Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu -1- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu -2- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu -3- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu -4- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu -5- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu -6- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu Jorge Aravena Llanca ETIMOLOGIA DEL TOPONIMO PICHILEMU A modo de preámbulo Sé que se han escrito muchos libros sobre Pichilemu, uno de los cuales, tal vez el más interesante, es el de Antonio Saldías González, que como investigador tiene alerones en el corazón que lo mantienen, en la altura, como un observador de amplio criterio y visibilidad y se transfiere literalmente como ave de piedra, con el seudónimo don Antonio de Petrel. Su obra se titula “Pichilemu. Mis fuentes de información”. Muy pocas veces se encuentra un libro, desde el título, con investigaciones tan veraces; con una ética singular que pocos escritores observan y conservan en sus trabajos. Antonio Saldías González, en vez de escribir sobre él, sobre sus pensamientos, deducciones y observaciones informa en el libro sobre los escritos que ha utilizado para referirse a los hechos que narra. Un extenso índice nos ubica prácticamente en toda la historia de Chile, de anotaciones desde los primeros cronistas hasta las referencias actuales. Leído con atención el libro contiene, no sólo la historia de Pichilemu, sino la de casi todo Chile encaminadas, por supuesto, a entregarle al lector materiales de investigación y análisis. Después de su libro poco hay que agregar, sólo que se dirijan a él los interesados en la historia de este pueblo que hoy es una ciudad, que dentro del turismo de Chile ofrece las mejores vacaciones bajo el sol junto al mar, en un entorno de tradiciones que trascienden ya al mejor anecdotario de quienes lo conocen. Se han publicado periódicos y revistas que han narrado la historia de este balneario en forma amena y bien documentada como el libro de José Arraño Acevedo “Pichilemu y sus alrededores Turísticos” y el recién aparecido del mismo autor “Hombres y Cosas de Pichilemu” que nos reseña la imagen humana de los más importantes personajes de la historia de nuestro pueblo con una prosa inteligente, amena y por sobre todo educativa. José Miranda Pérez publicó una revista sobre la historia del Club “Unión Pichilemu” cuyo contenido, referente al football practicado en el pueblo, nos entrega unas semblanzas humanas de profundo contenido afectivo e -7- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu historias que forman parte de la vida atlética de todos los grupos deportivos que tenía Pichilemu hasta hace pocos años. Otro libro que pertenece a Juan Marcelo Mella Polanco “Historia urbana de Pichilemu” Origen y crecimiento, ofrece, con un nutrido y útil contenido metodológico que justifica y ampara plenamente el título, importantes datos sobre el desarrollo de Pichilemu desde su nacimiento hasta nuestros días. Nombramos también a otros inquietos intelectuales que se han preocupado de Pichilemu: José Luis Arraño Acevedo, su hermano el sacerdote Alberto Arraño Acevedo, Esteban Valenzuela Van Treek, Héctor Orlando Henríquez y Orlando Arraño Urzúa; entre los poetas a José Vargas Badilla. Sus obras lamentablemente no están en nuestras manos. José Toribio Medina escribió por encargo de Agustín Ross en l908, “Los restos indígenas de Pichilemu”. El historiador, académico y profesor de renombre nacional, Feliú Cruz, también por encargo del empresario Ross, le dedicó una investigación, pero fue Manuel Rojas gran personaje de la literatura chilena, quien escribió las más amenas semblanzas pichileminas en sus anotaciones “A pié por Chile” y “Chile país vivido”, humanas por sobre todo, donde es el hombre el que alcanza relieves emocionales como su Manuel Llanca, cuando de él dice: “entre seres de ojos negros y cabellos obscuros, él tenía los ojos verdes y dorado el cabello, Llanca... ¿Es un apellido indígena? También podría ser vasco...”. Inspirados en Pichilemu encontramos además muchas voces de poetas populares con sus décimas espinelas llenas de afecto y admiración. Entre ellos sobresalió Ponciano Meléndez, que además de tener el mérito, como escribiera José Arraño Acevedo, “de haber nacido en el pastoril y tranquilo refugio de Nuevo Reino” fue también un gestor cultural, de excepcional talento de las versainas del canto folklórico chileno. Y sin que falte el más erudito, el más abundante y proficuo escritor de Pichilemu, aunque dentro del tema religioso, el Cardenal José María Caro, una de cuyas obras, quizá la más difundida sobre el tema y la más vendida en la historia del libro de Chile fue “El Misterio de la Masonería, descorriendo el velo” de la Imprenta Chile, año 1926. Y ahora con la técnica moderna de las comunicaciones se puede leer la página de Pichilemu en Internet, publicada por el Concejal Washington Saldías González, ubicada entre las más afinadas concepciones creativas, con sanos propósitos de difusión masiva internacional. Sin olvidar un libro grandioso, al aire libre, tal vez el más importante: las verde plantaciones de pinos que están recuperando la tierra pichilemina gracias a CONAF y a la prosecución, con moderna visión comercial, que ha proporcionado trabajo a muchos hombres nacidos en el -8- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu lugar y viste al paisaje con su antiguo ropaje, espectante de belleza y porvenir cubriendo de árboles, los valles y laderas de los montes antes totalmente erosionados. Mi primera intención fue dar estas referencias de libros para inducirlo, a usted querido lector, a páginas escritas, nacidas desde adentro del mismo territorio al cual nos estamos remitiendo. Téngalas presente.Yo me limitaré a darle sentido a las historias de mis canciones que ahora son bastantes conocidas y que para mí, no sólo son canciones, sino que tengo en mi memoria las historias que las inspiraron, algunas en forma muy singular y que fueron realizadas, válgame Dios, casi todas viviendo en otros parajes, en algunos países muy alejados de Pichilemu, tan sólo con la imaginación puesta en ese pueblo que ha sido siempre por mí, tan querido y que ahora es tan añorado. Pero para comenzar las historias, y que mi paso por estas páginas no sean sólo referencias entretenidas, graficaré en este preámbulo un conocimiento adquirido recientemente sobre la etimología de la toponimia de la palabra Pichilemu, que está enmarcada dentro de una extensa y profunda investigación, lingüística-histórica-comparada, que abarca todo el territorio del Continente Americano; una atrevida investigación conceptuada dentro de la arquelogía que cuando trabaja con otras ciencias, en este caso unida a la lingüística-histórica, la genética comparada, la religión sociológica, dentro del cuadro de la conquista de nuestro continente, logra encontrar capítulos perdidos de la historia de nuestra humana americanidad que por otros derroteros hubiera sido imposible conocer. Controvertida investigación, por cierto, de hechos desconocidos hasta ahora o por lo menos, si fueron conocidos, nunca escritos. Pido perdón por aventurar una teoría para la cual me exigirán pruebas científicas que no tengo pues no existen. ¿Quiénes son científicos cuando uno se refiere a estudios de lenguas humanas del pasado? ¿Quién puede afirmar que la lengua no evoluciona a diario, constantemente? y ¿qué sabio o científico está al día en las palabras que diariamente el pueblo inventa? ¿Qué significan 500 años para investigar el lenguaje humano? Indagar lo que fue dejado de lado, por que no ofrecía dividendos monetarios, fue siempre una tarea, no sólo de menor cuantía, sino casi del todo desechada. Nosotros contrarios a estas formulaciones, nos planteamos una búsqueda y la fundamentamos con seriedad, indagando con responsabilidad y un profundo sentido humano; alineados con los que estudian disciplinas emparentadas con la lingüística, cuyo nombre indica, en general, al estudio comparado de dos o más lenguas, en su aspecto sincrónico o diacrónico; con la filología como desde la antiguedad se -9- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu designó a la ciencia que se ocupaba de fijar, restaurar y comentar los textos literarios, tratando de extraer de ellos las reglas del uso lingüístico; en ambas disciplinas está inserta, la ahora muy dejada de lado etimología -ciencia que busca la verdad de las palabras- como se designó hasta el siglo XIX una parte de la Gramática, cuyos límites coinciden, rudimentariamente, con los de la moderna Morfología. La etimología popular (A. Volksetymologie, volkstümliche Verkennung o Umdeutung), es el fenómeno que se produce por “la tendencia a asociar a cada palabra un sentido determinado”. Esta creación de significado se manifiesta por un trastrueque semántico o bien por adaptación fonética de la palabra. En definitiva la etimología es la ciencia que estudia el origen de las palabras o, en otros términos, la investigación de las relaciones -formales o semánticas- que ligan una palabra con otra unidad que la precede históricamente y de la que deriva. Hemos obviado con el fin de hacer más ameno este trabajo, concientemente, las palabras con significados técnicos comunes a la lingüística y al desarrollo temático de la filología, las que requerirían, cada una de ellas, largas explicaciones y de una lista de términos poco comunes, difíciles a cualquier lector para que no tenga que remitirse a cada instante a diccionarios especializados. Ha sido una decisión muy razonada. Etimología de la palabra Pichilemu En todos los diccionarios e inciclopedias en lengua castellana y en el RAE, Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, la palabra Pichilemu dice lo que ya todos sabemos: Pichilemu. Geog. Municipio de Chile, en el Dto. de Santa Cruz, de la provincia de Colchagua. Dan cifras de la cantidad de habitantes y una designación que la señala como: balneario popular. La Enciclopedia Universal Sopena aun da señales que sigue siendo un puerto del Océano Pacífico. Naturalmente, los libros arriba mencionados, afirman lo mismo que los primeros Diccionarios Araucanos, el de Fray Félix José de Augusta, el de Rodolfo Lenz y el del Padre alemán Ernesto Wilhelm de Moesbach en su “Voz de Arauco”. Estos últimos coinciden en afirmar: Pichilemu: lemu: bosque, pichi: pequeño = pequeño bosque. Todos los diccionarios posteriores repiten lo mismo. Walterio Meyer Rusca, Pablo Groeber, Juan Grau V. y hasta los diccionarios argentinos sobre palabras mapuches, como el de Esteban Erize, se remiten al de Augusta y al de Lenz, y sin opiniones divergentes repiten la definición. El Dr. Juan Grau V. proporciona un dato final más actualizado: Pichilemu: (del map.: pichi = chico y lemu = -10- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu bosque) Bosque pequeño. Pueblo, balneario y puerto de la Provincia del Cardenal Caro en la VI Región. Y añade el dato: Hemos encontrado un apellido. Nuestras investigaciones Junto con Pedro de Valdivia vino a Chile como soldado y colonizador Juan Caro, sirvió bajo sus órdenes, a las de Hurtado de Mendoza y Rodrigo de Quiroga. Fue también con Ruiz de Gamboa al descubrimiento de Chiloé. En l575 aun vivía en Concepción. Es el primer Caro que menciona nuestra historia. En el año de l690 en Concepción uno de sus descendientes don Francisco de Caro, contrajo matrimonio con doña Andrea Pérez, este documento “Origen” genealogías de familias chilenas Santiago l983, nos da un informe que corroborado con los de José Toribio Medina en su “Personajes de la Colonia” y en “Colección de documentos Inéditos” nos acerca, con una ayuda informativa bien documentada a un personaje al cual, por su importancia más que por su origen, se le han dedicado muchas páginas escritas a diverso nivel, nos referimos al Cardenal José María Caro, nacido en la hacienda San Antonio de Petrel comuna de Pichilemu, el 23 de Junio de l866. Al hijo del Capitán don Francisco de Caro, al joven Alférez Caro, militar como su padre, las autoridades españolas le quitaron la encomienda de indios por ser mestizo. El padre del Alférez, don Francisco se había casado con una india mapuche y el nacimiento de sus hijos contradecía una ley, nueva por entonces, de que sólo eran españoles los nacidos en la Península y sólo ellos tenían derecho a poseer indios a su servicio en calidad de encomenderos. En México esta ley tenía vigencia desde l556. Hasta ese momento el joven Alférez Caro, igual que su padre, retrocediendo hasta llegar al primer Juan Caro, pertenecía al grupo de judíos conquistadores que, bajo el rubro de cristianos nuevos, buscaron en el Nuevo Mundo la “Tierra de Promisión”, la “Tierra Mesiánica”. Históricamente fueron judíos ibéricos casi todos los conquistadores peninsulares. El apellido Caro, muy documentado, pertenecía a las más rancias y antiguas familias de rabinos judíos que España erradicó hacia toda Europa y América a consecuencias del fanatismo ejercido por las garras de la Inquisición. En nuestro territorio los conquistadores judíos-ibéricos, sin dar muestras evidentes de que lo fueran -sobre todo los mestizos nacidos de indias y españoles- poco a poco, acosados por las autoridades aclesiásticas y en una asidua práctica de las costumbres católicas severamente controladas, abandonaron paulatinamente su anterior religión, sin poder olvidar consecuentemente su potencial genético, acogiéndose a la nueva, la católica, -11- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu sin perder por ello indicios cualificativos: apellidos, fisonomías, tradiciones, costumbres en la forma de cocinar, de vestir, de practicar su ancestral tendencia a lo místico y las observancias religiosas que completan en nuestros días su panorama espiritual, inclusive, en la puesta en práctica de su perseverancia religiosa católica imbuídas de las tradiciones místicas de las religiones tanto islámica, judía como cristiana. Estas observaciones, válidas para España y toda Latinoamérica, nos llevan a ratificar estas documentaciones, al punto de afirmar que el plasma chileno es de diversos orígenes, africano occidental: sahariano-tarteso-ibérico y mapuche; africano oriental: semita-judío y mapuche y europeo: celta-godo-germano y mapuche, contrariamente a lo que afirma Nicolás Palacios en su obra “Raza chilena”, 1919. Los conquistadores judíos ibéricos, con estas ricas y variadísimas mezclas raciales, fueron nuestros padres y dejaron su descendencia criolla, como yerba buena entre araucarias, donde el rasgo facial mapuche de nuestras madres aun se advierte, en viriles facciones de inteligente serenidad, en nuestros rostros pichileminos. El joven Alférez Caro, herido en su orgullo y una gran decepción, con toda su familia se trasladó al centro del país, al territorio ya denominado Colchagua. Ahí se les dió lugar para trabajar como compesinos a todos los mestizos que con él venían, que sin duda se apellidaban Gaete, Herrera, Hidalgo, Leyton, Morales, Lobos, Martínez, Sánchez, Mella, Méndez, Llanca, Mora, León, Acevedo, Arraño, Pérez, Figueroa, Pavéz, Clavijo, Lizana, Vargas, Vidal, Leiva, Cornejo, Cabello, Becerra, Barahona, Silva, Maturana, López, Caroca, Parraguez, Galarce, Jorquera, Huerta, Castro, Gómez, Labarca, Chacón, Liébana, Bravo, Díaz, Rojas, González, Osorio, Polanco, Parra, Acosta, Acuña, Alfaro, Alcalde, etc., etc., y otros como Le Caro, que terminaron casándose entre ellos y su prole, con un mosaico de facies y de apellidos de todas las sonoridades, ascendiendo genéticamente, sin retrocesos a la primera indígena sangre materna, lo que hace al pichilemino no sólo parecerse entre ellos, sino que han adquirido rasgos faciales muy definidos, lo que no es ninguna excepción pues este entrevero genético lo revelan, maravillosamente, casi todos los pueblos chilenos donde abunda la prole mestiza que es muy diferente a la de otras realidades de Latinoamérica. Los apellidos de los pichileminos están calificados, por los mismos estudiosos españoles sobre la Inquisición, su historia y sus consecuencias dentro de la filiación de los judíos venidos, como cristianos nuevos y con apellidos cambiados, al Nuevo Continente a descubrir, conquistar y colonizar tierra americana. (Para esta referencia consultar a Pere Bonnín “Sangre Judía”, Colección DEL VIENTO TERRAL. Barcelona, España, l998) -12- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu Fue reubicado este grupo en las propiedades de la familia descendiente del conde de Lemus, que desde casi el comienzo de la conquista emprendida por Pedro de Valdivia, hasta esos años, había pertenecido a varios conquistadores cambiando repetidas veces de mano. Muchos de estos datos y nombres de propietarios no están registrados en ningún libro, pues el lugar en sí no tenía mucha importancia por carecer de riqueza cuantitativa explotable de inmediato; y además podría bien estar a nombre de un terrateniente, cosa muy habitual, entonces y ahora, para ocultar la riqueza de la nobleza, de los políticos y de sus administradores. Al lugar al que llegó el Alférez Caro, se le llamó posteriormente Ciruelos y los nombres que los inmigrantes le pusieron, en primera instancia, a su nueva patria coincide con sus, ahora, abandonados principios judaicos: Nuevo Reino, entre otros. Al primero que menciona la historia, que se le regaló el territorio, fue a Juan Gómez de Almagro, el 24 de enero de l544 por Pedro de Valdivia, junto con todos sus caciques llamados Topocalma, Palloquierbico y Gualauquén -datos que da Toribio Medina, corroborados por Antonio Saldías González en su libro “Pichilemu. Mis Fuentes de Información- que debieron entregarle todos sus indios poromaucaes o promaucaes, para el servicio y mantenimiento físico de los señores conquistadores. Poco tiempo después Gómez de Almagro disputó el territorio con Antonio Tarabajano sobre la pertenencia de estos caciques y de su prole. Lemus, Lemo, Lemos, Lemuz, Lemur, Lemnos Cuando el Conde de Lemus, o de Lemos, etc., lo adquirió o le fue confiado a su nombre, seguía siendo un paraje hinóspito, sin riquezas, es decir, oro que explotar. Carecía, por tanto, de interés para el conquistador. Era un espacio cubierto por pequeños árboles, y se debió denominar a la propiedad los “bosques de árboles pequeños del Conde de Lemus”. La mención sobre el Conde de Lemus la encontramos en “Autores españoles” de Gonzalo Fernando de Oviedo en su descripción y conquista del Perú, en un estudio de Juan Pérez de Tudela Bueso. Sobre Pichilemu nada hay escrito en los documentos de la conquista, sin duda a causa de la escasísima población indígena que allí existía, datos que apunta José Toribio Medina en su insólito, y casi increíble, informe “Pichilemu, restos arquelógicos”, publicado y financiado a instancias de Agustín Ross en l908, en su intento de darle al balneario, por él creado, relieve a nivel histórico y arqueológico, factores de importancia científica que pudieran cualificar y cuantificar su -13- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu empresa turística. Pero esta historia, de cuánto le pagó Ross a José Toribio Medina, la entregaremos en otra ocasión. Hasta aquí tenemos una de las palabras claves, Lemu, que en el vocabulario mapuche hasta ahora ha significado bosque. La palabra bosque resume de por sí una parcialidad de árboles. Pichilemu debió haber sido por esos años una verdadera selva de árboles, si bien pequeños, una tremenda selva, tal vez impenetrable, totalmente virgen, agreste. Allí los primeros ocupantes encontraron un auténtico paraíso, pues como han dicho algunos historiadores respecto a Chile, “ni el hombre ni sus cabras” habían desforestado los bosques ni el manto verde de la naturaleza. Mal entonces que la denominación se haya reducido tan sólo a una parcialidad como indica la palabra bosque. Nuestra opinión es que la denominación, cuando comenzó a ser escrita en papeles administrativos de la colonia, se debió dirigir a todo el conjunto por esa característica de ser pequeños o “pichis” los árboles ahí existentes. Este apócope, pichi, de la frase, de “bosques de árboles pequeños del Conde de Lemus”, es muy común, tenemos el caso ilustrativo de Santiago de Nueva Extremadura, que se redujo a Santiago; Santa María de los Buenos Aires, que quedó en Buenos Aires, y si seguimos con los apócopes de San Santiago debemos decir que Santiago significa San Jacobo, Jacobo es también Diego y Yago o Yiago y Jack. Si seguimos así no terminaríamos jamás pues en España y en nuestro continente existen cerca de 3.500 lugares con el nombre de este santo. Lemus o Lemu, con sus variantes Lemo, Lemuz, Lemos, Lemur, en Español y Latinoamérica es en la actualidad, sobre abundante como apellido. En Argentina existen en la guía telefónica 70 Lemos, 26 Lemus y 1 Lemuz; en Quito, Ecuador: 37 Lemos, 14 Lemus; en Guatemala: 300 Lemus; en Costa Rica, San José: 8 Lemus; en Bolivia: 4 Lema y 8 Lemus; en Las Palmas de las Islas Canarias: 1 Lemu; en Caracas, Venezuela: 15 Lemos, 3 Lemur, 37 Lemus; en México: 720 Lemus; en Panamá: 300 Lemos, 11 Lemus, 1 Lemur; en Madrid: existen Lema, Lemos, Lemur, y contamos 15 Lemus; en Cataluña, Barcelona: 20 Lemos, 1 Lemur y 11 Lemus. Toribio Medina en su libro “Personajes de la Colonia” consigna a un Fray Luis de Lemus, que vivió en Chile, de la orden de San Agustín nacido en l620 y muerto en Madrid en l702. Francisco J. Santamaría en su “Diccionario General de Americanismos” tiene consignado: Lemuyana. (de Lemuy nombre de lugar. / Solanum tuberosum.) f. Nombre que en Chile se le da a una clase especial de papas de la isla de Chiloé. Esta palabra y sus variantes como apellido, es, supuestamente, de origen vasco. Al primero que mencionan los archivos y único nobiliario es -14- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu al séptimo Conde de Lemus, don Pedro Fernández de Castro (1556-1622) fue colonizador y además el autor de “Historia del búho gallego con las demás aves de España”. Era entonces la palabra lemus, en la época de la conquista, sólo un título de nobleza, no un apellido. Su propagación -más en latinoamérica que en España, tiene una multiplicación, por la cantidad de hijos que se quiera, hasta donde alcance la fantasía- y da los mismos dividendos, en criollos americanos, que todos los demás apellidos dejados por los conquistadores a su mestiza descendencia. Los testaferros Una práctica habitual de las monarquías del mundo entero, de la que no estuvo exenta la hispana, fue cobrar el famoso diezmo sobre los bienes materiales, oro, plata y cuanta mercadería se embarcaba desde el Nuevo Mundo hacia la Península, y el 10% de la tierra descubierta que pasaba a manos del cofre secreto del rey de turno. Éste nombraba testaferros y a sus nombres quedaban las tierras inscritas, esta práctica existe aun hoy día. Sabemos de muchas de las fortunas y del modo de operar de nuestra aristocracia, y que su calificativo de aristocracia, no es más que un escudo protegiendo bienes que no le pertenecen y que fueron usurpados en el pasado y con tanta astucia son conservados en el presente. Así el rey de España, con la complicidad de los históricos aristócratas, sigue dueño del 10% de la tierra de cada uno de los países de Latinoamérica. Por secretos reales y libros ocultos, manejados por la administración monárquica, y por carencia de documentos administrativos auténticos que pudieran certificar la veracidad de la pertenencia de la tierra, a nombre del cual estaban, ante escribanos, con algunos documentos secretos inscritas las tierras, muchos nombres, los verdaderos, no figuran. Los libros registran nombres falsos. El Conde de Lemus bien pudo ser el mayor testaferro de la monarquía española -la omisión de su persona y de su historia es una constante que les cupo a muchos otros importantes jerarcas administrativos de la corona- pues su paso por el continente, de acuerdo a la descendencia dejada, está desparramada en toda nuestra geografía. Donde estuvo dejó significativas huellas. Por esta causa nos vemos en la obligación de buscar comprensión e incitar a que se continuen las investigaciones con intensidad y mucha serenidad. Los lemures -15- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu Por ello -volviendo a nuestro dictado- agregamos que si no viniera la palabra Lemus del apellido del mencionado Conde, ni del nombre de la religión de Bálticos, Celtas y Romanos, la fonética no es mapuche, ni vasca, ni siquiera castellana, podría provenir del griego Lemnos, nombre de una isla al norte del archipiélago Egeo y por esos cambios de sonidos de los diversos pueblos la “n” haya desaparecido y por lenición la “o” convertida al latín en “u”. Los casos de lenición se dan con vocales y consonantes. Y también es posible que la religión de los lemures haya llegado, o salido, de esta antigua isla de la cual existen menciones hasta en ideogramas etruscos, 600 a.C., lengua que aún no ha sido descifrada. Como nadie está exento de errores, más en lo tocante a palabras insertas en la historia antigua, todos los parentezcos lingüísticos deben ser analizados profundamente y con un extremo cuidado, pues siempre existirán dudas en la medida que entramos en la oscuridad de nuestra civilización. Pensemos que desde nuestro tiempo año 2003, estamos retrocediendo a la conquista de Chile, Pedro de Valdivia, 1545; más atrás al descubrimiento 1492; a los años de las invasiones árabes en el 700 d.C.; visigodas-germanas en el 424 d.C; a las de los ilirios; Celtas 600 siglos a.C. hasta llegar a los 10.000 a.C.de la llegada de los saharianos, habitantes del norte de África, a la actual España, sur de Europa ¿o norte de África? Saharianos fueron en España los tartesos e ibéricos; en Italia los Etruscos; en Creta la civilización minoica, hasta la isla de Lemnos al norte del mar Egeo. Empezamos desde los orígenes del mundo, del hallazgo maravilloso del lenguaje donde la ciencia que la estudia comienza por el hecho de que alguien se admire de lo cotidiano y natural, es decir, no que las cosas en general tengan un nombre fue lo que causó asombro a los hombres, sino que quisieron saber por qué llevaban precisamente ese nombre, en el caso nuestro: la palabra Pichilemu. Es de esperar que los lectores no tengan ahora la impresión de ser introducidos en un laberinto. Mientras, nosotros nos quedamos con la espada de Damocles sobre nuestras cabezas, pendiente de otras investigaciones más profundas que el tiempo y otros estudiosos puedan entregarnos. Tenemos otra palabra, que aunque no es de un estudio inmediato, fue y ha seguido siendo consignada como de origen mapuche, nos referimos a Topocalma nombre de un cacique y otra palabra importante, el recurrido y tan mencionado nombre de poro o promaucaes: los indios de la región que enmarca a Pichilemu. Más adelante daremos breves alcances sobre estas dos palabras manejadas hasta ahora como autóctonas de la lengua mapuche. Buscando la verdad, del ser de la palabra, nos hemos remitido a RAE y este nos dice: lémur. (Del lat. Lemúres.) Género de mamíferos -16- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu cuadrúmanos, con los dientes incisivos adelante y las uñas planas, menos la del índice de las extremidades torácicas y a veces la del medio de los abdominales, que son ganchudas, y la cola muy larga. Son frugívoros y propios de Madagascar. // 2 pl. Mit.Genios tenidos generalmente por maléficos entre los romanos y etruscos. // 3. fig. Fantasmas, sombras, duendes. Lemurias. (Del lat. N. lemuría) f. pl. Fiestas nocturnas que se celebraban en Roma durante el mes de mayo, en honor de los lémures. La Enciclopedía Universal Sopena, como es costumbre también en los diccionarios extranjeros, en este caso españoles, repite lo mismo con otras palabras para que no aparente ser una copia textual -copias que no están ni penadas ni mal vistas-. Que todo diccionario copia a otro diccionario es una verdad a todas luces. Los caminos paralelos en este caso no existen. Los hallazgos son accidentes, pero como dice un amigo mío, uno no los busca, ellos lo encuentran a uno. Viviendo con el ojo avisor y en busca de explicaciones bien definidas, dentro de los temas: religiones antiguas; historia antigua; lingüística-histórica-comparada; etimología de pueblos mencionados por Heródoto, Plinio el Viejo, en los mapas de Ptolomeo, Marino de Tiro el fenicio y el geógrafo Estrabón, etc., sus ejemplos se juntan en lugares de estudio, solitarios en espacios no esperados, no resumidos, a veces, en grupos de familias. Los Celtas Ahora nos remitiremos al libro “LAS RELIGIONES ANTIGUAS Vol. III”. de la editorial Siglo XXI. México, Buenos Aires, l992. Se describe a los Celtas, como una rama occidental de los pueblos indoeuropeos. Estos tomaron Europa central, según se desprende de las investigaciones, como punto de partida de una rápida expansión que alcanzó hacia el siglo X o el IX a.C. la Galia y las Islas Británicas y entre los siglos VI y V a.C. a España e Italia. Este es el momento en que los Celtas entregan a los romanos una descripción de dioses que formaban el panteón de los bálticos y de todas las regiones por ellos conquistadas. Antes los conquistadores asumían las religiones y las creencias de los vencidos, ahora pareciera que no. Los romanos se limitan posteriormente a dar una lista de todo ello traducida y condensada en teónimos latino. Y aquí es cuando comienzan los desconciertos pues cada pueblo, con su particular fonética, le da sonidos y semantización a las palabras de acuerdo a su manera peculiar de entender los fonemas entregados en -17- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu cualquiera de las formas de contacto cultural. Lo mismo en los diccionarios, en el de Sopena, el Lemus de los vascos figura como Lemos. Desgraciadamente para nosotros, el cristianismo ha borrado en su mayor parte el sentido original de los términos, con el que el nombre conservado, en estas lenguas antiguas, viene a significar las conveniencias particulares de sus intereses. Así los lemures pasaron a ser, como grupo religioso para los romanos, primero unos enanos malditos y eróticos cargados a los rituales del infierno, luego feroces y despiadados que se metían como sabandijas hasta en la piel. De ahí que la palabra, lemures, venga a significar también una pequeña garrapata, ladilla que se incrusta en lugares especiales y sensibles de la piel humana o un animal extraño provisto de garras incisivas que todo lo despeña. Pero cuando los Celtas invadieron España muchos de ellos practicaban la religión de los lemures; del interior de sus regiones viajaban con sus recuerdos y creencias transmitidas oralmente pero aplacadas en sus costumbres y se denominaron, a sí mismo los que la practicaban, lemures; la llevaban como un culto de sus ancentros y la vinculaban, a nivel familiar, a la veneración de lares y penates. Los semitas hispanos fueron y siguen siendo seres llenos de complejos –ya veremos por qué- copiaban estos nombres adjudicándoselos como patronímicos de alta alcurnia, hasta que la palabra quedó en Lemus, Lemos y las otras variantes que arriba consignamos, y el que la obtentaba pasaba por ser un descendiente de un Celta y no de africano o judío, mirados a menos, y como fue el Celta un poderoso conquistador, dominador pero a la vez un profundo civilizador, pasaron al olvido las diversas significaciones peyorativas que esta palabra entrañaba desde tantos siglos atrás. Después los españoles practicarían lo mismo con palabras germánicas cuando los visigodos conquistaron la península allá por los años 424 d.C. -llegando a ser, hasta la invasión árabe 700 d.C.