GAUCHOS Y LLANEROS EN LA INDEPENDENCIA Elementos para

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EDUARDO PÉREZ OCHOA: GAUCHOS Y LLANEROS EN LA INDEPENDENCIA
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GAUCHOS Y LLANEROS EN LA INDEPENDENCIA
Elementos para un referencial comparativo*
POR
EDUARDO P ÉREZ OCHOA
“No hay verdadero conocimiento, si no se tiene el
sentido de la comparación” (Marc Bloch).
Entre los sectores sociales que en buena parte de la documentación y en
los relatos de los cronistas, se señala como a “gentes de tez oscura, bajos y
mal encarados”, grupos de clase inferiores, compuestos en su mayoría, por
“ladrones y bandidos”, “vagos y mal entretenidos”, “camiluchos y
malandros”, y con otros epítetos despectivos, se encuentran los estereotipados
como gauchos o gauderios. Estos habitantes de la pampa subtropical, así
como sus congéneres, los habitantes de la pampa tropical u Orinoquia, estuvieron presentes en el transcurso de la independencia; su rebeldía e insurgencia regional fue determinante en el proceso bélico-político que condujo a la
conformación de los estados nacionales suramericanos.
Gauchos y Llaneros, étnicamente, fueron grupos y masas de mestizos,
mulatos, zambos o pardos que se movilizaban originalmente en trashumancia, en un espacio que un viajero inglés describía como: “inmensas llanuras
que se extienden hasta donde alcanza la vista, con una superficie cubierta de
pastizales y cardales”1 y otro extranjero, refería como: “una superficie de
apariencia ondulante, casi como el mar en un día de calma”2, a la cual, por
*
1
2
Lectura efectuada en la sesión ordinaria del 24 de mayo de 2005 con la cual su autor tomó
posesión como Miembro Correspondiente de la Academia Colombiana de Historia.
Sr. HEAD, Francis Bond: Memoria sobre la Pampa y los Gauchos (Nichols, the Gaucho). 1923.
pp. 44-45. Citado por Richard Slatta, en: Los Gauchos y el Ocaso de la Frontera, Buenos Aires,
Suramericana, 1985, p. 41.
SLATTA, W. Richard: op. cit., p. 15.
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extensión, se le llama “pampa”, palabra que en la lengua nativa significaba
“llanura”, “estero”.
En ese marco geográfico de infinitos horizontes, evolucionó un hombre
apasionado por la independencia, formador y forjador de “culturas ecuestres”, a las cuales se refirieron algunos científicos y naturalistas, entre ellos
Bouganville, Saint Hilaire, Charles Darwin, y autores anónimos, como el
que desde finales del siglo XVIII predijo su comportamiento político-social
y bélico, al afirmar: “... si estos hombres se agavillasen alguna vez con el
propósito de resistir, sostendrían una defensa rigurosa y costaría mucho llegar a someterlos, porque es un linaje de gente que no le ha visto la cara al
miedo...”3. En realidad, cuando se organizaron en bandas o guerrillas de a
caballo, piquetes montados, no fue posible someterlos, y en los sucesos de
emancipación su valor quedó demostrado, una y otra vez; más cuando
actuaban en su propio medio natural.
Mitre, historiador argentino y actor de los sucesos de nacionalidad e independencia, señaló que San Martín empleó el término de gauchos para referirse
a las “valientes fuerzas patriotas”; otro tanto escribió J. M. Restrepo, historiador colombiano de la posindependencia, quien comentó cómo Bolívar, en términos similares, se refirió a los “valientes llaneros”. Caracterizando ambos
elementos sociales, se subrayó: “... son gente de incomparables jinetes pero
difícilmente se les puede formar en cuerpos regulares. Hacen muy bien la guerra de los cosacos, a los que se les parecen mucho en ciertas cosas”4, entre
ellas, montan, desmontan y disparan desde el lomo de sus caballos.
