34. Lc 16, 1

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Universidad P. Comillas
34. Lectura orante de la Biblia
LECTURA ORANTE DEL EVANGELIO DE LUCAS
Lc 16, 1-12
1
Dijo también a sus discípulos:
«Un hombre rico tenía un administrador
que fue denunciado como malversador de sus bienes.
2
Entonces lo llamó y le dijo:
¿Qué es lo que oigo de ti?
Dame cuenta de tu administración, porque quedas despedido.
3
Entonces el administrador se puso a pensar:
¿Qué voy a hacer, pues mi amo me quita la administración?
Cavar, ya no puedo; mendigar, me da vergüenza. 4
Ya sé lo que voy a hacer, para que haya quien me reciba en su casa
cuando no tenga la administración.
5Llamó a todos los deudores de su amo, y preguntó al primero:
¿Cuánto debes a mi amo? 6
Él contestó:
Cien barriles de aceite.
Él le dijo:
Toma tu recibo, siéntate y escribe cincuenta.
7
Luego dijo a otro:
¿Y tú cuánto debes?
Él respondió:
Cien fanegas de trigo.
Él le dijo:
Toma tu recibo y escribe ochenta.
8
El amo alabó al administrador infiel, porque había actuado con astucia.
Pues los hijos del mundo son más astutos en sus relaciones que los hijos de la luz.
9
Y yo os digo:
Haceos amigos con el dinero sucio,
para que, cuando os falte, os reciban en las moradas eternas.
10
El que es fiel en lo poco lo es también en lo mucho,
y el que es injusto en lo poco lo es también en lo mucho.
11
Si no habéis sido fieles con el dinero sucio,
¿quién os confiará los bienes verdaderos?
12
Y si no habéis sido fieles en lo ajeno,
¿quién os dará lo que es vuestro?»
Universidad P. Comillas
34. Lectura orante de la Biblia
 CUANDO LEAS
Jesús, como en la perícopa anterior sigue estando sentado a la mesa con los pecadores. continúa la
disputa con aquellos fariseos, que eran muy amigos del dinero (v.14).
Resulta sorprendente que al final el Señor alabe al administrador deshonesto. Pero ten en cuenta que
no alaba su deshonestidad, sino su astucia. La verdad de las parábolas está siempre en un solo punto de
la comparación; es sólo ahí donde se establece la equivalencia
El hombre de mundo, el que sólo busca enriquecerse en este mundo de hoy, es más astuto y previsor
en su uso del dinero “sucio”, que los “hijos de la luz”, que son los que creen en la vida eterna y se
quisieran disponer para entrar en ella.
El administrador utilizó el dinero de un modo previsor, para asegurarse el futuro. En cambio, los
fariseos amigos del dinero no estaban usando el dinero de un modo previsor, ni se estaban preparando
para la vida eterna. La mejor manera de usar el dinero de una forma útil para la vida eterna es darlo a
los pobres. El momento de la muerte es cuando tenemos que dar cuenta de cómo hemos usado el
dinero que administramos ahora.
Del dinero se dice que dos cosas: lo primero, que es ajeno, que no nos pertenece, porque nosotros
sólo somos administradores, y tenemos que dar cuenta al dueño; lo segundo, que es sucio, no
necesariamente porque se haya adquirido deshonestamente, sino porque es un valor ambiguo, que
tiende a corromper a las personas, a deteriorar las relaciones más limpias, y sobre todo, porque, sea
cual sea el origen del dinero, es siempre injusto el que haya unos que tienen muchos y otros que no
tienen nada.
Para la hora del juicio, hemos de buscarnos amigos que nos reciban, porque nosotros no seremos
capaces de valernos por nosotros mismos en ese momento. La parábola del administrador hay que
leerla a la luz de la parábola que sigue inmediatamente, la del pobre Lázaro y Epulón. Si Epulón se
hubiese hecho amigo de Lázaro, éste le habría recibido en el seno de Abrahán. Los pobres serán
nuestros abogados en el juicio final. Allí se levantarán para hablar a favor nuestro. Pero Lázaro no
pudo abogar a favor de Epulón, porque no tenía nada bueno que agradecerle, ni nada bueno para decir
sobre él. Epulón lo ignoró durante toda su vida.
Ser fieles en lo “poco”, es lo mismo que ser fieles “en lo ajeno”. El dinero que administra el hombre
no es suyo, y además es algo de poco valor. Si en la administración del dinero, no hemos sido fieles, es
decir, si no lo hemos administrado haciendo favores a los pobres, ¿cómo Dios va a confiarnos otros
valores mucho más importantes que son en realidad nuestros, que no son cosas que llevamos puestas,
sino que son los valores que nos hacen más personas?
CUANDO MEDITES
¿Cómo valoras el dinero? ¿Como algo sucio, de “poco valor” o como algo de “mucho valor”? ¿Lo
consideras algo “tuyo”, o algo de lo que sólo eres administrador, y de lo que tendrás que dar cuenta al
final de la vida? ¿Lo valoras más que otras cosas que son de verdad tuyas, como la honradez, la
amistad, la generosidad, la misericordia, la caridad…?
¿Qué amigos te has ido haciendo en la vida con tu sucio dinero? ¿Qué personas abogarán por ti en el
juicio, cuando empiece el fiscal a recordar todos tus pecados? ¿Quién se levantará ese día para decirle
a Dios que fuiste bueno con él, que le ayudaste en un momento de apuro, que le diste dinero sin
humillarle? Trata de hacer una lista de nombres. ¿Son muchos o pocos?
¿Cuánto dinero estarías dispuesto a pagar a un buen abogado en un pleito en el que se ventilase algo
de mucho valor, la posesión de una finca, la absolución de un delito grave que cometiste…? Por
supuesto que al dar limosna y ser generosos, deberíamos movernos por motivos más nobles y
altruistas, pero el Señor quiere que al menos seamos astutos y sagaces, siendo generosos aunque no
sea más que por la cuenta que nos trae. El administrador decía: “Ya sé lo que haré”. Pues bien. ¿qué
harás tu? ¿Crees que el Señor te alabará por ese propósito que haces?
 CUANDO ORES
Cuéntale al Señor cómo te sientes después de hacer esta meditación: ¿confuso, culpable, animado?
Pídele perdón si crees que hasta ahora no has administrado bien tus bienes. Prométele que en adelante
lo harás mejor. Pídele luz para acertar en el modo de usar tu dinero. Pídele ayuda y gracia para ser más
generoso. Dile que te ayude a valorar más los bienes verdaderos. Dale gracias por la palabra que te ha
dirigido hoy cuando todavía estás a tiempo.
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