EL NOVECENTISMO Y LAS VANGUARDIAS

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4. De 1930 a 1936. Las inquietudes del momento y la
convulsa situación política suponen el ocaso del Vanguardismo español.
EL NOVECENTISMO Y
LAS VANGUARDIAS
1.
Hacia 1914 se perciben en España una nueva sensibilidad y
unas nuevas orientaciones estéticas, que se acentuarán en los
años 20. Se exploran nuevas estéticas, se buscan nuevas formas
y un nuevo lenguaje. Nuestros escritores están perfectamente
sintonizados con las Vanguardias europeas.
En literatura, las Vanguardias tienen como pionero a
Ramón Gómez de la Serna, que funda en 1908 la revista Prometeo, donde publica, ya en 1910, un manifiesto futurista.
En el ambiente literario del momento hay que destacar las
tertulias y revistas en las que el Vanguardismo halla acogida: la
tertulia del Café Pombo, presidida por Ramón Gómez de la
Serna, y la Revista de Occidente, creada en 1923 por Ortega.
En síntesis, podemos distinguir cuatro etapas en el desarrollo del Vanguardismo español:
1. De 1908 a 1918. Primeras manifestaciones de una literatura de vanguardia, protagonizadas especialmente
por Ramón Gómez de la Serna.
2. De 1918 a 1927. Predomina el optimismo vital, el juego, la exaltación de la modernidad y la deshumanización del arte.
3. De 1927 hasta 1930. Influjo dominante del Surrealismo
e inicio un proceso de "rehumanización".
EL NOVECENTISMO
Pasados los primeros años del siglo XX surge una nueva
generación de escritores con una sensibilidad distinta y unos
enfoques intelectuales bien definidos que se oponen decididamente al Romanticismo, el Realismo y el Modernismo. Es el
Novecentismo o Generación de 1914. En el terreno literario, en
España, esta etapa significa, ante todo, el relevo de modernistas
y noventayochistas.
El Novecentismo es un movimiento puente entre la Generación del 98 y la del 27 que se desarrolla entre 1906 y 1926, y
en el que se consolida un intelectual diferente, ya no es el bohemio modernistas, sino un profesional (jurista, filósofo, filólogo, etc.) bien formado, alguno incluso con estudios realizados
en el extranjero.
El Novecentismo es la segunda generación literaria del siglo XX. En esta época se dan los "ismos" (Futurismo, Cubismo,
Dadaísmo, Surrealismo, Ultraísmo, etc.), un conjunto de movimientos vanguardistas que alcanzan un gran esplendor en
nuestra literatura gracias al fuerte espíritu innovador de nuestros jóvenes escritores.
De una manera bastante sintonizada con el resto de Europa, en la España del momento se produce una tendencia bastante generalizada a la exploración artística y al alejamiento
total del modelo realista burgués.
CARACTERÍSTICAS DEL NOVECENTISMO
 Racionalismo. Frente al irracionalismo modernista, los
novecentistas persiguen el rigor intelectual, el análisis
frío y objetivo y la claridad expositiva.
 Antirromanticismo. Se rechaza lo sentimental y lo pasional y se prefiere lo clásico, las actitudes equilibradas y
serenas y la expresión intelectualizada de la emoción.
 Defensa del “arte puro”. El arte ha de tener entidad por
sí mismo y limitarse a proporcionar placer estético, sin
ser vehículo de emociones.
 Aristocratismo intelectual. La búsqueda de la objetividad y de la perfección formal hace que los autores se dirijan a veces a entendidos, a una selecta minoría.
 Estilo cuidado. El ideal de “obra bien hecha” lleva a una
extrema preocupación por la concepción y estructura de
las obras y por su lenguaje.
AUTORES Y OBRAS
ENSAYO
José Ortega y Gasset, autor de La rebelión de las masas y de España invertebrada, es el ideólogo del movimiento. Ejerció mucha
influencia en la literatura de la segunda y tercera décadas del
siglo. Sus ideas estéticas las expuso en La deshumanización del
arte y en Ideas sobre la novela. Según Ortega, el nuevo arte del
siglo XX es un arte puro, cuya función no consiste en expresar
sentimientos ni en copiar la realidad. Es un arte intelectual, dirigido a la inteligencia; la pura emoción estética ha de prevalecer sobre las emociones humanas.