Esta afirmación comparativa, ciertamente, fue ya advertida por uno de los
memorialistas, quien conceptuó:
Eran hombres extraordinarios a caballo en todas las armas, individualmente valientes, hábiles para dispersarse y volver de nuevo al ataque, con una confianza, soltura y sangre fría que
admiraba a los militares europeos, tanto más jinetes que los
cosacos y mamelucos; capaces de mantener a pie y a caballo un
fuego semejante al de la buena infantería, con excelentes disposiciones para la guerra de guerrillas y sorpresas5.
3
4
5
ANÓNIMO: Crónicas de América. Noticias sobre el Río de la Plata: Montevideo en el siglo
XVIII,Madrid, Ediciones de Nelson Martínez Díaz, Historia-16, 1988, p. 115.
ADAM, Graaner: Las Provincias del Río de la Plata 1816. Informe dirigido al Príncipe
Bernardotte, Buenos Aires, Librería y Editorial El Ateneo, 1949, p. 72.
RIBEIRO, Helio: Literatura Gauchesca Rio-platense, En: Revista do Arquivo da Universidade
de Bahía, vol. III. Salvador, 1954-55. p. 79. Corresponde a una afirmación del General García
Gamba en sus Memorias.
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Encontrándose en el Perú, otro militar de los europeos patentizó su singular identidad, así:
La caballería patriota se componía tal vez de los mejores jinetes
del mundo, los gauchos de las pampas, los guasos de Chile y los
llaneros de Colombia, estaban todos acostumbrados a montar a
caballo desde la edad más tierna... los llaneros nacidos en los
llanos de Colombia (y de Venezuela) no son tal vez menos diestros en el manejo del caballo, pero no son tan airosos como los
gauchos de Buenos Aires o los guasos de Chile6.
Modernamente, un militar e historiador brasileño prosigue la tipificación
de gauchos y llaneros de la época de la independencia; al referirse a sus
costumbres observa:
Sin fe, ni ley constituían un agrupamiento heterogéneo de hombres semisalvajes, cuya alimentación era exclusivamente carne
secada al sol y cargada en tiras bajo la silla para que quedase
salada con el sudor del caballo. Bárbaros sólo conocían el derecho de la fuerza, bravos seguían a los jefes con ilimitada confianza, luchaban instintivamente sin planos, sin preparación o
cosa que permitiese deslumbrar ideas de orden de conexión de
comando... 7.
Concluye su observación sobre: “los elementos sociales que habitan en
las planicies, donde el clima es bueno y la naturaleza pródiga”, al agregar:
“el gaucho es caballero, pomposo y flamante, tan hábil y diestro como el
llanero maneja la lanza con igual pericia y coraje... son, en fin, guerreros
precisos dotados de inaudita bravura y pasmosa astucia...”8.
Pero en donde más demostraron su valor y su “bravura” fue en medios
físicos y sociales, totalmente distintos al de su hábitat u originalidad nativa;
en particular, en la empresa de cruzar los Andes, conducidos, como es sabido, en el norte de suramérica por Bolívar, y en el sur por San Martín, para
concluir con la acertada táctica de converger con fuerzas de línea y fuerzas
irregulares, amalgamadas para actuar en el más empecinado de los reductos
de resistencia proespañolista; esto es, en el altiplano peruano-boliviano.
Movilizaciones con la cuales se consiguió el estratégico objetivo políticomilitar de independencia.
6
7
8
MILLER, Geen Guillermo: Memorias del General Miller, Tomo I, Lima, Ed. Arca, Col. PerúHistoria, 1975.
MONJARDIN, Adelpho Poli: Bolívar e Caxias – Paralelo entre duas vidas, Rio de Janeiro,
Biblioteca do Exército, 1907. pp. 103-104.
MONJARDIN, Adelpho Poli: op. cit., p. 104.
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En dicha campaña, tales fuerzas ecuestres participaron en acciones prácticas de “tira y afloje”, operaciones rápidas de sorpresa, de azar, de confusión; actuaron sin disciplina, guiados más por la “malicia bélica”, con la cual,
y con originalidad, en argucias defensivas y ofensivas, terminaron por desconcertar a las poderosas fuerzas coloniales.