- los dueños de todo el territorio de la entonces llamada Hispania. Nunca el conquistado, por ejemplo, en este caso los habitantes de la península ibérica, cuyo territorio fue, en el neolítico, ocupado por los saharianos del norte de África; por los Celtas en el norte hasta Galicia y parte del País Vasco, hasta los Pirineos; invadida 800 años a.C. comercialmente por griegos y judíos fenicios; 200 años a.C. por los judíos cartagineses; luego por los romanos; luego por los vándalos; los ilirios, luego por los visigodos-germánicos, y posteriormente por los árabes en el 700 d.C., fueron los nombradores de su territorio sino sus invasores, aseveración que demuestra la diversidad de palabras en la Península Ibérica de origen de los pueblos antes mencionados. -18- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu La importancia de estas invasiones en la Península Ibérica es que todas estas corrientes humanas, con su diversidad de lenguas, venidas de alejados lugares geográficos, le dieron un cambio absoluto y penetraron en todos los dialectos que ahí se hablaban al punto de crearse otra lengua con el conjunto de ellas: el castellano. El castellano es una corrupción de todas y de cada una de las lenguas que llegaron con los invasores, principalmente, en cantidad, la de los romanos: el latín. Para ratificar con significativos ejemplos diremos que la palabra España, tuvo y tiene muchas grafías: Hespania, Spania, Hispania, Spanna, Spanien y es de origen judío-fenicio y significa conejo. Que Madrid significa reunión y proviene del africano bereber; que Andalucía proviene del visigodo-germano: vándalo, al cual los árabes le añadieron el artículo al-andaluz, para terminar siendo Andalucía; Portugal es puerto de los galos, o puerto de gallos. Seguimos por el camino abierto por la lingüísticahistórica casi en un punto fronterizo con lo desconocido. Esto mismo sucedió en el Nuevo Mundo, no fue el aborigen el nombrador de su toponimia, y si la tenía nombrada antes de la llegada de los conquistadores, éstos la ignoraron por que los términos no coincidían con sus conocimientos e intereses económicos por ello no le dieron importancia en lo más absoluto. Pero a lo que hay que darle relieve y decirlo en voz alta, gritarlo tal vez para que no se registren equívocos a lo largo de todo nuestro Continente, es que el llamado indio americano conservó su lengua, conservó todas sus lenguas, que siguen creciendo, hasta el día de hoy, defendiéndola con hachas, piedras y mordiscos, aunque es lamentable que se mantengan en la actualidad bastante corroídas por el castellano y en algunos países de Latinoamérica, lastimosamente, en franca retirada. El conquistador judíoibérico, insistimos, fue el verdadero nombrador de lo que conquistaba. De no haber sido así, los habitantes del Nuevo Mundo serían el único caso en toda la historia de la humanidad, que siendo cruelmente vencidos, casi exterminados, no sólo conservaron sino que siguieron nombrando su territorio. Que siendo vencidos -valgan las redundancias- sus habitantes autóctonos, éstos hubieran conservado y seguido dándole nombres al territorio que habitaban, pero que ya no les pertenecía y que hoy comparten en minoría, con el rigor de la fuerza con los depredadores llegados de Europa: sus vencedores. La palabra Pichi. El objeto de estas páginas es proporcionar material de investigación, aunque parcial, para la supuesta etimología mapuche en la -19- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu toponimia del territorio chileno, específicamente en el de Pichilemu. Ahora nos estamos remitiendo a una sóla palabra, Pichilemu, lo que imposibilita una rápida, por lo breve, comprensión y aceptación de nuestra tesis, pero cuando se advierte, que no es sólo una, sino centenares los topónimos, que en el Continente Americano y en Chile, pasan por ser indígenas, comprendemos y nos acercamos a la verdad, de que son de origen africanosemita-judío e indoeuropeos e impuestos por los conquistadores por razones obvias: desconocían las lenguas de los aborígenes y desde la altura valorativa de su civilización era una vocación el menoscabo a otras culturas abajo de su nivel; la imposición de justificar todo con sus principios religiosos; la invocación de un Dios desconocido por el aborigen que no le daba lugar a obtener concesiones; seguían las costumbres de los guerreros y las civilizaciones antiguas de darle los nombres de sus dioses, de sus reyes y los suyos propios a lo conquistado; porque con los topónimos se utilizó un medio sincrético de dejar huellas y señales para que comprendieran los que venían detrás quién era el que había estado antes y confiara en que sería ayudado; y la comprensión de que la única revitalización de las lenguas, en este caso también los topónimos, proviene de la hegemonía política, del dominio tecnológico y capacidad renovadora que eso lleva consigo. Todo esto los conquistadores judíos-ibéricos, llamados comunmente españoles, lo pusieron en práctica en el Nuevo Mundo. En casi todos los topónimos definidos en Chile como indígenas se repiten con frecuencia fenómenos idénticos o similares. Lo difícil son los casos aislados al margen de fichas familiares y que no reiteran hechos lingüísticos notables en las primeras apreciaciones, sino que sobresalen en virtud del aislamiento, pero a veces, por el mismo aislamiento, algunas palabras ofrecen al estudioso un caudal de datos recuperables por semejanza o a veces por mera instuición, técnica nunca despreciable cuando es mucho lo que se ha comparado, estudiado y leído. Pichi es un término que en todos los idiomas indoeuropeos significa pequeño. La raíz PIK, PICK o PIT debe de haber resultado, en el génesis de las lenguas, expresiva de la idea de pequeñez y ha dado lugar a piccuinnu, español: pequeño; portugues: pequeno y PETTITTUS francés, catalán. Y provenzal, PETIT, que dió al argentino PETIZO, a las postemillas pique, y a los pequeños árboles de los bosques de Pichilemu y de otras zonas de Chile, nunca se ha dicho de qué especie, pichi, Del latín tenemos: pisinnus, que nos acerca también a pequeño, pero advertimos la pitis y pikes y pischi que va a dar a picha, la que llega en Chile a pichula, que es el pene que también está en la familia de las deformaciones fonéticas por que significa “algo que pende”. De ahí que -20- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu cuando las mamacitas le toman a su pequeño hijo la “cosita pequeña” que cuelga -en un principio la religión prohibía dar el nombre propio a todo aquello que pudiera ser pecamino- y le piden al niño que haga una pequeña orinadita, le dicen ¡pipí! o ¡pichí, pichí!, ¡un poco, poquito; pequeño, pequeñito! Así todo lo poco es pichi hasta a la persona que es baja de estatura, y a los niños, se les dice en Italia pichi; en Chile a las personas de baja estatura se les dice chicos, que en definitiva también es pichi. Las madres son las primeras nombradoras, las transmisoras de las palabras hasta llegar a entregar la lengua, la primera de los niños, y cuando sus hijos comienzan a moverse comentan que hacen pininos en donde también encontramos la raíz pi. Las madres mapuches orgullosas de las deferencias que el conquistador tenía con ella, por ser madre de un hijo suyo, se esmeraban en educar al niño a semejanza de su padre entregándole como primera propiedad las palabras de una nueva lengua que ella misma estaba aprendiendo. Comprendemos en lo dicho el caso del cacique Lautaro, a quien tanto le sirvió el hablar castellano para entender la psicología de los conquistadores, según nos afirma en La Araucana, el tan elogiado don Alonso de Ercilla y Zúñiga. El padre alemán Ernesto Wilhelm de Moesbach en su libro: “Voz de Arauco” nos entrega 22 palabras que tienen la raíz pichi. Quien nos señala mayor cantidad de palabras con la raíz Pi es Rodolfo Lenz en su “Diccionario Etimológico de las voces chilenas derivadas de Lenguas Indígenas Americanas”, Universidad de Chile, Seminario de Filología Hispánica, l977. Son 92 términos entre los que incluye “picunche,-I.m.-el indio chileno del norte; en tiempos de la conquista eran los del Centro del país, más tarde los que quedaban al norte del Bíobío, hoi son los collipulli i alrededor, cp, “huilliche”, “mapuche”, etc. / 2. adj. Lo que refiere a esos indios; su dialecto, etc. Variante: picón, jen. Plur. Picones”, y los hace derivar de escritos de “Oviedo IV 268, de Barros Arana I 187, Medina 90, Ercilla. Esta inclusión de Alonso de Ercilla es por la “Araucana” y bien sabemos que este poeta recibió palabras y nombres de los más viejos conquistadores en los que se basó para la casi completa transcripción de los nombres indígenas araucanos para completar su famoso libro. El inicio de todo esto, insistimos, los conquistadores debieron haberlo aprendido por vía oral iniciado por el tan mencionado mapa topográfico del padre Gregorio Molina el Almagrista. Acercándonos aun más, Rodolfo Lenz anota en “1064. Píchi, m.-n. vulg. De armadillo, según MOLINA Dasypus quadricinctus. En la edición castellana de MOLINA 474 se dice “los picos”. No sé si el nombre pichi se usa en alguna parte. ETIMOLOJIA: Es posible que sea un nombre indio. II. -21- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu Píchi, m. –según Carvallo 25 es otro nombre vulg. Del pajarito “loica” Sturnella militaris. ETIMOLOJIA: Hai una palabra mapuche, Febrés, pichipoco, cosa poca i pequeña, chiquita de la cual podría venir el nombre; pero es más problable que sea un sinónimo, tal vez por el grito”, etc., hasta aquí Lenz. El padre Cristóbal de Molina el Almagrista. Obra conocida: “Conquista y Población del Pirú; Fundación de algunos pueblos; Relación de muchas cosas acaecidas en el Pirú”. El padre Cristóbal de Molina, El Almagrista, fue el primer cronista de nuestra historia. Vino a Chile con Diego de Almagro, junto a otros religiosos: Antonio de Almarza, el Licenciado Guerrero, Rodrigo Pérez, y el Presbítero Bartolomé de Segovia, todos ellos mercedarios. Que la raíz pic deriva de un sonido indoeuropeo, donde tiene el mismo sentido y las mismas derivaciones de lo pequeño, no nos cabe duda. Nos basta con repasar a Francisco Santa María en su “Diccionario General de americanismos” para ampliar nuestro conocimiento sobre dicho vocable. Ésta es la razón que se encuentre desde México hasta el Perú, en variados vegetales, árboles, plantas, animales, insectos, indios, etc. Y todos con la característica de pequeñas cosas o pequeños seres. Con la ampliación de la conquista, de norte a sur, fue generosamente desparramada a los últimos confines hasta llegar finalmente a Chile. Mi versión es que la palabra PICHILEMU contiene dos vocablos de origen indoeuropeo, pues Lemur, Lemus o Lemnos, proviene de los bálticos a través de los Celtas que eran indoeuropeos y pichi es una deformación del latín, por igual indoeuropeo, PISINNUN con la raíz PIK o PIT, palabras registradas desde hace mucho tiempo, miles de años, y por los lingüistas y gramáticos, desde antes del descubrimiento de América. Esto llevado a la toponimia no nos resulta extraño considerando que de los ibéricos, que llegaron a nuestro continente, la mayoría no sabía leer ni escribir. Eran soldados, agricultores y artesanos que sólo codiciaban los metales preciosos e ignoraban el significado incluso de lo que nombraban, pues el nombrador, compañero de conquistas y aventuras, había sido, tal vez, de otra región del sur de la hispania, en donde el habitante de un pueblo no entendía el dialecto del habitante de otro pueblo, aunque fuera cercano, por la inmensa diversidad de dialectos existentes por entonces en la Península Ibérica. Así los Adelantados, Conquistadores y Encomenderos -todos con mayúsculas- sin entenderse ni siquiera entre ellos, las denominaciones toponímicas, por uno de ellos colocadas, por ignorancia se -22- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu las abjudicaban a la lengua de los indígenas y muchas otras veces con propósitos, a sabiendas la mayoría, llenas de un malvado sincretismo. Por tanto afirmamos que la palabra Pichilemu no es de origen indígena. Digo claramente, de los indios que habitaron y aun habitan nuestro territorio, y que ahora son nombrados como mapuches chilenos, y repito que estos indios incorporaron la palabra de los conquistadores, como tantas otras a su lenguaje donde permanece y de donde es extraída como legítima por los estudiosos de su historia, de su lengua y sus costumbres. Hacemos nuestras las palabras de Luis Enrique Délano cuando dice que los que “sufrimos a Chile, lo sentimos y lo admiramos como un país grandioso y entrañable. Lo sentimos como elemento natural a la vida de todos los pueblos del mundo, y sabemos muy bien que lo complejo de su extraordinaria vida, que lo disímil de su densa existencia, que lo soterrado de sus grandes poderes espirituales, no puede someterse al capricho de un cúmulo de páginas más o menos simpáticas, más o menos bien intencionadas, más o menos cordiales de información, de crónica o historia cariñosa, tan sólo para agradar. Por esto y mucho más es el afán de penetrar y desentrañar, ahora podemos hacerlo sólo en parte, los misterios de la etimología de nuestra toponimia. También que no olvidamos que con sólo el conocimiento lingüístico -necesitamos a la historia, a la arqueología y a las nuevas técnicas del estudio de la genética comparada- no es posible acceder a los secretos de las viejas costumbres de las lenguas inmersas en una pegajosa y abigarrada telaraña de contracciones, hiatos, lexicográficas, y que se puede fracasar, risueñamente, por falta de una metodología adecuada. Pero volvamos al centro de nuestro tema. El verdadero nombrador del territorio chileno, desde Copiapó hasta el Maule, fue el cura Cristóbal de Molina, como apuntamos arriba, que llegó con Almagro el descubridor, que además de músico era el topógrafo oficial de la primera invasión al territorio que nombraron Chile. Después acompañó en la segunda expedición al analfabeto Pedro de Valdivia, a quien le escribía, hasta las cartas otro nombrador, aunque menor, Juan de Cardeña o Cárdenas. Cristóbal de Molina levantó un mapa de todo el territorio desde Copiapó hasta la orilla norte del río Maule. Por este trabajo el cura alegó ante el rey que sus favores hacia la corona habían sido importantes y se merecía algunas atenciones por su vejez y delicado estado de salud. Nunca se ha encontrado este mapa, aunque el historiador Barros Arana, da pistas de quién lo tiene en España en los archivos secretos de libros sobre los primeros cronistas del descubrimiento y la conquista. El libro permanece -23- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu oculto. Con el desciframiento del mapa de Cristóbal de Molina, sabríamos la etimología verdadera de casi todos nuestros topónimos y nos animaría a darle veracidad y verdadera credibilidad a todos los existentes en el Continente Americano. Comprendemos las razones de su peligrosidad si se publicara algún día. Para mayor abundamiento sobre este tema remito al lector a Luis Enrique Délano en su escrito: “Mapas de Chile”, inserto en el libro “Autorretrato de Chile” de la editorial Zig-Zag. 1957. Santiago de Chile. El topónimo Pichilemu, según consigna Juan Marcelo Mella Polanco en su libro “Historia Urbana de Pichilemu, origen y crecimiento”, como designación de lugar con población relativamente estable, sólo aparece en un informe de l872 del capitán de corbeta Francisco Vidal Gormaz, respondiendo a órdenes de Aníbal Pinto, Ministro de Guerra y Marina del Presidente Errázurriz Zañartu, que le había encomendado el reconocimiento de la costa de Colchagua. Topocalma y Poro-Promaucaes Para terminar nos falta dar dos últimos ejemplos de la toponimia pichilemina. Uno de índole muy claro en su comprensión, el nombre del cacique Topocalma, donde encontramos, del griego topo: topografía, y calma que no necesita explicación. El otro, con un contenido sincrético y de oscura comprensión, es la palabra con que se designó a los aborígenes del territorio pichilemino. Con muchas variantes lo escribieron los recopiladores y gramáticos, alemanes y chilenos, de la lengua indígena mapuche: poromoacaes, purumauscaes, poromaucaes, promascaes, promaucá, promocaes, promaucaes. Poro o pro es un pronombre griego y maus, en germano, significa ratón; en latín caes es caecus, -a, um (ant. Irl. Caech; got. Hails; sánscr. Kékarah), adj., ciego; invidente, que no ve: ratón ciego, se explica: murciélago por que peleaban atacando de noche. En definitiva fue el cura veedor y topógrafo real Cristóbal de Molina, quien sincréticamente, burlona y despreciativamente, o por orden superior, nombró a los habitantes del territorio chileno: mapache una variante de perro salvaje en lengua vasca, dió mapuche; reitero, murciélagos a los promaucaes por su costumbre de pelear de noche; a los chillanes por atacar chillando; a los maulinos maul, que significa hocico, las fauces de un perro rabioso, y es palabra de origen germano, porque peleaban a los mordiscones. -24- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu Maule, dió derivaciones en todas las formas gramaticales: al río, a la comarca y a toda la gente de la región. Este nombre es un topónimo en España, es el de un pueblo del norte, vasco, y es por las mismas razones antes expuestas, copia de una palabra despreciativa, aun hoy día, en el habla común germana, sin saber los vascos su explicación copiaron el vocablo, tan sólo porque lo empleaban los fuertes y nobles señores que los conquistaron. Hasta en Inglaterra existe un noble de hocico trompudo: Lord Maule. Este caso se repite entre todos los pueblos vencidos y conquistados: en Uruguay los indios churruas y en Argentina los chacos son en vasco nombres del chacal, un perro salvaje; en Bolivia los haymaras, haymarás, aimaras, guaimarás, etc., es el nombre de un perro cazador alemán, el Weimaraner, pronunciado la doble “w” como “gua” costumbre inglesa y española, en Inglaterra es el Deutscher Kurzhaar Pointer. Otro caso entretenido es el nombre de la iguana ese animal espantoso que vieron los conquistadores desde el primer viaje de Colón. Les pareció serpiente o dragón, a un tiempo terrestre y acuático; pero bien pronto vieron que era inofensivo y que su carne era comible y sabrosa. El nombre que le pusieron fue el de Yuana, o sea Juana en ortografía moderna que por la pronunciación tanto de los nativos como los de -¡vaya a saber de qué región de la península eran los otros ibéricos!- dio iguana, en forma definitiva como conocemos en la actualidad a este gracioso animalito; lo que fue gran desacato, si en ese ser de apariencia horrible y de majestad ridícula, quisieron recordar a la reina doña Juana, sobrenombrada la Loca, a quien de nada le sirvió su boato regio. Con la mayoría de los incultos y despreciativos ibéricos pasó lo mismo en repetidas ocasiones en que tuvieron el poder de decidir el nombre de una tribu, de una lengua, territorio, seres animales o vegetales. Por ejemplo: en el norte de Chile existió el grupo de los Diaguita también catalogados por Antonio Tovar como Calchaquí. Diaguitas no es más que el nombre del conquistador Diego de Almagro, estos indios le pertenecieron al “turnio”, así era llamado Almagro, por derecho de conquista; y Calchaquí no es más que Karl en germano, Carlos en castellano; y chaquí, en vasco el perro salvaje, el mismo que apuntamos como chaqueño: los perros de Carlos V. Los ibéricos prolongaron, con abuso, la costumbre de bautizar con nombres arbitrarios, y con frecuencia ofensivos, a las agrupaciones indígenas que encontraban en Centro América: los Motilones, que significa los pelados; los Comemocos, los Orejones, los Corcovados, los Pampanillas, los Pintados, los Tiznados, los Alcoholados, los Cocinas, los Salivas, los Mosquitos, los Comechingoles en el sur, los Sacamecas en -25- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu Venezuela, etc., etc. Así no nos sorprende encontrar en Chile la variedad de nombres despectivos que arriba hemos anotado. Como último ejemplo. El ejercito chileno creó un regimiento ubicado en Buín, estación por la que pasaba el tren que iba a Pichilemu. Buín es el nombre de un perro famoso: Windhund, la “w” pronunciada como “b”, o “guin” la traducción literal nos da viento-perro, y es el nombre del mejor perro cazador de zorros, conejos y liebres. A los indios de la región de Buin les llamaban cazadores de liebres porque eran como el viento de rápidos para la caza, la misma imagen que han tenido de sí los militares del nombrado regimiento. Ampliando el análisis: a la “W” germana los españoles le dieron el sonido de “b”, “v” y de gua-e-i-o-u, por lo que Buín nos suena igual Guin. Añadimos ya sin sorpresas que la mayoría de los confeccionadores de diccionarios mapuche fueron alemanes: p. Félix José de Augusta; p. Bernardo Havestandt; Walterio Meyer Rusca; p. Ernesto Wilhelm de Meosbach; Rodolfo R. Schuller; Wilhelm Koppers; M. Gusinde y el más proficuo Rodolfo Lenz. Los de origen español han sido pocos y sus obras han alcanzado menor difusión que los nombrados. El interés por los misioneros alemanes que vinieron al territorio chileno, desde la conquista, alcanzó notoriedad en l906, por la difusión de la Revista Internacional de Etnografía y Lingüística que publicaba un tomo por año de más de mil páginas dirigida por Wilhelm Schmidt. Carlos V los Fúcares y los Bélzares. ¿Por qué tenemos, en nuestras lenguas indígenas, términos germanos, latinos y griegos que separados designan un objeto no emparentado y con la unión de dos o tres de sus palabras, siendo ellas de distintas lenguas, nombran otra cosa, cuando en cada una de sus lenguas tienen definido muy claramente su significado como es el caso de los primogénitos aborígenes de Pichilemu: pro-mau-caes? Brevemente. Porque el territorio actual de Chile, el rey Carlos V, se lo vendió a la banca del judío alemán Jacobo Fugger, llamado por los españoles Fúcares, a quien le debía mucho dinero por los préstamos otorgados por el banquero, con los que él como rey financiaba sus continuas guerras. Y se planeó entre el rey Carlos V y Jacobo Fugger, en 1530, actuando de albacea el alemán Vido Herll, una capitulación “para el descubrimiento de las islas y tierras que hay desde el Estrecho de Magallanes hasta Chincha en el Perú”, y llevar colonizadores germanos a esta nueva región. -26- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu Por ello los nombradores, casi todos sacerdotes, que eran veedores del rey y a la vez improvisados topógrafos como el padre Cristóbal de Molina, manejaban diccionarios de palabras germánicas, lengua que no conocían y que al pronunciarla o escribirla deformaban su fonética de tal manera que su estudio y comprensión hoy día es sumamente complicado, pero que un requisito impuesto por célula real los obligaba a manejar, así mismo otros diccionarios de lengua griega y latina. Ésta última sí la hablaban, la escribían y la leían sin duda todos los eclesiásticos que vinieron al Nuevo Mundo. Para mayor comprensión. La misma banca de los Fúcares había financiado la conquista de la actual isla de Santo Domingo para colonizarla con alemanes pero tuvo un rotundo fracazo. Posteriormente la banca judía alemana de los Welser, llamada por los hispanos Bélzares, recibió, por los mismos motivos, el endeudamiento del rey ante sus créditos impagables, el actual territorio de Venezuela, con el mismo desastrozo final. En esta empresa de Venezuela, el hijo del banquero germano Welzer, fue ajusticiado de forma que aun hoy en día la sola mención de su muerte es terrorífica. En un nuevo intento colonizador el banquero Fugger financió la conquista del Perú, emprendida por Pizarro y Almagro, en cuyo contrato el nombrado cura Luque, “el loco”, fue tan sólo un palo blanco, siendo a la sombra, el verdadero testaferro de Fugger, el Licenciado Espinosa, que murió en el Perú mientras gestionaba uno más de los pagos de esta deuda con los conquistadores Pizarro y Almagro. En las mismas condiciones, entre el rey Carlos V y Fugger, realizó Almagro el descubrimiento y después Valdivia la conquista del territorio chileno. Pero en medio de la temeraria empresa, al poco tiempo, el banquero Fugger, ¿olió desde lejos la fiereza de los araucanos?, desistió de ser colonizador dejando a Valdivia y a todos sus compañeros cesantes. De ahí nacen las quejas del cura C. de Molina y de don Pedro en sus cartas escritas, para éste último por Cárdenas, al rey solicitándole favores por tantos servicios prestados, que no beneficiaban ya al empresario sino al propio rey. Estos datos están consignados por José Toribio Medina en la Colección de documentos Inéditos para la Historia de Chile l518-l818, página 221, tomo III, de la Imprenta Ercilla, l889, tomados por nuestro fecundo historiador y polígrafo del Archivo de Indias, Patronato 1-2 1/28. Epílogo. Con cientos de otros topónimos ocurrió lo mismo, empezando por la palabra Chile, que tiene, según José Toribio Medina, 4 ó 5 -27- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu denominaciones: otro misterio que pronto intentaremos revelar. Después el sabio chileno, me refiero a todos los nuestros, siguió en la misma operación: repetir, sin indagar en las diversos dialectos que tenía cada uno de los diversos pueblos de donde procedían los conquistadores; y así, ellos, nuestros sabios, se encargaron de rematar la comprensión del indio que boquiabierto escuchaba topónimos, supuestamente de su lengua, sin comprenderlos y los aceptaba todos, siempre que fueran acompañados, en este caso los topónimos y otras bárbaras acciones de despojo, de un “buen trago de cualquier alcohol” que con tal que embriagara ya era regocijante y hacía bajar las lanzas; y a todo lo demás, de carácter débil y de difícil comprensión, no le opuso el indio resistencia. Mientras no le quitaran su preciada tierra, se avino y se acostumbró a nombrar su habitat con topónimos extraños, recién llegados a su oído y a su propio territorio -al recién descubierto y conquistado territorio chileno- de el que diría posteriormente la historia: Chile les pertenecía desde tiempos inmemoriales y fueron ellos, los indios mapuches, los nombradores de todo cuanto existía en la larga y angosta faja de tierra que conforma a éste, nuestro país llamado Chile, palabra cuya significación, a ciencia cierta, tampoco hemos sabido, ni nadie sabe hasta ahora como explicarla. Aunque confiamos que un día, no muy lejano, daremos pruebas de su verdadera significación. No obstante el nombre Chile y su hermoso sonido, ¡Chile, Chile!, mientras esté dentro de Pi-chile-mu, lo seguiremos considerando una hermosísima, elocuente, admirable y amada palabra. -28- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu BREVE ANALISIS POETICO SOBRE EL CANCIONERO POPULAR Y FOLKLORICO DE LATINOAMERICA En este capítulo el lector encontrará un breve estudio de las formas poéticas más comunes en las canciones de todo el ámbito, popular y folklórico de Latinoamérica, desde México hasta Chile. Al no anotar en un pentagrama las melodías de las canciones a Pichilemu, como hubiera sido nuestro deseo, nos remitimos modestamente a que se reconozca, con poco esfuerzo, el estilo poético de cada una de ellas como un alcance metodológico y práctico, dentro de las fórmulas académicas, que pretende tener este breve estudio de la composición poética a nivel popular. En todos los países de Latinoamérica, cada uno de sus pueblos se expresa dentro de las particularidades del acento melódico de su lenguaje y -29- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu para lograr una efectiva y afectiva comunicación utiliza la música, por sobre todo sus canciones, la palabra versificada y cantada, como una forma de acercamiento e identificación. Canta lo que conoce, lo que ama, recuerda y añora; lo que le pertenece o lo ajeno que quiere hacer propio. En esta unidad y variedad radica su creatividad, es el marco de identidad con las otras naciones que la circundan y a las que está unida históricamente. Así toda Latinoamérica pareciera ser una e indivisible, pero en un examen más profundo descubrimos no sólo diversidad del sonido en su lenguaje -hecho sabido y repetido por todos- sino también las diversidades de su idioma común: el castellano. De ahí parte la riqueza del cancionero de nuestro continente por las distintas interpretaciones de los hechos, en sus formas externas, y además, la sensibilidad e inteligencia de sus hombres que crean en el arte su diversidad, sus opuestos, sus encuentros históricos bajo el prisma del lugar de nacimiento en una misma tierra: el vergel inspirativo de América, que aun tiene vigencia, sobre todo en la creatividad musical, que es el caso que analizamos, el mundo complejo, vasto y pródigo de sus canciones que es sorprendente en cantidad y calidad, hecho que constatamos a diario, al intentar cantar la inmensa variedad de temas que existen. La música y la canción latinoamericana es tan variada como los hombres y el continente que la produce. Este se compone de 30 estados y posee zonas climáticas que van del trópico al clima templado. Ha hecho suyas dos lenguas europeas y asimilado a tres culturas distintas -la europea, la africana, y la indígena- y todas las variantes que han surgido de cada una de estas divisiones. La unidad en la diversidad resultante es extraordinaria. Aun los países más pequeños han desarrollado un lenguaje musical y poético propio, definitivamente diferenciados uno del otro, a veces en leves matices de descripción del paisaje y de su poderosa y avasallante geografía como de las incidencias históricas y sociales en que cada una de estas naciones desarrolló su pasado y el presente y como vislumbró el porvenir en las variantes tonales y melódicas de su lenguaje típico. Esto va desde la canción popular hasta el estilo conservatorio, variantes que se traducen, se funden y se distinguen entre sí. Pero se puede decir, sin embargo, que en todas estas variantes se reconoce el mestizaje sanguíneo: el que posee cada país es su singularidad. Es así, por ejemplo, que no se han fundido ni en la música cubana, ni en el resto de la música del caribe, los elementos indígenas, grupo humano que fue irresponsable e inhumanamente exterminado durante y después del descubrimiento. Del mismo modo son pocos los ingredientes africanos en el estilo musical de los pueblos andinos. -30- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu La música cubana es la amalgama más enriquecida de elementos africanos y españoles. Sólo de la brasileña se puede afirmar algo similar. La canción española hasta el siglo pasado enriqueció en el campo, en la ciudad y en los salones la vida musical de toda Latinoamérica. La mayoría de las formas musicales latinoamericanas son difíciles de definir, ya que poseen un ritmo y formas de danza propio, estilos distintos de interpretación, tiempos y temas específicos. Más aun, sus orígenes son oscuros y varían frecuentemente de un período a otro, de un país a otro aunque sea vecino. Cada cual posee una constante y original modalidad en la renovación creativa de los temas cantados, ya sea por el tratamiento de la palabra versificada, la originalidad del tema tratado o la calidad y diversidad del acompañamiento melódico y armónico. Y esto es en definitiva, la palabra cantada convertida en canción, lo que más nos interesa- y a ella vamos- en éste breve análisis. La utilización de los instrumentos musicales, partiendo desde Cuba, en todo el resto de los países del sur, responde a las mismas necesidades en ritmo y melodías: el piano como elemento básico y al que se añade el bajo; en las cuerdas el violín y en los vientos el clarinete, la trompeta y la tuba que fue un primitivo componente rítmico; a ellos se agregó el arpa; el acordeón y tardíamente la guitarra que se encontraba fuera de ser considerada dentro de un grupo instrumental, ya que fue siempre un instrumento solista que el pueblo popularizó con su rápida adopción y en donde afincó y edificó todas sus futuras creaciones de estilos melódicos para ser cantados. En los instrumentos rítmicos la variedad supera todo análisis pues fue constante la creatividad desarrollada, la inventiva del criollo y del mestizo, y sobre todo del negro, (la marímbula por ejemplo), fue infinita, como lo demuestran en la actualidad la inmensa variedad de instrumentos de percusión existentes en todos los países de Latinoamérica. El siglo XIX y nuestra historia, la de las letras de las canciones latinoamericanas, comenzaron con la Habanera, que fue un modo musical donde se expresaba, por intermedio de la palabra cantada, todos los sentimientos del pueblo, utilizando formas poéticas ya definidas en el viejo continente desde remotos tiempos. La Habanera fue universalizada desde Cuba hacia toda Latinoamérica. Desde México a Chile su modalidad rítmica alcanzó gran difusión a través del canto y del baile. La Habanera, aun vigente, es una forma musical mixta, en ritmo de 2x4, levemente variada de la contradanza europea de moda en los siglos 17 y 18, llegada a España desde Francia e Italia y rápidamente trasladada e incorporada al acervo y riqueza musical de Cuba. Poseía, por aquel entonces, una tremenda exquisitez y delicada -31- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu riqueza melódica que creó una variada y casi inacabable sementera de canciones para los inspirados recreadores o refundidores de melodías en todos los ritmos con que se identificaba cada uno de los países latinoamericanos: dio origen a la "Milonga" y al "Tango" de Buenos Aires; es el "Rasguido doble" en la provincia de Corrientes al norte de la Argentina; es "Serenata" en la provincia del mismo país norteño de Salta. En Chile se introdujo en la "Tonada campera"; en el "Pasacalle" y en el "Pasillo" de Ecuador, y sus melodías la encontramos en la actualidad en el Perú con ritmo de vals; así mismo en los "Bambucos" y "Valses" colombianos y en los "Joropos" venezolanos. En Cuba, la Habanera se convirtió en "Sones", "Boleros", "Guarachas", "Rumbas" y "Merengues" en Santo Domingo, decantó su influencia así mismo en toda el área del Caribe. En México sus melodías están en los "Corridos", "Rancheras", "Guapangos" y en sus primeros "Boleros"; y en Brasil dio origen al "Maxixe", una de las primeras formas musicales y dancísticas formales de este país. La Habanera hoy día se conserva, intacta y vigente en España en toda el área de Cataluña, Galicia y los países Vascos y disfrazada en infinidades de otros ritmos en los países europeos, como reseña afirmamos que "O sole mio", la popular canción napolitana es una Habanera. Pese a todo esto, es casi de conocimiento general la divulgación, de que todos estos ritmos, salvo algunos naturalmente, provienen del África y llegaron con los negros en los infames y enriquecedores embarques de esclavos traídos y comercializados por las monarquías españolas, francesas e inglesas en todos los siglos posteriores al descubrimiento de América. Las letras de las canciones latinoamericanas son sólo una parte de lo que es la realidad literaria del cada uno de sus países, una fuente que no se agota en ninguno de ellos ni en su conjunto sino que comprende y emprende su función dentro de cada forma de la vida humana. En esta realidad histórico-social efectiva ha alcanzado la canción popular, lo que me parece más valioso y fecunda identidad, en su más amplio sentido, como recreación, diversión y solaz para todos los seres, hombres y mujeres que habitan en Latinoamérica. La canción así entendida es algo de lo cual el hombre no puede prescindir. El silencio de siglos del hombre americano frente a su carcelero, se quebró cuando aprendió a escuchar bien, no tan en silencio es verdad, en los momentos en que iba desatando las ligaduras y adquiriendo por su propia experiencia nuevos conocimientos. Así logró saber que el placer recreativo que ahuyenta las tristezas del corazón es necesidad inexcusable del hombre libre, lo mismo en el descanso que en el trabajo, esos dulces cantares que aminoran las pesadumbres del alma, llegando hasta a paliar los dolores físicos del enfermo; y en este solaz -32- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu musical los letristas son dignos dispensadores profesionales. Pues respondiendo a una necesidad vital, al oficio de cantor del pueblo, su intérprete, hubo de ejercer profesionalidad recreando al público en cualquier circunstancia que se le presentase en una continuación de un arte que no impuso considerandos. En todas partes se los ve: pobres, ricos, toscos, refinados, hombres y mujeres, morales e inmorales, excomulgados y perseguidos o invitados y festejados, para la danza, para el recitado, cantando, trovando, tañendo instrumentos, hasta el labial del íntimo e infantil silbido. La severa imagen se va animando en cuanto se aclaran las nebulosas de la colonización y se van abriendo a la claridad del bosque, divisando la riqueza circundante de todo el continente -ya en sus manos- en su boca, en su alma como algo propio y que había que glorificar tanto a los hombres como a su historia, al paisaje y a la exuberante geografía y así van haciendo historia de interés para la cultura general, como difundidores de sus invenciones, gustos e ideas, ofreciendo crónicas para el arte popular, para la realidad social y el esquema musical en particular. Los primeros letristas de canciones eran difundidores de cantos noticieros sobre sucesos actuales, referencias de historias pasadas, portadores de mensajes versificados y musicalizados dentro de una melodía simple y llana, siempre en un estilo fácil de memorizar. Fueron un poderoso órgano de propaganda política. En fin. Eran editores y periodistas ambulantes, agentes de toda clase de publicidad, abarcaban todos los órdenes y géneros humanos pues la realización de textos para ser cantados respondía a una necesidad vital y profunda y estos seres tuvieron permanencia en todos los tiempos, llegando en la actualidad a ser incontables los nombres de los que se han constituido en el numen de la creatividad en toda Latinoamérica. Ahora el hombre que canta una canción está transmitiendo un canto social, una denuncia social, una historia de su patria colectiva y personal y no concibe su tarea como la de un receptor y emisor meramente copista, mecánico, como la tarea de una máquina de escribir cualquiera. El que canta se halla ante una herencia común de antepasados, anónimos o inscrito en registros de propiedad intelectual, ante un patrimonio común que todos cantan como una canción propia y que todos repiten en tensión poética o recreativa y reelaboran, espontánea e inmediatamente, cada verso, incluso la melodía de la canción. Esta tensión poética o creadora es la misma del lenguaje, pero en su sentido radical "se canta", o mejor aun: se canta y se crea otra vez la misma canción y la misma melodía cada vez que se la utiliza o se la recrea en el estilo personal que cada cual posee y así pasa a ser la -33- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu forma, el mensaje y su contenido, otra identificación entre la nacionalidad del autor con todo el resto de los habitantes de Latinoamérica. Letristas y poetas