Otros ensayistas: G. Marañón, M. Azaña y Américo Castro.
El Novecentismo y las Vanguardias
NOVELA
El tipo de novela intelectual y esteticista propugnado por Ortega
está representado fundamentalmente por dos autores: Gabriel
Miró y Ramón Pérez de Ayala.
Gabriel Miró. Sus primeras novelas tienen influencia modernista. Después busca la perfección formal con una novela lírica,
de prosa muy elaborada, donde la acción y el argumento no
interesan: Nuestro Padre San Daniel y El obispo leproso.
Ramón Pérez de Ayala. Escribe una novela intelectual y experimental, con renovadoras técnicas narrativas, próxima al ensayo, en la que lo importante son reflexiones sobre filosofía, estética, moral, etc.: Belarmino y Apolonio, Luna de miel, luna de
hiel.
POESÍA
Juan Ramón Jiménez. En Juan Ramón vida y obra vienen a ser
una misma identidad. Él no habla de su poesía, sino de su
Obra, con mayúscula, y comparando su labor con la de un dios.
Creía en la unidad total de toda su producción, y para él “crear” era cumplir con su destino humano; más aún: era lo único
que daba y podía dar sentido a su vida, que justificaba y salvaba al poeta en sus momentos más críticos.
La mayoría de los críticos están de acuerdo a la hora de dividir
su obra en tres etapas o épocas:
2
Primera época o sensitiva:
Segunda época o intelectual:
Tercera época1o verdadera:
1898-1915.
1916-1936.
1937-1958.
1. Primera época o sensitiva (1898-1915)
Sus dos primeras obras, Ninfeas y Almas de violeta, tienen influencia modernista y de Bécquer. También es muy importante
la influencia del simbolismo francés, de ahí procede la forma
de sugerir de un modo vago y diluido, con imágenes intimistas,
todo cuanto se halla oculto en el fondo de la realidad: estados
de ánimo y elementos de la naturaleza actúan como símbolos
del alma del poeta. Otros libros de esta época: Rimas (1902), de
título becqueriano; Arias tristes (1903), Jardines lejanos (19031904) y Poemas agrestes (1911), una de las mejores obras de
influencia modernista.
El mundo poético de Juan Ramón Jiménez es un mundo
personal, de impresiones sensuales y un sentimentalismo reiterativo y monótono, que se manifiesta en una atmósfera melancólica, llena de vaguedad y de tenue musicalidad. El poeta
muestra su soledad en medio de un paisaje silencioso, vivido
con todos los sentidos, envuelto en luces de atardecer o amanecer, con colores claros, fríos y transparentes, con una gran
abundancia de sensaciones.
El léxico es muy sencillo, con un lenguaje poético basado
en la lengua hablada; la influencia modernista se ve en adjetivos de color, palabras esdrújulas en busca de musicalidad y
epítetos y palabras a las que atribuye un sentido simbólico.
Temas principales: El amor, en un deseo de un amor perdurable y sencillo inspira gran parte de las obras primeras del
poeta, que inicia una búsqueda constante de este amor. El
tiempo: que sirve para mostrar la gama de sentimientos que el
poeta experimenta. El amanecer y el atardecer son horas positivas, como lo son los meses de abril, mayo y octubre y las estaciones de primavera y otoño. En contraste, el invierno es una
estación negativa, ya que el autor se niega a participar en el
languidecer de la naturaleza. La muerte: es una obsesión que le
inspira terror y emoción, ante ella el poeta se refugia en la melancolía, y su vida parece perder utilidad ante la amenaza de la
nada.
... Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros cantando:
y se quedará mi huerto, con su verde árbol,
y con su pozo blanco.
Todas las tardes, el cielo será azul y plácido;
y tocarán, como esta tarde están tocando,
las campanas del campanario.
Se morirán aquellos que me amaron;
y el pueblo se hará nuevo cada año;
y en el rincón aquel de mi huerto florido y encalado,
mi espíritu errará, nostáljico...
Y yo me iré; y estaré solo, sin hogar, sin árbol
verde, sin pozo blanco,
sin cielo azul y plácido...
Y se quedarán los pájaros cantando.
A esta última el poeta solía referirse como “suficiente” o “verdadera”.