Las dos figuras libertarias, para la mencionada empresa, se apoyaron en
los hijos de las sabanas y de los esteros. San Martín y Belgrano, a más de las
fuerzas regulares, reunieron las irregulares de los gauchos rasos de la pampa
central y las del noroeste argentino que acaudillara Güemes; concentraron,
entre Jujuy, Salta y Tucumán, a más de 4000 gauchos, en su mayoría, provistos de lanzas, sables y el arma indígena de las “boleaderas”; todas esas fuerzas insurgentes, con destino a Chile y al Perú. Esto, mientras que Bolívar y
Santander, del Apure a Arauca y Casanare, concentraron un equivalente de
llaneros organizados, originalmente por Páez en Venezuela, y por Galea y
Nonato Pérez en la Nueva Granada, con destino a las capitales de los
virreinatos de la Nueva Granada y del Perú.
El hecho histórico de la travesía de los Andes se presenta, a propósito, para
parangones; valga decir que se pueda comparar con el paso de los Pirineos,
por Aníbal. Mas, para encontrar analogía entre las mismas fuerzas bolivarianas
y las sanmartinianas valga, también, la apreciación de que los ejércitos de Bolívar, así mismo, provenían de organizaciones irregulares, gestadas y maduradas en la pampa tropical. Con ellas, en un riguroso invierno, cruzó los Andes y,
al igual que San Martín, lo hizo por donde menos era esperado; llegó al altiplano cundiboyacense, en donde se dieron las dos batallas de campo abierto, que
sellan la independencia de esta parte del continente. Un historiador del Río de
la Plata reflexiona, y sobre esta relación escribió, así:
Por eso el único paso de montaña comparable bajo este aspecto
con el de los Andes meridionales por San Martín, aunque sea
una de sus consecuencias es el de Bolívar dos años después
(años de 1819), a través de los Andes ecuatoriales que dio por
resultado la victoria americana de Boyacá, complemento de las
de Chacabuco y Maipú (año de 1818) y la reconquista de la
Nueva Granada, complemento de la de Chile al sur9.
Ciertamente, Chacabuco y Maipú, en la campaña trasandina, son el equivalente teórico-práctico de las batallas del Pantano de Vargas y del Puente de
Boyacá. Esas jornadas prepararon el contundente encuentro de Ayacucho,
pero, para efectos de comparación con lo sucedido en el altiplano central de
9
MITRE, Bartolomé: op. cit., p. 506.
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1819-Patriotas en los Llanos. Óleo de J.M. Zamora (1910).
Galería de la Academia Colombiana de Historia.
Medalla de Oro, Exposición del Centenario.
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la Nueva Granada, conviene recordar que la caballería irregular de llaneros,
conducidos por Rondón, decidió el importante encuentro de armas en el Pantano de Vargas, con el que se condicionó el éxito de la batalla del Puente de
Boyacá, así como en el altiplano peruano-boliviano el trascendente encuentro de Junín, condicionó el éxito del presentado en Ayacucho.
En Junín, las fuerzas ecuestres, provenientes de la pampa y los llanos,
articuladas en las montañas y en las punas, bajo y alto peruanas, con la de los
campesinos, “alzados” o insurrectos, decidieron la refriega; sobre ese particular veamos el relato realizado de un académico adscrito a ese medio: “Cuando la batalla militarmente estaba perdida para los independientes, los húsares
formados por aguerridos montoneros e indios a caballo, cuyo mando era
ejercido por el comandante de guerrilla Manuel Isidoro Suárez..., salieron de
su escondite y cargaron violenta y exitosamente contra el blanco enemigo”10.
