UNIVERSIDAD SIMÓN BOLÍVAR DIVISIÓN DE CIENCIAS SOCIALES Y HUMANIDADES DEPARTAMENTO DE LENGUA Y LITERATURA TERESA CARREÑO. UNA BIOGRAFÍA AUTORREFERENCIAL TRABAJO DE ASCENSO A LA CATEGORIA DE TITULAR PROF. VIOLETA ROJO Septiembre 2006 1 RESUMEN Teresa Carreño, nacida en Caracas en 1853 y fallecida en Nueva York en 1917, ha sido la más grande pianista venezolana y también una de las más importantes del mundo. Su vida trascurrió entre Caracas, Nueva York, París, Londres y Berlín; pero además recorrió el mundo en sus giras que la llevaron por toda Europa, Norte América, África y Nueva Zelanda. Fue toda una señora que vivió extraordinariamente desde el punto de vista profesional y personal. Considerada una de las grandes intérpretes de su tiempo, se relacionó con los más importantes músicos de su época: Rossini, Brahms, Liszt, Bartok. Fue pianista, compositora, cantante de ópera, directora de orquesta, empresaria operática, profesora y escribió un importante manual sobre la técnica del pedal. Además, tuvo tiempo para hacer amistades entrañables, escribir literalmente miles de cartas, casarse cuatro veces y tener siete hijos. En esta biografía no sólo queremos dar cuenta de los hechos de su existencia, suficientemente sabidos, sino tratar de mostrarlos desde el punto de vista de la propia biografiada y utilizando sus palabras. Para ello nos remitimos a fuentes primarias, especialmente sus cartas y las entrevistas que le realizaron y que se hallan en dos archivos: la Carreño Collection, en la Vassar College Library, Poughkeepsie, estado de Nueva York y la Colección Teresa Carreño en la Fundación Teresa Carreño, Caracas. En estos archivos reposan cartas, contratos, agendas, libros de recortes, artículos y fotografías donados por Arturo Tagliapietra, su viudo y Martha Milinowski, su primera biógrafa. 2 Mediante estos referentes, tanto las cartas y entrevistas en las que Teresa Carreño cuenta sobre su vida y experiencia profesional más las visiones de los que la conocieron, trataron, admiraron y criticaron, más las biografías que sobre ella se escribieron se realizó lo que llamamos una “biografía autorreferencial”, esto es, una biografía en la que la voz de la biografiada es una de las principales fuentes de información. Una biografía que funcione en alguna de sus partes como una autobiografía y en la que, en la medida de lo posible, sea la misma protagonista la que cuente su historia. 3 SUMARIO Agradecimientos 3 Epígrafe 4 Introducción 5 Sobre la digitalización del archivo Teresa Carreño 11 Teresa Carreño, una biografía autorreferencial 13 - Una diosa doméstica 14 - La niña prodigio (1853-1862) 21 - Una niña en Nueva York (1862-1866) 33 - Una joven en París y Londres (1866-1872) 47 - Teresa Carreño-Sauret (1872-1876) 58 - Teresa Carreño-Tagliapietra (1876-1885) 63 - Caracas, allí está... (1885-1887) 70 - Años perdidos (1887-1888) 88 - Teresa Carreño-d´Albert 94 - La Walkiria del piano (1897-1917) 115 - Bibliografía 141 Cd-rom con selección de la digitalización de cartas de Teresa Carreño 147 4 AGRADECIMIENTOS Quiero expresar mi agradecimiento a: Simón Alberto Consalvi; Edgardo Mondolfi Gudat; Arturo Gutiérrez de la Colección Teresa Carreño en Caracas; el personal del Centro de Documentación e Investigaciones Acústico Musicales de la Universidad Central de Venezuela; Dean Rogers en la Carreño Collection de la Vassar College Library, Poughkeepsie, NY; los compañeros del Instituto de Investigaciones Históricas Bolivarium de la Universidad Simón Bolívar; Luis Arismendi; Adina Izarra, Sonia Chocrón; Tomás Onaindía; Heide Schmidt; Blanca Arbeláez; Ana María Rojas, Luis Barrera Linares; Elisa Lerner y Klaus Jaffé. La digitalización del archivo Teresa Carreño fue parcialmente financiada por el Decanato de Investigación y Desarrollo de la Universidad Simón Bolívar. 5 Life´s but a walking shadow, a poor player That struts and frets his hour upon the stage. And then is heard no more; it is a tale Told by and idiot, full of sound and fury Signifying nothing. La vida no es más que una sombra que pasa, un pobre cómico que se pavonea y agita una hora sobre la escena y después no se le oye más...; un cuento narrado por un idiota, con gran aparato y que nada significa William Shakespeare. Macbeth. Acto V. Escena V Traducción de Luis Astrana Marín 6 INTRODUCCIÓN Desde hace ya bastantes años, escribir sobre los géneros literarios se ha conversito en una excentricidad. Los géneros desaparecieron de nuestro quehacer debido a la mezcla que descubrimos en ellos. Muchos prefijos se le adosan: inter, trans, multi, des... Todo vale, nos dijeron, así que establecer catalogaciones, agrupar familias y darles nombre se convirtió en algo passé. Sin embargo, al analizar por vez primera algún fenómeno literario, hay que establecer su adscripción genérica y catalogarlo; una vez comprendidas las similitudes y diferencias, se puede pasar a las excepciones y a los casos, pero al principio necesitamos de la taxonomía. Hay diferencias entre la teoría literaria en inglés y en español. En esta última, por ejemplo, distinguimos entre biografía (alguien que escribe sobre la vida de otro) y sus diferencias radicales con la autobiografía (un yo que cuenta su propia vida). Sin embargo, ambos géneros están íntimamente ligados en la práctica, están contando la vida de alguien. Lo mismo que la novela, por cierto. Para los angloparlantes, expresiones distintas como biografías, autobiografías, epistolarios, diarios, memorias, recuerdos y poesía, forman parte de lo que llaman “Life Writing”. Todos ellos conforman distintos acercamientos a la vida de una persona, esto es, a esa mezcla de eventos privados y acontecimientos públicos, en un contexto cultural, social, económico e histórico, expresada literariamente. Obviamente, con los cambios introducidos desde el siglo XX, es 7 posible incorporar a éstos desde las películas autobiográficas y los biopics (películas biográficas), los blogs, las conversaciones en messenger, los correos electrónicos (aunque estos son, evidentemente parte de la literatura epistolar) e incluso los mensajes de texto. En la “Life Writing”, a partir de la vida de una persona se da una visión del mundo en el que vivió, de su país en esa época, de su momento histórico y del zeitweist, el espíritu de los tiempos. Una vida, entonces, es la clave de este tipo de literatura. La biografía y la literatura autobiográfica en todas sus variantes, dan cuenta de la evolución de una personalidad a partir de los eventos de su existencia. Por eso, antiguamente se referían a la vida y obra de alguien, ya que incluye lo íntimo y lo privado. La diferencia fundamental entre la biografía y la autobiografía está en lo básico, en el narrador. En la segunda es un yo que habla de sí mismo, en la primera un otro que trata de interpretar a alguien. En ambos casos se ficcionaliza, ya que se está creando un personaje. En el caso de la autobiografía la ficción viene por la fugacidad de los recuerdos, la necesidad de quedar en el mejor lugar y el pudor normal a dar a conocer algunos aspectos de la vida. En la biografía la ficción aparece porque el biógrafo está describiendo a otro, ajeno, al que no conoce en su interioridad y del que sólo puede intuir ciertos aspectos a partir de sus acciones, de su obra y, justamente, de la literatura autobiográfica que éste haya dejado. Es decir, la autobiografía es una ficción porque intenta documentar la realidad creando un personaje de uno mismo. La biografía, por su parte, es una ficción porque intenta documentar la realidad creando un personaje de otro, basándose, entre otras cosas, en el personaje que éste creó de sí mismo. La autobiografía es una ficción basada en una vida real; y la biografía una ficción 8 basada en una ficción basada en una vida real. En ambos casos presumen de documentales y verídicos. En su parte formal, la biografía tiene un carácter intergenérico, y hasta la Enciclopedia Encarta (2005) considera que “puede adoptar las leyes de construcción del ensayo, la novela y hasta la poesía”. Carlos Pacheco, en su prólogo a la Biografía de José Félix Ribas de Juan Vicente González, especifica que ésta puede leerse como “historia social, crónica de guerra, alegato contra la barbarie, la crueldad y la injusticia (...), relato de ficción, repertorio de ejemplos y contraejemplos de espíritu pedagógico, ensayo reflexivo, asomos de crítica literaria” (Pacheco, 1990) Si en su forma, la biografía puede ser amplia, en su composición es abarcadora. Sir Leslie Stephen (que es más famoso como padre de Virginia Woolf que por su importante trabajo como biógrafo) insiste en la necesidad de incluir abundante información sobre la vida del biografiado, incluyendo fechas y hechos precisos como parte fundamental de la composición. (En Novarr, 2000). Los hechos verdaderos, considerados en los primeros años del siglo XX como fundamentales para una biografía, debían ser extraídos, preferiblemente, de fuentes primarias. Y cuál más a mano que las cartas o las memorias de los biografiados. En la Vida de Johnson (1791), el libro de James Boswell considerado la primera gran biografía inglesa, el epistolario del biografiado tiene un lugar esencial, ya que ayuda a realizar un “retrato vivo”. Sin embargo, llega un momento en que tanta información cansa, así que George Saintsbury, insiste que la biografía “No debe ser una suma de datos, cartas o memorias, sino una composición, una 9 pintura acabada” (En Novarr, 2000), ya que la búsqueda de información convertía a las biografías en compilaciones, colchas de retazos sin diseño. A pesar de que Lytton Strachey insistía en que le horrorizaban las enormes biografías de dos tomos, con su “montones de material no digerido” (Strachey, 2003), es también verdad que él mismo utilizó las cartas y diarios de sus biografiados como elementos fundamentales. Hernán Díaz Arrieta dice que : Lytton Strachey (...) procede por la menuda notación de hechos precisos, concretos, documentados, que se apoyan, generalmente, en algún diario íntimo. La costumbre de examinarse ante el papel y dejar escritos sus actos y sus pensamientos, que practican los ingleses a fin de corregirse, ha servido mucho al maestro de la biografía contemporánea: suprimidos esos cuadernos personales, su cardenal Manning y su reina Victoria casi no se comprenden; le faltarían al biógrafo sus armas predilectas y el estilete con que abre corazones (Díaz Arrieta, 1994, xviii) En suma, las expresiones autoreferenciales pueden convertirse en parte fundamental de una biografía, ya que dan información de primera mano. Las referencias autobiográficas, ya sea por medio de diarios, cartas o memorias permiten que el autor hable con su propia voz y muestre qué quiere resaltar u ocultar, lo que las convierte en elementos fundamentales en la escritura de una biografía. Podemos considerar, entonces, que la biografía es como un río, cuyos afluentes son las memorias, las cartas, los diarios, los recortes de prensa, las críticas, los libros de historia, esto es, todos los otros géneros literarios o no, ya que las fotografías, pinturas y composiciones musicales conforman un todo 10 imprescindible para recrear una vida. Sin algunos de ellos, la biografía sigue funcionando, pero como en los ríos, con menos fuerza. En el caso de la biografía de Teresa Carreño, el uso de sus cartas y recuerdos autobiográficos 1 fue muy enriquecedor. En las biografías que sobre ella se escribieron se da información que se contradice con algunas de las cartas y recuerdos de la propia Teresa. Pero no sólo es una cuestión de hechos o circunstancias, sino de tono y actitud. Las cartas personales dan información sobre eventos y, sobre todo, sobre su manera de ser. Sus cariñosísimas cartas a hijos, esposos, alumnos y amigos, están llenas de anécdotas, consejos e intimidades. Sus severas cartas de negocios, por el contrario, nos muestran a una empresaria que con meridiana precisión explica qué, cuándo y cómo quiere las cosas, sin hacer concesiones. En sus objetos personales, que como sabemos también cuentan la historia de las personas, están las cuidadosas notas sobre sus finanzas, las fotos que guardaba, sus bellos pero cómodos zapatos, sus prolijas libretas de direcciones. Estos objetos nos informan de su organización personal, su necesidad de trascender, su tierno corazón y su sensatez para los aspectos prácticos. En los recuerdos autobiográficos que contó a William Armstrong, uno de los críticos musicales más importantes de la época y compadre suyo, Teresa Carreño re-interpreta los hechos de su infancia, cambiando circunstancias y personas, e incluso años. Al comparar estos textos con periódicos de la época y documentos de 1 Se revisaron la Carreño Collection de la Vassar Collage Librery. Poughkeepsie, Estado de Nueva York (que se citará como Carreño Collecion) y la Colección Teresa Carreño, en la Fundación Teresa Carreño, Caracas (que se citará como Colección Teresa Carreño) 11 los que la conocieron, rara vez coinciden. Pero eso es también interesante, ya que como bien sabemos la memoria es frágil y muestra que al hablar de nosotros mismos siempre creamos un personaje. Sus recuerdos, por otra parte, muestran a una narradora extraordinaria, llena de gracia y sentido de la comedia, por tanto no nos extrañan las discrepancias. En sus recuerdos se puede aplicar aquello de si non e vero, e ben trovato. Las distintas versiones nos dan datos que muchas veces son contradictorios, pero al mismo tiempo amplían nuestro conocimiento del personaje, ya que estas distintas versiones y pareceres, estas contradicciones, son inherentes a la vida humana. El intento de hacer que “hable” el biografiado o se “escuche su voz” es una vieja ambición de los biógrafos de la que muchos se burlan por su carácter imposible. ¿Cómo hacer para que la voz, textura y animación se sienta por medio de signos en un papel? Posiblemente no sea factible, entre otras cosas porque siempre está allí el biógrafo, resaltando los hechos que le interesan o enfocándose en la versión que quiere mostrar. Sin embargo, no deja de ser seductor hacer el intento. 12 SOBRE LA DIGITALIZACIÓN DEL ARCHIVO TERESA CARREÑO Para la realización de este trabajo se revisó el Archivo Teresa Carreño en la Fundación del mismo nombre en Caracas. En este archivo de más tres mil cartas, facturas, documentos, así como partituras, revistas, periódicos, está gran parte de la memoria de la pianista. Al revisar este archivo nos percatamos de la importancia de éste como parte de la memoria histórica del país y de la necesidad de conservarlo adecuadamente. Por esto comenzamos un trabajo que está en proceso, pero del que se ha completado su parte fundamente: la digitalización de las cartas de Teresa Carreño que reposa en la Fundación Teresa Carreño. En este archivo reposan cartas enviadas y recibidas por Teresa Carreño desde, aproximadamente, 1880 hasta su muerte. También se incluyen cartas enviadas y recibidas por Arturo Tagliapietra, su viudo, después del fallecimiento de Teresa sobre aspectos relacionados con ella. Entre las cartas están las personales de Teresa a su hermano, esposos, hijos y amigos y las que éstos le enviaban. También su intercambio epistolar de naturaleza profesional con agentes, representantes y abogados sobre conciertos, giras, clases, publicación de composiciones, derechos de autor, solicitud de reproducción de sus conciertos en discos de gramola, compañías que financiaban sus giras, etc. Están también documentos varios (notas de colegio de sus hijos, dibujos de sus ahijados, partidas de nacimiento, informes sobre las hospitalizaciones de Teresita Carreño Tagliapietra, su hija). Muchas de sus agendas están allí, con las anotaciones de sus compromisos, así como sus cuadernos de cuentas, donde anotaba lo que gastaba 13 en sus giras, información sobre sus estudiantes y sus ingresos anuales. También se encuentran varios de sus cuadernos de recortes, donde pegaba todo lo que se publicaba sobre ella. Este archivo de cartas y documentos fue digitalizado por nosotros con la ayuda del Instituto de Investigaciones Históricas (Bolivarium) de la Universidad Simón Bolívar. Implicó la revisión del archivo y fotografiar las cartas y documentos. Actualmente estamos en la larga etapa de organización y catalogación de las más de cinco mil imágenes recuperadas. La digitalización completa abarca 3 discos de dvd o 20 cd-rom. Este trabajo es importante porque garantiza la permanencia del archivo más allá del papel y la difusión de éste. Así, el archivo original puede ser mantenido y guardado de la manera idónea para documentos que tienen cien años de antigüedad, mientras que la copia digital estará a disposición de los investigadores. Queremos hacer constar que antes de nuestro trabajo, el archivo de cartas no había sido revisado por ningún investigador además de Martha Milinowski, primera biógrafa de Teresa Carreño y, junto a Arturo Tagliapietra, el viudo de ésta, donador de la colección primero a Vassar Collage y luego a Venezuela. En el cdrom anexo está la selección de algunas de las cartas. 14 TERESA CARREÑO UNA BIOGRAFÍA AUTORREFERENCIAL (1853-1917) 15 UNA DIOSA DOMÉSTICA Creo que las venezolanas son mujeres excepcionales, y que sólo la falsa modestia o la natural vergüenza a la pedantería las hace ser discretas al respecto. Creo con la misma vehemencia que Teresa Carreño es la más extraordinaria de una estirpe de mujeres formidables. Vivió como una mujer del siglo XXI en pleno siglo XIX, lo que no es poco mérito. Hizo con graciosa naturalidad y sin mucha alharaca lo que nosotras podemos hacer después de los movimientos sufragistas y de liberación femenina: fue una profesional, cabeza de familia y, al mismo tiempo, tuvo una vida privada tan intensa como la pública. Todo lo hizo de una manera superlativa: era un genio, mantuvo a su familia desde los once años de edad, fue una destacadísima pianista, famosa y reconocida por sus pares y por el público, se casó cuatro veces, tuvo siete hijos, de los que sobrevivieron cinco, vivió en muchos países, dominó varios idiomas. No sólo fue una de las pocas intérpretes de piano de su época, sino también una de las escasas compositoras y la primera mujer que dirigió una orquesta en nuestro país. Además, era una muy culta mujer, que sabía de música, literatura y pintura; publicó varias de sus composiciones y un libro sobre técnica de interpretación de piano. Fue una reconocida docente y recorrió el mundo dando conciertos en Europa, toda América Norte y parte del Sur y llegando hasta Australia, Nueva Zelanda y Sudáfrica. Teresa Carreño fue una adelantada a su tiempo por varias razones. Venía de una familia intelectualmente privilegiada, en la que nunca se dudó de las capacidades femeninas. También debe haber influido el hecho de criarse entre 16 Nueva York, París y Londres, ciudades muy diferentes a la plácida y provinciana Caracas. Podría ser porque se ganaba la vida y mantenía a su familia desde los once años, y eso hace una gran diferencia. Quizás era tan especial porque era un genio, y los de su condición no se rigen por los medianos esquemas vitales de los que no somos así. Pero su genialidad no hizo el camino más fácil. Rosario Marciano, en su biografía, resalta la inmensa competencia a la que tuvo que enfrentarse. No sólo por la cantidad de pianistas que existían en Europa en la época, sino también porque la técnica de éstos era brillante. De manera que Teresa Carreño llegó a ser reconocida no sólo por su talento excepcional, sino por su fuerte voluntad y una capacidad de trabajo asombrosa, que la hacían resaltar en un medio de alto nivel. Problemas tuvo muchos, profesionales, económicos, sentimentales, familiares, pero los superaba sensatamente. Las descripciones de Teresa Carreño coinciden en ciertos adjetivos: majestuosa, arrogante, avasallante, imponente. Las referencias a su carácter hablan de su personalidad, pasión y energía. Los espectadores dicen que llegaba al escenario pisando fuerte, que su bravura era “casi brutal” y su manera de tocar era masculina por la fuerza con que pulsaba el teclado. Al mismo tiempo aparecen referencias a su dulzura de trato, encanto personal, feminidad y hermosura. Se le endilgaron muchos calificativos: Titán, Leona, Walkiria del piano, Brünhilde del teclado, Reina del piano, Reina de las pianistas. Rubinstein la llamaba Rosa de Castilla (Wilde, s/d). El que más se repetía era “La Carreño”. Sin embargo, creo que la mejor descripción de ella la dio Claudio Arrau, quien la conoció de niño: “Era una diosa” (Milanca, 1987, 124). 17 Si la lectura de sus biografías y artículos conmemorativos dan una imagen de señora estupenda, la revisión de los objetos que se conservan de ella la ratifican. En el Museo Teresa Carreño, del Teatro del mismo nombre en Caracas, se pueden ver sus zapatos (bonitos pero cómodos, con un sensato tacón), sus ropas (de tan buena calidad que han perdurado casi cien años 2 ), las muchas fotos que se conservan de ella (era una artista, necesitaba las fotos para la prensa, admiradores y publicidad); sus dietarios (pequeñitos y escritos a lápiz, con anotaciones de sus compromisos y alguna frase personal). Sin embargo, son sus papeles -la mayor parte en el Archivo Teresa Carreño de la Fundación del mismo nombre en Caracas, muchos de ellos en la Biblioteca de Vassar College, en el estado de New York- los que más información pueden dar. Teresa Carreño era una organizada mujer, que guardaba documentos de todo lo que hacía. Por ejemplo, en el Prontuario, un voluminoso cuaderno empastado en cuero negro, están los datos de sus conciertos entre 1898 y 1912. Allí, escrito en italiano (posiblemente el encargado de llevarlo era Arturo Tagliapietra), se especifica el evento, fecha, ciudad, si era un recital o un concierto orquestal, el nombre del agente, el programa interpretado y los honorarios percibidos. En su Address Book, también en cuero negro, dividido por países, se especifica la dirección postal de sus muchos amigos, conocidos, alumnos, periodistas y colegas alrededor del mundo. En el Apointment Book, con su letra y escrito en inglés, se especifican sus citas, cada una de las clases que impartía, si le pagaron o no, sus conciertos, la lista de sus estudiantes. Una de las facturas que se conservan en la Colección Teresa Carreño muestra que la pianista gastó la impresionante suma de 4.500 marcos alemanes en vestidos. 2 18 Aparte, tenía pequeñas agendas, en las que anotaba sus compromisos laborales y una relación diaria, mensual y anual de todos los gastos efectuados. Allí están desde el café que se tomó, lo que costó el hotel, el telegrama que le envió a Arturo para decirle que había llegado con bien y las flores que envió a alguien. Además, están las cartas que recibió, las copias de las que mandó (en inglés, francés, alemán, italiano y poquísimas en español), tarjetas de visita, de cumpleaños, la participación del matrimonio de su hija Teresita 3 , telegramas, partituras, dibujos realizados por niños propios y ajenos, los certificados de nacimiento de sus hijos y sus notas de colegio, contratos, programas de mano, impresos publicitarios de sus conciertos y cuadernos encuadernados donde pegaba todos los artículos que se escribían sobre ella 4 . Podemos imaginarnos que, además de todos sus dones, tenía el del orden. Gracias a ello, podemos darnos una idea de que, además de su genio musical, era una organizadísima mujer de negocios, que llevaba cuentas exactas de sus haberes y, al mismo tiempo, una señora sentimental, que se conmovía con los recuerdos. A través de sus cartas, en las que cuenta a sus amigos, esposos e hijos lo que hace, sus impresiones de las ciudades en las que trabaja, chismes sobre amigos comunes y muchos de sus sentimientos, es posible percibir cómo aquellos dolores y alegrías, pasados hace tanto tiempo ha, reviven gracias al influjo de su potente escritura. En sus cartas, también, se percibe la magnitud de los dolores físicos que Mr. Arturo Tagliapietra and Madame Teresa Carreño-Tagliapietra beg to announce the Marriage of their daughter Teresita, to Col. Eustace Blois (of London). Melbourne, June 5th. 1907. (Carreño Collection) 4 Cuando comienza la carrera de su hijo Giovanni como cantante, le escribe para insistirle en la importancia de guardar varias copias de todo lo escriban sobre él. “You must collect all these notices with the titles of the papers and the dates and keep them to send to agents as they always need them and want them to send to managers. You must get yourself several copies and keep one for your own private collection, one for me and the others for ‘Reklame’” (Carta a Giovanni Carreño-Tagliapietra, 11 de febrero de 1912. Carreño Collection) Subrayados de TC. 3 19 la artritis le producía, ya que la letra se deforma en algunas épocas. Si la escritura le era difícil, podemos imaginarnos que la interpretación al piano también debía serlo, sin embargo la enfermedad nunca la hizo perder un concierto. Es como si lo que se escribió de ella en las biografías y artículos, unido a las cartas que Teresa escribió y recibió, más sus papeles y objetos, formaran un todo. Cada una de estas piezas y fragmentos, van llenando el rompecabezas de lo que fue esta formidable mujer. Sin embargo, Adelaide C. Okell 5 , una de sus estudiantes, dice que, en realidad, lo que se diga sobre Teresa es sólo un deslucido retrato de la maravillosa mujer que ella fue 6 . Para ella, los biógrafos pueden contar sobre la vida y obra de Teresa; y los críticos pueden alabarla o escribir sobre sus maravillosas interpretaciones, pero para entender aunque sea ligeramente el encanto y la personalidad de ella, lo que en realidad era el secreto de sus fascinantes interpretaciones, debería tenerse algún tipo de contacto personal con su gran y noble corazón y sentir el magnetismo de su naturaleza. 7 Teresa Carreño dio varias entrevistas en las que contaba sobre su vida, sin embargo nunca escribió su autobiografía que, según Okell pudo haber sido fascinante, porque su vida estuvo llena de más romances, aventuras, logros Okell fue una de las estudiantes de Teresa Carreño en Alemania y desarrolló una grande y admirativa amistad con la pianista. Al año del fallecimiento de ésta, escribió un discurso conmemorativo del aniversario (Memorial Address), que se presentó en el Wesley College Conservatory, Grand Forks, South Dakota, el 15 de mayo de 1918. Copia de este texto se encuentra en la Carreño Collection, con una nota manuscrita que dice: “Copy for Mr. Tagliapietra”. No hay referencias a que este texto haya sido publicado. 6 “...a faint picture of the wonderful woman” (Okell, 1918) 7 “Biographers may tell the story of Madame Carreño´s life and Art; the Critics may praise and write in glowing terms of her marvelous interpretation of various works, but in order to understand in the slightest degree the charm and personality of the woman -which was the real secret of the fascination of her playing- one must come into some sort of personal contact with her heart and felt the magnetism if her nature” (Okell, 1918) 5 20 artísticos y fama que la de ningún otro pianista. 8 Sin embargo, en 1931, J. W. Cochran, quien fuera su agente en Estados Unidos durante 20 años y también su compadre (Teresa era madrina de su hija, a la que llamaban Teresita III), escribió sus recuerdos de ella, en los que incluye, en primera persona, los recuerdos que ella le contó 9 . Los recuerdos de Cochran, hacemos constar, son prácticamente idénticos a los publicados por William Armstrong en 1917 en su artículo “Teresa Carreño´s Reminiscences”. Este último había sido encargado por Teresa para escribir sus recuerdos, que ella le narraría. Pero Teresa Carreño no era solamente una artista del piano. En una entrevista que le hace William Armstrong pocos meses antes de su muerte, ella afirma: Hay algo en la vida artista que es muy triste, y es esos artistas que centran todos sus intereses en las presentaciones en público. Estas personas, cuando no tienen un auditorio, no tienen razones para vivir. Han sido artistas concentrados que han vivido solamente por su arte. Mi padre y mi madre me enseñaron que soy, en primer lugar, una mujer y luego una artista. Eso ha sido en mi vida una suerte de comodidad, ya que me ha enseñado a tener otros intereses como mujer y como artista 10 . (Armstrong, 1917a, 172) “…the autobiography, which would have been most fascinating for a life more full of romance, adventure and artistica achievement and fame hardly be imagined, and certainly has not been equalled by any other pianist”. (Okell, 1918) 9 “Teresa Carreño as I knew her” J.W. Cochran as told to Ray C.B. Brown. El manuscrito, aparentemente inédito, no tiene fecha. El mismo Cochran se la pone al decir que escribe estos recuerdos 14 años después de la muerte de Carreño en 1917, esto es en 1931. El documento se conserva en la Carreño Collection. Si Cochran era un importante agente de la época, Brown fue uno de los más influyentes críticos musicales de su momento, y publicaba sus notas en el Washington Post y el San Francisco Chronicle. 