TEMA 11.1. LA TEOLOGÍA PASTORAL REFLEXIONA SOBRE LA ACCIÓN DE LA IGLESIA EN MEDIO DEL MUNDO CON VISTAS A REALIZAR SU MISIÓN. 1.1 1.2 1.3 1.4 1.5 2. 2.1 2.2 2.3 2.4 3. Los términos “pastoral”, “praxis pastoral” y “acción pastoral” Concepto de teología pastoral Objeto, metodología y finalidad de la teología pastoral Concepción de la pastoral en el Concilio Vaticano II Pautas para poner en práctica la Teología pastoral. EN LA IGLESIA-COMUNIÓN Y SUS DIVERSAS CONCRECIONES HAY DIVERSIDAD DE OFICIOS Y VOCACIONES CON EL FIN DE REALIZAR LA MISIÓN • • • • • • • • • • • • • • • • El ministerio ordenado de la Iglesia El ministerio del obispo El ministerio del presbítero El ministerio del diácono Los fieles laicos de la iglesia La enseñanza conciliar Agrupaciones laicales en la iglesia La vida consagrada en la iglesia Naturaleza de la vida consagrada Servicio de los religiosos en la Iglesia Los religiosos en la pastoral El lugar de la catequesis dentro de la vida de la Iglesia Etapas en el proceso evangelizador La comunidad, lugar de la catequesis Función propia de la catequesis Otras formas de ministerio de la Palabra Actuar en la óptica de la caridad Superar la disociación Para una mayor unidad Personas más que estructuras La Evangelización 3.1 Exhortación apostólica “Evangelii nuntiandi” Pablo VI 1975 3.2 Documento final de la VI Conferencia General del Episcopado Latinoamericano en Santo Domingo. 3.3 Fases de la evangelización. • Etapa misionera • Etapa catequética • Etapa pastoral 11.1 4. Las mediaciones eclesiales • La palabra • La liturgia • La comunión 5. Una pastoral orgánica y programada 4.1 4.2 4.3 4.4 4.5 Una pastoral orgánica y programada Planificación pastoral Fases de la planificación La programación pastoral La comunicación DESARROLLO DEL TEMA 1.- LA TEOLOGÍA PASTORAL REFLEXIONA SOBRE LA ACCIÓN DE LA IGLESIA EN MEDIO DEL MUNDO CON VISTAS A REALIZAR SU MISIÓN 1.1.- Los términos “pastoral”, “praxis pastoral” y “acción pastoral” El adjetivo “pastoral” adolece hoy de inflación. Se usa mucho en el mundo eclesial, al menos desde el concilio Vaticano II, que quiso ser precisamente pastoral. El término, sin relación alguna ya con el mundo del pastoreo, connota la actividad de la Iglesia en orden a la salvación. Indudablemente persiste su referencia bíblica. Dios es el PASTOR DE ISRAEL, Cristo ES EL BUEN PASTOR, que conoce, ama y da la vida por sus ovejas; Pedro, los demás apóstoles y los ancianos son pastores por estar puestos para apacentar el rebaño a ellos confiado (Jn 21, 15; 1Pe 2, 25). De pastor se deriva el término “pastoral”, adjetivo frecuentemente sustantivado: “la pastoral”, que hoy se usa en sentido omnicomprensivo. En el pasado el término tuvo un significado restringido. Evocaba sólo o preferentemente la acción de los pastores de la iglesia, o sea, de la parte jerárquica de la iglesia. Hoy sin excluir esta referencia primaria, indica la acción de la iglesia, la cual, son su obra de mediación de la salvación en el tiempo y en la historia, prolonga la acción de Cristo, único mediador, PASTOR SUPREMO. La iglesia es, en Cristo, dice el concilio, como un sacramento, signo e instrumento de la íntima unión con Dios y de la unidad de todo género humano (LG 1. Así pues, el significado del término pastoral es muy amplio. Comprende la vida y las tareas de la iglesia; la actividad de todos sus miembros, jerarquía y laicado en orden a la única misión orientada al reino. A veces el término “pastoral” casi se contrapone a “doctrinal”, como si pastoral indicar el aspecto práctico, el ámbito operativo, distinto del aspecto teológico, del de la reflexión teórica. De ahí que a algunos les parezca contradictoria la expresión “teología pastoral”, pues, si es teología, es ciencia teórica y, si es pastoral, debe ser práctica, acción. En realidad la expresión ni es, ni debería resultar contradictoria. Si se quiere hacer una pastoral pensada, si se quiere fundar teológica e históricamente la actuación de la iglesia, no se puede prescindir de una reflexión seria sobre los criterios que mueven a la acción y sobre lo que requieren las circunstancias históricoantropológicas. Por eso nos parece útil añadir a continuación una precisión sobre el significado que pueden tener la expresiones: TEOLOGÍA PASTORAL O PRAXIS PASTORAL. Estos términos indican y comprenden todas aquella acciones mediante las cuales la iglesia ha expresado en su historia y sigue expresando hoy, su mediación histórica en la salvación cristiana. 11.2 Mediación que realiza toda la iglesia a través de la vida y del ejercicio de las funciones con las que prosigue en el tiempo y en el espacio la acción de Cristo profeta, sacerdote y pastor. 1.2.- Concepto de teología pastoral. La expresión teología pastoral en cambio, indica la reflexión sobre las formas históricas del ser y des actuar de la Iglesia. Estas formas, aun inspirándose siempre en las fuentes propias del teologizar ( Escritura y Padres), en cuanto históricas y, por lo mismo, ligadas a las cambiantes situaciones de la vida humana, de la historia y de la cultura, pueden y deben ser poco a poco determinadas y realizadas mediante el discernimiento y el esfuerzo responsable4 de todos los creyentes, en el marco de su propia pertenencia a la única Iglesia de Cristo y a su misión única. Hoy la teología pastoral se ve, cada vez más, no como dimensión o apéndice de otras disciplinas teológicas, sino como verdadera disciplina teológica, dotada de un estatuto epistemológico propio. 1.3.- Objeto, metodología y finalidad de la teología pastoral. El objeto material de la Teología pastoral es la Iglesia mismo como un todo, como una magnitud dinámica, socialmente estructurada sometida a una historia cambiante y mudable. Es tarea especifica suya, elaborar y formular principios e imperativos para su necesaria realización en el día de hoy y en la realización de la Iglesia en cuanto está condicionada por la situación presente. La metodología pastoral aplica el método inductivo ( la realidad dice lo que tengo que hacer) y el deductivo ( dar más de lo que necesita) Se podrían enumerar tres grupos de problemas que deberían ser objeto del análisis socio-teológico de l a teología pastoral: 1) Las cuestiones que afectan a la situación y estructura del mundo de hoy como un todo, dado que la Iglesia es hoy una Iglesia universal como jamás lo fue y, sólo teniendo ante la vista el mundo entero, puede comprender cual es su misión específica. 2) Las cuestiones que se refieren a la a situación y estructura de las diversas sociedades existente en el mundo. Problemas como el de la libertad religiosa, la tolerancia, la paz mundial, la moral natural humana, le son comunes a ella y las demás religiones. 3) Las cuestiones que tocan al individuo particular ene le mundo actual que son las más urgentes para el apostolado normal, pero que sería un error fundamental pretender aislar al individuo de la situación global de la Iglesia El fin primario de esta disciplina teológica es la planificación de la realización de la iglesia en el presente y en el futuro. 