REFUGIO / SOSTENIMIENTO Antes que nada, querría agradecer al

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REFUGIO / SOSTENIMIENTO
Antes que nada, querría agradecer al Presidente de la República, Giorgio Napolitano, habernos
otorgado la ‘Medaglia di Rappresentanza’ por este evento y, junto a todo el personal del
Servicio Jesuita a Refugiados, expresarle nuestra gratitud a su Excelencia, Presidente
Napolitano, por este importante reconocimiento. También quiero trasladar de todo corazón
nuestro agradecimiento al Presidente del Senado, el Muy Honorable Pietro Grasso, por su
mensaje de buenos deseos a todos aquellos que de una u otra manera han hecho posible este
acto.
Estamos aquí hoy, conmemorando el Día Mundial de los Refugiados, para anunciar la
presentación de la exposición fotográfica ‘Refugio y Sostenimiento’: la hospitalidad en
situaciones de emergencia, las crisis siria y congoleña.
Antes de continuar, yo no voy a entrar en detalles sobre el Congo ni ofrecer conclusiones sobre
Italia o Europa. Para ello contamos con tres conferenciantes que conocen bien estos temas; sin
embargo, me gustaría hacer algunas observaciones generales y comentarios sobre Siria.
Esta noche, los rostros de los refugiados y sus vidas se proyectarán en la fachada de la Iglesia
del Gesù, para que cualquier paseante los vea.
Mostrar los rostros de los refugiados en la frontispicio de esta iglesia tiene un sentido
profundo. Como nos ha recordado el Papa Francisco, Cristo está en todos los refugiados y los
refugiados son una parte de Cristo.
Esta exposición, Refugio y Sostenimiento, muestra aquello a lo que los refugiados tienen
derecho. Para las personas expulsadas de sus hogares, la palabra REFUGIO representa el valor
de unas puertas abiertas y de proteger los derechos humanos fundamentales, que son
sagrados para todos nosotros, y que así deben mantenerse.
Nosotros como Iglesia promovemos las palabras y los mensajes de los refugiados, que a
menudo pierden sus voces en medio del conflicto y, en su nombre, trabajamos en favor de
políticas más justas. Este valor no sólo lo apoyan los cristianos, sino todas las personas de
buena voluntad, desde Damasco a Roma, desde Kinshasa a Nueva York.
Los refugiados necesitan también un sostenimiento que va más allá de comida, agua, vivienda,
ropa… sus necesidades incluyen esos deseos más profundos que nos nutren: relaciones
humanas, amistad compasiva, conocimiento, hospitalidad.
La proyección que vamos a mostrar esta noche es el Evangelio en forma de imágenes. Jesús
dijo: "Tuve hambre y me dieron de comer, tuve sed y me dieron de beber, fui forastero y me
acogieron", recordándonos que todos merecemos alimentos, refugio y hospitalidad. La comida
alimenta, el refugio protege y la hospitalidad abre puertas. Hoy en día, la educación es
también una forma de alimento, protección y hospitalidad, que construye futuros.
Nuestra especial atención hacia los refugiados sirios y congoleños revela nuestra creencia en la
importancia de la hospitalidad en las emergencias. Es a menudo en los momentos más oscuros
de la vida cuando la generosidad de los seres humanos pasa a un primer plano, cuando su
impacto es tan crucial.
Por ejemplo, en Siria, unas 100.000 personas han muerto desde el inicio del conflicto y casi 6
millones de personas se han visto desplazadas de sus hogares, ya sea dentro o fuera del país.
Racionalmente, podría parecer que no se puede hacer nada. Pero no podemos cruzarnos de
brazos. Inspirado por el amor de Jesús, el JRS seguirá trabajando para aliviar el sufrimiento de
tantas personas como pueda – en la actualidad hay 100.000 en Damasco, Homs y Alepo y las
zonas rurales circundantes –, junto con muchos entidades comprometidas.
Toda la población siria está sufriendo, y el JRS atiende a todos sin discriminación,
independientemente de su fe, inspirado en las palabras de Jesús. La labor es peligrosa, pero los
500 voluntarios y el personal del JRS - cristianos y musulmanes – trabajan juntos para ayudar a
sus vecinos compartiendo el valor de una profunda compasión.