1
El Novecentismo y las Vanguardias
3
2. Segunda época o intelectual (1916-1936)
Se inicia con Diario de un poeta recién casado [Diario de poeta
y mar]. El encuentro del amor definitivo (Zenobia Aymar) y el
viaje a América, significan un cambio radical en su poesía.
El diario…, al que define como su mejor libro, está compuesto de verso y prosa, y con este libro el poeta inicia el abandono
de los “ropajes del modernismo”, y el camino hacia la poesía
desnuda. El mar simboliza la vida, la soledad, el gozo del poeta, el eterno tiempo presente, la unidad cósmica.
Utiliza el verso libre, asonante y preciso. Desaparece la fácil
musicalidad de la primera época y la poesía suena como prosa.
Su poesía suena a natural, pero nunca a vulgar; logra un poema
sin anécdota cuyo contenido es rico en sí mismo.
En cuanto al léxico, aparecen sólo palabras bellas, ceñidas
justamente al concepto. El colorido desaparece en función de la
luz; el resultado será la palabra ordinaria —siempre bella, palabra poética— y la supresión de la adjetivación propia de la
época anterior.
El tema central es el ansia de trascendencia. En su deseo de
salvación ante la muerte el poeta se esfuerza continuamente
por alcanzar la eternidad y, considerando que lo bello es eterno, intenta crear belleza (poesía) de modo que pueda estar con
lo bello y alcanzar trascendencia.
Otros libros de esta etapa: Eternidades (1918), y Piedra y cielo
(1919), en los que la tendencia a condensar lo esencial en el
poema ha derivado en una inevitable conceptualización. Ya no
es la inspiración, ni la sola belleza ornamental y exterior, sino la
“Intelijencia” la que origina el poema. El conocido poema 3 de
Eternidades lo expresa de esta forma:
El Novecentismo y las Vanguardias
¡Intelijencia, dame
el nombre exacto de las cosas!
... Que mi palabra sea
la cosa misma
creada por mi alma nuevamente.
Que por mí vayan todos
los que no las conocen, a las cosas;
que por mí vayan todos
los que ya las olvidan, a las cosas...
¡Intelijencia, dame
el nombre exacto, y tuyo
y suyo, y mío, de las cosas!
3. Tercera época, suficiente o verdadera (1937 -1958)
Comprende todo lo escrito en su exilio americano. Sigue
“reviviendo” poemas y crea otros: Animal de fondo (1949) y
Dios deseado y deseante (1957).
De esta época es el poema Espacio, escrito en 1941, al salir
de un hospital de Miami, a donde le había llevado una honda
depresión, es casi unánimemente reconocida por los críticos
como punto culminante de su producción poética. Se trata de
un largo poema en prosa que sintetiza toda su obra anterior y
preludia lo que seguirá a este libro. A modo de monólogo, sin
asunto concreto; se trata de un acopio de recuerdos, sueños y
símbolos de su obra anterior. Evoca sus lugares de infancia, de
juventud, pueblos, ciudades, el mar, la mujer, los amigos, historias, sucesos de guerra, enfermedades...
En Dios deseado y deseante su misticismo llega al punto culminante. Habla de un dios que está ahí, en lo externo, “desean4
te”, sediento del poeta. Pero es, también, un dios inmanente, es
decir, que habita en el interior del hombre, en su conciencia.
Este “dios” no puede ser el creador del mundo, porque forma
parte de él; ni el redentor ni el padre; es, dice Juan Ramón
Jiménez, la “conciencia misma de los hombres”. El poeta llega a
identificarse con este dios, porque la esencia divina consiste en
ser conciencia y él es conciencia, pensamiento poético.
2.
LAS VANGUARDIAS
En las primeras décadas del siglo XX se desarrollaron los
movimientos artísticos conocidos como Vanguardias, cuyo
propósito común fue renovar radicalmente el arte y la literatura anterior, abriendo nuevos caminos y creando nuevas
formas estéticas. La palabra “vanguardia”, un término del
ámbito militar, destacaba el carácter innovador, rebelde y provocador de las nuevas tendencias.
Las vanguardias reaccionan contra los valores, las producciones estéticas y la tradición literaria de la burguesía de la
época y suponen una verdadera ruptura con la estética precedente, especialmente en la poesía. Se oponen a veces con virulencia a la estética anterior y proponen concepciones profundamente nuevas del arte y de las letras.