1.4 CONCEPCIÓN DE LA PASTORAL EN EL CONCILIO VATICANO II. El Vaticano II significa una línea divisoria en la concepción de la pastoral, por que precisa su sujeto(la Iglesia pueblo de dios, misterio de comunión y sacramento de Cristo); su método(la participación de todos los bautizados en la misión salvífica de la iglesia con diversidad de funciones); su fin( la promoción integral del hombre y la edificación del reino de Dios en el tiempo) por fidelidad a la acción del Espíritu, el cual obra y primariamente, en la Iglesia. El enfoque pastoral del Vaticano II puede verse en una observación particular. Sus constituciones son cuatro, Lumen Gentium y Dei Verbum son calificadas de constituciones dogmáticas, mientras que Sacrosantum concilium es definida simplemente como constitución; en cambio Gaudium et Spes es calificada de constitución pastoral. Esto es algo nuevo en la historia de los concilios. No fue fácil encontrar consenso entre Padres sobre el significado de la cualificación de “Pastoral” que se 11.3 daba esta constitución. Rahner decía que la especificación se debía a la nota teológica de instrucción. Al leerla se apreciaban las siguientes afirmaciones: - La pastoral es deber de la Iglesia entera frente al mundo y a los hombres de hoy. - Los contenidos de la pastoral atañen no solo a la Iglesia ad intra sino también a la Iglesia ad extra, a saber a la misión salvífica universal, no en sentido genérico, sino con un objetivo especifico el mundo contemporáneo. - La nota hace una distinción entre la primera parte de la constitución, más doctrinal, y la segunda más operativa pero afirma que entre ambas partes existen una estrecha relación de interdependencia y complementariedad. - La acción pastoral debe brotar de la confluencia entre la relectura de la revelación verificada bajo las nuevas instancias de la teología y el diagnostica de la situación concreta y de sus exigencias. Por tanto, con la aportación de las ciencias humanas. El Vaticano II realizó su contribución a la renovación pastoral no solo con esta previa a la Gaudium et Spes, sino que renovó la pastoral sobre todo proponiendo y especificando una nueva conciencia de la Iglesia. El documento fundamental al respecto es la Lumen Gentium, integrada sustancialmente por las otras tres constituciones. La Dei Verbum, en la perspectiva de la historia de la salvación, Sacrosanctum cocilium, en lo que atañe a la función de la liturgia y Gaudium et Spes en lo referente a la relación entre la iglesia y el mundo contemporáneo y la integración de modelo de Iglesia pueblo de dios-comunión, referente en Lumen Gentium, con la Iglesia servicio dominante en la constitución pastoral. El concilio puso de manifiesto algunos rasgos de la Iglesia que han de considerarse constitutivos de su conciencia actual: la iglesia como misterio, inserto en el misterio trinitario y el historia de la salvación; la Iglesia pueblo de Dios inmerso en la historia humana investido de una misión universal, revestido de las funciones sacerdotal, profética y real de Cristo, constituido en Iglesias locales y destinado al servicio de todos los pueblos; su fundamental constitución visible y orgánica, basada en carismas y ministerios diferentes, jerárquicos y laicos y la vocación universal a la santidad con formas de vida cristiana distintas según las vocaciones especificas; su índole escatológica. Des de el punto de vista pastoral hay que tener presente algunas opciones: la Iglesia y su magisterio no están por encima sino por debajo de la palabra de dios, y que la tradición eclesial derivada de los apóstoles no es una realidad fija y estática, sino dinámica y progresiva; la primacía y la mayor amplitud del Reino de Dios y de sus bienes respecto a la Iglesia. La prioridad asignada al misterio de la Iglesia respecto a sus realidad institucional etc... El concilio redefinió sustancialmente la conciencia eclesial poniéndola en estado de continua tensión entre aspectos complementarios que no es posible descuidar, tales como la palabra de dios y los signos de los tiempos, Iglesia institución e Iglesia comunión, Iglesia comunión e Iglesia servicio, Iglesia universal e iglesias locales, unidad y catolicidad, jerarquía y fieles, primado y episcopal, obispo y sacerdotes, consagración y misión, testimonio y servicio , fe y compromiso histórico, persona y comunidad, autoridad y obediencia, libertad y orden, carisma e Institución, Iglesia católica e iglesias cristianas, religión cristiana y religiones no cristianas, Iglesia y mundo. NO se puede hacer pastoral, ni como teología ni como praxis, sino se conoce bien la eclesiología del Vaticano II y el Espíritu pastoral que le animó. 1.5 PAUTAS PARA PONER EN PRÁCTICA LA TEOLOGÍA PASTORAL • • El análisis y la interpretación teológico-crítica de la praxis eclesial, considerando los diversos contextos socioculturales actuales. Elaboración crítica de imperativos de fe, llamamientos, valores que afloren del análisis realizado. 11.4 • • • Proyectar a la luz de la fe una estrategia de intervención con miras a lograr los objetivos pastorales, sin olvidar su verificación y rectificación cuando se crea necesario. La adquisición de un método teológico empírico-crítico, propio de las ciencias modernas antropológicas y experimentales pero reconociendo a la fe como componente principal. Tomar en cuenta la interdisciplinariedad pues una reflexión teológico- pastoral seria implica necesariamente la confrontación y el diálogo no solo con las otras disciplinas teológicas, sino también con todas las ciencias interesadas en el mismo campo de reflexión. 2. EN LA IGLESIA-COMUNIÓN Y SUS DIVERSAS CONCRECIONES HAY DIVERSIDAD DE OFICIOS Y VOCACIONES CON EL FIN DE REALIZAR LA MISIÓN 2.1 El ministerio ordenado de la Iglesia Los ministerios consagrados mediante el sacramento del orden que expresan en diverso grado, la presencia sacramental de Cristo, cabeza y pastor son: obispo, presbítero y diácono. • El ministerio del obispo El ministerio principal en la Iglesia particular es el del Obispo principio y fundamento visible de su unidad. Unidad que se hace comunión: entre la comunidad y Cristo, en el seno de la propia Iglesia y entre esta y la Iglesia universal. Comunión vertical en el sentido en el que el Obispo es expresión e instrumento de la comunión entre la comunidad y Cristo: En la persona del Obispo está presente en medio de los creyentes el Señor Jesucristo ( LG 24) Comunión horizontal: El Obispo es expresión y vinculo de unión en el seno de su Iglesia, es el punto de referencia de la fe de los fieles, el centro que unifica sus indicativas. “ Pues los Obispos son heraldos de la fe son doctores auténticos (LG 25) comunidad entre la Iglesia particular y la Iglesia universal: Él, hace presente la comunidad local en la Iglesia universal, y a la vez hace presente a la Iglesia universal en la Iglesia particular (LG 22-23) Actualmente la elección de los Obispos en la Iglesia latina compete al Papa, si bien sus modalidades concretas pueden ser diversas de una nación a otra. En cuanto a la iglesia Oriental el Papa tiene derecho de confirmar a los obispos elegidos, según la tradición oriental, por el sínodo o por organismos similares. La congregación episcopal le confiere al obispo el grado supremo del sacramento del orden (LG 21), y por tanto los oficios de santificar, enseñar y gobernar, que el debe ejercer siempre en comunión jerárquica con el Papa y en comunión con el colegio episcopal, del que se convierte en miembro. La potestad del obispo en su Iglesia particular es originaria, es decir, aneja al oficio; y es propia e inmediata, puesto que los obispos rigen la Iglesias particulares a ellos confiados como vicarios legados de Cristo (LG 27) Las funciones del obispo en la Iglesia particular son tres: • • • Enseñar: el obispo es el maestro de la fe en su Iglesia, dotado de la autoridad de Cristo (LG 25). Santificar: el obispo santifica al pueblo al confiado a través de las celebraciones litúrgicas que preside como sumo sacerdote, del que en cierto modo se deriva y depende la unidad de sus fieles en Cristo (SC 41) Gobernar: los obispos rigen, como vicarios llegado de Cristo, las Iglesias, particulares que se les han encomendado, con sus consejos, con sus exhortaciones, con sus ejemplos, pero también con su autoridad y su potestad sagrada que ejercitan únicamente para edificar su 11.5 grey en la verdad y en la santidad. La potestad de gobierno de que esta dotado el obispo es triple: legislativa, ejecutiva y judicial. Un modo particularmente solemne del ejercicio de ministerio episcopal lo constituye la visita pastoral que el obispo esta obligado a hacer cada cinco años en toda la diócesis. • El ministerio del presbítero El presbítero es configurado con Cristo mediante la consagración sacerdotal, don que marca su vida espiritual como entrega a la caridad pastoral. Es servidor de Cristo presente en la Iglesia, que es misterio, comunión y misión. Su ministerio es esencialmente comunitario y sólo puede ser desempeñado como una obra colectiva, en estrecha unión con el obispo y en comunión