10 “There is one thing in the artistic life which is pre-eminently sad, and that is when artists center all their interests in public performances. Such persons, taken away from the public, have nothing to live for; being concentrated artists, they have lived entirely in their art. 8 21 En este trabajo, trataremos de juntar los fragmentos y pedazos de esta vida. Revisar textos de contemporáneos y de admiradores posteriores, pero sobre todo sus propios testimonios, para a través de sus cartas, oír su voz. Si en algo diferenciará esta biografía de otras, excelentes, que se han hecho sobre ella, es que nos basaremos en fuentes primarias y, sobre todo, que trataremos en lo posible de dejar que la propia Teresa narre su historia, tratando de dar una imagen de la época y la personalidad. Now, I had a father and mother who taught me first of all to be a woman, and then an artist. In many respects that has been in my life a sort of comfort, and today it teches ,e that a woman has other interests than as an artist” 22 LA NIÑA PRODIGIO (1853-1862) La genialidad de Teresa se debió a la feliz confluencia de unos genes particulares, una educación distinta a la habitual y un temprano cosmopolitismo que la marcó para siempre. Su familia era de prosapia intelectual. Cayetano Carreño, su abuelo (17741836), era, según algunos historiadores, hermano de Simón Rodríguez, otro adelantado que explicó que la educación femenina era fundamental para el desarrollo de los países. Cayetano no compartía apellido con su hermano por un asunto de hijos ilegítimos entregados a la iglesia, según algunos, y según otros porque no eran hermanos sino compañeros de esclusa; asunto del que no hablaremos aquí. El abuelo Cayetano Carreño fue, junto al Padre Sojo, nuestro gran músico de la época colonial y el comienzo de la República. Cayetano Carreño fue Teniente organista y Maestro de Capilla de la Catedral de Caracas. Compuso una gran cantidad de música religiosa (lamentaciones, motetes, misereres, oficios de difuntos) y, como ferviente patriota, también la primera canción de los insurrectos contra el rey: Caraqueños, otra época comienza, cuya letra escribió Andrés Bello. Cayetano Carreño seguía los ideales familiares y republicanos y consideraba que la educación era fundamental para el desarrollo de los pueblos, por tanto creó una Escuela de Música. Sus hijos fueron también músicos y tuvieron una actividad destacada en esa y otras varias disciplinas: José Cayetano, muerto durante la Guerra de 23 Independencia, era cantor y Maestro de Capilla suplente. Juan Bautista, abogado, era organista y compositor. Juan de la Cruz tocaba en la orquesta Filarmónica; Manuel Antonio, que sería el padre de Teresa, era organista, pianista y compositor, entre otras, de una pieza para piano titulada La Fleur du Dèsert, muy popular en su momento. Manuel Antonio Carreño (1812-1874) es conocido primordialmente por ser el hijo de Cayetano y el padre de Teresa, además de autor del famosísimo Manual de Urbanidad y Buenas Maneras para el uso de la juventud de ambos sexos en el cual se encuentran las principales reglas de civilidad y etiqueta que deben observarse en las diversas situaciones sociales, precedido de un breve tratado sobre los deberes morales del hombre, libro que tuvo muchísimas ediciones. Este libro no es sólo un manual de cortesías, sino un tratado de civilización. Está dividido en dos partes: deberes morales del hombre, en el que se incluyen los deberes para con Dios, la sociedad (padres, patria) y nosotros mismos, y el manual de urbanidad y buenas maneras, donde se dan principios generales para el comportamiento, apuntes sobre el aseo y el modo de conducirse dentro de la casa. Carreño tenía bien claro que la urbanidad permite que vivamos de manera civilizada, ya que, según sus propias palabras: La urbanidad es una emanación de los deberes morales, y como tal, sus prescripciones tienden todas a la conservación del orden y de la buena armonía que deben reinar entre los hombres, y a estrechar los lazos que los unen. (Carreño, s/d, 43) 24 En realidad, tal como lo demuestra Mirla Alcibíades en la biografía que le dedicó (Alcibíades, 2005), interesante como Manuel Antonio Carreño fue un personaje tan inmerecidamente olvidado. Era matemático, científico, humanista y artista. Tradujo, junto a Manuel María Urbaneja, el Catecismo razonado, histórico y dogmático del abate Theriou, así como la Introducción al método para estudiar la lengua latina de Burnouf. Siguiendo la tradición familiar de fundar institutos educativos, creó el Colegio Roscio. Además de su actividad intelectual, Manuel tuvo también una importante figuración pública. Fue ministro de Relaciones Exteriores del gobierno de Manuel Felipe Tovar durante una semana escasa. Luego, ministro de Hacienda del gobierno de Pedro Gual durante quince días. Su fugaz permanencia en los cargos no se debía a su falta de dotes, sino a la brevedad de los gobiernos. Fue también Administrador del Banco de Venezuela, ya que era tenido por un hábil experto en asuntos financieros. A pesar de esto, no pudo tener la vida pública que se merecía y que hubiera deseado. En realidad, si su nombre suena en nuestros días como sinónimo del Manuel de Urbanidad, resulta necesario advertir que ésta fue una obra importante, pero no la mayor entre aquellas que acometió. Sin embargo, El Manual de Carreño fue considerado tan esencial para la causa de la educación que los Ministerios de Instrucción Pública de Venezuela, España y Puerto Rico lo adoptaron como libro de texto oficial. Tuvo muchísimas ediciones y aún ahora, 150 años después de su publicación en 1853, se sigue editando, aunque dudo que leyéndose. A pesar de la imagen de estricto e inflexible juez del comportamiento y de pétreo guardián de las buenas costumbres que dan de él los que no han leído su 25 muy ameno libro, Manuel Antonio Carreño era un señor encantador, que trataba de hacer que todos se sintieran cómodos. El escritor Enrique Bernardo Núñez dice que Manuel Antonio no cumplía con los preceptos de urbanidad que pregonaba, porque era un desfachatado que se sentaba a la mesa en mangas de camisa (Nuñez, 1953, 512). Esa información, sin embargo, sólo le agrega encanto al personaje. La madre de Teresa, Clorinda García de Sena y Toro, estaba emparentada con Francisco Rodríguez del Toro, el famoso Marqués del Toro de la Conspiración de los Mantuanos, y también con María Teresa del Toro, esposa de Simón Bolívar. En las fotos, los padres de Teresa parecen muy distintos. Manuel Antonio tiene una mirada penetrante y una cara agradable. Parece un señor guapo e inteligente. Clorinda, en cambio, ataviada con un vestido sin gracia y abrochado hasta el cuello, con un pelo muy tirante que termina en unos prietos tirabuzones, tiene cara de temible severidad. Sus ojos lucen muy hundidos y tristes y sus labios estrechos están apretados. Se dice que sólo permitía que sus hijos la saludaran besándole la mano, y, por su foto, más bien extraña que les permitiera tal familiaridad. De estos ancestros nace Teresa Carreño, a la que nombran María Teresa Gertrudis de Jesús, en Caracas, el 22 de Diciembre de 1853. Su partida de bautismo indica que recibió ese sacramento el 16 de febrero de 1854 y que sus padrinos fueron su tío el músico, Juan de la Cruz Carreño Muñoz y Emilia, su hermana mayor. No conoció a su abuelo ni a su tío abuelo, de manera que la influencia no le llegó de primera mano, sin embargo salió inteligente, musical, arrojada y tan elegante como su tío abuelo, el marqués. 26 Tuvo tres hermanos, María Emilia Gertrudis de Jesús, nacida en 1841 y con la que tuvo muy poco trato por la diferencia de edad. En 1842 nació una niña, a la que llamaron María Teresa Gertrudis de Jesús, que murió tres años después. Siguiendo una costumbre usual y muy arraigada de aquellos años, le pusieron a la siguiente niña, nuestra biografiada, el nombre de la fallecida. Luego nació, en 1856, Manuel Antonio Alejo Ramón del Carmen, su hermanito menor, con el que compartió los juegos de infancia, la vida en el exterior y que luego fue su agente. Los distintos autores y biógrafos han hecho hincapié en la precocidad de Teresa. A tal respecto, y según Cecilio Acosta, Manuel Antonio Carreño le confió lo siguiente: Ahora que no puede atribuirse a ceguera paterna puedo revelar mi conciencia, y contar de mi hija varias cosas que parecen increíbles. Mi niña, en efecto, cuando aún se alimentaba a los pechos seguía siempre con la cabeza al compás de la música; jamás se dormía en la casa mientras se tocase en la sala; y cuando apenas podía mover con alguna libertad los dedos, ponía en el piano composiciones que oía, y preludiaba pensamientos sencillos pero originales que eran un asombro para los que la oían sin conocerla, y un augurio para los que sospechaban sus talentos. (Acosta, 1953, citado por Milanca, 2000, 582) Israel Peña dice que desde que era un bebé, Teresa escuchaba con atención cuando se tocaba el piano; Rafael Pombo afirma que a los cuatro meses movía la cabeza al compás de la música. Otros, que comenzó a hablar y cantar al mismo tiempo, así como a caminar y bailar con buen ritmo. Andrés Silva dice que a los dos 27 años tatareaba, sin palabras, “pero con admirable entonación y corrección” arias de ópera italiana (Silva, 1895). En una entrevista que le hace William Armstrong para el Musical Courier en 1917, Teresa afirma: Cuando yo tenía tres años y medio toda la gente relacionada con el ambiente musical de Caracas, donde nosotros vivíamos, solía frecuentar nuestra casa. Los grandes artistas que llegaban a Venezuela pedían cartas para visitar la casa de mi padre; su posición como ministro les brindaba también una especie de presentación. Mi hermana mayor tocaba el piano maravillosamente, así que en este sentido, nuestra casa era un centro de encuentros y veladas musicales. (Armstrong, 1917b, citado por Pita, 1999, 5) Al cumplir tres años de vida, su padre comienza a darle clases. Según Ramón de la Plaza, sin embargo, fue su madre, Clorinda García de Sena y Toro, la que le dio las primeras lecciones de piano, como correspondía a la época 11 . Sin embargo, la propia Teresa dice su padre la dejó que explorara la música, y que sólo a los seis años y medio, comenzó a darle clase 12 . Andrés Silva dice que “a los cuatro años tocaba con la mano derecha y luego se acompañaba con la izquierda, sin instrucción de nadie, diferentes piezas de baile que oía tocar a otros; y era asombrosa la propiedad de ese acompañamiento, en que nada faltaba a la armonía, en relación con la melodía” (Silva, 1895). “Su madre, señora de tanta inteligencia como instrucción, tomó ocasión de las raras facultades de la hija por la música, para enseñarla de sí los principios rudimentarios del arte” (de la Plaza, 1977) 12 “Very wisely, my father let me go my own musical way until I was six and a half, when he began to teach me” (Cochran, 1931) 11 28 Las fechas no siempre concuerdan, sin embargo, con los recuerdos que conservaba la pianista. La propia Teresa Carreño cuenta en una entrevista cómo fue su educación: El hecho de que hubiese comenzado desde muy temprana edad mis estudios, fue una gran ventaja para mí. La voz del piano me atraía y ya desde los tres años intentaba arrancarle sonidos al instrumento. A la edad de seis y medio comencé a estudiarlo seriamente, de tal manera que a los nueve ya tocaba piezas tales como la Balada en la bemol de Chopin. Me fue por otra parte sumamente provechoso el haber tenido en mi padre un maestro ideal. Habiendo él observado cómo me gustaba el piano, decidió enseñarme sin pérdida de tiempo. Era él un apasionado amante de la música y es indudable que, de no haberse encaminado por bien de su patria hacia la política, habría llegado a ser un gran músico. Desarrolló un maravilloso sistema de enseñanza pianística, y la labor que conmigo realizó la aplico yo ahora a mis discípulos. Una parte de la formación (...) consistió en la autocrítica. Yo aprendí a escuchar, aprendí a criticar, a evaluar mi propio trabajo. Yo misma tenía que encontrar mis errores y corregirlos. Esta actividad contribuyó mucho a mis futuros éxitos. (Plaza, 1938, 9) A los cinco años compone la que se considera su primera pieza, y ya interpreta el piano con soltura. A los siete, aprendió perfectamente la Fantasía sobre Norma de Thalberg en cinco días. En 1861, una Banda Militar ejecuta una polka que se supone fue compuesta por ella (el programa dice: Polka compuesta por una niña caraqueña de 7 años de edad, dedicada por ella al Ciudadano Esclarecido [Guzmán Blanco] y ejecutada por la Banda del Batallón). Juan Bautista Plaza dice que el nombre de la niña no consta en el escrito, pero ya que no 29 había otra niña de siete años con estas aptitudes, sólo se puede concluir que la polka era de su autoría. (Plaza, 2000, 33) Manuel Antonio Carreño, al ver el talento de su pequeña, decide organizar cuidadosamente su entrenamiento musical y escribe 500 ejercicios para piano. Años después, viviendo en París, Manuel Antonio tratará de publicar su método como un libro llamado Curso Completo de Ejercicios diarios para piano. En este método, según Gerardo Rosales Pulido, Manuel Antonio desarrolla “una filosofía de la matemática aplicada al mecanismo de la interpretación pianística”. Lo que parecen adaptaciones de Estudios de Czerny y Bertini, Invenciones y Preludios de Bach y Fantasías de Thalberg, son algo más complejo: Los razonamientos utilizados por Manuel Antonio Carreño en el desarrollo de metodología pianística elaboran un código personal de enseñanza que son imagen perfecta de su madurez de pensamiento y de su preocupación por facilitar al alumno la solución de problemas complejos, relacionados con el contenido matemático de los valores musicales presentados de forma sencilla, detallada, ordenada y sustentada. (Rosales Pulido, 1999, 3) David Coifman afirma que los ejercicios, que sólo podían ser desarrollados en tres días, contienen pasajes, de distinto grado de dificultad, de obras pianísticas de grandes compositores. Algunos de ellos fueron escritos para una sola mano, pero Carreño los adaptaba para las dos manos, de manera de balancear el ejercicio. Además se exigían otras modalidades “tales como transportarlos a diferentes tonalidades con toda variedad de toques-ligado, stacatto, entre otros”. (Coifman, 2001, 44). 30 Hago hincapié en los 500 Ejercicios de Manuel Antonio Carreño porque no sobreviven referencias a que Teresa hubiese recibido algún tipo de educación formal o que haya ido al colegio, con excepción a una breve mención a ello durante su estadía en Nueva York. Sin embargo, a lo largo de toda su vida demostró una disciplina intelectual en el estudio y las prácticas que debió serle inculcada por el método de su padre. Ella misma dice que, gracias a el entrenamiento que le dio Manuel Antonio, al cumplir 14 años, ya podía leer música tan fácilmente como la palabra escrita: “Tuve otros profesores de piano, pero a mi padre le debo mi conocimientos musicales” 13 (Cochran, 1931). Cuando Manuel Antonio siente que no puede enseñarle más, contrata al pianista alemán Julio Hohené (otra veces lo llaman Hohenus) para que le dé clase. Éste la pone en contacto con la obra de Mendelssohn, Chopin, Czerny, Bertini y Bach. A los siete años, Teresa Carreño no es solamente una avezada intérprete, sino también compositora. Andrés Silva dice que “tenía su pequeño repertorio de valses y danzas, más algunas inspiraciones de carácter serio y contemplativo”. (Andrés Silva en Milanca, 1988, 99). Teresa dice que aunque componía a muy temprana edad, no era Mozart, y que sus composiciones no tenían mucho valor 14 . Aunque no solía tocar sino en reuniones familiares, la fama de la pequeña Teresa aumenta en Caracas, sobre todo después de que Cecilio Acosta escribe un “As a result of this thorough training, when I was fourteen I could read any piece of music as easily as a printed book, and could transpose at sight any accompaniment. I had other teachers in piano playing, but it is to my dear father that I owe my knowledge of music” 14 “I used to compose little pieces of my own too, but I was no Mozart, and my first creations were of no account” (Cochran, 1931) 13 31 artículo, titulado “María Teresa Carreño”, alabando sus dotes. En éste se anuncian los prodigios que habrán de reseñar después los críticos estadounidenses: No se puede pintar con colores apropiados lo que presenciamos como testigos en esas cuatro horas llenas de prodigios de improvisación. Cada uno le daba motivo o un argumento fantástico. Alguno de esos argumentos duró en la ejecución hasta tres cuartos de hora. Era cosa singular verla, después de que se hacía cargo, concebir la obertura y tocarla; y ponerse después a desenvolver sin parar, todo el argumento, con tanta propiedad de expresión, con tanta alteza de conceptos, con tanta armonía imitativa, tan bien dialogado, tan animado en la acción, tan caracterizado en las pasiones, que no parecía sino que había estudiado diez años para admirar un momento (...) No se para, no vacila, se sienta al piano como quien va a reinar y reina en efecto. Es tal el poder de su imaginación que, a las veces como desarrolla el tema que acaba de dársele, y que ella va explicando con las palabras “aquí es tal cosa”, “aquí la otra”, ella misma comprende, anuncia e intercala alguna nueva frase de afecto, de pasión o de diálogo; y ve uno que realmente eso le faltaba para la unidad del pensamiento como de la música. (...) ¿Cómo se pueden adivinar a los nueve años tantas pasiones para pintarlas, tantos fenómenos naturales para contrahacerlos con la música? ¿Quién le ha enseñado a esa niña el silencio de la medianoche con su majestad sombría y religiosa. La furia del mar embravecido, el ruido siniestro de los combates, el amor conyugal, la ternura materna, el anonadamiento helado del terror? ¿Dónde aprendió a conocer el corazón humano? (Acosta, 1953, citado por Milanca, 2000, 581-583) En 1862, Manuel Antonio Carreño analiza la situación del país y de la familia. En ese momento, se vivían en Caracas las consecuencias de la revolución de marzo de 1858, la llamada “Revolución Azul”, que había derrocado al presidente José 32 Tadeo Monagas. Manuel Felipe Tovar, amigo de Carreño, asume la presidencia de la República en 1859, tras la dimisión de Julián Castro, que se mantuvo un año escaso en el poder. En 1860 se realizan elecciones, que ratifican a Tovar en el cargo. En 1861 éste nombra a Manuel Antonio como Ministro de Relaciones Exteriores. Unos días después, Tovar renuncia por la agitación que causan los Federalistas y también, a causa de la falta de apoyo del Partido Conservador. Carreño renuncia con él. Toma el poder otro conservador, Pedro Gual, quien designa a Manuel Antonio como Ministro de Finanzas. Días después, nuevamente se queda sin cargo. José Antonio Páez derroca a Gual y establece un régimen bastante duro con la oposición, por no decir abiertamente autoritario. En 1862, estando los federalistas en el poder, Carreño que es un profesional y como tal, debe ganarse el sustento, ve que no tiene ninguna posibilidad de trabajar en la Administración pública. Además, la situación política del país, que ha cambiado de presidente cuatro veces en tres años, luce muy inestable. Pero sobre todo, piensa que el increíble talento de su niña no podrá desarrollarse como es debido en Venezuela, ayuna de escuelas, conciertos, salas de presentación y buenos intérpretes. Un ambiente tan escaso en lo cultural como el venezolano podría impedir que Teresa lleguase a ser la excelsa pianista que se avizora. Manuel Antonio toma entonces la decisión de marcharse a Estados Unidos. En la entrevista a Armstrong ya citada, Teresa explica: Lo que pasaba, y pienso que ahora no es mucho mejor, era que el partido que estaba en el poder era amargamente odiado por sus antagonistas principales; esto simplemente significa no sólo pasiones políticas, lo cual puede excusarse, porque un hombre puede ser noble y al mismo tiempo sentir pasión por la política, pero aquello se 33 convirtió en una cuestión de intereses personales. Mi pobre padre, estoy feliz de decirlo, pertenecía al grupo de hombres que deseaban el bien para su país; para mí, él no deseaba agrandar su cuenta bancaria. Bajo las condiciones allí existentes, este tipo de personas es siempre odiado con cordialidad, porque es una fuente de perturbación para otros de inclinaciones no tan honestas. Mi padre era un gran obstáculo en el camino del partido que estaba disputando ascender y que deseaban enriquecerse con el dinero del país. Sus opositores tomaron ventaja, y de manera repentina él fue obligado a emigrar, pensando que la situación duraría sólo unos pocos meses. (Armstrong, 1917b, citado por Pita, 1999, 6-7) Los Carreño irán a Nueva York, pero éste sería el primer paso antes de proseguir a Europa, el lugar adecuado para un talento como el de Teresa. 34 UNA NIÑA VENEZOLANA EN NUEVA YORK (1862-1866) Estamos a 23 de Julio de 1862, Teresa tiene nueve años y sale de Caracas, a la que no volverá sino a los treinta y dos. La preparación del viaje fue compleja. Se necesitaba la aprobación de la abuela materna, Gertrudis, que no sólo la otorgó sino que además vendió la hacienda familiar y se embarcó con ellos. Emilia, la hija mayor, no los acompañará porque está por casarse con su primo hermano Manuel Lorenzo Carreño. El tío Juan de la Cruz Carreño, abogado y músico, su esposa y su hija se unen a Manuel Antonio, Clorinda, Teresa y Manuelito, la abuela Gertrudis y los cinco sirvientes que necesitarán en su aventura. Cecilio Acosta describe así a la Teresa de la época: La figura de la niña complementa su mérito artístico. Tiene aquella gracia ligera, aquellos movimientos seductores de la belleza de estos climas (...) De pie (...) su actitud es digna y casi altiva; y pasa de repente del juego a la circunspección, como si pudiera separar del todo dos cosas tan opuestas: la niña y el genio. Sus formas son suaves y hermosas; pero, en la cara especialmente, es para notarse el conjunto de líneas ligeramente inclinadas que se cruzan, como para significar así el sexo y el talento. La cara de inflexiones es la cara del pensamiento. Su sonrisa es particular, aunque tenga la boca llena de ella no la derrama como los necios, sino que la retiene como un hilo de reflexión, puede retirarla a placer y cerrar la boca de nuevo. El dominio sobre la risa es muy significativo de un espíritu elevado. Del pecho al extremo de la cabeza la expresión es singular: se ve elevación, movimiento en la calma, acción en la majestad, conciencia 35 del poder, posesión del imperio; y en el todo, augurio de inmortalidad. Los ojos dan luz inagotable, accesible en sus emanaciones, pero no en su puente: hay misterio en aquella mirada. Su entrecejo se abre cuando está festivo, pero también se cierra con frecuencia, cosa rara en esa edad, como si quisiese con esto desentenderse de una familiaridad que estorba a su pensamiento. (Acosta, 1953, citado por Milanca, 2000, 583) La familia se embarca en La Guaira, de allí van a Puerto Cabello, donde Teresa da algunos conciertos en casas amigas, paran en Santo Domingo y llegan a Nueva York, donde vivirán en la Segunda avenida. En 1862, Estados Unidos estaba en medio de la Guerra Civil, pero dado que las batallas se libraban mucho más al sur, los venezolanos no sentían en absoluto vivir en un país en guerra. Aquí, Teresa sí está obligada a ir al colegio, pero su actividad más importante son los conciertos preparatorios con los que se quiere dar a conocer el precoz talento de la venezolanita. Manuel Antonio Carreño tiene un plan de acción muy definido, dice Brian Mann (2001), consistente en hacer que Teresa conociera a los músicos estadounidenses y también a los extranjeros famosos que pasaran por la ciudad; además, quiere conseguir reportajes de prensa favorables que lograran que su nombre se fuera haciendo conocido. Hecho lo cual, pretende pautar un concierto privado para presentarla a los músicos, críticos y periodistas. Una vez que lograra hacerla conocer, el objetivo era presentarla en un concierto público. Manuel Antonio organiza veladas musicales a las que invita a músicos, críticos y periodistas para que escuchen a Teresa. Pronto, aparecen en la prensa artículos donde se da cuenta del prodigio: la niña toca el piano como si fuera una 36 adulta; tiene un talento asombroso; improvisa una ópera mientras va explicándole a los espectadores el argumento; el contraste entre su alegría de niña apasionada por las muñecas y su seriedad como intérprete resulta encantador. Ésta, justamente, será una de las características de Teresa. Por un lado, su seriedad para la interpretación, pero, al mismo tiempo, su disfrute de la vida y su saber estar en cualquier ocasión. El compositor J. G. Maeder, uno de los invitados a estas reuniones, comenta: Es muy alegre e infantil, recibió a sus visitantes con gracia y naturalidad perfectas. Primero tocó un nocturno compuesto por ella, después una primorosa composición entrelazando a la vez hasta tres temas diferentes. Luego tocó la Norma con gran espíritu y fuerza, pieza que tenía dificultades como para cuatro manos, con más razón para dos, y siendo las de una niña. (Milinowski, 1988, 34) A su vez, un periodista del Illustrated News da cuenta de sus impresiones: En la residencia de su padre la oímos tocar la música más deliciosa compuesta por ella a medida que ejecuta. En una ocasión, ofreció componer una ópera para mí en la que puso de manifiesto enseguida su gran fuerza y su sencillez infantil. Comenzó con una obertura y presentaba como heroína de la obra a una pequeña. Después de una delicada música para la soprano, vino la de un joven que la enamora, pero éste no era del agrado del padre. Luego la enamora otro joven y es rechazado por la niña. Ambos jóvenes se encuentran, y como ninguno puede casarse con ella, resuelven matarla. Llegan ante la niña que está horriblemente asustada, y que al verse frente a la muerte comienza a hacer una oración que nos parece uno de los trozos musicales de mayor sentimiento que hemos oído; vigoroso y original. El padre de la heroína llega a tiempo para evitar el asesinato. 