LA COMIDA ALIMENTA. Los voluntarios que trabajan en lugares como la cocina de campaña de
Alepo son la razón de que nuestra presencia sea tan fuerte en el país, a pesar de la violencia.
Los voluntarios de la cocina de campaña están ahí, en medio de una guerra para servir un plato
de comida caliente diario a 17.000 personas que han perdido sus hogares. Ellos demuestran
que la comida es más que un mero sustento físico, es una manera de sostener una
comunidad.
Se trata de seres humanos que se unen por un objetivo más elevado. Proveyendo este
sustento, no sólo se satisfacen las necesidades físicas, sino también las necesidades
espirituales y emocionales al poner a la persona en el centro, dejando las diferencias en la
puerta.
EL REFUGIO PROTEGE, LA HOSPITALIDAD ABRE PUERTAS. Ofrecer refugio es otra forma en la
que los refugiados pueden encontrar apoyo emocional. Para una organización como el JRS, la
vivienda es algo más que un lugar para dormir, es un hogar donde los refugiados se sienten
protegidos, aunque sólo sea por un tiempo.
Todos somos conscientes del peligro a los que se enfrentan los refugiados y los migrantes,
como consecuencia de la falta de protección. No quisiera negarlo ni minimizarlo, pues estoy
aquí para hablarles de otra verdad, la de las comunidades que abren sus puertas a los
refugiados. Tal vez esto no sea lo que generalmente sucede, pero ocurre, haciendo posible que
los refugiados y sus nuevas comunidades construyan un futuro común.
En Siria, mezquitas, iglesias, edificios escolares… están a disposición de miles de personas que
lo han perdido todo. Las comunidades de acogida, que sí están sufriendo los efectos de la
guerra son a menudo los primeros en responder.
Sólo imaginen lo que se siente al ser arrancado de todo lo que se conoce y de todas personas
cercanas. Difícilmente haya un peor momento en la vida de nadie. Es precisamente en ese
instante en que los refugiados llegan a un nuevo país, en que la hospitalidad es tan
importante. Habiendo huido de la persecución, la pobreza y la violencia, los refugiados buscan
un lugar seguro donde reconstruir sus vidas. La hospitalidad lo hace posible, pero también
debe ser práctica: se trata de comida y refugio, y de medios para reconstruir una sensación de
comunidad.
LA EDUCACIÓN RECONSTRUYE FUTUROS. Mantener a los niños en la escuela es una de las
principales maneras de reconstruir esa sensación de comunidad. La educación restaura un
sentido de normalidad a sus vidas y les ofrece un respiro frente al caos del conflicto; un lugar
en el que sólo pueden ser niños.
Las emergencias - guerras o también desastres naturales - no desaparecen de la noche a la
mañana, sino que afectan a la gente durante años en los que generaciones enteras pueden
quedar sin educación. Esto es peligroso. La ignorancia nutre la violencia que, por su parte, se
convierte en un círculo vicioso. Sólo a través de la educación generaciones de niños refugiados
podrán tener las mismas oportunidades que se les ofrecen a los demás de construir
comunidades de paz y de respeto a la diferencia. Pero no sólo eso, la educación brinda la
oportunidad de forjar a los líderes del mañana, que entenderán los terribles efectos de la
violencia y del conflicto y que han encontrado la fuerza para superarlos.
Los refugiados no pueden permitirse desaprovechar esta oportunidad, ya que saben muy bien
que son ellos los perjudicados. Y nosotros tampoco nos podemos permitir que sus energías se
pierdan.
CONCLUSIÓN. Hay tantas cosas por hacer, en tantos ámbitos. Supongo que la responsabilidad
principal recae en los gobiernos de las naciones de donde salen los refugiados. La violencia
tiene que terminar. Nada productivo surge de la guerra. Pero los gobiernos occidentales y
regionales también tienen que asumir su responsabilidad y ayudar a los estados vecinos como Jordania y el Líbano - que acogen a más de 1,5 millones de refugiados sirios.
Pero nosotros, los ciudadanos corrientes también tenemos un papel importante: abrir
nuestras puertas a los refugiados y crecer juntos combinando nuestras aportaciones.
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