermedad de la que más se habla en el mundo. Su surgimiento como epidemia a fines del siglo pasado ha obligado últimamente a tomar una posición al respecto. Esto, en realidad, se vio reforzado por el hecho que dicha enfermedad se haya mediatizado tanto que esté acompañada por una connotación psico-social discriminatoria, causada principalmente por la difamación que le otorgan los medios. Junto con esto se tomó una posición social, la que generalmente conduce al aislamiento del paciente. A pesar de los tratamientos y cuidados, perder el trabajo, los afectos, la calidad de vida son consecuencias comunes. Por lo mismo, muchas personas toman la decisión de no comentar su situación a sus parejas, personas que podrían correr riesgo. Entonces es cuando surge una pregunta esencial: qué hacer. ¿Debe respetarse la autonomía del paciente en caso de que el mismo pida al médico no divulgar, bajo ningún punto de vista, su enfermedad? Evidentemente no hay una única respuesta. Sin embargo, y a pesar de todo, inmediatamente surge el conflicto ético. La pregunta que se insinúa es si el médico debe conservar la confidencialidad en todos los casos. Confidencialidad desde el equipo de salud Un fenómeno reciente es la aparición del concepto de equipo de salud multidisciplinario. El objetivo fundamental que debe cumplir un equipo de salud es la prevención, preservación, protección y recuperación de la salud de las personas, tratando de lograr la curación del enfermo o el alivio a su dolencia. No caben dudas de que este nuevo paradigma está desplazando con éxito al concepto de médico paternalista. El trato paciente – médico se ve reemplazado por un trato paciente – equipo de salud. Todo esto tiene connotaciones en la confidencialidad, ya que su práctica se dificulta al tratar con varias personas simultáneamente. En defensa del principio 3 Confidencialidad en el siglo XXI Carlos Alberto Lazzarino - Estudiante de Medicina Desde un punto de vista meramente deontológico, en el cual la medicina estaría guiada por ciertas reglas inviolables o absolutas, no cabe duda que debe ser defendido a ultranza. Sin embargo, se deja en evidencia que en ocasiones resguardar el principio puede ser muy difícil. Existen casos individuales en los cuales la información obligatoriamente debe ser transmitida a terceros, ya sean otros miembros del equipo de salud directamente involucrados o familiares directos (revelaciones requeridas por ley, obligación moral y legal si hay grave peligro para terceras partes). Violaciones reiteradas al principio de confidencialidad causaría una destrucción paulatina de la relación médico – paciente, destruyendo los niveles de confianza. Así planteada, la confidencialidad se convertiría en una práctica relativa. Las consecuencias se han de notar inmediatamente si el paciente sabe que el médico puede romper la confidencialidad y un tercero va a enterarse de la situación. ¿No se rompería con la práctica? ¿No se perjudicaría la relación médico – paciente? Un punto de vista bien podría ser romper con la confidencialidad siempre que se ponga en juego la vida de otra persona. Por ejemplo, para Raanan Gillon2 las principales justificaciones presentadas o sugeridas a favor de violar la confidencialidad son: 1.- Que es una práctica médica normal.; 2.- Que es en interés del paciente, en tanto permita una mejor atención médica; 3.- Que es en interés del médico clínico y su equipo asociado, en tanto reduce el riesgo de adquirir accidentalmente una infección por HIV; 4.- Que puede ser en interés de otros pacientes, quienes pueden resultar infectados por el enfermo; 5.- Que es en interés de la sociedad en general, en tanto ayuda a reducir la difusión de la enfermedad. Muchos de estos puntos en general no son suficientemente convincentes. Conclusiones La confidencialidad médica sigue siendo claramente un principio médico moral sólido que sólo podría violarse si prevalecieran razones morales más poderosas. Parece necesario que cada médico tome una posición al respecto. La propuesta es continuar con el respeto deontológico apoyado en las nuevas técnicas y en una 4 Confidencialidad en el siglo XXI Carlos Alberto Lazzarino - Estudiante de Medicina conducta sanitaria eficaz, respetando siempre el deseo del paciente y manteniendo en todos los casos posibles el principio. Considerar riesgos y beneficios y evaluar su probabilidad y severidad es indispensable. Y sólo en casos puntuales en los cuales estén demostrados riesgos se justifica la transmisión de la información. La profesión médica tiene mayores posibilidades de conservar la confianza de los grupos de alto riesgo si conserva la confidencialidad; aumentando entonces la capacidad de curarlos o, al menos, aliviar su dolor. Es sumamente necesaria la reconstrucción de la relación médico – equipo de salud y el respeto por la confidencialidad parece ser un factor indispensable en la misma. Referencias 1.- Beauchamp y Childress, Principios de Ética Biomédica, Ed. Mason, 1999. 2.- R. Guillon, “SIDA y confidencialidad médica” en Luna Florencia y Sallen Arleen, Decisiones de vida y muerte, Ed. Sudamericana, Buenos Aires, 1995, pág 81 a 88. 3.- Asociación Médica Argentina, Código de Ética para el Equipo de Salud, 2001, pág. 22 a 24. 4.- Comentarios vertidos en las clases del Curso de Bioética: Medicina Paliativa, Eutanasia y Suicidio Asistido. Directora: Dra. A. Losoviz, Univ. CAECE - año 2004. 5 Confidencialidad en el siglo XXI Carlos Alberto Lazzarino - Estudiante de Medicina Carlos Alberto Lazzarino Datos personales DNI: 31.387.343 Estado civil: Soltero. Nacimiento: 18 de junio de 1985 en Morón, Buenos Aires, Argentina. Domicilio Real: Carlos Calvo 2531, Morón [CP: 1708], Buenos Aires, Argentina. Teléfono: 4696-3604 / 15-5624-3124 Correo electrónico: [email protected] No pertenezco a la Asociación Argentina de bioética; autorizo la circulación del resumen del trabajo por la Web en la página www.aabioetica.org 6