POSIBILIDAD DE VIRAJE EN EL CÍRCULO

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POSIBILIDAD DE VIRAJE EN EL CÍRCULO: UNA CRÍTICA MÁS A LA
METAFÍSICA.
Alex Ibarra Peña.1
En este artículo abordo un par de actitudes filosóficas provenientes desde la filosofía
analítica. Ambas tienen el sentido de una crítica a la metafísica, pero con distintas
intencionalidades y resultados. La pretensión es dar a conocer la relevancia de la
filosofía analítica dentro de la llamada filosofía contemporánea y promover su estudio
para ampliar la discusión dentro de nuestro espacio académico.
I.
Introducción.
“Ya no se trata al metafísico como a un
delincuente, sino como a un enfermo:
probablemente existe alguna buena razón
para que diga las extrañas cosas que dice”.
(Alfred Ayer)
Discutir sobre la posibilidad de la metafísica en el quehacer filosófico parece
infructuoso. Sin embargo, el rendimiento de las críticas surgidas a este tipo de
pensamiento constituyen ya particulares modos de rendimientos filosóficos.
Uno de estos intentos está relacionado con la crítica atea en donde podemos incluir a los
llamados maestros de la sospecha que maduran gran parte de la llamada filosofía
moderna.
Otro, el que nos ocupa en este ensayo, es la filosofía que surge al amparo de la
racionalidad científica que también encuentra sus antecedentes y bases fundacionales en
la filosofía moderna. Este universo de la racionalidad científica es tan prolífico que
podríamos estructurar una malla curricular entera abocada al estudio de esta tradición
filosófica.
Nuestra filosofía académica, la chilena -que tal vez tenga que ver con algo así como
“filosofía a la chilena”-, recepcionó en el “periodo de apertura” a las ideas filosóficas
renovadoras del canon -incluso en momentos en que la resistencia resultaba peligrosa- a
las ideas provenientes de la filosofía de la sospecha. En estas ideas se basó la crítica a la
tradición metafísica por nuestros lares. La otra crítica olía a cientificismo y positivismo;
conceptos intolerables para la tradición intelectual humanista. Todo el pensamiento
conservador sobrevivió y el metafísico se potenció de manera tan convincente que se
creyó que hablar de filosofía era hablar de metafísica o más bien que hacer filosofía
consistía en hacer metafísica, casi se llegó a decir, que la posibilidad del cientificismo y
1
Docente Programa de Formación Fundamental, Universidad de Talca. Docente Facultad de
Humanidades y Ciencias Sociales, Universidad del Desarrollo. Docente Escuela de Educación,
Universidad Santo Tomás.
positivismo querían “comerse” a lo metafísico; con esto, fin de la filosofía y fin de las
humanidades.
Hoy la crítica de la sospecha se encuentra desgastada, en efecto, Nietzsche parece figura
literaria, Marx todavía causa dolor y Freud es terapia para psicoanalistas. El engaño está
en creer que con esto la metafísica se encuentra fundada y que el socavamiento de esta
tradición es imposible. La filosofía ganó aurea de perennidad, no los filósofos, sino los
problemas de la filosofía. De esto surge la necesidad de hacer filosofía dogmática
apegada al canon, y las otras filosofías como intentos mediocres con pretensión de
filosofar.
La pregunta es sobre la posibilidad de crítica a la metafísica. Sabemos de la crítica a la
metafísica en cuanto a sus rendimientos ideológicos: sí, la de los resentidos y no
conversos. Pero, y para esto me responsabilizo en primera persona, poco me he enterado
de la otra crítica a la metafísica y no sólo por pereza.
En este artículo pretendo entrar en una parte de esta crítica a partir de ciertas luces sobre
un movimiento de los más influyentes en esta tradición y con esto también a una de las
posibilidades de la filosofía contemporánea, nos referimos al “Círculo de Viena”2.
II.
El viraje
““¿Por qué hay algo (ente) –pregunta- y no más bien nada?”