Ahora bien, uno de los puntos esenciales que, nos parece, no se ha revelado suficientemente en el norte, como en el sur de la América meridional, en
la actividad político-militar de Bolívar y Sucre como la de San Martín,
Belgrano, Güemes y otras individualidades heroicas, es el de ser capaces de
canalizar esas fuerzas espontáneas, dándoles mayor eficacia y coherencia,
en la evolución de la guerra en sus tres fases: la de guerrillas o partidas, la de
movimiento, y la de posiciones, hasta hacer sucumbir el aparato bélico de los
peninsulares, objetivo alcanzado, finalmente, con las jornadas ya mencionadas, después de las cuales, como se sabe, el Virrey Lacerna debió firmar la
capitulación y entregar las posiciones del último baluarte de la resistencia
procolonialista; con ello, se dio paso a una nueva sociedad y a una nueva
economía, en el desarrollo político e histórico suramericano.
Razón se tiene cuando, en lo puramente bélico-operacional, se afirma: “el
arma de la caballería decidió la guerra”, pues así queda demostrado con los
triunfos ya referidos, los que se lograron con las fuerzas insurgentes,
extractadas dominantemente de los sectores populares provenientes de la
Orinoquia y de la región rioplatense. Sectores sociales y fuerzas ecuestres
que, indudablemente, contribuyeron al surgimiento del Estado de derecho.
Al respecto del usufructo de esos Estados liberales y de derecho, por parte de los sectores populares de gauchos y llaneros, éstos, no obstante haber
sido el garante material del proceso de independencia, en la nueva legislación, quedaron al margen de las prebendas políticas y aun de los elementales
derechos civiles, pues como lo señala J. Lynch: “... no fueron incluidos en la
10 PINEDA R., Virgilio: Historia Social y Económica de la Colonia, Lima, 1970 (s.c.), p.118.
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nación ...[porque] la nación fue una nación criolla, no una nación popular:
sus instituciones estaban designadas para proteger a los intereses criollos y se
identificaba a éstos con la República Constitucional”11. Desde luego, las constituciones del norte y del sur de la América meridional “al imponer restricciones a los analfabetas y no propietarios, privaban a la masa del pueblo del
derecho de votar, y la defensa de la Constitución, se convirtió no en un proceso de extender la participación sino de restringirla y de prohibir que otros
grupos sociales se uniesen a la nación política”12.
En relación con la participación política, es evidente un notable paralelismo entre el proceso de la Gran Colombia y el de los países del extremo
meridional de América; se pueden advertir delineamientos institucionales,
fundamentados en principios liberales excluyentes en cuanto a la participación política de los sectores populares. En este aspecto, conviene mencionar que en la zona norte, la constitución de Cúcuta de 1830 reflejó el poder
de la aristocracia y oligarquía criolla. De dicha Carta, emanaron disposiciones que estipulaban las condiciones civiles para ser elector, así: un hombre debía tener 23 años, saber leer y escribir, ser dueño de propiedades con
renta significativa, tener una profesión u oficio con ingresos superiores a
ciento cincuenta pesos. Esos requisitos económicos y sociales, si bien es
cierto, a la vez condicionaban a la élite criolla para contribuir con determinado porcentaje de sus ganancias, destinado a sostener el funcionamiento
del nuevo Estado, también hicieron que las clases desposeídas, no quedaran exentas del pago de antiguos y nuevos impuestos, pues debían aportarlos hasta la edad de los cincuenta años. Esto fue la resultante de la política
tributaria, derivada y elaborada con base en “la influencia directa e indirecta de un régimen fiscal español familiarizado con instituciones inglesas y
norteamericanas” 13.
El mencionado Congreso, en su artículo primero, además, establecía: “... no
podrán ser destinados al servicio por ninguna clase de persona sin pagar el
correspondiente salario”14. Tal tópico, en lo relacionado con indios y mestizos, apuntaba a controlar el mercado de la virtual y potencial fuerza de trabajo, la cual se encontraba en “tránsito” hacia un sistema de producción
11 LYNCH, John: Los Caudillos de la Independencia: Enemigos y Agentes del Estado-Nación,
En: Revista Repertorio Boyacense. Órgano de la Academia Boyacense de Historia. No. 316. Año
LXVIII, agosto 1984, Tunja, p. 31.
