" " La Escultura Funeraria

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LIBROS uno por uno
La Escultura Funeraria
en España
En ese libro, era Guadalajara la
provincia estrella. Por el mérito irrebaLa Escultura Funeraria en España tible de ser, con mucho, la más pobla(provincias de Ciudad Real, Cuenca da de las tres por este tipo de monumentos funerarios, artísticos en grado
y Guadalajara)
sumo, cruciales en la trayectoria del
Colección "Proyecto Lucena" nº 1
arte español, densos de colocación en
AACHE Ediciones
espacios como la catedral de Sigüenza,
Guadalajara, 2000
la iglesia de San Ginés de Guadalajara,
296 págs., 120 grabados bitonos.
el templo parroquial de Fuentes de la
Encuadernación en tela.
Alcarria. El libro añadía, entonces, una
colección de fotografías del propio auUno de esos libros que a los colec- tor, impreso todo ello sobre un papel
cionistas y entendidos en arte siempre satinado y brillante que ha resistido el
les puso los dientes largos, por lo paso de los años, y que a comienzos
magnífico que era y por lo difícil de de siglo pasaba por ser uno de los más
encontrar que se había hecho, es el de bellos libros de la época.
La Escultura Funeraria en España
de Ricardo de Orueta. Una especie de
«eldorado» de la bibliografía, que solo
rebuscando en las librerías de viejo aparecía de tarde en tarde, y por el que
había que pagar cifras fabulosas.
¿Qué tenía este libro para ser tan
codiciado? Pues algo en lo que se
cimentan, y se cimentarán siempre, los
buenos libros: información equilibrada,
sabia, abundante y fundamental. Y
belleza en la edición, delicadeza, lujo
incluso. Eso lo tenía la primera edición
de esta obra, que apareció en Madrid,
en 1919. Un estudio completo, exhaustivo, novedoso, exquisito, del crítico de
arte malagueño Ricardo de Orueta,
sobre un centenar de piezas
escultóricas que constituyen (constituían entonces) señalados enterraPues bien: la rareza ha dejado de
mientos de personajes eclesiásticos y
laicos. De mujeres también, piezas cla- serlo, y ahora, gracias al esfuerzo culves de la historia. Todo ello alrededor tural que la editorial AACHE de
de tres provincias castellano-manche- Guadalajara viene haciendo sin respiro
gas: de Ciudad Real, Cuenca y apenas, desde hace ya diez años, cuaja ahora en una reedición de este libro
Guadalajara.
de Orueta, una nueva entrega, estrictamente fiel al original, en texto y fotos, pero con unas técnicas tipográfiRicardo de Orueta
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cas e impresoras de fin de siglo, que
nos hacen prestarnos al gozo de tenerlo en las manos, de pasar sus páginas
cuajadas de imágenes con gozo, y de
leerlo luego despacio, saboreando frases, anotando datos, preparando viajes
para más adelante ir a visitar tantas
maravillas a medias escondidas, o -en
muchos, en demasiado casos- para
recordar las ya desaparecidas para
siempre.
"
En este libro
aparece buena parte
del patrimonio
expoliado
y desaparecido
de Guadalajara
"
Acaba de salir a los escaparates
de las librerías esta nueva edición de
La Escultura Funeraria en España
de Orueta. No es pecar de exagerados si decimos que el libro es una
verdadera joya editorial, un imprescindible puntal para el conocimiento del
denso, y tantas veces ignorado, patrimonio monumental de nuestra región
castellano-manchega, de nuestra provincia de Guadalajara. Respetando el
orden de artículos (van descritos por
cronología estricta, desde el siglo XIV
al XVII) y con la reproducción de las
originales fotografías, en esta ocasión
revitalizadas muchas de ellas, gracias
a técnicas informáticas, con impresión
a bitonos que les acentúan el interés y
la belleza. Una serie de índices finales
sirven para localizar rápidamente las
piezas escultóricas estudiadas, bien por
personaje, bien por localidad, o incluso
por el artista que la realizó, si se conoce su identidad.