37 Al llegar a este punto, Teresita quedó perpleja, sin saber qué hacer con sus personajes. De pronto se iluminó su rostro con una idea feliz, y le dijo a su padre: “¡Ay, ya sé, papá! Creo que lo mejor es que la niñita se fuera con su mamá”. Enseguida bajó del taburete y, tomando una gran muñeca con que la habían obsequiado en uno de sus conciertos, comenzó a apretarla para que llorara, y gritaba jubilosa al oírla. (Milinowski, 1988, 34) Por esos días aparece Simón Camacho, amigo de la familia y periodista venezolano que vivía en Nueva York. Él consigue que Louis Moreau Gottschalk la escuche. Éste, aunque no era bien considerado como compositor por los músicos más académicos, era reputado como el virtuoso del piano en la época, y su fama era equivalente a la de una estrella de cine en estos momentos. En las revistas se hablaba de su aspecto de dandy, y sus romances y aventuras eran del dominio público. Pero este lado vano no impedía que fuera un buen compositor, aunque comercial. Fue de los primeros que utilizó los ritmos criollos de Nueva Orleáns, del Caribe y de la música negra. Era también un excelente intérprete que amaba la música, cuya influencia era importantísima en el medio musical y que podría ser un padrino extraordinario para los inicios de Teresa en los conciertos públicos. El propio Simón Camacho escribe un artículo donde habla del encuentro entre Teresa y Gottschalk: Aquella escena tenía algo de conmovedora; se oían los latidos del corazón de una madre; el rostro severo de un padre había cambiado con la expresión de la agonía de la incertidumbre (...) A los pocos momentos Gottschalk, el rey del piano, llevaba con la cabeza el compás de una brillante fantasía de Thalberg tocada por Teresa 38 Carreño (...) Un segundo más y la palabra ¡bravo! se escapó de los labios de Gottschalk. (Camacho, 1863?) Gottschalk, entusiasmado con Teresa, ayuda en la preparación de su concierto público. Además le da algunas clases de interpretación, unos dicen que no más de ocho, otros que muchas más. Pocas o muchas, estas lecciones resultaron, a la larga, de importancia primordial para la técnica de la niña. Ya en estos momentos lo que estaba en juego no era solamente la futura carrera de Teresa, sino también la manutención de la familia. El administrador de los bienes de los Carreño muere, y sus herederos usan los poderes concedidos a éste para apropiarse de las propiedades de la familia en Caracas. Los Carreño están en total bancarrota. No hay dinero, ni tampoco manera de ganarlo. La única forma de conseguirlo es hacer que, a sus nueve años, Teresa comience a ganarse su pan y el de las catorce personas que la acompañaban. Manuel Antonio Carreño, al que Mann cataloga de manager brillante de la carrera de su hija, desarrolla una intensa campaña a través de la prensa. Dada la repetición de datos en las distintas publicaciones, podemos concluir que el padre enviaba gacetillas a los periódicos. Una vez que el nombre de Teresa es conocido y que tiene el apoyo de Gottschalk, organizan un recital privado en el Irving Hall el 7 de noviembre de 1862. El empresario, L. F. Harrison, incluye en el contrato una cláusula de exclusividad para futuros conciertos, en los que la pequeña ganaría cincuenta dólares por presentación. El programa incluye: Souvenirs por Goria de Il Trovatore, La Grande Fantasie sobre Norma de Thalberg, el Capriccio sobre Hernani por Prudent, el Bananier de Gottschalk y una composición de la propia 39 Teresa: el vals Gottschalk. Tiene un éxito asombroso, así que el 25 de noviembre debuta públicamente en el mismo Irving Hall como la niña prodigio del piano. Luego da un concierto en la Music Academy de Brooklyn. Teresa Carreño, a los nueve años, se convierte en la sensación de la temporada en Nueva York. Debido al éxito ofrece seis conciertos en tres semanas, con aforos de 2000 personas cada vez. El empresario, bastante deshonesto, no paga el último, pero lo más importante es que los deseos de Manuel Antonio se cumplen, y su hija comienza su carrera como pianista profesional en Nueva York, carrera que durará hasta su muerte en 1917. Consiguen un nuevo empresario, George Danskin, Teresa ofrece veinte conciertos en Boston y no paran de salir comentarios sobre ella en los periódicos. Todos laudatorios, pero algunos también cautos. John Sullivan Dwight, del Dwight´s Journal of Music (una de las publicaciones más prestigiosas sobre música de la época) se preocupa por lo que implicaba tan temprana profesionalización: El peligro está en que su talento se desperdicie por medio de una exhibición prematura en música superficial y de relumbrón. ¿No sería más recomendable dejar las clases de música en segundo plano por uno o dos años y darle tiempo a la cultura general, física y mental? (...) La mente y el carácter deben formarse, refinarse, desarrollarse, hasta que la facilidad maravillosa de la parte técnica de la música aprenda a estar al servicio de los significados más elevados del Arte (...) Es un don valioso, trátenlo con reverencia y cuidado; edúquenlo, guárdenlo, y no dejen que la tentación de un éxito destellante o las ganancias lo consuman antes de llegar a su plenitud. (Mann, 2001, 20) 40 Después de un concierto con la Sociedad Filarmónica de Boston, se le otorga una medalla. Ella escribe una carta de agradecimiento al director, en la que se muestran algunos de los rasgos que formarán parte de su personalidad aún en la vejez: la amabilidad, su falta de pretensiones y, sobre todo, la necesidad de ser querida y apreciada: Don Carl Zerrahn: Usted me perdonará si no puedo expresarme correctamente de palabra. Cuando usted me entregó aquella linda medalla, la noche del sábado, yo no sabía lo que significaba; creía que era un simple regalo para mí; pero cuando el señor Danskin, mi empresario, me dijo poco después que los amables señores que habían tocado conmigo me la obsequiaron “como un tributo a mi genio”, me di cuenta de que todos ustedes son bondadosos para conmigo y me quieren; esto es todo lo que yo deseo, pues me gusta ser querida y que se piense bien de mí y siempre haré lo posible por agradar, puesto que mis queridos papá y mamá me han enseñado siempre a ser buena. Con toda consideración soy, señor, su humilde servidora. (Milinowski, 1988, 55) No sabemos si la carta la escribió ella misma o fue ayudada por su padre, en cualquier caso, es difícil no apiadarse de aquella pequeña que es objeto de tanta atención, presentándose en público con tal desenvoltura, ganando el dinero para mantener a su familia y diciendo que lo único que desea en la vida es que la quieran y agradar a los demás. A la larga, en esos días de inicio, tenemos el resumen de lo que será su vida entera: tocar el piano maravillosamente, estar en el centro de atención de la gente, trabajar por dinero y hacer lo posible por ser querida. 41 En entrevistas que le hacen en su madurez, recuerda con agradecimiento sus primeros conciertos como profesional: Cuando niña, tuve suerte de tener como consejeros a músicos célebres. En uno de mis primeros recitales en Nueva York tuve el honor de tener a Theodore Thomss como primer violinista y aún recuerdo su inclinación natural hacia la música seria, contrastando esto con el gusto por la música popular de aquella época. (Marciano, 1971, 66) A partir de entonces siguen conciertos en Providence, Cambridge, New Haven, Salem y vuelta a Boston. Estamos ya en 1863, tiene diez años y su vida profesional prosigue. Imprimen el Vals Gottschalk, con lo cual pasa a ser una compositora reconocida. En un año se agotan tres ediciones. En la portada de la partitura, donde se informa que es “The child pianist” y se incluye su fecha de nacimiento y una firma muy segura para una pequeña, incluyen un retrato de Teresa (realizado por Ramón Bolet) que poco se corresponde con las descripciones de la época. Allí se ve una niña muy triste y seria, con el codo apoyado en un piano y en la mano una rosa, luciendo las medallas que le habían regalado como homenaje los músicos de la Sociedad Filarmónica de Boston. Esta foto fue tomada en Nueva York en 1864; hay otra de ese mismo año, en Cincinnati, en que sólo se ve su pequeña cara, con el ceño un tanto fruncido. Hay otras dos del año anterior: una de La Habana, en la que se ve cansada y lánguida; otra de Boston, donde trata de sonreír sin mucho éxito. Es curioso comparar la tristísima niña de las fotos con sus propias remembranzas y los 42 escritos de los que la vieron tocar. Todos comentan que era una niña encantadora y alegre, y aunque ella misma no guardara malos recuerdos de esa época, las imágenes son desoladoras. Ese año va a Cuba en una gira de conciertos. En El Siglo de La Habana se publica una carta abierta de Gottschalk dirigida al público cubano, en la que presenta a Teresa: El número de los niños-prodigios musicales se ha multiplicado de tal manera de algunos años a acá, que si todos hubieran correspondido a lo que prometían en la aurora de su carrera las medianías musicales habrían llegado a ser una especie de fenómenos dignos de figurar al lado de los becerros de dos cabezas y de esas focas que dicen “papá” y “mamá”. Al ver esas pobres criaturas agotadas, víctimas la mayor parte de la avidez de los especuladores, experimento un sentimiento de compasión y de repugnancia. Como frutas exóticas que cultivadas por medios artificiales alcanzan una madurez ficticia, presentan a la vista toda la apariencia de una vegetación normal; pero probad el fruto, y la falta de sabor, la insipidez de la pulpa vegetal os harán ver que no son más que un aborto que se secará sin llegar jamás a la madurez perfecta. Afortunadamente, Teresita Carreño no pertenece al género de los pequeños prodigios que venimos juzgando hace veinticinco años. Teresita es un genio, digámoslo de una vez. No tiene más que nueve años; es una verdadera niña y es encantadora, llena de esa gracia indolente y a la vez risueña de su edad. Con respecto a ella no hay que abrigar temor alguno; nada parecido a lástima inspira. Al oirla, se ve, se siente, que Teresa toca el piano como canta el pájaro, como abre la flor su capullo. 43 Nació música; tiene el instinto de lo bello; lo adivina. Sus composiciones denotan una sensibilidad, una gracia y un arte tales como los que aparecen ser el privilegio exclusivo del trabajo y la madurez de la edad. Sin duda que ellos no son sino ensayos, ciertamente que el músico celoso y severo que intentara analizarlo, descubriría en ella la inexperiencia; pero el juez inteligente e imparcial no dejará de ver en las mismas la prenda irrecusable de lo que le promete el porvenir. Teresa Carreño toca ya con un sentimiento arrebatador, y su ejecución, a despecho de sus diminutas y delicadas manos, es limpia y brillante. Yo no le he dado aún más que seis u ocho lecciones, y sin embargo le han bastado para vencer obstáculos que para otros hubieran sido barreras insuperables. Ella pertenece a la clase de los privilegiados de la Providencia y no abrigo la más leve duda de que será una de las más grandes artistas de nuestra época. La Habana, tan galante y liberal cuando se trata del verdadero mérito, no dejará de hacerla su ídolo. (Recorte sin fecha ni referencias en Archivo Teresa Carreño, Caracas) Además, le escribe a su amigo Nicolás Ruiz de Espadero, el gran pianista cubano, pidiéndole que por favor la alabe en la prensa: Es un genio. He podido darle cinco o seis lecciones solamente. Y aunque nunca tuvo un maestro que supiera nada (esto entre nosotros), ya realiza mil milagros. Deseo que hagas lo que puedas por ayudarla. Es una pequeña adorable, encantadora. Comprende todo lo bueno. Su padre es un perfecto caballero, distinguido, honorable y de buena familia. La niña tiene unas manos diminutas y, no obstante, (debes tener en cuenta que nunca oyó nada en Caracas), hace cosas 44 extraordinarias; tiene buenas ideas musicales, y compone bien por instinto. (Milinowski, 1988, 59) Teresa se presenta en La Habana y Matanzas. Compone un Saludo a Cuba y un Impromptu dedicado a Espadero, y según Brian Mann, para finalizar el concierto improvisa una “ópera, cuyo argumento iba explicando, argumento compuesto por ella misma (...) una ópera llena de filosofía, rica en melodías originales, con sus andantes, sus allegros, sus arias y dúos apasionados, sus tercetos en que figuraba un barítono celoso, como todos los barítonos, sus concertantes finales”. (Mann, 2001, 21) Como se verá, en todas las presentaciones de la época Teresa finalizaba con una ópera improvisada. No sabemos si efectivamente en cada ocasión creaba una historia distinta o era la misma en todas. A su regreso a Nueva York, la familia debe organizarse. La pequeña Teresa no puede mantener a tantos familiares, así que la abuela y la familia de su tío vuelven a Venezuela. Manuel Antonio comienza a dar clases de piano y Teresa, al menos así lo suponemos, va al colegio. Ella dice que en Cuba ganó una gran suma y que, ya que su padre no estaba convencido de que ella debía ser una pianista profesional, invirtió el dinero en una empresa. Pero esta quebró y Teresa volvió a ganar el pan para la familia 15 . “Father was still unwilling for me to become a professional musician, and was anxious to put an end to my public playing as soon as possible. So the money earned in Cuba was invested in the hope of bettering our fortunes. But it was no very long before our hopes were shattered. The enterprise fails, and the investment was lost. The tragedy of the situation was wasted on me. The failure pleased me because it mean that I could go on playing, That was the one thing I wanted to do, and the wounds to the family pride meant nothing to me. Again I became the breadwinner…” (Cochran, 1931) 15 45 Por esos días, el diario El Corregidor de Boston manda a traducir y publicar unas máximas, al parecer escritas por Teresa, para otros niños. Según Andrés Silva, fue el propio Alcalde de Boston el que solicitó a Manuel Antonio que le proporcionara todo el material que produjera Teresa. Sería interesante comparar las máximas de Teresita con el Manual de Urbanidad de su padre: 1. Aprende para que puedas enseñar 2. No seas mala para que puedas ser querida por lo demás 3. Ten compasión del malo y trata de no ser como él 4. No pueden ser buenos los niños que no respetan a sus padres y además son considerados mal educados. Los niños deben tener esto siempre presente. 5. Dios dice que él no ama a los tercos ni a los que dicen mentiras. Por tanto los niños deben ser buenos y vivir con Dios, quien es nuestra Divina providencia. 6. Los niños deben ser siempre buenos y dóciles, y nunca esperar que les digan las cosas más de una vez. Entonces, ¡cómo los querrán! 7. Evita la envidia 8. Los niños deben imitar siempre el buen ejemplo 9. Dios manda que protejamos a los ancianos cuando estén necesitados 10. Nunca te pongas bravo, aunque tengas motivos para estarlo 11. El temor de Dios debe ser norma de nuestra vida. (Milinowski, 1988, 56) Por aquellos días, Teresita es invitada por el presidente Abraham Lincoln a dar un concierto privado en la Casa Blanca. Manuel Antonio comprende la magnitud del honor, pero Teresa sigue siendo una pequeña. Llega, conoce a la 46 familia del presidente, juguetea con el piano y se queja de que está desafinado. Luego se sienta y toca más seriamente durante un rato, hasta que anuncia que no puede hacer nada en un piano tan malo y que prefiere irse a su casa. Antes, sin embargo, toca la pieza preferida de Lincoln, a la que agrega tal cantidad de improvisaciones, su juego favorito, que termina divirtiéndose y dando un largo concierto. A partir de este hecho, la familia concluye que la vida que lleva no es la adecuada para una niña. Cuenta Martha Milinoswski, quien fuera su discípula, amiga y primera biógrafa. El exceso de trasnochos, comidas irregulares y deberes de sociedad, comenzaba a hacerse visible en el padre y en la hija. El ritmo de vida había sido forzado más allá de los límites naturales y ya se notaban en Teresita los síntomas de su mal efecto. Se había vuelto desobediente, exigente y su trato en general se hizo difícil. (Milinowski, 1988, 71) Gottschalk, en una carta suya, habla de los peligros que acechan a los niños prodigio que desaparecen del mundo artístico después de un brillo fugaz. Él considera que los pequeños se desgastan, usados por padres impacientes que no comprenden de que “el desarrollo físico es absolutamente necesario para completar el desarrollo mental” (Milanca, 1990, 20). La familia Carreño compartía esta opinión, toma medidas y le da un descanso a la niña. Aunque muchos se preocuparon por el hecho de que tuviera tanto trabajo a tan corta edad, Teresa Carreño habla de aquellos años con desenvoltura. En una entrevista que se le hiciera en 1917 en el Musical Courier de Nueva York, afirmaba: 47 No entiendo por qué me llamaban niña prodigio, y por lo mismo no entiendo por qué se me ha de llamar mujer maravillosa. (...) Cuando yo era niña se me cuidó mucho, constantemente, tanto mi salud como mi desarrollo físico. Por eso pude seguir adelante con mi talento, al desarrollarse mis poderes a plenitud. (Marciano, 1971, 75) Desde que comenzó a ser nombrada en la prensa, sus padres le organizaron un Cuaderno de recortes en el que se incluían todas las notas publicadas sobre sus presentaciones. Durante 1864 y 1865 no da conciertos públicos. Mann sugiere que se dedica a estudiar piano, inglés y francés. (Mann, 2001) Tal como había planeado, Manuel Antonio Carreño emprende un nuevo cambio. Esta vez irán a Europa, lugar donde su hija no será solamente la sensación de la temporada, sino que tendrá la posibilidad de formarse más seriamente como pianista al estar más cerca de la verdadera vida cultural mundial. Teresa, ya de trece años, embarca para Europa. 48 UNA JOVEN VENEZOLANA EN PARÍS Y LONDRES (1866-1872) El 7 de abril de 1866 zarpan rumbo a Inglaterra. La travesía fue tan accidentada que incluyó el choque del barco con un banco de arena, una caldera agrietada, el verse obligados a hacer el resto del viaje a vela, tormentas, el timón roto, la pérdida de la ruta y un rescate desesperado. El barco que los recogió también tuvo problemas con la máquina y hubo de continuar a vela, con el consiguiente retraso. Cuando llegaron a Liverpool la comida llevaba escaseando días y el estado general de los pasajeros era de desesperación. La aventura fue tan poco común que incluso fue reseñada en los periódicos. En Liverpool descansan del susto y de allí siguen a París. En aquel momento, Francia vivía el esplendor un tanto frívolo y cursi del Segundo Imperio bajo el reinado de Napoleón III, sobrino de Napoleón Bonaparte. Aunque ya no se estaba en la época de la terrible dictadura, llamada el Imperio Autoritario, sino en la del Imperio Liberal. En París, los Carreño comienzan nuevamente la ronda de presentación a los músicos destacados del momento. Monsieur Erard, propietario de la Sala de Conciertos y la fábrica de pianos que llevan su nombre, se ocupa de ella, la invita a conciertos privados en su casa y luego a una presentación al público en la sala Erard. En estos conciertos se da a conocer en el medio musical francés. Brian Mann observa que “el brillo extraordinario de Teresa la llevó casi inmediatamente a entrar en contacto con una densa red de famosos compositores, pianistas y otros músicos de la escena parisina” (Mann, 2001, 24) 49 Efectivamente, las críticas que recibe Teresa en París son excelentes. Días después de su primer concierto allí, que fue ofrecido el 6 de junio, en la Gazette Musicale se publica la siguiente reseña: Primero interpretó la Sonata en do sostenido menor de Beethoven... En cuanto a las fantasías que luego toca, sería difícil imaginar un tono más poderoso o una articulación más clara. La primera de éstas fue la Fantasía de Liszt sobre Lucia (¡nada más!); la segunda, sobre Norma, de su propia composición, en la cual el piano es manejado estupendamente; la tercera, sobre el Miserere de Trovatore de Gottschalk. (Mann, 2001, 25) Ella no le da importancia al éxito. Años después dice que su concierto en la Salle Erard fue su pequeña contribución al Segundo Imperio 16 . Conoce a la soprano Adelina Patti y al célebre compositor Giacomo Rossini, quien comienza los trámites para darla a conocer en Londres. Ambos, por cierto, admiran su voz de mezzosoprano y le dan clases de canto. Cuenta Teresa: Cuando conocí a Rossini tenía 12 años, pero como era una niña robusta y rozagante, con seguridad parecía mayor. Rossini me vio con una mirada crítica y luego le dijo a mi padre: “Me parece que esta niña puede cantar. Ven acá”, me dijo, sentándose al piano, “déjame oír tu voz”. Me dio algunas recomendaciones sobre cómo respirar y otras cosas, expresó su aprobación, y luego me envió al famoso maestro italiano, Delle Sedie, con quien estudié por un tiempo considerable. (Mann, 2001, 24) Conoce también a Franz Liszt y ella misma narra el encuentro: 16 “…I played in the Salle Erard and made my first small contribution to the brilliant life of the Second Empire” (Cochran, 1931) 50 Para alentar a una niña que razonablemente debía sentirse nerviosa y poco inclinada a tocar, él [Liszt] se volteó a mí con una amorosa sonrisa, diciéndome: “Ahora voy a tocar algo para ti, y luego tú puedes tocar algo para mí”. Fue muy cálida la manera en que me lo dijo. Sentado ante el piano, tocó un adagio de una sonata de Beethoven -no puedo recordar cual- pero nunca he olvidado el tono con el cual lo hizo. Yo no estaba lista aún para admitir en esos días que él posiblemente podía igualar a mi profesor, Gottschalk. Gottschalk era mi ídolo en esos tiempos y yo rechazaba la simple idea que alguien pudiera presumir siquiera de tocar igual de bien como él. Cuando mi turno llegó, determiné que debía hacer de Liszt un conocedor de Gottschalk, por lo que toqué The Last Hope. Puedo decir que fui sabia en lo que hice, porque él no conocía esa música, y si yo hubiera intentado tocar un rondo de Mozart o un adagio de Beethoven, me hubiera expuesto a mí misma a una desalentadora comparación. Déjame no ser modesta al decirte que, al final de mi ejecución, Liszt, quien estaba parado tras de mí, se acercó y posó sus manos sobre mi cabeza. “Esta niña va a ser una de nosotros”, dijo. 17 (Coifman, 2001, 50) Liszt le propone a Manuel Antonio Carreño que lleve a Teresa a Roma, donde él se ocupará de darle clases de piano, pero esta muy apreciable oferta no se da por razones que se desconocen. Durante sus conciertos en París, Teresa suele interpretar a Thalberg, Gottschalk, Beethoven y sus propias composiciones. 17 Ella lo cuenta en “A meeting with Liszt”, la segunda parte del artículo “Mme. Carreño as a suspected spy”, firmado por H.F.P. y publicado en Musical America. 51 Sigue conociendo gente: Gustave Doré le hace una caricatura, pero ella, al verse con una nariz exagerada y el pelo como una mopa lo rompe. Era una adolescente que no sabía quién era Doré, pero sí que no quería verse fea en un retrato. Años después lamentará mucho su vanidad 18 . Héctor Berlioz la escucha y le pregunta si no se pone nerviosa al tocar en público, a lo que responde muy segura de sí misma: “No”; Charles Gounod, autor de la ópera Fausto, se interesó mucho en ella y le enseñó cómo había observado a Chopin intepretar sus propias piezas 19 . A pesar de sus dotes, Teresa Carreño nunca fue una niña resabida. Un periódico de la época indica que “Teresita no es la clase de prodigio que nos hace aborrecer a sus padres”. (Milinowski, 1988, 81) Brian Mann hace referencia a las Memorias de Lillie Moulton, una estadounidense que vio a Teresa. Ella dice: Disfrutamos mucho escuchando a una joven pianiste de Venezuela llamada Teresa Carreño. Ella es una wunderkind. Su madre dice que tiene nueve años, pero parece de doce o dieciséis. No se puede saber cual es la verdadera edad de una wunderkind. Su interpretación fue maravillosa y su técnica perfecta. Ella sabe de memoria como doscientas piezas, es extremadamente bonita y atractiva y toca siempre que se le pide. Creo que tiene una gran carrera por delante y ya tiene el gesto de echarse el pelo negro para atrás, como hacen los pianistas. Elle ne manque rien. Uno no puede imaginar que pueda tocar mejor de cómo lo hace, pero ella piensa que todavía no es perfecta. (Mann, 2001, 37) 18 “I wish that I had the pencil sketch tat Gustave Dore made of me. I was wearing my hair in long curls that hung about my face. He turned those curls into a mop and gave me a great beak of a nose. When he handed me the caricature, I was so angry that I did not realize that I had been honored. I tore the drawing across, and threw the pieces on the floor” (Cochran, 1931) 19 “The great composer of Faust took immense interest in the child, and used to show her how he had heard Chopin interpret his own compositions. From him the child gained some of the wonderful insight which has always made her Chopin playing absolutely incomparable” (Okell, 1918) 52 En el mismo 1866 va a Inglaterra con su padre a dar unos conciertos. Rossini le ha escrito unas elogiosas cartas de recomendación dirigidas al compositor y director Arditi y otra para una profesora de canto, la Sra. Puzzi, donde le pide que la apoye en Londres: Empiezo por decirle que no acostumbro a recomendar mediocridades. La persona que presento con esta carta, Teresita Carreño (quien está favorecida por la Naturaleza por todos sus dones) es una encantadora pianista, discípula del célebre Gottschalk. Va a Londres acompañada de sus padres, gente muy distinguida, con el propósito de ser oída allí, y, como lo merece, de ser admirada. Teresita necesita un buen apoyo en esa ciudad, y yo le pido el suyo todopoderoso a favor de esta artista ya celebrada, quien a pesar del diluvio de pianistas que cae de todas partes del mundo, ha levantado gran admiración en París. Sea amable con ella, señora Puzzi, y cuente con la amistad de su fiel servidor. G. Rossini. (El original se encuentra en la Carreño Collection. La traducción es la de Basalo en Milinowski, 1988, 83) Teresa cuenta que la Sra. Puzzi era tan fea que en principio la repugnó, pero que su gran encanto intelectual y corazón de oro la cautivaron. La Sra. Puzzi hizo lo posible para que Teresa diera un recital, pero la temporada estaba muy avanzada y fue imposible organizarlo 20 . Vuelve a París y trata de entrar como discípula en el célebre Conservatorio, pero es rechazada por su condición de extranjera y porque estaba demasiado “As a child, I was very susceptible to beauty, and Madame Puzzi was at first repugnant to me because of her ugliness. But she had great charm of intellect and a heart of gold. I grew very fond of her. She did her best to interest people in a recital of mine, but it was too late in the season, and we had to abandon the idea. Somewhat dissapointed, we returned to Paris…” (Cochran, 1931) 20 53 adelantada para lo que podría aprender. Como necesitaba de un maestro de piano, le recomiendan a Georges Mathias, a su vez discípulo de Frederic Chopin. También recibe clases de armonía y contrapunto del Sr. Bazin. En el mismo 1866, su madre muere de cólera, enfermedad que se había hecho normal en el París de la época. Influida por este hecho, compone piezas acordes: Marcha Fúnebre, Elegías y Lamentos. Hay una foto de Teresa tomada ese año, y todo hace suponer que data después de la muerte de su madre. La niña de trece años parece mucho mayor, viste un traje negro, cerrado hasta el cuello, donde luce una cruz. Como es habitual en sus primeras fotos, se la ve muy triste. Ella cuenta que a partir de este triste episodio, entendió el solaz que podía traer la música para mitigar el dolor, así que se dedicó a su arte como forma de consuelo 21 . El fallecimiento de Clorinda fue un duro golpe para toda la familia. Ante esto, Manuel Antonio propone un cambio de aires. Manuelito entra en una escuela militar y ellos se van de gira a España, donde Teresa da conciertos en Madrid y Zaragoza. Su programa habitual en esta gira es Aubert, Liszt, Beriot y Osborne, piezas de Chopin, la Sonata en do sostenido menor de Beethoven, finalizando con una selección de sus propios valses. Primero se presenta en salones privados. Manuel Antonio prosigue su campaña de prensa y los periódicos publican tanto la carta de Gottschalk, como traducciones de las mejores críticas francesas. El 7 de diciembre se presenta en un concierto público en el Conservatorio de Madrid, y el 17 lo hace en el Teatro de Oriente. 21 “Then for the first time I learned what solace music can bring to human sorrow. Not yet twelve years old and bereft of my mother, I turned to my art for consolation” (Cochran, 1931) 54 A la vuelta a París, su padre funda una Escuela de Música en la que ella también da clases. Además de éstas, sigue con sus conciertos, tanto en salones como en salas públicas. Entre los conciertos privados estuvo uno en el salón de la Princesa Mathilde, prima de Napoleón III, mecenas del arte y amiga de Charles Gounod, Théophile Gauthier y Gustave Flaubert. En L´Entre´Acte se hace referencia a la presentación de Teresa: El domingo pasado, en el salón de la Princesa Mathilde, la señorita Teresa Carreño, una joven pianista hispano-americana, logró un éxito entusiasta. Fue presentada por Monsieur Gounod. Resultaría imposible acoplar mayor gracia y delicadeza a tan estupenda precisión, y a una interpretación tan vigorosa. (Mann, 2001, 26) Gracias a la princesa Mathilde conoce a Monsieur Heugel, editor de música y propietario del periódico Le Ménestrel, quien publica sus composiciones: PolkaCapricho y el vals Corbeille de Fleurs. Martha Milinowski dice que sus primeras composiciones se caracterizaban por todo género de intrincadas dificultades, muy al gusto popular de la época. Después de uno de sus conciertos en los “salons d´Erard”, la prensa hace referencia a sus dotes como compositora: El martes 7 de mayo, en los salones de exhibición Erard, el mundo oficial parisino de la música reconoció a la joven artista como una verdadera virtuosa, con aplausos entusiastas (...) El entusiasmo se tornó en frenesí luego de que interpretara una balada de su propia autoría y una fantasía particularmente difícil escrita por Liszt para el desespero de sus colegas (...) Ciertamente, este triunfo es definitivo. 