con el pueblo de Dios. Su cometido específico queda expresado en las funciones que realiza como sacerdote, profeta y pastor: Función sacerdotal: en toda la acción litúrgica, en la que el sujeto celebrante es la asamblea , pueblo sacerdotal, él actúa in persona Christi y cumple su misión de presidente, como iniciador en el misterio que se celebra y como mistagogo que ayuda a penetrar en él. Función profética: ante su deber de anunciar a todos el evangelio, tiene que ayudar al pueblo de Dios a sentir y expresar esa responsabilidad. Debe garantizar la apostolidad de la Palabra creída y anunciada, y anunciarla de modo creíble y eficaz, con atención a las cambiantes situaciones y problemas del mundo. Función real o pastoral: como signo del amor de Cristo a su Iglesia, se caracteriza por la autoridad, el servicio y el amor, está orientada a la auténtica comunidad cristiana y a la atención de cada uno de los fieles. Ante la variedad de los carismas, está llamado a expresar el ministerio de la síntesis. Su carisma propio es el discernimiento, para moverse a la luz de la Palabra, en una realidad compleja, abierto siempre a la universalidad. • El ministerio del diácono El diaconado es el grado inferior en la jerarquía de los ministerios constituidos a través del sacramento del orden sagrado. Instituido en la primera comunidad cristiana (He6,1-6) tuvo una difusión universal, y una singular importancia entre los siglos III y V. Sus funciones fueron ejercida en parte por laicos. Fue eficazmente reconocido por el Vaticano II (LG 29) manteniendo la ley del celibato como condición para la ordenación de jóvenes idóneos y autorizando al mismo tiempo la ordenación de hombres de edad madura que vivan en el matrimonio (can1009). Es oficio del diácono: administrar el bautismo, conservar y distribuir la Eucaristía, asistir y bendecir al matrimonio en nombre de la Iglesia llevar el viático a los moribundos, leer la lectura del Evangelio en la liturgia de la palabra, instruir y exhortar al pueblo, presidir el culto y la oración de los fieles, administrar los sacramentales, presidir el rito exequial; también se dedican a los oficios de caridad y de asistencia (LG.29.) 2.2 Los fieles laicos de la iglesia En el código de 1917 el laico en la Iglesia era definido todavía como el que no es ni sacerdote ni religioso, como si careciera de una dignidad propia y, aunque en el periodo postridentino se dio cierta exclusión del laico de la vida activa de la Iglesia también es evidente el gran desarrollo del movimiento laical en la Iglesia en la primera mitad de este siglo, así como la formación también de una teología y doctrina sobre la espiritualidad del laico. 11.6 El Vaticano II recogió y enriqueció la reflexión teológica precedente, en una nueva doctrina sobre los laicos y sobre su misión en la Iglesia y en el mundo. Los textos más significativos del concilio son los capítulos II y IV de la LG y el decreto Apostolican actuositatem. El concilio afirma que los laicos realizan la misión de todo el pueblo cristiano en la Iglesia y en el mundo, de la forma que le es propia: buscando el reino de Dios en su trato con las cosas temporales, y ordenándolas según Dios. • La enseñanza conciliar Por nombre de los laicos se entiende a todos los fieles cristianos, a excepción de los miembros que han recibido un orden sagrado, y los que están en estado religioso reconocido por la Iglesia, es decir, los fieles cristianos que por estar incorporados a Cristo mediante el bautismo, constituidos en el pueblo de dios y hechos participes de su manera de la función sacerdotal, profética y real de Jesucristo, ejercen, por su parte, la misión de todo el pueblo cristiano en la Iglesia y en el mundo (LG. 31.) Es una modalidad fundada en el bautismo, que une a Cristo y hace participes a sus tres funciones fundamentales, inscribe en la Iglesia involucra en su misión con una modalidad particular, la secularidad. El concilio distingue en la misión de los laicos un aspecto genérico y otro especifico. A) el aspecto genérico consiste en el hecho de que los laicos, igual que los clérigos y los religiosos están llamados a contribuir a la vida y la fecundidad de toda la Iglesia. Ellos tienen una misión en el interior de la Iglesia antes aún que en el mundo (LG 10). B) El aspecto especifico de la misión de los laicos estriba en que tienen una parte de la misión de la Iglesia que es propia de ellos aunque no exclusiva ( LG. 31 La condición propia del laico es la Secularidad, su vocación es la construcción y restauración del orden temporal según el designio salvífico de dios, entendiendo por orden temporal el conjunto de realidades que son propias del hombre por vivir en le tiempo y en la historia. Los documentos del concilio han dado múltiples indicaciones sobre la misión de los laicos (AA. 1, AG21 Esta misión tiene un carácter de pleno compromiso y de responsabilidad activa, tanto a nivel individual como social, que se funda en el bautismo, en la partición en el sacerdocio de Cristo, en la inserción de su cuerpo místico en sus dones carismáticos y también en la llamada de la jerarquía.( LG.31). Los laicos pueden ejercer el apostolado individualmente o unidos en asociaciones. El apostolado en forma organizada no es obligatorio pero si recomendado por el Concilio. En Apostolicam actuositatem se recuerda la necesidad de la unión de los laicos con la jerarquía y de la coordinación en la actividad pastoral. Pero también el deber del clero de acoger la acción de los laicos, de la estima debida a las formas asociadas de apostolado, así como de la obligación de mantener un debido nivel de la formación de los laicos.(AA 28 31) El sínodo de 1897 sobre vocación y misión de los laicos en la Iglesia y en el mundo, así como a la exhortación apostólica Chiristiriedelesa laici, que les siguió, expone sustancialmente la doctrina del concilio. En cierto sentido la clave de lectura de la exhortación es justamente la urgencia de una nueva evangelización, esa es actualmente referente obligado para tratar de los laicos y que existen problemas abiertos como son. El puesto de la mujer en la Iglesia, los nuevos movimientos surgidos en su interior y los misterios conferidos o por conferir a los laicos, todos estos temas que fueron ampliamente debatidos en el sínodo. • Agrupaciones laicales en la Iglesia El Vaticano II afirmó la libertad para asociarse en grupos religiosos, reconoció a los laicos en la iglesia el derecho de crear y dirigir asociaciones y de inscribirse en las fundadas ( AA 19). El código de derecho canónico, ampliando la perspectiva del concilio reconoce todos los fieles “ el derecho de fundar y de dirigir libremente asociaciones para fines de caridad y de piedad, o bien para favorecer la vocación cristiana en el mundo; y de celebrar reuniones para conseguir en común esos 11.7 mismos fines (can 215), esta ha sido ratificado en la Christifidies laici 29. Estas asociaciones difundidas en todos los continentes han sido estudiadas por los sociólogos de la religión, quienes afirman que su aparente fragilidad no les impide incidir en la sociedad. 