Los "ismos" vanguardistas se suceden a un ritmo muy
rápido. Muchos afectan por igual a las artes plásticas, al arte
escénico o cinematográfico, y a la literatura. Algunos pasan
como efímeras modas, otros dejan una huella imborrable.
El Novecentismo y las Vanguardias
CARACTERÍSTICAS
 Tendencia a la formación de grupos, a la declaración de
sus principios en manifiestos y a la publicación de sus
obras en revistas literarias.
 Oposición a la tradición artística y cultural anterior
(especialmente el realismo) y afán de un cambio total.
 Rechazo de la imitación de la realidad, la verosimilitud
(antirrealismo). La obra artística debía crear una nueva
realidad, que tuviera valor por sí misma y no por semejanza.
 Rechazo del sentimentalismo y la subjetividad en favor del vitalismo y el juego. El rechazo de la lógica, la
expresión de la interioridad por medio de los sueños y lo
inconsciente, llevaron a los poetas vanguardistas a las
asociaciones arbitrarias, irracionales.
 Voluntad de renovación y experimentación poética,
que se expresa en los siguientes rasgos: preferencia por
las metáforas y las imágenes (asociaciones entre términos sin relación con lo real) que se acumulan en un
poema; ausencia de rima, de enlaces sintácticos y de signos de puntuación; disposición tipográfica especial del
poema en la página, en la búsqueda de efectos visuales y
plásticos; creación abundante de neologismos.
 Escasa duración: los distintos movimientos se siguen
unos a otros en intervalos de pocos años.
 Entusiasmo por el mundo moderno y exaltación de la
ciudad. A los artistas les fascinan los inventos de la sociedad moderna, las máquinas: el automóvil, el teléfono,
el telégrafo, la cámara fotográfica, los tranvías, los avio5
nes. El cine —uno de los grandes inventos del siglo— influirá en la obra de vanguardistas y del grupo del 27. Las
Vanguardias muestran también predilección por los juegos, los deportes y la nuevas diversiones: el tenis, el
fútbol; el cabaret, el jazz…
3.
LAS VANGUARDIAS EN EUROPA
FUTURISMO
Fundado por el italiano Marinetti, que publicó en París,
en 1909, su primer Manifiesto futurista. La ruptura total con el
pasado y la exaltación del "esplendor geométrico y mecánico
del mundo moderno", son sus rasgos más característicos:
Admiración por la civilización mecánica y los progresos
técnicos: las máquinas, la velocidad, los grandes inventos (el
tren, el avión, la electricidad, etc.), el movimiento, los deportes... ("Un automóvil de carreras es más hermoso que la Victoria de Samotracia"). Desprecio por los temas humanos y
sentimentales ("El hombre no tiene ningún interés"; "El dolor
humano no es más importante que el que siente una lámpara
eléctrica en un cortocircuito") Destrucción de la puntuación
ortográfica y de la sintaxis, supresión de los adjetivos, empleo del verbo sólo en infinitivo, etc., con el fin de conseguir
el ideal de las palabras en libertad y un estilo rápido y dinámico. El futurismo fue un movimiento rico en teorizaciones,
pero pobre en resultados literarios, con la notable excepción
de algunos poetas rusos, como Maiakovski. Su mayor contribución a la literatura fue la incorporación de nuevos temas
como las máquinas, la velocidad, lo guerrero, etc.
El Novecentismo y las Vanguardias
CUBISMO
El cubismo literario fue creado por el escritor francés
Guillaume Apollinaire en 1913 como derivación del cubismo
pictórico (Picasso, Braque, Gris). Descompone la realidad
para recomponerla después libremente mediante la simultaneidad de planos y el collage; da importancia a la disposición
tipográfica visual-espacial de las palabras, como en los famosos caligramas de Apollinaire, cuyos versos dibujan el objeto
del que hablan; propugna el antisentimentalismo y el humor.
EXPRESIONISMO
De origen alemán, se desarrolló en todas las artes desde
principios de siglo. En el expresionismo importan más las
realidades internas que las externas; no interesa explicar el
mundo como es, sino como lo ve el artista. El artista ha de
proyectar sobre la realidad sus tensiones espirituales, su yo
angustiado y atormentado, lo que provocará una visión trágica y deformada del mundo, para producir una fuerte impresión en el público.