55 Pero para realmente apreciar a esta niña maravillosa, uno tiene que escucharla más íntimamente, cuando se entrega a la pasión de la juventud, al tocar quizás un concierto de Beethoven, algunos deliciosos valses de Chopin, o encantadoras melodías de danza de su país natal (las cuales ella misma ha reunido y arreglado)- o un Lamento que compuso después de una terrible pérdida familiar, cuya expresión de tristeza hace brotar lágrimas a los ojos de todos. (Mann, 2001, 26-27) En 1868, a sus quince años, vuelve a Inglaterra. En Londres, Teresa ofrece un concierto privado para la Princesa de Gales. Según Rafael Hernández, Teresa le escribe a su padre contándole: No tienes idea, papá, de cómo me trató esta señora; ¡qué amabilidad, qué agasajo! No me parecía al fin que estaba en la corte, sino que estaba en la casa de una amiga mía que me recibía en una visita. Después que me oyó tocar, me llenó de los cumplidos más amables y lisonjeros; y me dijo que muchos y muy grandes eran los elogios que le habían hecho de mí, pero que todo era inmensamente inferior a la realidad. (Hernández, 1953) En ese viaje conoce a Anton Rubinstein, quien le da algunas clases de piano. El volátil temperamento de ambos hace que pelearan y se admiraran en igual medida. El la llamaba su hija adoptiva. Una de las anécdotas más conocidas refiere que Rubinstein le insistía a Teresa que determinado pasaje debía ser interpretado de cierto modo. Ella pensaba lo contrario. Después de mucho discutir, él dice, apuntándose a sí mismo con el índice: Pues se hace como yo digo porque yo soy 56 Rubinstein. La muchacha remedó el gesto diciendo: Pues se hace como lo digo yo, porque yo soy la Carreño 22 . Rosario Marciano afirma que la joven Teresa tenía una destreza técnica admirable, memoria asombrosa y musicalidad innata; pero estas dotes estaban adaptadas al gusto de la época y su repertorio constaba, mayormente, de música de salón; por lo tanto, el contacto con un músico académico como Rubinstein es muy importante, ya que él pertenecía a una escuela estricta. (Marciano, 1971, 27) Por esa época comienza a ser conocida como “La Carreño”. Vuelve a Londres donde se queda en casa de la señora Bishoff, una amiga que tendrá una triste importancia en su vida muy pocos años después. Ya la estrecha relación con su padre no lo es tanto. Él está muy molesto por el abandono al que Teresa lo somete yéndose sola a Londres, y al cambio del carácter de la joven, que ya tiene dieciocho años. Ella participa en los Riviere Promenade Concerts y en los Monday Popular Concerts. En 1870 comienza la guerra franco-prusiana, por lo que Teresa no puede volver a París por un tiempo. En Inglaterra, Teresa se une a las giras de Maurice Strakosch. Éste no era solamente un empresario, sino también profesor y un buen músico de conservatorio. Luego la contrata un muy importante empresario operático victoriano, James Henry Mapleson, conocido como el coronel Mapleson, para sus giras en Inglaterra, Francia, España, Holanda y Bélgica 23 . “I did not agree with his interpretation of a passage, and told him so bluntly. Offended, he drew himself up in a Napoleonic attitude, and exclaimed: ‘Mademoiselle, you forget to whom you are speaking. I am Rubinstein’ I jumped from the piano stool, mimicked his pose and cried: ‘And I am Carreño’. For a moment we glared at one another -then we both burst into laughter” (Cochran, 1931) 23 Según las cartas que se conservan en la Carreño Collection, la compañía se llamaba Mapleson & Co Ltd. Y estaba situada en el 47 Charing Cross Rd. London WC, e indica que es “The Oldest Stablished Opera and 22 57 Las críticas siguen siendo positivas, aunque siempre hacen constar su asombro ante la fuerza y pasión de la joven, que “abandona todos los precedentes y la tradición y elige sus propios tempos y da una interpretación totalmente nueva y desconocida de la Sonata en mi bemol de Beethoven”. (Milinowski, 1988, 109). Sin embargo, después de un concierto en Escocia, el crítico se siente confundido por “una serie de estrépitos, escalas confusas y acordes (...) su manera de tocar el instrumento es contraria a la que estamos habituados en Edimburgo”. (Milinowski, 1988, 112). Otro aspecto que asombra tanto a los críticos como a los colegas es su impresionante memoria, que mantendrá hasta el fin de sus días. Era de rápida memorización, así que en pocos días dominaba una larga y complicada pieza. El no usar partitura en los conciertos se convirtió en uno de sus rasgos característicos. Mientras, Heugel sigue publicando sus composiciones: Highland, La Fausse Note, Berceuse. A principios de 1872, Teresa hace la suplencia a una cantante en el papel de la reina en Les Huguenots de Giacomo Meyerbeer. Asombra a todos en la compañía aprendiéndose el papel en cuatro días. La experiencia llega a gustarle, pero todavía no toma la decisión de dar el salto completo hacia el canto. Por esa época, el Athenaeum publica un comentario donde se destacan tanto sus dotes de excelente pianista de primera fila, como de cantante completa. Concert Direction in the World” y que posee agentes en Londres, París, Berlín, San Petersburgo, Milán, Viena, Melbourne, Montral y Nueva York. (Carreño Collection) 58 Ella, sin embargo, se decidirá sensatamente por el piano, ya que piensa que la voz se apaga y los dedos no. A pesar de lo mucho que le gustaba el canto, nunca lamentará su decisión 24 . En 1872, contratada con Strakosch, Teresa vuelve de gira a los Estados Unidos. 24 “I realized that when I was fifty, my voice might be gone and that my career would go with it. But my fingers would never fail me, and I could play as long as I lived. So I broke off singing abruptly, and I have never regretted the decision” (Cochran, 1931) 59 TERESA CARREÑO-SAURET (1872-1876) Estamos en 1872 y Teresa se ha convertido en una mujer de diecinueve años. Ya no es la niña prodigio que iba con su padre en las giras, sino una profesional que tiene contrato con el empresario Maurice Strakosch. A partir de septiembre de ese año, emprende una gira por los Estados Unidos -Nueva York, Boston, Charleston, Chicago- y Canadá.. En el grupo que se presentará, llamado la Compañía PattiMario, están Carlota Patti, hermana de Adelina, Anton Rubinstein y Emile Sauret. El repertorio de Teresa va cambiando y ahora incluye a Mendelssohn, Liszt y Chopin. Mr. Dwight, el crítico que tanto se había preocupado por su utilización como fenómeno de circo, hace muy buenos comentarios y escribe favorablemente sobre su desarrollo como artista. En ese momento Teresa comienza a interesarse por Emile Sauret, un violinista francés, delgado y melancólico, la personificación del artista romántico y totalmente el opuesto de la vitalidad de Teresa. A la vuelta a París, le cuenta a su padre sobre el muchacho y éste le contesta, dice Milinowski: “Si sientes lástima por la condición de abandono de ese joven, por favor, cósele los botones, zúrcele los trajes y hasta cómprale la comida, pero no te cases con él”. (Milinowski, 1988, 121). Teresa, por supuesto, no le hace caso y en julio de 1873 se anuncia su matrimonio en los diarios. Ella comienza a usar el nombre Teresa Carreño-Sauret. Éste será el primero de sus cuatro matrimonios con una serie de hombres inconvenientes, de mayor o menor talento, que le dan más problemas que alegrías 60 y que muchas veces tendrá que mantener. Casi todos ellos competirán con ella en el terreno profesional, molestos por su prestigio. Por el lado musical, su reciente matrimonio le da más ímpetu aún del que solía tener. El Musical Times de la época afirma: El Rondó en si menor de Mendelssohn fue atacado tempestuosamente con una brillantez de ejecución y una energía por Mme. Carreño-Sauret que agradaron más al público grueso que a los pocos entendidos. (Milinowski, 1988, 121) El 23 de marzo de 1874 nace su primera hija, Emilita. Poco después muere Manuel Antonio Carreño. El hombre de varios talentos que no pudo desarrollar a plenitud, muere solo y bastante frustrado de una vida que no fue lo que pensó que sería. El diario Le Menestrel publica un obituario donde se enumeran sus muchas virtudes: El pasado domingo se celebró el servicio fúnebre de un exministro de Finanzas de Venezuela, quien debido a desgracias políticas llegó a ser uno de nuestros mejores profesores de piano, y muy notoriamente de su hija Teresa Carreño. Manuel Antonio Carreño, quien estudió con pasión la música en sus buenos tiempos, llamó en su ayuda a su arte favorito como un consuelo contra la desgracia. Más aún, siendo un hombre de ciencia y números, adaptó el mecanismo del piano al arte de las matemáticas y, siguiendo su método, hizo de su joven hija una de las más grandes artistas de los tiempos modernos. Le enseñó también armonía como él había aprendido, por medio del estudio reflexivo de la buena música. (Milinowski, 1988, 123) 61 En 1875 una muy triste Teresa emprende una nueva gira a los Estados Unidos, esta vez con la compañía de la prima donna Ilma di Murska, también organizada por Strakosch. Ante el viaje Teresa comienza a tener los problemas prácticos de todas las madres profesionales: ¿dónde y con quién dejar a los niños? Un viaje intercontinental, seguido de una gira por varias ciudades, a veces en desagradables hoteles y con comidas a deshora llevando una bebé de meses era casi imposible, tanto para la madre trabajadora que necesitaba ganarse el pan como para la bebé, que estaría sometida a un desajuste terrible. El problema lo ayuda a resolver su amiga, la Sra. Bishoff quien se ofrece a ocuparse de Emilita durante el tiempo necesario. Durante esta gira Teresa no sólo toca el piano sino también canta. Cada vez que necesitan una suplente para las cantantes, Teresa sale al escenario. Carreño y Sauret no sólo interpretaban por separado, sino también juntos. La rivalidad entre ellos comienza a notarse en los conciertos, en los que ella era más aplaudida y recibía mejores críticas que él. Así cuenta Milinowski uno de los episodios: Emile, al parecer, estaba molesto, quizás con su esposa, lo que sucedía ahora con más frecuencia. Con intención o no, desde la primera nota del dúo comenzó su pie un insistente golpeteo; Teresa, molesta por aquella implícita censura a su ritmo, contestaba con notas que, por su acento de creciente disgusto, podrían ser como una amonestación. Tap, tap, seguía el pie. Teresa se sentía estallar; trataba de tocar fortissimo para ahogar con ello el sonido de aquel malhadado metrónomo. Sauret continuaba golpeando mientras tocaba. (...) Hubo de pronto un estrépito. Una andanada en furioso francés fue subiendo de punto (...) Allí estaba Teresa de pie, como una furia vengadora; los ojos relampagueantes y lanzando una avalancha de adjetivos sobre su marido. “Soy suficientemente artista para medir 62 sin tu ayuda”, gritaba al abandonar la sala. El carácter de Sauret estalló de manera más destructiva. En el piso, donde lo había tirado con rabia, dejó el magnífico violín roto irreparablemente. (Milinowski, 1988, 126). Aunque no me atrevo a discrepar de biógrafa tan acuciosa, no hay referencia a este episodio en los artículos de prensa que Carreño guardaba con tanto cuidado. Por otra parte, todos los autores apuntan a el profesionalismo de Teresa Carreño en escena. Suponemos más bien que esto sucedió en un ensayo. La gira llega a su fin y Teresa descubre que está embarazada. Sauret no está nada alegre con la perspectiva de otro bebé. La pareja decide permanecer en Nueva York hasta el nacimiento de su segundo hijo. Un día, Sauret la sorprende diciéndole, simplemente: me voy. Teresa, orgullosa, divide en dos partes iguales el dinero que tienen, unos setenta dólares. Él acepta su parte y la deja sola, sin dinero y embarazada. Pocos días después, ella pierde al bebé. En una carta sin fecha, dirigida a su amiga Marie Lipsius, Teresa le escribe: Después de mi matrimonio con Sauret, nuestra situación era tal que tuve que dejar de lado mi carrera como cantante por un tiempo, ya que tenía que proveer por los dos y lo podía hacer mejor como pianista. Sauret era totalmente desconocido en aquella época y no ganaba ningún dinero, así que me tocaba a mí tomar las previsiones para mi familia. Además, yo también tenía que ocuparme de mantener a sus padres (...) Cuando Sauret me dejó en 1877, yo tuve que dejar de cantar nuevamente, para ganarme la vida y alimentar a mi bebé. (Coifman, 2001, 62) 63 Mientras Teresa se recupera de la pérdida, su amiga la Sra. Bischoff, de excelente posición económica, le propone adoptar a Emilita, ocuparse de educarla bien y hacerla heredera de la fortuna familiar. La única condición era que Teresa no la viera nunca más. Ella se niega, pero al analizar sus problemas económicos, su condición de mujer abandonada y su vida nómada y solitaria, piensa que Emilita estará mejor en un ambiente más estable y acepta. Teresa lamentará toda la vida esta decisión. Muy decaída por los acontecimientos de los últimos años se va a Boston; allí comenzará una nueva vida, otra vez. 64 TERESA CARREÑO-TAGLIAPIETRA (1876-1885) Estamos en 1876 y en Estados Unidos acaba de ganar las elecciones Rutherford Birchard Hayes, un republicano que intentará calmar las diferencias que persisten entre los estados del sur y del norte años después de la guerra de Secesión. A los veintitrés años, recién separada, meses después de entregar a su hija en adopción y de sufrir la pérdida de un embarazo, Teresa Carreño llega a Boston en busca de trabajo. Allí, su amiga, la soprano Erminim Rudersdorff, una excelente cantante operática, la contrata como acompañante de piano y voz para sus clases de canto y sus presentaciones. Además de ser la pianista en los conciertos de Mme. Rudersdorff, da los suyos propios cuando consigue algún contrato. La posibilidad de cambiar de vida y de rama profesional le parece una interesante manera de comenzar de nuevo. Ayudada por la gran cantante, Teresa se prepara para el papel de Zerlina en Don Giovanni de Mozart. El Daily Tribune de Nueva York opina al respecto: La debutante de la noche, Mme. Carreño-Sauret, en el papel de Zerlina, fue calurosamente ovacionada por el auditorio y produjo una agradable impresión. Su voz revela un cuidadoso estudio y método excelente. En el segundo acto parecía más segura, y cantó el solo de manera exitosa. (Milinowski, 1988, 133) La foto que se conserva de Teresa Carreño vestida para el rol de Zerlina muestra un cambio. Ya no es la joven de aspecto triste, sino una hermosa mujer, 65 con una sonrisa parecida a la de la Gioconda que mira fijamente a la cámara con una expresión entre pícara y enigmática. A pesar de su cierto éxito como cantante, Teresa decide dedicarse exclusivamente al piano, donde sus dotes son extraordinarias. En el piano es “la Carreño”, en la ópera será otra buena cantante. Gracias a la ópera, sin embargo, conoce al que será su segundo esposo, Giovanni Tagliapietra, al que llamaba Tag. Teresa Carreño decide volver al circuito de conciertos. En ese momento la compañía Weber la contrata para que represente sus pianos. Este convenio, que duró catorce años, implicaba proporcionarle un piano a Teresa y que ésta habría de incluir en la toda publicidad relativa a sus conciertos, la referencia a la marca comercial. Aunque se siente muy bien en Boston, Nueva York era la ciudad para trabajar. Allí vuelve Teresa. En la ciudad hace amistad con la familia MacDowell y da algunas clases de piano a su joven hijo, Edward. Este joven no sólo será el hijo de una familia amiga y su alumno, sino también su protegido. Edward MacDowell se convertirá, años después, en un importante compositor. Buena parte de su renombre vendrá de que Teresa Carreño pasa años incluyendo sus composiciones en todos los conciertos en los que participa, lo que contribuye a su popularidad y reconocimiento. Por esos días, su romance con Giovanni Tagliapietra, barítono, guapo, encantador, apasionado, temperamental, botarate, contador de historias extraordinarias, enamoradizo y jugador, se enseria. Teresa todavía no se ha 66 divorciado de Sauret, y además no está interesada en los vínculos legales, así que se mudan juntos y forman un matrimonio consensual. Aunque los matrimonios de este tipo, en los que sólo bastaba la voluntad de los contrayentes para considerarse casados, eran legales en la ciudad de Nueva York, podemos suponer que no eran vistos sin un poco de escándalo. Una de las cosas extraordinarias de Teresa Carreño es que los convencionalismos y el qué dirán la tenían sin cuidado. En sus cálculos nunca entraba lo adecuado o el comme il faut ni en asuntos sociales ni religiosos. Según Martha Milinowski: No era irreligiosa, aunque hacía años que no entraba a una iglesia, a menos que fuera para admirar su arquitectura. Medio fatalista, medio pagana, adoraba a un Dios que reconocía como el que todo lo dirige y como padre ineludible. No estaba libre de supersticiones, por ejemplo, pensaba que era una buena precaución hacer un signo contra el mal de ojo al acercarse un sacerdote. (Milinowski, 1988, 139) Sobre sus supersticiones un ejemplo: en la Colección Teresa Carreño, Caracas, se encuentran varios de sus objetos, entre ellos las herraduras de caballo de las que no se despegaba. Acerca de su sentido religioso, todas sus agendas comienzan con una invocación a Dios a veces en inglés, otras en francés o en español. Las escritas en este último muestran un estilo muy caraqueño. Una dice: “Dios sea con nosotros y bendiga a mi Eugenio y a mis hijos”. Otra, “Dios sea conmigo a mis hijos, nos bendiga y me conserve a mis hijitos buenos y sanos!”. También en la Colección Teresa Carreño se encuentra un estudio fisonómico que le 67 hizo en 1899 el Prof. W. Stone, en el que se hace un análisis de su personalidad a través de sus rasgos. Durante 1877, una muy enamorada Teresa se dedica con pasión a ser ama de casa y a dar pocos conciertos, uno de ellos con la New York Philarmonic Orchestra. Comienza a cambiar su repertorio e incluye nuevas piezas de Beethoven y Mendelssohn. Mr. Dwight apunta: La bella pianista, cuyo rostro y ademanes tenían antes una impresión de impaciencia y casi de disgusto cuando se la llamaba repetidas veces luego de ejecutar piezas de relumbrón para virtuosos (Gottschalk), se sentía ahora evidentemente a gusto y feliz con la buena música (Variaciones Kreutzer). (Milinowski, 1988, 141) El 1 de marzo de 1878 nace su hija Lulú. A finales de año vuelve a las giras. También comienzan sus problemas matrimoniales: ella es organizada y metódica, él, en cambio, es jugador e irresponsable. Teresa vive una época de múltiples preocupaciones: no se concentra en sus estudios ni en sus clases, su repertorio no la satisface, ya que lo considera para un gusto musical poco elevado. Se da cuenta que de esta manera seguirá siendo una intérprete popular, pero posiblemente no reconocida con el paso del tiempo. En la época, los conciertos en los que participaba Teresa incluían una gran parte de música popular y alguna pieza clásica. Dice Martha Milinowski que: Eran anunciados como amusements (entretenimientos) igual que los circos y las luchas y eran juzgados más por la apariencia del artista, por sus modales, y por los accidentes de la actuación que por la calidad de la música. (Milinowski, 1988, 144) 68 Por si fuera poco, las condiciones no eran agradables: hoteluchos, malas comidas, trenes incómodos. En 1881, cansada de conciertos menores (una vez llegó a tocar acompañando los comentarios de un inglés llamado Archibald Forbes sobre “Royal People I Have Met” [Personajes de la realeza que he conocido]) funda la Compañía de Conciertos Carreño. Con ésta, los conciertos consistían en una primera parte dedicada a la música popular habitual en los programas de conciertos, y una segunda parte con arias de ópera. En 1881 Lulú enferma gravemente y pocos días después muere. Tenía tres años. A finales de año, funda la Carreño-Donaldi Operatic Gem Company junto a la prima donna italiana Emma Donaldi. Al unir dos presencias importantes, las posibilidades de conseguir presentaciones se duplicaban. Durante este tiempo, Carreño sólo se presenta en Estados Unidos. El 24 de diciembre de 1882 nace Teresita. No sólo es una preciosa niña, sino que llega en un momento en que la madre está emocional y económicamente más estable. Ya el fantasma de Emilita y su adopción, aunque nunca desaparecerá, no la asusta con respecto a sus otros hijos. Durante 1883 se dedica a dar conciertos en Estados Unidos y Canadá. Además, vuelve a una actividad abandonada por mucho tiempo, la composición. Escribe su Vals Teresita en homenaje a su hija. Esta pieza, con la que solía terminar sus conciertos, se hace tan famosa que se le hacen arreglos para piano; mandolina y guitarra; piano a cuatro manos; piano y violín; piano, violín y violonchelo; acordeón y orquesta. 69 El 7 de enero de 1885 nace Giovanni. Los niños hacen feliz su vida familiar, aunque su esposo no sea ni compañero, ni proveedor, ni protector, sino más bien infiel, bebedor, jugador y agresivo. En las fotos con sus hijos, Teresa siempre está sonriendo felizmente, tanto en aquella en que mira a un muy serio bebé como en la que está sosteniendo sobre su espalda a una juguetona Teresita. Con sus hijos se veía radiante. Teresa tiene muchas y queridas amistades: Fanny MacDowell, madre del músico, Caroline Keating (Carrie) su alumna y Regina Watson (Ginka), una excelente pianista. Con ellas forma Teresa una sorellanza, una hermandad femenina que se mantendrá en el tiempo y que la ayudará en su muy afanosa vida. En el plano profesional, Teresa también comienza a sentir que es más reconocida. Sus programas abundan en obras de Grieg, Schumann, Chopin. No puede dedicarse, sin embargo, sólo a los conciertos de música académica y, por ello, debe volver con cierta regularidad a sus compromisos comerciales: conciertos en casinos y giras poco apetecibles. Sin embargo, en 1883 Leopold Damrosch, un muy respetable director, la invita a su gira. Durante esos años los críticos no son siempre favorables. Unos la alaban, otros se sienten decepcionados. Algunos son, incluso, malévolos: La función comenzó a la hora fijada ante un público insignificante y una damisela de aspecto audaz, de vivos ojos negros, cara redonda, labios carnosos, nariz muy modelada, que calza número 2 y pesa ciento ochenta y cinco libras, fue conducida al piano por un caballero; tomó asiento y comenzó en seguida una lucha con el piano. Continuó de esta manera hasta que el umpire dio por terminada la batalla. (Milinowski, 1988, 148) 70 El todopoderoso Mr. Dwight la tiene por buena intérprete, pero para su desencanto no la incluye en el Olimpo de las tres grandes pianistas mujeres, las petticoat pianists o sea, las intérpretes que usan enaguas: Sophie Menter, Clara Schumann y Arabella Goddard. Sin embargo, la Carreño a menudo recibe extraordinarias críticas. Entre 1876 y 1885 la vida de Teresa no cambia mucho, a pesar del matrimonio y el nacimiento de dos hijos: estudia, trabaja duramente, se presenta en cantidad de sitios, aunque esta vez en un solo continente, y trata de ser reconocida por sus pares. Por esos días le llegan noticias de Caracas, el presidente Joaquín Crespo la invita a dar una serie de conciertos en Venezuela. Lejos estaba la pianista de saber que esa carta oficial daría un vuelco a su vida. 71 CARACAS, ALLÍ ESTÁ... (1885-1887) La vuelta a la patria fue un desastre que Teresa no pudo avizorar cuando ve el recibimiento triunfal que le hacen sus compatriotas. De acuerdo a nuestro habitual comportamiento, la acogieron como a una diosa y luego hasta tomates lanzaron al escenario. Demás está decir que Teresa no se amilanó, aunque volver a su lugar de nacimiento, después de tantos años, para pasar malos ratos no estaba previsto en sus planes. La venezolanidad de Teresa Carreño era activa pero relativa. Siempre usó el pasaporte venezolano, aunque era una ciudadana del mundo. Criada entre Caracas, Nueva York, París y Londres, en su vida adulta vivió largos años en Boston, París y Berlín, sin embargo, suspiraba por la Caracas de su infancia, pidió ser enterrada allí y ostentó la nacionalidad venezolana toda su vida. Ella misma narra el episodio “más irritante de su vida”. En 1916, durante la Primera Guerra Mundial, viaja de Berlín a Viena. Un soldado la detiene porque su nacionalidad no está clara para él y la remite a las autoridades austriacas: Una vez en manos de las autoridades austriacas fui cuestionada abiertamente: ¿Dónde había nacido? En Caracas. ¿Caracas? ¿Quién ha escuchado jamás de ese lugar? ¿Dónde queda? En Venezuela. ¿Y en qué esquina del mundo queda Venezuela? En América, Suramérica. ¡Ah sí! ¡Claro! ¿Alguien ha escuchado alguna vez de semejante lugar? ¿Pero cuál es la nacionalidad de madame? Venezolana, respondió Madame. Sí, pero no le entiendo, repitió el soldado, ¿cuál es su nacionalidad?. Pero se lo dije, venezolana. Sí, pero usted todavía no parece entender. ¿A qué nación pertenece? ¿En 72 Venezuela hay ingleses, alemanes, italianos, españoles, a cuál pertenece Ud.? 25 (Coifman, 2001, 43) En 1883 fue comisionada por el gobierno de Antonio Guzmán Blanco para escribir música y letra de un Himno a Bolívar, con motivo del primer centenario de su nacimiento. Por razones desconocidas, éste se estrena años después. Según algunos autores, la letra es en realidad de Felipe Tejera. Sea de quien fuese, resulta un tanto lamentable, ya que está llena de todos los lugares comunes del culto al Libertador: heroísmos, inmensos espíritus, marchas triunfales, cumbres de los Andes clamando fúlgidas por el semidiós, refulgencias, altiveces humilladas por la grandeza de su heroísmo, gloria, orgullo y prez de la patria y demás ampulosidades decimonónicas. En 1885, terminado el segundo gobierno guzmancista (conocido como “el Quinquenio”), Teresa Carreño recibe una invitación oficial para dar una serie de conciertos por parte del presidente Joaquín Crespo, que en ese momento ejercía su primera presidencia, bajo la modalidad del “Bienio”. Joaquín Crespo, nacido en Aragua pero criado en los Llanos, fue uno de esos caudillos militares que van escalando posiciones y llegan de soldado raso a presidente de la República. Gobernó el país entre 1884 y 1886 y luego entre 1892 y 1898. Era uno de los que originalmente formó parte del Grupo de la Adoración Perpetua a Antonio Guzmán Blanco, a quien le cuidó la presidencia cuando éste quiso solazarse un tiempito en su amada Francia. Lideró la Revolución Reivindicadora y más tarde, con pie propio, la Legalista. Este Héroe del Deber Teresa Carreño lo cuenta en el artículo “Mme. Carreño as a suspected spy”, firmado por H.F.P y publicado en Musical America en 1916. 25 73 Cumplido, uno de los títulos que obtuvo, fue el Jefe supremo del Partido Liberal Amarillo. Los preparativos de la venida de Teresa estuvieron a cargo de su hermano Manuel Carreño, vinculado al gobierno, quien funge como agente y organiza su llegada, así como los conciertos que habrían de ofrecerse. Tag y Manuel llegan a Venezuela antes que Teresa a fin de ocuparse de la organización de las presentaciones y de la campaña de prensa, semejante a las que organizó Manuel padre a la llegada a Nueva York y París. Teresa Carreño, a los treinta y dos años, era la venezolana más famosa de su época. A su arribo a La Guaira, en octubre de 1885, la esperaba una multitud y un vagón especial, en el que subió a Caracas. Allí, un comité de recepción le ofrece flores, se recitan poemas en su honor y le dan serenatas. En Caracas vuelve a ser Teresita, y así la llaman los periódicos de la época. En éstos se desata una epidemia retórica, en la que Teresa es llamada “hija del sol”, “insigne artista”, “gloria de ese arte divino”, “esclarecido genio”, “viajera encantadora”, “angel y mujer”, “rico tesoro venezolano” e “intérprete del lenguaje de los cielos” (Milanca, 1987). Teresa publica una carta en La Opinión Nacional (el periódico del gobierno) en el que dice lo siguiente: Al pisar las playas de mi país natal, he tenido la honra de recibir de mis compatriotas una prueba espléndida de su cordial afecto hacia mi humilde persona. No merezco yo tanto. Reconocida, muy reconocida estoy por las finas demostraciones de amistad y consideración con que se me ha recibido en esta ciudad después de mi larga ausencia en el extranjero; y es ésta la ocasión de 74 declarar con toda la efusión de mis sentimientos y el agradecimiento en que estoy por tanta bondad a que yo sabré corresponder. Saludo a la ilustrada prensa de Caracas, a la Junta de Recepción, a los miembros del club Bolívar y demás personas de quienes he recibido inequívocas muestras de estimación; y muy especialmente al digno Presidente de la República, benemérito General Joaquín Crespo. (Milanca, 1987, 46-48). La preparación del primer concierto en el Teatro Guzmán Blanco (actual Municipal), muestra la cantidad de elementos que debían tomarse en cuenta en aquellos tiempos para impedir que alguien se sintiera ofendido por el desaire. Ya que estaba emparentada con la familia Toro (de la esposa del Libertador), debía dedicar el primer concierto a Simón Bolívar, pero también a Joaquín Crespo por ser el presidente. Por otra parte, ya que el Club Bolívar le había dado una serenata, se esperaba que ella invitara al presidente de dicho club a cantar. El programa incluye el Concierto en mi menor de Chopin, el estreno del Himno a Bolívar, para tenor, coro mixto y orquesta, siendo el solista su esposo Giovanni Tagliapietra. Luego varios solos de piano: Si yo fuera pájaro de Hensetl; Tremolo de Gottschalk y Saludo a Caracas, compuesto especialmente por Teresa para la ocasión. Para finalizar, la Rapsodia Nº 6 de Liszt y el Vals Teresita. Los caraqueños enloquecen con el concierto, al tiempo que en los periódicos se suceden críticas cada vez más laudatorias, poemas dedicados a la magnitud de su genio y a su belleza y ditirambos sin fin. Diógenes Arrieta publica años después, en El Cojo Ilustrado, unos recuerdos sobre Teresa Carreño; allí describe a la artista: 75 Vestía con suntuosa y correcta sencillez. El porte distinguido: el ademán natural, desembarazado, fácil y seguro, como de quien tiene, con la conciencia de la superioridad artística, el hábito de los salones en el gran mundo. Había pasado de los treinta años sin alcanzar todavía a los treinta y cinco: la edad en que, por el completo desenvolvimiento de las facultades intelectuales, el cultivo del arte de agradar y el conocimiento de la vida moral, la belleza de la mujer alcanza su más característica expresión y despide su más seductivo fulgor. Sin collar y sin zacillos, descubiertos los brazos, pecho y espalda por la escotadura del vestido, el blanco desnudo busto salía tentador y victorioso de entre las líneas negras del jubón de seda. Ya no tenían sus mejillas, es claro, la frescura de la primera juventud. Pero a la pelusilla azulosa de durazno tierno que cubre las facciones de la mujer adolescente, habían reemplazado en sus formas el tono brillante y la voluptuosa morbidez de la fruta de la belleza que ha sazonado para el amor el sol de los 30 años. (Arrieta, 1953, 496) Ante el gran éxito prepara un segundo concierto, que esta vez dedica “a la refinada e ilustre sociedad de Caracas”. Según Milinowski, las damas caraqueñas, escandalizadas por ser divorciada, no la recibían ni la visitaban. Ella, en carta dirigida a su amiga Caroline Keating Reed, no hace ninguna referencia al asunto, así que no sabemos si fue así, si Teresa se percató o no, o si optó por la discreción: Estamos aquí desde el 15 de octubre. A mi llegada, toda la ciudad salió a recibirme, con una banda de música, discursos, etc., etc., y todas las demostraciones de afecto de mis conciudadanos. No entraré en detalles, porque lo que te interesa saber es el resultado total. Te diré, muy confidencialmente -porque el que no me conozca podría pensar que soy vana y ridícula-, que he sido tratada como una reina. Mi entrada a la ciudad fue de tal regocijo general, que las calles por donde pasaba mi carruaje, desde la estación hasta la casa, estaban 76 llenas de multitud, que me aclamaba y ondeaba sus sombreros y pañuelos, tratándome como si yo fuera una reina que entraba a su ciudad. Puesto que las ovaciones, flores y discursos, serenatas, condecoraciones, medallas, y, en fin, toda clase de demostraciones agradables y honoríficas han llovido sobre mí, me he sentido todo el tiempo como si no mereciera nada de esto y fueran pocos mis méritos en comparación a los honores que recibía. El Gobierno me confirió el Busto de Bolívar, el más alto honor que se confiere a alguien, y Tag fue también honrado con éste después del primer concierto en que cantó, y que se llevó a cabo el 10 de enero. Lo que más me conmovió fue una bella medalla de oro que la prensa de Caracas me entregó con un pergamino que contenía tantas alabanzas que a duras penas me reconocí en ellas luego de haberlo leído. Estuvimos en Caracas un mes después del 15 de octubre, luego fuimos a Puerto Cabello, Valencia y Ciudad de Cura; regresamos después a Caracas el 28 de diciembre. Y desde entonces hemos dado aquí dos conciertos más, Ahora estamos a punto de salir para Ciudad Bolívar y Trinidad, de allí a Maracaibo. Volveremos de esta ciudad y, probablemente, después de una corta temporada aquí regresaré a mi hogar. ¡Esta sola palabra hace vibrar mi ser! Piensa qué larga separación de mis dos queridos hijos, los que más anhela mi corazón día y noche. Tú que sabes tan bien cómo está mi alma embebida en esos niños, puedes imaginarte lo cruel que ha sido para mí esta separación, qué gran sacrificio; mas como es por ellos, debo reunir todo mi valor y tratar de soportarlo. Tag ha vuelto a ser casi el mismo, y el clima ha restaurado su salud, lo que no es poco obtener, y hubiera bastado en este viaje. Te sorprenderá el ver cuánto más nos hemos quedado aquí de lo que proyectamos; pero, como las cosas se presentaron tan bien, determinamos quedarnos por estos lados el resto de la temporada. (Milinovski, 1988, 173-174). 