2.3 La vida consagrada en la iglesia • Naturaleza de la vida consagrada Jurídicamente se acerca al estado de vida consagrada: A) el que es miembro de una sociedad de vida apostólica, es especial cuando dispones su estatuto la aceptación de los consejos evangélicos con algún vinculo. B) A nivel personal, la mujer permite en manos del obispo “el santo propósito de virginidad” ( can 604); no es religiosa, permanece como seglar, pero es persona consagrada públicamente al margen de cualquier instituto. C) Los miembros de algunas asociaciones de fieles, cuyos estatutos comprobados por la Iglesia establecen la aceptación de los consejos evangélico, viven de hecho una verdadera forma de consagración, aunque no sancionada canónicamente como tal. Para la recta comprensión de este estado de vida, es necesario partir de la consideración de que todos los creyentes están llamados a la santidad, y que esta consiste vivir lo mis perfectamente posible la caridad para con dios y con el prójimo. A todos se les ordena la perfección de la caridad. La practica de los consejos evangélicos es más bien un modo particular de alcanzar la perfección a ala que están todos llamados ( Mt 19,22) • El servicio de los religiosos en la Iglesia El primer servicio y el más preciso que las personas consagradas mediante los votos prestan a la iglesia y al mundo, es el testimonio vivo de la presencia del reino, de su valor de bien supremo en espera de su manifestación. A este servicio y carisma fundamental se han añadido en tiempos diversos otros misterios, que se adaptan a la vida consagrada en los consejos evangélicos, como la oración de intersección por todos los hombres, las obras de misericordia y la promoción humana, la evangelización y la catequesis, la educación de las nuevas generaciones, el desempeño y la vivificación interna de compromisos temporales. • Los religiosos en la pastoral La inserción de los religiosos en la pastoral de una iglesia local y de una comunidad cristiana parroquial lleva consigo otras responsabilidades: A) ante todo es importante el papel del clero diocesano. Los sacerdotes están llamados a apreciar la vocación religiosa por lo que ella expresa, antes por lo que realiza. Conocer los institutos existentes y favorecer sin inserción , promoviendo las vocaciones religiosos. B) Es necesario que las relaciones entre sacerdotes diocesanos y religiosos supere el aspecto preferentemente funcional, convirtiéndose en relaciones interpersonales, humana y apostólicamente significativas. Es indispensable la inserción de los religiosos y religiosas en los organismos de comunión. C) También los fieles deben abrirse a una comprensión de la vida consagrada. 11.8 2.4 El lugar de la catequesis dentro de la vida de la Iglesia • Etapas en el proceso evangelizador La evangelización está estructurada en etapas o fases sucesivas, “ que es preciso abarcar conjuntamente en la unidad de un único movimiento” ( CT,18). Las etapas que configuran el proceso evangelizador de la iglesia son tres. • • • • • La acción misionera que , dirigida a los no creyentes y alejados de la fe, trata de suscitar en ellos la fe y la conversación iniciales. Es la acción típicamente evangelizadora, se sitúa en el despertar del proceso de la fe y va dirigida al mundo de los no creyentes. Por acción misionera se entiende todo lo que la Iglesia vive testimonialmente, anuncia explícitamente y hace por el hombre y su mundo, para establecer el Reino de Dios y para que las personas den su adhesión a Jesucristo y su Evangelio. El elemento más importantes de ala acción misionera es el anuncio explícito del Evangelio9 con palabras y con signos, yo los destinatarios de este primer anuncio son todos aquellos que, por una u otra causa, no viven la Buena Nueva de Jesucristo. La acción catequética que, dirigida a los que han optado por el Evangelio, trata de conducirles a una confesión adulta de la fe. Es una etapa de la evangelización que trata de conducir hasta la madurez de la fe a quienes han optado por el Evangelio o se encuentran deficientemente iniciados en la fe cristiana. Supone la adhesión global al Evangelio de Jesucristo y trata de hacer madurar esa adhesión inicial. Por esos los destinatarios son todos los que vienen de la creencia o de la indiferencia y los que, vinculados a la comunidad cristiana, necesitan una sólida fundamentación de su fe. La acción pastoral que , dirigida a los fieles de la comunidad cristiana, ya iniciados en la fe, trata de que crezcan continuamente en todas las dimensiones de la misma. Se encamina tanto a seguir educando en la fe a los fieles como a hacer de ellos miembros vivos de la vida y de la misión de la Iglesia. La acción pastoral comprende tanto el servicio den la Palabra como la celebración litúrgica y la acción caritativa y social. Si lo propio de la acción misionera es suscitar la fe inicial de los no creyentes o con convertidos, y lo especifico de la acción catequética es fundamentar la fe inicial, lo peculiar de la acción pastoral es la educación y alimentación cotidianas de la fe, con vistas a la comunión y a la misión. Estas tres etapas no indican el orden riguroso y fijo que todo proceso de evangelización ha de seguir en su desarrollo; pero sí manifiestan el orden lógico de ese proceso al mostrarnos la relación estrecha que guardan entre sí las distintas acciones eclesiales. Ahora bien, ¿cómo se sitúa la catequesis dentro de este proceso evangelizador de la iglesia. • La comunidad lugar de la catequesis. La catequesis adquiere su razón de ser y su inspiración más prefunda como parte integrante de la misión evangelizadora de la Iglesia. La catequesis es un momento señalado del proceso total de la evangelización y, como tal, no tiene sentido separado del conjunto de las actividades pastorales y misioneras de la Iglesia. Sin embargo la catequesis no se confunde con otras acciones que preparan( charlas, convivencias...) o siguen a la catequesis ( predicación, celebraciones...) ( cf. CC, 30-35). La catequesis se sitúa entre la actividad misionera, dirigida a los no creyentes, y la acción pastoral, dirigida a los fieles 11.9 cristianos y tiene como tarea preparar para una participación adulta en la comunidad cristiana a todos los que se han convertido inicialmente al Evangelio. La catequesis sigue a la acción misionera y pone los cimientos de la comunidad cristiana para que la acción pastoral que hay que desarrollar en ella pueda obtener todos sus frutos ( CC. 33) • Función propia de la catequesis. En el apartado anterior hemos situado la catequesis dentro de la acción evangelizadora de la Iglesia. Ahora vamos a relacionarla con la amplia tarea eclesial de la educación en la fe, en orden a seguir perfilando su identidad propia. Todas las acciones del proceso evangelizador de la Iglesia contribuyen, de alguna manera, a educar en la fe, a hacer la fe de los cristianos. Esta educación se realiza por medio de múltiples formas y en ámbitos muy diversos: la predicación, la catequesis, la celebración litúrgica, la acción de los cristianos en el mundo, la enseñanza de la teología, etc. todo en la Iglesia, sus diferentes acciones, sus tomas de postura o su propia configuración, educa en la fe a los cristianos. Sin embargo, no todas estas modalidades o cauces de educación en la fe son propiamente catequesis. Cuando se habla de “educación en la fe” se está indicando una serie de acciones mucho más amplias que lo que se indica con la palabra “catequesis”. Esta se encuentra entre aquellas, pero no se confunde con ellas, tiene su propia especificidad que la distingue con carácter propio. Por tanto, decir “ educación en la fe” es afirmar algo más amplio que “catequesis”. De una manera especial, la educación de la fe se realiza por medio de las múltiples formas del ministerio de la Palabra: catequesis, homilía, enseñanza religiosa escolar, enseñanza de la teología, etc. La misión propia de la catequesis es la de fundamentar la acción pastoral de la comunidad cristiana. La catequesis es la escuela básica de la iniciación a la fe, porque contribuye a la construcción de los cimientos de la comunidad cristiana ( CC, 65), mediante una iniciación global y sistemática a las diversas expresiones de la fe cristiana ( cf. CT, 21), a través de un período intensivo y prolongado de formación cristiana integral y básica ( CC, 61). Ciertamente la catequesis es una forma peculiar de educación de la fe y tiene una función propia, de gran importancia. Pero “no debemos atribuirle, ni ella debe apropiarse, más campos y responsabilidades que el suyo propio. Debemos evitar que la catequesis, pretendiendo que lo sea todo termine por perder su identidad dentro de la acción pastoral” (CC,59). Para evitar esta confusión conviene ahora referirse a otras formas de ministerio de la Palabra que guardan con la catequesis una especial vinculación: primer anuncio, homilía, formación cristiana de adultos, enseñanza religiosa escolar, teología, etc. • Otras formas de ministerio de la Palabra 11.10 El primer anuncio, como ya