populares En la versificación de las canciones folklóricas, populares o modernas, en cualquiera de sus modalidades rítmicas, observamos el clasicismo generalizado del arte de versificar. El ritmo musical en su forma elemental es repetición. Los versos cantados son unidades rítmicas que forman series sobre las que se apoyan y tienen como soporte una melodía y así, las letras llegan a ser regular, irregular fluctuante o libre. En la métrica o medida silábica tienen las letras del cancionero latinoamericano semejanzas con las formas de composición de cualquier verso regular: Nadie comprende lo que sufro yo, canto pues no puedo sollozar... Perfidia. ALBERTO DOMINGUEZ El uso de la sinalefa y hiato, la sinéresis y la diéresis y cuántos otros tecnicismos son empleados concientemente por los letristas y todas las denominaciones con que se cuentan las sílabas han sido empleadas, desde tetrasílabos hasta dodecasílabos; el de catorce sílabas; el elegante alejandrino, que fue y es, muy empleado en las letras de tangos: Sus ojos se cerraron y el mundo sigue andando, su boca que era mía ya no me besa más... Sus ojos se cerraron GARDEL- LE PERA El más recurrido ha sido en todos los tiempos la cuarteta compuesta generalmente de versos endecasílabos que riman el primero con el tercero y el segundo con el cuarto. Se le llama también serventesio, aunque muchos letristas los escriben en versos de cualquier medida, con su rima consonante o asonante: Porque no engraso los ejes me llaman abandona´o, si a mí me gusta que suenen pa´que los quiero engrasa´o. -34- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu Los ejes de mi carreta RIZZO-A. YUPANQUI El empleo del romance con sus series indefinidas de octosílabos con rima asonante o consonante, las famosas y populares cuartetas, ha sido también de una recurrencia asidua, inclusive poetas como José Martí, Pablo Neruda y Jorge Luis Borges, y muchos otros, hicieron en esta categoría poemas para ser cantados: Quiero a la sombra de un ala contar este cuento en flor, la niña de Guatemala la que se murió de amor. José Martí Señora dicen que dónde, mi madre, dicen, dijeron, el agua y el viento dicen que vieron al guerrillero. Pablo Neruda Me acuerdo fue en Balvanera, en una noche de farra, que alguien dejó caer el nombre de un tal Jacinto Chiclana. Jorge Luis Borges A las mismas cultas y técnicas estructuras, insistimos, recurren los letristas o poetas populares: Son tus cartas mi esperanza, mis temores, mi alegría, y aunque sean tonterías, escríbeme, escríbeme. Bolero. G. Bustamante En un barrio de Asunción gente viene y gente va, ya está sonando el tambor la galopa va a empezar. Galopa, Paraguay M.Cardozo Ocampo Estas son las mañanitas que cantaba el rey David, hoy por ser día de tu santo te las cantamos a ti. Popular mexicano. Percanta que me amuraste en lo mejor de mi vida, dejándome el alma herida y espinas en el corazón. Tango, Argentina P. Contursi-Castriota -35- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu Ninguna de la formas poéticas han sido dejadas de lado: redondillas; quintilla; octava o octava real, la octava francesa llamada a veces octavilla, la décima en los llanos venezolanos, entre los gauchos argentinos y los guasos chilenos aun está vigente. El romántico y culto soneto y cuántas combinaciones de versos desiguales: copla de pie quebrado, la lira, la estancia, la seguidilla, ágil y sincopada en la cueca chilena y en muchas canciones de carácter indígena; el romance endecasílabo o heroico; el romancillo en hexasílabos; la silva en serie de endecasílabos y heptasílabos con rima consonante y, a veces versos sueltos están todavía en el ejercicio y el conocimiento de los letristas populares. Naturalmente todos estos elementos poéticos llegados vía España a Latinoamérica, se difundieron desde la época del descubrimiento por todas las áreas, y su utilización y práctica se expresó en conveniencia a la personalidad del músico o del mero letrista. La canción mexicana En México floreció una riqueza inmensa de canciones que se han popularizado en todo el mundo, especialmente el género ranchero, con características tan particulares como puede tener, salvo las distancias, el flamenco. Para sus interpretaciones se requiere una orquesta típica, el mariachi, compuesto por once músicos (violines, trompetas, guitarras y guitarrón). Sin embargo la ranchera no es la única de sus expresiones musicales. El corrido, pese a todo, es el más popular por su raigambre campesina. Son romances populares que se cantan o recitan e incluso se bailan. En algunos textos trata de la tradición nacional, de hechos milagrosos, de apariciones, de santos, del destino, del amor desquiciado e infiel, etc., etc. Los destinados a cantarse suelen tener un carácter más regional y relatan casi siempre hazañas de héroes populares y hechos acontecidos durante la guerra de la Independencia y posteriormente de las revoluciones que sufrió México a comienzos del siglo pasado. El corrido es una especie de gacetilla poética que, como el romance castellano tiene por misión reflejar con una ingenua y simple melodía, con espíritu crítico como fondo, los sucesos de un período histórico cargado siempre de violencia. Otros ritmos amparan letras de diverso contenido semejantes ya a toda el área del Caribe. El bolero y el vals tienen un sitio destacado en el cancionero mexicano. Cuba y Centro América -36- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu Desde Cuba se han gestado siempre fenómenos musicales, sus ritmos y nuevas modalidades son las que más se han expandido hacia toda Latinoamérica. A Cuba se deben muchas formas musicales que abundan en ricas melodías y en letras bien fundamentadas irradiadas a todos los países del Caribe y del resto del continente. Son innumerables los ritmos surgidos en esta área. Difícil enunciarlos a todos. Son sí, bastamente conocidos los actuales como la salsa y el merengue, donde han convergido antiguos ritmos en desuso. Cuando algún ritmo pierde vigencia, -o el olvido y el tiempo enmaraña su existencia- otros más modernizados ocupan su lugar en el gusto popular, y esto es más generalizado por el actual requerimiento comercial a que están sometidos los creadores de canciones. El bolero La canción más destacada y de mayor raigambre en Cuba, en el Caribe y en todo Centro América, ha sido el bolero. El musicólogo y escritor Leonardo Acosta afirma: "Los textos de los boleros se nutren del habla popular de la época, de la poesía de mayor difusión, las lecturas de amor, incluyendo la prensa y lo que llega a través de otros medios como la radio o el cine, del lenguaje y las formas de enamorar -o cortejar- en esa época y lugar". "Un bolero puede hacer que los enamorados se quieran más y a mí eso me basta para querer hacer un bolero. Yo estuve tratando con Manzanero de hacer un bolero por lo menos durante un año, y es lo más difícil que hay. Poder sintetizar en las cinco líneas de un bolero todo lo que un bolero encierra es una verdadera proeza literaria": Gabriel García Márquez. El bolero, como muchos otros ritmos de Cuba, de México y de toda el área centroamericana, tienen una vigencia innegable. Las letras de los boleros cumplen la función de ser otra de las manifestaciones populares urbanas que retratan el alma del pueblo que es en definitiva su creador. Canciones latinoamericanas: baladas, populares, tradicionales y folklóricas Desde Venezuela hasta los países del Cono Sur, Uruguay, Argentina y Chile, la práctica del canto se ha afincado en lo folklórico y en la canción de proyección folklórica y popular, es decir, con ritmos anónimos son compuestos en la misma forma sus textos y sus melodías. Los países andinos que agrupan mayor cantidad de mestizos, o indios mayoritariamente de sangre pura, se expresan, con un sistema melódico y armónico -37- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu encuadrado dentro del clasicismo hispánico, pero con algunos instrumentos autóctonos. Los textos son descripciones de sus dolencias, defecciones, tristezas y el ingrato recuerdo de un pasado glorioso truncado por la codicia del conquistador. Sus expresiones son llevadas al pentagrama dentro del orden poético clásico, con las estructuras vigentes que antes analizamos. Varía sólo el contenido. Las formas han permanecidos fieles a la tradición hispánica. La canción venezolana, la colombiana y ecuatoriana reparten sus textos dentro de la más estricta descripción del paisaje, de su historia, el canto de sus campesinos, descripciones paisajísticas, amores y desengaños, en alabanzas a la hermosura de sus mujeres con diversos ritmos como el "Joropo", en Venezuela y el "Bambuco" en Colombia; así como en Ecuador es el "Pasillo" y el "Pasacalle". El "Vals" en Perú no se diferencia en sus textos en nada al resto de los demás países latinoamericanos. Pero sí en el ritmo, pues se distanció notablemente del vals vienés, el iniciador de esta modalidad, dándole una singular síncopa que lo distingue de los del resto del continente. El "Vals" en la Argentina permaneció fiel al modelo europeo que junto con la "Milonga" y el "Tango" destacan su personalísima creatividad. En cuanto a Bolivia, Paraguay, Uruguay y Chile, la modalidad de los textos, para ser cantados, responde igualmente a las estructuras mencionadas, todas sujetas al cordón umbilical europeo. Canciones argentinas de proyección folklórica y el tango como expresión urbana Capítulo aparte es el cancionero argentino. La utilización de lo folklórico como proyección ha alcanzado cierta universalidad siempre dentro de la modalidad europea de versificación, aunque distanciado, como en todos los países latinoamericanos, en la descripción histórico-social y por la diversidad geográfica incorporada a sus vivencias. Le corresponde a la Argentina, con el tango, ser lo más destacado dentro de la creatividad del cancionero del Cono Sur. Sus letras tienen un contenido existencialista propio de la corriente filosófica y la psicosis colectiva de los europeos del siglo pasado desarraigados por las continuas luchas internas y en su bélico afán expansionista con los países vecinos. De más está justificar esto con las menciones a la inmigración que Argentina se propuso desde el siglo 19. La inmensa cantidad de extranjeros pusieron sus manos llenas de necesidades en toda actividad comercial, en ideologías innovadoras y revolucionarias y en la acción de un nuevo arte creativo tanto en la pintura como en la música culta. -38- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu Pero donde más se destacó el inmigrante fue en lo creativo popular. Y he ahí al tango. En el tango la problemática conceptual es el abandono de la tierra lejana, el hogar paterno y la maternidad consabida llena de ternura y dedicación, y el retornar, ¿hacia adónde? no se sabe si al ancestro de sus abuelos o a la tierra que recién lo ha admitido y que ha sido por él nuevamente abandonada; el eterno volver hacia algún sitio en donde poder identificarse con una ciudad y sus costumbres, con el paisaje y el recuerdo de seres queridos, de amores perdidos o lejanos y esa vida que va envejeciendo a los hombres, hombres finales que siempre están solos. Todo esto confirma la eterna búsqueda de sí mismo, de ser alguien y algo definitivo como ser humano. Enorme contenido tienen los textos de los tangos por la inmensa carga de humanidad que ahondan los argumentos de sus letras, reflejo del ser argentino y de su soledad, y a veces identificado en el derrotismo de su relación hombre-mujer y en el fatalismo existencial de sus enunciados. Los contenidos del tango se han propagado hacia los cuatro puntos cardinales llegando a convertirse en un axioma el decir "la vida es un tango". Sus textos fueron inicialmente cuartetas en romance octosílabos. Se practicó también mucho el soneto y el alejandrino, bajo la influencia de Rubén Darío, y el modernismo imperante entre los poetas de habla castellana a comienzos del este siglo XX. La milonga, que dicen ser antecesora del tango, e hija directa de la Habanera cubana, utilizó las décimas espinelas en su mayoría de edad, además de la cuarteta, infaltable en toda canción de origen campesino, pues fue la popular guitarra utilizada por los hombres iletrados y de origen humilde, el instrumento que más se adaptó a esta modalidad creativa. Evolución y evaluación futura La canción latinoamericana es un fenómeno complejo y vasto que no cabe dentro de los límites de una breve definición aunque sea clara y precisa. No es una moda pasajera ni un alarde de literatura espontánea de carácter formal ni una reacción contra el realismo, o un retorno sólo a la intimidad. Ni siquiera querer demostrar al mundo su esencia como canción latinoamericana. Sin negar nada de lo anterior me gustaría declarar que la canción latinoamericana es una constante de la cultura occidental, y que, entre nosotros, actúa desde hace cuatro siglos y seguirá actuando al impulso de fuerzas vivas, históricas, que nadie ni nada podrá resistir ni debilitar ni mucho menos destruir. Es la constante en que se expresa el espíritu mágico, -39- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu libre y universalista, amigo de sondear los misterios del mundo, de la carne, del cielo y del infierno; de los seres humanos en su preferencia en el ejercicio del amor y todas sus secuelas, sin perder el interés a las formas en que resplandece, orienta, recrea y complace la belleza auditiva. En este sentido el canto popular latinoamericano tiene un parentesco innegable con el barroquismo, el romanticismo y el superrealismo moderno, y con los helénicos y el bajo latinismo de la antigüedad. Así se describen, cantando los mitos antiguos, amores remotos ya perdidos, aunque quede un resto de fe en la recuperación del ser amado, la descripción de la naturaleza; tipos y costumbres llenos de luz y color, con melodías que llegan al alma por su contenido emocional y de fácil captación, donde se columpian las imágenes voluptuosas o deslumbrantes de las primeras emociones de la vida y en la excitación carnal del primer amor. Todos los letristas buscan en su técnica interna y externa el sentido del misterio, por el deseo de escuchar lo que dicen las cosas; los seres y su alma; por el afán de hallar las correspondencias entre el alma humana individual y el oscuro pensamiento esparcido en el silencio que es lo que quieren interrumpir en la noche del Universo. Todos estos letristas no han constituido nunca escuelas de versificación popular para ser cantada. Han sido casi todos individualistas y autodidactas. Cada uno ha seguido su propio camino; magos de la palabra estimulante, directa dentro de una frase, manida si se quiere, vulgares al pretender llegar a todos para que se acuerden de inmediato de la canción por la insinuación inicial tomada de frases del lenguaje popular para ser cantada con todo el sentimiento: "Voy a apagar la luz para pensar en ti", de Manzanero es un típico ejemplo, ¿alguien puede olvidar esta frase? ¿necesita ser un gran memorialista para repetir con Gardel: "Volver con la frente marchita las nieves del tiempo platearon mi sien" o " que veinte años no es nada..."; con Violeta Parra: "Gracias a la vida que me ha dado tanto"; o con Orlando Brito: "Angustia de no tenerte a ti”; o “ven mi corazón te llama, ¡ay! desesperadamente...". Estos letristas ¿cuántos de una incultura manifiesta? fueron revolucionarios y amantes de la libertad, místicos musicales que cultivaron sus temas preferidos como en todos los tiempos los poetas románticos, impresionistas y parnesianos con nuevas palabras sobre el dolor, la soledad y el tedio; el desprecio a las muchedumbres en la búsqueda de los paraísos artificiales; en la confesión sincera de todas las flaquezas humanas; la historia, el recuerdo y la nostalgia de una vida mejor; el lujo, el pecado, el ansia del amor eterno de la mujer idealizada y el anhelo nunca oculto de la beatitud en la belleza y el amor. -40- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu Ahora en Latinoamérica todo se puede cantar. No existen palabras ni frases que no tengan su propia melodía y ningún hecho que no posea su descripción. Es hasta tal punto su independencia de la esclavitud del versificador llamado culto, que para muchos no tiene sentido hablar de las cosas de la vida pues el derrotero de todo lo que se dice es que llegue a ser cantado, en que todo se conjugue en un solo canto universal, que será al fin una gran sinfonía, como la epopeya de Ulises que está en la fuente de nuestra cultura occidental y constituye el capital homérico de toda una época de largos siglos, no hechos "escritos en el viento y con el dedo" como dijo Juan Ramón Jiménez. Al escribir sus canciones los autores, como lo sé yo -y deben saberlo los lectores- que todo es de todos, que la palabra no tiene dueño, que ningún lenguaje es breve ni está desnudo, que todo nos es familiar, que nacen los sentimientos, al igual que el hombre –como versificó Quevedodel "polvo enamorado" de la tierra, y con ese espíritu terráqueo se alza en vuelo a lo infinito, revestido con melodías simplificadas en un entendimiento universal que despiertan las emociones eternas y a todos nos eleva, desde lo más íntimo, hasta convertirnos en el misterio mismo que es el canto del alma del ser latinoamericano. QUIERO VOLVER A PICHILEMU -41- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu Volver a Pichilemu después de tantos años de ausencia, significó para mí una apertura memorial que, hasta ahora en que han transcurrido tantos años desde ese día, ha sido ese regreso un fortificante de mi vida, en afectos, nuevos amores, transferencias emotivas y únicas del paisaje de la infancia. De ese mar que vi por primera vez sin darme cuenta que era el mar; sin conciencia de mí mismo frente a esa inmensidad. Cuando niño era algo natural enfrentarlo a diario. Lo único que perturbaba nuestros juegos en la playa eran los mayores, nuestros padres que siempre vigilantes, no dejaban que nos apartáramos de su lado, cuando uno lo que quería era ir y venir, constantemente, igual que el vaivén de las olas. Con ese flujo y reflujo quedábamos hipnotizados, siendo este hipnotismo, la costumbre de querer a diario volver a pisar la arena, mojarnos en las aguas frías de ese Océano inmenso que formaba parte –y yo sin saberlo- de mi vida y de mi personalidad en formación Cuando volví a Pichilemu, allá por el año l964, desde Buenos Aires donde vivía con toda la familia materna, era ya un hombre que había empezado a tener sentido del destino de mi vida. La estaba edificando, y sabía ya, que podría tener un futuro promisorio si continuaba con los mismos afanes de progresar en mis estudios. Pero el amor y la fuerza natural de la vida puede más que muchas cosas que uno se propone. Llegué a Pichilemu junto a un compañero de estudio mi entrañable amigo Luis Berizzo. Cruzamos la cordillera en un auto Peugeot, recién salido de las nuevas fábricas argentinas que le habían comenzado a fabricar y nos dábamos un aire de grandes señores -sobre todo entre las mujeres- que en definitiva detrás de ellas andábamos sin descanso todo el día. Llegamos primero a Santiago y sin detenernos enfilamos hacia Peralillo donde nos esperaba otro ex compañero de estudios, Leonel Etcheñique que se había casado con Sarita, una chilena que había conocido en Buenos Aires. Era Sarita hija de don Juan de Dios Vial, señor emparentado con los copetudos Vial de la historia de Chile, patriotas que jugaron valiosos roles desde los años de la Independencia y que en el presente desempeñaban, cabe decir con propiedad, obtentaban altos cargos en la administración, en la política y la intelectualidad del país. Don Juan de Dios, era peseedor de una pequeña propiedad en el pueblo de Peralillo, donde además de unos cuantos animales para la leche y la carne diaria tenía unas hectáreas de viña que él mismo se encargaba de cuidar y de cosechar. Elaboraba su propio vino, fruto sagrado de Chile. Don Juan de Dios era como el capo del pueblo: juez de lo civil, bombero y el primer comulgante dominguero; hombre severo hasta el paroxismo; recto y serio en todas sus cosas y con un gran orgullo de su apellido y su ascendencia. -42- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu Llegamos con bombo y guitarra. Berizzo le daba al parche y yo a las seis cuerdas. Juntos cantábamos zambas, chacareras y cuecas argentinas, que entonces estaban muy de moda en todo Chile. El éxito de Los Chalchaleros rebozaba salud en los labios de los amantes de la música folklórica. El primer día que llegamos a Peralillo, esperábamos con ansias la cena para bebernos un buen jarro de vino “Cosecha Don Juan Vial”, a la salud de Chile en primer lugar, de nuestro amigo y de nosotros mismos. Sobre la mesa, en medio de las sedientas espectativas, lo sobresaliente era la vestimenta y el aire de gran señor de don Juan de Dios. Lo mejor de sus platos de hermosa cerámica, tenedores, cucharas y cuchillos, aparatosamente los habían desplegado sobre la mesa en un orden para mi desconocido. Un gran jarro de cristal labrado tenía la posición privilegiada en la mesa pero estaba lleno de agua, la que tuvimos que beber pues nadie manifestó intención de cambiarlo por un botellón de vino. Berizzo me miraba y juntos observábamos a Etcheñique, con ojos sedientos y burlones, pero como caballeros argentinos, porteños para más, no pronunciamos palabras. Y bebimos agua. Al final de la cena don Juan de Dios se echó para atrás en su gruesa y patriarcal silla, acomodó al respaldo su chaqueta de pana dejando al descubierto un enorme reloj de oro y dijo: ¡ahora la guitarra y el canto! ¡Bien comidos hay que cantar muchachos! Cantamos por cierto, como huerfanitos, sin mucho entusiasmo, pero cantamos: “Para largarse a cantar, primero hay que afinar y luego es bueno echar un trago pa´entonar...” Como todos los finales de las zambas eran muy desganados, así como desafinados, Etcheñique nos invitó a salir para conocer el pueblo. Adivinamos con alegría sus intenciones y salimos prestos y ligeros y nos metimos en la primera cantina que encontramos. Ahí saciamos la sed de vino chileno que nos merecíamos después del largo viaje por la pampa seca y árida y cruzando, por alturas de insondables ventisqueros, la hermosa y terrible cordillera de los Andes. Nos mirábamos de reojo, mientras empinabamos el codo hasta que comenzamos a reirnos y a cantar. Yo exclamé, copa en alto, y con muy buena entonación un versito, utilizando una melodía del folklore argentino, que nunca más me la pude sacudir de la lengua, que tiene, nadie sabe con qué derecho, registrada Margarita Palacio: “Y con don Juan Vial tomando vino vamo´ a cantar”. Después esta melodía se convirtió en un refrán de reflejo melódico cotidiano, la que siempre tenía el mérito de aumentarnos una incontrolable -43- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu sed que a mí me dejó, hasta ahora como resabio, el sobrenombre de “el che garrafa”. Después todos juntos fuimos a Pichilemu. Ahí comencé a recuperar mis recuerdos infantiles. Otra vez me vi frente al mar. Ese mar que era mío lo fui recuperando mientras se me metía otra vez, ruidoso, en el corazón. Lo fui recuperando todo: la palabra Pi-chile-mu, custodiando en su interior por extraño misterio el nombre de Chile; el sol y el viento; la arena azotando nuestras piernas no acostumbradas a esas multiplicaciones millonarias de golpecitos; el caldo de pulgas de mar de la tía Teresa; el bosque de pinos de la infancia correteando a los tímidos conejos; el pan de huevos; las empanadas de peras; el apellido fecundo de los Llancas rondando por las calles de Cahuil; la tradición andando por sus calles; acompañado de mis sobrinos José, Aliro chico, Juan Carlos y la hermosa Kika Miranda, a contemplar la ceremonia conmovedora de la puesta del sol en Infiernillo; las cabritas con briosos caballos, un poco desteñidos y viejos; el recuerdo de mi abuelo materno Honorio Llanca, el primer carabinero del pueblo, cuando aun los nombraban “pacos”, rondando por el parque “aguaitando” a los enamorados; las abuelitas vestidas de negro; los rostros de todos los pichileminos parecido al mío me hicieron sentirme otra vez de esa tierra, de ese paisaje verde, humano, transparente y entonces acusé, en lo más sensible de mi nostalgiosa humanidad, el sentimiento profundo de querer volver, aunque ¡estaba en él! ¡en Pichilemu! Ningún otro sentimiento me poseyó en toda mi vida con tanta fuerza: ¡todo era querer volver! -no quedarme- ¡sino volver! Yo volveré -le decía a mis amigos- y ésta no será la última copa de vino, la última serán todas aquellas que tendrán la virtud de saciarme la sed cada vez que regrese a Pichilemu. ¡Bien, che, porque con don Juan de Dios Vial tomando vino vas a cantar…¿no? Y rubricaban... ¡Por tu salud, che garrafa! QUIERO VOLVER A PICHILEMU Pichilemu es la costa -44- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu Donde en las tardes Se oculta el sol, Donde nació mi madre Una mañana llena de amor. El tiempo y la distancia Me han apartado, Lejos estoy De la tierra querida Que añora y canta mi corazón. Quiero volver a Pichilemu, Una mañana de sol radiante del mes de enero, Bajar al mar, mirar El cielo porque en el parque Vaga el recuerdo de mis abuelos. Y con don Juan Vial, Tomando vino vamo´ a cantar. Guarda a Chile en su nombre Como a su pueblo Entre monte y mar, En la sangre la cueca Y en los pañuelos Ansias de amar. En el bosque de pinos El viento avisa que se va el sol, De Cahuil son los Llanca Arbol fecundo de tradición. -45- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu CORAZON PICHILEMINO A Pichilemu iban, por los años de l966-68, a veranear casi siempre las mismas personas y las mismas familias. Ahí se juntaba la juventud con amigos que durante todo el año no se veían y repetían las mismas aventuras, nada singulares por cierto, pues todo se resumía a perseguir a las muchachas por las playas pichileminas o juntarse con ellas en pichangas o fogatas a la orilla del mar. Yo andaba siempre con mi guitarra y era un invitado a todas estas reuniones para deleitar, con mis canciones argentinas, al círculo de oyentes donde nunca faltaban hermosas mujeres pletóricas de juventud, exuberantes ejemplares chilenas, como las hijas de don Hernán Bravo Moreno, y sus primas las Bravo-Seguel, tal vez las más bellas de todas, que se alojaban fielmente en el Gran Hotel España, e incitaban a un romanticismo para mí desconocido, pues nuestra vida en Buenos Aires siempre fue vivida, dentro de las reservas puritanas, impuesta por las costumbres católicas de los inmigrantes europeos, que custodiaban a su femenina prole, en cuarteles de rígida virginidad. En ese tiempo el chino Bradley era uno de los más connotados contertulios a cuánta fiesta se organizaba. Era el chino Bradley hijo de don Guillermo; el dueño del almacén más grande de Pichilemu, además de poseer el City Hotel, el mismo comerciante después fue dueño del Gran Hotel Ross. El chino tenía mucho dinero y lo hacía correr en vino y fiestas, siempre acompañado de mujeres: recuerdo a Gina y su hermanita, feroces bailarinas de rock, y de los bolseros que nunca faltan a las fiestas cuando son gratis. Era el único de los pichileminos que no trabajaba. Los demás, los niños lustraban zapatos o vendían pan amasado; los mayores proseguían con sus habituales ocupaciones como José Miranda dueño de una carnicería; mi primo Lalo repartiendo la carne del matadero local a los hoteles y pensiones: Pablo, Sergio y Jorge, niños aun aprendiendo a construir casas veraniegas; Aliro Miranda atendiendo su bar; las dueñas de pensiones buscando a diario pasajeros para alojarlos en sus casas; Juan Figueroa limpiando cada mañana la Municipalidad cuando era Alcalde don Carlos Rojas y mi tío Filomeno con su amigo Juan Dionisio transportando arena y sal de Cahuil a Pichilemu o a los pueblos vecinos; los pescadores pichileminos, fieles a la tradición bíblica, entrando al mar en precarias embarcaciones, o lanzando primitivas redes recogiendo el sustento diario para los huéspedes privilegiados de los lujosos hoteles que eran los que consumían esas frescas exquisiteses -46- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu marinas. Recuerdo que algunos pescadores no sabían nadar y cuando el agua les llegaba a las tetillas del pecho salían despavoridos. Ahora siento el silbido del tren cotidiano anunciando su llegada, pitazo a pitazo, y las briosas cabritas, en medio del polvo, bajando, insólitamente sin despeñarse, hacia la estación a recoger a los eufóricos pasajeros cargados de maletas, que los niños más fuertes, peleándose con los mayores, le arrebataban de las manos a los viajeros para llevarlas a las carretas por unas moneditas dejadas siempre, con la primera alegría de los veraneantes, ante el mar que olían desde lejos y que habían anhelado durante todo el año. Pichilemu era un mágico trasvazador de dinero. Algunos veraneantes llegaban con la plata necesaria, otros con mucha y de sobra, pero al fin todos, sin excepción, se iban con los bolsillos vacíos. Por este arte de magia, Pichilemu convertía a los viajeros en seres bondadosos, en Curicó, San Fernando, Rancagua o Santiago dejaban un año de preocupaciones y llegaban como ingenuas criaturas, recién salidas de la infancia, para entrar, con toda la familia, en un salino paraíso marítimo. Con el chino Bradley el vino corría ligero como el del aguacil del poeta de Hita. Pero el chino un día, de improviso, cambió el vino por el pisco y ese sí que corroía la memoria y sólo lo siguieron acompañando los más fuertes que, como sonámbulos, aparecían en la playa a la mañana siguiente y rondaban sedientos de algo potable, para volver a comenzar en cuanto baile el chino aparecía con su tractor, que desde que lo ponía en marcha siempre andaba lleno. Manejaba un tractor pequeño donde cabían, agarrados de cualquier parte, los amigotes y las más osadas muchachas que iban a todas las paradas que el chino organizaba en la playa y que proseguían en su casa hasta la madrugada. Había pasado el tiempo en que un cantante de apellido Millán entonaba “Le meer” de la francesa Edit Piaf, y estaban de moda los tangos Sur y Malena. Millán rompía los corazones hasta de las señoras de más entrada edad, las que nunca se bañaban en el mar y se las veía con sus largas faldas bajo las elegantes carpas de alquiler, protegiéndose del viento y de la arena. Era la época del grupo musical Los Panters, que barrían con su estusiasmo juvenil en cuántos bailes se organizaban en hoteles, enramadas y al aire libre y sobre todo en La Municipalidad, donde iban los pelientos, los de medio pelo y el huaserío de los campos y pueblos cercanos a Pichilemu, a esa Municipalidad donde se llegaba, bailando y bebiendo, a la madrugada y la alegría terminaba siempre en grescas descomunales. Era el tiempo en que un etilizado presentador de Radio Chilena llamado Mañungo invitaba, a la madrugada, a cantarles serenatas a sus -47- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu enamoradas. En una de ellas el padre de la homenajeada nos corrió a tiros de escopeta. Gracias a su mala puntería puedo contar estas historias.. Guitarra en mano y de fiesta en fiesta se fue consolidando mi apelativo del “che garrafa”: el guitarrero que tenía un acento argentino lleno de ¡ches, tomá, vení pibe, agarrá, qué bárbaro! que causaba la risa al principio pero después, con un verdadero enojo racial, me incitaban a que hablara como chileno, “porque yo era chileno y debía decir tú y no vos; niña y no piba”. En este tiránico control, y de no saber cómo expresarme para no disgustar, ni estar dando explicaciones a cada instante a los amigos y recién conocidos, me volví tartamudo, cuando quería decir ¡mirá che! cuando la ocasión indicaba que debía decir dulcemente ¡mira tú! tartamudeaba y las sílabas eran un zapateo histérico empañado de saliva. Así escenificado alcancé la categoría de medio idiota. Cuando quería abreviar una frase y la cortaba con el clásico y muy argentino “...y pico che” el ambiente se enrarecía. Hasta que un día me dije: ¡dejáte de pelotudiar, que yo voy a hablar como me salga! Así superé el complejo en que se había convertido mi elegante y distintivo acento porteño bonaerense, pero quedé por mucho tiempo, sin darme cuenta, tartamudeando en el subconciente algunas inoportunas sílabas del país trasandino. Guitarra en mano conocí a muchas hermosas muchachas de mi edad, esas reuniones terminaban siempre con el clásico refrán: “el regreso del guitarrero es, al final como destino, volver siempre solo”. En una de estas reuniones junto al mar la vi a ella, -no voy a decir ahora su nombre, ella no lo querría, sé que prefiere el anonimato- que como todas las demás chilenitas, me miraba con signos de curiosidad y claras intenciones de acercarse más que las otras. Yo siempre fui muy tímido con las mujeres y no llegaba nunca más allá de preguntarle su nombre y dedicarle una canción. Después enmudecía como un papanatas. En la Argentina se les llama “boludos” a este tipo de hombres. En fin, si lo era o no, ya no tiene remedio. Siempre volvía de esos encuentros resignado, resignado y sin culparme de nada. Insólitamente siempre me sentí muy solo. Tuve oportunidad de conversar con ella más de una vez. Yo sólo sabía hablar de Pichilemu, tanto que ella llegó a creer que yo sólo amaba a Pichilemu. Y me repetía -tienes un corazón pichilemino- porque cuando conversabamos a solas yo no ocultaba palabras para elogiar al pueblo de mis mayores. ¿Era o no era un boludo? De regreso a Buenos Aires, caminando por sus calles atiborradas de gente, dentro del anonimato tanguero que a todo porteño le ha carcomido más de una vida, pensaba en ella y en Pichilemu. Pensaba que era ella, -48- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu verdaderamente ella, quien tenía un corazón pichilemino y que había quedado atrás, formando parte de un pasado que yo comenzaba recién a construir, de historias que comenzaban a acumulárseme. El pasado de un hombre, más que las desgracias que le ocurren, son los amores sin destino los que forman la base de sus desventuras futuras, el tango de su vida, que si no lo aprende a cantar está perdido. Y a la chilenita la seguí pensando durante largo tiempo pues no podía apartar mis sentimientos de su recuerdo ni de mi guitarra; cada nueva canción se la dedicaba a ella embobado. Con cara de cordero degollado salieron unos versos que fui uniendo en una canción hasta configurar la imagen de mi soledad, en Buenos Aires una ciudad de cemento, tan lejana de Pichilemu, se iban gestando los versos en mis nostálgicos pensamientos. Mis amigos me decían: tenías que haberla tocado, ¡boludo! Cuando se toca a las mujeres se es capaz de olvidarlas! A las mujeres hay que tocarlas, sentir que son de carne y hueso igual que nosotros y no estrellas que caen del cielo ¡pelotudo! Ahora que ha pasado tanto tiempo y sé que no caben las recomendaciones de mis amigos, la sigo pensando y sé bien donde está. Sé que se casó, que tiene un hijo, y que sabe, por esa instuición de mujer que todo lo comprende y nunca lo olvida, que “Corazón pichilemino” fue compuesta para ella. “Que querés que te diga che piba: ¡es verdad! Sólo vos y yo lo sabemos. Aunque sabés muy bien que otras mujeres también se la han adjudicado. Sólo vos sabés, que fue pensando en vos, que yo cantara, ante vos, siempre tan triste che. Que ahora te nombro