Realmente, éste es el tipo de pregunta que la gente espera
que formulen los filósofos: parece ser muy profunda, el
problema estriba en que no admite respuesta alguna”.
(Alfred Ayer)
Este concepto de viraje es acuñado por Moritz Schlick en un artículo titulado “El viraje
de la filosofía” publicado en el primer volumen de la revista Erkenntnis3. La idea de
viraje aludirá a la necesidad de una transformación de la filosofía, a un cambio de
sentido. Este cambio de sentido se plantea como una crítica a la metafísica. Justo es
decir que esta crítica no es novedosa, nos recuerda Ayer acerca de Hume:
“Cuando persuadidos de estos principios recorremos las bibliotecas, ¡qué estragos
deberíamos hacer! Tomemos en nuestra mano, por ejemplo, un volumen cualquiera de
teología o de metafísica escolástica y preguntémonos: ¿Contiene algún razonamiento
abstracto acerca de la cantidad y el número? ¿No? ¿Contiene algún razonamiento
experimental acerca de los hechos y cosas existentes? ¿Tampoco? Pues entonces
arrojémoslo a la hoguera, porque no puede contener otra cosa que sofismas y engaño”.4
Por lo contenido en la cita de Hume, se podría decir que todavía hay reminiscencia del
medieval philosophiae et ancilla theologiae, esto sería la metafísica escolástica. Ayer
también nos recuerda al primer Wittgenstein:
2
Como aproximación a la fundación de este intento por pensar filosóficamente la posibilidad de hacer
filosofía recomiendo la introducción del texto compilado por Alfred Ayer titulado Logical positivism.
Traducido como El positivismo lógico. México: FCE, 1965.
3
Revista fundada por los miembros del círculo para difusión de este proyecto filosófico. Para Ayer el
intento del círculo perseguía una internacionalización de su movimiento.
4
Op, cit. El positivismo lógico. 15.
“El método correcto de la filosofía –dice Wittgenstein- sería éste: No decir nada excepto
lo que se puede decir, esto es, las proposiciones de la ciencia natural, o sea, algo que no
tiene nada que ver con la filosofía y más tarde, invariablemente cuando alguien quisiera
decir algo metafísico, demostrarle que a determinados signos de sus proposiciones no
les ha otorgado significado. Este método sería insatisfactorio para él –no tendría la
sensación de que le estemos enseñando filosofía- pero sería el único método
estrictamente correcto”.5
En la cita de Wittgenstein ya hay independencia de la filosofía en relación a la teología,
pero no en relación a la metafísica. Lo metafísico no necesariamente se identifica con lo
teológico, esto no libera la acusación a lo teológico de metafísico. Es a esa obstrucción
metafísica de la filosofía a la que este autor está criticando, es decir, al método
incorrecto. Aquí adquiere sentido el viraje que nos va a proponer Schlick. La
obstrucción metafísica está constituida por esos problemas perennes de la filosofía, de
ahí la crítica a la filosofía misma. Pero, esta crítica a la filosofía sólo termina con una
tradición, no con la posibilidad del pensar filosófico. A nuestro entender esta nueva
crítica a la metafísica ya no es ideológica como la de la filosofía de la sospecha, ahora la
crítica es a lo que denominaremos el error metafísico. En palabras de Ayer:
“Nada quedaba que pudiera tratar la filosofía; por esta razón, Wittgenstein y también
Schlick, sostuvieron que la filosofía no era una teoría, sino una actividad. El resultado
del filosofar, dice Schlick, no es acumular un conjunto de proposiciones filosóficas, sino
hacer a las otras proposiciones claras”.6
Esta distinción entre crítica a la metafísica y crítica a la teología no es sólo por antojo.