77 Ante tanto éxito, Teresa se dedica a una gira de conciertos por Venezuela. Durante el año 1886 visita La Guaira, Puerto Cabello, Valencia, Villa de Cura. Maracaibo, Ciudad Bolívar, Curazao y Trinidad. En este periplo, resulta extensamente alabada, pero también comprende que el país es distinto a la idealización de la nostalgia. Algunos conciertos deben cancelarse porque las entradas no se venden, en otros le piden cambiar el programa. Una nota de prensa anuncia sin pudor: Los aficionados al arte están de plácemes, por haber resuelto la célebre pianista venezolana, señora Carreño, dar un segundo y último concierto, en el cual ejecutará algo que no sea clásico, pues si lo que se llama clasicismo tiene sus adoradores, tiénelos también en la abundancia la melodía. A unos agrada la difícil ejecución; a otros el sentimentalismo en la nota; y si no vamos errados, la música que deleita y conmueve como que ha de tener un porvenir tan grande como su pasado. (Marciano, 1971, 88-89) Mientras tanto, tiene lugar un cambio de gobierno. Concluye el “Bienio” de Joaquín Crespo y comienza el tercer gobierno de Antonio Guzmán Blanco, también un “Bienio”, bautizado en este caso como “la Aclamación Nacional”. Guzmán Blanco fue el primero de los jefes de la república que no era sólo un caudillo militar, sino también un abogado y político. El “Aclamado de los Pueblos” comienza en 1886 un gobierno que será muy distinto al “Septenio” (1870-1877) y al “Quinquenio” (1879-1884). En este período la oposición arrecia e incluso su compadre Joaquín Crespo se muestra alzado y respondón. La situación se torna tan complicada que incluso salpica a Teresa Carreño. 78 Ésta, que nunca se había interesado en la política, está encantada con Guzmán Blanco, un señor fino y educado, que habla francés, conoce mundo y con quien estaba, de paso, lejanamente emparentada por el lado materno, aunque ella lo llama “mi primo” 26 (W, 1909, 11) . Participa en un concierto en homenaje a Guzmán Blanco, donde estrena una nueva composición: Himno al Ilustre Americano para barítono, coro mixto y orquesta. Antonio Guzmán Blanco sabía del nivel y prestigio de Teresa Carreño, por tanto no sólo la consideraba como músico sino también como una personalidad capaz de fundar instituciones a la altura de las europeas. Uno de sus encargos será que ella haga el proyecto de un Conservatorio. Teresa escribe unas Bases preliminares para la Fundación en Venezuela de un Conservatorio de Música y Escuela Dramática, fechado el 21 de septiembre de 1886. En este bien organizado documento, escrito con bella letra, se incluye el personal necesario; las materias a ser vistas en la Escuela de Música; las entradas y beneficios que puede reportar el instituto (que era pago pero daba becas); un presupuesto de los gastos de instalación y los sueldos de los profesores; así como un manual de funcionamiento con las características que debían tener estudiantes y profesores. Carreño le escribe una carta a Guzmán presentándole formalmente el proyecto. En ella podemos ver lo organizada y sensata que era Teresa en sus proyectos, a pesar de que muchas veces éstos no funcionaran: “…when my cousin, Guzman Blanco, the president of the republic”. El texto, titulado “Troubles of a feminine impresario”, firmado por J.W. y publicado en Musical America, es una entrevista en la que Teresa Carreño narra su peripecia en Venezuela 23 años antes. 26 79 Mi estimado general y amigo: Tengo el honor de remitirle el trabajo que Ud. me dio ayer, con el presupuesto. Yo he hecho un cálculo aproximado de lo que creo serán los gastos del Conservatorio y sujeto a mis limitadas aptitudes. Los gastos para anuncios que he puesto parecerán quizás, algo subidos, pero he pensado, que un conservatorio fundado por un hombre tan ilustre como Guzmán Blanco y tan justamente célebre en el mundo entero y del cual toda la América Española con tanta razón se enorgullece, y que también estando dirigido por una artista que ha corrido con la buena suerte de ser bastante conocida en esas Repúblicas, atraerá al Conservatorio, anunciándolo bien en toda la América Latina como también en las Antillas, muchos discípulos de todos estos lugares los cuales más que compensarán el gasto de anuncios que se tenga que hacer. Hay muchos pormenores y detalles concernientes al presupuesto que aquí mando a Ud. que necesitan demasiado espacio para escribirlas y quitaría a usted demasiado tiempo para leerlas. Estando invitada a pasar el día a Antímano en casa de la Señorita Herrera el viernes de esta semana, iré, si Ud. me lo permite, a su casa y le diré de viva voz lo que deseo saber sobre el particular. Si no es demasiada importunidad, permítame hacerle una súplica, y es que tenga la bondad de hacerme saber en cuanto le sea posible, su resolución, pues mi posición es en extremo violenta habiendo sufrido nosotros grandes pérdidas durante nuestro viaje aquí y en los demás lugares que hemos visitado, y como dependemos absolutamente de nuestro trabajo, tenemos la desgracia de no poder estar sin trabajar. Dispense Ud., que le haga esta explicación, pero para no parecer inoportuna he creído mejor, ya que usted me ha demostrado tan bondadosa amistad, hablarle francamente. 80 Suplico a Ud. Salude afectuosamente a su señora y a toda su familia, (Peñín, 1993, 33-34) El proyecto del Conservatorio no llega a nada, pero a Guzmán Blanco se le ocurre otro plan faraónico y le solicita a Teresa que organice una compañía de ópera que se presentará en Venezuela. Contarán con un subsidio inicial de cien mil pesos por parte del gobierno. Ante la interesante propuesta, Tag sale rumbo a Italia para contratar cantantes, mientras Teresa va a Nueva York a buscar músicos, vestuario, un director y a sus hijos. Se despide con una carta en la prensa: Como la mayor prueba de mi afecto a los compatriotas de la amada Venezuela, he vuelto a su seno con el fin de darles mi adiós ofreciéndoles mi último concierto. Es con lo único que puedo corresponder a tantas demostraciones de cariño; y mi esposo, también agradecido, ha dispuesto tomar parte en él, demostrando así su amor hacia los que tanto me han abrumado con finas atenciones. Donde quiera que me lleve la suerte, allí palpitará mi corazón siempre agradecido, por este pedazo de tierra que tanto quiero. (Milinovski, 1988, 175) El 25 de febrero de 1887, vuelve a Caracas. La compañía tiene cuarenta y ocho artistas, además de Teresa y Tag. La temporada de ópera comienza el 5 de marzo con Un ballo in maschera de Giussepe Verdi. Después de una buena crítica inicial para el primer y segundo día, los espectadores no vuelven a las siguientes funciones. Ni siquiera Guzmán Blanco se deja ver por allí, tanto así que esto hace 81 fracasar un intento de asesinato. Ramón J. Velásquez cuenta que un cochero denuncia tres intentos de magnicidio contra el Aclamado, uno de ellos se llevaría a cabo en el teatro “donde actuaba la compañía de Opera de Teresa Carreño, pero resultó ser un nuevo fracaso, pues el presidente no volvió al teatro después de asistir a la noche de inauguración de la temporada”. (Velásquez, 2005, 21) Esto lo ratifica Teresa en el artículo ya antes comentado, diciendo que el carpintero del escenario y el encargado de la utilería fueron encarcelados. Llamó al Jefe de policía quien le dijo: Descubrimos anoche evidencia completa de un complot para asesinar al presidente cuando entrara a su palco. Tenemos a los conspiradores en la cárcel, pero no tenemos confianza en que se deba dar el espectáculo, ni tampoco a reconocer que los revolucionarios nos han forzado a posponerlo, así que decidimos culpar a los técnicos del escenario. Ellos serán liberados y premiados 27 . (W, 1909, 11) Lucia di Lamermoor, Fausto, La Traviata, Aida, Rigoletto, Favorita, Sonambula, Il Trovatore, Norma se presentan en una situación parecida a un sainete. El público abandona el teatro, los cantantes están descontentos, la diva demanda a Teresa por sueldos vencidos, tiran al escenario una piedra y una botella “que contenía un líquido asqueroso” 28 (Milinowski, 1988, 182). Tag, que aparentemente se había hecho famoso en los bajos fondos caraqueños por su afición a la bebida, el juego y las damas, recibe cartas amenazadoras que más “We discovered last night complete evidence of a plot to blow up the President when he entered the box. We have the chief conspirators in jail, but we dare not trust ourselves to let the performance take place, nor dare we confess that the revolutionists have forced us to postpone it. So we though best to place the blame on your stage mechanics. They will be released after to-night and handsomely rewarded” 28 La misma Teresa lo comenta en el artículo “Troubles of a feminine impresario”, habla de “nasty liquid” 27 82 parecen una típica mamadera de gallo caraqueña, pero que hace que se niegue a cantar nuevamente: Estimado amigo: siento mucho decirle que aquí no queremos oírle su voz y de resto si usted canta nos veremos obligados a echarlo de la excena (sic) a silvatadas (sic) o tomatasos (sic) además porque al señor Noto no se le da el papel de Rigoletto siendo mejor artista de U. y teniendo mejor voz vamos a tener que oír su voz de grillo (...) Un admirador de lo bueno. *** Querido Giovanni: Te voy a exigir una cosa, y es que no salgas más a la escena, porque interpretas tan mal el papel de Rigoletto, que nos vas ha ecxaltar (sic) los ánimos y vamos a cabar (sic) contigo a tomate. Un admirador de lo bueno. (Milanca, 1987, 34-35) Tag, por su parte, escribe una carta al periódico en la que expresa: Habiendo recibido las dos cartas anónimas, cuyos originales incluyo, y que suplico a U. se sirva publicar en su estimable periódico, paso por la pena de despedirme por la presente del respetable público caraqueño a quien tantas bondades debo. (Milanca, 1987, 36) El director de orquesta, al ver la situación, también se asusta y se reporta enfermo. Teresa tiene que reemplazarlo, además de tocar en los intermedios para tranquilizar al escaso público que protestaba por la calidad de los cantantes. ¿Eran en realidad tan malos éstos? Posiblemente no eran buenos, pero no tan despreciables como la gente decía. Supongo que los ataques tienen un origen más político que musical. Teresa Carreño era percibida como alguien del entorno de Guzmán, y una manera nada peligrosa de estar con la oposición era atacar por 83 persona interpuesta. Si el gobierno de Guzmán Blanco no hubiera tenido problemas, muy probablemente la gente se hubiera volcado al teatro. Pero, en ese momento, una manera de estar contra el gobierno era criticar a Teresa. Ella misma lo dice en el artículo ya citado, donde comenta: ...llegamos a Venezuela en la temporada de las revoluciones. Caracas estaba alborotada, y debido a mi relación familiar con [Guzmán] Blanco, los simpatizantes de los revolucionarios estaban resueltos a destruir la temporada de ópera para desacreditarlo. 29 (W, 1909, 11) Los ataques no eran sólo artísticos, sino acusaciones de que había malversado el dinero otorgado por el gobierno. Para Teresa, esto es una dolorosa mentira de la que debe defenderse. La situación económica de Carreño se vuelve complicada, ya que de los cien mil pesos ofrecidos sólo reciben una cuarta parte, a juzgar por la relación de gastos que hace la pianista. El dinero, además, llega en varias cuotas bastante espaciadas. Ya que las entradas no se venden como se había esperado y que los gastos de organización eran considerables, Teresa está prácticamente en la quiebra. La temporada de ópera termina intempestivamente el 24 de abril del 1887, mucho antes de lo planificado. En ese momento Teresa recibe una carta anónima, firmada por “Los Abonados”, en la que se la insulta y amenaza, acusándola de haberse quedado con el dinero correspondiente a los abonos ya cancelados. Con el espíritu que la caracteriza, Teresa envía el anónimo al periódico El Siglo para que se sepa de la 29 “…we arrived in the open season for revolutions. Caracas was in an uproar, and because of my blood relationship with Blanco, all the revolutionary sympathizers in the capital were bent on breaking up the opera season in order to discredit him with the people” 84 bajeza de quienes la atacan. El periódico se niega a publicar carta tan soez, pero informa del hecho y reprende a “Los abonados”, informándoles que los abonos no eran asunto de Teresa, sino de una compañía y que esa no es manera de tratar a una dama. (Milanca, 1987, 54) Teresa se veía imposibilitada de salir del país a causa de la demanda de la soprano Adela Aimery de Llistar, quien reclama por una semana trabajada y no cancelada. Aimery va a los periódicos, informa del hecho, al que llama “insignificantes parcialidades inconscientes en la espinosa arena lírica” (Milanca, 1987, 58), y ofrece un concierto que se interpreta como un acto de desagravio a la española y de crítica a la compañía de Teresa. A este concierto acude Guzmán Blanco. Toda la pelea, la demanda legal y las opiniones de la agraviada fueron ventiladas abiertamente en la prensa, suponemos que para horror de Teresa, que era muy discreta en estos asuntos. Mientras tanto, Teresa Carreño ha perdido todo su dinero y no puede salir del país por la demanda legal que pesa sobre ella. Como sigue siendo la encargada de mantener a su familia, decide trabajar en lo que pueda. En julio de 1887 coloca un aviso de prensa ofreciéndose como “maestra de piano para señoras y señoritas durante su permanencia en Caracas, en su casa de habitación Avenida Este” (Milanca, 1987, 105) El alcance de los problemas que pasó Teresa en Caracas sólo se pueden percibir bien a partir de la carta que ella misma le enviara a Antonio Guzmán Blanco el 29 de marzo de 1887: 85 Mi estimado amigo y querido protector Siento en el alma tener que molestar a usted en medio de sus ocupaciones, pero por más que he hecho todos mis esfuerzos para no importunarlo, el momento llega en que no lo puedo evitar. Vengo a suplicarle que me haga el favor de hacerme dar los últimos cinco mil pesos que me quedan por recibir, para poder pagar a mis artistas pues como Ud. sabrá las entradas que he tenido han sido tan malas que ni a la mitad de los gastos han alcanzado. Yo me he encontrado aquí con una enemistad en varias personas tan grande como incomprensible, que a pesar del mérito incontestable de la Compañía (mérito que el público que ha asistido a las óperas como también los periódicos serios y aficionados, han reconocido unánimemente) están trabajando día y noche para hacerme romper la compañía y quedar mal ante el público y los artistas que he traído. Yo no sé a qué atribuir esta guerra que se me hace pues no se en qué manera merezco yo esto como también los insultos personales que se me hacen por la prensa a cada paso. Todo esto lo sufro con paciencia pero desgraciadamente estos señores que me hacen esta guerra, ayudados por la cuaresma y demás inconvenientes actuales contra los cuales estoy tropezando, han influido hasta cierto punto con el público en general y ha impedido que (...) al teatro fuera la que hubiera podido ser para ayudarme. Se reúne ahora la circunstancia de la llegada de la Semana Santa, durante la cual tengo que cerrar por completo el Teatro, y como a los demás artistas tengo que pagarles su sueldo lo mismo que si estuvieran dando funciones, me encuentro sin fondos para hacer frente a mis pagos, y por esto es que tengo que venir a molestar a Ud. para que tenga la bondad de hacerme dar la suma que por el Contrato me queda por recibir, para ayudarme en la penosa y difícil posición en que me encuentro. 86 Mucho hubiera deseado tener con Ud. una conversación sobre la compañía y todo lo concerniente a ella, y había esperado que Ud. me hubiera honrado con una visita y así tener la oportunidad de decirle lo que deseo sobre el particular, pero comprendo bien que en medio de tanto asunto serio que necesita su atención no le haya sido a Ud. posible pensar en un asunto tan insignificante como el que me concierne ni le permitirán a Ud. estas mismas atenciones, el tiempo que quizás Ud. hubiera bondadosamente empleado en venir a esta su casa. Suplico a Ud. perdone lo largo de mi carta, y saludándolo muy atentamente a su Señora y familia quedo de Ud. su Ata. S.S. y amiga, Teresita. (Peñín, 1993, 41-42) En otras cartas, del 5 y el 23 de abril de 1887, suplica al Presidente que le envíen el dinero de las cuotas faltantes. En esta epístola se ve que la crisis no era sólo de carácter económico sino de prestigio. Ella le dice que necesita el dinero para tratar de salvar mi pobre nombre (que es todo el capital que tengo y el pan de mis hijos) el cual, aquí en Caracas, por motivos para mí desconocidos se han propuesto arruinar (...) por la posición angustiosa en que me encuentro (cansada por la guerra que me han hecho aquellas personas celosas de mí por el honor que Ud. me hizo dándome la preferencia para traer la Compañía y enemigos también del orden y del país) (...) Por no hacer esto, he sufrido todos los contratiempos y pesares, trabajando día y noche hasta el punto de hacer con que mi vida creí poder hacer, como ponerme a dirigir la orquesta por la enfermedad cierta o fingida del director de Orquesta y la absoluta imposibilidad de encontrar quien tomara su puesto, y lo hice para no tener que cerrar el Teatro y ver la Compañía en la calle y mi nombre y el de mi 87 país, arrastrado por las calles de aquí y de afuera de boca en boca después de tal escándalo. (...) Por la cuenta que me permito incluirle, verá Ud. cómo dispuse del dinero que Ud. me confió y que lejos de hacer como han dicho hasta por la prensa las personas de quienes hablé más arriba (y que siquiera por ser yo mujer se han acordado ellos de que eran hombres con pretensiones a caballeros para medir sus insultos) que me había robado la subvención, verá Ud. que no sólo he empleado toda la subvención, sino también lo poco que gané en conciertos durante mi corta estancia en Estados Unidos, para la conformación de la compañía y todos los gastos pertenecientes a ella para que fuera lo más satisfactoria posible... (Peñín, 1993, 43 al 46) Para colmo, el 17 de junio, la Sra. Aimery, la soprano española que la demandó por incumplimiento de pagos, a pesar de que Teresa insistía que se le han cancelado todas las funciones, logra que se le embargue el piano. Éste era el mismo Weber del convenio de años atrás. Desesperada, ya que sin piano no puede ir a las giras de conciertos, vuelve a acudir a Guzmán Blanco para que la ayude. El “Ilustre Americano” le proporciona mil pesos, con los que paga a la soprano. Tan pronto como el piano vuelve a su poder, organiza el viaje de regreso. A pesar de los pesares, la hija de Carreño no podía sino ser extremadamente educada, así que envía a publicar en El Siglo una discreta tarjeta: Teresa Carreño de Tagliapietra y su esposo Giovanni Tagliapietra se despiden por la presente de sus amigos y les pide órdenes para Norte América, no haciéndolo personalmente por la premura de su viaje (Milanca, 1987, 58) 88 El 18 de agosto de 1887, una muy escarmentada Teresa Carreño de treinta y cuatro años sale de Venezuela rumbo a Nueva York, para no volver sino en cenizas. Otra vez se acerca un cambio importante en su vida. 89 AÑOS PERDIDOS (1887-1888) A la vuelta de Caracas y lo que ello significó en términos de un fracaso económico y profesional, así como la certeza de que los problemas con Tag no mejorarían, Teresa, con el espíritu que la caracteriza, prosigue su vida para mejorarla. Estos dos años posteriores a la experiencia venezolana parecen perdidos para los biógrafos, dados los pocos acontecimientos, pero no es de extrañar que Teresa los haya ocupado en meditar sobre su situación y en cómo cambiarla. Compra una casa en 207 18th St., tiene dos cuidadoras para los niños, llamadas Hughsie y Josephine. Su hija Teresita, de cinco años, comienza a mostrar interés y dotes para el piano, mientras que el pequeño Giovanni, según Milinowski, no encuentra mejor juego que hablar con los trajes de ópera de su padre, a los que convierte en personajes. El éxito artístico de Teresa, sin embargo, no la hacía menos pendiente de los asuntos terrenales. Cochran cuenta que los sirvientes la adoraban porque era una aristócrata democrática, y que muchas veces, al ir a visitarla, ella misma vestida con un delantal le abría la puerta y lo invitaba a pasar a la cocina, porque estaba pelando papas y no podía dejar de hacerlo 30 . “Her own servants were devoted to her, and for good reason. Proud of her lineage and her artistic rank, she was a fine example of the democratic aristocrat. Many a time, when I have called at her New York apartment, she answered the bell herself, swathed in a gingham kitchen apron. ‘Come into the kitchen if you want to talk to me’, she would say. ‘I´ve given Bertha the day off and I´ve got potatoes to peel and peas to shell for dinner’” (Cochran, 1931) 30 90 Teresa Carreño continúa con sus giras. Theodore Thomas, factotum de los prestigiosos Summer Night Concerts de Chicago, la invita como solista en el estreno del Concerto de Edward MacDowell, hijo de sus grandes amigos, en 1888. Teresa escribe una carta de agradecimiento en donde se ve la importancia que tiene para ella ser llamada para eventos musicales de importancia: Solamente deseo agradecerle de todo corazón, una vez más, la amabilidad y consideración con las que usted me trató ayer, y decirle cuan orgullosa y feliz me siento por haberme proporcionado otra vez el placer y privilegio de tocar bajo su magistral batuta. (...) Espero que me verá siempre como la misma pequeña cuyos pasos vacilantes en su profesión fue usted el primero en guiar y apoyar con su poderosa mano. (Milinovski, 1988, 191) Teresa está cada vez más consciente de que si permanece en Estados Unidos no podrá convertirse en la reconocida virtuosa que aspiraba a ser debido a su talento. Aunque era mujer de estudiar frente al piano durante muchas horas, en estos años se dedica aún con más fervor a la práctica del instrumento. Su padre, muchos años atrás, pensaba que el sitio adecuado para el talento de Teresa era Europa. Alemania continuaba siendo la capital musical del mundo y de triunfar allí habrá llegado a un sitial que no puede alcanzar en otro lugar. El problema era, naturalmente, el dinero necesario para establecerse en Alemania y, por supuesto, su relación con Tagliapietra. Éste no era muy querido por las 91 amistades de la pianista. Adelaide Okell hace referencia a la vida terrible que Teresa sufrió junto a este hombre malvado, que la hizo muy infeliz. 31 En 1888 llega de visita Arturo, hermano de Tag. Este hombre tranquilo y gran admirador de su cuñada se convierte en parte de la familia. Al ver las discusiones que se dan entre la pareja, cuya culpa le atribuía a su hermano, tratar de convencer a Teresa de que la separación es imprescindible. Regina Watson, la pianista y gran amiga de Teresa, comparte su opinión. Ella también cree que Alemania es el destino de Teresa, y que Tag se había convertido en un obstáculo que le impide irse. En el invierno de 1888, Teresa se une a las giras del Redpath Lyceum Circuit por el Medio Oeste. Vuelve a los malos hoteles, ya que no había otros. Otra señora formidable, la actriz francesa Sarah Bernardt, cuenta de su gira por Estados Unidos por esos mismo años, y describe a los hoteles como “infames; sucios, sin comodidades y negros de cucarachas. Y apenas se alumbraban las lámparas, las habitaciones se llenaban de grandes mosquitos que zumbaban y nos caían sobre los hombros y se enredaban en el pelo” (Bernardt, 1977, 161) A las incomodidades, Teresa agrega el agotador ritmo de una ciudad al día. En los anuncios de la gira se informa sobre la Carreño: Su gran popularidad hace de ella una educadora del público, y calcula haber alcanzado un promedio de más de 150 conciertos por año, lo que suma alrededor de 1.650 conciertos en once años. (Milinovski, 1988, 192) Mientras, Regina Watson vislumbra una solución. Como es profesora de piano de Helen Fairbank, hija a su vez de un millonario, Regina le cuenta a ésta los 31 “Unhappy and weary from the terrible life she had led with this wicked man...” (Okell, 1918) 92 problemas de Teresa. Le pide que convenza a su padre de que le preste cinco mil dólares a fin de poder cubrir el viaje a Alemania. Éste, que era gran admirador de las mujeres de coraje, se los presta. Aunque Teresa está asustada por lo que se avecina, aprovecha una gira de Tag, le informa de que se va a París a visitar a su hermano Manuel y tomando a sus hijos parte para Europa. Para ella, el matrimonio ha concluido. Llega primero a Londres, de allí va a París a visitar a su hermano Manuel Carreño, ministro consejero de la Embajada de Venezuela. Manuel vivía una buena época, estaba recién casado y tenía un cargo que le satisfacía. Su esposa, Rosie, es una muchacha humilde de Nueva York. Mucha gente criticó el matrimonio, que consideraron por debajo del nivel del novio, pero Teresa la consideraba encantadora. En una carta a Carrie Keating, Teresa le describe sus días en París. Comenta las historias familiares, los conciertos, noticias acerca de los amigos comunes, pero sobre todo lo que se ha convertido en la gran sensación mundial: Llegamos a Londres el 13 de julio, y permanecimos allí nueve días. Visitamos muy bien dicha ciudad, y sentí el mayor placer al ver otra vez los viejos sitios familiares de mi infancia y adolescencia después de tantos años. Mrs. MacDowell y yo fuimos a visitar los diferentes lugares en que viví, y sentí pena al recordar los viejos tiempos en que mi pobre padre estaba conmigo. Llegamos aquí el 22 de julio y encontramos a Manuel y su esposa, que nos esperaban impacientes, con los brazos abiertos. No tienes idea de la sorpresa que les di, pues no se imaginaban mi venida hasta que recibieron un telegrama que les envié desde Londres al día siguiente de nuestra llegada a ésa. Manuel luce mejor que nunca; se ha hecho 93 más corpulento y se ve mucho mejor así. Es el mismo buen muchacho, tan querido, ahora con todas las cualidades de un buen hombre, y ha dejado atrás todo lo infantil. Su esposa es una muchacha encantadora, y cuando pienso en las cosas injuriosas que me refirieron acerca de ella, siento deseos de cortar las lenguas de los bellacos que las dijeron. Es la joven mejor y más agradable que pueda imaginar, y estoy deseosa de que la conozcas. Son sumamente felices y yo gozo viéndolos así. La posición de Manuel aquí es muy grata, y se divierten grandemente, pues siendo él secretario de la Legación tienen muchas oportunidades para ello. Me he quedado aquí desde entonces. Primero tuve un apartamento en la misma casa con Manuel, Av. Mac Mahon 3, cerca del actual, y ahora he tomado éste hasta el 1 de noviembre, día en que saldré para Berlín. De música he oído poco; en Londres, el Otello de Verdi, presentado exactamente como la primera vez en Milán, con excepción de la prima donna que era muy bella. La voz de Tamagno es magnífica, sobre todo en las notas más altas, y el Iago de Maurel, histriónicamente es digno de Salvini. Su voz no es ya como antes, pero es tan gran artista que hace que uno olvide eso. En cuanto a orquesta y coro, jamás oí cosa igual. La orquesta en especial me hizo saltar de mi asiento. Aquí no hay otra cosa que la “Exposición”, y especialmente la “Torre Eiffel”, la gente sueña con ella, come en ella, no habla de otra cosa y la usa en todas las formas imaginables, hasta que por último cree uno estar rodeado de locos. En justicia se puede decir que toda esta alharaca es bien merecida, pues es una obra de ingeniería maravillosa, pero llega uno a cansarse de tanto oír hablar de ella. Mr. y Mrs. MacDowell, mi cuñada y yo subimos un día hasta el tope, y el panorama que vimos era grandioso. La exposición propiamente era muy interesante, pero no he podido verla tanto como hubiera deseado. Iré otra vez antes de su clausura y veré algo más. 94 Mi primera actuación se efectuará en Berlín con un concierto en el que seré secundada por la Orquesta Filarmónica, el 18 de noviembre. Se ruega a los amigos de la familia orar para esta ocasión. ¡Cómo deseo que estuvieses conmigo entonces, y ahora, y siempre! ¿Crees que vendrás para el próximo verano? Si me quedo, espero que así sea; pero, a decir verdad, querida Carrie, tengo una nostalgia tan espantosa que creo que el próximo verano, si estoy viva, me encontrará en América, porque no hay otra tierra para mí como los Estados Unidos ni gente como los americanos. ¡Que Dios los bendiga! Ellos no tienen idea de cuanto los quiero. Le hice una visita a mi querido y viejo amigo Gounod; no te imaginas con qué cordialidad y cariño me ha recibido. Me tocó su última composición, que él llama Mon dernier enfant, una obra orquestal muy bella; me hizo tocar en su gran Steinway, del que está sumamente orgulloso, y me dijo que, fuera de él, era yo la primera persona a quien permitía tocar su piano. ¿No es esto halagador y una gran bondad de su parte? Él no es solamente un grande hombre, sino un buen grande hombre. (Milinovski, 1988, 197-198) Teresa pasa unos días de tranquilidad con su familia, en los que practica más de seis horas diarias. Luego, deja a los niños en un internado en Montmorency mientras se acomoda en Berlín. Una vez más en Europa, otra aventura comienza. 