sin pronunciar tu nombre. Que ahora te evoco en cada melodía, sólo vos y yo lo sabemos. Y que la vida es triste porque juntos, sin decirnos entre nosotros ni una palabra, nada, se lo oímos decir al mar, ola tras ola, constantemente: la vida es triste sin un amor”. -49- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu CORAZON PICHILEMINO Guitarreando te conocí Mientras la luna besaba el mar, Cuando del cielo de tu presencia Cayó una estrella: mi soledad. Vimos la luna seguir al sol Por un inmenso camino azul, Tú me dijiste: debo marcharme, Mientras mirabas la Cruz del Sur. Corazón pichilemino no te olvides de mí, Febrero enamorado se ilumina por tí. Y yo cantando triste tu ausencia he de vivir. Era mi anhelo hablarte de amor, Que no te fueras luna de miel. Que mi destino no te perdiera Para fundirte dentro de mi piel. Hoy Pichilemu nombra tu adiós, Crece el silencio, calla mi voz. Camino triste, y el mar responde “La vida es triste sin un amor”. -50- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu -51- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu TONADA PARA EL VINO MACAYA DE PLACILLA En este momento, en la soledad de mi habitación, haciendo un descanso a esta escritura he tomado un mapa de la Sexta Región. Lo miro con nostalgia y advierto que no reconozco los nombres y las ubicaciones geográficas me son casi desconocidas, y en lo que es de mi interés, advierto, mirando detenidamente, que no es legible el itinerario de los trenes que en el verano salían de Santiago a Pichilemu. Me percato por la fecha, que este mapa fue confeccionado en el presente, en este tiempo en que el tren ya no existe. Mirando con una lupa logro dar con el nombre de muchos pueblos que conservo en mi memoria y que este ambiguo y egoísta mapa los anota casi con misericordia. Saliendo de Santiago la primera estación era San Bernardo. El tren paraba en todos los demás pueblos y en las ciudades la espera era más prolongada. En Rancagua y San Fernando cuando el pasajero ya había agotado las provisiones caseras que eran casi siempre huevos duros, la infaltable gallina cocida y luego trozada que se le daba a comer, con una marraqueta, antes que a los mayores, a los niños para que se durmieran pronto y se dejaran de joder. En estas ciudades volvía el pasajero a aprovisionarse de huevos, frutas y de las infaltables sustancias de colores que eran la delicia de los más pequeños. Cuando el tren partía, ese era el momento preciso, cuando salía debajo de algún asiento el chuico de vino, a veces de l8 litros, que hasta ese momento había pasado desapercibido y cuyo descorche era inmediato. En San Fernando comenzaba a palpitar mi corazón porque ahí comenzaba la verdadera aventura, pues el tren, casi en un ángulo de cuarenta y cinco grados, se quebraba enfilando valientemente, con verdadera decisión hacia la costa. Con sus infaltables saltitos y su silbido, que ahora sé que era en Fa Mayor, aun está en ese mismo tono en mi memoria auditiva, el tren entraba a los valles de la cordillera de la costa donde, en el paisaje verde, quedaba a la vista la abundancia de sembradíos que en esa tierra se extendían como cuadros al sol del verano, tierra generosa apta sobre todo para el viñedo. El tren atravezaba tres túneles, el más largo era la delicia de los pulmones enfermos cuyo maloliento humo era una panacea de cualidades curativas, consigna que era una larga tradición entre los viejos ferroviarios. -52- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu Cruzando casi a oscuras por debajo del cerro la gritería del chiquillerío era ensordecedora entremezcladas por los gritos de los padres que rogaban a los pequeños prudencia y calma. Se llegaba casi de inmediato a Placilla. Con mi amigo Luis Berizzo, el viaje lo hicimos esta vez en auto. Parábamos en cualquier pueblo y en cuanto veíamos a un huaso, le preguntábamos, después de invitarlo a unos tragullos, si tenía en su casa algunas espuelas viejas: ¡se las compramos señor! Es de imaginar su carucha sorprendida al ver a dos tipos preguntando por algo tan común entre ellos. Por supuesto que descendimos en Placilla, aunque sólo para saciar la sed, nuestra diaria y a todas horas sed, compañera inseparable. Llegamos a Pichilemu y nos alojamos en la pensión de María Pérez, un viejo hotel que tenía por entonces arrendado en la calle Ortúzar, cerca del salón de baile de la Municipalidad, edificio que hoy está totalmente destruído y cuyo solar aun permanece vacío. Nos tenían preparado, a los pocos días de nuestra llegada, un pequeño homenaje que consistía en el clásico asado de res pichilemino, mezclado con piures, jaibas y pescado frito acompañado con una ensalada a la chilena de tomates y cebollas picadas a la pluma y pencas de la zona sazonadas con limón y aceite. Con Berizzo, antes, paseando por la playa, habíamos devorado unos sabrosos pescados fritos, y así ya comidos, llegamos a la pensión. Ahí estaban casi todos mis primos: Lucho, Checho y Carlos Pérez, Jorge y Lalo Morales, los hermanos de Aliro Miranda y algunos otros amigos poco conocidos. Y la prole de todos, los cabros chicos -me acuerdo de Aliro chico- que rondaba a mi alrededor mirándome, y alegre con una inocente sonrisa de complacencia me decía: ¡hola tío! Ante nuestra llegada lo primero, al recibirnos, fue un ¡salud por los guata ´e leche! Comprendimos que sin el sol de Pichilemu así se les llamaría a los veraneantes recién llegados, y bien, entonces, queridos amigos ¡salud! Entre salucitas, salusotas y salutetas y de tirarle varias veces, un tigre a la ensalada -mientras está el pan en ella nadie puede comer sólo beber- es como un deber nos dijeron. Nosotros respetamos y aceptamos el jueguito. La noche ya había entrado y más de uno de los comensales dormía apoyado en la mesa, otros apoyados en los árboles hipaban furiosos y los que aun permanecían en la mesa nos miraban con ojos vidriosos, sorprendidos, sin atreverse a repetir, al hacer salud ¡... guata ´e leche! Hasta que Aliro Miranda grito: ¡cómo mierda aguantan tanto vino! ¡Nos mandaron cortados! Ha salido cara la talla, se tomaron el vino que -53- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu teníamos para una semana. Y ahí comprendimos. Nos quisieron curar, digo emborrachar. Sí, curarnos era el propósito. El chileno no comprende que primero hay que comer, luego hay que beber y que después es posible ponerse a cantar para recuperar nuevamente el apetito y la sed y volver a empezar. No les quedó comida ni vino por una semana. Y nosotros los “guata ´e leche” seguíamos cantando: “Y con don Juan Vial, tomando vino vamo´ a cantar...”. Nunca más nos invitaron ni a comer ni a una sola copa de vino pese a nuestros deseos de “cuando nos invitan otra vez a bailar un tango”. Debimos regresar a Santiago y nos recomendaron parar en Placilla y entrar, sin más, así nomás, sin permiso, en la viña más grande y preguntar por don Macaya, -...que él mismo nos atendería y que cuando viéramos a un hombre chiquitito, gordito como un duende y con unos dientes, muchos dientes de oro, ese era don Macaya-. De inmediato lo reconocimos. Nos presentamos como amantes y muy conocedores de las vides mendocinas y cordobesas. El dueño de casa al ver nuestro auto nuevo, escuchar nuestro acento de caballeros porteños y ver que cargábamos bombo y guitarra, nos hizo entrar; visitar la viña y las bodegas de cemento y las cubas de roble de bosnia, de las que estaba muy orgulloso; nos señalaron en ellas sus más viejas reservas y nos ofrecieron probar de cada una de ellas. Luego en su mesa familiar nos invitaron a tomar once y cuando, Berizzo y yo, terminamos con todo el pan amasado, la matequilla y el queso de cabra, nos ofrecieron un delicado vino: “solo para los invitados de honor” dijo como despedida don Macaya. Berizzo con el bombo y yo con la guitarra, ya bastantes chispiados, curaos, machaos, mejor dicho con un ¡pedo bárbaro! cantamos como despedida unas sentimentales zambas y cuecas alusivas al vino: “cuando voy y cuando vengo/ desde Jachal a San Juan/ con mi burro me entretengo/ siempre con el mismo afán,/ de encontrar un tonel bien lleno/ con vino bueno del viejo San Juan”. Gracias don Macaya, nos despedíamos una y otra vez. A sido Ud. muy amable, igual ustedes -nos dirigíamos a sus hijos- queridos amigos. Muchas gracias don Macaya. Hasta la vista. ¡Pero che qué gentiles que son estos chilenos! Y enfilamos hacia Santiago bien cañoneados. Esta vez sin mirar atrás ni fijarnos que pueblo pasábamos y si algún huaso tenía o no tenía espuelas. Al llegar al hotel e intentar sacar nuestras maletas del cofre trasero del auto, lo vimos lleno de damajuanas de distintos tipos de vino: blancos, rosados y tintos. Las damajuanas descansaban apretaditas unas con otras desafiándonos en posición horizontal con su inocente quietud. -54- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu Gracias don Macaya, no hay caso che, todos los chilenos son unos caballeros, gracias don Macaya. ¡Viva Pichilemu! Pibe, fenómeno ¿no? Pasando el tiempo nos contaron que en Chile decir “don”, ante el apellido, significa decir “don huevas”, que el “don” va sólo ante el nombre de pila. Desde entonces sólo fue ¡gracias señor don Juan Macaya! nunca olvidaremos su gesto de bondad y su silencio ante nuestra ingenuidad malherida por la maldad pichilemina. TONADA PARA EL MACAYA De Santiago a Pichilemu hay que pasar por Placilla Donde el sol hinca su nombre Dorando el fruto en las viñas. El viento baja a los valles vestido de colchaguino, Cantando entre los sausales y en las botellas de vino. Macayados van los huasos secando alegre el sudor Por el camino y el tiempo de la vendimia y la flor, Buscando los ojos verdes de la niña de su amor. De Pichilemu a Santiago bajaremos con Berizzo Para bebernos el vino que don Macaya nos hizo. Nos tenderemos en el sueño Que arpegia alegre en las viñas Para cantarle a los hombres -55- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu que trabajan en Placilla. -56- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu ESTRELLA DE SOLEDAD Las canciones de amor tienen el destino que se merecen, cantarlas en la soledad o ante la complicidad expectante de los demás seres humanos, que cuando saben callar y escuchar en silencio, cumplen las canciones con el cometido que el autor le asignó: alimentar el alma. No existen estrellas en soledad. Menos en Pichilemu. Cuando en Pichilemu está nublado, no se ve ninguna como es lógico, pero cuando de noche el cielo está despejado son millones las que lo iluminan, lo abrillantan, las estrellas se atiborran, se descomunan, se superponen unas a las otras, detrás, al lado, adelante, unas con más brillos que las otras, pequeñas, grandes y entre todas, orgullosa, indicando pasados derroteros la Cruz del Sur. Han sido millones de hombres los que la han mirado, observado, elogiado y se han guiado por ella; le han cantado mil versos en todos los idiomas pero sólo los pichileminos saben que a ellos los ilumina, que sobre su cielo tiene su casa y su destino, que a ellos los proteje, a sus caminantes nocturnos a los indios y arrieros incansables de toda su historia, a los enamorados veraneantes palpitándole en el corazón con las manos alzadas y abiertas para alcanzar su brillo, para que contagie de amor su espíritu. A ese mar pichilemino es a quien le pertenece para que brille la arena, se dibujen laS olas mar adentro como barcas de espumas blancas que vienen y se van ininterrumpidamente. En cada gesto del mar, cada una de las estrellas ilumina, y le da razón, a la vida gestora del fecundo vientre marino en su profundidad abismal de vida eterna. No soy un entendido en meteorología ni astrología, no sabría explicar por ello el fenómeno estelar de Pichilemu, sólo con mis modestas canciones puedo explicar la emoción de un pobre humano ignorante de tanta grandiosidad. Por eso siempre he guardado silencio, yo que he sido, como dicen los chilenos, un hocicólogo inveterado, un profesional barato de la jerga poética, no he pretendido nunca versificar como Neruda poemas de amor exclusivos a una sola mujer ni a una sola estrella. Pienso que son inútiles ilusiones cantarle a una sola mujer. Mi canto es como el cielo pichilemino para todas las estrellas: una sola de ellas lo es todas; una sola mujer lo son todas. Por eso, pienso, que una sola es la madre, la gestora de nuestra vida. Y que por ahí va el canto. Pero como romántico asalariado de penas, que se aceptan sin pagar por ellas y sin cobrar para desparramarlas en compases melódicos, es que alcanzamos la decepción de no haber sido capaces de magnificar con todo su esplendor el cielo pichilemino. Vanas palabras. Solo -57- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu el silencio puede explicarlas. Aceptando nuestra pequeñez, tan sólo ante esta postura, somos merecedores de una comprensión ante las débiles expresiones versificadas en el canto. La estrella de soledad, si pluralizamos mejor, es nuestro primer amor, aquel no comprendido por nadie ni siquiera por nosotros mismos, esas primeras emociones que sacuden el entendimiento y nos hacen crecer raíces para sentirnos terrestres, subterráneos, auténtico producto sementalizado de un amor que no conocimos, que nos dio vida y que después nos dará la muerte: el amor de nuestros padres. Todo es una ardiente metáfora. Que las guitarras callen. Han sido inútiles por ser pobre su lenguaje pues no ha logrado explicar con sonidos la inmensidad del cielo estrellado de Pichilemu. Que los versos no prosigan acumulándose pues no han logrado magnificar la grandiosidad del cielo de Pichilemu. Que los sabios no intenten explicar nada, pues deben saber que sólo les está permitido observar, y que nunca lograrán contar ni aclarar el misterio del cielo de Pichilemu. Que los cantores admitan su insignificancia e imposibilidad de alcanzar con sus gemidos el cielo de Pichilemu. El manto estrellado, ese eterno, de todos los tiempos le pertenece y abriga sólo a los pichileminos. Que sólo los pinos canten cuando ellos se recorten de noche por el brillo de una sola de las estrellas; que el agua de los esteros siga cantando, celebrando su color pues una estrella es quien lo hace visible en las tinieblas; que el amor del día esperando la aurora, ese amor creador, gestor de sublimes relieves en las olas, sea el que anuncie que es de Pichilemu el cielo estrellado, que sólo a él le pertenecen todas las estrellas que iluminan su cielo y que a nosotros los mortales se nos asigna y señala, tan sólo, balbucear un débil canto de admiración ESTRELLA DE SOLEDAD Guardo en silencio tu nombre, Yo que no puedo callar, Llevo en el alma los besos Que allá en Pichilemu me dió tu mirar. Sale la luna del monte Vuelve a brillar sobre el mar Y alumbrando me recuerda Que un día tus ojos me vieron llorar. -58- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu Sólo le pido a las estrellas que alumbren mi soledad, Porque en mi angustia tu nombre no lo puedo pronunciar. Esta noche en Pichilemu yo busco el consuelo para olvidar. Eras la aurora que nace Sangrando sobre el pinar, El arroyito que hace Fecunda la tierra a orillas del mar. Cuando una estrella aparece Antes que se oculte el sol, Quiebra mi canto el silencio Con tristes acordes de adiós a tu amor. -59- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu -60- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu NOCHES DE PICHILEMU Esta canción fue compuesta en Buenos Aires, después de mi primer viaje a Pichilemu en el año l964. Mi regreso a la Argentina fue en definitiva un ahogo salvador: las calles de cemento, los edificios de la ciudad atiborrada de gente en cuyo contacto mi inutilidad se hizo evidente, me dió pruebas fehacientes, que mi vida, podría tener otro destino. Un nuevo derrotero para borrar las multiples insatisfacciones que vivía en medio de un ambiente que no era el mío. La canción fue compuesta arriba del tranvía que circulaba, por entonces, entre la estación Retiro y el barrio de Valentín Alsina donde vivíamos. Demoraba una hora y media el recorrido. Tuve tiempo suficiente para memorizar la melodía, de escribir y corregir la letra pese a las miradas agresivas de los pasajeros del tranvía, que volvían cansados del trabajo y necesitaban silencio o un tiempo para pensar en sus propios problemas, porque yo silbaba y seguía silbando incansable. La melodía salió del viento, entre mis labios, como muchas otras canciones, silbando por la calle distraídamente. Debo confesar que para mí cualquier sitio fue un buen lugar para conmponer. Una vez, recuerdo, andando en bicicleta tarareaba una nueva melodía que me entusiasmó sobre manera, la misma quedó interrumpida pues choqué, contra un tremendo culo un caballo que se había estacionado en medio de la calle, le metí la rueda dentro de sus patas traseras y yo quedé incrustado entre sus vigorosas nalgas. Se rompió la bicicleta y se me perdió la melodía por la sorpresa en la raya del inmenso bulto en que metí la nariz. Sentado, caminando, en un bus, conversando con otra persona, comiendo, en todo momento y en cada acción física, detrás, estaba una melodía, y una intención de letra para ser cantada. El mejor entrenamiento como compositor lo realicé caminando. Por eso nunca pude jugar a las cartas, al billar y a las bolitas. Viví siempre distraído del quehacer cotidiano. ¡Ah, cuántas veces hice el ridículo por no saber dónde estaba, en que cielos perdidos, contando qué estrellas! ¡Despertá che boludo! era el llamado de frecuente atención de mis compañeros: ¡bajá, che boludo, bajáte del escenario, que te vas a quemar, pelotudito! Mis amigos dejaron de invocar mi presencia a casi todos sus juegos y paulatinamente me iban dejaban marginado. Estas son confesiones muy personales que a nadie le debe importar, pero ahora a mí me sugieren incisivamente la pregunta: ¿perdí el tiempo? ¿qué gané con todo ésto? -61- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu La canción “Noches de Pichilemu” en sí lo dice todo. Marca la sorpresa de reencontrar la tierra natal bajo un cielo llena de estrellas, y de muchos otros valores humanos. Después de vivir a diario bajo un cielo siempre nublado como es el de Buenos Aires, con una humedad permanente de 99 grados, de noche y de día, en verano y en invierno, la sorpresa de que existiera otro mundo, que existieran cerros, tantos árboles, tanto verde, un mundo con otros colores, con otro cielo fue impactante. Hice dos veces el recorrido en ese tranvía hasta estar seguro que no olvidaría la melodía, paraba cuando advertía que ya no tenía saliva para silbar y que se me acalambraban los labios. Cuando llegué a mi casa el milagro, a plena conciencia, se había realizado: ¡me voy de esta ciudad! ¡regreso a Pichilemu! La decisión fue tomada entre silbido y silbido para no olvidar la melodía. Sólo me quedaban algunas dudas de carácter práctico, ¿cuándo terminaré mis estudios, qué hago con ellos? ¡qué esperen! me contestó el ángel racional y práctico que tengo entre mis neuronas. ¿Y la familia? ¿Mi madre, mis hermanas que esperan algo más de mí, que no sea sólo un pelotudito sentimental que sabe sólo suspirar por estrellas? ¡Sería ridículo que me fuera porque en sueños una niñita, allá en Pichilemu, suspira por mí! Pero al fin salí de Buenos Aires. Salí sin que nadie lo comprendiera. Solo y el recuerdo de tantas estrellas, tal vez ellas mismas con un misterioso poder me inspiraron, ¿ellas y yo sabíamos que tenía otro destino? ¿El qué aun estoy cumpliendo y aún no está del todo terminado? ¡Qué lindas son las noches de Pichilemu! Por ellas y por otras cosas que sólo yo sé, muchas gracias noches de Pichilemu. NOCHES DE PICHILEMU Noches de Pichilemu llenas de estrellas Que alumbran montes, valles, rocas y arena. De niño por sus playas soñaba el tiempo Que el amor por mi sangre fuera creciendo. ¡Qué lindas son las noches de Pichilemu Quién pudiera algún día verlas de nuevo! Y en tus ojitos niña, soñar el tiempo tan dulce en que me dabas tus pensamientos. Hasta la piel del agua llega la luna Como gaviota herida sobre la espuma. -62- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu En el silencio canta la luz del cielo Porque un día en tus labios perdí un te quiero. -63- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu VIOLETA PARRA El año 1966, volví d nuevo a Santiago y tuve la oportunidad de conocer la carpa de Violeta Parra en La Reina. Esta experiencia ha dado margen a muchas amarguras. Difícil de narrar, imposible diría, aun después de tantos años, no es el momento, pues le hice una promesa a mi querido amigo y compadre el poeta Jorge Teillier: “¡calle compadre -me dijo-. Chile es un país joven, casi sin historia, necesitamos mitos, debemos construírlos para reforzar lo poco que tenemos!” Y hasta ahora he callado. Puedo decir, tan sólo, que estuve cantando en la Carpa desde septiembre hasta fines de diciembre de l966, y a cargo de ella, por encargo de la misma Violeta, cuando partió a comienzos de diciembre a Bolivia en busca del gringo Fabré el flautista suizo, que convivió con ella y que la abandonó inesperadamente para su gran desconsuelo, tristeza que la cantora evocó en su canción “Rum, rum se fue pal norte”. Lautaro, uno de sus hermanos, que también trabajaba en la Carpa, aprovechando su ausencia le sustrajo el revólver de fabricación brasileña que ella guardaba bajo la almohada. Ante mis enérgicos requerimientos, logré que lo devolviera ¡para qué! Con él Violeta se suicidó el 27 de febrero de 1967. A la Carpa, que se abría sólo los días sábados, el más asiduo visitante era Nicanor, el hermano mayor de Violeta. Cubierto con una gruesa manta de tenues colores y un sombrero campesino de ala ancha, permanecía en silencio mientras se hacían los preparativos antes de recibir a los huéspedes. Los consejos de Nicanor a Violeta la llevaron a tomar la fatal decisión final. Nicanor siempre reconoció publicamente que él era el culpable de la muerte de su hermana, porque no supo cuidar su alterada psicología, su delicado espíritu, los débiles parámetros sentimentales que alimentaban la desolación de su alma. En “Maldigo del alto cielo” Violeta muestra, con toda crudeza y sinceridad, los desconciertos de su vida y el desamparo social que padecía Chile, una de sus mayores amarguras. La relación entre ellos era muy distorcionada, de parte únicamente de Nicanor, no de Violeta, que sentía por su hermano un inmenso respeto y amor. Estando yo un día en la casa del poeta en La Reina, junto a Jorge Teillier, Beba Ortíz de Zárate, su esposa, y Rolando Cárdenas -de ese día tengo una foto junto a ambos- llegó una gringa norteamericana, estudiante de latinoamericanística, buscando, en domicilio equivocado, a Violeta Parra. Esta dama había escuchado, estudiado y analizado sus canciones y le preguntó a Nicanor sorprendida: ¿usted es el hermano de Violeta Parra? a lo que el poeta respondió: ¡no, ella es mi hermana! La fama de Violeta y su -64- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu obra, había sobrepasado sus antipoemas, y él no podía rebajarse a ser sólo el hermano, sino demostró ese día que él era el jefe intelectual de la familia Parra, creadora por naturaleza, con más fuerza telúrica los que creaban sobre temas del pueblo, sobre lo popular, como lo demostró el tío Roberto, sin alardes de intelectualismo oportunista como se ha consideraba la obra poética y la conducta política de Nicanor. Violeta no tenía conciencia de esta rivalidad. Nicanor la sufría en silencio, sin poder contenerse pues los méritos de Violeta cada día sobrepasaban toda sus espectativas. Con sus “Nuevas composiciones” éstas la llevaron al límite porque entre ellas se encontraba “Gracias a la vida”, que ha marcado un hito en el cancionero del mundo entero, pues ha sido la canción chilena más cantada y escuchada, millones de personas la conocen y aun la siguen cantando. Adquirió una fama que no perderá nunca vigencia. Toda la familia Parra fue de marcada tendencia comunista y consecuentes hasta el presente con sus ideales. Pero Nicanor dejó de serlo rápidamente, de inmediato después del golpe militar el 11 de septiembre de l973. ¿Por la envidia que sentía por Neruda? ¿Por ser un profesor con seis meses al año en Inglaterra ya convertido en un Lord? Su afán de reconocimientos le llevó a aceptar de inmediato al golpe militar el cargo de Decano de una Facultad en el Instituto Pedagógico de Santiago. Hoy postulado al Premio Nóbel lucha su candidatura con las historias de varias mujeres suecas, que son un obtáculo para darle bizos de honestidad a su vida, ellas manejan esas historias para no darle signos de dignidad a su engañosa persona, tanto como ser humano y como poeta, pues siempre se ha nutrido de lo que ha escuchado y de lo que los demás piensan y dicen, sobre todo, la gente del pueblo y sus dichos populares. Careció siempre de originalidad y de inventiva. En la Sociedad de Escritores de Chile, la SECH, era proverbial que cuando llegaba Nicanor a una reunión los contertulios decían: ¡cállense la boca, no hablen, llegó Nicanor, silencio que les robará hasta el aliento! Las canciones de Violeta en esa época eran esclarecedoras sobre todos los problemas sociales del pueblo chileno. Fue en esta etapa, la final de su vida, en que grabó “Nuevas Composiciones”, cuyos originales tuve en mis manos pues fui el encargado, a pedido de la misma Violeta, de pasarlos a máquina, corregirle algunas faltas de ortografía, de puntuación y darle un ordenamiento temático para la publicación del folleto adjunto al LP, que posteriormente editó RCA Víctor. Basta recordar algunos títulos donde la sensibilidad social de Violeta marca un hito dentro de esta temática en el cancionero de protesta latinoamericano: “Que vivan los estudiantes”, “Qué dirá el Santo Padre”, -65- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu “Chile al frente de la injusticia”, “Porque los pobres no tienen”, “Los pueblos americanos”, temas de gran importancia y de alta calidad artística, joyas del cancionero de protesta y anticipadores a los de la llamada Nueva Canción Chilena. Ella como precursora dejó su impronta como una madre en sus hijos: calidad, sensibilidad, respeto y un agresivo sistema de defensa personal ante tantas agresiones que sufriera ella personalmente como a diario el pueblo chileno. Cuando cantaba y administraba la peña de Violeta, yo usaba una camisa gris, muy de moda en la Argentina, que en la misma Carpa me robaron unos macucos en una incursión nocturna. Violeta me regaló un pulóver blanco, usado, pero en muy buen estado. Ese mes de febrero de l967, yo aun permanecía en Pichilemu y protegido del frío de los últimos días del mes con ese pulóver. Caminaba por la playa cuando me informaron la noticia de su muerte. Los pormenores de la misma y lo que aconteció días antes en la Carpa, es la historia que debo callar a solicitud de mi compadre el poeta Jorge Teillier. Por esos años tuve la suerte de conocer al poeta, hoy Premio Nóbel de Literatura, Pablo Neruda. En Buenos Aires había compuesto una obra histórica-musical sobre José Miguel Carrera, personaje del que era Neruda gran admirador. El Dr. Bravo Moreno, viejo amigo de Pichilemu, le llevó unos originales de los textos de la cantata y el poeta de inmediato me invitó, junto al Dr. Bravo Moreno a su siguiente visita a la Isla Negra. De ahí surgió que me regalara dos poemas dedicados al prócer que naturalmente fueron incluídos en el disco LP publicado por Emi-Odeón en el año 1968. Pablo Neruda tuvo otras bondades con mi persona cuando intervine como organizador del Encuentro de Escritores Latinoamericanos el año l969. En 1971, Pablo Neruda me invitó a su despedida en Temuco, cuando fue nombrado Embajador en Francia, al que asistí, junto a Jorge Teillier, Hernán Loyola, Jaime Concha, Guillermo Quiñones y entre otros connotados escritores amigos del Nóbel, el poeta Juvencio Valle, con el cual inicié una invalorable y admirativa amistad. La canción a Violeta Parra, tiene el valor de haber sido compuesta, una de las pocas, pisando la arena del mar y bajo el cielo de Pichilemu, por ello está incorporada a estas historias. Le faltan muchos detalles esclarecedores que algún día serán revelados para hacerle justicia a la dignidad de su vida y a su trágica y oscura muerte. VIOLETA PARRA Si acaso volvieras, Violeta del sur, -66- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu Verías el fruto de tu guitarrear Que el canto florece y tu triste canción Es nuestro paisaje de vida interior. Tu canto, Violeta, de azul soledad, Es el campo verde al atardecer, La melancolía que en mi patria está Mojando tu nombre que crece en San Carlos. Canta, canta Violeta al amor, Que si vuelves hoy lo encontrarás Por la ausencia que abrieron tus ojos En cada canción, Violeta de luz, Violeta de amor. .............................................................. .............................................................. Tú sigues viviendo, tu sigues cantando, Sigues alegrando mi corazón. Tu canto es un puerto materno y carnal, Un rojo horizonte que arpegia dulzor, Tus manos aun razgan la fiebre que hoy Abisma a mi pueblo al no escuchar tu voz. Tu nombre Violeta, es rumbo feliz, Estrella que guía nuestro guitarrear, Eres la esperanza, la angustia, el amor, Madre de los Andes, dulce inspiración. -67- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu A MACHALI A los ciudadanos romanos, desde que como imperio comenzaron a formarse como una fuerte comunidad civilizadora, se les enseñaba a mirar a Roma, se les alentaba a aceptar y adoptar su cultura y sus valores. Todos los países desde la antiguedad, como todas las corrientes civilizadoras, se han implicado en este quehacer formativo, en cierta medida en un proceso de aculturación y crearon lazos que impregnaron todo el entramado de sus relaciones sociales y civilizadoras y establecieron los rudimentos de una identidad compartida, de una voluntad de ser realidad junto a otros seres humanos de lejanas tierras. Este proceso viene incipiente, como un balbuceo, desde el primer aliento en el ser humano y, se robustece con la educación. Sentirse de un pueblo, de una ciudad, de un país es dar los primeros pasos de una responsabilidad a la vida, a la procreadora de ella que es la madre. En ella identificamos nuestros primeros amores y nuestras primeras referencias están empapadas de sus enseñanzas que, cuando se es adulto, quedan incorporadas, y se divisan tenuamente en el cristal de nuestra memoria, pero forman el fondo sólido que ya no deja filtrar nada de lo que concierne a nuestra vida. Es la base de nuestra personalidad. Toda referencia al lugar de nacimiento, ya sea al pueblo, a la ciudad o al país que lo vió a uno nacer -donde pudo dormirse o morir en sus brazos, donde pudo sobrevivir en sus manos, donde fue seducido y sometido- es un acto de recordación genética, que forma parte ya del metabolismo ancentral de la especie humana. Sentirse seducido o sometido por esa tierra, son operaciones acrescentadas por la pasión y, como tales, se realizan en la memoria antes que en la práctica de las comunicaciones de sobrevivencia implícitas en la educación, la economía, la religión o en las expresiones artísticas tan caras a todo hombre en particular, como a la comprensión de formar parte de una comunidad integrada a una nacionalidad con identidad propia. La canción al pueblo de Machalí fue un propósito de congeniar en él la búsqueda de mi propia identidad. Me ha sucedido en muchos lugares donde he habitado. En todos ellos quiero vivir y también morir, por creer que al fin he encontrado el paraíso perdido, que psicológicamente es el Pichilemu que extravié en la infancia. Nunca he perdido la fe en ello, de que existe un lugar que debe pertenecerme, nunca me he sentido desarraigado -68- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu del primer contacto con la vida, ni con la de mis mayores esos Llanca, Pavéz, Lizana, Clavijo que por ser tan telúricos, me impregnaron de sabias y fuertes raíces, cuyas semillas del árbol ya fructífero, siempre vuelven en la misma dirección del viento: a germinar en la primogénita tierra natal. Llegué a Machalí a consecuencia del golpe militar del 11 de septiembre de l973, cuando fuí exonerado de la Universidad de Chile, Sede Chillán. En el fundo de la Sanchina me dieron oportunidad de administrar las propiedades de los Larroulet Irribarren-Manchot Rodríguez, los padres de mi mujer. Vivimos junto a ellos con mis dos pequeñas hijas, Cristina de tres años y Javiera tan sólo de seis meses. Una de las casas de inquilinos que tenía el fundo fue arrendada por Ponciano Meléndez, asiduo visitante de Machalí donde tenía numerosos amigos lo que convirtió, el lugar y mi estadía, en un regocijo de poesía popular, un inacabable fortín de refuerzos emocionales, un vino dulce, teniendo al frente los ojos inteligentes y bondadosos del amigo payador, que le dieron descanso a esos meses de mi vida ante los agobios del nuevo devenir de Chile, que empezaba a vivir una larga noche de oscurísimas tinieblas. Después, Ponciano administró un popular programa radial dedicado a la difusión folklórica del canto de los payadores de todo Chile. Labor encomiable donde yo participaba con las canciones a Pichilemu, animado por un Ponciano orgulloso de Ciruelos, del Nuevo Reino, de San Andrés y del mar de Pichilemu y, que además, había sido un niño adherido al conocimiento de mis abuelos y compañero de juegos de todos las Llancas. Machalí tenía para mí una enorme fuerza telúrica sostenida por esas venas de rico metal que son las minas de cobre de El Teniente, paredón de riqueza que a miles de familias les ha dado el pan cotidiano, familias que han sacrificado sus vidas para darle a Chile, en convertibilidad económica, la búsqueda de su bienestar y al fin su vida, apoyados en la fuente de riqueza que es el cuerpo robusto de ese contrafuerte cordillerano. El llano machalino fue tierra de indios, la cruzan profundos canales ancestrales, construidos desde tiempos inmemoriales que riegan generosamente la tierra apta para todo sembradío. Sus antiguos habitantes debieron, lo atestiguan los canales por ellos construidos -no queda otra cosa como testimonio- gozar de una subsistencia plácida y generosa pues la naturaleza les brindaba con creces cuanto necesitaban. Esos valles hicieron rico a más de una generación de hacendados, eran tierras que no se vendían, ni se arrendaban, sus propios dueños las trabajaban, aunque tuvieran en la ciudad otra profesión, volvían a dirigir personalmente las labores de sus campos. -69- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu Con Ponciano Meléndez, siempre con un alcance vitivinícolo por la salud de Pichilemu, ascendíamos al Cerro San Juan a cuya falda los Centauros, más de una vez, detuvieron sus cabalgaduras para escuchar los elogios en décimas espinelas que les lanzaba Ponciano, y alzaban sus cachos con un estruendoso ¡salud por el payador! La quietud del pueblo nunca era interrumpida, salvo los 18 de septiembre en que todo era algarabía, colores y una fe entusiasta en el pueblo y en esa gente que en él vivía, como si no existieran otros pueblos; pueblo magnificado por la tradición; genético de vigorozo mestizaje; pletórico por la corriente magnética de la espalda metálica que lo protegía: ¿morirías aquí Jorge? –me preguntaba Ponciano¡te contesto, querido Ponciano, que me quedaría a vivir aquí, y moriría también aquí, si así fueran todos los