En otro artículo de los primeros años de existencia de Erkenntnis, Carnap, otro de los
miembros fundantes del círculo, en su artículo “La superación de la metafísica” hace
una crítica a los conceptos de “principio” y al concepto de “Dios”. El primero
claramente relacionado con la metafísica y el segundo con la teología. La crítica tiene
que ver con el no cumplimiento, por parte de estos conceptos, con las “condiciones
empíricas de verdad”. Estas condiciones son las que determinarían aquello que tiene
significado de aquello que no lo tiene. Para Carnap los enunciados que no cumplen
dichas condiciones son las llamadas palabras asignificativas:
“El metafísico nos dice que no pueden especificarse condiciones empíricas de verdad, si
a ello agrega que a pesar de todo quiere “significar” algo con ellas, sabremos entonces
que no se trata en ese caso sino de una mera alusión a imágenes y sentimientos
asociados a las mismas, lo que sin embargo no les otorga significado”.7
La teoría del significado que adhiere Carnap podría ser vista como una teoría semántica
del significado. Para este tipo de teorías sólo tiene significado aquello que se justifica en
el contenido semántico. Por lo tanto, la búsqueda de significado en los conceptos
metafísicos sería un error o por lo menos una actividad estéril:
“Muchos antimetafísicos han declarado estéril el ocuparse de las interrogantes
metafísicas, pudieran o no ser respondidas, porque en todo caso es innecesario
5
Ibid, 29.
Ibid.
7
Ibid, 73.
6
preocuparse por ellas; mejor es dedicarnos enteramente a las tareas prácticas que
absorben la diaria actividad del hombre”.8
Hasta aquí queda clara la relación de la filosofía con el significado y con una definición
específica de éste basada en el contenido empírico. Pero, en esta nueva cita se nos
agrega otra nueva exigencia para la filosofía, nos referimos al pragmatismo. En este
sentido el estudio de los conceptos estaría determinado a partir del valor semántico y
pragmático de éstos. La semántica alude al contenido empírico y la pragmática al valor
de uso. Los conceptos que no se circunscriben a estas restricciones quedan excluidos del
análisis filosófico, ya que el análisis filosófico se fundamentaría en la experiencia:
“Pero en realidad la situación es tal que no puede haber proposiciones metafísicas
plenas de sentido. Ello se sigue de la tarea que la metafísica se plantea: el
descubrimiento y la formulación de un género de conocimiento que no es accesible a la
ciencia empírica”.9
El error de las proposiciones metafísicas estaría en la falta de sentido, lo que tiene
sentido es aquello que significa. Todo lo supraempírico carece de significado, por lo
tanto quedaría marginado de una teoría de la racionalidad, por extensión de una teoría
acerca de la verdad, en el decir de Carnap: “Hemos establecido con anterioridad que el
sentido de una proposición descansa en el método de su verificación”.10 De aquí que la
metafísica, para Carnap, sea sólo la “expresión de una actitud emotiva ante la vida”. En
el mismo sentido en que lo es la poesía, pero de manera más inexacta y menos útil:
“No sólo el lector, sino también el metafísico mismo sufre la ilusión de que por medio
de las proposiciones metafísicas se declara algo, se describe una situación objetiva. El
metafísico cree moverse en el terreno de lo verdadero y lo falso cuando en realidad no
ha afirmado nada, sino solamente expresado algo, como un artista. Sin embargo, no
debemos inferir que el hecho de que el metafísico utilice como medio de expresión al
lenguaje y como forma de expresión proposiciones declarativas sea la razón que lo
induce a tal error, porque el poeta hace lo mismo sin sucumbir por ello a ese
autoengaño. Pero el metafísico basa sus proposiciones en argumentos, exige con
firmeza aquiescencia para lo que considera el contenido de las mismas, polemiza contra
metafísicos de orientación distinta, tratando de refutar, a través de su obra, lo que dicen.
Por el contrario, el poeta no trata de invalidar en su obra las proposiciones del poema de
otro autor porque sabe que se halla en el terreno del arte y no en el de la teoría”.