95 TERESA CARREÑO-D´ALBERT Ya el viejo Manuel Antonio Carreño había comprendido en su momento que si bien Estados Unidos ofrecía interesantes posibilidades económicas, era en Europa donde Teresa podría desarrollarse como una extraordinaria intérprete. Lamentablemente, las finanzas no lo permitieron sino hasta 1889, cuando Teresa tenía treinta y seis años. Sin embargo, se dedicó con tanta devoción al estudio y su talento era tan formidable que entró en el circuito clásico con una facilidad que no parecía posible. Ella misma explica posteriormente las razones de la importancia de Alemania, específicamente de Berlín, para un músico: ...el prestigio de Berlín está establecido. Algunos se rehúsan a admitir este hecho abiertamente, sin embargo, un artista que ha sido aceptado aquí recibe mucho más respeto que otro. La posición de autoridad de Berlín se debe al hecho de que los alemanes son, en su mayoría, inteligentes y devotos del arte; su amor a la música data de muchas generaciones y no puede ser disputado. Este amor a la música ha sido cultivado en ellos, de manera que forma parte de su propia vida. Además, por generaciones han educado a los compositores alemanes, muchos de los cuales han marcado una época y han legado al mundo, tesoros musicales dificilmente igualados. Si este es el caso del pueblo alemán, es fácil entender por qué la metropolis de esta gente debe ser reconocido como el centro mundial de la música 32 . (Jacob, 1912) “…the prestige of Berlin is established. There are undoubtedly those who refuse to admit this fact openly, but nevertheless an artist who has been accepted here is shown far greater respect than another not so familiar. The authoritative position of Berlin is due to the fact that the Germans are through, intelligent and art-cultivating ; and their love for music, per se, existing as it has been for generations, is not to be disputed, This love for music has been bred into them until is has become part of their very life. Thus it has been but natural that for 32 96 En 1889, Alemania vivía su último año con el creador de la Unificación, Otto von Bismarck, como Canciller del Segundo Imperio Alemán. Berlín era el centro musical del mundo en el siglo XIX. Teresa llega sola, sin conocer el idioma y sin muchos contactos. Guzmán Blanco, que seguía velando por ella, le extiende una carta de recomendación para el Cónsul venezolano, a fin de que la ayude en la medida de lo posible. Por otra parte, recurre a sus amigos en Berlín, uno de ellos es el célebre director Hans von Bülow, a quien le escribe: He venido a Europa a hacerme oír, y si puedo, hacer algunos compromisos para conciertos. El 18 del mes próximo daré mi primer concierto en Berlín, y me atrevo a esperar que tendré el placer de verlo durante mi estadía allí. ¡Le ruego conserve la bondad y la amistad que me ha demostrado siempre y que tanto me honran, y quedo bajo su ala protectora! (Milinovski, 1988, 199) Antes de llegar, Teresa ya había contactado con Hermann Wolff, el mejor empresario musical de Berlín, quien la representará hasta su muerte. Se hospeda en un pequeño lugar en el Askanischer Hof, una residencia donde vivían muchos artistas. Allí se dedica a practicar, preparándose para el concierto y a estudiar alemán. El concierto pautado tendrá lugar en la Singakademie, donde habían tocado Anton Rubinstein y Clara Schumann. Será la solista en un concierto de la Berliner Philarmonischen Oschester, dirigida por Gustav Kogel. generations German composers also been bred, many of whom have been epoch-making, and who have left to the world treasures in music not readily equaled. Such being the case with the German people, it will be understood that the metropolis of this people has come to be and must be recognized as the world’s musical center” 97 Emil Breslauer, el gran crítico musical alemán, la visita el día antes de su concierto, cuenta Martha Milinowski. Ella toca y él queda muy impactado, pero no positivamente. Le dice que lo que ella hace es “tan diferente, tan interesante (...) pero su técnica es tan extraña, en Alemania tenemos un estilo más moderado” (Milinovski, 1988, 204). Teresa, asustada, intenta hacerlo, pero no puede. Al día siguiente, en el ensayo con la orquesta, decide que debe tocar a otro ritmo, ya que “había dejado atrás y sin aliento a la orquesta”. (MM 204). El día del concierto, en cuyo programa estaban Grieg, Schumann, Tchaikovski y Weber-Liszt, toca a su estilo y obtiene un gran éxito. Los críticos alemanes, acostumbrados a lo mejor, reconocieron que era una artista de primera clase, con gran resistencia y osada personalidad, testimonia Milinowski, aunque también que se tomaba muchas libertades con el tiempo y los límites y que carecía de delicadeza. Otros, sin embargo, la alaban y consideran que justamente su irrespeto a las convenciones de la interpretación son lo mejor de ella. El Allgemeine Musikzeitung indica, por ejemplo, que tiene: Una perfecta técnica, completa y deslumbrante, con la fuerza de dos pianistas, y con un sentido del ritmo fuertemente arraigado en ella; Frau Carreño une a la libertad espiritual la independencia de interpretación, que la colocan muy por encima del simple pianista en el reino del verdadero arte. (Milinovski, 1988, 215) Da otro concierto con Beethoven, Chopin y Paganini-Liszt en el programa. La crítica está totalmente desconcertada. Herr Breslauer dice: 98 Es imposible evaluarla. Hasta los más indiferentes son arrastrados por la corriente (...) Pero desde el punto de vista alemán, habría mucho que cambiar. (Milinovski, 1988, 217) Sin embargo, su carácter de extranjera y su dominio técnico hace que la respeten y admiren. Lo que no habrían tolerado en un alemán, en ella es una muestra de la pasión latina. En realidad, dice Rosario Marciano, la Carreño tocaba “de la manera acrobática y despampanante que desde pequeña había aprendido, la manera y estilo que demandaban los salones de aquel entonces” (Marciano, 1971, 31). La prensa comienza a otorgarle nombres grandiosos: La Walkiria del piano, la Leona del piano, Benedicta in nomine Apollonis (Bendita en el nombre de Apolo). Su vida profesional está excelentemente encaminada en Alemania, mientras que en el plano económico gozaba de buenas perspectivas, tanto así que en poco tiempo cancela su deuda con Fairbank, el millonario estadounidense. Es el momento de dedicarse a otras cosas. Aunque habían pasado catorce años, Teresa no había olvidado a Emilita, la bebé que había dado en adopción a la Sra. Bishoff. A pesar de los años, sigue queriendo verla y tener relación con su hija. Por tanto, le escribe una carta a la que había sido su amiga y que en ese momento vive en Alemania. En la Carreño Collection, se conservan distintos borradores de la misiva. A diferencia de otras, evidentes copias de las que enviaba, los borradores de la carta a la Sra. Bishoff están llenos de tachaduras y manchones, evidenciando su estado de nervios al escribirlas. En algunos de los borradores suplica de una manera conmovedora, en 99 otras trata de ser menos emocional. Esta es la carta que Martha Milinovski cita como la enviada: Querida Sra. Bishoff: el 21 del corriente estaré en Wiesbaden para ofrecer un concierto, y le ruego me permita ver a mi hija por breves minutos. Creo que con todos estos años de silencio, que han sido tan dolorosos para mí, durante los cuales he anhelado con el corazón apesadumbrado escuchar sobre mi niña, sin causarle ninguna molestia ni a usted ni a ella, he probado suficientemente que deseo que usted mantenga todos mis derechos sobre ella (pues esto fue lo que me prometí), que ella creciera queriéndola a usted con todo su corazón sin perturbarse al pensar en su desafortunada e infeliz madre. Todavía mantengo mi promesa, pues estoy convencida de que actué como debía por el bien de la niña, y si ella no sabe quien soy y cual es mi relación con ella nunca se lo diré por su propio bien; pero no puedo pasar tan cerca y desear tanto verla siquiera una vez y no hacerlo. En nombre del amor que usted siente por esa niña, que es mi hija, y se la di a cuidar para que la compensara con su amor infantil, por el cariño y bondad que yo debía a usted, y aunque legalmente tengo derecho a reclamarla y nunca he tratado de hacerlo, ni lo haré mientras usted viva; en recuerdo del cariño que una vez me tuvo, apelo a su corazón para que me conceda el consuelo de verla cuando yo vaya a Wiesbaden. Lo que le pido es muy poco para usted y será mucho para mí. El día siguiente al concierto iré a su casa, y espero que usted accederá a mi ruego. 100 Con los más profundos sentimientos de gratitud por todo lo que usted ha sido para mi hija y por todo lo que fue para mí en otros tiempos, quedo, fielmente suya, (Carta sin fecha. Carreño Collection) 33 La Sra. Bishoff no responde directamente, sino por medio de un abogado. Su carta es de una sequedad impresionante: La señora Bischoff me pide que conteste a la carta que usted le escribió desde Berlín, y que le manifieste que en ningún modo puede reconocer ella el derecho legal sobre la hija del Sr. Sauret a que usted hace mención. Como están las cosas, es indiscutible que la niña continúa bajo la potestad de su padre, el único que tiene el derecho de decidir sobre su cuido, crianza y educación. Usted misma admitirá que ella es tratada por Frau Bischoff de un modo maternal, visiblemente afectuoso y sensato, y que una interferencia en estas condiciones no dejaría de ser funesta para el desarrollo mental y moral de la niña. Bajo estas circunstancias, mi respetable cliente se ve obligada a negar en su propio interés y en el de la niña cualquier forma de trato con usted, personal o en otra forma, y le exige que abandone en lo futuro Dear Mrs. Bishoff: On the 21st instant I go to Wiesbaden to fulfill a concert engagement, and I come to by most earnestly of you to allow me to see my daughter for a few minutes. I think that in all these years of a silence so painful to me, in which I have longed oh! With such a heavy heart, to hear something of my child without in any way causing you or her any pain. I have sufficiently proved to you how thoroughly I wished you to keep all my rights over her (for this was the promise I made to myself) so that she would grow loving you with all her heart and undisturbed by the thought of her unfortunate and unhappy mother. I still intend to keep this promise, for more than ever am I convinced that for the child’s own sake, I acted right, and if she does not know who I am and what my relation to her is I will never tell her, for her own sake; but I cannot come so near her, longing as I do for one look at her, and not see her. In the name of the love you bear to that child who is my child and I gave her to your keeping that she might in a measure with her child, love compensate you for the love and kindness which I owe you and though lawfully having the right to claim her have never attempted to do so, nor will I, as long as you live in remembrance for the love you once have me, I appeal to your heart to let me have the comfort of seeing her when I come to Wiesbaden. What I ask you is very little for you and it will so much for me! The next day after the concert I shall call at your house and hope that you will grant my request. With the deepest feelings of gratitude for all you have been to my daughter and for all you were to me in years gone by I remain your faithfully… 33 101 cualquier intento de intromisión con respecto a ella, a lo que usted no tiene derecho bajo la actual ley. Esto será menos penoso para usted, puesto que desde su divorcio usted no se ha ocupado nunca de la niña en lo más mínimo, y hasta expresó una vez que en lo futuro usted no existiría para ella. (Original en la Carreño Collection, utilizamos la traducción de Basalo en Milinovski, 1988, 221) Muy decepcionada, Teresa sigue con su vida. Emprende giras por Holanda, Praga y Bélgica. En Leipzig toca el Concerto de Grieg. Al terminar, el propio Edvard Grieg la felicita, le dedica una fotografía con las palabras “A la Maestra excelsa, con agradecimiento y veneración” (Milinovski, 1988, 226). Sin embargo, le escribe a su amigo Winding: Frau Carreño tocó excelentemente (...) Chopin y (...) Liszt. Pero el demonio está en esos virtuosos que siempre quieren mejorarlo todo (...) Debía existir un castigo para tales cosas. Encima de todo, ¡se veía tan orgullosa! Eso era lo peor. (Milinovski, 1988, 226) Va a Londres en gira, pero los ingleses se han vuelto muy difíciles. En la crítica del Times se comenta con disgusto “la costumbre que tenía de agregar pequeños adornos al final de casi todas las piezas que ejecutaba” (Milinovski, 1988, 227). Mientras, Tag le escribe una larga y cariñosa carta, según él dictada directamente por Dios, expresándole un amor un tanto extraño en el que se mezclan la falta de emociones, las promesas económicas y pidiéndole volver: 102 Querida Teresita: Recibí tu carta, que me proporcionó placer y tristeza. Pasé dos noches de insomnio pidiéndole a Dios la gracia de que me iluminara para responderte, y finalmente Él me dicto ésta; le doy las gracias mil veces por las decisiones que Él mismo puso en mi corazón. He aquí lo que voy a decirte y le pido a Dios que sea testigo de que cumpliré estrictamente lo que digo. Dios me dictó esto: “Teresita, eres una mujer buena y sincera, y mejor madre aún, y es por ello que te quiero más (si es posible) de lo que te quise cuando te conocí. No sé si sientes el mismo cariño por mí, pero no puedes negar que después de doce años de nuestra vida juntos debes tener algún sentimiento por el padre de tus hijos. Y es ahora precisamente que hablo en nombre del amor que ambos les profesamos. Tenemos esos dos angelitos tan buenos y bellos, debemos estar orgullosos de ellos y hacerles la vida lo menos infeliz posible, esparciendo rosas y no espinas en el sendero que han de recorrer... Dejemos atrás el pasado -pensemos en el futuro-, mis faltas para contigo fueron provocadas por mi amor...” Teresita, deseo hacerte feliz y juro que lo serás. Solamente quiéreme un poco y serás feliz con tus hijos y con tu viejo Nanno. Estamos en una edad en la que ya no existen las ilusiones. Tiéndeme tu mano y verás lo que Nanno es capaz de hacer después de tantos años de triste experiencia... Quiero hacerte mi reina, amarte, respetarte y hacer cuánto esté en mi poder para que olvides el triste pasado. Piensa bien antes de contestarme, pues de tu respuesta dependen tu futuro, el mío y el de nuestros hijos. En todo caso tengo que decirte que no puedo vivir más sin verlos, y si tú decides no recibirme, yo iría de todos modos a abrazarlos a ellos sin abrazar a su madre. Escríbeme pronto. Besa por mí a los niños, y tú que no me enviaste 103 ningún beso, recibe uno de tu Nanno, que siempre te quiere y te hará feliz aún. He tomado un seguro de vida por $10.000, de modo que si yo muriese mañana mismo puedes disponer del dinero para los niños. Esto lo hice ayer en la Mutual Life Ensurance N.Y. Tengo todavía $2000, que he guardado después de haber arreglado todo. Estoy ahora en vías de ganar mucho dinero. El Dr. Anderson, en Detroit, me dio un prendedor maravilloso con seis bellos diamantes para Teresita, y yo había comprado para ti un par de zarcillos muy lindos con diamantes, y aquí los tengo. También te compré dos quimonos japoneses como sorpresa: uno para el otoño y otro para el invierno, chales grandes y una cantidad de menudencias que te proporcionarían placer. Otro beso de Nanno. P.S.- Después de mi decisión todo depende ahora de ti para hacerme una buena persona, un buen padre y un buen esposo. Firma tu Nanno. He pagado todas las deudas, me quedan cerca de $2000 pero voy a entregar la casa. Escríbeme al Steinway Hall, pues aún no sé dónde voy a vivir. (Original en Carreño Collection. Utilizamos la traducción de Basalo en Milinovski, 1988, 228-229) Teresa no le responde. En octubre de 1890 Teresa interpreta el Concierto en do menor de Camille Saint-Saëns, dirigida por Hans Von Bülow. Éste escribe después del concierto: 104 La Señora estuvo formidable, realizó algo digno de admiración, según mi criterio fue en todo sentido más perfecto que en Berlín, el público estaba fuera de sí, materialmente frenético. (Milinovski, 1988, 232) Saint-Saëns en sus cartas a ella siempre fue muy amable. En 1896, le escribe expresándole su admiración; y en 1914 le agradece el honor de que haya ejecutado sus obras y la llama maravillosa mujer y artista 34 . En 1890 y 1891 los conciertos de Teresa tienen lugar en Alemania, Suiza, Austria, Suecia y Rusia. Para los programas escoge a Liszt, Saint-Saëns, Bach-Liszt, Grieg, Weber-Liszt, Tchaikovski y MacDowell. Este último gusta al público, pero no a la crítica ni tampoco al director, von Bülow. En Suecia, el rey la premia con la medalla Litteris et Artibus por su aporte a la música. En 1891, Teresa tiene treinta y ocho años y conoce a Eugen d´Albert, un joven de veintiséis, que es el pianista más importante del momento, compositor de óperas y músico muy reconocido, a quien sus detractores llaman “el enano bigotudo”. Según Milinowski, al conocerlo, a Teresa le desagradó su aspecto de gnomo, su descuidado traje, su pelo largo y su gran bigote, su voz aguda, “la mirada siniestra de sus ojos, que parecían atisbar a través de estrechas ranuras y que veían demasiado sin revelar nada” (Milinovski, 1988, 236), su mano fofa al estrecharla, sus ademanes ridículos y su conversación tonta. Sin embargo, al oírlo tocar el piano se enamora súbita y absolutamente de él. 34 Se encuentran en la Carreño Collection. La del 12 de julio de 1896 finaliza diciendo “I am your old and fervent admirer”. La del 1 de Julio de 1914 dice “How could one forget such a marvelous woman and such a marvelous artist! (…) I kiss the lovely hands that have done my works the honor of executing them”. 105 En su agenda, dice Milinowski, comienzan a aparecer cortas pero constantes referencias a “mi Liebchen” [mi querido]. Incluso abundan más las referencias a los lugares donde está el Liebchen que a su propia vida. A diferencia de Sauret y Tagliapietra, músicos un tanto mediocres que celaban el talento y prestigio de ella, d´Albert era un hombre a su mismo nivel. Sin embargo su carácter era bastante difícil. Nacido en Glasgow, Escocia, de padres franceses, detestaba a los ingleses, se ofendía si pensaban que lo era y sólo admiraba a los alemanes. Además era bastante tacaño, fiel creyente del espiritismo y, a semejanza de los ingleses que tanto despreciaba, era de una excentricidad asombrosa. Después de un corto romance, Teresa y Eugen deciden pasar unas vacaciones juntos con los niños de ambos. Al ver que todo funciona aparentemente bien toman la decisión de vivir juntos. d´Albert compra una casa en Coswig a la que llaman Villa Teresa. Ella comienza a firmar Carreño-d´Albert, y un año después se casan en Londres. Villa Teresa, por cierto, es actualmente una sala de conciertos y la sede de la Sociedad Teresa Carreño. Empieza una vida nueva para Teresa. Por una parte, tiene una seguridad económica que no había conocido antes, ya que d´Albert era un hombre acomodado. Por otra, influye en ella como pianista. Cambia los autores de sus programas, haciendo que ella interpreta solamente a compositores consagrados, aumenta su repertorio y mejora su técnica. Durante un tiempo dan conciertos en conjunto. Teresa recibe un nuevo reconocimiento: en 1893 el Rey de Sajonia le otorga el título de Konigliche Kammersmusikerin (Músico de la Cámara Real). En las fotos de la época Teresa se ve feliz y con una gran sonrisa. 106 Aunque el prestigio musical de d´Albert es grande, comienza a recibir críticas que insisten en que lo único que salva sus insípidas y descoloridas composiciones es la magistral interpretación que hace de ellas su esposa, comentarios que le molestan mucho. Teresa Carreño, a pesar de su personalidad, comienza a seguir fielmente todas las teorías de su marido, e incluso, se hace devota de la medicina naturalista y del vegetarianismo. La familia cambia de hábitos. Todos debían usar ropa de lana procesada lo menos posible. En las mañanas, fuera cual fuera el clima, salían descalzos al jardín, con el pelo suelto y usando amplias batas para hacer ejercicio. Se sometían a tratamientos de agua fría, sólo bebían la leche que proporcionaban las cabras de su propio establo. Viviendo en la fría Alemania, calentaban las habitaciones lo menos posible en invierno, y sustituyeron al médico tradicional por uno naturista. En el diario de Teresa, que por lo general sólo funcionaba como agenda en la que anotaba sus compromisos, continúan apareciendo comentarios de otro tipo: 22/2/1892. Mi amor salió para América vía Londres a las 7.22 pm. Quiera Dios que vaya y vuelva sano y salvo, y le ruego que me ayude a soportar esta horrible separación. 4/3/1892. Liebchen llegó bien a Nueva York. El Señor sea mil veces loado por este gran favor. (Se encuentran en la Colección Teresa Carreño. Utilizamos la traducción de Basalo en Milinovski, 1988, 249). Eugen d´Albert, desde los Estados Unidos, le escribe sobre una común amiga diciéndole que: 107 no es extraño que se enfermase con el género de vida que lleva aquí ella y todo el mundo. Piensa en el agua helada que beben, el café y los dos platos de carne que comen a las 8 de la noche (...) en una habitación que tiene seguramente 18º reaumur [22º centígrados] es un milagro que viva aquí la gente. La vida que nosotros llevamos y mi pedantería te hacen reír a menudo, querida, pero es una salvaguarda, y el saber que vives así me tranquiliza un poco. Toda la gente en América vive como lunática, pues es imposible no enfermar tarde o temprano con este sistema. Querida, yo no bebo mucha agua y nunca directamente de los grifos. (El original se encuentra en Carreño Collection. Utilizamos la traducción de Basalo en Milinovski, 1988, 249) Mientras está de viaje en sus giras, d´Albert le escribe constantemente, reiterando su amor por ella, criticando las insólitas costumbres de la gente que no piensa como él, expresando sus celos y su molestia cada vez que alguien hace referencia a los anteriores matrimonios de Teresa. Para referirse a sus ex-esposos los llama “esos puercos”. Sus celos son tales que obliga a Giovanni a cambiarse el nombre para no ser un recordatorio de su padre. Adelaide Okell, llama a Eugene una especie de Dr. Jekyll y Mr. Hyde, ya que podía ser noble y encantador y también bestial y demoníaco 35 . Por esos días, Tag hace publicar en una columna de chismes de la prensa estadounidense un desagradable comentario: Uno de los esposos del ave pianista de brillante plumaje, Teresa Carreño-Sauret-Tagliapietra-d´Albert, está a punto de declararle la guerra a su voluble esposa. El enfurecido barítono declara que irá a 35 “D´Albert, a sort of Dr. Jekyll and Mr. Hyde man combines two personalities more than most people do. He can be charming and noble, and equally bestial and devilish to astonishing degrees”. (Okell, 1918) 108 Europa, y, si es preciso, arrancará por la fuerza a sus dos hijos de la tutela de la bella madre, quien según se rumora quiere más a su actual esposo Eugen d´Albert que a cualquiera de sus predecesores. Tagliapietra, llamado popularmente Tag, no es una persona amable cuando se excita, y parece que prepara una tormenta sobre el hogar de la Carreño para cuando termine la temporada operística. (Milinovski, 1988, 290) Durante estos años, Teresa prosigue sus giras por toda Europa, algunas con d´Albert, otras sin él. Las giras conjuntas comienzan a provocar problemas, las separadas también. En las cartas que él le envía aparecen referencias a sus peleas. En una entrevista dada a William Armstrong muchos años después, Teresa puntualiza: Con d´Albert di varios conciertos a dos pianos. Pero había un problema; uno de nosotros tenía que someterse al otro, y yo lo hice pero sintiendo que no debería ponerlo a él bajo la tensión de someter su voluntad a la mía. Era algo muy difícil de hacer, porque significaba sumisión absoluta a las convicciones de otro. Una quiere mantener sus propias ideas sobre la interpretación de piano, y también en otros asuntos. La situación se convirtió en algo de marido y mujer, cada uno con fuertes convicciones y uno deba decir de otro: “Sí querido, está bien, lo hacemos a tu manera”. Pero en la interpretación de piano es una cosa muy difícil de hacer, y también muy peligrosa. Sólo los indiferentes, los que no tienen convicciones, lo pueden hacer bien. 36 (Armstrong, 1917a, 172) “With d´Albert I gave concerts for two pianos. But there was the trouble; one of us had to submit to the other, and I did it, feeling that I would not put him on the stress of submitting his will to mine. It was a difficult thing to do, for it meant absolute submission of convictions to another. One wants to keep to one´s own ideas about piano playing, as well as on other subjects. The situation becomes very like that of man and wife, each with their 36 109 A pesar de esto, el matrimonio sigue. Tienen dos hijas, Eugenia y Hertha, que nacen en 1892 y 1894. A pesar de lo extraño que es Eugen, ella está muy enamorada y sumisa. En 1894 le escribe a Carrie Keating: Mi marido reúne todo lo grande en genio y en corazón, y me paso la vida preguntándome cómo es posible que tanta grandeza y bondad puedan encontrarse en un ser humano... Teresita y Hans -así lo llamamos ahora, pues no podía soportar de otro modo su nombre, ya que me trae horribles recuerdos- han encontrado al fin un padre que es todo amor, ternura y bondad con ellos. Nuestra casa es una especie de sociedad de mutua admiración y veneración. (Milinovski, 1988, 261) Un mes más tarde, sin embargo, las cosas cambian radicalmente y Teresa escribe en su diario: El día más infeliz de mi vida. Preferiría no haber vivido para ver y oír lo que me dijo mi esposo. Que Dios me ayude a soportar mi sufrimiento. Sólo Dios sabe lo que sufro 37 . (Colección Teresa Carreño) En diciembre de 1894, se separan. La ruptura del matrimonio es epistolar. Eugen le escribe una carta explicándole las razones de la separación. En esta carta, ególatra e insensible, expresa que sus infidelidades son “circunstancias sin valor” own decided views, and has to say to the other, ‘Yes, darling, it is all right; have your own way’. But in piano playing that is a very difficult thing to do, and very dangerous. Only the indifferent, having no convictions, do it very well” 37 “The most unhappy day of my life. Had I not live to see it and hear what my husband said to me!!! May God helps me to bear my sufferings! Only God know what I suffer” 110 (Milinovski, 1988, 264) y, por tanto, a ella no le deberían