despreocupados días que me restan de vida. ¡Por supuesto que sí! A MACHALI Todos los caminos me llevan a Machalí Porque allí la felicidad Es principio y es final de mí existir. Porque el amor que hay en mi voz Es la historia y la fuerza de la tradición, Del minero en el socabón, Del esfuerzo del labrador, De sus calles y la luz del sol. A Machalí quiero volver, Y de nuevo ser El niño que allí creció tan feliz. En Machalí quiero vivir Cantando al amor Aquí en Machalí yo quiero morir. El hombre es paisaje que siempre ha de volver Al lugar que lo vió nacer, A los brazos de su madre su primer querer. A donde la luz del Cerro San Juan Ilumina a los Centauros jinetes sin par, Y Ponciano Meléndez está Con su alma de payador En un dieciocho primaveral. -70- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu -71- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu A RANCAGUA Ocurre con varias ciudades de Chile, que pueden ser, con mucho cariño, descritas, glosadas, narradas, desear haber nacido, vivir y morir en ellas, pues hace demasiados años que en sus casas y edificios se vive perfilado en greda: se puede desear verlas, pero cuando no se es de ahí, después de la primera mirada se necesita un vaso de vino que escancie la curiosidad convertida en ansiedad. Las ciudades de Chile son casi todas iguales de antiguas, como gemelas, sus trazados nunca se renovaron y sus casas con sus humildes fachadas, sus angostas calles y veredas hoy en día permanecen inmóviles, como si no hubiera existido el paso del tiempo. Una que otra rajadura, producto de un pasado terremoto indica, como las marcas de los árboles, los años en que inciertamente pudieron haber sido construídas. Las nuevas construcciones siguen los mismos diseños impuestos desde tiempos de la colonia en una arquitectura genética, cuyo parecido es el mismo de los ciudadanos que la habitan, gestos sanguíneos que provienen del mismo material y mestizaje en que se fundieron los mismos genes provenientes del mismo lugar, con los mismos intereses. Rancagua no es ninguna excepción. Los arquitectos que la han remodelado, como el caso especial de Gonzalo de Pablo, han mantenido un amor hacia todos los modelos antiguos, al material con que fueron construídas esas casas de adobe con techos de tejas rústicas, grandes ventanales y patios interiores que ventilan cada una de sus habitaciones, que sin privacidad, todas sus puertas indican solo una dirección: el patio central. Rancagua es sin duda, la teoría puesta en práctica de un cúmulo de barrios españoles. Recuerdo la plaza central, pequeña y de tanta humildad que parece el interior de una casa antigua, en cuyo centro, lleno luz, está Bernardo O ´Higgins. Como en casi todas las ciudades de Chile, la Iglesia Catedral es pequeña de altura como todos los otros edificios coloniales que rodean la plaza. Si mi memoria no me falla deben estar rodeándola, además de la Municipalidad, la Catedral, el Correo, la primera comisaría, el cuartel de los valientes e imprescindibles bomberos y los más importantes comercios y oficinas públicas. La Plaza de Rancagua, siempre fue para mí el patio interior de la casa patronal del inmenso fundo que es la región y toda la tierra que la circunda, que le da personalidad con su entorno de aire limpio, de un paisaje verde de puro campesino que es, sin alarde ni aspavientos, parte de la provincia más “huasa de Chile”. -72- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu Para mí Rancagua es su plaza. Es la heróica salida, acaballada, de los patriotas con Bernardo O´Higgins a la cabeza; es los cuerpos mutilados y la sangre derramada sobre las piedras de las calles y las veredas de tantos mártires anónimos cuyos nombres, salvo el de los jefes, nadie recuerda. Es esa Iglesia en cuya torre los patriotas atisbaban a los realistas para ver si venía en su socorro José Miguel Carrera y Manuel Rodríguez, con sus tropas, de cuyo campanario yo me robé un ladrillo del piso, que llevé de inmediato a Buenos Aires. Lo confieso para que los inocentes curitas, por una o dos monedas, no sientan ninguna simpatía por los serios investigadores de historias pasadas, porque si hay algunos más como nosotros, con el tiempo se les resquebrajará el piso y el campanario quedará incrustado en medio del templo. Es Rancagua para mi un cúmulo de pequeñas historias que uno piensa que sólo pueden ocurrir en Chile. Como aquella del rancaguino radio-aficionado que se comunicaba en inglés con todo el mundo. Cuando vino el golpe militar fue investigado, pero como había prestado repetidas veces innumerables servicios a la comunidad, y a las mismas autoridades, no lo molestaron ni investigaron como a otros que las pasaron negras. Un día al atardecer, su mujer notó que su casa era rodeada por carros militares y con carabinas y ametralladoras en los brazos se acercaban sigilosos a su puerta. Cuando Pedro Morales, el radio-aficionado la abrió, delante de él estaba un señor coloradito que sonriendo le dijo: “Pedro aquí al habla está Carlos”. El hombre entró solo. Mientras los militares lo esperaron prudentes y alertas en la calle. Hasta que el tipo salió abrochándose el saco cruzado de su traje color gris y arreglándose, con un manido gesto, la corbata torcida. ¿Quién era ese tipo Pedro? fueron las preguntas a la mañana siguiente. “Bueno que quieren que les cuente: era el príncipe heredero de la corona inglesa, Carlos de Windsor, el Principe de Gales, que se comunica conmigo desde hace años por la radio de aficionado de la que él es un usuario fanático y quizo conocer a Pedro, su perro choco, el más austral de todos sus amigos parlantes”. Rancagua es para mí el lugar donde el poeta Oscar Castro, asiduo visitante de las playas de Pichilemu, tosía versos antes de morir, en el interior de su casa de altos ventanales; donde conocí a Gustavo Rosso, de clara ascendencia judía, uno de los mejores guitarristas chilenos, un músico excepcionalmente dotado, con el que más de una vez, hasta el toque de queda, guitarreamos juntos; fue donde compartí la generosa amistad y protección de mi concuñado el arquitecto Gonzalo de Pablo; es la historia de cuando mi suegra Larroulet-Manchot, valiente mujer, con las virtudes de una altiva patrona de fundo chileno, decidió arrendar la casa patronal de la -73- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu Sanchina a la oficialidad de los carabineros rancaguinos, y que cuando ya tenían las pergolas terminadas para recibir, con una gran fiesta de inauguración a la Junta Militar con Pinochet a la cabeza, y como no habían firmado aun el contrato de arrendamiento, mi suegra, sin contemplación, le cambió el candado a la reja de entrada del fundo, lo que imposibilitó que se realizara la inauguración ante el consabido enojo de la plana mayor de oficiales porque se provocó un descomunal descalabro institucional, por cuya acción me culpaban a mí por ser el portavoz administrativo de la propiedad. Cuando uno de los carabineros, castigado por borrachito y que dirigía la construcción de las pérgolas, con el cual compartía todos los días más de una garrafa de vino junto a sus compañeros, me encontró por la calle, me avisó que me cuidara, pues me iban a sacar la contumelia porque me consideraban el responsable de todo lo acontecido, mi paranoia se desató y como recurso protector le conté a todos mis prominentes amigos, al sirolibanés Anich propietario de la farmacia de la esquina, del almacén de comestibles más gran de Rancagua, a Gonzalo de Pablo, al abogado de la familia que era el Dr. Rosenberg abogado -también de los carabineros y que fue el que se quedó, no sé por qué, con toda la propiedad de la Sanchina- el temor de posibles represalias, lo que hizo que los oficiales de carabineros me protegieran poniéndome durante todo el día dos guardaespaldas, ¿por qué? porque si yo llegaba a tropezar, -andaba siempre borracho y muerto de miedo- al regresar siempre tarde a mi casa después del toque de queda, no me lastimara y pudieran culparlos a ellos de ser los causantes de una posible agresión. ¿Cómo iban a ser los carabineros? ¿Nosotros? ¿A don Jorge? Rancagua fue el lugar donde gané el primer concurso de fotografía programado por la Sexta Región, concurso en el que gané todos los premios, el primero con un paisaje de Punta de Lobos, y todos los demás a nombre de mis parientes, amigos y de mis alumnas del Colegio Inglés; donde después varios fotógrafos lugareños apuntaban que me habían regalado los premios por ser pariente de Ackermann, el Comandante del Regimiento y sobrino de José de Pablo, uno de los responsables del jurado; es el Munich, el hermoso restaurant, un panal de abejas, construído por Gonzalo de Pablo, que pertenecía a una familia de ascendencia alemana, que ahora es pichilemina, los von Unger, donde yo cantaba acompañado por el organista llamado “tararara” por su labio leporino; donde los dueños de la Casa Zúñiga de la calle Brasil, los generosos Anich y otros prominentes comerciantes apuraban sus pasos de baile y las copas de pisco antes del toque de queda para salir, disparados en todas direcciones, hacia sus domicilios en sus zigzagueantes autos. -74- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu Rancagua es la ciudad donde se apagó la vida del payador Ponciano Meléndez, una oscura noche, sorprendido por siniestros maleantes que nunca supieron el talento que extirpaban a la comunidad rancaguina, sin saber que era ese pichilemino la voz de una tierra que necesitaba contar su historia. Su muerte hasta hoy día está sin aclarar. Otro crimen que ha quedado impune. Rancagua fue para mí otro derrotero en el cual, canté que allí había nacido, y creí que ahí, por lo tanto, debía morir. La última página de mi vida en Chile. Mis paranoias acrescentadas, exacerbadas, hasta casi la etilización -la sirrosis hepática completa- me hicieron recapacitar y abandonar el suelo de la patria, mi nacionalidad chilena que tanto esfuerzo me había costaba recuperar. Desde Rancagua le dije adiós a Chile, a Pichilemu, a mi hogar, al aromo que plantó en la Sanchina mi hija Cristina, a mis nuevos amigos, a las guitarras de tantos creadores y decidí partir a lugares de donde aun no he podido retornar. A RANCAGUA Desde los patios interiores viene a mí El cálido perfume de los patios coloniales Porque en Rancagua se detuvo la vida En las casas de adobes tras los altos ventanales. Ahora que regreso a la tierra en que nací El rostro de mi madre está en todas las flores Y mis recuerdos, de niño entre sus brazos, Revive en la alegría de sus viejas canciones. Al volver a Rancagua comienzo a sentir Que la patria es más bella viviéndola aquí. La ciudad rancaguina es mi hermoso ideal Por ella, desde hoy, por su amor, Seré su humilde cantor. Por esas viejas calles iba Oscar el poeta, Rimándole esperanza a lo breve de su vida, Cual leve mariposa su juventud volaba En versos que en el tiempo recobran armonías. Fue campo de batalla de valientes capitanes, -75- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu De O´Higgins cabalgando junto a Libertadores. En la montaña el cobre es pan de nuestros días Junto al esfuerzo agrario de nobles labradores. INVIERNO CRUEL Esta ingeniosa canción pertenece, en letra y música, a Hugo Díaz Girón. Fue compuesta con las sinceras observaciones de un hombre que vivió casi toda su vida en Pichilemu y conocía profundamente la psicología y las costumbres de sus habitantes. Yo fui el primero que lo grabó en un disco simple de 45´ rpm, para Odeon-Emi, allá por el año 1968. Grabé la canción acompañado por Los Panters, en esos días en que la mujer del chino Bradley lo había abandonado. Estos músicos eran amigos asiduos del rico tractorista y le pusieron otra nota de humor a la canción cuando uno de ellos pregunta: ¡comadre! ¿sabe lo qué le pasó al chino? José Miranda, recitador y gran admirador de Girón, me contaba en uno de mis últimos viajes a Pichilemu, que el poeta popular, era un versificador proficuo, fecundo y con una capacidad de penetración en los sentimientos del pichilemino que nunca se había dado en sus entornos, salvo el talento de Ponciano Meléndez, no había otro como Hugo Díaz Girón. Invierno Cruel es el vals más conocido por los pichileminos, el que cantan con más asiduidad. No falta reunión donde así mismos se recuerden y se vuelvan a ver retratados en las costumbres descritas por Hugo Díaz Girón, ante el silencio de sus mujeres que escuchan como cómplices complacientes lo que convertido en una cuasi leyenda, es en la realidad, el mayor motivo de discordia. Algún día quizás tenga usted la oportunidad de escuchársela cantar a Carlos Pérez Llanca, una de las mejores voces pichileminas, -como a la vez junto a Jorge Morales, uno de sus mejores futbolistas, según testimonio de José Miranda Pérez- y si es tiempo aun, a duo con José Miranda Gaete, acompañados por la guitarra del Negro Pelé, todos al unísono pero con la seriedad de los que saben que cantan, como en la iglesia los feligreses, verdades y rogativas que son consagraciones de fecunda tradición. Recuerdo que Hugo Díaz Girón, trabajaba en el Registro Civil de Pichilemu. Fue autor de otras tonadas muy conocidas y cantadas en cuánta reunión y fiestas realizan los pichileminos, algunas fueron grabadas por el Negro Pelé, su gran propagandista, hoy en Santa Cruz, llamado en la actualidad cariñosamente por sus amigos don Benja, que sé que me odia profundamente. Otros dicen que es pura envidia y rivalidad. La descripción de las costumbres de los pichileminos en esta canción es cabal. Los pichileminos cambian en invierno su forma de vida de -76- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu manera notable. En verano son los esforzados y anónimos trabajadores que ayudan a sus mujeres en todo para recibir a los huéspedes veraniegos, pero en invierno, después de reparar los daños que los veraneantes ocasionan en el pueblo, reponen sus fuerzas en la ociosidad tal cual son descritos en la canción. Guatones y con el bocio descomunalmente abultado, “guenos pa´ la talla”, pal´tinto y los piures y procreadores de muchos hijos. Por ejemplo: mi tía Teresa tuvo catorce, la tía Luisa ocho, la tía Clara ocho, y los tíos, los maridos de cada una de ellas, después de programar uno, o en cualquier otro momento, se iban de pichanga. Contando los avatares del verano se entretenían en el invierno, observados con ojos de buen cubero por Hugo Díaz Girón. Ninguna historia es tan veraz como ésta en donde todo está en su sitio y muy bien versificado, cada estrofa es una realidad absoluta y todo descrito dentro de un ambiente de cordialidad y buen humor. No debo ser yo, ni nadie, quien le agregue una palabra más. En esta época fue que conocí a los que fueron Alcaldes de Pichilemu a don Felipe Iturriaga Esquivel, don Carlos Echazarreta Iñiguez, don Carlos Rojas Pavez, y a don Washington Saldías Fuentealba. Don Washington, era en esos años, en su calidad de Alcalde, también Juez de Policía Local. Un día muy temprano a través de Carlos Pérez LLanca, su ayudante, me mandó a llamar. Se me acusaba de agresión física y de haber robado una maza de carreta en una casa de Ciruelos. El hecho ocurrió así. Fuí invitado junto con unos oficiales de la aviación militar encabezados por el dueño del Hotel Casino, el Comandante “Tavo” González Pérez,, un pichilemino que se destacaba por ser el mejor aviador del grupo de los famosos intrépidos Cóndores de Plata, a un paseo almuerzo a las laderas de Ciruelos. Frente a la iglesia yo tropecé con un objeto duro, escarbé el suelo y resultó ser una vieja y oxidada espuela de huaso. Maravillado por este hallazgo, no sin sorpresas, divisé una maza de carreta tirada en el camino, de inmediato la tomé cargándola al auto de uno de mis amigos. Mientras comíamos el asado campestre, en una de las laderas de un cerro apareció un huaso enorme de alto y tremendo guatón y, como Goliat frente al bíblico David, empezó a despotricar, -qué digo- a putear a todos los comensales: “esos oficialitos cobardones; esas putas santiaguinas; ese argentino que me robó la maza de carreta”, fue lo menos que grito desde la altura. Se nos arruinó el almuerzo y porque todos me miraban, culpándome por ello con caras descompuestas, me armé de coraje y me fuí donde el guatón. Una vez frente a frente, el guatón sacó una enorme cuchilla que revolió en el aire como el bandido Benavides, el de la cueva de las Termas de Chillán que fue apresado en Pichilemu, yo me enrollé el poncho en la mano izquierda como lo acostumbran hacer los gauchos argentinos; él se sacó y tiró -77- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu al suelo su sombrero y nos enfrentamos cautelosos como expertos facinerosos que no hacían más que repetir una vieja escena. El guatón estaba borrachísimo y en el primer embiste, con el puñal dirigido a mi guata, le hice una zancadilla y mientras resbalaba, lo golpié con un pase de judo que lo hizo caer y rodar como una vaca cuando se despeña en un barranco. Le quise pegar una patada en la cara de puro odio que me incitó, pero en ese momento salió su mujer con un palo enorme a defender a su marido. Yo opté por alejarme pues nunca le he pegado a una dama. Los comensales del “Tavo” González me aplaudían como si yo fuera David porque salvé el honor de todos los insultados y limpié las gruesas palabras que el guatón le dirigió a las damas. Don Jorge, me dijo el Juez Washington Saldías, si no lo mando a llamar con su primo Carlos Pérez Llanca serían los carabineros los que lo traen esposado y directo al calabozo antes de traerlo a mi presencia, porque está acusado de una falta muy grave: de agresión física y robo. Acusado de robo por el Sr. Catalán, don Jorge, pero como Carlos Pérez Llanca ya trajo el objeto robado, a Ud. le pregunto: ¿lo devuelve? ¡Por supuesto Sr. Juez! Bien, como por esa causa está Ud. acusado lo dejo en libertad. Y saliendo detrás de su escritorio me decía mientras me abrazaba: ¡permítame felicitarlo don Jorge, Ud. ha sido el único que le ha sacado la chucha a ese guatón de mierda que le pega todos los días a su mujer, que nos tiene a todos cubierto de porquerías con sus insultos y su agresividad! ¡Usted ha sido el único que le bajó los humos al guatón Catalán y aquí ayer ese desgraciado se presentó en mi oficina, llorando porque todo el pueblo, enterado de la paliza que Ud. le dió, le ha perdido el miedo y el respeto, y se le ríen en la cara. ¡Gracias don Jorge! ¡Queda Ud. en libertad! ¡Ah, don Washington! ¡Qué recuerdo! ¿Será por ello que ahora soy tan amigo de sus hijos sobre todo de su homónimo? ¿Por ello que salí a gritar por las calles de Pichilemu vivas por su candidatura a Alcalde? Imborrables momentos guarda la memoria para solaz del alma mientras los atareados años pasan y somos sólo un recuerdo del paisaje de nuestra infancia. Cuántas anécdotas van a quedar sin escribirse porque no todo tiene importancia en la vida. Chile es una nación joven y tiene su historia cubierta de sangre por la liberación del yugo español. Un duro camino en la consolidación de sus estructuras políticas y sociales. Y nosotros don Washington, como pichileminos somos un pueblo aun joven y debemos graficar nuestra historia detalle a detalle como un ejemplo a las generaciones futuras. Debemos graficar muestras costumbres, como las descritas en la canción Invierno Cruel; en el paso por la alcaldía y la política de tantos sacrificados pichileminos que entregaron todas sus fuerzas por lograr bienestar -78- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu para su pueblo. Nos nutrimos de todos ellos tanto en verano como en el invierno cruel. Bueno. Vamos a cantar otra vez junto a un buen Macaya. Ahí va la letra de la canción sin cambio ninguno. Igualita como la hizo nuestro amigo Hugo Díaz Girón. INVIERNO CRUEL Cuando se va el verano Y llega la quietud Para los que quedamos, Nace Pichilemu. Muy lejos está Santiago, Más cerca Santa Cruz, No falta nunca un trago ni un santo Bien rociado por quien hacer salud. ¿Qué hacen allá en Pichilemu En ese invierno tan cruel? Me preguntan los amigos, Me preguntan por doquier. ¿Qué hacen allá esos bribones, En ese invierno tan cruel? Para el Macaya no falta Ni pal mastique también. Llegan las noches largas, Comienzan los pelambres, El marido en pichangas, Ellas por el alambre. Así se va pasando Otro invierno cruel, A un perro bien asado Van muchos convidados Y va también la ley. Los piures se hacen pocos, Llega la primavera, Con pencas y chaguales Se arman las tomateras. No falta un buen velorio -79- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu Donde pasarlo bien, El muerto es buen cristiano Se fue antes del verano En ese invierno cruel. PICHILEMU ME ESTA ESPERANDO En junio del año l985 realicé un viaje desde Berlín hasta Ikaalinen, ciudad cerca de Turku al sur oeste de Finlandia. Habíamos sido invitados al Festival Anual de la Armónica que consiste en un evento donde se reunen anualmente mil ejecutantes de acordeón, bandoneón, armónica de boca y los añorados organitos. Vinieron conjuntos de todo el norte de Europa acompañando a sus grupos de canto y baile con sus trajes típicos: rusos, polacos, lituanos, ingleses, irlandeses, alemanes, suecos, noruegos, etc., etc., se reunieron en un mundo de colores y melodías, a cantar y bailar al compás de estos clásicos y útiles instrumentos populares. El epicentro de la reunión es la reiterada presentación de estos instrumentos que emiten el sonido a travéz de lengüetas de diversos tamaños formando escalas hasta alcanzar a veces la extensión de ocho octavas, que forman la familia de las “armónicas” como se les llama a los instrumentos similares al acordeón. Nosotros representamos a la Argentina con el tango, el único país latinoaméricano invitado. Fuimos la sensación pues nuestro repertorio se componía de tangos, milongas y valses, donde el bandoneón juega el papel más importante. El bandoneón es un invento alemán y siempre fue un instrumento de amplia difusión en los países del norte de Europa. Fue creado allá por l820 por el alemán Herr Band, para suplir las necesidades lúgubres del sonido del órgano y para acompañar a los difuntos en las procesiones fúnebres hacia su última morada en el camposanto. Su fama se extendió a Francia e Italia, y fue llevado por los inmigrantes alemanes en l858 a la Argentina, cuando se creó la primera colonia de teutones en la provincia de Corrientes. Los alemanes nunca han dejado de tocar el bandoneón, son muchos los músicos que lo emplean en la ejecución de su propia música en el volk, Schlager, y en la Mussette francesa y, naturalmente, en el tango, pero en un tango muy especial llamado “tango europeo”, que no es nada más que una melancólica polka. Partimos en auto desde Berlín atravezando la primera frontera de la RDA, de la Alemania comunista, luego la segunda de la RFA, de la -80- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu Alemania capitalista, hasta llegar a Hamburgo. De ahí a Travemunde, donde nos embarcamos en transportadores marítimos capaces de llevar cientos de autos en sus bodegas, hasta Mälmo ciudad-puerto del sur oeste de Suecia. Atravezamos Kronoberg, Göteland, Ostergolland hasta llegar a Estocolmo. Nos embarcamos de nuevo cruzando un ancho brazo del mar Báltico hasta la entrada del mar Bottniske viken, llegando a Turka Abo, cruzando Pori, los lagos de Nokia hasta llegar a Ikaalinen nuestro destino final. El largo camino incitaba a pensar en el destino que cada uno tiene en la vida, por esos parajes distantes de la patria, del lugar que nos vió nacer y tarareando la melodía de “Noches de Pichilemu” yo contemplaba el cielo apenas estrellado; los inmensos bosques de pino insigne, el mismo pino de Pichilemu, que es un árbol de origen canadiense muy apto para tierras erosionadas, cuyas raíces recuperan la tierra, aunque lentamente y la mejoran. Esos pinos en estos lares son rotativos, una alternancia para luego de ser cortados, se planta en su sitio avena, trigo, cebada, y por sobre todo rapsol cuyas flores mostraban grandes extensiones de un color amarillo intenso, con bosques de pinos, agrupados en parcelas que parecían islas en medio del paisaje. De vez en cuando, y muy seguido, extensiones de numerosos y placidos lagos de aguas azules y de cristalinas profundidades. El sol sin el peso agobiante del nuestro, alcanzaba a ser suficiente y reconfortante en esos parajes donde en invierno no se ve nada más que un infinito manto de nieve. Le envié a Pichilemu una carta a mi primo Lucho Pérez Llanca, donde le contaba que por primera vez veía la palabra Llanca fuera de nuestro entorno. En Ikaalinen la palabra “yanka” (la J y la Y suenan igual que la doble LL) es el nombre de los cuernos de un cierto tipo de ciervos, sólo de los cuernos, de dos puntas, de ese tipo de alce regional, hay muchas otras variedades de este manso animal que tira de los trineos. Fueron muchas las palabras que encontré cercanas a nuestra fonética castellana, pero no les hice mayor caso, hasta que al llegar al lugar donde todos los grupos musicales de reunían a almorzar, mi asombro adquirió visos sospechosos. La sala del comedor tenía integrada una inmensa cocina: comedor y cocina eran lo mismo. Y en la entrada de esta gran habitación había un lienzo escrito en varios idiomas que decía Benvenidos a la “Ruka”. Ruka en Ikaalinen significa “hogar”: cocina, comedor y dormitorio. Pensé en Chile y en nuestros araucanos; en un largo camino hacia el sur emprendido hace miles de años; vi los rostros de muchachos fornidos, de rostros blancos y ojos azules e imaginaba que si se los pintara un poquito de café oscuro tendrían las mismas caras de nuestros mapuches, o de los inkas peruanos. Un grupo de mujeres, del absoluto norte de Finlandia, de la zona -81- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu de hielos eternos -forman un grupo llamado esquimales- cuya conformación física y sus rasgos fisonómicos son exactamente iguales a nuestros indios de la araucanía o al de algunos promaucaes que aun sobreviven y que andan confundidos entre los pichileminos. Pensaba que hasta yo con mi cara de mestizo, si fuera rubio y de ojos azules, pasaría por uno de ellos. Tal vez por esos tuvimos tanto éxito, pues una bellísima filandesa -¡qué mujeres preciosas, Dios mío!- me dijo, a través de la lengua alemana, que yo me parecía a su hermano, pero que yo era un poquito oscuro y más bajo de estatura. En uno de los puertos de embarque encontramos a un grupo de jóvenes turistas rusos que llevaban puestos una camiseta donde tenían la imagen de una especie de gaviota de largo pico que ellos llaman Yanka, pero ya no tenía ánimo para seguir sacando conclusiones de parentezcos idiomáticos. La fiesta de la Armónica se realiza para festejar el día del solsticio, el 21 de junio de cada año, cuando el día se prolonga 48 horas, es decir, no hay noche, las últimas luces del día anterior, largo de 24 horas de luz, se confunde con el nuevo. Algo único que en Ikaaline, su realización, es algo sagrado: desde tiempos ancentrales se repite este acto como una religiosa consagración al Dios Sol. Antes de llegar el segundo anhelado, todos mirando hacia el norte, las copas están llenas, y en el instante preciso, en el cero de la medianoche, se alzan todos los brazos, en una mano previamente llenas las copas de un vodka de 42 grados; se agitan los corazones y la mente se dispone al sacrificio de iniciar el nuevo día. En el escenario cien acordeones inician de nuevo el antiguo rito, eufórico de alegría, y comienza el baile, el canto, y lo imprescindible: el primer trago que se añade a los anteriores culminando todo en una borrachera descomunal, paradisíaca, que prosigue hasta que las fuerzas se agotan. El regreso fue por el mismo camino. Atravezamos otra vez Suecia, pero esta vez desembarcamos nuestros autos en Dinamarca. Paramos un día en Copenague para conocer la ciudad y de ahí rumbiamos hacia Alemania, hasta Kiel, donde yo me quedé, yendo en búsqueda de mi familia que me esperaba para ir a una casa de campesinos alemanes que teníamos arrendada para pasar nuestras verdaderas vacaciones. Esta casa era de construcción moderna pero enteramente de madera. Estaba al lado de un inmenso granero, pues la zona es apta sobre todo para el trigo que, por sus grandes plantaciones, se debe cosechar hasta de noche: colocan en el área a recolectar, grandes focos de luces que permiten a las trilladoras moverse sin ningún inconveniente, y así, en brevísimo tiempo, se recolecta el grano con un ahorro de tiempo con plena seguridad y eficiencia. -82- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu Cuando se retorna de algún viaje, siempre soñamos que alguien debe estar esperándonos y yo sabía que este viaje no había sido a parajes cercanos a Pichilemu: Chorrillos, Alto Colorado, Playa Hermosa, Cahuil, Pueblo de Viudas, Ciruelos, El Copao, Pañul, Rodeillo, el Maqui, ni a Bucalemu, Paredones, Marchigue, La Estrella, Lago Rapel, nombres todos recordados casi con angustia. Yo medía mentalmente las distancias y pensaba: si sigo regresando con el recuerdo hacia el sur, voy a llegar otra vez a Pichilemu. Así versifiqué “Pichilemu me está esperando”. Mirando un mapa no me atareví a calcular cuántos kilómetros me separaban de Pichilemu, por flojera de contar y calcular y por miedo a que fueran tantos e imposibles de posibilitar, aunque sea, un imaginario retorno. El lugar se llamaba Siberien weg, “Camino a Siberia”, y el último día de nuestra plácida y tranquila estadía, muy temprano, nos preparábamos agitadamente para regresar a Berlín. A eso de las 10 de la mañana ordenábamos las maletas del retorno, cuando de repente, sentí un tremendo ruido en el camino, estruendosos e intermitentes estampidos que se lo achaqué a un grupo de motos que podrían circular por Siberia weg. Christiane, mi mujer alemana, se tiró al suelo de inmediato y a los gritos de: ¡Jorge son ametralladoras! ¡La guerra, la guerra! Lo que sucedía era que unos soldados alemanes habían pasado toda la noche a la intemperie en ese camino a Siberia, en una campaña de simulacro de batalla esperando al enemigo Soviético. Grande el estupor y violenta indignación de mi mujer y un infantil pánico para Antonia mi hija pequeña. El oficial a cargo del grupo nos explicó después que la maniobra era sólo un simulacro, mientras cargaban en camiones a los supuestos heridos que vendadas las piernas, entablillados los brazos y con parches, coloreados con jugo de tomate, en sus cabezas heridas, eran atendidos por los enfermeros militares. A las dos horas volvió el oficial, humildemente confundido y avergonzado, explicando que se les habían quedado unas granadas de mano en un rincón del jardín, a los pocos minutos volvió de nuevo, más achunchado esta vez, pues también habían olvidado unas cajas con todo el material de comunicaciones y pienso que no se atrevieron a volver a buscar unas escobas y otras cajas, llenas de balas de fogueo, que escondieron bajo unas flores, algunas de las cuales aun las conservo de recuerdo. No doy lugar a pensar que yo he andado siempre recordando a Pichilemu, que he vivido pendiente como un obsesionado, pero si que por donde quiera que he ido siempre he caminado pensando en alguna nueva canción. -83- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu La canción a Pichilemu esta vez quedó interrumpida, pues me impresionó comprobar por qué Alemania, con su gran poderío y fama militar, perdiera tantas guerras, ¿gracias a sus desmemoriados ofiales? Logré al fin terminar la canción en mi casa de Berlín donde tengo mi nuevo hogar. PICHLEMU ME ESTÁ ESPERANDO Quiero volver, allá me espera mi madre, Febrero, el sol que dio calor a mi sangre. Me esperas tú también entre la gente Que lucha con fe: junto a tu amor seré Un hombre nuevo que vuelve a nacer. Latinoamérica me está esperando Y he de volver al sur, a Chile, al mar Y a Pichilemu donde tengo mi hogar. Quiero volver al pueblo, al mar de mi infancia, Donde dejé entre sus calles mis ansias, Donde aprendí a cantar cuando tus labios Dijeron adiós: allí logré encontrar En mi guitarra la felicidad. Quiero volver no encontré lo que buscaba, Todo está allí, en esa tierra soñada está la luz, La paz, el pan y el vino al calor familiar, Tengo una historia aquí, Pero en mi pueblo yo quiero morir. -84- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu ¿CUANDO REGRESAREMOS A PICHILEMU? En la ciudad de Quito, capital de Ecuador, viví ocho años. Los primeros después de mi alejamiento de Chile. Llegué por tierra en un bus de línea peruana. Era evidente que la mayoría de los pasajeros eran chilenos, pero todos mantuvieron un silencio sepulcral durante el viaje. En la frontera peruana de Tacna, una vez pasada la última inspección de los carabineros de Chile, y ya en la tierra de nadie, un grito casi al unísono, ensordecedor, extremeció al bus, muchos rostros se volvieron entristecidos y otros llenos de cólera, algunos le hacían un corte de manga al territorio que iban dejando atrás. Era evidente que todos habían salido por las mismas causas y que abandonaban la patria natal, sin su expresa voluntad, buscando refugio a los enconados odios políticos desatados en Chile en los últimos meses. Sin conocer a nadie, los primeros días en Quito fueron inquietantes y angustiosos. Antes de partir de Santiago el abogado Julio Stuardo, el último Intendente de la ciudad de Santiago de la Unidad Popular, ya de vuelta de la isla Dawson, me despidió con estas palabras: “en Ecuador Jorge, nunca muy abajo, tampoco muy arriba, mantente siempre en el medio. Trata de nunca sobresalir demasiado para que no te descabecen”. He seguido estos consejos donde quiera que he estado. “Vuela bajo que abajo está la verdad” dice una canción de Facundo Cabral y estos versos han sido preceptos protectores en cada acción que he emprendido en la vida y en cada país donde he habitado, aunque el destino nos depara sorpresas muchas veces incontrolables e imprevisibles. Ecuador me costó la separación de mis hijas, me costó un matrimonio de once años de aparente tranquilidad. Nos sucedió a casi todos los que se alejaron de la patria. Fue un destino al cual, en definitiva, uno se resigna porque el tiempo relaja todas las pasiones humanas, ayuda con la memoria a que se cumpla el designio del olvido. Existe demasiada gente, buena y comprensiva, en este mundo como para ceñirse sólo a una persona, a una idea o a una sola fantasía y el horizonte por muy lejos que esté, -85- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu después de la lluvia, siempre es luminoso. Y como “no hay bien que por mal no venga” se emprende siempre una nueva vida, o se la vislumbra por lo menos. Nunca el horizonte, por todos los tiempos, se cierra por completo por más nubes que anuncie la tormenta y si se cierne, sabido es que detrás de ella siempre viene la calma. Durante esta crisis quiteña, la reiteración de ¿cuándo volveremos? era un constante reproche, un no saber a qué atenerse, un tener conciencia que la patria es algo real, y que en ella, la vida, como un deber obliga en ella desarrollarse. Así fueron naciendo los versos, vinieron a mí de otros pensamientos, de quejas y lamentaciones muy razonables y comprensibles, de las cuales me hice eco planteándomelos, por lo menos escuchándolos, para darle sentido a una existencia e historia que parecía inútil. En Quito fundé la Editorial “Colección Música, Palabra e Imagen de Latinomérica”, marca con la que edité 24 libros de autores