12 Idem. p. 31.
13 CRUZ SANTOS, Abel: Economía y Hacienda Pública, En: Historia Extensa de Colombia.
Tomo I, Vol. XV, Bogotá, Lerner, 1964. p. 284.
14 Ídem. p. 288.
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agropecuario basado en el peonaje. En el medio rioplatense, las condiciones
para adquirir derechos de ciudadanía eran parecidas a las de la Gran Colombia: “En la Argentina la ley electoral de 1821 estableció el sufragio universal
para los hombres pero... no había espacio político para los gauchos y los
sectores populares”15; sin embargo, éstos sí tenían obligaciones tributarias.
Tampoco había “espacio político” en la naciente república Oriental del
Uruguay, donde la aparente:
Constitución liberal era un documento socialmente conservador
que estaba lejos de las ideas de Artigas. Hablaba de un gobierno
representativo, pero en él sólo estaba representado un pequeño
sector de la sociedad. Ciertas categorías, comprendidas aquellas
que habían soportado el peso del servicio activo de la guerra de
independencia, fueron especialmente excluidas del sufragio,
peones, vaqueros, trabajadores asalariados, soldados rasos y vagabundos. Un término lo suficientemente vago como para cubrir la totalidad de la población gaucha...16.
Se trataba de una población representada por “el hombre común” de las
praderas mitificado, a veces, en lenguaje figurado, con el apelativo personificador
del gaucho. Protagonista principal, como nos permitimos ratificar, de las guerras de independencia quien, seguidamente, desempeñó un papel decisivo en
las siguientes confrontaciones civiles. Elemento social no abstracto, sino concreto, del cual un literato del siglo pasado, según lo anota Slatta, reaccionando
en su favor, sustanció su devenir y situación histórica, al expresar: “no había
aprendido a trabajar mucho porque había tenido que pelear mucho; no estaba
acostumbrado a regar la tierra con el sudor de su frente porque durante mucho
tiempo lo había regado con la sangre de sus venas”17.
Respecto de sus congéneres, o equivalentes teóricos y prácticos, existentes en los Llanos de la Gran Colombia, el gobierno emitió decretos
tendientes a sojuzgar sus reacciones manifiestas en “bandas y pandillas”.
Se encontraban, igualmente, como los de la Pampa, en miseria y
desubicados de la producción pecuaria concentrada en los “hatos” (equivalentes de las estancias); en estos, robaban ganados, caballos y enseres
de los ranchos, también chinas o mujeres; además, asaltaban caminos y
saqueaban poblados. Para controlarlos, se creó un aparato represivo es15 LYNCH, John: Los Caudillos de la Independencia: Enemigos y Agentes del Estado-Nación”,
En: Repertorio Boyacense, citado p. 31.
16 SLATTA, Ricardo W: Los Gauchos y el Ocaso de la Frontera, Buenos Aires: Suramericana,
1985. Pp. 242-243.
17 Ídem.
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pecializado: “la institución de la policía general, que hizo bien moralizando a los esclavos, disminuyendo los vagos y acosando las guerrillas o
a sus partidarios...”18.
A las partidas armadas o agrupaciones de vagos, estigmatizados con los
términos de “bandidos del llano”, se les atribuye buena parte de las depredaciones de guerra y posguerra, período en el que, según lo anotado por un
investigador, en solo una comarca: “Estos hatos contaban entonces con más
de 30.000 cabezas de ganado vacuno y más de 5.000 yeguas y caballos; a
los doce años no había 500 cabezas, destrucción cometida por los [llaneros]
que proclamaban libertad e independencia para robar impunemente...”19. Por
esta y otras razones, se les perseguía y extinguía como a delincuentes.
