LIBERANDO AL ESPÍRITU INTRODUCCIÓN La ministración debe dirigirse prioritariamente al espíritu, para que a su vez éste ministre al alma. En la figura, Lázaro representa el espíritu del hombre, María el alma y Marta el cuerpo. Cuando aceptamos la salvación de Cristo Jesús, al recibirle a Él como Señor de nuestra vida, se da un proceso de resurrección y levantamiento del espíritu del hombre, el cual lleva de espíritu muerto a espíritu vivificado sentado a la mesa con Jesús. DESARROLLO 1. Espíritu muerto: Lázaro muerto, pudriéndose dentro de la tumba. Jn 11:39 Esta es nuestra fase de vivos muertos, con el cuerpo vivo pero el espíritu muerto, cuando andábamos perdidos en delitos y pecados, estando nuestro espíritu muerto y por consiguiente no entendíamos las cosas del Espíritu, éramos simplemente hombres. Jue 16:17 2. Quitando la piedra: Jn 11:39 Había un obstáculo entre Lázaro, el espíritu, y la luz del mundo, Jesús; una piedra. Esta piedra figura aquí aquellas áreas que constantemente son razón de caída para nosotros, las cuales no nos ministramos. Tal obstáculo no podía ser quitado desde dentro, tuvo que ser quitado desde fuera, ministración. Cuando quitan la piedra, sale olor a muerto de cuatro días. Son olores de la descomposición de la carne a pesar de los preparativos que seguramente habían aplicado a Lázaro al momento de ponerle las vendas. El mal olor figura las obras de la carne, obras muertas Heb 9:14, las cuales salen al momento de ministrarnos. Posteriormente, ya Lázaro resucitado pero sin salir de la tumba, el olor continuaba pero ya no era por la carne de Lázaro, sino era el remanente que quedaba de la pudrición anterior. Cuando nacemos de nuevo en Cristo Jesús, durante cierto tiempo nos siguen los olores a muerto, la secuela de las obras muertas del pasado. Al quitar la piedra entró la luz a la tumba de Lázaro, las tinieblas se separaron de la luz y dio inicio la resurrección de Lázaro, aquel que estaba en tinieblas y sombras de muerte vio una gran luz. Is 9:2 3. La voz del Hijo: Cristo llama a Lázaro y lo vivifica 1Cor 15:22. Se realiza aquí la resurrección de Lázaro, el cual dentro de la tumba y envuelto en las vendas resucita, pero no sale de la tumba. Jesús llamó a Lázaro por nombre Jn 11:43 y resucita, ante la voz y el Espíritu que vivifica nuestro espíritu es resucitado pero todavía no es llamado a salir de la tumba. Cuando nos convertimos a Cristo Jesús, Él nos vivifica y el espíritu muerto resucita, pero aún no se le permite salir de la tumba. 4. Le manda salir: Lázaro, el espíritu, se enfrenta a una orden poderosa: Ven afuera. La voz ordena y dirige a Lázaro hacia el lugar a donde debía ir: A Cristo Jesús. De allí que cuando nos convertimos comenzamos a caminar en pos de Cristo como una orden y nuestro espíritu recibe la orden de salir y ver las cosas que solamente fuera de la tumba se ven. 5. Vendado y atado: Jn 11:44 Notemos que Lázaro salió pero completamente vendado y atado de pies y manos. El Espíritu Santo lo tomó y lo sacó a la luz, fue trasladado de las tinieblas a la luz, entrando al reino del Hijo del amor de Dios. Col 1:13 Sin embargo no podía percibir nada a cabalidad porque las vendas se lo impedían. Corresponde esta época a cuando nuestro espíritu ya resucitado, con la orden de salir de la tumba en pos de Jesús, sale, pero no es consciente cabalmente de lo que sucede, porque aún está vendado y atado de pies y manos, por lo tanto participa de grandes experiencias, pero no las puede explicar está imposibilitado de hacerlo. 6. Desatado: Jn 11:44: Independientemente de la voluntad de Lázaro, Jesús ordenó a los discípulos que le desataran y quitaran las vendas. Este es un proceso de paulatina liberación del espíritu, mediante la ministración. A medida que iban cayendo las vendas y las ataduras, Lázaro podía contemplar mejor las experiencias de estar vivo fuera de la tumba. A esto corresponde el tiempo cuando Jesús ya nos llamó a salir en el espíritu, pero debido a las vendas y ataduras no las podemos contemplar efectivamente. Sin embargo, a medida que caen las vendas, es necesario cubrir el cuerpo pues bajo las vendas no había vestidura. Es una especie de libertad condicional, pues aunque el espíritu es libre, aún no se mueve a voluntad debido a la posibilidad que se pierda en uso de esa libertad. 2 7. Liberado completamente: Jn 11:44 Es cuando a Lázaro ya le han quitado ataduras y vendas, está fuera de la cueva, contempla el exterior, entonces Jesús dice que le dejen ir. Esto es, que el espíritu se goce de la libertad y posibilidades de grandes experiencias que Jesús nos da, libre de vendas. De allí Juan, Pedro, Pablo y varias personas más, pudieran afirmar diversas experiencias en su vida. Notemos: Juan en el tercer cielo: Estando en el Espíritu, en Patmos, oyó tras de sí una voz como de trompeta y cuando se volvió había frente a él una escena maravillosa; y ante el Alfa y la Omega, cayó como muerto a sus pies. Notemos que fue ministrado: le habló el Señor y lo tocó. Isaías: le trataron los labios del espíritu en dimensiones celestes. Is.6:5-7 Pablo: presente en el espíritu en la iglesia 1Cor.5:3; llevado al tercer cielo donde escuchó palabras que no le es posible expresar. 2Cor 12:2-4 Pedro: Rode dijo es su ángel Hch 12:14-15. El mismo aseguró que procuraría que sigamos sus enseñanzas después de su partida. 2 Pe 1:15 8. Sentado con Cristo: Finalmente vemos a Lázaro, sentado comiendo a la par de Jesús, el alma, María, a los pies de Cristo ungiéndole y Marta, el cuerpo, sirviéndole. Sin ningún tipo de contienda entre el alma y el cuerpo. La familia ahora con Cristo Jesús estaba en paz. De allí que podamos pensar que cuando nuestra alma y cuerpo no obedecen al espíritu, seguramente, el espíritu aún no está sentado en la mesa junto a Jesús. Pablo resume el proceso: Habiéndonos resucitado, nos ha sentado juntamente con El, en los lugares celestiales, en Cristo Jesús. Ef 2:6 3 CONCLUSIONES La ministración espiritual debe ir dirigida prioritariamente al espíritu para fortalecerlo y hacerlo poderoso, para que pueda gobernar al alma y al cuerpo. Todo espíritu debe cruzar un proceso desde que resucita hasta el día glorioso de estar sentado con Jesús a la mesa, gozando de las bendiciones abundantes y maravillas prometidas para cada uno, pero sobre todo, gozando de la presencia del bendito Hijo de Dios. 4