Esto de expresión de una actitud emotiva ante la vida refiere a cierto estado anímico en
cuanto manifestación de la irracionalidad, por lo tanto a lenguajes que quedan excluidos
de una teoría de la racionalidad. Resultado un lenguaje filosófico más cerca del lenguaje
científico y del lenguaje del sentido común. Pero sólo más cerca, es decir no de una
identificación total. Schlick en otro artículo titulado “El futuro de la filosofía” nos dice:
“Reside en la idea de que la naturaleza de la filosofía y la de la ciencia son más o menos
la misma, que una y otra consisten en sistemas de proposiciones verdaderas acerca del
mundo. En realidad, la filosofía no es nunca un sistema de proposiciones y, por lo tanto,
es completamente diferente de la ciencia. La comprensión cabal de la relación entre la
8
Ibid, 66.
Ibid, 82.
10
Ibid, 82.
9
filosofía, por una parte, y las ciencias, por otra, es, pienso, la mejor manera de conseguir
penetrar en la naturaleza de la filosofía”.11
Lo que debe quedar claro es que el lenguaje filosófico no es el lenguaje científico, y por
otra parte, para la posibilidad de la filosofía también debe quedar claro que el lenguaje
científico no es el lenguaje filosófico. En otras palabras, debe haber un reconocimiento
de unos hacia otros. En esto no ayudaría ese sesgo desde las humanidades hacia “el
positivismo” ni tampoco el opuesto desde las ciencias hacia “lo humanista”. Esta insana
relación no sería endémica sino más bien reciente:
“Fue también en el siglo XIX cuando comenzó el auténtico antagonismo,
desarrollándose por parte del filósofo un cierto sentimiento de enemistad hacia el
científico y de éste hacia aquél. Este sentimiento surgió cuando la filosofía se las dio de
poseer un método científico de observación y experimentación. En Alemania, a
comienzos del siglo XIX, Schelling, Fichte y Hegel creían que había algún tipo de
camino real que conducía a la verdad y que estaba reservado al filósofo, mientras el
científico recorría el camino del vulgar y muy tedioso método experimental que requería
una técnica meramente mecánica. Pensaban que podían alcanzar la misma verdad que el
científico intentaba encontrar, pero de una manera mucho más fácil, tomando un atajo
reservado a las mentes más altas, accesible sólo al genio filosófico”.12
Hasta aquí la posibilidad de un lenguaje filosófico a pesar del despacho de la metafísica.
Una filosofía preocupada del significado, así como la planteada por Carnap, es decir,
una filosofía ligada a la teoría de la verdad. Una filosofía que abandona el viejo canon
de las temáticas filosóficas. Una filosofía con nuevo sentido. Una filosofía en cuanto
actitud para abordar los lenguajes a los que corresponde someter a estudio para
comprender la realidad. Según Schlick la antigua filosofía tendría el siguiente destino:
“Así pues, el destino de todos los “problemas filosóficos” es éste: algunos de ellos
desaparecerán al quedar claro que se trata de equivocaciones y malos entendimientos de
nuestro lenguaje, y el resto se descubrirá que son cuestiones científicas ordinarias
disfrazadas. Estas observaciones determinan, en mi opinión, todo el futuro de la
filosofía”.13
III. El otro viraje
“La palabra “filosofía”, en el uso que yo propongo que se le dé,
significará primariamente un intento de pensar, de una manera
clara y comprehensiva, acerca de: a) la naturaleza del universo,
y b) los principios de la conducta. En pocas palabras: la filosofía
se ocupa primariamente de lo que hay en el mundo y de lo que
nosotros debemos hacer al respecto”.
(J. Smart)
Carnap en su artículo “Empirismo, semántica y ontología” comienza bajo la idea del
problema que presentan las entidades abstractas, entre éstas considera: propiedades,
clases, relaciones, números, proposiciones. Este artículo es posterior a su fracaso de
reducir el lenguaje sólo a términos empíricos, diremos nosotros que aparece aquí un
11
MUGUERZA, J. La concepción analítica de la filosofía. Madrid: Alianza, 1986. 282.
