Documento 587731

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 Puede ser lector, un hombre, una mujer, un joven, y también niños teniendo presente lo
anteriormente mencionado, para las lecturas que no sea el Evangelio. No es conveniente llamar de
improviso a posibles voluntarios.
 Los lectores deben cuidar su presentación personal, evitar el uso de ropas que desdigan la nobleza
de su oficio.
 No deben leer en hojas sueltas, sino en libros realmente “dignos, decorosos y bellos”
Sobre el leccionario:
 El libro de la Palabra es el signo visible de aquella Palabra que, inspirada por el Espíritu Santo, la
Iglesia recibió y conserva con especial esmero.
 Para ayudar a descubrir la presencia de Dios en el Sacramento de su Palabra, es necesario cuidar
la forma externa del libro. No corresponde al respeto debido a la palabra de Dios el uso de hojas o
folletos en la acción litúrgica. Estas, si es del caso, deben ubicarse dentro de un libro digno.
 Todas las lecturas b
 íblicas, el salmo Responsorial y la oración universal se hacen desde el ambón.
Catequesis de La Eucaristía
Ficha Nº3
LITURGIA DE LA PALABRA: El Señor nos invita a la Mesa de la Palabra
Ideas generales de la Liturgia de la Palabra
En la Liturgia de la Palabra Dios mismo le habla a su Pueblo: “Está presente en su
palabra, pues cuando se lee en la Iglesia la Sagrada escritura, es Él quien habla”1. Se hace
presente y nos habla de la misma manera como lo hizo con sus discípulos en Emaus. Es Dios
que quiere entrar en diálogo con nosotros, Él nunca nos deja de acompañar y conducir. Su
presencia por medio de la Palabra, es presencia que se hace vida, y efectiva.
La acción de Cristo mediante la Palabra de Dios nos anima a transformar nuestra vida, nuestra
actitud debe ser de total apertura para que el Señor actúe. Es importante entonces dejar actuar
al Señor, dejar que Él moldee nuestro corazón y nos convierta en hombres nuevos.
Por tanto cuando escuchamos la Palabra de Dios en la asamblea, es el Señor quien nos
enseña. Lo hace a través de la Palabra de Dios escrita en las Sagradas Escrituras, pero, sobre
todo, iluminándonos en lo más íntimo del ser. Las más bellas páginas de las Sagradas
Escrituras no son nada si el Espíritu Santo no se hace nuestro pedagogo. Más allá del lector
que proclama el texto sagrado y el sacerdote que lo comenta, es el Espíritu Santo el que habla.
Ponerse a la escucha de la palabra es ponerse a la escucha del Espíritu. Pero su finalidad es
“instruirnos para celebrar el misterio pascual”, cuyo memorial es la cena del Señor; “penetrar en
los designios del amor del Padre”, que culminan en el don de su Hijo2.
La Iglesia crece y se construye al escuchar la Palabra de Dios, y los prodigios que en muchas
formas Dios realizó en la historia de la salvación se hacen presentes de nuevo en los signos de
la celebración litúrgica de un modo misterioso, pero real. Dios, a su vez, se vale de la
comunidad de fieles que celebra la liturgia, para que su Palabra se propague y sea conocida y
su nombre alabado por todas las naciones.
Preguntas para profundizar:
1.- ¿Cuál es mi actitud de escucha en mi familia, con mis vecinos, en mi trabajo en mi comunidad, y con
todo aquel que necesite ser escuchado?
2.- ¿Me siento escuchada por otros? ¿Qué genera en mi corazón esta actitud?
3.- ¿Cómo he fortalecido mi actitud de escucha de la Palabra de Dios?
4.- ¿Cómo es mi diálogo con el Señor, una vez escuchada su Palabra?
5.- ¿Produce ecos en mi vida la Palabra escuchada y meditada?
“Por tanto, siempre que la Iglesia, reunida por el Espíritu Santo en la celebración litúrgica,
anuncia y proclama la Palabra de Dios, se reconoce a sí misma como el nuevo pueblo, en el
que la alianza antiguamente pactada llega ahora a su plenitud y perfección. Todos los
cristianos, que por el bautismo y la confirmación en el Espíritu se han convertido en mensajeros
1
2
SC Nº7
La Misa ayer y hoy, Pierre Jounel. Editorial Herder 1988. Barcelona
de la Palabra de Dios, después de recibir la gracia de escuchar la Palabra, la deben anunciar
en la Iglesia y en el mundo, por lo menos con el testimonio de su vida.”3
Partes de la liturgia de la Palabra
La liturgia de la Palabra está formada por:
 Primera Lectura.
 Salmo Responsorial.
 Segunda Lectura.
 Aleluya.
 Evangelio y Homilía.