ecuatorianos; toda la poesía de Jorge Carrera Andrade; la vida y la obra de Benjamín Carrión; la luz y el trazo mágico del pintor Osvaldo Guayasamín, y la poderosa poesía de Euler Granda, el más importante poeta actual de toda Latinoamérica. Tuve un restaurant conocido como el Fortín Gaucho, que tuvo mucho éxito, donde teníamos música todos los días. Tocaba el piano don Humberto Fuentes, un viejito socarrón y peorro, nacido en Arica cuando este puerto era del Perú. Desfilaron por él todos los intérpretes del pasillo ecuatorianos. Fue frecuentado primero por los diplomáticos, luego por los políticos, después por los escritores, poetas y pintores, para terminar con los militares sedientos y frenéticos y que fue imposible no dejarlos entrar. De todos conservo un lote de boletas de cenas, vino y coñac sin pagar, los tunantes firmaban y luego, inmediatamente al otro día, olvidaban las cuentas que yo infructuosamente intentaba cobrar. El pago por ser extranjero resultaba muy caro tanto en Perú como en Ecuador. Por supuesto el bendito restaurant quebró llevándose en la tumultuosa corriente a toda mi familia. Y yo me quedé sólo, pero con las manos llenas, de boletas y cheques sin cobrar. En Ecuador tuve la suerte -la petición de Job a Jehova salva el porvenir y muchas vidas- de tener varios amigos poetas que eran hombres sublimes como Euler Granda, Simón Zavala, Iván Edwin, Carlos Eduardo Jaramillo. De ellos conservo un recuerdo imborrable, eran el alma bondadosa y humana de la cruenta realidad que ocurría en esos tiempos en casi toda Latinoamérica. En el año 1982 compuse la obra histórica-musical “Canto al Libertador Simón Bolívar”, que tuvo una amplia difusión al celebrarse los -86- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu 200 años de su nacimiento, obra con la cual recorrí todos los países del área bolivariana. La obra fue declarada Homenaje Oficial del Ecuador por el Bicentenario del nacimiento del Prócer. En misión cultural fui enviado a Colombia que en esa época -yo fui siempre un despistado políticamentesufría una de las peores represalias por los graves incidentes de paramilitares, guerrilleros, fuerzas revolucionarias y subversivas al gobierno de turno. En cuanto llegué a la ciudad de Cali, noté que me seguían, ¿otra vez mi paranoia? Junto con el agregado cultural del Ecuador me entrevisté con el jefe de la policia del distrito y éste me recomendó que por favor me fuera, que en tiempos de violencia es imposible la difusión cultural. El hecho es que muchos chilenos extendieron su furia guerrillera a ese país y eran muy mal aceptados, de hecho nunca admitidos oficialmente. Mi nuevo destino histórico-cultural con la llama de Bolívar encendida en mi voz, fue Caracas, Venezuela. Ahí me esperaba el agregado cultural de Ecuador el poeta Rubén Jaramillo. La primera noche de mi llegada, me invitó a un lujoso restaurant lugar de reunión de los diplomáticos del mundo entero. Esa noche, antes de comenzar a servirnos la sopa, con la cuchara a medio camino, aparecieron los militares y ¡todos a la pared carajo! No sirvieron carnet de identidad ni pasaportes diplomáticos, los que pretendían mostrarlos eran arrojados al suelo y esa noche se acabó, ahí mismito, la cena, los tragos y mi ánimo de permanecer un día más en esa bendita tierra del Libertador. Sólo en Perú y Ecuador pude dar cumplimiento a mi tarea de difundir la obra, el martirio y holocauto, del más grande de nuestros libertadores, las gestas heróicas de Simón Bolívar. El último libro que edité en la Colección, fue una amplia reseña del complejo arqueológico de Inga Pirca, el reducto terminal que tuvo en el Cañar, Cuenca, el Inca Atahualpa. Dejé esa tierra ecuatoriana donde viví, más de ocho años, a las faldas del Pichincha, volcán alabado tantas veces por Alejandro de Humboldt, a tres mil metros de altura, bajo un cielo de tibia transparencia, de aire puro y de aguas cristalinas y vivificantes. De Quito conservo el recuerdo de haber vivido como cicerone, por encargo de la Editorial “Círculo de Lectores”, 15 días junto al escritor argentino Jorge Luis Borges, a quien siempre he admirado desde mis años juveniles vividos en Buenos Aires. Recuerdo que de joven estudiante faltábamos a clases para ir a escuchar sus disertaciones, a veces tan sólo por verlo pasar por la calle Florida camino al Ateneo. Compartir su presencia y su conversación a diario en Quito y Guayaquil, fue una experiencia única. Así también el calor y la ancha humanidad de la mano del poeta Euler Granda, que fue quien me despidió en el aeropuerto de Quito, desde -87- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu donde viajé definitivamente hacia Alemania en cuya capital, Berlín, aun permanezco. ¿CUÁNDO REGRESAREMOS? Ella me dice: ¿cuándo regresaremos? Hace tanto tiempo y estamos muy lejos, Las niñas crecen y nos hacemos viejos, El tiempo y la distancia mellan mi esperanza, Si hasta nosotros hablamos distinto ¿Cuándo volveremos, mi amor, Al mar de Pichilemu? Extranjeros por la libertad. Caminantes en busca de patria. Un paisaje detrás de la infancia: Eso es lo que somos, Mi amor, adentro del alma. Un paisaje detrás de la infancia Que allá en Pichilemu nos entró en el alma. Ella me dice: ¿dónde están nuestros amigos, Aquellos que forjaron ideales nuevos? ¡Basta de voces con acentos extraños, Quiero ver mi casa, Mi madre y mis hermanos, El pueblo y el aromo que mis hijas plantaron! ¿Cuándo volveremos, mi amor, Al mar de Pichilemu? -88- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu LOS PESCADORES DE PICHILEMU Las historias que mencionan a Pichilemu, comienzan casi siempre con la descripción de los pescadores promaucaes, que en la laguna de Cahuil pescaban dentro de un bote de piel de lobo inflado, al igual que los indios changos en el norte de Chile. Una de las más eruditas descripciones de este hecho la encontramos en un folleto firmado por el historiador Feliú Cruz, en una investigación encargada por el dinámico empresario Agustín Ross, para darle relieve a su balneario recién creado. La tradición del pichilemino pescador nunca se interrumpió, ni cuando fue quemado el ambicioso puerto, obra de la familia Ortúzar para sacar los productos cárnicos y los granos de la región de Colchagua, sobre todo del inmenso granero que eran las provincias desde Curicó hasta Los Angeles, todo con un inocente destino a Europa. La tradición del pescador pichilemino fue el abastecer de alimento a la población desarrollando una peligrosa tarea. La mar de Pichilemu es brava, nadie puede decir que a ese mar se lo puede dominar. El mar es lo que es, como es, y cuando está embravecido el ser humano no cuenta para nada, ni su valentía ni su destreza pueden con esas fuerzas que surgen desde las oscuras profundidades, alzándose violentas para despeñarse sobre sí mismo en un incesante vaivén cuya continuidad no pudieron penetrar nunca las débiles canoas de piel de lobo inflado, ni las débiles embarcaciones de los pescadores pichileminos que yo conocí de pequeño. Lloré una vez porque uno de ellos se ahogó. Sus compañeros salieron, a nado de adentro del mar hacia la playa, mientras las mujeres vestidas de negro esperaban noticias del bote que se había dado vuelta y que nadie salía mar adentro a recuperarlo. Un pescador que no sabía nadar, quedó aferrado a él. Fue imposible socorrerlo. Las mujeres lloraban y yo sin saber por qué, conmovido de sus lágrimas, lloré con ellas. Me abrace a una y así me encontró mi madre empapando de lágrimas la falda negra de la anciana que me apretaba la cabeza entre sus brazos. Desde entonces he amado a los pescadores de Pichilemu, siempre he brindado por su valentía, por su anónimo afán de abastecer, nada menos que de alimento, a quienes una vez recogido y pagado el pescado, se alejan sin importarles más sobre el hombre que arriesgó su vida para traerlo a su mesa. Esa pesca, ese oficio bravo y romántico, esos botes de tablas de pino recubiertas de alquitrán dejaban ver las uniones mal calafateadas y las redes en la playa en altas rumas como vientres de arena impacientes por -89- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu mojarse en el agua salina. ¿Y los colores de los botes?: rojos, verdes, amarillos con su gran número de matrícula. ¿Y el nombre de los botes?: uno amarillo era mi preferido, se llamaba Pichilemu, a su dueño nadie pudo quitarle el nombre. Los otros se tenían que conformar con el nombre de su amada o el de un pescado o de un poblado cercano. ¿Y los hombres de mar?: mal vestidos; un pantalón deshecho; una chaqueta a veces deformada sobre sus hombros; su cara con una espesa barba, o un bigote como el actual del amigo Arteaga, grande como el de los soldados del Kayser Guillermo de Prusia; los ojos brillantes, casi lagrimógenos, bajo unas gruesas cejas y el cabello hirsuto que solo lo peina el viento mar adentro. Cuando no salen al mar están tranquilos, en silencio en la orilla de la playa; nunca más de una palabra o nunca una de más. Al atardecer en alguna cantina amiga conversando a monosílabos con otros pescadores. Nosotros los más pequeños alrededor de ellos, dando vueltas, yo rondaba por oir lo que hablaban. Nunca les entendí una palabra. Don Honorio Llanca, mi abuelo, el paco Llanca -me contaba mi madre- llegaba siempre con pescado fresco a la casa, y en la mesa familiar era una alegría oirlo hablar de los pescadores que conocía por sus nombres. ¿Qué pichilemino no tuvo un abuelo pescador? ¿Quién no ha ido de noche, como Carlos Pérez Llanca y su amigo Vargas, el padre de Jorge el que sería Alcalde, a sacar jaivas con sólo un alambre a la orilla del mar? ¿O con una endeble caña recoger cuántos pescados gordos y grandísimos, les daba la gana, en momentos en que grandes cardúmenes se asomaban asombrados a la orilla, para, de puros curiosos, morder el anzuelo? ¿Qué pichilemino no comió pulgas de mar en un sabroso caldo con cebolla picada y un puñado de ají, que se pasaba con un buen trago de vino blanco, aunque persistíeran los granos de arena bajo la lengua hiriendo las encías? ¿Quién no tuvo un congrio fresquito adobado con tomates, cebollas, ajos y verduritas especiales, frente a frente, haciéndosele agua la boca? No fue sólo Pablo de Rokha quien comió el famoso caldillo de congrio, ni tampoco Neruda quien primero le cantó en sus Odas al piure, a los locos, las jaivas y las cholgas: fueron los pichileminos los primeros en inventar los “salusitas con vino blanco” ante un causeo de mariscos al horno. No compadre, no fueron los poetas los inventores de las canciones al pescado chileno, fueron los que han estado familiarizados con ellos, los que de primera mano se internan en el mar para recogerlo, son esos valientes pescadores -no confundir con los marineros de barcos de guerra, pantalón blanco y gorras con ribetes- hombres históricos han sido los pichileminos, con los choros, los piures, con el cochayuyo y han sido los que mejor han -90- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu freído las sardinas. Una sardina frita, por el mismo que la pescó, en Pichilemu vale una eternidad de vida. ¿Si la comí en la loma norte de Punta de Lobos? No existían aun los poetas, esos lindos vagos amigos míos, borrachos, románticos y tuberculosos, en tiempos en que en Chile se descubría y nombraba al cacique Topocalma, a Palloquierbico y a Gualauquén y también, como afirma José Arraño Acevedo, los pescadores Llanca, caciques en Cahuil y Curicó. ¡Caramba! ¿Los Llanca fueron caciques? Los verdaderos navegantes de la zona central fueron los promaucaes, en el norte los changos y en el sur los alacalufes. El amor al mar de Chile proviene de ellos, es el amor instintivo de la raza que justifica el esfuerzo del alimento diario, lo justificó antes de la llegada de los españoles y lo sigue justificando el esfuerzo diario de los pescadores, que en Pichilemu, son el grupo al cual no se le pueden contar historias, nada, pues lo saben todo, aunque callen y miren sin contestar, lo saben todo. Son hombres acostumbrados a amar siempre por última vez; besan y se alejan sin volver la vista atrás; sin despedirse tienden su mirada sobre el último lecho como una red sobre los senos blancos de las olas; a la madrugada entran mar adentro y en la soledad ¿quién sabe que canciones musitan? ¿A quién recuerdan bajo el sol?; todo les queda atrás; todo lo abandonan pero llevan todo un universo de memorias consigo; no sólo saben besar a la muerte sino se burlan de ella; son los que gozan la vida hasta el fondo de un vaso de vino, hasta el miñique; dar una palmada en el hombro de sus hijos con el amor del más severo pero amoroso padre; nunca se persignan en vano; y miran a sus mujeres como niños que saben que cuando sean jóvenes la deben abandonar como a la madre ¿alguna vez, quizás en alta mar? El pescador es el creador que se reconoce como hijo del mar, sabe lo que es un alma salina y sabe de materias carcáreas al borde del alma, es el que con el movimiento de sus brazos, con mágicos gestos, desvela el misterio de los fondos marinos. El más sabio silencio de nuestra estirpe. El pescador cuando encuentra una guitarra, que no saben navegar, pareciera que no la comprende, escucha sus melodías, mirando a la distancias las palabras y las notas del cantor. El pescador sabe de la transparencia de la orilla del mar vista desde adentro; de las redes de todas las vidas que se divisan desde el mar; que la soledad marina es menos acuciosa que la soledad terrestre; sabe que la flora vibra en los fondos marinos; es el que descifra los signos misteriosos del lenguaje del agua salina; el que mantiene en secreto los tesoros del fondo -91- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu marino. Cuando con voz atronadora el viento y los truenos calcinan el oscuro azul del cielo, mientras las aguas se entibian, su silencio es sabiduría. Cuando sus botes se alejan y apenas se divisan en alta mar o se ocultan tras sucesivas olas de espuma blanca, siempre hay un corazón que se encoje, una frente que frunce el ceño y eleva una plegaria a esa virgen del Carmen, patrona de los chilenos, que a veces se olvida que es la protectora de sus vidas, pero las mujeres igual le rezan con sincera fe, para volver a besar al ser querido, bendecir el fruto del mar que viene en sus generosas manos y los desparrama para sus hijos en la mesa familiar. Los pescadores de Pichilemu han sido mis mejores y más sinceros amigos. Recordándolos y viéndome a la orilla del mar, y viéndome interiormente a mí mismo, viendo como se alejaban sus botes hacia alta mar, salió esta canción, no tan cruda y real como sus vidas, pero que está llena de amor y agradecimiento. LOS PESCADORES DE PICHILEMU A orillas del mar pensativo Revivo los sueños de Honorio Llanca. LaS barcas regresan al puerto Trayendo en su vientre el fruto del mar. Siento que mi abuelo me llama Y con otros amigos se pone a cantar: Al mar se van las barcas, se van, Se van, se van, se van, se van..., Y en la distancia nos van recordando A los pescadores que no volverán A Pichilemu, al mar, a Pichilemu, al mar. El viento, el mar y las olas Me marcan el ritmo de la soledad. Ya nadie me indica el camino Que iba a tu casa detrás del pinar Y siento que alguien pronuncia, Caracola virgen, tu nombre de sal. Desde el Mirador van surgiendo El parque y las casas de adobe y de cal. La historia pronuncia mi nombre -92- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu Con miles de años a orillas del mar: Los hombres que han sido y me fueron Hoy son mi memoria y en mi sangre están. -93- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu CHRISTIANE MEINE DEUTSCHE FRAU Llegué a Berlín el año l982, cuando aun estaba el famoso muro que dividía a las dos Alemanias. Una férrea línea de alambradas electrizadas, y de grueso y elevado cemento, las separaba. Berlín estaba en el centro de la RDA, era una isla a la cual debía abastecérsela de alimentos por el aire. Para salir de él se debían cruzar dos fronteras, la de Berlín y la otra de entrada a la Alemania democrática. Era una ciudad llena de gente joven. A los estudiantes, si se venían a estudiar a Berlín, se les perdonaba el servicio militar y se le daban mil facilidades para que permanecieran en él. Así se llenó la ciudad de gente joven que era prácticamente un circo de entretención, de bienestar y despreocupación. Las fiestas se realizaban a puertas abiertas y cualquiera podía entrar aunque no conociera a nadie: había comida y bebidas para todos. Cada dos o tres meses los habitantes cambiaban sus enseres eléctricos, las alfombras y los muebles antiguos por nuevos. Se dejaba todo lo viejo en la calle, y un día preciso un camión basurero los recogía triturándolos de inmediato. Los bares estaban abiertos toda la noche y el puterío -rubio y joven ¡qué bellas mujeres!- rondaban por las calles sin vigilancia alguna. Toda era bondad, bonhomía y una aparente despreocupación se reflejaba en el diario vivir. Pese a que la “guerra fría” y la “cortina de hierro” estaba latente en cuántos comentarios políticos se debatían entre el área comunista y la capitalista. Llegué en el mes de enero, cuando la nieve es más abundante en el norte. Días de intenso frío asolaban sus calles y mi vestimenta era sumamente precaria, los hermosos pulóveres de lana cruda ecuatorianos dejaban pasar el viento frío hasta calarme los huesos. Hernán Renán, uno de los primeros exiliados chilenos, me recomendó una chaqueta especial; pantalones con doble forro; zapatos con felpa interior; calzoncillos largos y camisetas de lana natural y un sobretodo de cuero revestido de lana pura, lo que me dió la protección adecuada para, por lo menos, enfrentar a diario el vagabundear por los barrios berlineses en ese afán por conocerlo todo. De inmediato ingresé en la Universidad Libre del Berlín capitalista, a dar clases de literatura latinoamericana en el LAI, la Facultad de Latinoamericanística, donde perrmanecí por espacio de algunos años. La dirigía por entonces Gonzálo Lozada, que había sido, afortunadamente, un compañero de estudios en Buenos Aires. Este esclarecido profesor, lamentablemente, se mató pocos años después en un triste accidente de aviación entre Cuba y Nicaragua. -94- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu Nunca pude relacionarme con la numerosa comunidad chilena. Estaban divididos en fracciones políticas de la misma forma que en Chile en el tiempo de la Unidad Popular. Nunca hubo entendimiento entre nadie, cada fracción en lo suyo, para lo suyo y por lo suyo. Afortunadamente el nuevo trabajo me ocupaba todo el tiempo por lo que no sentí ni sufrí la falta inmediata de chilena comunicación. Conocí a Christiane Borgelt en una fiesta “Offene Tür”, a puertas abiertas. Y comenzó nuestro idilio, que ha sido lo más tonificante que he recibido en mi vida. Instuí que su espíritu era el de un ángel, lleno de bondad, esclarecido y fortificante. Y me aferré a él con todas las necesidades de vivir dentro de un ambiente, donde el primer tropiezo es la lengua. Sin conocer la lengua es muy difícil vivir en Alemania. Es difícil aprender cualquier idioma a la edad en que yo llegué a Europa. Las lenguas se aprenden perfectas hasta los 25 años, después siempre quedan vacíos de vocabulario, el acento de extranjero no se borra jamás, añadido a esto el color de nuestra piel, el pelo negro, los ojos marrón y un eterno andar detrás de la rubias viquingas nos delataban al primer paso que dábamos. Hablando como Tarzán en busca de una chita rubia ¿qué éramos? Cuando me preguntan ¿por qué te quedaste en Berlín? Respondo sinceramente: por Christiane en primer lugar, por el amor que me brindó, por su belleza y las perspectivas que vislumbraba de formar un nuevo hogar y la casi inmediata concepción de un nuevo hijo, que resultó una niña; las posibilidades de una nueva formación académica por los nuevos conocimientos que ofrece un país desconocido, sobre todo Alemania. También por la fabulosa Biblioteca del Instituto Iberoamericano de Berlín, que tiene casi un millón de libros de carácter mayoritariamente analíticos, libros de historia sobre Latinoamérica que no existen en ninguna otra casa de estudios. En esta consagrada biblioteca he logrado realizar importantes investigaciones que han acrescentado mis conocimientos sobre todo en lingüística-histórica-comparada sobre la etimología de la toponimia del continente americano. Uno de sus primeros capítulos, sobre Pichilemu, está desarrollado en el inicio de este libro, trabajo arqueológico, capítulo desconocido de nuestra historia, el que pronto será ampliado y publicado si los medios editoriales responden con buen criterio. Yo fuí siempre un alemanófilo, gran amante de los valores culturales de los alemanes, de sus músicos, sus poetas y sus filósofos que tanto le han dado a la humanidad. Mi primera infancia transcurrió en un colegio regido por alemanes, aunque no aprendí su idioma con ellos, estando aquí, descubrí que estaba formado, increíble, con una disciplina germana, cuya mayor cualidad es la obediencia. Y me acomodé a lo “verboten”, lo -95- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu prohibido, palabra que tiene vigencia en todos los países de Europa, donde rinden culto al orden y a la disciplina, dentro de una estabilidad económica que da, a las personas previsoras, las garantías de poder vivir el futuro sin mayores problemas. La previsión en todos los órdenes es el lema de la prosperidad de estas nacionalidades. Nada se hace sin pensar en el mañana, nada se deja de hacer que pueda cumplir un requisito de necesidad en el futuro, todo está programado, nada se deja a la intemperie. Los hombres de las zonas frías se forjan con esta cualidad y es una de sus programaciones más eficaces. Uno de los logros más significativo conseguidos en Alemania fue cuando me adjudicaron el Primer Premio del Concurso Los Maestros Cantores de Nurenberg l985, por el ciclo de composiciones, letra y música mía, “Kreuzberg Tango”. Este evento tiene una larga historia. Comenzó en el año l200 en la ciudad de Nurenberg donde se reunían compositores de todos los países de occidente, además de ser una especie de mercado de creación y de intercambio de instrumentos y de nuevas composiciones musicales. En esta ciudad y en su concurso se inspiró el famoso compositor alemán Richard Wagner para su ópera “Los Maestros Cantores de Nurenberg”. El concurso no se realizaba desde el año l938 en que comenzó la Segunda Guerra Mundial y en l985 fue la primera versión moderna, donde participaron también extranjeros, en este rubro fue que recibí este gran estímulo. Presencié la caída del muro de Berlín en l989. Todo me pareció una grandísima farsa, pues yo siempre consideré un engaño el comunismo y la Unión Soviética y a la RDA una inocente víctima en sus siniestras garras, como secuencias de una guerra desastrosa cuyas huellas lastimosamente perduran aun en la conducta actual de los alemanes. Pero lo que más me angustió fue la alegría de esos días de fiestas incontroladas pues todos los de la RDA, que eran sin duda comunistas y vivían como tal, a la fuerza o por convicción, cuando cayó el muro dejaron de serlo de inmediato. ¿Habían sido comunistas? ¿O por el temor y la bruta fuerza represiva lo aparentaban? Fue esclarecedor comprender que los mismos que crearon el comunismo, que lo exportaron y lo siguen manteniendo con su financiamiento en nuestras naciones, se encargaron de terminarlo como para dar prueba que lo único valedero, en este sistema mundial que vivimos, es el capitalismo. Una triste comprensión, que los que viven en las sombras y cuya patria es el dinero, son los que manejan el destino de millones de seres humanos. Estos son los que siguen dándole cuerda al comunismo para tener controlado los ideales de los hombres sinceros, de cualquier confesión -96- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu política, que confían en que un día habrá una paz duradera, justicia y equidad social en este mundo. Son los maquiavélicos del poder que juegan con los valores eternos por los que la humanidad tanto ha luchado. La Unión alemana fue un acontecer en todo el mundo que ha dado margen a mil especulaciones difícil de resumir en breves páginas. Naturalmente ahora esta nación está pagando las consecuencias pues se vive un negro receso económico que se cierne sobre el país. Yo creo que volverá la prosperidad no antes que transcurran 50 años, éxitos que espero gocen nuestros nietos. En cuanto llegué a Berlín, me puse en contacto con músicos alemanes, con uno de ellos, Bernd Machus, un prestigioso bandoneonista formamos el primer grupo de tangos que tuvo la ciudad de Berlín. Posteriormente en l995, la Editorial Transit Verlag me publicó el libro escrito en alemán “El Tango y la Historia de Carlos Gardel”, que recientemente editó LOM, para Chile y Argentina pero esta vez en castellano. Este libro tuvo la virtud de ser el primero escrito sobre el tango en lengua germana, lo que aseguró su éxito y dio lugar a que muchos otros escritores alemanes se preocuparan sobre el desarrollo y el fenómeno de la música y la danza del tango argentino. En Berlín hoy existen más de seis mil bailarines; es donde se baila el tango más que en Buenos Aires; donde es una fiebre su aprendizaje; donde son conocidos todos los ejecutantes y compositores argentinos y son silbadas por las calles las melodías de la Cumparsita, El choclo, A media luz, Adiós muchachos. Un verdadero fenómeno de comunicación masiva. Con este grupo viajamos por varios países de Europa. Llegamos, yo dos veces, hasta Tunesia. Fuimos a Jordania antes de la guerra entre Irak y Kuwai, internándonos hasta la antigua ciudad de Petra, cerca del golfo de Akaba, desde donde casi se divisa Egipto, casi se huele el Nilo, y se quiebra el entendimiento ante el misterio de las pirámides. La experiencia de haber conocido la ciudad de Petra fue algo impagable. Es una ciudad de piedra y fue, varios siglos antes de Cristo, la ciudad cruce de cuántos comerciantes llegaban desde el oriente buscando la riqueza de los faraones. Ahí dejaron sus huellas todos los pueblos asiáticos, los persas, los asirios, los griegos y los romanos. Labraban sus templos en la piedra, dejando tan solo una fachada, sin profundidad, ni habitaciones, salvo escasos sitios como el de los mismo egipcios que cavaron en una ladera cortada a tajo de un monte de 200 metros de altura, siete metros adentro haciendo cuatro cuartos para pernoctar. Luego Petra fue abandonada y las tribus de beduinos, las oriundas de esa zona, utilizaron esas habitaciones para sus ritos fúnebres. Ahora todo está abandonado. El inmenso anfiteatro -97- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu romano permanece mudo y los muros con sus fachadas, de distinto orden civilizador, está sólo para ofrecer misterios a los turistas y un buen estadio para filmar películas sobre Moisés y el antiguo testamento. En l999 se realizó en Berlín el estreno mundial de mi obra histórica-musical en 18 cuadros: “Humboldt, Cantata Popular Latinoamericana”, en celebración de los 200 años del viaje, en l799, de este sabio alemán a los países del Nuevo Mundo. Después fuimos invitados, toda la familia, a Tenerife en las Islas Canarias para presentar la obra. La Municipalidad de la isla dispuso a un actor y a un grupo de músicos que me acompañaron, aunque sin conocer el contenido, en una forma técnica y profesional excepcional. La capacidad musical de los tenerifeños resultó sorprendente. El argumento del viaje de Humboldt, me dió también margen a escribir un libro sobre su vida; la historia de los países latinoamericanos por él visitados; de todos sus estudios realizados en México, Cuba, Venezuela, Colombia, Ecuador y Perú; las incidencias del viaje y la valorización de su hazaña aun vigente tanto en Europa como en nuestro Continente, libro que pronto será publicado en versión bilingüe alemán-castellano. Otras experiencias de obras publicadas en Alemania han sido las cinco exposiciones fotográficas en la Biblioteca del Instituto Iberoamericano de Berlín, todas sobre retratos de poetas y escritores latinoamericanos, donde se incluyó “Rostro Poético de Chile” que había sido expuesta en l971 en la Biblioteca Nacional de Chile y posteriormente viajé con ella a Buenos Aires y Montevideo, la misma que luego fue llevada, con gran éxito, a todas las Universidades de Chile. “El amor, el amor, el amor”, dice repetidamente una canción italiana que cantaba Pepino di Capri en mi juventud de Buenos Aires. El amor lo puede todo, es el verdadero creador de los gestos artísticos del ser humano. Qué más decir. Así, por él, hacia Christiane nació la canción que fueron los pasos de mi madre que murió a las pocas semanas de pisar Berlín. El amor hacia los amigos chilenos cuando les dirigía algunas cartas y el sol que iluminaba nuestra calle cada vez que llegaba Christiane con una bella sonrisa bajo el verde de los castaños, cuyas copas frente a nuestras ventanas del cuarto piso de nuestro departamento, vemos cada año cubrirse de hojas primaverales y cuyas flores dejan un fragante color rosado en nuestra calle de la Taunus Strasse 15. Vemos las hojas caer pálidas en el otoño, y las ramas desnudas cubrirse de nieve en el invierno compartiendo, nosotros con los castaños, su blanca resignación. -98- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu CHRISRIANE, MEINE DEUTSCHE FRAU Tu amor es como el roce En la tierna mejilla De un niño que ríe. Y como los pasos lentos y graves En la alcoba donde muere La última luz para mi madre. Tu amor es la primavera Cuando Berlín florece Y tú llegas sonriendo, El vuelo de las aves que retornan, El saludo que le enviamos En una carta a algún amigo. Tu amor Christiane, Es la flor de los aromos, Por él siento el deseo De hacer de nuestra casa Un nido de golondrinas. Tu amor es el sendero Que ha elegido el hombre Que vuelve del exilio; La luz del verano que se acerca, Nuestra calle iluminada Y la libertad de fiesta. Tu amor que es infinito Retiene la extranjera angustia De querer volver, Y llenas la soledad con luces nuevas Y en el alma crecen flores Con un aroma a madre eterna. -99- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu ANTONIA, MEINE DEUTSCHE TOCHTER Durante el mes de enero Berlín es una ciudad blanca. A pesar del intenso frío, hasta 20 grados bajo cero, y la nieve de dos metros de espesor, la gente vive con toda naturalidad, se ha acomodado, desde hace milenios, a estas condiciones climáticas y nada constituye un obtáculo para que el trabajo se siga desempeñando con la mayor normalidad. Pero para quien no está acostumbrado, el frío puede destruirle el sistema nervioso, incide de tal manera en ellos que se pierde la tranquilidad y se entra en un estado de neurotismo insostenible, donde la incapacidad, motivada por el cansancio físico, imposibilita cualquier actividad que se emprenda, incidiendo más en las de carácter intelectual, porque es la mente la que más se desequilibra. Es el mismo cansancio que se anticipa a la muerte blanca que le sobrecoge a los andinistas, que en una montaña, a miles de metros de altura, si no han tomado las precauciones adecuadas, en cuanto entran en reposo para reponer fuerzas al extremo cansancio al que suelen llegar, les entra una reconfortante fatiga y se van aletargando llenos de agradables fantasías que se apoderan de su mente y se van quedando dormidos profundamente. El frío hace el resto para que ese sueño sea eterno. Afortunadamente a mí nunca me afectó el frío, de ninguna manera, talvez por extrañas ecuaciones de mi físico lo he sabido soportar. Pero no así la nieve a la cual soy absolutamente indiferente. Me ha procurado siempre más molestias que agrado, sobre todo, cuando está durante días trajinada en las veredas por los peatones y se convierte en un agua terrosa que oculta cuánta piedra sobresale en la calzada e incluso el viejo excremento de los perros -se calcula que existen en alemania 30 millones de perros- que permanece seco desde el verano anterior y que se vuelven a pisar una y mil veces. Los perros de toda Europa se están comiendo, no sólo a los caballos y canguros australianos, sino además, todo el alimento que necesitan los países pobres del llamado Tercer Mundo. A los dos meses de estar en Berlín en una tarde oscura, a veces la luz del día en pleno invierno dura solamente cuatro horas, sentí que mis nervios desfallecían y un desequilibrio emocional me sobrecogió, de tal manera, que lo consideré anormal. Deambulando por las calles, bajo la copiosa nieve, me percaté que un espíritu superior a mis fuerzas me dominaba: ¡murió mi madre exclamé! A las pocas horas, un telegrama de mi hermana Graciela, me indicaba, exactamente la hora de mi recesión nerviosa, como la hora en que moría mi madre doña Filomena Llanca Clavijo en Viña del Mar. -100- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu En el mes de mayo fue concebida nuestra hija Antonia que ahora tiene 18 años. Cuando tenía tres semanas la alegría de nuestra casa por su presencia era una verdadera fiesta de dedicación a su cuidado, ambos, mi mujer y yo, ya no éramos jovencitos como aquellos que en Chile suelen tener sus hijos a los 20 años, sino bien avanzados en edad y con obligaciones dentro de las que la llegada de un hijo suele tener sus buenas complicaciones. Pero congeniamos con mi mujer -aquí ni pensar en una nana- y entre los dos la comenzamos a criar. A las tres semanas yo comencé a sentir voces en la casa con un acento telúrico, terráqueo, subterráneo -nunca he sabido encontrar la palabra adecuada para definir esa voz- no era una voz que yo conociera la que pronunciaba mi nombre ¡Jorge...! ¡Jorge...! El llamado ¡Jorge...! ¡Jorge...! se convirtió en algo habitual. Mi mujer estaba al tanto pues yo le informaba de cuántas veces al día escuchaba repetidamente mi nombre. Hasta que el diario llamado de ¡Jorge...! ¡Jorge...! lo consideré algo normal. Nunca he creído en brujerías, yo he sido siempre un hombre demasiado racional como para suponer que fuerzas de otro mundo pudieran intentar influenciarme. ¿Mis nervios? ¿Tal vez el frío? Un día, teniendo Antonia unos seis meses, su madre le cambiaba los pañales y yo en la misma habitación a dos metros de ellas, estando de espalda a ambas, oí de nuevo ese llamado ¡Jorge...! ¡Jorge...! con una voz subterránea comprometida con las profundidades de un sonido que tiene que pasar por varias capas de impedimentos físicos. Volví la cabeza, a fuerza de costumbre, sin decir nada, y vi a Christiane pálida, indicándome con el dedo a la pequeña Antonia. ¡Es ella, ella la que te llama! exclamó en el margen de un desvanecimiento. Desde ese día empecé un juego en el que me suponía creer que mi madre se había reencarnado en mi hija. Mi hermana me contó que cuando mi madre estaba a punto de que se le rompiera el corazón, estando ella a su lado, mi madre le tomó la mano y le dijo ¡Jorge! ¡Jorge! Mi hermana comprendió que se moría. Desde hacía 8 años tenía paralizado el lado derecho por una embolia cerebral, un derrame muy común en la gente de mucha edad. Mi hermana llamó de inmediato a su hija de cuatro años: ¡Mélody, Mélody, ven, ven que la abuelita se muere! La niña le tomó la mano y le dijo: ¡adiós abuelita, que le vaya bien! Mi madre la miró en los ojos y con sus labios paralizados, desde adentro, le grito: ¡Jorge! ¡Jorge! Y comenzó el juego de suposiciones. Yo te voy a criar desde ahora Filito -le decía a diario- mientras la aseaba o le