LIBROS uno por uno
La catedral de Sigüenza es la protagonista de este libro, sin duda alguna. En los muros de sus naves, de sus
capillas, de su presbiterio, se ven todavía las equilibradas posturas de obispos, caballeros, damas y pajes. Desde
los antiquísimos enterramientos de los
obispos don Bernardo, don Alonso y
don Pedro, a esa monumental y universal talla de don Martín Vázquez de
Arce, el Doncel de Sigüenza, que para
Orueta supone la cumbre de la
estatuaria funeraria mundial. Y además piezas de las iglesias de Santa
María, San Ginés y San Nicolás en
Guadalajara. Otras muchas de parroquias mínimas y escondidas como La
Fuensaviñán, Beleña, Jadraque,
Cogolludo o Mondéjar. O la memoria
de aquellas que, como ocurrió en
Tamajón con los esposos Montúfar, en
Fuentes de la Alcarria con los herma-
nos Barrionuevo, o en Alcocer con doña
Mayor Guillén de Guzmán, la amante
del rey Alfonso el Sabio, fueron destruidas, o robadas, y nunca más se
volvió a saber de ellas.
Un libro, en definitiva, que se presenta como un auténtico acontecimiento
cultural en el panorama de los libros y
la lectura de nuestra tierra. Inaugurando, además, una colección y un objetivo que AACHE ha explicado como
«revolucionario» en el capítulo de la
cultura escrita en Guadalajara: el Proyecto Lucena del que en la contraportada de esta Revista se da cuenta de
sus características e intenciones. Por
el momento no nos queda más que dar
la bienvenida a esta obra magnífica,
tentadora y crucial para el conocimiento de nuestra raíz más entraña. La que
se plasma sobre el mármol, la madera
o el alabastro de la Alcarria.
El Doncel de Sigüenza
es protagonista indiscutible
de este libro de Arte español.
Muchas piezas descritas en este libro ya no existen... Alcocer, Guadalajara....
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Personajes de relieve
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En el libro de Orueta sobre la
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escultura
funeraria en las provin123456789012345678901234567890121234567890123456789
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cias
de
Ciudad
Real, Cuenca y
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Guadalajara,
hay
simples notas
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referenciales, y verdaderos estu123456789012345678901234567890121234567890123456789
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dios pormenorizados. Entre las pri123456789012345678901234567890121234567890123456789
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meras, algunas que nos mues123456789012345678901234567890121234567890123456789
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tran por primera y última vez, es123456789012345678901234567890121234567890123456789
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tatuas funerarias que pasaron al
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recuerdo de lo perdido. Así el ca123456789012345678901234567890121234567890123456789
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ballero que había en los almace123456789012345678901234567890121234567890123456789
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nes del Instituto «Brianda de
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Mendoza» y que tras la Guerra
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se perdió. Lo mismo que ocurrió
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con el caballero Beltrán de Azagra
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que envuelto en escudos y leyen123456789012345678901234567890121234567890123456789
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das se mostraba en una capilla
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de la iglesia de San Esteban. O
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123456789012345678901234567890121234567890123456789
la espléndida escultura en made123456789012345678901234567890121234567890123456789
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ra aún policromada cuando Orueta
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123456789012345678901234567890121234567890123456789
la vio de doña Mayor Guillén de
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Guzmán, en la clausura de las
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monjas clarisas de Alcocer.
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Pero los estudios que hace el
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autor
de este libro en torno a la
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espléndida (y todavía muy poco
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conocida) estatua funeraria del
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comendador de Santiago don
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Rodrigo de Campuzano, en una
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capilla lateral de San Nicolás de
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Guadalajara, y que sin duda el
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mismo Orueta ya avanza que se
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había tallado en el mismo taller
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que la del Doncel seguntino; el
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lujoso y arrebatado aire borgoñón
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del enterramiento del Cardenal de
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San Eustaquio en la catedral de
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Sigüenza; el análisis meticuloso,
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a medias entre filosófico y artísti123456789012345678901234567890121234567890123456789
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co, del sepulcro del Doncel (lo
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mejor del libro) y finalmente esa
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honda reflexión sobre el arte y la
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psicología que Orueta borda en
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torno al grupo de Francisco de
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Eraso y su mujer Mariana de
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Peralta protegidos por San Fran123456789012345678901234567890121234567890123456789
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cisco, hoy desmontado en
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Mohernando, son las claves de
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esta obra.
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