 Credo.
 Oración de los fieles
Primera Lectura
Todos los domingos, excepto durante el tiempo pascual, la primera lectura se toma del Antiguo
Testamento. Siempre se escoge en referencia al Evangelio. La ley y los Profetas conducen de
este modo hacia Cristo. En el tiempo pascual, es la vida de la joven Iglesia, llena del Espíritu de
Pentecostés, la que se expresa a través de la lectura de los Hechos de los apóstoles. Los ocho
domingos de Pascua proponen así en su totalidad el anuncio de Cristo resucitado en la
predicación de los apóstoles Pedro y Pablo .Es el anuncio del Kerygma
Salmo
El salmo responsorial es una respuesta meditativa a la lectura. Oramos al Señor cantando o
rezando con Salmo. Siempre es preferible cantar el salmo, por lo menos entonar la antífona
Segunda Lectura
La segunda lectura suele tomarse de las cartas apostólicas. Cada Domingo, Pedro, Juan o
sobre todo Pablo, está presente en el seno de la asamblea, iluminándola y guiándola, a veces
incluso despertándola de su adormecimiento, como lo hiciera en otro tiempo en Roma, en
Éfeso o en Corinto.
El Aleluya
El aleluya u otro canto según el tiempo litúrgico, es la aclamación antes del Evangelio, y tiene
por sí mismo el valor de rito o del Acto, mediante el cual la asamblea de los fieles recibe y
saluda al Señor, que va a hablarles, y profesa su fe cantando. El canto del Aleluya acompaña
la procesión del evangeliario desde el altar al ambón
Evangelio y homilía
El evangelio es la parte central de la Liturgia de la Palabra, la instrucción general del Misal
Romano nos dice: La lectura del Evangelio es la cumbre de la liturgia de la Palabra. La Liturgia
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enseña que se le ha de tributar suma veneración cuando la distingue entre las demás lecturas
con especiales muestras de honor…
La Homilía es la reflexión a partir del texto bíblico de los misterios de la fe y la manera en que
la Palabra de Dios interpela la vida.
El Credo
La profesión de fe expresa la adhesión de la asamblea a la Palabra que acaba de recibir. El
Credo debe decirlo o cantarlo el sacerdote junto con el pueblo los domingos y solemnidades;
también puede decirse en celebraciones más solemnes. Si se canta, lo comienza el sacerdote
o, según las circunstancias, un cantor o los cantores, pero será cantado por todos juntos, o por
el pueblo alternando con los cantores.
Oraciones de los Fieles
Después de haber escuchado la Palabra de Dios y después de escuchar la enseñanza de la
Iglesia, nos disponemos a decirle a Dios la palabra que hay en nuestro corazón. Y lo hacemos
llenos de confianza porque sabemos que Dios nos escucha, incluso sin necesidad de dirigir
hacia él nuestras palabras, porque él sabe bien cuáles son nuestras necesidades4. Es
momento privilegiado para ejercitar nuestro sacerdocio común de los fieles, presentando a Dios
todas las peticiones de la familia humana
Algunas recomendaciones generales.
Sobre las lecturas:
 Hay que proclamar al menos dos lecturas bíblicas durante la semana, esto significa la primera
lectura y el Evangelio.
 Entre los ritos de la liturgia de la Palabra hay que tener en cuenta la veneración especial debida a la
lectura del Evangelio. Cuando se dispone de un evangeliario, que en los ritos iniciales ha sido llevado
por un diácono o por un lector es muy conveniente que ese mismo libro sea tomado del altar por el
diácono o, si no lo hay, por un sacerdote y sea llevado al ambón, acompañado de los ministros que
llevan velas e incienso o con otros signos de veneración, conforma a los que se acostumbre.
 La liturgia de la Palabra será celebrada de tal modo que favorezca la meditación, por eso se evitará
completamente toda clase de prisa que impida el recogimiento. Conviene que en ella también se den
momentos breves de silencio, adaptados a la asamblea congregada, en los cuales, con la ayuda del
Espíritu Santo, la Palabra de Dios sea acogida en el corazón y mediante la oración se prepare la
respuesta.
Sobre los lectores:
 Los lectores deben ejercitarse en el arte de la comunicación: no se trata tanto de leer sino de
proclamar, de comunicar el mensaje. De allí la importancia de la dicción, de las pausas, del tono de voz.
OLM nº 7
4
Partir el Pan, P. Miguel Ortega y P. Cristián Precht
Además, se debe buscar el tono justo de proclamar, según el género literario del texto: relato histórico,
enseñanza doctrinal, exhortación, etc. (Ver Los Pecados del lector5)
5
Alberto Aranda M.S.P.S, Antonio Serrano S. J. Buena prensa México
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