Llaneros y gauchos, en sus respectivos medios geográficos, hicieron parte “de los individuos que no lograron una ocupación estable y se convierten
en un problema estructural...”20. Cuestión, como ya ha sido elucidado,
ubicable en la larga etapa de dependencia ibérica, advertida y continuada en
el período nacional, en el cual se confirmó su situación de persecución y
penuria: “para el llanero y el gaucho los años después de la independencia
fueron aún más duros que antes... las leyes republicanas, las ordenanzas de
los Llanos de Venezuela, los decretos de Rivadavia, de Rosas en la Argentina, atacaron la vagancia y la organización de la población rural”21. Dirigentes y otros caudillos, no obstante considerar a la población de las planicies
como “facciosos, montaraces”, por los imperativos o necesidades de la guerra, debieron tolerar o aceptar su condición social cuya realidad evolutiva en
la Orinoquía se iba perfilando en la “progresión de llanero a vago, a bandido,
a guerrillero”22, mientras en el área del Río de la Plata, tendieron a canalizar
la espontaneidad guerrera de los gauchos; se procuró hacer de ellos: “el material ideal para la movilización militar... –y a la manera de los llanos grancolombianos– los gauchos fueron transformados fácilmente en guerrilleros,
bandoleros, o montoneros”23.
18 RESTREPO, José Manuel: Historia de la Revolución en Colombia, Tomo VI, Medellín, Bedout,
1969, pp. 318-319.
19 Ídem, pp. 318-319.
20 CARDOSO, Ciro F.S., PÉREZ, Brinoli H: Los métodos de la Historia. Introducción a los
problemas, Métodos y Técnicas de la Historia Demográfica, Económica y Social, México,
Crítica, Grupo Grijalbo, 1976, p. 326.
21 LYNCH, John: Los Caudillos de la Independencia: Enemigos y Agentes del Estado-Nación,
En: Repertorio Boyacense, citado, p. 16.
22 Ibídem, pp. 18-19.
23 Ibídem, pp. 17.
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Desde esas condiciones de insurgencia, fue utilizada políticamente su fuerza,
según las circunstancias y conveniencias de las clases dominantes respectivas,
pues como lo señalara un autor inglés, basado en Sarmiento: “el uso de las fuerzas populares no significó objetivos populares”24, ni sus movilizaciones, generadas por causas diversas, tendieron, con contadas excepciones, como las del agrarista
Artigas, a transformarlos socialmente. En esto último sólo evolucionarán, laboral
y radicalmente, a mediados de siglo, coincidiendo con la desaparición del ganado cimarrón, y la extinción, en la Pampa abierta, de los pastos y propiedades
comunales. Esto, según los enfoques económicos, culminó con la implantación
del “alambrado” y, con ello, la culminación del proceso de “domesticación del
gaucho”, quien transitó a jornalero de sabana, a peón de brega que, a más de las
labores pedestres de empalizar o de roturar praderas, en la estancia evolucionada,
estará dedicado a cuidar ganados, faena en la cual debe poseer destreza para
montar a caballo, enlazar, arrear y apartar bovinos indómitos.
La nueva ubicación laboral del descendiente del gaucho rioplatense responde a la dislocación de la continuidad colonial, a la ruptura de la
fundamentación económica, proyectada y mantenida hasta entonces; pues,
como ya fue dilucidado por una historiadora: “la producción de toda la
zona que hoy forma Argentina y Uruguay, no sufre alteraciones estructurales desde la colonia española hasta mediados del siglo XIX”25, época en la
cual se agudizó la pugna entre fórmulas proteccionistas y librecambistas,
derivándose de su dinamización, en los países del extremo sur, como en los
del resto de Iberoamérica, la segunda fase de revolución liberal; o sea la
económica, que entre sus efectos, consecuenció la desaparición de gauchos y llaneros, grupos sociales a quienes en el primer liberalismo, debido
a la monopolización de los instrumentos de poder por parte de los criollos,
no se les permitió participar de los usos o beneficios del gobierno. Lo anterior, no obstante que, por las vías irregulares y luego convencionales de
guerra, habían contribuido para el triunfo del sistema moldeado por los
Estados nacionales en formación.