molestar. Las razones por las que el matrimonio no funciona, según d´Albert, no son fáciles de percibir por ella, porque “tú lo notaste menos que yo porque esta clase de sensibilidad, resultado de un constante examen del estado de ánimo es completamente alemana, y además debe ser extraña del todo a la mente de quien viene de las tierras del sur” (Milinovski, 1988, 264). Insiste en que no se sentía feliz con ella, que es demasiado dada a las discusiones. Habla de la diferencia de edad: “No debes olvidar que soy aún suficientemente joven como para reconstruir mi propio ser, para cambiar y formarme de nuevo enteramente, que tú ya no puedes hacerlo y por tanto no me comprenderías más” (Milinovski, 1988, 264). Reitera sobre la incapacidad de ella para comprenderlo y de algo que le molesta mucho, su “perenne menosprecio por todo lo que es alemán” (Milinovski, 1988, 264). y termina diciendo “yo quiero paz y tranquilidad, y eso es imposible con las mujeres” (Milinovski, 1988, 264). El buscador de paz, por cierto, se casó seis veces en total Mi querida y buena Teresita: Es sumamente difícil ser franco y no herir. Pero ¿qué da más prueba de confianza y respeto: el valor para decir la verdad o pasar por sobre los hechos con mentiras solapadas? Quiero vaciar mi corazón en ti; decirte lo que siento; cómo he sufrido, y cuánto quiero hacer por nuestro futuro y por el bien del arte que profeso. Fräulein Knauth te dijo que yo sólo quería tu felicidad, lo cual es muy cierto. Dijiste siempre que mi felicidad era la tuya y es por ello que te escribo sobre mi felicidad, o más bien infelicidad, y sobre lo que debería hacerse para reconstruir una dicha tranquila y realizable. En cuanto a eso, tu dicha es lo principal. Antes que nada quiero negar de una vez por todas que HG y MV son las causantes de mi cambio. Me estimo en 111 mucho para permitir que una u otra influyan en mi vida. Éstas fueron circunstancias sin valor. La verdadera razón del cambio en mi espíritu, además de todo este trastorno, es mucho más profunda. Ha venido desarrollándose inadvertida pero irremediablemente durante dos años, de manera muy comprensible psicológicamente. Tú lo notaste menos que yo porque esta clase de sensibilidad, resultado de un constante examen del estado de ánimo, es completamente alemana y además debe ser extraña del todo a la mente de quien viene de las tierras del sur. ¡Perdona que te diga esto! Dijiste el otro día que habíamos vivido siempre muy felices, tal vez tú, pero no yo. Apenas transcurrían cuatro días sin un desagrado, sin diferencias de opiniones o escenas, y cada contratiempo dejaba una herida en mi corazón, añadía tristeza a la íntima ternura y al cariño que te ofrecí en abundancia. No me siento capaz de soportar estos disgustos que para ti son un alimento de vida. Una necesidad. ¡Cuán a menudo te dije que irías demasiado lejos, que yo alguna vez podría cambiar por completo! No lo creíste posible. Los disgustos no te exasperaban la mitad de lo que a mí. Dices muchas cosas que no sientes en absoluto y yo siempre creía todo. Esta molestia continua casi acabó con nosotros. La revolución en mi espíritu es comprensible, natural, y puedo justificarla ante Dios. No debes olvidar que soy aún suficientemente joven como para reconstruir mi propio ser, para cambiar y formarme de nuevo enteramente, que tú ya no puedes hacerlo y por tanto no me comprenderías más. La parte principal de tu vida quedó atrás; en cambio yo, así lo quiere Dios sólo he llegado a la mitad de ella. Añadido a eso está tu temperamento sorprendentemente vivaz en contraste con mi naturaleza más tranquila y sencilla. No es extraño que no pudiéramos llevarnos bien. Como base para el matrimonio se necesita algo más que simple amor. Fuimos felices sólo mientras nos consideramos mutuamente. Tú siempre dijiste eso, pero yo fui el más considerado y por eso pensabas a menudo que éramos felices, mientras yo por lo menos no lo era. Por 112 dos años no he sido nunca completamente dichoso. Ésa es la razón por la que componía tan bien -me concentraba en mi trabajo con una perseverancia de hierro y encontré mi salvación en él. No hablemos de tu perenne menosprecio por todo lo que es alemán -eso fue sólo una bagatela... Yo traté siempre de revelarte mi íntimo ser, pero nunca lo comprendiste. Cuan a menudo te dije que nadie más podría estar de acuerdo contigo, y me contestabas que lo mandarías al diablo, -ahora me puedes mandar a mí. Hace tiempo has debido preguntar qué es lo que yo deseo. Deseo que ambos convengamos que no podemos vivir juntos como antes, y que arreglemos nuestra vida de común acuerdo. ¡Yo no deseo un divorcio! Tú querrías eso; yo quiero paz y tranquilidad y esto es imposible con las mujeres. He perdido mi fe en todo; quiero estar solo, vivir solo. En esta opinión me reforzó Brahms, con quien hice amistad íntima en Viena. Es mejor que suceda ahora y no más tarde; antes de que gastemos más dinero, antes de sentirnos más infelices aún, y antes de que los chicos sean mayores. Dada ha pensado que una vida independiente por largo tiempo es lo que me conviene. Los niños y los locos dicen la verdad. Te envío muchos besos y te pido de nuevo que recibas mis palabras con serenidad. (Milinovski, 1988, 263-264) Martha Milinowski, que no era solo su alumna, sino también su amiga, cuenta todo este período con lujo de detalles: Eugen se negaba al divorcio, aparentemente por razones económicas, ya que era muy tacaño. Teresa se ve obligada a escribirle: Mi situación presente debe terminar. Debo saber por fin cómo podré arreglar mi vida. 113 Dijiste a nuestros amigos que no podías respirar el mismo aire conmigo, lo que después de tu comportamiento entiendo muy bien. Te lo he escrito antes: ¡tienes una conciencia! Así, te pido que me escribas detalladamente cuáles son tus deseos y qué género de vida quieres que sigamos, de manera que yo sepa qué va a ser de mí y qué debo hacer con los criados, etc. Adiós, Teresa. (Milinovski, 1988, 266) El divorcio no fue nada amigable, ya que d´Albert trató de declararla loca y, al fallar en su intento, de acusarla de bigamia, argumento que tampoco prosperó. En 1895 se falla el divorcio. La ruptura, ya dolorosa, implica otra más. Su hermano Manuel se molesta por el nuevo divorcio y los hermanos discuten. A pesar de la desagradable experiencia, Teresa siguió admirando al D´Albert pianista, aunque no respetara más al hombre. 38 Fräulein Knauth, la nana de los niños, se despide de Teresa diciéndole que, después de lo que vio en aquella casa sobre el matrimonio y de su comentario “Uno no se casa nunca demasiado tarde ni se divorcia demasiado temprano” (Milinovski, 1988, 267), había decidido permanecer soltera para siempre. Teresa asume los problemas con estoicismo. Se muda a un agradable apartamento en Berlín y organiza la vida para que siga su curso. En vacaciones van a una casa en Pertisau, en los montes bávaros. Sin embargo, las rupturas la han afectado profundamente. En una carta a Giovanni, años después, le dice: 38 “She talked freely of D´Albert, ‘that great artist’, whose art she adored, though she had lost all respect for the man” (Okell, 1918) 114 He sido madre y padre para todos ustedes, así que les será fávil olvidar que alguna vez tuvieron un padre (Carta a Giovanni CarreñoTagliapietra, 21 de junio de 1913. Carreño Collection) 39 Una vez que el divorcio es acordado y leído en la Corte, Teresa se desmaya y permanece enferma por semanas. D´Albert salió silbando de la Corte y al día siguiente se casó nuevamente. Según cuenta Okell, este comportamiento fue muy mal recibido por el público, que llegó a silbar a D´Albert en el escenario, mientras Teresa recibía manifestaciones de aprecio 40 . Teresa lleva una vida ordenada que se repite siempre que no está en gira: desayuna temprano, ensaya en el piano, toma el almuerzo, en el que no falta la ensalada que ella misma aliña, luego juega al solitario, duerme la siesta, da clases a sus alumnos, despacha su correspondencia, toma el té a la hora debida, da un paseo, cena con la familia, juega al solitario mientras fuma (era una gran fumadora que incluso lo hacía mientras tocaba piano) y se va a la cama temprano. En los años siguientes prosigue su vida como concertista y profesora. Se presenta en Alemania, Gran Bretaña, Italia, Francia, Suiza, Noruega, Suecia, Rusia. Gana dinero. Tiene más estudiantes que nunca. Su vida profesional atraviesa un excelente momento. En 1896 estrena dos nuevas composiciones: Cuarteto de cuerdas y Serenata para Orquesta de Cuerdas. I have been both Mother and Father to you all, it ought to be easy for you all to forget that there ever was a father in the question! Subrayado de TC. 40 “A divorce was granted, and when the decree was read, Carreño fainted, was taken home and was ill for weeks, while D´Albert walked whistling out of Court and the next day was married to another. The greatest sympathy and affection were shown to Madame Carreño al through this trying time. The whole German public upheld her, and D´Albert was hissed off the stage when he appeared in public…” (Okell, 1918) 39 115 Sus hijos mayores, Teresita y Giovanni, están un poco malcriados y a dar problemas, pero la vida sigue siendo buena. 116 LA WALKIRIA DEL PIANO (1897-1917) Estamos en 1897, Teresa Carreño tiene cuarenta y cuatro años y es una ciudadana del mundo. Es una mujer famosa y reconocida y también una madre de familia, cabeza de hogar. Su vida era ordenada y austera, ya que estudiaba y trabajaba mucho y tenía cuatro hijos de muy distintas edades que mantener y educar. En esos años consigue a Frau Krahl, una eficientísima ama de llaves que resuelve buena parte de los aspectos prácticos de su vida. En ese año la entrevistan para el Neue Musikzeitung de Berlín. Lo que más llama la atención al periodista es, justamente, la normalidad de la vida de la pianista: En casa de Frau Carreño (...) lo que sorprende agradablemente es la clara y dulce voz infantil que se oye al llegar allí. La pequeña Teresita abrió la puerta al visitante y le pidió esperase en el estudio de su mamá. Allí pude observar una enorme cantidad de plantas tropicales, que recordaban el verdor de Venezuela. Entonces entró Frau Carreño con su imponente figura y sus impresionantes y bellos ojos... (Marciano, 1971, 98) Adelaide Okell describe su hogar en Berlín (28 Kurfurstendamm) como plácido y acogedor. Dice que su estudio era un agradable cuarto con dos pianos, estanterías para música, bustos y retratos de músicos, fotos firmadas de artistas, estudiantes y amigos, coronas de laurel, pancartas y medallas recibidas en varias cortes europeas y cantidad de objetos bonitos e interesantes. La ventana daba a un 117 balcón, lleno de flores en primavera y verano y de plantas de hoja perenne en invierno, que miraba hacia un parque cercano. 41 En sus últimos años, entre 1897 y 1917, Teresa sigue dedicada a trabajar, igual que lo ha hecho desde los once años. Que tenga prestigio profesional no la hace descansar, sino seguir estudiando, practicando mucho, dando clases. A esto se une la preocupación cada vez mayor por sus hijos. En su diario escribe: Ya empiezo a sentirme cansada de todo esto. Lo único que anhelo es un buen descanso, y no obstante presumo que si lo tuviera no sabría qué hacer de mi vida después de haber trabajado en toda ella como lo he hecho. Creo que deseo todo esto porque no puedo conseguirlo. (Clemente Travieso, 1953, 61) En 1896 parte nuevamente hacia los Estados Unidos, país que siempre quiso mucho. M Vaughan Wilde la entrevista para el Metropolitan Magazine y queda asombrado por su magnético y fiero temperamento, su encanto, magnetismo y belleza. A una pregunta, Teresa contesta: ¿Criados? No los necesito. Sólo estoy con mi amiga y acompañante Fräulein Emrisch. Ella conoce a mis niños y hablamos de ellos cuando los extraño mucho. Yo no tengo ni criados ni joyas. Ugh, las joyas son duras y frías. Yo amo el sol y las flores. 42 (Wilde, 1896?) 41 “The Studio were she worked was a charming room with two Bechstein Grand pianos, ebony music cases all around the walls, busts and pictures of musicians above them, and a delightful litter of autographed photos of artists, pupils and friends, laurel wreaths, banners and medals which she had received at the various Courts of Europe, and all sort of interesting things. Outside the long French windows was a balcony -always full of flowers in spring and summer, and evergreens in winter- looking onto the beautiful park centered street below” (Okell, 1918) 42 “No, no. What would I o with a maid? I only have my friend and companion, Fräulein Emrisch. She knows of my childres, and talks of them to me when I´m heart-hungry for the little onew. I have neither maid nor jewels. Ugh! But jewels are hard and cold. I love the sunshine and flowers; they are the children of life” 118 Su gira de conciertos sigue en Alemania, Inglaterra, Suiza y Rusia. En uno de estos viajes la escucha el que será el gran compositor húngaro Béla Bartok. Éste le escribe a su madre: Quiero ahora referirme al concierto de la Carreño, del cual tengo mucho que contarte. Su fuerza y técnica son grandiosas, simplemente dignas de ser admiradas, pero su discurso musical es menos digno de lo último. Lo que más me gustó fueron las Polonesas de Chopin y lo de Liszt, así como la Campanella; aquí pudo mostrar el mejor aspecto de su arte. La Sonata de Beethoven la tocó en muchas partes en forma ruda, y el Schumann, de pies a cabeza, simplemente (además en dos sitios inventó lo que quiso) con estas dos obras no estuve en absoluto satisfecho. (Marciano, 1971, 104) En 1899 es nombrada “Pianista de la Cámara Real de la Corte de Württemberg”; sin embargo, dista de estar contenta. Al menos así se infiere de una carta a Carrie Keating en la cual le escribe: ...en realidad soy una mujer infeliz y a pesar de toda la gloria y de cuanto pueda tener, mi verdadera y única felicidad, además de mis hijos y de mi arte, es el cariño de aquellos a quienes amo. (Clemente Travieso, 1953, 61) En sus cartas de negocios de la época se evidencia la mezcla de su encanto y su firmeza para la negociación. En una carta al empresario Mr. Johnstone el 10 de Junio del 99, Teresa comienza enviando saludos, hace referencia a la salud de sus niños, para acto seguido explicar sus exigencias en una gira: quiere 80 conciertos, 119 $500 por concierto y todos los gastos pagos para dos personas. 43 No hay concesiones. Una cosa es la amistad y otra los negocios. En 1900, a sus cuarenta y seis años, sus conciertos la llevan a Estados Unidos, Canadá, Cuba y México. En esta gira su posición ha cambiado, ahora es una gran intérprete, recibida en las mejores condiciones. En sus programas aparecen nuevamente las composiciones de MacDowell, que no tocó durante su matrimonio con d´Albert, así como Beethoven y Mendelssohn. En Nueva York se reencuentra con los Tagliapietra. Giovanni insiste en demandarla por un dinero que ella debería pagarle. Quiere fundar un Conservatorio de Canto y considera que Teresa debe financiarlo, por lo que le escribe en su estilo melodramático: “De ti depende toda mi vejez, así como fue tuya mi juventud”. Hace algunas amenazas, pero termina tratando de convencerla: Durante mi vida contigo siempre estuviste dispuesta a ayudar a los extraños. No entiendo por qué no has de ayudar a un hombre que ha vivido contigo quince años; un hombre del que tuviste tres hijos y que sólo pide lo que ha gastado por ti; por último un hombre que fuera de los pleitos familiares te ha tratado con respeto y consideración. Te pido solamente $1.500 para poder abrir un Conservatorio y ganarme la vida. (Milinowski, 1988, 292) La Carreño debe conseguir protección policial para librarse de Tag. También por esos días reencuentra a su cuñado, Arturo Tagliapietra, buen amigo suyo. Lo invita a Alemania para que visite a sus sobrinos, que le dan a su “I want to have Eighty concerts during the season of 1898-1899. (…) I want Five hundred dollars per concert clear of all expenses that is to say, that all and above your percentages, hotels, carriages, railroad expenses and all other travelling expenses for two persons. I want the sum of five hundred dollars for my services clear of all expenses”. (Carreño Collection, subrayados de TC) 43 120 madre muchos motivos de tristeza. Giovanni es guapo, no tiene mucho talento y nada de perseverancia, aunque a veces le va bien en el colegio. Teresita, que tenía algún talento para el piano, cambia continuamente de colegios y es muy frágil física y emocionalmente. Quiere ser una pianista famosa, pero teme ser comparada con su madre y decide dedicarse a las ciencias. Pero esto le dura una corta temporada y vuelve a interesarse por la música por algún tiempo. La escasez de salud y espíritu de estos muchachos es atribuida por Fanny MacDowell a las teorías naturalistas de Eugen d´Albert. En una carta le reclama a Teresa: ¿No crees que has sido poco acertada y algo exagerada al adoptar las novedosas teorías de ese bribón de d´Albert en lo concerniente a la nutrición y administración en general de tu pequeño rebaño? ¡Mira cuán fuerte y bien estás tú! ¡Tan sana como un niño! No fuiste criada como lo haces con tus pequeños. Sé que crees que es por su bien, pero ¿por qué experimentar con tus hijos? ¿Supones que (...) las legumbres y los baños extravagantes contribuyen a hacer saludable a una familia? Hasta tú, que eras tan fuerte antes de encontrar a ese pequeño monstruo, te enfermaste por la dieta a que te has sometido por complacerlo. Oh Teresita querida, rompe con todas las cadenas con que te ató ese gnomo, vuelve a ser tu bella persona, y deja que el sentido común acabe con todas las modas que has adoptado. (La carta original se encuentra en Carreño Collection. Usamos la traducción de Basalo en Milinowski, 1988, 274) Las críticas de la gira de 1897 en Estados Unidos son contradictorias. En el World de Nueva York, el crítico afirma, por ejemplo, lo siguiente: Ha perdido la ternura femenina, el sentimiento poético, la suavidad, que fueron una vez elemento de su interpretación. Se ha convertido simplemente en intérprete de bravura casi brutal. Parece haber sido 121 influenciada completamente por los métodos de su último esposo. Ha perdido la cualidad del magnetismo de otros tiempos a pesar de sus encantos de belleza y gracia aún en potencia. (Milinowski, 1988, 284) En Chicago, en cambio, el Chronicle informa: El auditorio gritaba como políticos en una convención. Las voces agudas de las mujeres se destacaban por sobre las de los hombres. En el desenfreno del entusiasmo se rompían los guantes, se ampollaban las manos, y cuando ya no podían aplaudir más por el cansancio, aumentó el estruendo con golpes de los pies, y centenares de pañuelos blancos eran agitados desde la galería hasta el piso bajo. Al final la gente subió a escena abrazándola y besándola, y alguien propuso dale tres vivas a la Carreño que fueron dados de muy buena gana. (Milinowski, 1988, 289) Según Milinowski, la Teresa de esos años es no sólo una pianista, sino también una empresaria que organiza con buen criterio su talento y sus presentaciones: Nunca tocaría en una ciudad por una tarifa menor a la obtenida allí anteriormente por un contrato similar; tampoco aceptaría tocar en un concierto para reemplazar a otro artista (...) no toleraría que se publicaran falsedades respecto a ella (...) no vaciló en demandar a un diario (...) por una notas difamatorias. (Milinowski, 1988, 296) De la misma manera, una vez llega a rechazar un contrato en el que le ofrecen mucho dinero, pero lo hace porque piensa que es tan alta la oferta que el empresario perderá dinero y ello no le parecía ni adecuado ni justo. 122 La misma Milinovski hace una deliciosa descripción del comportamiento de Teresa antes de los conciertos: ensayo, juego de solitario, siesta, visitas oficiales si eran requeridas, té sola o con amigos íntimos. Aparentemente, era supersticiosa antes de los conciertos, pero ignoramos los detalles. Luego ella misma se peinaba y su doncella la ayudaba a vestir los complicados y lujosos vestidos que usaba en el escenario. Teresa era muy cuidadosa de su apariencia y usaba vestidos, telas y joyas costosas en sus presentaciones. Una vez que llegaba al teatro, nadie le podía hablar. Al terminar el concierto, que no cancelaba ni siquiera si estaba enferma, se ponía un chal sobre los hombros y atendía a los admiradores. Hablaba con todos y firmaba autógrafos hasta que se despedía. Una vez que llegaba al hotel se cambiaba de ropa y comía con gran apetito una cena de medianoche en la que le gustaba incluir ostras y champagne. Luego, ya a solas, jugaba solitario y luego del último cigarrillo se acostaba a dormir. En 1899 vuelve a emprender una gira por los Estados Unidos, que sigue por Cuba y México. Ahora tiene un acuerdo con Steinway & Sons, que patrocina las giras a cambio de publicidad para sus pianos. Por esos años, vuelve también a la composición. Si bien de niña y joven compuso mucho, a partir del matrimonio con Giovanni Tagliapietra deja de hacerlo. A pesar de ello, la lista de sus obras no es pequeña: Gottschalk Waltz, Caprice Polka dedicado a Rafael del Pombo; Rêverie impromptu (Ensoñación e impromptu); Caprice-étude Nº 1; Une larme (Una lágrima); Caprice-étude Nº 2, Caprice-étude Nº 3; La Corbeille des fleurs (La cesta de flores); Souvenir de mon pays (Recuerdo de mi país); Marche funèbre; Prière (Oración); Polka de concierto; Réminiscences de Norma; Balada; Souvenir de l´Angleterre (Recuerdo de 123 Inglaterra); Plainte (Lamento); Partie (La partida); Plaintes au bord d´une tombe, 4º Elegía (Lamentaciones al borde de una tumba); Plaintes au bord d´une tombe, 5º Elegía; Plaintes au bord d´une tombe, 6º Elegía; Fantaisie sur l´Africaine de Meyerbeer; Le printemps (La primavera); Un bal en rêve (Un baile en sueños) dedicado a Cecilio Acosta; Une revue à Prague (Un desfile en Praga); Un rêve en mer (Un sueño en el mar); Le ruisseau (El riachuelo); Seis estudios; Mazurka de salón; Scherzo-Capricce; Deux esquisses italiennes Nº 1 (Dos esbozos italianos); Deux esquisses italiennes Nº 2; Intermezzo Scherzoso; Le sommeil de l´Enfante (El sueño del niño); Scherzino; Highland, Souvenir d´Ecosse (Recuerdos de Escocia); Vals Gayo; La fausse note (La nota falsa); Stacatto-capriccieto; Teresita Waltz; Danse de gnome (Danza de los gnomos); Étude-Mazurka; La petite boiteuse (La pequeña coja); Petite berceuse (Pequeña canción de cuna); Preludio; L´addio tanze; Pequeña danza húngara; Canción sin palabras; Nocturno; Danza española; Saludo a Caracas; Saludo a Cuba; Petite danse tzigane (Pequeña danza cíngara); Danza venezolana; Le livre de la vie est le livre suprême (El libro de la vida es el libro supremo); Voga, voga, la palida luna gia rischiara; Himno a Bolívar; Himno al Ilustre Americano; Cuarteto en si menor; Serenade für orchestre der Schnüre (Serenata para orquesta de cuerdas); Cuarto valse; Valse mélancolique; Romance pour violon avec accompagnement de piano (Romanza para violín y piano) (Gutiérrez, 2003, 65 al 67) Sus piezas solían estar inspiradas en algún compositor que le llamara la atención en el momento, sin embargo, en algunas de ellas, como en Bal en Rêve, dice Marciano, suena repentinamente la cadencia de un merengue venezolano. En otras se percibe la influencia de una serenata española o de una habanera. Martha 124 Milinowski, por su parte, afirma que las demostraciones de virtuosismo influyen en sus composiciones, y que introducía en ellas “todo género de intrincadas dificultades. Cuando ella tenía interés en perfeccionar pasajes rápidos, escalas en octavas, saltos peligrosos y su favorito de siempre, el trino, reflejaba esta preocupación en sus creaciones” (Milinowski, 1988, 89) En 1901 Arturo Tagliapietra, su cuñado, llega a Alemania para trabajar como su secretario. Se convierte también en el organizador del hogar y su confidente. Ella le ofrece matrimonio y se casa con él en 1902, cuando tiene cuarenta y nueve años. Los amigos se escandalizan e incluso pierde la amistad de algunos. Teresa escribe: Conoces suficiente mi vida para saber cuán sola estaba en realidad, cuán vacío mi pobre corazón, y puedes comprender de veras. Decirte que soy más feliz de lo que jamás soñé es una breve y pobre descripción de mis sentimientos (...) Como sabes lo que he sufrido y realmente eres mi amiga sé que te contentará mi dicha, que es la que he anhelado toda mi vida, la de poseer un corazón sincero, leal y noble que me ayude a través de los pocos años que debo vivir (no pueden ser muchos porque ya estoy vieja) y que comparta conmigo mis angustias y mis alegrías. Arturo será como mi esposo lo mismo que era cuando me amaba en silencio durante todos estos años, y cuando yo pensaba que sólo le inspiraba simpatía a causa de lo desgraciada que era por su hermano, y no tuve la más ligera sospecha de que el cariño que anhelaba fuese ya mío. Si lo hubiera sabido. ¿No es extraño que estos años hayan pasado -me amaba devotamente durante los últimos catorce años- ignorando yo todo, y que sea ahora cuando se han abierto mis ojos? Él era muy orgulloso para demostrar sus verdaderos sentimientos hacia mí y sólo por las circunstancias me di cuenta de dichos sentimientos. ¡Qué extraña es la vida! Todo lo que tuve antes halagaba sólo mi vanidad. Mi corazón no intervenía en nada a excepción del amor a mis hijos y del verdadero y profundo cariño para con mis amigos. Además fui muy desgraciada, pues me faltaba el corazón fiel y sincero que deseaba poseer; el compañero de mis horas solitarias y tristes. Ahora lo tengo a él y no puedo expresarte lo agradecida que estoy por esta felicidad. (La carta original se encuentra en Carreño Collection. Usamos la traducción de Basalo en Milinowski, 1988, 321) 125 A partir del matrimonio, Arturo la acompaña en todos sus viajes. Es una época feliz. Había encontrado un compañero y su prestigio como intérprete estaba consolidado. Ida Lipsius escribe sobre ella en el Musikalische Studienköpfe: “Su forma de tocar se caracteriza por un asombroso genio técnico unido a su exótica belleza y majestuosa pose” (Marciano, 1971, 104). Ese genio técnico se debía a su constante dedicación al estudio, que no la abandonó. El Prof. Remy, de Columbia University, que estaba redactando un Diccionario biográfico de músicos, le preguntó por su educación musical. La respuesta de Teresa fue breve: “¿Maestros?, todo el mundo y en cualquier lugar, todavía estoy aprendiendo” 44 (Okell, 1918) Las giras de Teresa Carreño son esta vez por Gran Bretaña, Alemania, Holanda y Polonia. En Varsovia interpreta el Concierto en la menor de Edvard Grieg, dirigida por él mismo. En 1903 se presenta en España y Portugal. El escritor venezolano Miguel Eduardo Pardo asiste a uno de sus conciertos y describe a Teresa a sus cincuenta años de una manera casi erótica: Arrogante, bella aún, casi joven, casi fresca y lozana a pesar de los ósculos de nieve que ha dejado el tiempo en su ondeante cabellera; admirablemente trajeada, escotada, desnudos los redondos brazos, recogiéndose la amplia falda en armónicos pliegues sobre la curva de las robustas caderas, y marchando con esa marcha clásica, especial y un tanto ruda que hace estremecer las tablas de los escenarios que pisa. (Pardo, 1903, la referencia se toma de Marciano 1971, 112)) 44 “Teachers? Everybody, everywhere, still learning” 126 En 1905 y 1906 todos los conciertos son en Europa. En 1907 en Australia y Nueva Zelanda. De vuelta de allí hace escala en las Islas Fiji, donde le piden un concierto. Accede, pero ella misma debe afinar el piano con una pinza. Vuelve a los Estados Unidos en 1908, contratada para dar ochenta conciertos. Entre 1909 y 1911 hace largas giras por Australia, Nueva Zelanda, Sudáfrica y Estados Unidos. Okell cuenta que su salud no era buena, ya que sufría frecuentes gripes y afecciones nerviosas, pero no dejaba que los achaques interfirieran con su trabajo. 45 Sus colegas, como el compositor Ruggero Leoncavallo, le siguen escribiendo para expresarle su admiración. 46 En 1912, sus colegas, discípulos y amigos organizan un gran homenaje al conmemorarse sus cincuenta años de vida artística. Entre 1912 y 1915 vuelve a las giras europeas. En los veranos y entre las giras, se dedicaba a la docencia. Podía recibir hasta a veinte estudiantes 47 , que copaban los albergues del pueblo alemán o suizo donde estuviera pasando esos meses (Obersalzberg, Oberstdorf y Grindelwald eran sus favoritos). Era tan buscada que recibía $20 por hora de clase. Fue una profesora dedicada, con ideas muy precisas sobre cómo dar clases de música. Se consideraba la “fundadora del método moderno de tocar piano” (Pita, 1999, 16), basado en la naturalidad de los movimientos. En una entrevista que le hace Jetta Dorothea Geffen en 1917, publicada en el Musical Courier de Nueva York, afirma: 45 “…in spite of the fact that Madame´s health from this time was very poor. She was subject to frequent attacks of grippe and nervous disorders, but not matter how much she might suffer she never allowed her work to interfered with” (Okell, 1918) 46 “I send you my respects and the expression of my deep admiration”. Carta de Ruggero Leoncavallo a Teresa Carreño, 22 de octubre de 1911. Carreño Collection. 