daba de comer. Un día preparé mi equipo de grabación, me senté con Antonia cómodamente micrófono en mano, prendí la grabadora y le dije: ¡llámame Filito. Dime -101- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu Jorge cuántas veces quieras! Antonia me miró fíjamente y haciendo un esfuerzo no común a una niña de tan corta edad, se tiró un pedito pequeño pero muy sonoro y le salió desde una profundidad terráquea: ¡Jorge! Jorge! Y nunca más. Antonia, nunca más desde ese momento volvió a repetir el encantamiento y se comportó, desde entonces, como una niña absolutamente normal, dejándonos inquietos a todos los que sabíamos de su capacidad para pronunciar la palabra Jorge. Nunca los alemanes logran correctamente emitirla, pues en su lengua la pronunciación de la “j” y la “g” tienen un sonido diferente. Para nosotros esas letras son guturales y para ellos interlabiales, pero para Antonia la pronunciación de Jorge desde pequeña fue lo más natural, como natural le ha sido el aprendizaje del castellano cuya pronunciación es, con un simpático acento chileno, absolutamente correcta. Quienes gozaron con esta historia fueron Cristina y Javiera, mis dos hijas chilenas quienes visitaron Berlín a los pocos meses del definitivo silencio de Antonia. En uno de los viajes que realizamos juntos durante su emotiva visita, llegamos hasta el Mar del Norte. Desde una ancha playa caminamos sobre él hacia adentro, estando la superficie toda cubierta de hielo, debajo, a unos 30 centímetros de la dura y gris capa congelada -hecho común en los mares y en todos los inviernos de estos países cercanos al Polo Norte- abajo las olas rezongaban con sonidos cavernosos, guturales como de tráqueas desgastadas de cantar versos incomprensibles, de pedir socorro a un cruel encierro, abatiéndose olas contra olas en una inútil batalla contra el poder de la blanca superficie. Doscientos metros mar adentro, oímos que alguien pronunciaba desde las profundidades marinas mi nombre ¡…Jorge, …Jorge!, con un rítmico e incesante acento de espuma combatiente. Sin duda no eran las sirenas, sino el golpearse del oleaje contra la gruesa costra de hielo, el sonido era ahogado, corredizo como si dos materias adversas estuvieran disputando su nacimiento desde oscuros e insondables abismos marinos hacia la superficie liberadora. Corrimos hasta la playa y sólo cuando pisamos la arena, detuvimos nuestra carrera medio avergonzados del pánico de enfrentar los sonidos desconocidos de las profundidades marinas. Cristina y Javiera nombraron, para halagarme, a este fenómeno acústico: “Llanca el Dragón del Norte”. Desde entonces yo no he vuelto jamás a internarme, en invierno, sobre ninguno de los lagos de Berlín que son numerosos y donde patinaron todas las niñitas con ese placer del cómodo deslizamiento y de lo sorpresivo de los frecuentes y cómicos costalazos, ejercicio de culazos, que forma parte de la cultura de toda Europa. En Alemania la educación de los niños, hasta terminar el ballillerato, está en un 90% a cargo de los profesores, socialmente -102- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu pertenecen al Estado y no a los padres que casi no influyen en la formación de su personalidad. Esto ha sido una de las grandes luchas que he tenido que enfrentar en Alemania como educador. Nosotros en Latinoamérica transmitimos nuestras virtudes, buenas y malas, al carácter de nuestros hijos; aquí escapan a ello y su temperamento forman parte de la personalidad alemana, personalidad que caracteriza a todos los pueblos germanos. No daré más detalles al respecto, sería muy largo entrar en disquisiciones que necesitan explicaciones inclusive de carácter metafísicos. Diré para terminar que la canción dedicada a Antonia encierra mis anhelos de retorno hacia la infancia, aquella infancia que justifica nuestra existencia, que llena nuestra memoria, pues para mí, fue la etapa más hermosa, placentera y feliz de mi vida. ANTONIA, MEINE DEUTSCHE TOCHTER Antonia, eres tú, lo que más amo en el mundo, Tienes el calor del sol del sur en primavera; Tienes la ternura azul del mar de Latinoamérica; Eres lo que yo soñé, lo que me da la fe. Antonia, eres tú, tiernamente amanecida La presencia del amor en mi alma anochecida, La esperanza de la humanidad, mi niñez perdida. Tienes la inocencia que yo un día perdí. Antonia. Tú, sólo tú, justificas mi existencia. Tú, eres tú, un misterio de encarnación Y del amor y del amor y del amor. Antonia, eres tú, el comienzo de otra historia Y dentro de tí siempre estaré en tu memoria Que florece al descubrirme lleno de gloria, Porque tu alma es ave azul que vuelve siempre al sur. Antonia, eres tú, mi retorno hacia la infancia Cuando aquel manzano en flor me dio el sabor de su / fragancia, Porque descubrí la eternidad en esa instancia: Porque tú eres lo que fui y mis otros que vendrán. -103- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu UN PICHILEMINO EN LLANCA DE ESPAÑA Cuando en Alemania termina el invierno, y se va la quietud, todos dejamos de ser lobos esteparios. La algarabía y el entusiasmo se remiten a la ensoñación de los planes vacacionales que suelen estar decididos con meses de anticipación. La necesidad de la luz es para el metabolismo europeo una obligación que todos se la imponen. ¡El sol! ¡El sol! claman los berlineses. Las mujeres en verano casi andan desnudas por las calles, los hombres con sus peludas piernas se lucen en pantaloncitos cortos; los lagos, de los que hay docenas en Berlín, se llenan de nudistas ante la indiferencia de los bañistas que ni se miran entre ellos; esa masa de seres se mueve como un hormiguero y meriendan, tendidos en la arena, bebiendo el agua del MontBlanc francés; las viquingas, rubias y blanquiñosas, altas y muy bien formadas con una indestructible cota teutónica, están, apenas empieza el verano, quemadas como jaivas recién hervidas en una olla, luciéndose con toda naturalidad. ¿Se imaginan ustedes qué significa, para los que tenemos buena vista, observar de cerca esos cuerpos femeninos, en su totalidad, con todo, así, todo, todo expuesto al aire y al sol? ¿Dónde iremos esta vez? fue la pregunta. Christiane trajo a casa unos folletos de publicidad veraniega y con mucha suspicacia me los puso enfrente. Eran de España, promocionando a un pueblo de Cataluña, en la Costa Brava, de nombre Llanca. Primero fue una leve sonrisa y la decisión de ir, de una vez por todas a España –que yo evité durante años- quedó doblegada por esa mágica palabra. Realizamos por tren el viaje rumbo al sur ibérico. Bajamos por toda la geografía alemana, cruzamos la bella Francia. Demoramos más de 24 horas hasta llegar a nuestro soleado destino. Se imaginan a este pichilemino frente a Llanca, a esa palabra con tanto significado afectivo, que estaba escrita en letras de molde en la estación del tren; por todos lados, hasta en las paredes de sitios baldíos la palabra era descomunal. El escudo de la Municipalidad reseñaba gráficamente su significado: lanza. En verano todos los balnearios españoles se llenan de turistas del norte de Europa, alemanes, ingleses, suizos, franceses y suecos buscan el sol de Mallorca, de la Costa Brava, de Valencia, de Sevilla, de las Islas Canarias. Los alemanes fueron los que crearon el éxito veraniego del Mediterráneo después de la muerte del dictador Francisco Franco. Junto al mar edificaron sus casas de descanso y capitalizaron la industria hotelera y sus anexas estructuras turísticas. El capital germano le dió el espectacular crecimiento al turismo peninsular y con ello, un inmenso bienestar a sus -104- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu habitantes, gracias, exclusivamente ¡al sol, al sol! por el que claman los alemanes durante todo el invierno. Después del sol de España, en la lista de los gustos de los alemanes viene el vino, el flamenco, las palmas y las rumbas. Al alemán no le gusta la mujer española por indolente y por su fanatismo en la práctica de la religión, aunque lo acepta como algo exótico que le da color al paisaje humano y a sus fiestas. Tampoco le gustan los toros, práctica que consideran cobarde e infame, lo mismo que las fiestas regionales españolas de descabezar al ganso; apalear a un burro; tirar desde el último piso de un edificio a un tierno corderito; correr delante de becerros con los cachos limados y otros jueguitos hispanos que carecen de toda bondad y amor hacia los animales. Pero bien. Igual que los pichileminos, los españoles viven exclusivamente del turismo, del benéfico sol, de la tranquilidad marina y del vino, benefactor de olvidos y lamentaciones. Aunque los españoles añaden a su éxito las aceitunas, el aceite de oliva, los melones y las sandías que son exquisitas y el acartonado flamenco, con muchas palmas, zapateo y olé; abanicos y olé que los árabes dicen que se lo robaron a ellos, pues olé -le cambiaron las dos vocales- significa Alá. Pero la diferencia abismal entre Pichilemu y España, es que en este país hay sol todo el año, sobre todo en la costa del Mediterráneo, en las islas de Tenerife, las Palmas y Gran Canarias bien llamadas por los griegos desde la antiguedad: Islas Afortunadas. Un matrimonio alemán, con 20 años en Llanca, editaban el único periódico del pueblo. Ambos hablaban castellano. Los encontramos en una taberna -eran como tontos para el vino blanco- y de inmediato, cuando se enteraron que mi apellido era Llanca, escribieron un artículo sobre toda mi familia y desde ese momento nos comenzaron llamar “Los Condes de Llanca”. Me llevaron a la casa nobiliaria de la familia Llanca, cuyo escudo aun se veía sobre la gruesa puerta, mansión que fue declarada Monumento Nacional de Cataluña. Después que nos fotografiaron me presentaron a la dueña, una hermosa catalana de la misma estatura, por lo pequeña, de nuestras mujeres chilenas, de evidente proveniencia bereber. Nos hizo entrar al palacio mientras nosotros notábamos extrañados que crecía su nerviosismo. En la habitación de recibo, precipitadamente, abrió la puerta de un mueble y de un cajón sacó unos papeles indicándole a los periodistas que esos eran los documentos notariales que certificaban que en su propiedad todo estaba en regla, que ese palacio le pertenecía con todas las legalidades de las leyes españolas. ¿Con ellos avalaba su posesión y que ningún indio Llanca, viniera de donde viniese de Latinoamérica se la podría quitar? Así con el mismo humor los periodistas publicaron el artículo y la foto del -105- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu regreso del “Conde de Llanca” al lugar de sus orígenes y de sus ancestrales pertenencias. Para muchos fue novedosa la noticia, para otros un un hazmereir; para el Sr. Alcalde de LLanca, “una insolente temeridad que después de 500 años se pudiera pretender recuperar posesiones históricas”, “menos por un indio venido de Chile”, (¡juro, que yo apenas hablaba, aunque estaba feliz del hallazgo!). Se aventuró a publicar un artículo en su revista mensual dando cuenta de este insólito hecho en términos en que casi me declara “persona non grata”, me tachaba de “indio cara de hacha” y otras linduras. Pero después, cuando me conoció personalmente, solicitó de inmediato mi colaboración para su revista “La Farella” y publicó, en catalán, varios artículos que escribí sobre el tema de la habanera, el tango y sobre el carácter alemán, declarándose, desde entonces, un ferviente admirador de mi prosa, elogiando al margen de cada artículo “la fuerza literaria que, como un nuevo y tonificante monzón de aire fresco, nos llega de Latinoamérica”. Nuestra estadía le dio al pueblo un poco más de sabor veraniego. Es tanta la gente que visita estas playas y de tan diversas nacionalidades que todos los turistas son anónimos. Al poco tiempo todos nos reconocían y saludaban o nos miraban con un penetrante y escrudiñoso silencio. Igual que en Pichilemu, en el verano, todos trabajan para recolectar ahorros para el invierno cruel. Los pescadores trabajadores, cuyos patrones tienen una infraestructura pesquera super moderna, eran mis amigos más entusiastas. Por supuesto llegué con la guitarra y ahí aprendí a cantar habaneras catalanas y cubanas, que son para los catalanes el recuerdo de cuando Cuba era una colonia de España, y ellos, los dueños de los tabacales; del ron y de todas las mulatas por las que aun siguen suspirando en sus evocaciones habaneradas. Celebran, en el pueblo de Caleya de Palafruguet, un festival donde reunen a 40 mil turistas, presentando grupos de habaneros vascos, gallegos y de todas las regiones de España que siguen practicando esta forma musical que de acuerdo a investigaciones posteriores que realicé, y que se han publicado, esta modalidad dio origen al tango argentino y a otros ritmos dentro de los que está, inclusive, la tonada chilena, en la cual hay melodías y versos íntegros que los catalanes conservan como patrimonio colonizador. Terminamos comprándonos una inmensa casa frente al Mediterráneo, en El Puerto de la Selva, pueblo a 15 kilómetros de Llanca. La mantuvimos durante siete años hasta que decidimos venderla, hastiados y aburridos, pues nunca logramos contactarnos con la gente del pueblo. De la gente humilde del pueblo se obtiene la alegría y con sabio y bondadoso humor se viven sus anécdotas de vino y vino, de butifarras picante y de -106- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu jamones serranos; son ellos los que entregan lo más sabroso de las historias de su pasado y de su diario vivir. Durante el invierno en Llanca viven 5 mil personas, en verano 50 mil. Poseen una infraestructura turística con modernos e inmensos hoteles, es de imaginarse, para darle cabida a 50 mil personas durante tres meses que dura la temporada. Todas las casas son alquiladas por empresas de turismo internacional. En el Puerto de la Selva, donde teníamos la casa, en invierno viven en el pueblo solo 500 personas, y en verano llegan cerca de 20 mil turistas. España tiene unos 42 millones de habitantes y durante todo el año entran al país 40 millones de turistas. Durante la temporada veraniega todos, hombres, mujeres son cocineros, camareros, mucamos, choferes, jardineros y personal de aseo en hoteles y casas privadas. Con esto, es cierto, nada nuevo le digo a los pichileminos. Una de las grandes virtudes de los catalanes, entre otras, pues tienen muchas, es el amor a su tierra y sobre todo a su lengua. Con un nacionalismo, a veces aberrante, la defienden con el bienestar que tiene su país, su soberbio estatus económico, el más alto de toda España; con el moderno turismo de masa; las ramificadas y modernas empresas editoriales, cuyos tentáculos, cubren incluso toda Latinoamérica y los capitales en empresas, ahora nueva modalidad, de telecomunicaciones. Durante la dictadura de Franco, se pretendió borrar del habla de España la lengua catalana, por designo de Dios -decía el gallego gobernante- y los que nos educábamos primariamente durante esa etapa -Latinoamérica obedecía al pie de la letra al dictador gallego- recibimos palabras de la lengua catalana traducidas al castellano y se borraron las cedillas de las “c” que acentúan las últimas vocales, modismo idiomático del Languedoc francés. Así en castellano, Llanca se convirtió en Llansá. Macá por Massa, Chorca por Lorca, entre otros patronímicos. Abandonamos Puerto de la Selva, Llanca, la Costa Brava, Cataluña, España al fin, concientes de que el bien ganado título de los catalanes de egoístas y usureros se lo tienen bien merecido. Siempre ha sido proverbial la tacañería del catalán en todos los países latinoamericanos donde buscaron socorro a su miseria, y de donde, si bien a fuerza de trabajar como enanos, fue la especulación lo que les hizo enriquecerse, sobre todo en Cuba, país que asolaron como negreros, procreadores y sostenedores de la esclavidad, estigma que el hombre, de cualquier nacionalidad que la practicó no puede quedar por todos los tiempos eximido de culpa y condena. Etimología de la palabra Llanca -107- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu La palabra llanca en Chile siempre se la ha considerado, y sin ninguna duda, como de origen mapuche. Todos los diccionarios repiten: llanca: (del map.: llanka = piedras verdes) material de cobre de color aulino. 2) Piedras gemas de distintos colores perforadas que servían de colgantes y para pagar deudas. /...es prefijo de muchos topónimos y apellidos compuestos como: Llanca, Lanca, Yanka, Llancabure, Yancavore, Llancacura, Llancache, Llancaguerrai, Llancaman, Llancar, Llanquihue etc., etc. Esteban Erize, etimólogo argentino dice: “según Malaret la voz es quechua o aymará;” Pablo Groeber escribe, llanca: una chaquira grande, verde que servían, entre los indios, para pagar sus delitos. El padre Moesbach y Meyer Rusca la entregan como llangca. Fray Félix José de Augusta la nombra, llanka /...una chaquira, etc. El diccionario castellano Kechwa de Perroud y Chouvenc nos da variantes como llanka = como llanja; llanja. 1.- Greda, tierra pegajosa, barro para hacer olla, mezcla; otra variante, que veremos más adelante, Llanke = Sandalia de indígena, llanki: ojota, sejoi, usuta, chaqlla. Llanki = llanke, cambio de cosas pequeñas; mejor es Yanki = cosa menuda que cambian por otra igualmente de poco valor. Como siempre Rodolfo Lenz es el más abundante: llánca. F.mineral de cobre verde azulejo, etc., / servían para pagar delitos. Y agrega entre medio: “según Nájera, son sartas de piedras brutas, no transparentes que se ponen los indios en los sombreros. /Son piedras verdes i negras, variadas con vetas de uno u otro color que estiman más que los diamantes i esmeraldas de que no hacen caso”, etc., etc. Es nombrada esta palabra por Valdivia, Fabrés, Ovalle, Rosales, Bascuñán, y otros mapuchistas. El sonido de la palabra llanca en Europa tiene dos direcciones de propagación, una dentro del latín que se difundió ampliamente por las regiones romanizadas, hacia occidente Italia, Francia, España, Portugal y Cataluña como un sustantivo y en Alemania es un nombre y un difundido patronímico. Empezando por su definición en latín tenemos que: lancéa-ae (acaso de origen celta), f., lanza, pica //fig.) lanzada; inquietud, susto grande. En vasco encontramos tan sólo Lantzari = lancero, armado de lanza. Con la Y de sonido similar a ll, Yankitar = yanqui, anglo-americano. En Polonia, Ucrania, Rumania y otros países cercanos la palabra llanca tiene invariablemente dos sonidos inicales una con J y la otra con Y, ambas letras suenan igual que nuestra doble ll. Así Yanka en los países nombrados es Juanita, Yanko Juancito y Yanki es Juanucho. Creemos que estas formas corresponden al semítico, propiamente al hebreo bíblico, lo -108- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu mismo que las formas difundidas por el cristianismo como: Jahn, forma al lado de Jan, del holandés-alemán Johannes, que tiene además otras formas, Jahn, Jann, Janpeter; Janek, Yanka, Yanko (Polonia); Janik (Dinamarca): Jens, Jannis, Jano, Janka-o (Ungaria). Jana forma de Johanna, tiene otras formas: Janna; Janne; Janika (Bulgaria); Janina (Polonia); Janita (Eslovaquia): Janka (Rusia, Bulgaria, Ungaria). En todas estas formas, repetimos, la J, suena Y, y ambas como nuestra doble ll. En alemán, la forma Hans, da el conocido Johannes, Jens, Jahn, todas las J sonando como doble ll. En ruso Ivan es la forma de Johannes, nuestro Juan, con otra variante: Iwan e Ivanka con sus respectivos femeninos. Esta forma de Juan, Iván, Yanka, Hans, todas tienen el mismo prefijo, la misma raíz. En Europa nos lleva la búsqueda de la palabra al antiguo testamente, pero antes veremos la forma laica del mismo que encontramos en el “LIBRO DE LA TRADICION” de Abraham Ibn Daud, de Riopiedras Ediciones, Barcelona, l990. Este curiosísimo libro fue escrito entre los años 1110-1180, tiempo en que vivió el autor. Es la historia, rabinos en nuestro tiempo, de los nobles y sabios judíos de las generaciones precedentes a la suya propia -desde Adán hasta la construcción del primer templo- que tenían la tarea de conservar las tradiciones israelitas; cronología; registro de personas; lengua y la ascendencia social de cada judío dentro del marco religioso. El texto fue escrito en árabe y, posteriormente fue traducido al hebreo en dos ocasiones, la primera en l392. Ibn Daud nos da un sinnúmero de palabras, nombres y patronímicos. Tomamos en cuenta y transcribimos lo que está dentro del tema que ahora nos preocupa: Pirque Abot, cadena de transmisión; Gaon, Gaones, Gaona, sacerdote; Rab es la designación usual del nombre del sabio R. Abba Arika, en el Talmut de Babilonia. En el año judío de 4234, nos refiere Ibn Daud, un rey persa detuvo a tres de los grandes sabios de Israel, a Amemar bar Mar Yanqa y a otros dos más. En este caso la q hebrea, suena como la k alemana y la c castellana. Sigmund Freud En la época en que el iniciador del psicoanálisis Sigmund Freud, era un agnóstico desligado del judaísmo, escribió “Moisés y la Religión Monoteísta y otros escritos sobre Judaísmo y Antisemitismo” de Alianza Editorial, Madrid, l970-86. Encontramos en este libro una curiosa reseña, que transcribimos, sobre lo que para nosotros sería el primer inicio de la palabra: -109- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu “Jahve era sin duda un dios ctónico, volcánico. Ninguna razón podían tener los habitantes de Egipto para venerarlo. Seguramente no soy el primero en advertir la notable similitud fonética del nombre Jahve con la raíz de otro nombre divino Ju-piter (Jovis). El nombre compuesto Johanan una de cuyas partes es la abreviación del hebreo Jahve, tiene un significado similar a Gotthold, el nombre más popular de la cristiandad europea en las formas de Johann, John, Jean, Jens, Juan. Los italianos, al reproducirlo en las formas de Giovanni y al llamar Giovedi a uno de los días de la semana, vuelven a traer a luz una similitud que quizá no signifique nada, pero que posiblemente explique mucho. En esos oscuros siglos que la investigación histórica sólo comienza a explorar, los pueblos que rodeaban la cuenca oriental del Mediterráneo habrían sido escenario de frecuentes y violentas erupciones volcánicas que debían causar la más profunda impresión a sus habitantes. Ya hemos mencionado que el ritual judío impone ciertas restricciones en el uso del nombre de Dios. En lugar de Jahve debía decirse Adonai. La prohibición de pronunciar el nombre divino es, como sabemos, un antiquísimo tabú. No es preciso suponer que la prohibición fuera cumplida consecuentemente, pues el nombre Jahve quedó librado a la formación de nombres propios teofóricos, es decir, de los compuestos como Jahanan, Jehú, Josué...” Lo que Freud nos insinúa es que Johanan, es uno de los ángulos agudos, afilados del triángulo, los otros son Jehú, Josué -dos triángulos formaron posteriormente la estrella de David- y de donde provienen todas las semantizaciones de nuestra palabra Juan que hemos encontrado escrita en diversos idiomas con el mismo sonido aunque con distinta grafía en latín. Júpiter era el dios cretense que manejaba los cataclismos, las grandes tormentas amenazantes de rayos que eran lanzados hacia la tierra. El verbo lanzar se convirtió en sustantivo y en un nombre propio y dió a Juan la significación de lanza rayos –Júpiter lanza rayos- en los países de lenguas romanas hacia el occidente, Lancia: Italia; Llanca: Languedoc y Cataluña; Lanza: castellano, y en las de propagación de infuencia de lenguas eslavas e indoeuropeas, por el norte, las de Hans, Janka, Yanka, Ywan, que siguieron conservando el significado de Johanan, una de las puntas agudas del triángulo que es la forma de la punta de la lanza. Ambas definiciones coinciden en que Juan, Hans, Yanka, es a la vez Juan – Johanan-Júpiter: el lanzador de rayos; y Lanza, Lancia y Llanca: el objeto, el rayo, que es lanzado como se lanza una lanza. José María Albaigés Olivart nos dice en su libro “Diccionario de Nombres de Personas” Universitat de Barcelona, 1993, Juan. Nombre derivado del -110- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu Hebreo Johanan o –hannes- “Dios es propicio”. O, quizá, Yohanan, “Dios se ha apiadado”. Lanza en mapuche Esteban Erize en su diccionario mapuche nos entrega la palabra lanza, como Huaiqui; lanzar, arrojar: Huerquentun. Mulduntun, Üchruvuln. En el Kechwa de Perroud-Chouvenc lanza es chuki; en el de Augusta lanza, f. waiki (armada), lanzada, f. Waiki men, lanzar, a., arrojar, tirar./-ar algo (con la tos) chafonentun; (con el vómito), rapinentun. El padre Ernesto Wilhelm de Moesbach con otras grafías anota, lanza, huaiqui: de huaiqui (waiki): aguijón, punta de lanza (de mineral o metal), la lanza misma (caña de colihue con punta de pedernal o de fierro). Runguillanca (Rungin): de rëngi, el colihue y llanca: piedra joya, joya de colihue/compare (renil, reñel, runil). El mismo autor nos da como apellido a Huaiqué y agrega: el apellido Huaiqui constituye tanto la parte individual como genérica. Al misionero y gramático padre Bernardo Havestandt le dieron por nombre Huaiquilafquén, lo que él mismo explica con las palabras: huaiqui-lancea. Para añadir y terminar: Huaiquilef:- lef: ligero. Lanza ligera. Huaiquimilla:-milla: oro. Oro del aguijón de la lanza y Millahuay: milla: oro;- lanza de oro y muchos más”. La palabra lanza no la supimos encontrar en el diccionario mapuche de Rodolfo Lenz, aunque no dudamos que esté, por cierto, pues esta arma fue un elemento fundamental de la vida y la sobrevivencia de los mapuches ante la agresión de los invasores de su vasto territorio. Hay que penetrar en estas terminologías con sumo cuidado pues no concuerdan las versiones de los mapuches del territorio argentino con la de los chilenos, además las grafías cambian los fonemas cuando son nombres o son apellidos y nombran con la palabra lanza a lo que es el colihue y nos dan la idea de que los mapuches tenían lanzas con punta de oro y piedra joya, joya de colihue. Sabemos que los mapuches no conocían el oro, y si conocían las esmeraldas y los diamantes no hicieron caso de ellos y que es una versión, cargada de fantasía e irónica, el que a Pedro de Valdivia lo mataron dándole a comer oro derretido para satisfacer su gula por este metal. Los Corral de Llanca de Cataluña El cura párroco de Llanca Josep Clavería i Canet, bibliotecario del Castillo de Perelada, en la revista “Llanca, Festa Mayor de Sant Vicenc” -111- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu del año l990, escribe una reseña de una noble familia de Llanca. Nos dice que todos los estudiosos de la historia medieval afirman que el feudalismo originó una serie de nobles o caballeros en pequeñas villas y territorios de las que tomaban o le daban su nombre. Así encuentra, en los anales de su biblioteca, por primera vez mención de la familia de un tal Berenguer de Llanca, en un escrito del 20 de enero de 1265, que reseña una batalla en el distrito del monasterio de San Peré de Rodes, en el Puerto de la Selva. Nos dice que uno de los nombres de un descendiente era Ramón de Llanca, y se interroga si el Corral de Llanca, de la crónica de Muntaner, era de la familia de los Llanca. Nos entrega así mismo, una reproducción del contrato matrimonial de Berenguer de Llanca, pariente antecesor de los reyes de Cataluña, los Ramon I, II, de Berenguer, casado con Catalana hija del conde del Castellar, en enero de l308. Insinua que la procedencia de los Llanca podría ser de los Condes de Lancia de la región italiana del mismo nombre que también estaban emparentados con los Roger de Llúria y que una Catalina de Llanca, fue casada por los años de 1158 con el famoso Federico Barbaroja, el guerrero germano que bajó hacia Italia con su ejército y se hizo coronar rey de Italia en Pavia y se adueñó, en esos tiempos, de Sardeña, Nápoles y Sicilia. Poca duración debió tener, de ser creíble esta crónica y de haberse concretado el matrimonio, la vida de la señora Llanca, pues Federico Barbaroja, está históricamente comprobado, mató a todas las que fueron sus mujeres. El párroco Josep Clavería i Canet finaliza su historia en l500, detallando que desde esos años se pierde la huella del Conde Corral de Llanca y que no existe el apellido Llanca ni en la región que lleva este nombre ni en la totalidad de España. Que los Berenguer, los Roger, los Llúria, los Corral y los Llanca eran de clara ascendencia judía, lo que me dió a entender que como tantos otros judíos ibéricos se trasladaron como conquistadores hacia el Nuevo Mundo. Los Llanca en América En “La conquista de México” de Fernandez de Oviedo y de Bernal Díaz del Castillo en su “Historia Verdadera de la Conquista de la Nueva España”, encontramos a un Corral, como estandarte de Hernán Cortés, el que siendo noble no participaba en el frente de batalla y que se fue a Nicaragua cuando ésta fue descubierta, convirtiéndose en un buscador, comprador y comerciante especializado en diamantes y esmeraldas, a la vez que se aparejaba sin dificultad con muchas indias con las cuales tuvo una -112- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu numerosa descendencia. Ahí se pierde la pista de todo Corral, pero la retomamos en Panamá, donde encontramos a un Corral de Gómez. Sabido es que los conquistadores españoles, cuando cambiaban de región también cambiaban de apellido para no dejar huellas, detrás de sí, por temor a la inquisición, y adoptaban otro conveniente a sus nuevas aventuras. Suponemos, tan sólo son conjeturas, que el personaje Corral Gómez de Almagro, con un amplio y conveniente apellido, vino junto con su padre a Chile, como lo registra José Toribio Medina, siendo amigo de Pizarro y de Almagro primero hasta el Perú y luego ambos, padre e hijo, acompañaron a Pedro de Valdivia a la conquista de Chile pues uno de sus apellidos ocultos, el Corral, dio nombre a una ciudad al sur de Chile junto a la fundada por don Pedro, las ciudades de Corral y Valdivia fueron fundadas, no sólo una al lado de la otra, sino casi al mismo tiempo. Encontramos posteriormente, como un privilegiado, al conquistador Juan Gómez de Almagro, amigo íntimo de Pedro de Valdivia siendo el feliz destinatario de una donación de éste, de toda la región, con todos sus indios, que conforma el actual marco geográfico de Pichilemu. Este Juan Gómez de Almagro, es el que hallándose en Madrid en los días en que Ercilla daba a luz la “Primera Parte” de su “Araucana”, el poeta invocó su testimonio para acreditar que los hechos referidos en el poema estaban ajustados a la verdad. Existen otras menciones a su persona en los “Documentos Inéditos” de José Toribio Medina, con las siguientes reales células. “Yo, el Rey.-... por parte de Juan Gómez, vecino de Santiago de esa tierra, que me ha hecho relación que él y Alvar Gómez, su padre, fueron los primeros conquistadores de las provincias del Perú.../y se fueron a esa provincia –Chile- en compañía del gobernador don Pedro de Valdivia.../y que cuando don García Hurtado de Mendoza fue por gobernador de esa tierra, se juntó con él debajo de nuestro estandarte real, y se halló en todas la batallas y descubrimiento della, siempre sirviendo a su costa y mención, sustentando armas y caballos, en los cual había gastado más de cien mil pesos oro.../que estuvo en el fuerte de Purén.../en el fuerte que dicen de Tucapel.../fue con el mariscal Francisco de Villagra desde la ciudad Imperial hasta la ciudad de la Concepción.../don García le señaló por vecino de la dicha ciudad de la Concepción y le dió un repartimiento de indios en nuestro nombre.../Fecha en Madrid, a 19 de Diciembre de l568.- Yo, el Rey.-Refrendada de Eraso.