se ha visto, está en el corazón de la acción misionera y trata de suscitar la fe inicial, nunca tenida o hace tiempo apagada. La homilía se sitúa ene l corazón de la educación comunitaria ordinaria y permanente de la fe, en el ámbito de la celebración. La formación cristiana d e adultos en los movimientos y asociaciones apostólicas, representa una formación subsiguiente ala catequesis, de carácter más permanente y más orientada a la finalidad específica que se persigue en esos grupos cristianos. La enseñanza de la teología contempla la “explosión sistemática de las verdades de la fe “ ( DCG, 17) y se centra, supuesta ya la catequesis, en la educación de la inteligencia de la fe. La enseñanza religiosa escolar contempla el hecho religioso y cristiano en diálogo con la cultura , dentro del ambiente y finalidades propias y pleno, aunque presente rasgos que lo aproximen, según los casos, a la evangelización, a la catequesis o a la reflexión teológica. • Actuar en la óptica de la caridad. Afirmada la realidad originaria de la Iglesia como sacramento de la caridad de la SS. Trinidad, se sigue que también su triple dimensión kerigmática, litúrgica y diaconal ha de configurarse como manifestaciones de la caridad. Anuncio a) La dimensión kerigmática: el anuncio. Su núcleo esencial debe ser: “ El hombre es amado por dios. Tal es el anuncio sencillísimo y estremecedor del que la Iglesia es deudora al hombre” ( CL 34). Antes de amar, somos amados. “Amados por el Señor” ( 2Tes 2,13);” en todo triunfamos por la fuerza del que nos ha amado” (Rom 8,37). Esta es la buena nueva, que exige conversación. Las multitudes, debe san Lucas en la narración de la pasión, acuden, miran y se vuelven “ dándose golpes de pecho” (23,48). San Juan expresa de modo muy claro en su primera carta la originalidad de la comunidad cristiana, a la vez que su misión (1,1-4). Todo esto indica la primacía que se ha de dar al anuncio en su fuente teologal y como participación de la misma vida divina al hombre, anuncio en el cual se revela al hombre el sentido último del ser. “ La razón más alta de la dignidad del hombre consiste en su vocación a la comunión con Dios” ( GS 19). La evangelización y la misión son un problema de fe, son el índice exacto de nuestra fe en Cristo y en su amor a nosotros. En este contextos se comprende dónde está uno de los núcleo prioritarios de la práctica pastoral actual, que constituye unos de los mayores retos a los que la pastoral de la Iglesia habrá de dar adecuada respuesta: el de las relaciones correctas entre verdad y caridad, lo que no es más que el replanteamiento, en forma más elaborada y tematizada, de las relaciones entre evangelio y promoción humana. Liturgia. b) La dimensión litúrgica: la celebración. El lugar privilegiado en el que se hace transparente al mundo la primacía de la caridad de Dios es la celebración del misterio de Cristo en la acción litúrgica, de manera especial en la eucaristía, sacramento de la caridad, como incesante afluir de la sobreabundante gracia de dios a la existencia del hombre como culminación y fuente de toda acción eclesial e histórico-social No hay que descuidar nunca el sentido de provocación y contestación que entraña la liturgia. Cantar las alabanzas del Señor, celebrar sus maravillar, glorificarle... son, a los ojos de los increyentes o de los creyentes víctimas de eficientismo, una falta de sentido y una perdida de tiempo. En realidad, el culto es para la Iglesia el momento supremo, en el que proclama públicamente que su fe, esperanza y caridad viene de otra parte, y donde atestigua una eficacia, 11.11 la mistérica, de otro talante que la puramente mundana. A su modo evangeliza, al rechazar la autosuficiencia del homo faber, y le interpela y provoca. En el momento litúrgico es dado descubrir, como en ningún otro, por qué la caridad es virtud teologal: porque asegura la participación en lo que pertenece a Dios, porque Dios es fin y motivo suyo. Servicio c) La dimensión diaconal. Si en la celebración litúrgica, especialmente en la eucaristía, la Iglesia crece y se edifica en la caridad, la Iglesia está llamada a presentarse ante los hombres como signo e instrumento de esa misa caridad, dando testimonio, con su vida, de aquel misterio de amor que ha aceptado por la fe. El mandamiento del amor es un mandamiento-encomienda, no un precepto; se lo designa, en efecto, con el término entolé, que expresa una exigencia de revelación y de gracia, que marca eficazmente toda la existencia cristiana, a diferencia del término nomos, que expresa una ley externa prescriptiva. Si la caridad define, antes que su obrar, el ser profundo de la Iglesia y su realidad más íntima entonces la comunidad cristiana está llamada a realizar un serio examen de conciencia y un auténtico y constante discernimiento. • Superar la disociación Uno de los objetivos pastorales que se han de proceder de forma que la caridad se convierta en clave definitiva de la unidad y del carácter orgánico de la acción pastoral. • Para una mayor unidad. El evangelio de la caridad puede convertirse en el criterio de una mayor unidad orgánica de la vida y la acción pastoral. Es preciso rehacer con amor el tejido cristiano de la comunidad eclesial, reiterando así el principio que unifica las tres dimensión de la vida y de la misión de la Iglesia: evangelizar, celebrar y testimoniar. Es más; desean explícitamente que la caridad se convierta en el alma de una pastoral viva y unitaria. Esto no es sólo un problema de coordinación de sectores y estructuras, sino un problema de personas y de convicción de fe. En lo que concierne a las personas, la operación que hay que llevar a cabo es sobre todo la conversión. Si el principio capaz de rehacer el tejido de las comunidades eclesiales es el amor, resulta evidente que la razón última de la unidad orgánica de la acción pastoral de la Iglesia radica en la misma unidad de la economía salvífica, es decir, del pensar y del obrar divino, en términos de amor y de relación de comunión. Pero la salvación no reside en ser o en hacer comunidad. No se hace comunidad sólo para conseguir, o conseguir más fácilmente, la salvación. No es admisible una lectura meramente instrumental de la comunión-comunidad. La autenticidad de la comunidad sólo cabe definirla sobre el fondo de una doble tendencia: ante todo hacia una fidelidad constante y total a su fundamento, que es Cristo como hecho histórico; y luego hacia el Cristo que viene. Esta doble tendencia es la que funda la misión; es la realidad profunda de la comunión-comunidad lo que preside y constituye la finalidad del sentido misionero. 11.12 Teniendo como fondo estas consideraciones, es posible construir la profunda reciprocidad entre evangelización, celebración y testimonio, y por tanto la unidad pastoral. La evangelización, se la entiende en el sentido de la Redemptoris missio, se entrelaza con la celebración y el testimonio. • Personas más que estructuras Queda el problema de cómo moverse concretamente en la pastoral, de qué hacer. Ya se ha dicho que la principal ósmosis entre las tres dimensiones de la misión de la Iglesia no es cuestión de organización y estructuras, sino primero de mentalidad, y por tanto de personas, si buen es menester una reciprocidad de proyección y operatividad también de las estructuras y la acción. 