DADAÍSMO
Fundado en 1916 por el rumano Tristan Tzara, es posiblemente el vanguardismo más radicalmente destructivo. El
nombre del movimiento procede de la palabra dada («da-da»
intenta representar el balbuceo infantil), y fue elegido
abriendo al azar las páginas de un diccionario. El dadaísmo
parte de la negación absoluta de todo, incluso del arte y de la
literatura; más que de crear, habla de destruir: "El más aceptable de los sistemas es no tener ninguno". Así, propugna la
duda sistemática, la burla y el humor corrosivo, la rebelión
contra la lógica y el sentido común, la creación de un lengua6
je incoherente que fuera reflejo de las contradicciones de la
vida. Se trata, pues, de una fórmula de vivir antes que de un
movimiento literario. Una muestra de todo ello es la famosa
receta de Tzara para escribir un poema dadaísta: tijeras, un
periódico, el azar y cola de pegar.
SURREALISMO
Es, sin duda, el movimiento vanguardista más importante. El primer manifiesto surrealista apareció en París en
1924, firmado por André Breton. Además de renovar el arte,
el surrealismo pretende también cambiar la vida. Para ello es
necesario acceder a una realidad más alta (de ahí el nombre,
«sur-realisme», lo que está por encima de la realidad: superrealismo, sobrerrealismo o suprarrealismo, traducciones más
exactas de la palabra francesa). Y esa realidad se encuentran
sobre todo en lo más hondo de las personas, en el subconsciente. La función del arte debe consistir en explorar el subconsciente, liberando al individuo, como propugnaba Sigmund Freud, de los impulsos reprimidos en él por las convenciones morales y sociales.
Como método para acceder al subconsciente, proponen
la escritura automática, que consiste en escribir al “dictado
del pensamiento” con ausencia de todo control ejercido por
la razón y al margen de toda preocupación estética y moral.
La escritura automática da como resultado un lenguaje ilógico para la razón pero cargado de sugerencias y evocaciones.
Se recurre también a la imagen visionaria o metáfora surrealista, no basada en la lógica o la semejanza real sino en la
asociación libre, ilógica e inesperada de ideas y palabras,
como "el encuentro de un paraguas y una máquina de escriEl Novecentismo y las Vanguardias
bir encima de una mesa de quirófano".
Otros temas frecuentes del surrealismo son el mundo de
los sueños (en los que a menudo aflora, según Freud, el subconsciente) y el humor negro. El influjo del surrealismo, especialmente la escritura automática (emparentada con el
monólogo interior de la novela moderna) y la imagen o metáfora producto del mundo onírico o del inconsciente del autor, ha sido de gran importancia en toda la literatura posterior.
4.
EL VANGUARDISMO ESPAÑOL
Dos son los vanguardismos de origen hispánico, y ambos
casi exclusivamente poéticos: el creacionismo y el ultraísmo.
EL CREACIONISMO
Presenta con el Ultraísmo ciertas afinidades debidas a raíces comunes. Lo inició en París el chileno Vicente Huidobro,
autor de Altazor. Se concibe el poema como un objeto autónomo, que no tiene nada que ver con la realidad (el arte deja de
"imitar" a la realidad), sembrado de impactantes imágenes, de
yuxtaposiciones efectistas y de letras y secuencias de palabras
de carácter aleatorio. El fundamento lingüístico del poema
creacionista está en escribir como quien juega, creando asociaciones casuales y arbitrarias de palabras. En España encontramos influencia creacionista en Gerardo Diego (miembro de la
Generación del 27). Desapareció muy pronto, asimilándose al
Ultraísmo.
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EL ULTRAÍSMO
Recoge elementos futuristas y cubistas, y añade algún eco
del Dadaísmo. El nombre del movimiento indica la voluntad de
ir "más allá" del Novecentismo imperante. En la forma rechaza
lo ornamental y busca imágenes nuevas, metáforas de múltiples sugerencias. Su principal promotor fue Guillermo de Torre, que ilustró sus doctrinas con los poemas "visuales" del libro
Hélices (1923). Este es un movimiento nacido y desarrollado
totalmente en España. Características principales: Uso de la
sugerencia, la sinestesia y la imagen; supresión de la rima y de
la puntuación; representación visual-espacial del poema (como
los "caligramas"); tendencia a la evasión y al juego gratuito de
palabras; antisentimentalismo; preferencia por temas emparentados con el Futurismo. Poetas ultraístas fueron Pedro Salinas,
Gerardo Diego y Jorge Guillén, todos ellos autores de la Generación del 27.
