LA OBEDIENCIA EN LA POLICÍA. La Ley 7/2007, de 12 de abril, del

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LA OBEDIENCIA EN LA POLICÍA.
La Ley 7/2007, de 12 de abril, del Estatuto Básico del Empleado Público:
Establece que las disposiciones de este Estatuto sólo se aplicarán directamente cuando así
lo disponga su legislación específica al siguiente personal:
Artículo 4. e) Personal de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad.
Artículo 54. 3. Obedecerán las instrucciones y órdenes profesionales de los
superiores, salvo que constituyan una infracción manifiesta del ordenamiento jurídico, en
cuyo caso las pondrán inmediatamente en conocimiento de los órganos de inspección
procedentes.
A su vez la Ley Orgánica 4/2010, de 20 de mayo, del Régimen
disciplinario del Cuerpo Nacional de Policía. Fija lo siguiente:
Disposición Final Sexta Aplicación a los Cuerpos de Policía Local .- La
presente Ley Orgánica se aplicará a los Cuerpos de Policía Local de acuerdo con lo
previsto en la legislación orgánica reguladora de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad.
Artículo 8.b) La desobediencia a los superiores jerárquicos o los responsables del
servicio con motivo de las órdenes o instrucciones legítimas dadas por aquellos, salvo que
constituyan infracción manifiesta del ordenamiento jurídico.
Por consiguiente los funcionarios policiales deben respeto y obediencia a los
superiores jerárquicos y por tanto acatar tales órdenes con exacta disciplina.
Dos son los aspectos que encierra estas normas; uno objetivo, obedecer las
órdenes dadas por los superiores y otro subjetivo, el respeto y la consideración debida que
debe el inferior al superior. Ambos elementos cooperan a que la jerarquía y la autoridad
sean operativos en la organización policial.
La obediencia y respeto del funcionario queda plasmado en ambas normas
jurídicas, lo que originan una doble protección: una disciplina, con una doble aspecto, a
través del régimen disciplinario como falta grave.
Otra protección de carácter penal, a través del artículo 410,1º del CP, conminando
a la eficacia de la obediencia debida, y que castiga a las autoridades o funcionarios
públicos que se negaren abiertamente a dar el debido cumplimiento a resoluciones
judiciales, decisiones u órdenes de la autoridad superior, dictadas dentro del ámbito de su
respectiva competencia y revestidas de las formalidades legales, incurrirá en la en las
penas de multa de doce a veinticuatro meses, e inhabilitación especial para empleo o
cargo público por tiempo de uno a tres años.
LA OBEDIENCIA DEBIDA A LOS SUPERIORES
Se ha discutido doctrinalmente el contenido del deber de obediencia. Para (1) Max
Weber, la obediencia debe ser absoluta sin que el funcionario obligado deba plantearse la
legalidad de la orden recibida: “Sin esta disciplina moral, en el sentido más alto del
vocablo, y sin abnegación todo el aparato se vendría abajo”.
Otro autor (2) Georg Lukács, “la elevación a (3) weltanschauung del espíritu
burocrático tiene como consecuencia que ante la objetividad del mandato todas las
inclinaciones y opiniones individuales sean degradas al nivel de mera subjetividad”.
(4) Muños Machado, defiende, el deber de obediencia condiciona la libertad del
funcionario, que no puede prevalecer sobre la orden jerárquica.
Para (5) León Duguit y (6) Raymond Carre de Malberg, en cambio, el deber de
obediencia únicamente era debido a la Ley no existiendo una obediencia al superior
jerárquico únicamente a la Ley y a los Reglamentos por incidencia del principio de
legalidad. Este criterio posteriormente fue rebatido por (7) Maurice Hauriou para quien la
organización jerárquica significa superposición de grados en una organización de agente
de tal suerte que los agentes inferiores cumplen sus funciones no por obligación directa y
única de observar la Ley, sino, como se deduce del estudio de Muños Machado, por la
necesidad de que la Administración Pública cumpla sus objetivos y las obligaciones del
servicio que gestiona.
EL ASPECTO PENAL
Penalmente, el principio de obediencia jerárquica se sitúa bajo el principio de
legalidad, lo que causa la aplicación del artículo 25 de la CE en relación con el artículo
103.1º de la CE que somete a la Administración Pública a la Ley y al Derecho.
La doctrina penalista si bien en un primer momento determinó que el bien jurídico
protegido era el principio jerárquico de la organización administrativa, posteriormente ha
evolucionado hacia la protección del ejercicio legítimo de la autoridad, como apunta (8)
Tomás S. Vives Antón, conforme a los principios y criterios del artículo 103.1º de la CE para
servir los intereses generales. (9) Imeldo Álvarez García, que son los que justifican la
existencia de funcionarios y autoridades, pues sólo entonces merece la consideración de
legítimo el ejercicio de la autoridad.
La jurisprudencia del Tribunal Supremo concreta el bien protegido en la buena
marcha y orden de la Administración en todas sus esferas, como establecen las SSTS de 6
de marzo de 1987; 15 de febrero de 1990; 5 de diciembre de 1990; 14 de octubre de 1992
y 14 de marzo de 1994, cuyo FD segundo establece:
(...) El bien jurídico protegido penalmente en este tipo delictivo es la buena marcha
del orden de la Administración en todas sus esferas, el servicio público que es obligación
debida a la dignidad de todos los ciudadanos y, en definitiva, la legitimidad de toda la
función administrativa. Es indudable que el incumplimiento de las decisiones de los
Tribunales constituye una vulneración de este bien jurídico y que en el presente caso no
concurre ninguna causa que la justifique”.
Para ser apreciado el delito de desobediencia se exige la concurrencia de los
siguientes requisitos:
Existencia de una relación jerárquica y funcionarial entre el funcionario y la
autoridad ordenante. SSTS de 10 de octubre de 1990 y 7 de junio de 1995.
Existencia de una orden dada por el superior jerárquico competente por
razón de la materia. SSTS de 23 de noviembre de 1994 y 20 de junio de
1995. El TS reitera la necesidad de la existencia de una orden legítima
emanada de autoridad competente, cumpliendo todos los requisitos y que
vincule al que la recibe por caer dentro de los deberes de su cargo. SSTS de
25 de febrero de 1994 y de 28 de abril de 1995.
Negativa del funcionario a cumplir abiertamente el contenido de las órdenes
de la autoridad superior, negativa abierta, patente y categórica. STS de 16
de marzo de 1993.
La negativa se produce cuando se exterioriza verbalmente, por escrito o
gestualmente, la voluntad opuesta al acatamiento de aquellas decisiones, como cuando se
produce una pasividad callada, la interposición de trabas o impedimentos delatadores de la
voluntad rebelde del agente. En este sentido inveterada jurisprudencia del TS, sentencias
de 9 de diciembre de 1964; 16 de marzo de 1993; 18 de abril de 1997 y 11 de octubre de
1997, interpretan el vocablo abiertamente, en el FD segundo señalado:
El destinatario de la orden son autoridades o funcionarios públicos sometidos
jerárquicamente y relacionados con su superior a través del Derecho
Administrativo y disciplinario. El funcionario o la autoridad deben tener el
deber de dar el debido cumplimiento a la orden recibida.
(1)
(2)
(3)
(4)
(5)
(6)
(7)
(8)
(9)
El político y el científico.
Problemas del realismo.
Weltanschauung = Cosmovisión.
Tratado de Derecho administrativo y Derecho público general
El origen del ordenamiento jurídico.
Teoría General del Estado.
Derecho administrativo y derecho público
La libertad como pretexto.
Narraciones policiales.
Pedro Vizcaíno Villa
15-09-2013
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