3. La Evangelización 3.1 Exhortación apostólica “Evangelii nuntiandi” Pablo VI 1975 • El mensaje de Jesús El testimonio que el Señor da de si mismo y que San Lucas ha recogido en su evangelio <<Es preciso que anuncie la Buena Nueva de la Palabra del Reino de Dios>> tiene sin duda un gran alcance, ya que se define en una sola fase toda la misión de Jesús: <<porque para esto he sido enviado>>. Estas palabras alcanzan todo su significado cuando se las considera a la luz de los versículos anteriores en los que Cristo se aplica a sí mismo las palabras del profeta Isaías: “El Espíritu del Señor está sobre sí, porque me ungió para evangelizar a los pobres”. Proclamar de ciudad en ciudad, sobre todo a los más pobres, con frecuencia los más dispuestos, el gozoso anuncio del cumplimiento de las promesas y de la Alianza propuesta por Dios, tal es la misión para la que Jesús se declara enviado por el Padre; todos los aspectos de su misterio –la misma encarnación, los milagros, las enseñanzas, la convocación de sus discípulos, el envío de los doce, la cruz y la resurrección, la continuidad de su presencia en medio de los suyos- forman parte de su actividad evangelizadora. Como núcleo y centro de su Buena Nueva, Jesús anuncia la salvación, ese gran don de Dios que es liberación de todo lo que oprime al hombre, pero que es, sobre todo, liberación del pecado y del Maligno, dentro de la alegría de conocer a Dios y de ser conocido por Él, de verlo, de entregarse a Él. Todo esto tiene su arranque durante la vida de Cristo y se logra de manera definitiva por su muerte y resurrección; pero debe ser continuado pacientemente a través de la historia hasta ser plenamente realizado el día de la venida final del mismo Cristo, cosa que nadie sabe cuándo tendrá lugar, a excepción del Padre. Este reino y esta salvación -palabra clave en la evangelización de Jesucristo- pueden ser recibidas por todo hombre, como gracia y misericordia, pero a la vez cada uno debe conquistarlos con la fuerza- pertenecen a los violentos, dice el Señor –con la renuncia y la cruz, con el espíritu de las bienaventuranzas. Pero ante todo cada uno los consigue mediante un total cambio interior, que el Evangelio designa con el nombre de metánoia, una conversión radical, una transformación profunda de la mente y del corazón. La Iglesia lo sabe. Ella tiene viva conciencia de que la palabra del Salvador: “Es preciso que anuncia también el reino de Dios en otras ciudades” – se aplica con toda verdad a ella misma. Y por su parte ella añade buen grado, siguiendo a San Pablo: “Porque, si evangelizo no es para 11.13 mí motivo de gloria, sino que se me impone como necesidad. ¡Ay de mi, si no evangelizara!. Evangelizar constituye en efecto, la dicha y vocación propia de la Iglesia, su identidad más profunda. Ella existe para evangelizar, es decir; para predicar y enseñar, ser canal del don de la gracia, reconciliar a los pecadores con Dios, perpetuar el sacrificio de Cristo en la santa misa memorial de su muerte y resurrección gloriosa. • La evangelización y la cultura Evangelizar significa para la iglesia llevar la Buena Nueva a todos los ambientes de la humanidad, y, con su influjo, transformar desde dentro, renovar a la misma humanidad: “He aquí que hago nuevas todas las cosas”. ...Para la iglesia no se trata solamente de predicar el evangelio en zonas geográficas cada vez más vastas o poblaciones cada vez más numerosas, sino de alcanzar yk transformas con la fuerza del evangelio los criterios de juicio, los valores determinantes, los puntos de interés, las líneas de pensamiento, las fuentes inspiradoras y los modelos de vida de la humanidad, que están en contraste con la Palabra de Dios y con el designio de salvación. ... Lo que importa es evangelizar –no de una manera decorativa, como con un barniz superficial, sino de manera vital, en profundidad y hasta sus mismas raíces- la cultura y las culturas del hombre en el sentido rico y amplio que tienen sus términos en la Gaudium et spes, tomando siempre como punto de partida la persona y teniendo siempre presentes la relaciones de las personas entre sí y con Dios. El Evangelio y, por consiguiente, la evangelización no se identifican ciertamente con la cultura y sus independientes con respecto a todas las culturas. Sin embargo, el reino que anuncia el Evangelio es vivido por hombres profundamente vinculados a una cultura, y la construcción del reino no puede por menos que tomar los elementos de la cultura y de las culturas humanas. Independientes con respecto a las culturas. Evangelio y evangelización no son necesariamente incompatibles con ellas, sino capaces de impregnarla a todas sin someterse a ninguna. La ruptura entre Evangelio y cultura es, sin duda alguna, el drama de nuestro tiempo, como lo fue también en otras épocas. De ahí que hay que hacer todos los esfuerzos con vista a una generosa evangelización de la cultural, o más exactamente de las culturas. Estas deben ser regeneradas por el encuentro con la Buena Nueva. Pero este encuentro no se llevará a cabo si la Buena Nueva no es proclamada. • La evangelización y la promoción humana Entre evangelización y promoción humana –desarrollo, liberación- existen efectivamente lazos muy fuertes. Vínculos de orden antropológico porque el hombre que hay que evangelizar no es un ser abstracto, sino un ser sujeto a los problemas sociales y económicos. Lazos de orden teológico, ya que no se puede disociar el plan de la creación del plan de la redención que llega hasta situaciones muy concretas de injusticia, a la que hay que combatir y de justicia que hay que restaurar. Vínculos de orden eminentemente evangélico como es el de la caridad; en efecto, ¿cómo proclamar el mandamiento nuevo sin promover, mediante la justicia y la paz el verdadero, el auténtico crecimiento del hombre? 11.14 Nosotros mismos lo indicamos al recordar que no es posible aceptar “que la obra de la evangelización pueda o deba olvidar las cuestiones extremadamente graves, tan agitadas hoy día, que atañen a la justicia y la paz en el mundo. Si esto ocurriera, sería ignorar la doctrina del Evangelio acerca del amor hacia el prójimo que sufre o padece necesidad”. 3.2 Documento final de la IV Conferencia del Episcopado Latinoamericano en Santo Domingo. 1992 • La nueva evangelización La Nueva Evangelización tiene como finalidad formar hombres yk comunidades maduras en la fe y dar respuesta a la nueva situación que vivimos, provocada por los cambios sociales y culturales de la modernidad. Ha de tener en cuenta la urbanización, la pobreza y la marginación. Nuestra situación está marcada por el materialismo, la cultura de la muerte, la invasión de las sectas y propuestas religiosas de distintos orígenes. ...La Nueva Evangelización tiene que inculturarse más en el modo de ser y de vivir de nuestras culturas, teniendo en cuenta las particularidades de las diversas culturas, , especialmente las indígenas y afroamericanas. Urge aprender a hablar según la mentalidad y cultura de los oyentes, de acuerdo a sus formas de comunicación y a los medios que están en uso. Así la Nueva Evangelización continuará en la línea de la encarnación del Verbo. La Nueva Evangelización exige la conversión pastoral de la iglesia. Tal conversión debe ser coherente con el Concilio. Lo toca todo y a todos: en la conciencia y en la praxis personal y comunitaria, en las relaciones de igualdad y de autoridad; con estructuras y dinamismos que hagan presente cada vez con más claridad a la iglesia, en cuanto signo eficaz, sacramento de salvación universal... • La promoción humana Evangelizar es hacer lo que hizo Jesucristo, cuando en la sinagoga mostró que vino a “evangelizar” a los pobres (Cf Lc 4,18-19). El “siendo rico se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza” (2Cor 8,9). Él nos desafía a dar un testimonio auténtico de pobreza evangélica en nuestro estilo de vida y en nuestras estructuras eclesiales, tal cual como Él lo dijo. Esta es la fundamentación que nos compromete en una opción evangélica y preferencial por los pobres, firme e irrevocable pero no exclusiva ni excluyente. • La cultura cristiana Crecer en el conocimiento de su cosmovisión, que hace de la globalidad Dios, hombre y mundo, una unidad que impregna todas las relaciones humanas, espirituales y trascendentes. Promover en los pueblos indígenas sus valores culturales autóctonos mediante la inculturización de la iglesia para lograr una mayor realización del Reino. Desarrollas la conciencia del mestizaje, no sólo racial sino cultural, que caracteriza a grandes mayorías en muchos de nuestros pueblos, pues está vinculado con la inculturación del evangelio. Para una auténtica promoción humana, la iglesia quiere apoyar los esfuerzos que hacen estos pueblos para ser reconocidos como tales por la leyes nacionales e internacionales. Con pleno derecho a la tierra, a sus propias organización y vivencias culturales, a fin de garantizar el derecho que tienen a vivir de acuerdo con su identidad, con su propia lengua y sus costumbres ancestrales, y de relacionarse con plena igualdad con todos los pueblos de la tierra. 