Además de los varios tomos de greguerías, Ramón escribió
multitud de cuentos y varias novelas, como El novelista (1923),
El torero Caracho (1926) y El caballero del hongo gris (1928). En
ellas, y siguiendo su idea de la novela libre, el argumento es
sustituido por reflexiones, divagaciones, cuadros, etc.
Es autor también de ensayos (El Rastro), biografías (Quevedo, Goya, Valle-Inclán), memorias (Automoribundia, su propia
autobiografía) y teatro, completamente innovador: El drama del
palacio deshabitado, Los medios seres.
RAMÓN GÓMEZ DE LA SERNA
Los vanguardismos llegaron en seguida a España, a través
sobre todo de revistas como Revista de Occidente, fundada por
Ortega y Gasset, y La Gaceta Literaria, creada por Giménez Caballero y Guillermo de Torre. Pero el máximo impulsor de las
Vanguardias en España fue Ramón Gómez de la Serna (18881963).
La obra de Gómez de la Serna, siempre original y a menudo inclasificable, tiene como base la greguería. Él mismo la definió como humorismo + metáfora, y consiste esencialmente en
una ingeniosa asociación de ideas o una metáfora insólita, resumida en una breve frase: "El arco iris es la bufanda del cielo";
"El hielo se derrite porque llora de frío".
El Novecentismo y las Vanguardias
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LAS VANGUARDIAS MÁS RELEVANTES
Expresionismo
Surge en Alemania en 1905
Futurismo
Iniciado por Marinetti en 1909
Dadaísmo
Creado por T. Tzara en 1916
Cubismo
Aparece en Francia hacia 1907
Surrealismo
André Breton publica su primer
manifiesto en 1924.
El Novecentismo y las Vanguardias
Aunque es la primera vanguardia, cobra verdadera importancia después de la guerra europea. El artista
deforma sistemáticamente la realidad para reflejar la angustia y su concepto atormentado de la vida y del
arte. Sin romper totalmente con la tradición cultural anterior, utiliza un estilo recargado y violento. Influyó
especialmente en el cine, la pintura y la escenografía teatral.
Fascinado por lo moderno, técnico y belicoso, quiere destruir el pasado y proclama el amor al peligro y a
la violencia. Exalta lo masculino frente a lo femenino, lo nacional frente a lo universal. Por su ideología, se
le relacionó con el fascismo italiano. Utiliza juegos de palabras y onomatopeyas, y prescinde de la puntuación y de los nexos oracionales. Desprecia la intimidad y el sentimentalismo.
Pretende destruir todo lo anterior a través del disparate y del exhibicionismo. Provoca el escándalo
por medio del humor y la extravagancia en el comportamiento de los autores adscritos a este movimiento.
Fue un movimiento efímero y acabó integrándose en el Surrealismo.
Afecta a todas las artes plásticas. Defiende la independencia absoluta del arte y reorganiza la realidad mediante cuadros simultáneos (creando espacios geométricos) y bidimensionales, sin una relación
aparente entre ellos. Mezcla distintos elementos a la manera del collage. En literatura se tradujo en una
escritura fragmentada, sin aparente ilación, y en una cambiante disposición tipográfica (caligramas). Está
representado por Guillaume Apollinaire (Caligramas) y Vicente Huidobro.
Es el movimiento vanguardista más importante y con más repercusiones en la literatura. Influido
por el psicoanálisis de Freud y las teorías de Marx, pretende la liberación de los impulsos inconscientes
más íntimos, atenazados por las convenciones burguesas. En literatura proponen la escritura automática, en
la que se combinan de forma inconsciente imágenes insólitas, rompiendo la lógica por medio de asociaciones libres de ideas. Abordan temas poco convencionales como el sadismo, el masoquismo, la crueldad, el
humor negro. Pactó durante un tiempo con el marxismo al creer que éste ayudaría a liberar al hombre, pero
se acabó distanciando de él. Obras fundamentales de esta corriente son Los campos magnéticos De A. Breton y Capital del dolor de Paul Éluard. Tuvo una gran influencia en la Generación del 27 y, a partir de la
Segunda Guerra Mundial, en los escritores hispanoamericanos.
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