Ibid, 283.
13
Ibid, 291.
12
segundo Carnap, es decir, se produce un “viraje”. Sigue aceptando la idea de que el
lenguaje científico intentará apartarse de toda referencia a la metafísica, un lenguaje sin
referencia a entidades abstractas. Pero: “Sin embargo, dentro de ciertos contextos
científicos parece muy difícil evitarlas”.14 Esto por cierta subordinación de ciencias
como la física a la matemática. Incluso acepta que la referencia a entidades abstractas
se plantea en los problemas de semántica: “Así, pues, la cuestión de la admisibilidad de
entidades de un cierto tipo o de entidades abstractas en general como designata se
reduce a la cuestión de la aceptabilidad del marco lingüístico para esas entidades”. 15
Esta apertura nos devuelve al pantano metafísico a través de la noción de ontología. La
ontología sería una metafísica trastocada. La aceptación de la ontología dependerá del
resultado pragmático, esto no quiere decir que la metafísica sea algo que sirve a priori,
pero que sin embargo podría utilizarse:
“La aceptación o rechazo de formas lingüísticas abstractas, del mismo modo que la
aceptación o el rechazo de cualesquiera otras formas lingüísticas en cualquier rama de la
ciencia, se decidirá en último término por su eficacia instrumental, por la relación entre
los resultados alcanzados y la cuantía y complejidad de los esfuerzos que han sido
necesarios para alcanzarlos. Decretar dogmáticas prohibiciones de ciertas formas
lingüísticas en lugar de contrastarlas a través de su éxito o su fracaso en la práctica es
peor que fútil; es positivamente nocivo, porque puede obstruir el progreso científico”.16
En este “viraje” la ontología no es elemento fundante, sino que sólo queda a disposición
para ser usada. Es el lenguaje científico el que determinará mediante criterio pragmático
la posibilidad de una ontología. Esto se presenta como un círculo hermenéutico que
tiene en cuenta a la tradición, que es capaz una vez subida la escalera de mirar hacia
atrás sin temor al vértigo, tal vez como tradición que mira al pasado, pero
despidiéndolo. Creo que nos hemos enterado que las revoluciones no son tan violentas.
Al decir de Sellars en “La filosofía y la imagen científica del hombre”, la filosofía se
encontraría frente a una ambigüedad: “Esta ambigüedad me permite sugerir que el
filósofo se enfrenta con dos proyecciones del hombre-en-el-mundo sobre el
entendimiento humano: una es la que voy a llamar la imagen manifiesta, y la otra, la
imagen científica”.17
Sellars es más claro en este intento de reconocimiento al proponer la posibilidad de una
filosofía sinóptica que engloba los dos polos de la ambigüedad. Esta visión sinóptica de
la filosofía sería una crítica a la filosofía netamente analítica. Aquí una opción más
conservadora, por lo tanto, una reivindicación del discurso filosófico:
“Nos sentimos inclinados, pues, a contrastar la concepción analítica de la filosofía como
miopía con la visión sinóptica de la verdadera filosofía; y nos vemos obligados a admitir
que la filosofía puramente analítica sería una contradicción en sus términos si el
contraste entre “análisis” y “síntesis” fuese la connotación activa de esa metáfora”.18
Este “viraje” en los propios márgenes de la filosofía analítica, según nuestro entender,
daría una posibilidad más fructífera para el desarrollo de esta filosofía en nuestro país.
14
Ibid, 400.
Ibid, 414.
16
Ibid, 418.
17
Ibid, 650.
18
Ibid, 648.
15
Un quehacer académico fuertemente metafísico difícilmente dará cabida a una filosofía
totalmente antagónica. La filosofía es por definición dialógica y un diálogo necesita de
interlocutor. El interlocutor válido es aquel que parte del reconocimiento.
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