47 En el Appointment book que se encuentra en Carreño Collection hay una lista de sus estudiantes: Miss Dailey, Mr. Golas, Miss Grossmayer, Mr. Hodgson, Miss Herlenstein, Miss Lang, Miss Limiñana, Miss Murphy, Miss Okell, Mr. Cumpsen, Miss Ingalls, Miss Wright, Miss Payez, Miss Sheppard, Mrs. Remy, Mr. Trimmer, Mrs Mc Cune, Miss Holyland, Mrs. Mc Dermott, Spinetti, Miss Treuling. 127 No se debe forzar a todos los niños a estudiar música (...) ¿Por qué forzarles a una educación musical indiscriminada? Nosotros no insistimos en que todos los niños estudien pintura, escultura, arquitectura ni pedimos que sean poetas. Entonces, ¿por qué obligarles al estudio de la música? Un instinto musical no puede forzarse, se puede ayudar, guiar, pero no imponerlo por la voluntad de alguien. Es fácil adivinar las tendencias en un niño, y un sentimiento musical se muestra en términos inequívocos. Yo pienso que se debe rodear al niño de una atmósfera culta, para así darle la oportunidad de escuchar buena música, entonces, si hay allí un instinto musical, se dejará ver en seguida. Se puede despertar un deseo a través del oído, pero no se puede forzar un deseo. Si un niño no responde a la influencia de la música hay que dejarlo tranquilo. Un maestro es como un doctor. Un discípulo debe venir al maestro para enseñarle sus flaquezas, no sus ventajas. Así puede el maestro prescribirle una receta. Pero la mayoría de los discípulos tienen una actitud falsa para con los maestros. Lo primero que yo trato de descubrir en un discípulo cuando viene a mí es algo llamado ritmo (...) Sin un sentido del ritmo es imposible lograr un gran artista, ya que es necesario ser un gran músico para ser un gran pianista (...) Estos son mis mandamientos: primero una buena condición física y nervios estables, pienso que es algo que va antes del ritmo, incluso. Segundo, nunca trabajar de más. No dejarse llevar por el interés del estudio a tal punto que la salud sufra bajo este interés (...) La calidad del trabajo es lo que cuenta y no la cantidad. Las horas de práctica deben dividirse bien, cinco horas de trabajo al día es una gran cantidad. El estudiante debe sentarse al piano fresco de mente y cuerpo, de otra manera no logrará nada: un cuerpo cansado y una mente oscurecida no conducen a ninguna parte. La moderación en la vida es el camino más seguro. (Marciano, 1971, 76 y ss) 128 En la misma entrevista se describe una clase con ella. Algunos estudiantes tocaban y otros sólo escuchaban. Compara el color y el tono en Beethoven con Shakespeare, que nunca decía lo mismo de igual manera. Al comentar la interpretación de un vals, explica la importancia del ritmo y les hace imaginarse que lo bailan: Pero lo más importante de todo, tóquelo como si fuera realmente un vals o no se puede bailar. Observe, ahora viene el Sr. H. para pedirme el honor de bailar esta pieza conmigo (el Sr. H. Es uno de los discípulos que sonríe encantado a Mme. Carreño, mientras al fondo se oye el murmullo apagado de la risa proveniente del resto de la clase). Ahora comienza la música, él me guía galantemente sobre el piso. Danzamos con belleza, porque la música inspira a ello. Ahora se acaba el vals, pero todo no está aún concluido, pues nos retraemos un poco mientras él me dice cuanto ama el... clima. Ahora él hace una reverencia, me da las gracias y el vals acaba suavemente. (Marciano, 1971, 80-81) En un texto que se publicó en un libro sobre la pedagogía del piano, de James Francis Cooke, Teresa comenta sobre los aspectos que tiene que tener en cuenta el profesor. Para explicar la individualidad del artista, pone como ejemplos a Rembrandt, Rubens y Van Dyke, que hubieran pintado el mismo modelo de manera muy distinta. Es muy explícita sobre la importancia de observar la mano del estudiante, pues cada una es distinta y los ejercicios deben ser específicos: El individuo prosaico que cree que la meta del estudio musical consiste en adquirir una técnica o una destreza especial de los dedos, tiene que convencerse de que tal propósito no es otra cosa que la falta 129 de individualidad que destrozará su carrera por completo. Años y años de práctica no hacen un artista ni un virtuoso, sólo traen como resultado un individuo que sabe cuántas notas toca a 208 medidas del metrónomo por minuto. (...) La mente del artista debe ser cultivada (...) La cultura se deriva de la observación, de la naturaleza, de la historia de seres humanos, de la arquitectura, de la poesía. Yo recomiendo siempre a mis discípulos, aspirantes a la música, el leer mucha poesía. Yo misma encuentro gran inspiración en Shakespeare (...) En este caleidoscopio de pasiones humanas se puede hallar un mundo de inspiraciones. Me place también comparar grandes maestros de la literatura con grandes maestros de la música. A Shakespeare lo comparo con Brahms; Goethe con Bach y Beethoven; Heine y Musset con Chopin y Liszt. (...) Todo estudiante de música debe familiarizarse con la valiosísima historia de la música. ¿De qué otra forma puedo conocer a esos individuos personalmente? Mientras más sé de Chopin, Beethoven, Scarlatti o Mendelssohn como hombres, como maestros, más me intereso y conozco el tiempo en que vivieron, más cerca me siento de sus deseos y por consiguiente más cerca del estilo en el cual crearon sus composiciones. (Marciano, 1971, 63 al 66) En 1913 cumple sesenta años y sufre de reumatismo, pero a pesar de las enfermedades muy pocas veces cancela una presentación. En Carreño Collection hay cartas donde Arturo explica que está emocionalmente agotada, suponemos que es un término de la época para la depresión. En una carta a su hijo le dice: 130 Desde hace algunos días me siento miserable y no puedo ni siquiera pensar. No sé qué pasa conmigo y me odio por eso. (Carta a Giovanni Carreño-Tagliapietra, 21 de mayo de 1913. Carreño Collection) 48 Sin embargo, trata de sobreponerse. En Australia dio un concierto a pesar de que tenía tal infección en un dedo que tuvieron que someterla a una operación. En medio de sus problemas de salud, sacaba fuerzas de la nada y se concentraba de tal manera que se olvidaba completamente de todo. Okell cuenta que a veces, al terminar un concierto, Teresa se asombraba de los aplausos, ya que había olvidado que estaba en público. 49 Mientras, los hijos mayores siguen dando batalla. Teresita Tagliapietra Carreño había desarrollado una irregular carrera como pianista. En 1905 madre e hija se presentaron juntas, pero ambas preferían mantenerse separadas en los conciertos. Teresita no era puntual ni responsable, cambiaba el programa de acuerdo a su ánimo y cancelaba funciones con facilidad. En 1907, a los veinticinco años, se casa con un estudiante de música inglés, Eustace Blois. Nace su hija Suva, primera nieta de Teresa Carreño, de la que se ocupan ella y la otra abuela mientras sus padres estudian en París. A pesar de la oposición de su madre, Teresita se divorcia 50 y piensa comenzar una carrera como cantante o actriz o bailarina o “Since days now, I feel miserable and cannot even think. I don´t know what is the matter with me and I just hate myself. (Subrayados de TC) 49 “…when once at the piano an almost superhuman strength seem to come to her and she would forget herself completely in her art. I have seen a look of surprise come across her face for a moment when the applause began, and she said to me afterward, ‘I forgot the audience was there, when I was playing tonight’, so complete was her concentration and absorption in her music” (Okell, 1918) 50 He (Blois) did not see in any way anxious to be divorced and as I told him that I most thoroughly disapproved of a divorce between him and Teresita (Carta a Giovanni Carreño-Tagliapietra, 12 de Julio de 1911. Carreño Collection) Subrayados de TC. En otra carta a Giovanni del 17 de mayo de 1911, insiste en el tema “... I do not approve of divorces unless, like in my unfortunately case, I was condemned to take three. God know I tried hard to avoid them! (Carreño Collection) 48 131 violinista o compositora de ópera o directora de orquesta. Giovanni, que ya tenía treinta años, se parecía mucho a su padre: guapo, encantador, jugador y muy perezoso. Trató de ser violinista, mecanógrafo, cantante de operetas. Teresa le paga estudios de canto en Roma, pero él aún se quejaba. En una carta, Teresa le escribe: No merezco tus sarcásticas observaciones sobre asuntos de dinero y tu miedo a sufrir por falta de éste en verte en caso de enfermedad. Haz un recuento y dime si mi ayuda te ha faltado alguna vez. Debes admitir que siempre he estado aquí para velar por ti (...), no debes temer que pases apuros por que deje de ayudarte. Mientras pueda trabajar y cuidarte, ya que todavía no estás listo para tener la carga de sostenerte a ti mismo como artista (...) yo estaré allí, querido. Si por enfermedad o accidente desaparezco, entonces será el momento cuando no tendrás a tu “Mimimimimi” para velar por ti (Carta a Giovanni Carreño-Tagliapietra, 3 de Agosto de 1910. Carreño Collection) 51 A pesar del intensísimo trabajo de estos años, las finanzas se convierten en su preocupación constante. Al respecto le escribe a su hijo Giovanni: En cuanto a los negocios, nuestras cosas están peor que hace tres años, y Dios sabe que iban bastante mal. Esto completamente entre nous, ya que la gente no debe pensar que no hago un negocio brillante. Si alguien te pregunta, di que supones que los negocios andan bien. En casi todas las ciudades he tenido la mitad de los llenos que tuve la última vez (...) Hasta ahora no he perdido dinero, (...) pero no gano sino lo necesario para los gastos. Es algo desalentador, 51 “Your sarcastic remarks about the money matters and you being afraid of being left to suffer for (ilegible) of money in case you are ill, I do not think that I deserve. Will you look back into all your life and tell me whether if my help has ever failed you? (ilegible) you must acknowledge to yourself that I have always been there to see your wants (…) you need not fear that you may now come to grief for (ilegible) of my help. As long as I can work and care, and you are not yet ready to take up the burden of your self support as an artist (…) I will be there, sweetheart. If through illness or accident I am taken away, then will be the time when you will not have your “Mimimimi” to look after you” 132 ¿verdad? (La carta original está en Carreño Collection. Usamos la traducción de Basalo en Milinowski, 1988, 368) En las cartas que les envía a sus hijos los trata muy cariñosamente, pregunta si necesitan dinero, les da ánimo cuando ellos sienten que no son buenos artistas, describe muchos detalles de su vida, hace chistes y siempre les recuerda cuánto los extraña. En cuanto a Eugenia y Hertha d´Albert, ambas son unas normalísimas alemanas, totalmente alejadas del espíritu bohemio de Teresita y Giovanni, a pesar de que Eugenia tenía fantasías de ser sufragista o monja. Eugenia era buena deportista y una excelente organizadora. Hertha, en cambio, tenía aptitudes para la música y las artes plásticas. Eugenia y Hertha sólo conocieron a su padre en 1904, cuando tenían, respectivamente, doce y diez años. Antes de eso, Eugen d´Albert había tratado de visitar a sus hijas, pero Teresa difiere las visitas debido a la salud de las niñas. En su carta al abogado hay ecos de la que Frau Bishoff le enviara a ella cuando trató de ver a Emilita: Desgraciadamente no es posible satisfacer los deseos de Herr d´Albert por razones de educación y de salud (...), parece haber olvidado que sus hijas no saben nada de él y que es un perfecto extraño para las pequeñas. Si yo le recordara que dejó a sus hijas cuando la mayor tenía dos años de edad y la menor sólo cinco meses, podría explicarse por qué las pequeñas no saben nada de él. Pensé que era mejor conservarlas cuanto fuera posible ignorantes de que su padre las dejó sin ninguna razón... (Milinowski, 1988, 377) 133 Emilita, la hija que dio en adopción, vuelve a aparecer en la vida de Teresa a la muerte de su madre adoptiva. En 1905, teniendo treinta y un años, casada y con hijos y habiendo dilapidado su herencia se encuentra con su madre biológica. A partir de entonces le escribe constantemente a Teresa exigiendo dinero, joyas, pieles y regalos. Con hijos que consumen tanto dinero, Teresa debe seguir trabajando, a pesar de que su salud se veía menguada y comienza a sufrir achaques, bronquitis e, incluso, alguna vez se encuentra al borde de un colapso nervioso. Teresa era una mezcla de madre consentidora y suave tirana. Aparentemente, la única voluntad en la casa es la suya, y sus hijos deben obedecerla, pero en realidad terminaba plegándose a cualquier demanda de ellos para demostrarles su amor. No sólo con sus hijos fue Carreño muy afectuosa, también con amigos y discípulos. Le daba nombres cariñosos a los miembros de su familia: Giovanni padre era “Tag” o “Nanno”, Giovanni hijo era “Baby Boy”, Arturo era “Turo mío”, así como Eugen había sido “Liebchen” y “Toto”; a Teresita la llamaba “Dada”, a Hertha “Bubeli” y a Eugenia unas veces “Liliputchen”y otras “Baby”. Al comenzar la Primera Guerra Mundial, la situación de Teresa Carreño se convierte en algo terrible, según le escribe a Giovanni: Lamento tener que darte noticias muy desagradables. Debido a esta terrible guerra, nos encontramos en una situación financiera muy grave. El poco dinero que tengo ahorrado está comprometido y lo único que puedo hacer es pedir un préstamo que nos permita vivir , y eso privándonos de toda comodidad. Tendremos que estar sin criadas, y nos tendremos que contentar con lo mínimo para no morirnos de hambre. Bajo estas circunstancias, lamento decirte que 134 sólo puedo enviarte ciento cincuenta marcos, y que de ahora en adelante debes ganarte tu pan, ya que no puedo ayudarte más. Todos mis compromisos para el invierno han sido cancelados. Temo que no podré ganar dinero ni por conciertos o por estudiantes. ¿Quién quiere estudiar piano bajo estas terribles circunstancias? (Carta a Giovanni Carreño-Tagliapietra, 1917. Carreño Collection) 52 Las fronteras europeas se vuelven complicadísimas y los hijos de la Carreño, que hablan varios idiomas y tienen distintas nacionalidades, comienzan a tener problemas. Teresita llega a Argelia y es confundida con una espía por recibir las cartas que Teresa le envía desde Alemania y por hablar con un alemán en su idioma. Pasa tres meses en la cárcel, luego de esa experiencia debe ser recluida en Lausanne, Suiza, en manos de un especialista en enfermedades nerviosas 53 . Poco tiempo después, Giovanni es confundido en Milán con un espía alemán. Mientras, Teresa da conciertos en Noruega y Suecia, luego en España. Estos no eran sencillos, todo viaje durante la guerra era problemático y en peores condiciones que las habituales. Además, los controles eran terribles y, muchas veces, los viajes debían ser retrasados porque no les daban permiso para salir de alguna ciudad. 52 “I have to give you very unpleasant news, I am sorry to say. Through this terrible war we find ourselves in the most serious financial trouble. The little money which I have been able to set aside is all tied up and I can get is a loan on it to enable us to live and that, depriving ourselves of every possible comfort. We have to do without servants and must content ourselves of every possible comfort. We have to do without servants and must content ourselves with barely enough as not to starve. Under these circumstances I an awfully sorry to say that from next month I can only send you one hundred and fifty marks, and you will have to see what you can do to earn your bread and butter for alas! I cannot help you any more. (…) All my engagements for next winter are being cancelled one after the other and I fear that there will be nothing for me to earn either with concerts or with pupils. Who wants lesson under these terrible circumstances?” 53 “I left Teresita in charge of a nerve specialist in Lausanne, as she is suffering from a severe protration caused by her terrible experience in Algeria. Imagine that poor child being three and a half months in prison, suspected as a German spy because she had received letter from Germany (our letters to her!) and because she had been seen speaking to a german in Tunis!!!” (Carta de Teresa Carreño a J.W. Cochran. 3 de Julio de 1915. En: Cochran, 1931) 135 Por esos años también se dedica a su libro Posibilidades tímbricas mediante el uso artístico de los pedales. Mecanismo y funcionamiento de los pedales del piano (Possibilities of Tone Color by Artistic Use of Pedals) (Carreño, 2001 y 2005). Escrito en inglés, fue publicado póstumamente en 1919. Es un libro muy técnico donde explica la manera correcta de usar los pedales del que fuera siempre su instrumento. En 1916, Hertha se casa con Louis Weber y Eugenia con John Durske. Teresa escribe a una amiga: Es un joven muy simpático y enérgico, de 25 años. Se quieren mucho, y como ninguno de los dos tiene bienes materiales, creo que serán muy felices en su vida matrimonial. (Milinowski, 1988, 406) En ese mismo año se va de gira a Estados Unidos, se presenta en Nueva York, Boston, Chicago, Washington y Kansas City. En Nueva York graba su música en discos de pianola. No le gusta la experiencia ni tampoco el resultado. En Carreño Collection se encuentra su carta a Mr. Pfeiffer, de la Aeolian Company Artist Department, en Nueva York (31 de octubre de 1916. Carreño Collection) en la que explica: Agradezco sus amistosos sentimientos, que lo impulsan a hacerme esta oferta, pero no puedo aceptar su amable requerimiento ya que esta reproducción de mi interpretación por su instrumento es tan mala que evito enérgicamente el uso de grabaciones de mis actuaciones (Carreño Collection) 54 “Much as I appreciate the friendly feelings which have prompted you to make this offer, I cannot comply with your kind request owing to the fact that the production of my playing, through your instrument is so bad that I energetically protest against the use of the records of my performances for any publication or public sale, as they are a direct misrepresentation of my playing” (subrayados de TC) 54 136 Ya Teresa, después de cincuenta años de carrera, comienza a despreciar lo nuevo. En una entrevista se le pregunta por qué no interpreta música de Ravel, a lo que contesta, haciendo un juego de palabras, que no vale la pena darse el trabajo de desenmarañarlo, pero que la ventaja de la música moderna era que, si cometía un error nadie se percataría. 55 En esa misma entrevista se publica un recuadro con algunos “Carreñismos”, algunos de ellos son: Mi más fuerte deseo es complacer a mi público Parte de una lección de música es ampliar las perspectivas vitales de los alumnos. Mi método tiene tres partes: 1. Relajación. 2. Saber qué hacer. 3. Hacerlo. Es humillante, tanto para el pianista como para el piano, cuando la música es interpretada descuidadamente. No queremos intérpretes de automóvil. La velocidad no es arte. Uno debe aprender a conocer sus herramientas, como usar sus brazos, manos, dedos. Cuando uno cava en el jardín usa una azada, no una pelota de goma 56 . (Kinscella, 1916, 5) Comienza a pensar en el retiro. En una entrevista que da a William Armstrong para The Musician (1917a), comenta: “Of Ravel, she said, facetiously, ‘I don´t think it worth while to <unravel> him’, and added ‘but there is one point in favor of this modern music -if one should make a mistake, no one would notice it’” (Kinscella, 1916, 5) El juego de palabras está entre Ravel y ravel, que significa enredar, enmarañar. 56 “Some Carreño-isms: It is my dearest with in life, that my public shall be pleased. I mark the years by the friends I have had. Anything which broaden the viewpoint of the pupil on life, is a part of the music lesson. I have a method -there are three divisions in it: first, relaxation; second, Know what to do; third, Do it! The whole thing in piano-playing is tone color. There are one hundred shadings between ‘forte’ and ‘piano’. It is an humilliation for both player and piano, when music is played thoughtlessly. We don´t want automobile players! Speed is not art! One must learn to know his tools -how to use his arms, hands, fingers. When one digs in a garden, one uses a spade, not a rubber-ball” 55 137 Cuando un artista siente que ya no hace progresos en su arte, tiene el deber de no volver a tocar en público. Puede dedicarse a interpretar a solas para su propio placer, o hacerlo para los amigos, pero una no debería dar al público la oportunidad de decir: “Qué pena que todavía toca”. Cuando vemos que un artista ha llegado a un nivel de limitación es exactamente como si hubiera llegado a la ruina, como si viéramos un fantasma. El momento en que el fantasma no pueda progresar, es el momento de dejar de actuar en público 57 . (Armstrong, 1917a, 172) Su amiga y estudiante, Adelaide Okell, atiende a las sugerencias de amigos le pide que escriba su autobiografía. Según Okell, Teresa, le contestó animadamente que, tan pronto tuviera tiempo lo haría, pero que no sabía cuándo sería eso. Sin embargo, comenzó a dictar algunos de sus recuerdos, que sólo alcanzaron hasta sus doce años de edad, debido a la enfermedad 58 . Estos recuerdos se los contó a William Armstrong, que los publicó con el título “Teresa Carreño´s reminiscences” en Musical Courier en 1917. Cochran lamenta que nunca tuviera tiempo de escribir sus memorias, ya que era una conversadora extraordinaria y se podría pensar que el libro pudo haber sido encantador. En 1917, comienza su gira por Cuba. Durante el viaje a La Habana comienza a ver doble. Arturo la obliga a ver a un médico, quien le aconseja que repose antes de volver inmediatamente a Nueva York. Ella, fiel al deber y a ese espíritu prusiano “When an artist feels that he can no longer progress it is his duty never publicly to open a piano again. Such an one may confine himself to playing for his own pleasure, and for that of friends, but he should never give the public opportunity to say, ‘What a pity that he still plays!’ When we see that an artist has reached his limitations, it is exactly as if he had reached his ruin, as if we saw his ghost. The moment that the ghost cannot be covered by progress, it is time for that person to give up performances in public” 58 “Only last winter I begged Madame to write her autobiography, so many people having asked me to do so, and she said, in her usual cheery jolly way ‘Oh, yes, my dear child, when I get time, but when will that be?’. However she begin it by dictating a few reminiscences, but alas had only gotten as far as her twelfth year when the work was cut short by her illness…” (Okell, 1918) 57 138 con el que extrañamente nació, no cancela el concierto, que ofrece como si nada le pasara. En el cuaderno de recortes de esta gira 59 puede leerse que ninguno de los críticos que escribieron sobre este concierto se percataron de su estado de salud. Al día siguiente, sin embargo, los médicos le prohíben que se vuelva a presentar. Arturo prácticamente debe forzarla a volver a Nueva York. A su llegada, le dice a su agente Cochran: “querido, vas a perder a tu vieja amiga”. 60 El informe del médico que la atiende en La Habana dice: El Dr. J.M. Penichet certifica que ha examinado a la señora Teresa Carreño, encontrando que padece de una diplopía de origen central, debida a la influencia local de una postración nerviosa general y recomienda un reposo absoluto que debe durar hasta que sus ojos vuelvan a su estado normal, sin atreverse a apreciar el tiempo fijo en que esto pueda realizarse. (Milanca, 1990, 96) La prensa y el público consideran su abandono como un desprecio. Para ellos, especie de monstruo que debe alimentarse continuamente, los artistas no son humanos. Así lo expresa el vespertino La Noche: Singular coincidencia. Lo mismo que Paderewski, Teresa Carreño no pudo dar los conciertos anunciados. Ambos artistas se enfermaron en nuestro saludable y puro clima. Esperamos que la señora Carreño se mejore pronto y que pueda aún, a pesar de su avanzada edad, dar muchos conciertos...en Nueva York. (Colección Teresa Carreño) 59 60 Colección Teresa Carreño. “‘Alas, my dear, you are going to lose you old friend’, was her greeting to me” (Cochran, 1931) 139 Vuelve a Nueva York a seguir su tratamiento, pero no se recupera. Pasa varios meses enferma. A pesar de lo mal que se sentía, no permitía que el médico fuera a su casa, sino que prefería ir al consultorio, hasta que estuvo tan débil que no pudo moverse. Según Adelaide Okell, sufrió un colapso total en el sistema nervioso y durante casi tres meses sufrió terriblemente. 61 Vincent de Sola, venezolano que vivió toda su vida en New York y que era gran admirador suyo, cuenta en una carta sobre su conversación con Arturo. Este le dijo que la última pieza que Teresa interpretó al piano era “Harmonious Blasckmith” de Haendel. Terminó la pieza y la criada, que la escuchaba, le pidió que siguiera, pero Teresa le dijo que no podía más. 62 Entre los papeles de Teresa Carreño que se encuentran en Vassar College hay un sobre con las palabras: “últimas palabras escritas por mi pobre y buena Teresita” 63 Dentro hay un papel en el que, con letra muy desfigurada de Teresa, se lee: “El agua que me pusiste en la boca casi me mata” 64 También hay un formulario de la Nauheim Pharmacy (2701 Broadway NYC). Impreso dice: “Por favor enviar”, con la misma letra desfigurada y otras palabras ilegibles, salidas de las líneas. Ver estos papeles da una idea del dolor que Carreño estaba sintiendo. 61 “Madame made a brave fight for her life; she would not give up, insisted on going to the doctor´s herself, not allowing them to come to her until she was so weak she could no longer drag herself to the carriage”(…) “It was a complete breakdown of the entire nervous system”(…) “dreadfull sufferings” (Okell, 1918) 62 Carta de Vincent de Sola a remitente desconocido. 18 de Agosto de 1838. (Carreño Collection) 63 “Ultima parole scritte dalla mia povera e buona Teresita” 64 “That water which you (ininteligible) hold in my mouth nearly killed me” 140 Teresa Carreño muere el 12 de junio de 1917 a los sesenta y cuatro años. Según Okell, a pesar del dolor de la pérdida, sus familiares y amigos se sintieron aliviados de que pudiera descansar en paz 65 . El servicio fúnebre fue sencillo pero impresionante, cuenta la misma Okell, el discurso que se estila fue dirigido por Louis K. Anspacher, profesor de Columbia University, en el que dijo: El 22 de diciembre de 1953, nació en Caracas, Venezuela, un delicado pero aguerrido espíritu. Debe haber ocurrido una muy favorable conjunción de buenos planetas, ya que Carreño fue dotada con tres grandes regalos: energía intelectual, entusiasmo irreductible y una asombrosa belleza física” (En Okell, 1918) 66 Es cremada, según sus deseos. Okell cuenta que después de la ceremonia comenzó una tormenta de truenos y relámpagos, como correspondía a la Walkiria del piano 67 . Arturo guarda sus cenizas, pero Teresa quería descansar en tierra venezolana, así que junto a Martha Milinowski comienzan un largo proceso (casi 20 años) para que vuelvan a Venezuela. Milinowski, en una carta a Pedro Tinoco de 1935, le dice que el gobierno venezolano debe ocuparse de esto, ya que el viudo no tiene medios para darle sepultura a las cenizas. Años después, en 1938, éstas son “Much as we miss her, it is almos a relief to now that she is at rest al last” (Okell, 1918) “On Dec. 22, 1853, in Caracas, Venezuela, a fine and fiery-hearted spirit came to birth. There must have been a favoring conjunction of all the blessed planets in their mansions in the sky, for Carreño was gifted at her nativity with three greats gifts: Energy of intellect, undaunted and unquenchable enthusiasm and striking physical beauty, as a fitting shell for the rare woul within” (Okell, 1918) 67 “As we drove away a heavy thunder storm broke over the hill, the lightning and the thunder were terrific, the scene was significant. You may remember the name so often given to Madame, the Valkyr of the piano, so we left her amid the flames on the rock” (Okell, 1918) 65 66 141 depositadas en el Cementerio Nacional del Sur en Caracas. En 1977 se trasladan al Panteón Nacional de Venezuela. El diagnóstico del Dr. Penichet y los recuerdos de su amiga hace pensar que Teresa murió extenuada de cansancio. Aunque Okell dice que la Carreño insistía que si hubiera sido feliz nunca habría podido ser una buena artista 68 , no puedo dejar de pensar que tuvo una muerte feliz, después de una vida larga, llena de hijos, maridos, discípulos, admiradores y detractores, trabajo, libros, composiciones, música, viajes, éxitos y fracasos, luces y sombras. Una vida plena, como debe ser. 68 “Had I had a happy life, I might never been the artist I am” (Okell, 1918) 142 BIBLIOGRAFÍA Acosta, Cecilio (1963) “María Teresa Carreño”. En: Cecilio Acosta. Caracas: Colección Clásicos Venezolanos de la Lengua. (citado por Milanca, 2000) Agostini, Desiree (2003) “La mujer venezolana y su música a finales del siglo XIX. Un nuevo aporte a la musicología venezolana”. En: Revista Venezolana de Estudios de la Mujer, 20. Caracas, enero-junio.. 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