Si como lo enseñara Marc Bloch: “Las leyes de las trayectorias valen para
la derrota y la victoria”26, podría decirse que los dos grupos culturales, expresados en pequeñas y grandes partidas de las masas ecuestres que se batían
por su existencia, en esta parte del continente, tuvieron trayectorias paralelas,
24 Ibídem, p. 17
25 TORRES, Haydée Gorostagui de: “El Virreinato del Río de la Plata”, En: Historia Integral
Argentina. Vol. I “Col. El País Nuevo”. Edición Citada, p. 302.
26 BLOCH, Marc: Introducción a la Historia, México, Fondo de Cultura Económica, 1969, p. 157.
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hasta la victoria que consagró la soberanía en las diversas naciones. Empero,
debe aclararse que, para la élite, en el concepto de Nación, o de lo nacional,
sólo se incluían los intereses de los gobernantes o de los grupos de las clases
por ellos representadas.
La afirmación de Bloch es válida también para entender la derrota de los
grupos y de la masa social informe, constituida por quienes fueron los pioneros y la carne de cañón en la guerra de independencia, de los que sólo quedó
el esbozo de su acontecer histórico. Afirmamos lo anterior pese a la existencia de trabajos de “rescate”, elaborados con rigor histórico, compendiados
hasta el presente, incluidos los de contenido literario, o sea aquellos que han
tratado de llevar al reino de la poseía o de la prosa verdades histórico-sociales; retórica con la que han querido historiar las movilizaciones de los hijos
de “pajonales bañados”, quienes cruzando ríos, chaparrales y desiertos de
arenas, desbordando leguas y leguas, fueron de las vastas llanuras que se
extienden hasta perder de vista, a las serranías y sierras, a los horizontes
arrugados, a las montañas de los “arcanos majestuosos”; allí donde en la
bruma, “los árboles van a las nubes”, cerca a las cuales, llaneros y gauchos,
con “puño firme” determinante, contribuyeron a imprimir el sello enalteciente
de libertad, íbero, afro e indoamericana.
Para terminar, cogitemos algo de esas verdades expresadas, entre otros,
por Darbyshire quien, en cierta forma, describiendo a “La desdichada vida y
muerte del Gaucho durante el Siglo XIX”27, apuntó a sus realidades; de ellas,
en lo más concreto, puede su análisis aplicarse, igualmente, a los llaneros.
Parafraseando al prosista señalado, podríamos concluir: “... vencidos en realidad, gauchos y llaneros, aún cabalgan por las planicies románticas, como
mitos idealizados y símbolos políticos...”28.
Finalmente, dirigiéndonos a los humanistas y tratadistas sociales, a los
pioneros de la Ciencia aquí presentes, y a los ausentes, aseveraríamos que
aún no se ha indagado suficientemente el quehacer histórico de ninguno de
estos dos tipos humanos de elocuente similitud que, en su tierra púrpura pincelada de verde naturaleza, recibieron, hicieron florecer y proyectaron en los
Andes la herencia de las virtudes indígenas, negras, pardas y mestizas, expresadas, esta vez, en democracia insurgente, en rebeldía anticolonial,
27 SLATTA, Richard W. Op. cit. p. 85. Para ensayos de historia comparada, véase del mismo autor:
Cawboys and Gauchos, The Américas 33, Marzo 1961; Gaúcho and Gaucho: comparative
socieconomic and demographic change in Rio Grande do Sul and Buenos Aires Province,
1969-1920”, En: Estudios Iberoamericanos, diciembre 1980.
28 Ídem, p. 85.
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disorgánica y orgánica, identificadora del modo de ser de esos “caballeros
andantes”, participantes activos en el devenir de las repúblicas consolidadas,
entidades que, en prospectiva integradora, han de superar la historia nacional
y, más allá de las fronteras físicas, políticas y sociales, han de fundamentar y
construir una “Patria Fraterna y Grande, Suramericana”.
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