-Señalada del Consejo”. ¿Sería este Juan Gómez de Almagro, el primer dueño de Pichilemu, el que correteaba a los indios mapuches para quitarles sus lanzas? Porque en las puntas de las lanzas había una piedra que la divisaban verde-azulada, -113- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu ¿sería esa piedra -punta de lanza- un diamante, una esmeralda? ¡Imaginemos a un conquistador agarrado de la lanza, de la wuaiki, de un mapuche y tironeando para arrebatársela! Ambos tironeando, el español por la avaricia de poseer una esmeralda, al grito de ¡quítenles las llancas, –las lanzas– que tienen una esmeralda en la punta! y al indio, defendiendo también a tirones, como todo orgulloso guerrero, su utensilio de guerra, el más preciado objeto, el cual es lo que más defienden los soldados del mundo entero: indio sin lanza es indio muerto. Sabido es que la punta de las lanzas de los mapuches sólo tenía una piedra cílice de color verde-azulada y otras de cuarzo llamada piedra lidia, lidita o piedra de toque que, como se sabe, fue muy abundante en la cordillera, hallándose casi siempre dividida en fragmentos sumamente agudos y de cantos cortantes. En ninguna de las partes bajas de la cordillera escasean las demás variedades de cuarzo y llegan en las cajas de los ríos hasta la costa arrastradas por las aguas. Tomamos como una verdad lo dice nuestro etimólogo Rodolfo Lenz: “los indios ni de diamantes ni esmeraldas hacían caso”. Hemos insistido que los indios de todo el continente adoptaron nombres, apellidos y un sinnúmero de palabras de los conquistadores ¿le seguirían llamando llancas a las piedras codiciadas por los españoles? ¿Cuál sería el verdadero nombre de la punta de sus lanzas? ¿O realmente, como dice Lenz, usaban las llancas, que ahora son piedras preciosas, para llevarlas como adornos en el sombrero? ¿Usaban sombrero los mapuches? ¿Sería este Juan Gómez de Almagro, Corral de Gómez, Corral, Corral de Llanca, el que le dio su primer nombre, aquel de Llanca, que los acreditaba como noble en Cataluña a sus primeros descendientes mestizos? ¿Seguirían los mapuches nombrando llanca a las piedras verdes-azuladas? Si tanto las apreciaban los invasores ¿pasarían a ser tan valiosas, también para ellos, como para comprar esposa y otros objetos y pagar sus faltas con un puñado de ellas? En verdad no necesitamos mucha credulidad para no dudar de estos argumentos que dejan de ser historia para convertirse en el juego de incertidumbres en que se ha convertido la historia de todo nuestro continente. Desde La Concepción parte el Alférez Caro hacia la región de Colchagua en l690, con todos sus mestizos se interna en parajes pichileminos ¿pertenecerían a los descendientes de Juan Gómez de Almagro o serían todavía del testaferro Conde de Lemus? ¿O estarían a nombre de otro oculto aristócrata escudando en secreto el nombre del verdadero dueño de la zona que pasó a llamarse humildemente Ciruelos? ¿Podría el Conde Corral de Llanca, solo Corral en México, luego Corral de Gómez en Nicaragua y Panamá, cambiado a Juan Gómez de -114- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu Almagro, ser el mismo personaje que sin olvidar su ascendencia de Conde de Llanca, haberle dado el nombre bíblico de Llanca, Yanqa, Juan, Johanan, uno de los secretos del triángulo que encierra el nombre de Jahve, a sus hijos mestizos? Igual que lo que escribieron otros historiadores podrían ser nuestros informes puras conjeturas, un entretenido argumento ensamblado de débil maderaje, que no podría resiste ni el más leve empujón. De ello soy conciente. Pero también sé que ningún historiador chileno puede confirmar la mayoría de sus argumentos. Nos encontramos en su misma encrucijada pues en definitiva la historia del descubrimientos y la colonia en Chile es eso, solo suposiciones bien argumentadas, aunque con fechas y datos cronológicos precisos lo único de lo cual se puede tener fe. ¿Bueno y la canción en qué quedó? Ella fue compuesta, para decir la verdad, sin ningún argumento amoroso. No tuve ninguna aventura, ni idilio con rubias de ojos azules en Cataluña. (En Alemania..., bueno, no es este el espacio adecuado para ocuparse de narraciones que no calzan con la historia que nos estamos proponiendo). Bien. La palabra Llanca, repito, -en Cataluña la “c” se escribe con cedilla-, apellido en Pichilemu, me hizo suponer que en España hay seres nobles, catalanes que piensan ardientemente en Latinoamérica y que les duele la sangre vertida en ella por sus antepasados, esos residuosos y desheredados conquistadores llenos de desmedidas ambiciones, de lo cual, si hubo un Carral de Llanca, no debió de estar lejos de estas tristes apreciaciones. Pero sí pude comprobar que todos los catalanes, -nacionalistas hasta la exageración, grandes defensores de su lengua, hombres de cultura y artistas connotados-, aman a su pueblo, a su mar y sus tradiciones, que cantan y bailan la tradicional sardana y que han emigrado por millares a Latinomérica en busca de la fortuna que en su patria, en épocas de grandes depresiones, les fue negada a la mayoría y que, en Latinoamérica, encontraron una nueva patria, un nuevo y fecundo porvenir. Que nos han dado su sangre mezclada con la de nuestros indios y mestizos; que heredamos sus apellidos; parte de sus buenas y malas costumbres y también los misterios de los cuales nos hemos hecho dueños, y que yo intentando descifrarlos, y de ser ameno, he querido compartir con mis parientes Llancas de mi tierra pichilemina. UN PICHILEMINO EN LLANCA DE ESPAÑA -115- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu La conocí en Llanca cuando llegué del sur. Era rubia y sus ojos azules Conservaban un tierno perfume, Su sonrisa era igual que en su infancia: Llena de fragancia. En su alma guardaba recuerdos De conquistas, y el misterio interno, De los hombres de España que piensan En Latinoamérica. Amo a Llanca, decía, Es mi pueblo y aquí tengo mi vida. Amo a Llanca, decía, Es mi pueblo y aquí tengo mi vida. Amaba la inquietud de los hombres del mar. La hermosura del cielo en el puerto, Los rostros serenos del pueblo Y bajo el sol la rebelde esperanza Del que sabe qué espera. Me contaba bailando sardanas Las historias de los catalanes Que emigraron y nunca volvieron De Latinoamérica. Yo tuve que volver a Pichilemu, al mar. Sé que ahora ella busca en los niños La ternura que fue mi cariño. Quién la abraza en Llanca ¿le solaza Lo que ambos vivimos? ¿Quién comprende mi angustia en su ausencia Y qué ella en silencio me piensa? En su idioma la busco y la llamo Por Latinoamérica. -116- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu -117- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu ANTONIA, ELLA, ERES TU Esta canción tiene ritmo de habanera. Esta modalidad musical, para todos nosotros tienen evocaciones cubanas, y está lamentablemente en franca decadencia en todos los países latinoamericanos. Es como la lengua latina a la que se la define como lengua muerta pero bien sabemos que se encuentra, en gran porcentajes de palabras, en casi todas las lenguas europeas. Lo mismo la habanera está en casi todas las canciones de carácter folklórico no sólo de Europa sino también de nuestro continente. Fue la habanera una modalidad practicada desde comienzos de l800. Su creación, con otro nombre, por supuesto, se remonta a los griegos y en Alemania se la menciona desde el 1200, con el nombre de Schottich, chotis para los españoles, y es un baile escocés propagado hacia todos los confines europeos con diversos nombres. Fue contradanza escrita por músicos clásicos como Mozart, Beethoven; en Italia por Bellini, Donizeti, Verdi; en Francia por Ravel, Bizet, que las incluyeron como árias en sus óperas. En Nápoles la conocida canción “O sole mio” tiene, sin ir más lejos, un marcado y auténtico ritmo de habanera. La contradanza europea era una modalidad para ser bailada y se lo hizo con cuatro figuras: paseo, cadena, sostenido y cedazo. Una figura para ocho conmpases. Las dos primeras eran de carácter tranquilo, las dos últimas se hacían vivas y picantes. Era bailada en la corte y de ahí pasó, por imitación, al pueblo que la desarrolló con sus propias necesidades, con su característico lenguaje en el movimiento que siempre ha sido más alegre que los de la aristocracia. Por un proceso de simplificación, en Cuba se dieron todos los cambios, se fue sustituyendo el nombre de contradanza por el de danza. Ya en l848 se hablaba de la danza y se describían sus cuadros. De ahí pasó a llamarse, por que se practicaba en La Habana, danza habanera, o “ritmo de tango americano”, para diferenciarlo del tango andaluz, para terminar llamándose solo habanera. Como tal fue tomada por el compositor Bizet que incluyó una, que se la copió a Sebastián Iradier el autor vasco de “La Paloma” y la incluyó en su ópera Carmen. La habanera tuvo una popularidad descollante en todo el mundo. Desde Cuba se desplazó a toda América, vía marítima hasta Brasil originando el Maxixe que comenzó como un tango y terminó luego en marchiña; en Uruguay, primero dió también la marchiña, compartiendo después el tango con la ciudad Argentina de Buenos Aires, donde tomó carta de ciudadanía, adquiriendo -118- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu carácterística propias y definitivas que hoy pertenecen exclusivamente a la creatividad porteña. En los demás países del sur, sus melodías fueron ejecutadas de acuerdo a las posibilidades y conocimientos propios de cada nacionalidad, y los guitarreras en Chile, que fueron inicialmente sólo mujeres, la simplificaron hasta convertirla en lo que hoy se llama tonada chilena. Así la conocí yo desde niño. Mi madre cantaba en el coro de la iglesia de Pichilemu, mucho antes de que llegara el cura Orozimbo Fuenzalida, cuando era una niña, a duo con su hermana melliza la querida y bondadosa tía Luisa. Después aprendió a tocar la guitarra. En su guitarra y con su voz yo escuché por primera vez el aire de habanera. Cuando llegué a Cataluña y escuché de nuevo estas canciones me resultaban, no sólo conocidas, sino que tenían también la curiosa particularidad de lograr emocionarme, diría con extremecimientos, y hacían retroceder mis recuerdos hacia tiempos olvidados por fajos de historias que nos corroen y nos hacen perder memoria de los valores de la infancia. Yo recuperé en Llanca esos mensajes amorosos que mi madre me cantaba con ritmos de habaneras. En Llanca compré cuánto libro de partituras de habaneras encontré, y en ellos está casi todo el caudal antiguo de la canción llamada “tonada chilena”. Versos y melodías coincidían plenamente y no me fue difícil memorizar letra y música en breve tiempo. En Berlín la incorporé a mi repertorio con buen éxito, pues el ritmo de habanera los alemanes lo practican, con un poco más de síncopa, en casi todas sus canciones folklóricas llamadas Schlager. Antonia por entonces aprendía a ejecutar el violín y me escuchaba cantar pensativa, hasta que un día me preguntó: ¿a quién le cantas papito? ¿Quién es esa mujer que siempre nombras en tus canciones? y ¿por qué sólo habaneras? Por las interrogaciones de Antonia, que tenía apenas 6 años, nació esta canción. Con los recuerdos melódicos de las canciones que nos cantaba mi madre doña Filomena Llanca Clavijo, la tía más linda, según mis primos hermanos que la conocieron: “entre todas las Llancas, la tía Mena era la más hermosa” me decían Lucho Pérez y Juan Figueroa. ¿Cómo era ella? Me preguntas cada día. ¿Cómo era aquélla mujer que está en tu corazón? ¿Cómo era aquélla que vibra en tu alegría, -119- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu En tu habanera, en tu infancia, en tu amor? Era una estrella de luces generosas, La melodía de amor de una habanera, Era una puerta abierta a cada hora Con sus ventanas dejando paso al sol. Sus manos eran flores humedecidas, La madrugada prodigando calor. Tengo recuerdos de su mirada tierna Como el rocío brillando en una flor. Ella era el trigo de un campo generoso Y era del árbol su fruto y su sabor, Como un pañuelo de adiós y despedida Que el viento agita sin decir nunca adiós. Seda y fragancia sus gestos, sus miradas, Cuando cantaba lo hacía igual que tú. Yo la nombraba porque ella era mi estrella, Mi protectora, de noche ángel azul. Tú me preguntas: ¿por qué yo siempre canto Esa habanera constante y melodiosa? ¡Si fue con ella que me entregó a la vida! ¡Era mi madre y cantaba como tú...! Era mi madre la mujer por quién preguntas, Era mi madre y se parecía a tí. Era mi madre... y cantaba como tú. ¡Hija querida, ella eres tú, ella eres tú, ella eres tú! -120- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu -121- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu MI TIO FILOMENO MORALES Cuando nació mi tío Filomeno Morales, Pichilemu era sólo una mención, apenas iniciada, en folios administrativos. El hogar de todos los del grupo del Alférez Caro era Ciruelos, el paraje de San Andrés, en cuya iglesia aun permanece su estatua portando la cruz de Cristo, en la que los católicos del mundo entero, todos los años, crucifican otra vez su cuerpo, lo matan de nuevo y después lo recuerdan y adoran bebiendo, como si fuera vino su sangre y comiendo su cuerpo convertido en masa de trigo. El pichilemino nunca ha perdido la fe en sus antepasados ni en su religión, siempre fiel a las consignas de su grupo eligió, cuando se formó la comuna en un Municipio a quien le correspondía, a un descendiente del Alférez Caro, como primer alcalde. Y así ha seguido siendo fiel, lo mismo en el matrimonio como en la amistad. Se puede querer a un pichilemino consciente que ese cariño será siempre retribuído; el vino que uno le brinda siempre es devuelto en otro vaso lleno de salud auspiciada con una alegre sonrisa; el pan es repartido como un bien común entre todos; los peces del mar pasan a la mesa como una bendición; por sus calles en verano, en definitiva, todos trabajan, sin decirse nada entre sí, anónimamente, por el bienestar del conjunto de su economía y su sobrevivencia. Ciruelos es un pueblo, hoy semi abandonado, ubicado en una localidad a 13 Kms. al sur-este de Pichilemu. Posee el cementerio católico más antiguo de la costa de la región, una iglesia centenaria dedicada a San Andrés. Era, y lo sigue siendo, un pequeño grupo de casas que correspondían a los trabajadores de varias propiedades agrarias. Medio perdido en medio de los cerros, oculto en quebradas, aislados del mundo transcurrió la existencia de todos los Llancas. Creo que mi tío Filomeno vino de otro pueblo a trabajar, siendo muy joven, a la pequeña propiedad de mis abuelos. Ahí se enamoró de una de sus hijas y ella le correspondió su amor. Me contaba mi madre que la tía Clara, mayor que ella, tenía los ojos verdes, grandes y verdes y era la más querida de su padre y que éste sufrió mucho cuando Filomeno la raptó llevándosela a Pichilemu, que comenzaba a formarse como pueblo, y en él, indudablemente había más trabajo que en Ciruelos. Los pueblos cercanos corresponden a la Zona Central de Chile y es donde se originó el llamado costino y entendemos por costa, no solamente la orilla del mar, sino también los cerros y valles comarcanos, todo lo cual forma un conjunto animado de un mismo espíritu y en el cual el costino ha -122- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu gravitado y ha predominado. El costino fue siempre un hombre de limitados medios económicos y ha vivido satisfecho en su rincón, sin ambiciones mayores que ganar el sustento para él y su familia. Los historiadores sostienen que el primitivo indígena chileno tuvo marcada preferencia por los parajes de la costa y tal situación lo indica la Zona Central. Todos los hombres, desde la prehistoria transitaron por la orilla del mar y Chile no fue ninguna excepción. Los primeros fueron pescadores y siempre cerca de la costa levantaron sus chozas, luego vinieron otros conociendo rudimentos de agricultura, y se fueron internando, tierra adentro, buscando mejores parajes para el cultivo y así fueron a la vez pescadores y agricultores. Cuando los españoles llegaron a Chile encontraron a la población indígena aglomerada junto al mar o en los valles y cerros inmediatos. Más al interior o en los faldeos cordilleranos, esta población estuvo siempre dispersa, distanciada o simplemente no existía. Las razones de esta preferencia son obvias. Por los espacios abiertos del litoral, por sus plazas de enorme extensión, se podía avanzar con mayor facilidad que por cerros abruptos de la cordillera o por entre los valles cenagosos del valle central y era más fácil cruzar los ríos por las anchas y lentas ensenadas de su desembocadura que por sus rápidos torrentes del interior. Además de ello, la costa le ofrecía un clima en extremo benigno, suave, acogedor, y proporcionaba, exigiendo un mínimo de esfuerzos, toda clase de recursos y alimentos. En esos parajes la mayoría de los grupos familiares estaban radicados en la costa. De esta circunstancias habrían de derivar hechos históricos y sociológicos de importancia. Uno de ellos es el nacimiento del costino que en Chile fue una mezcla del conquistador español y del indio que allí se encontraba por tiempos seculares. Muchas veces sin retroceso, sin volver a tener descendencia con indios lo que le dió un aspecto más europeo que al que volvía al ancentro autóctono. Más tarde la población se correría hacia el centro, se fundaron ciudades, se construyeron caminos y se incrementó la agricultura. La costa queda así casi olvidada y abandonada, situación que ocurrió en la Zona Central. El habitante de ella se aisló, se concentró y trató de valerse por sí mismo. O sea, dió un nuevo paso para definir su personalidad y constituirse en el costino actual. En esas zonas nacen grandes estancias con increíbles extensiones de tierras vírgenes y fértiles que pertenecían a unas pocos propietarios o terratenientes y eran heredadas por los familiares directos. Se conformaron clases, con la psicología medieval que trajeron los españoles, dejando postergados por largo tiempo a los modestos labriegos utilizados como pertenencia perpetua. Así el costino es diferente al guaso y al gañán -123- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu transhumante, y alejado sanguíneamente del indio, sin retrocesos a uno de sus orígenes; vivió abocado a un porvenir modesto y sin relieve; se formó modesto, sencillo, resignado, sin ambiciones aunque orgulloso de sus dones que son la lealtad, la honradez y todas las virtudes que da una buena enseñanza de las prácticas cristiana que inducían al hombre a la resignación de su destino, aunque fuera en provecho, y siempre era así, sólo del rico propietario de la tierra. El costino aprendió a querer a su tierra y de la cual le ha resultado siempre, difícil abandonar, aunque la tierra no le perteneciera. El costino no está dentro, exclusiva o preferentemente, de un solo tipo racial, sino que tiene un origen amplio, multiforme. Se diferencia del huaso por ser éste de un claro y más cercano mestizaje, en cambio los costinos tienen un origen español más antiguo, salvo algunas marcadas y recientes excepciones. Descienden del antiguo propietario español, del habitante de viejos poblados, que aun siguen viviendo en su aldea, de los estancieros venidos a menos o que dividieron sus estancias en pequeños retazos, por la repartición de la herencia pues casi siempre tenían muchos hijos. Diríase que, en el costino, el tiempo se ha detenido y que su vida se ha desarrollado por medio de procesos retardados. En cualquier momento de su evolución y en los días actuales, es fácil, así, apreciar aspectos faciales, económicos, lingüísticos, agrícolas, sociales, etc., de tiempos pretéritos. El costino ha tenido gran valor como conservador de tradiciones y costumbres chilenas del más variado origen que, sin él, seguramente habrían desaparecido. Mirado en este aspecto el costino es un exponente de la vieja chilenidad y frente a intromisiones foráneas defiende su personalidad y pasa a ser una promesa promisoria para el futuro de Chile. Los que se casaron con las niñas Llanca de Ciruelos, el tío Valeriano Figueroa, José Pérez y Filomeno Morales, eran todos costinos, salvo mi padre y el tío Eduardo Mendez, y fueron entre sí, grandes amigos y como mi madre fue la primera que se fue a trabajar a Santiago, -los demás se quedaron para siempre en Pichilemu- eran nuestras visitas a la costa una alegría para todos cuando se encontraban juntos hermanas y cuñados. El tío Filomeno sentía una admiración especial por mi padre, tal vez por esta razón, era mi tío preferido y por que me metía como un bulto en su carreta, tirada por dos bueyes, llevándome a los lugares donde él cargaba arena, piedras y maderas para la construcción de casas en Pichilemu. Mi tía Teresa tuvo 14 hijos, entre ellos tres pares de mellizos; mi tía Clara con Filomeno 8: Eduardo, para mí, era cariñosamente el Lalo; Flora, la de los inmensos e impresionantes ojos verdes; Pablo, siempre sereno y apaciguado; Carmen al lado de su madre en todo momento; Eugenia, con -124- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu una gracia y chispiante alegría que aun nos recuerda a su padre; Sergio y Jorge, los dos rubios y de ojos verdes con pinta de alemanes, llamaban la atención por el color de su piel y de sus cabellos; y la menor de las hijas, con el nombre de la tía Edulia, otra de las hermanas de mi madre: la hija más dulce y querendona, el conchito del tío Filomeno, Edulia, llamada cariñosamente Yula. Edulia sentía por su padre un amor compenetrado de una dulzura proverbial. La tía Celinda tuvo dos hijos; la tía Luisa, melliza de mi madre, tuvo 7 hijos, entre los cuales Carlitos el menor era mi primo más querido y recordado; mi madre tuvo 6 hijos de los que vivimos cuatro. La tía Edulia, y Olga la menor, no tuvieron descendencia. En nuestra rama el Llanca se ha conservado como segundo apellido, pues los hijos varones de mis abuelos Honorio Llanca Pavez y María Magdalena Clavijo Lizana, murieron siendo muy jóvenes. Sigfrido se ahogó en el mar de Pichilemu, a sido la única víctima de nuestra familia, en ese benéfico mar que custodia nuestras costas. Mi tío Filomeno tenía un amigo llamado Juan Dionisio. Amigo en el trabajo y en la alegría de detener la marcha de sus bueyes para abrevar la sed bajo el ardiente sol pichilemino. Inseparables compartieron su vida en el esfuerzo del trabajo y en la amistad, siempre consecuentes con sus familias. La última vez que vi a mi tío Filomeno fue en Rancagua en casa de Yula. Ella me comentó, con mucha tristeza, que su padre había perdido la memoria y que no regresaría nunca más a Pichilemu por su avanzada edad. Cuando el tío Filomeno se levantó, abrigado con dos pulóveres que le traía como regalo de Alemania, mientras nosotros haciendo un ruedo lo contemplábamos, empezó a bailar y canturrear una cueca con una vivacidad increíble. De pronto fijó sus ojos en mi persona, me indicó con el índice y después de un breve silencio exclamó: ¡Jorge Aravena Llanca! Yula se puso a llorar diciendo ¡mi papá recuperó la memoria! pero él siguió bailando cueca y dirigiéndose a mí otra vez, me miró fijamente, y preguntó ¿quién es usted? ¡No lo conozco! Era la última neurona de su árbol de recuerdos no usada por más de 30 años, que aunque débil, en ella yo permanecía intacto. Ahí reventó, tal vez se agotó en ese instante, y yo, tristemente, desaparecí para siempre de su memoria. Digo al final de la canción: ¡nadie sabe cuánto amé a mi tío Filomeno! Creo que con su desaparición también aprendí a encontrar cuántos bellos recuerdos tenía de él, pues para mí, fue el tío Filomeno la imagen fiel y reverenciada que mantengo de toda la gente que ha transitado por el paisaje marino, exuberante, plácido y añorado de Pichilemu. MI TIO FILOMENO MORALES -125- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu Donde nació el Cardenal nacieron mis dos abuelos, Llancas, Clavijos, Lizanas son tradición de Ciruelos. Mi madre vió allí la luz lo mismo que Filomeno Que enamoró a la Clarita y la llevó a Pichilemu. Fuerte y noble era don Filo como buen pichilemino, Con su amigo Juan Dionisio trabajaban sol a sol, Picaneándole a los bueyes desde Pirquenes de Arcilla, Cruzaban por el Pañul pa´ descansar en Las Viñas. Desde lejos lo recuerdo, lo imagino en Bucalemu, Lo veo cargando sal y llevarla a Pichilemu. ¡Nadie sabe cuánto amé a mi tío Filomeno! En La Laguna de Cahuil las Llancas le daban chicha Y allá en El Pueblo de Viudas, ¡causeo y vino ¡qué dicha! De Punta ´e Lobo a Infiernillo cargaban piedras y arena, Ayudados por sus hijos sangre de sus mismas venas. ¿Dónde andará Filomeno? ¿Nadie lo ve en Pichilemu? ¿Salió a buscar a Clarita qué lo espera allá en Ciruelos? ¿Bajaron juntos al mar -126- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu o han subido hasta el cielo? ¡Hoy forman parte, infinitos, del cielo de Pichilemu! -127- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu -128- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu EL CARDENAL JOSE MARIA CARO El jueves 4 de Diciembre de l958, sobre Buenos Aires, donde vivíamos, se abatió una tormenta eléctrica, por demás, muy común antes de comenzar el verano, que anunciaba una descarga de lluvia, tal vez, una de esas granizada en que caen del cielo las nubes convertidas en cubos de hielo que no entran en un vaso normal, que rompen los parabrisas de los autos y detienen toda actividad de los transeuntes por las calles. Eran las 14,30 hora local. Mi madre miró hacia el cielo por el pequeño espacio del patio de nuestra casa y entró en la cocina asustada, nerviosa, como si la lluvia, los truenos y los rayos fueran un acontecimiento inusual en nuestro diario vivir. El día anterior había llovido todo el día, también el pasado anterior, y la humedad, en esa fecha en Buenos Aires era lo más común, y como siempre, casi insoportable. A las pocas horas mi madre escuchaba por la radio la noticia de que había muerto el primer Cardenal chileno de la Santa Iglesia Católica, Apostólica y Romana, don José María Caro Rodríguez. Desde ese día mi madre cada vez que se enfermaba decía: ¡llamen al Cardenal! Tal vez el día de su muerte pensó en lo mismo -aunque yo sé que fue mi nombre lo último que pronunció en su vida- o acaso repitió en silencio las últimas palabras de su madre, mi abuelita María Magdalena, que antes de morir pedía, insistentemente, la presencia del Cardenal: ¡qué venga el Cardenal, qué venga José María! Sólo cuando el Cardenal llegó a nuestra casa y le dió personalmente los últimos sacramentos de la extremaunción, pudo mi querida abuelita, expirar tranquila. El nacimiento de mi abuelita, María Magdalena Clavijo Lizana, se verificó en el punto denominado “Los Valles de la Hacienda de San Antonio de Petrel” el 24 de Junio de l866 y fue bautizada -en caso de necesidadporque no había cura en el pueblo, por don Pascual Caro, seglar aprobado. El mismo día y solo dos horas más tarde don Pascual Caro corría a casa de sus parientes don José María Caro Martínez -hijo de don Pedro Pascual Caro Gaete y de doña Calletana Martínez Ríos- y de doña Rita Rodríguez Cornejo, para bautizar -en caso de necesidad- a un niño al que le pusieron el nombre de José María Caro Rodríguez, y que con el tiempo, ya hombre, llegaría a ser el primer Cardenal de Chile, y en consecuencia a ocupar el más alto cargo eclesiástico de la Iglesia Católica chilena. En el lugar denominado “La quebrada del Nuevo Reino” estaba el caserío de Ciruelos y más o menos a una legua quedaba la escuela donde mi -129- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu abuelita recibió las primeras letras. Junto con el niño José María marchaban hasta la Sede Parroquial, cada día a pie, llevando por provisión un par de tortillas para el almuerzo, lo que hacían todos los niños, algunos de los cuales venían desde más lejos que de San Antonio de Petrel, para permanecer recibiendo hasta el comienzo del atardecer, los primeros conocimientos del abecedario. La escuela estaba situada en el caserío llamado Ciruelos, al Oriente del cerco de la Parroquia, por donde pasaba el agua que corre, al menos en invierno, desde el sur llamado “Copao”. A la escuela llegaron ambos como de diez años y la regía don Ramón Antonio León. A ambos niños los unía también un lejano parentezco por la familia Lizana y los Cornejo. Todos en ese pueblo estaban ligados por lazos sanguíneos, desde los tiempos en que el Alférez Caro se trasladó al lugar. Se buscaba, convenientemente entre ellos, la unión matrimonial, sin poder evitar del todo el mosaico sanguíneo, de casi una unidad familiar, un gran árbol genealógico, cuyas ramas estaban conformadas por todos los habitantes del pueblo. Eran los tiempos en que el bautismo y los apellidos tenían suma importancia, pues por ellos, y por las inscripciones parroquiales, era posible evitar casamientos entre parientes cercanos, acción que era a la vez penada por la iglesia y no contaba con la benevolencia de las leyes civiles. Cuando mi madre se trasladó a Santiago, mis dos abuelos vinieron con ella, y se instalaron en una casa común en los portales del Cementerio Católico de Santiago, para trasladarse luego a una enorme casa cerca de la Estación Central. Allí, habiendo muerto don Honorio, mi madre en las tardes soleadas, sentaba a mi abuelita en un banquito cerca de la puerta de entrada de la casa, donde ella permanecía horas sumergida en sus pensamientos. Recuerdo que en varias ocasiones un cura vestido, naturalmente de negra sotana, se sentaba a su lado y conversaban con amenidad, confianza y mucha vivacidad, yo siempre andaba dando vueltas alrededor de doña María Magdalena y nunca me perdí ninguna de estas ocasiones. Pero un día que el curita, como lo nombraba yo, y observando su nueva visita, dejó su auto a 20 metros de nuestra casa, hasta nueva orden, después de recomendar a su chofer, de sombrero y de librea, que ahí permaneciera, se encaminó a saludar a mi abuelita que ya lo esperaba. Noté que el curita llevaba un ancho cinturón de color púrpura y un bonete en la cabeza del mismo tono. Cuando se sentó en la silla, que mi madre le dispuso y después de iniciarse como siempre las amenas charlas entre ambos, pude observar que mucha gente se detenía a mirarlos y dejaban monedas en la falda del ropaje negro de ambos, hasta que de pronto una vieja media loca y -130- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu santurrona, que vivía por ahí cerca, reconoció en el “curita” al Cardenal de Chile, y se puso a los gritos, casi alaridos, agitando los brazos al cielo, se hincó frente a él pidiéndole la bendición, lo que inició una serie de peticiones y clamores ante tan insigne personaje. Yo no he podido olvidar y tampoco me he puesto a pensar por qué mi abuelita se reía. Ante tantos besos en el anillo cardenalicio, y tal vez sin perdonarse el olvido de no haberse quitado el grueso cinto y la tonsura de color púrpura, objetos y color de identificación de su alta investidura, el Cardenal se levantó precipitadamente dejando caer todas las monedas depositadas en su falda, las que yo corrí a recoger pensando en darle de inmediato un provechoso destino. Este detalle de las monedas recogidas y su inmediata inversión es lo que no me ha hecho nunca olvidar las visitas y las conversaciones entre esos dos ancianos, amigos y parientes, nacidos en las mismas circunstancias y en un lugar que atañe a la vida del pueblo de Pichilemu, y ahora de mis sentimentales canciones. En mi último viaje a Pichilemu como siempre acompañado de Juan Carlos y Aliro Miranda, antes de ir a ver la puesta del sol en Infiernillo, pasamos por donde me indicó Juan Carlos que había un homenaje del pueblo de Pichilemu al Cardenal. Era un pequeño círculo muy digno, enteramente de cemento cerca de la abandonada Estación, sostenido a casi un metro del suelo por un ensamblaje de cemento más grueso, en cuyo centro un obelisco de unos tres metros, cuya repisa de cemento estaba vacía, indicaba el lugar donde estuvo el busto, que fue robado, del más calificado pichilemino. Las divisiones entre grupos de ideas progresistas dividen las opiniones de casi todos los chilenos, que viven en pequeños getos sosteniéndose en doctrinas convenientes a sus intereses de progreso económico, los que, contrarios a las ideas monopolizadoras de la iglesia católica, que compartamos o no, han llevado a ignorar a la figura que en Pichilemu llegó al más alto cargo eclesiástico del catolicismo, cuya doctrina, hoy en retroceso, no significa que no sea importante, porque aun, su detenida progresión en cuanto a la ética y la moral, conforman el numen de la conducta de nuestros pueblos, sobre todo de nuestras mujeres y es aun preponderante e influyente entre las capas más pobres de la sociedad chilena. No importa que el Cardenal nunca se halla preocupado de su pueblo, ni que éste haya logrado un mínimo de progreso por su ayuda. Al margen de lo expuesto, el día que reconozcan los pichileminos, olvidándose de sus intereses personales y doctrinarios, que es la inteligencia pichilemina la que debe honrarse, no las características de su conducta, ni el -131- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu lugar que le cupo en la vida, sino el sitio del progreso intelectivo y comunitario, que hace al hombre progresar dentro de una sociedad, no de grupos, sino abierta y en plena libertad, pues esta actitud, el ser libre, hasta en el elogio y veneración, es lo que verdaderamente engrandece a una comunidad. El Cardenal José María Caro Rodríguez, es la figura del pueblo de Pichilemu que ha llegado a ocupar el más alto cargo en su historia; fue un hombre de fe y sinceridad manifiesta dentro de su religión; de clara inteligencia; un fecundo escritor; un sacerdote católico, que en todos los cargos que ocupó, como profesor, obispo y Cardenal de Chile, supo ganarse no sólo las simpatías de sus familiares y allegados, sino el aprecio y el respeto de todos los presidentes de Chile que ocuparon el cargo durante su período de Cardenal Primado, reconociendo en él su inteligencia y una fuerza de clara progresión religiosa en la fe; la esperanza; en la paz y el bienestar del pueblo chileno; en lo económico y en su condición civil de libertad y democracia. Durante el primado de José María Caro, el gobierno de Chile le dio Ley, al importante documento de la separación de la Iglesia y el Estado, que marcó en la vida institucional del país un adelanto moral y ético de significativo progreso. No es de extrañar que hoy día los nietos de los hijos pichileminos de la misma generación de don José María Caro Martínez, padre del Cardenal, el primer alcalde de Pichilemu, hayan emprendido un arranque intelectivo donde se ha desarrollado y puesto de manifiesto que los pichileminos han iniciado la marcha hacia el progreso, dentro del marco de una evolución progresiva digna de los más altos valores de la patria, con una inteligencia y capacidad para el estudio, en cuyas Universidades donde han estudiado sus méritos han sido descollantes. Algunos han ejercido como destacados profesores y directivos: en la Universidad de Chile, es el caso elocuente del eminente profesor Fortunato Bobadilla; de José Miranda Pérez, con estudios superiores en administración escolar, becado en Europa y dirigente en Rancagua de una prestigiosa escuela. En el quehacer político actual se destacan el Alcalde Jorge Vargas González, los Concejales Washington Saldías González, Roberto Córdova Carreño, Carlos Leyton Labarca, Aldo Polanco Contreras, Víctor Rojas González y el anterior Concejal de alto mérito, mi gran amigo Mariano Polanco Galarce; y mis parientes: cuyos hijos o nietos son casi todos profesionales universitarios, y como Juan Carlos, Aliro y Kika Miranda Pérez, Checho y Carlos Pérez Llanca, los Morales Llanca, en tareas -132- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu comerciales o privadas, han descollando personalmente, dándole por añadidura a Pichilemu el progreso del cual hoy en día todos se enorgullecen. Un caso de especial y moderna progresión empresarial es Mauricio Blanco Stevenson, gracias a cuyas iniciativas, dentro del sano quehacer de la entretención, el baile en Pichilemu de alegría nocturna fue siempre esencial, le ha dado al pueblo, en este rubro, una calidad turística a la altura de una ciudad moderna no sólo de Chile sino del mundo entero. Debemos mencionar, esto gracias a las sugerencias del concejal Washington Saldías González, siempre preocupado de los valores culturales de Pichilemu y al reconocimiento del quehacer creativo de sus habitantes, al joven José Luis Arraño Lizana, publicista y diseñador; Ana María Encina Lemarchand pintora santiaguina avecindada en Pichilemu y a Oscar Vega Etcheverry, acuarelista, ambos padres de Félix Vega Encina, el mejor dibujante chileno de comic que vive en Barcelona, Ignacio Vargas Celis, Pedro Vergara Arteaga, Juan Ortiz González, Benjamín Calderón Caro, Felipe Iturriaga Jara; Yovanny Moraga Paredes con estudios en dirección televisiva, a su hermano Jairo Moraga Paredes, pintor; Macarena Irarrázaval Correa, escultora y a Juan Pablo Marín Rodríguez. Y a los poetas como José Sepúlveda, Claudio Lizana González, Pedro Reyes González, Rebeca Depich, Guillermo Pulgar; a los infaltables versificadores populares Antonio Alvarez “Ganchete”, Gerardo Caroca Tobar, Miguel Becerra Pavez, Hugo González Urzúa y Raimundo León Morales que tras las huellas del hermano mayor Ponciano Meléndez describen a Pichilemu con la emoción primogenia de hijos amantes de un mar fecundo bajo un cielo pródigo de estrellas. Y a los folkloristas Patricia Becerra Vargas, Alejandro Silva Pérez, Pedro Pablo Pavez Caro, Elías Yañez Ramos, los hermanos Oscar, Omar, Roberto, Marco Antonio y Mauricio González Becerra y Marcelo Rojas Catalán. Los nombrados, y muchos otros que olvidamos, el tiempo y la distancia me hacen imposible recordarlos a todos, se han destacado por singulares cualidades que ubican a estos ciudadanos, hoy en día, entre los más progresistas hijos de la tierra colchaguina, dignos herederos que le prometen a Chile un verdadero y digno esplendor pichilemino. ELCARDENAL JOSE MARIA CARO El milagro llegó Con San Andrés bendiciendo a Ciruelos, Su madre lo ofreció a Dios con la humildad Con que los pobres se colman de fe, -133- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu De amor y fe, de amor y fe. Y en Ciruelos creció Junto al mar de Cahuil y Pichilemu, Profundas huellas de amor, fértil de luz Fue su paisaje de sangre y de miel, De amor y fe, de amor y fe. ¡Ven, vayamos por su misma senda! ¡Vamos, únete a él! El Cardenal extendió sus manos A los que sufren sin encontrar la verdad. Y hoy con su amor nos conduce A la alegría de Dios y a la libertad. Con su santa humildad Es manto azul cubierto de estrellas. Bendice nuestro hogar con su bondad, Con apostólica entrega de fe, De amor y fe, de amor y fe. Es ahora el Cardenal José María Caro Rodríguez, Agua y sol del labrador, el pan del mar, De Pichilemu el sustento de amor, De amor y fe, de amor y fe. Para terminar quiero dejar como testimonio que en esta vida mis últimas palabras serán: “¡Quiero volver a Pichilemu!” -134- Jorge Aravena Llanca Historia de las canciones a Pichilemu Berlín, invierno de 2004. -135-