11.15 3.3 Fases de la Evangelización El Concilio Vaticano II describió la dinámica y la sucesión lógica de todo proceso evangelizador en estos términos: testimonio y presencia de la caridad, primer anuncio del Evangelio y Conversión, catecumenado e iniciación cristiana, formación de la comunidad y apostolado. Esto hace que el proceso evangelizador esté estructurado en etapas o fases sucesivas, “que es preciso abarcar conjuntamente en la unidad de un único movimiento” (CT, 18). Las etapas que configuran el proceso evangelizador de la iglesia son tres: La acción misionera que, dirigida a los no creyentes y alejados, de la fe, trata de suscitar en ellos la fe y la conversión iniciales. Esta es la acción típicamente evangelizadora, que se sitúa en el despertar de la fe. Se entiende, por tanto que es todo lo que la iglesia vive testimonialmente, anuncia explícitamente hace por el hombre y su mundo, para establecer el Reino de Dios y para que las personas den su adhesión a Jesucristo y su Evangelio. El kerigma, primer anuncio o predicación misionera. La acción catequética que dirigida a los que han optado por el evangelio, trata de conducirles a una confesión adulta de la fe. Se trata de conducir hasta la madurez de la fe a quienes han optado por el Evangelio o se encuentran deficientemente iniciados en la vida cristiana. La acción pastoral que, dirigida a los fieles de la comunidad cristiana, ya iniciados en la fe, trata de que crezcan continuamente en todas las dimensiones de la misma. La acción pastoral se encamina tanto a seguir educando en la fe a los fieles como a hacer de ellos miembros vivos de la vida y la misión de la iglesia. 4. Mediaciones eclesiales • La Palabra La mediación de la Palabra como mediación profética de la iglesia nos lleva a tener en cuenta tres grandes momentos: La evangelización o kerigma, primer anuncio o predicación misionera. Destinada por lo general a los no creyentes, a fin de suscitar una adhesión a la fe y a la conversión, que debe tener siempre dos referencias precisas: el mensaje evangélico y el hombre con su experiencia existencial. La catequesis que supone la transmisión de la doctrina cristiana que permite conducir hacia la maduración y la celebración del bautismo y luego al desarrollo de la vida bautismal. Predicación litúrgica destinada más bien a la comunidad y a la asamblea cristiana, a fin de hacer vivir la fe, la eucaristía y todas las demás celebraciones litúrgicas. • La liturgia La mediación litúrgica como mediación sacerdotal de la iglesia supone una actualización de la evangelización. Por ello decimos que es: -Acto de todo el pueblo de Dios 11.16 -acto de la iglesia, que no agota toda la piedad personal -acto de la iglesia peregrina, abierta a una adecuación continua -acto de la iglesia única, que legitima el pluralismo dentro de la fidelidad al rito. Esto llevado a que la pastoral litúrgica deba ser un serio compromiso para la comunidad cristiana, como pueblo consciente de su papel activo. Así se ha avanzado mucho en la reflexión sobre los sacramentos, por lo que desde el punto de vista pastoral es necesario tener en cuenta que: - • Si los sacramentos se desvinculan de su nexo indisoluble con la iglesia – sacramento de salvación- degeneran fácilmente en ritos mágicos. Si falta la actitud de fe del que acoge el sacramento, éste permanece inerte. Los sacramentos, signos de la vida entendida como sacrificio espiritual, en el mundo y en la historia, sólo conservan su autenticidad cuando son celebración de dicha vida. Los sacramentos, signos de la gracia presente en el mundo, no son canales exclusivos de la fuerza renovadora del Espíritu, sino signos privilegiados del encuentro con Cristo, fuente de vida. La comunión Junto con la palabra y la liturgia, la Iglesia expresa su misión edificándose como comunidad, signo de la comunión con Dios por Jesucristo en el Espíritu. Esta tercera función o mediación real de la Iglesia se articula en dos aspectos: la edificación de la comunidad cristiana en la comunión (koinonía) y al servicio ( diakonía) En la perspectiva pastoral la relación entre comunión-los bienes misteriosos e invisibles que brotan de la vida trinitaria de Dios- y comunidad- la realidad histórica y visible de la Iglesiaes de un importancia básica. El don de la comunión exige una constante conversación por parte de todos. Lo importante en la comunidad cristiana es crear una mentalidad general de servicio para atender las necesidades concretas y diferenciadas. La Iglesia, llamada a continuar la misión de Cristo, no puede separar el servicio a Dios, en la plenitud de su verdad, y el servicio a los hombres en su totalidad. Su mensaje es el evangelio: la buena nueva del amor de Dios a los hombres, manifestado en Jesucristo. No puede dejar de ser misionera. Hoy no podemos ver la misión como el anuncio del evangelio en países paganos, sino como el dinamismo más pleno – histórico-salvífico- que acompaña siempre a la Iglesia en cualquier ambiente. La acción pastoral debe cultivar la formación de la comunidad, para que conozca y comprenda al misionero, paradigma del compromiso de la iglesia. 11.17 • Una pastoral orgánica y programada La acción de la Iglesia debe ser orgánica y programada en todas sus expresiones. Actualmente se está de acuerdo al respecto: no se puede actuar desordenadamente o de modo sectorial, ni sin fijarse objetivos en consonancia con las situaciones concretas a las que hay que orientar debidamente las diversas intervenciones pastorales. a) Cuando es orgánico el sujeto que lo promueve, o sea, cuando es acción de la Iglesia con aportación corresponsable y diversificada de los sujetos integran: clero, religiosos, laicos, familias. b) Cuando es orgánico el contenido, o sea, cuando se da copresencia y circularidad plena entre palabras, sacramentos y vida. Por tanto, no predominio de un contenido sobre otro, sino integración y sobre todo, circularidad. De la palabra al sacramento y a la vida, para volver de la vida iluminada por la palabra, que se hace celebración. c) Cuando es orgánica la relación con la personas, o sea, cuando se expresa no en una acción genérica y repetitiva, sino en una acción que busca adecuarse a los grados de fe, a las exigencias, a las circunstancias, a las necesidades, a las dificultades de la gente, y por tanto cuando se diversifica y cualifica. d) Cuando la pastoral se relaciona con el territorio y le sirve de acuerdo con el cometido propio de la Iglesia, incluso en un contexto pluralista, dentro del respeto de las legítimas autonomías, en actitud de diálogo y colaboración con cuantos toman a pecho el bien común. e) Cuando está programada, en el sentido que se precisará enseguida, a fin de evitar dispersiones, repeticiones e inadecuaciones a las nuevas exigencias, y un proceder incauto. • Planificación pastoral Hasta ahora se ha usado el término programación en un sentido muy amplio. A menudo se emplean en la literatura pastoral los vocablos proyecto, programa e itinerario como si fuesen sinónimos. Conviene, sin embargo, usarlos en su significado propio, porque evocan tareas y perspectivas distintas. A) Proyectar indica sobre todo una meta, fijarse un objetivo. Es un mirar adelante, un desafío frente al futuro. Proyectar obliga a la Iglesia, en niveles distintos, a considerar su capacidad de estar atenta y de dejarse interrogar por lo que es previsible en la historia, preguntándose qué adaptaciones debe realizar, dentro de la fidelidad a su condición, para desempeñar su misión. B) Programar, en cambio, indica la manera cómo, dentro de un proyecto pastoral, se da un carácter orgánico y un desarrollo ordenado a las acciones pastorales que, en un tiempo determinado, conducen a la realización del mismo proyecto. Recuerda