El SIDA: derechos de patente contra derechos del - ESCR-Net

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SIDA: derechos de patente frente a derechos del paciente
The Lancet, Volumen 356, Número 9228
5 de agosto de 2000
Tras el descubrimiento de las terapias combinadas de antirretrovirales, que ha supuesto
transformar la infección por VIH de una sentencia de muerte a una enfermedad crónica,
la utilización de estas combinaciones se ha extendido ampliamente en los países más
desarrollados, y la mortalidad relacionada con el SIDA en Europa y los Estados Unidos
ha disminuido en más de un 70%i. En los países menos desarrollados - donde vive el
95% de personas con VIH - los últimos 4 años han sido completamente diferentes,
caracterizándose más por la muerte y el trastorno social que por la esperanza y el
tratamiento. El acceso a los medicamentos para tratar el SIDA en los países menos
desarrollados fue un tema central durante la conferencia Internacional sobre SIDA
celebrada en Durban, Sudáfrica, el mes pasado (del 9 al 14 de julio).
No resulta realista proponer que todos los afectados por el SIDA en los países menos
desarrollados sean tratados de inmediato con una terapia combinada de antirretrovirales.
En los países más pobres hay que hacer esfuerzos enormes incluso para ofrecer el
tratamiento más básico para infecciones oportunistas. También se necesitan estructuras
sanitarias adecuadas y personal formado y comprometido. Pero decidir que el foco de
atención debe dirigirse a actividades como la prevenciónii significa sencillamente
abandonar a los cerca de 30 millones de personas con VIH/SIDA en los países pobres.
También se hizo referencia al coste-beneficio: prevenir la transmisión vertical resultaría
económicamente beneficioso para países sin recursos, no lo sería en cambio una
medicación de por vida iii con antirretrovirales. En tales circunstancias, el precio de los
medicamentos - el tema real del debate - pasa a ocupar un segundo plano. Y más aún,
sin tratamiento no hay esperanza y por tanto pocas razones para hacerse un test de VIH.
Se puede esperar que aumentando el acceso al tratamiento se refuercen las actividades
de prevención. Desafortunadamente, el elevado precio de los medicamentos a menudo
limita cualquier acción o voluntad de actuar.
Y este elevado precio, actualmente alrededor de los 10.000 dólares para una año de
terapia triple, resulta difícil de justificar. La zidovudina fue sintetizada por primera vez
en 1964. La mayoría de las investigaciones que probaban la eficacia del medicamento
como antirretroviral fueron realizadas por en National Institute of Health de los Estados
Unidosiv. No obstante, Glaxo Wellcome, tras haber obtenido la patente de la zidovudina
para el tratamiento del SIDA, comercializó el medicamento en 1987 como uno de los
más caros nunca vendidos. 13 años más tarde, el medicamento continúa sin ser
asequible para la mayoría de personas con SIDA, tendrán que esperar otros 5 años antes
de que expire la patente.
La historia se repite con otros antirretrovirales. A menudo descubiertos por laboratorios
públicos, desarrollados en periodos de tiempo relativamente cortos por medio de
ensayos clínicos financiados con fondos públicos, y vendidos posteriormente a precios
elevados. Los institutos de investigación públicos han invertido mucho dinero en
financiar el desarrollo de antirretrovirales, incluyendo el de la didanosina, el abacavir, la
estavudina, la zalcitabina y el concepto de inhibidores de la proteasa. Los investigadores
al comparar el tiempo que se tardaba en aprobar los medicamentos para el SIDA se
dieron cuenta de que los antirretrovirales eran aprobados en una media de 44,6 meses,
cerca de la mitad de los 87,4 meses de media para la aprobación de otros
medicamentos.v Las patentes para la didanosina, la estavudina y la zalcitabina están en
manos de autoridades públicas, pero los derechos de comercialización han sido cedidos
con exclusividad a compañías privadas. De esta forma, la explicación frecuente de la
industria para justificar sus altos precios - que la investigación y el desarrollo son
procesos largos y costosos - aquí pierde toda validez. No hay nada que explique por qué
las compañías farmacéuticas cobran tanto excepto el hecho de que sus productos fueron
comercializados inicialmente en los Estados Unidos, un país rico sin control de precios.
Desgraciadamente para la gran mayoría de los 34 millones de infectados con el VIH en
todo el mundo, las compañías farmacéuticas imponen los precios norteamericanos al
resto del planeta.
Las donaciones y los descuentos ignoran el tema de los precios justos y equitativos. El
11 de mayo cinco grandes compañías farmacéuticas anunciaron bien alto que harían
substanciales descuentos en los medicamentos para el SIDA. La rebaja sugerida (85%)
es extremadamente modesta en comparación con la reducción de precios que ya existe
para las vacunas y los anticonceptivos orales. Han pasado tres meses, los detalles y
compromisos todavía se están discutiendo, pero los medicamentos no han llegado a los
pacientes.
El rechazo o reticencia de las compañías farmacéuticas para reducir considerablemente
sus precios en los países pobres naturalmente atrae la atención sobre su monopolio del
mercado a través de las patentes. Los países menos desarrollados que forman parte de la
Organización Mundial del Comercio (OMC) tienen como límite hasta el año 2006 para
adoptar las leyes de propiedad intelectual que aseguran 20 años de protección de patente
para los medicamentos. Dado que este acuerdo no es retroactivo, existen fuentes
genéricas de antirretrovirales provenientes de países que no respetaban las patentes antes
de entrar en la OMC. En estos países, como siempre ocurre cuando hay competencia de
mercado, los precios bajan.
La producción de antirretrovirales genéricos en India (zidovudina, estavudina,
lamivudina y neviparina) y en Tailandia (zidovudina, estavudina, y didanosina) ha
incrementado el acceso a tratamiento. Brasil ha podido permitirse dar una terapia
combinada a 90.000 afectados de SIDA gracias a que la competencia de genéricos ha
reducido los precios de los antirretrovirales en más de un 70% durante los últimos cinco
años. Los países menos desarrollados que no pueden permitirse producir sus propios
antirretrovirales podrían importarlos de Brasil, India o Tailandia (a través de licencias
obligatorias si están patentados), pero generalmente no lo hacen frenados por la presión
que sobre ellos ejercen la industria farmacéutica y los gobiernos occidentales.
La diferencia entre las perspectivas de las personas con SIDA en países occidentales y
las que viven en países menos desarrollados convierte el problema del acceso a los
tratamientos del SIDA en algo más que un preocupación médica. Esta diferencia
constituye también una tema social, económico, moral y político. La cuestión del
tratamiento del SIDA lleva a una reflexión más amplia acerca del equilibrio entre los
intereses públicos y los privados, entre los derechos de patentes y los derecho de los
pacientes.
El acceso a la asistencia sanitaria y al progreso de la medicina como derecho humano es
un reto que el SIDA plantea a la humanidad. Ya no resulta moralmente aceptable debatir
sobre si deberían proporcionarse o no antirretrovirales. Ahora deberíamos sólo
preocuparnos por cómo conseguirlos en un periodo de tiempo lo más breve posible.
Pierre Chirac, Tido von Schoen-Angerer, Toby Kasper, Nathan Ford.
Campaña de acceso a medicamentos esenciales, Médicos Sin Fronteras.
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