más la estrategia de la acción pastoral, la cual es ciencia y arte a la vez. 11.18 Si se permite la comparación, proyectar en pastoral puede relacionarse con la labro de un ingeniero o arquitecto; en cambio programar, con la de un maestro de obras o un aparejador, que organiza y sigue la ejecución del proyecto. Ambos aspectos tienen no poco en común. Ambos indican la necesidad de no improvisar ni repetir los mismos actos sin preguntarse si responden a las exigencias del momento histórico y de los destinatarios. La práctica pastoral ha de estar atenta siempre a dos lugares teológicos: el hombre y la historia. Lo que los distingue es el diverso ámbito: la programación está dentro de la proyección. En todo caso, interesa afirmar que también para la Iglesia se impone hoy la necesidad de proyectar antes de programar, a fin de que la acción sea eficaz y sirva para la ejecución y el desarrollo del plan de salvación, que es histórico y universal. • Fase de la planificación A) La fase de prognosis o kairológica no es sólo conocimiento y análisis de la situación: ha de entenderse en el sentido que tiene bíblicamente el término Kairós: el tiempo de Dios. Comprende el conocimiento de la situación y del momento histórico, la valoración con la ayuda de la ciencia y de la fe a fin de captar la instancia que el Espíritu Santo le presenta a la Iglesia o a una comunidad cristiana en una coyuntura histórica y a través de ella. Es algo más que ver. Es leer en profundidad, es dejarse interrogar. B) La fase proyectiva, es para nosotros la de los imperativos pastorales que se siguen de la lectura Kairológica de la situación presente, y que impulsa a mirar hacia delante y a proyectar para el futuro. Es enfrentarse con interrogantes muy concretos, que, justamente por estar determinados por los signos del futuro previsibles captados en la lectura sapiencial del presente, piden una respuesta. Proyectar no puede identificarse con el actuar del método ver-juzgar-actuar. Es ante todo un mirar hacia delante, con una mirada de largo alcance, a fin de discernir una dirección, unos objetivos, que habrá que unificar o integrar, y que permitan trazar un recorrido par conseguirlos. Es desplazar la mirada del presente hacia el provenir, intentando discernir proféticamente los cambios posibles, previsibles y más o menos deseables hacia los que se encaminan la sociedad y la religión, y a los que la comunidad cristiana habrá de hacer frente con decisiones pastorales de gran envergadura y de ejecución a largo plazo. C) La fase programática, o también estratégica, indica el modo de pasar de la situación dada a la deseada, traza la proyección. La programación hay que verla, pues, dentro de la proyección pastoral más amplia. Es preciso tener presente las tres fases en los diversos niveles ( iglesias nacionales y diocesanas, comunidades parroquiales) en los que se desea realizar una pastoral orgánica, programada y abierta al futuro. Hay que destacar especialmente las dos primeras cuando nos movemos en grandes áreas. • La programación pastoral 11.19 Una vez precisado que la programación pastoral es la fase operativa y estratégica de la proyección en pastoral, es posible decir algo más concreto al respecto. Su sujeto es la iglesia local a nivel diocesano y en sus expresiones más descentralizadas, como son las parroquias o grupos de parroquias. NO consiste en tomar alguna iniciativa juntos; significa tener objetivos compartidos, que respondan a las necesidades primarias del ambiente; compartir el camino que las lleva a la práctica, valorando todos los recursos disponibles y haciendo converger la pastoral ordinaria con la línea de los objetivos compartidos. Los pasos que permiten realizar una buena programación a nivel local pueden ser los siguientes: La programación pastoral se cualifica a nivel local sobre todo: a) en la elección de tiempos y de modos para alcanzar el objetivo, comprendidas las etapas intermedias. Se trata de hacer elecciones estratégicas con capacidad de escoger, es decir, de omitir algo menos pertinente para dar la preferencia a lo que responde al objetivo escogido; b) en la preparación de agentes capaces de favorecer la realización del camino hacia el objetivo; es quizás la tarea más seria, ya que si no existen agentes pastorales, están de más los programas; c) en compartir los afanes. Para realizar una pastoral programada que sea además orgánica, es menester movilizar todas las fuerzas y la comunión en el obrar; d) en la capacidad de verificar la fidelidad al camino y convergencia en él de todas las fuerzas, no sólo al final, sino también en los momentos intermedios. • La comunicación En la Iglesia no se ha hablado mucho, ni se habla aún adecuadamente, de comunicación. Existe una cierta atención o preocupación por el uso de los nuevos y grandes medios de la comunicación social. Se habla mucho de evangelización, de respeto, de diálogo, de comunidad participada, abierta y acogedora. Sin embargo, para comunicarse no basta recordad el deber primario del anuncio evangélico, no es suficiente la voluntad de respetar a los demás, de practicar a toda costa el diálogo, de cualificar la identidad de la comunidad cristiana. Se requiere gran capacidad para edificar la comunidad en su identidad de signo de comunión y de expresar un proceso correcto de comunicación interna y externa. No existe buena identificación, si falta un proceso correcto de comunicación, y viceversa, no existe una comunicación correcta, si falta un buen proceso de identificación. La identidad de la comunidad cristiana y la comunicación se condicionan mutuamente. a) En la Iglesia hay necesidad ante todo de una comunicación interna en varias direcciones: a) Una comunicación vertical, que es escucha y acogida de la palabra de Dios y de su Espíritu; una comunicación circular que relacione a las personas a través de los hechos de la vida diaria, que una en la complementariedad a todos aquellos a los que el Espíritu hace protagonistas en la Iglesia, que abarque a la autoridad, o sea a los pastores en su relación con la comunidad. b) Luego, hay necesidad de verificar y potenciar la comunicación de la Iglesia hacia el exterior, que se escucha, diálogo, anuncio, testimonio y servicio, comunicación que hoy resulta más difícil por la presencia de agencias y medios de comunicación de masa, a menudo alternativos o en todo caso pluralistas, y que al mismo tiempo obliga a la Iglesia a servirse de los nuevos medios sin renunciar a los propios. Los campos pastorales en los que el problema de la comunicación se deja especialmente sentir son: la liturgia, la predicación y la misión. 11.20 a) La liturgia, dentro de la cual, a la dificultad de la comunicación verbal, se añade la de la comunicación a través de signos, gestos y ritos no siempre directamente comprensibles para la cultura contemporánea. b) La predicación, que además de ser casi siempre unidireccional y, por tanto, no del todo configurable como proceso de comunicación social completa, tiene que enfrentarse hoy con el problema del lenguaje. La misión, porque, además de la dificultad del anuncio al que está ligado el problema de la inculturación, se añade la realidad de nuevos ámbitos(mundo de la cultura, de la economía, de la comunicación de masas, de la informática, de las grandes emigraciones y de los procesos de urbanización, etc.), que interpelan a la presencia y a la acción de la Iglesia de un modo nuevo y urgente. Se trata de ámbitos en los cuales es indispensable saber comunicar en una doble dirección en orden a una acción eficaz ( RM 37). PROCESO SUJETO CONTENIDO DESTINATARIO CRISTO Sacerdote Profeta Rey CUADRO SOBRE LA EVANGELIZACIÓN 3ª ETAPA 1ª ETAPA: 2ª ETAPA COMPROMISO FORMACIÓN ANUNCIO CATEQUÉTICA PASTORAL MISIONERA CATECUMENAL LA IGLESIA: LA IGLESIA: LA IGLESIA: EVANGELIZADOS FAMILIA Y SACRAMENTOS PARROQUIA MINISTROS KERIGMA DOCTRINA HOMILÍA, CRISTIANA PASTORAL NO CREYENTE CREYENTE SIN CREYENTE MADURAR INICIADO IGLESIA Santificación Anuncio y Evangelización Gobierno y Comunión MEDIACIONES Liturgia Palabra Comunión 11.21