transcripcion - Centro Studi Biblici

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DOMINGO DEL SAGRADO CUERPO Y SANGRE DE CRISTO – 2 de junio 2013
COMIERON TODOS Y SE SACIARON - Comentario al Evangelio de P. Ricardo
Pérez Márquez OSM
Lc 9,11-17
En aquel tiempo Jesús hablaba a la gente del reino de Dios y sanaba a los que
necesitaban ser curados. Pero el día comenzaba a declinar. Acercándose los
doce, le dijeron: -- Despide a la gente, para que vayan a las aldeas y campos de
alrededor y se alojen y encuentren alimentos, porque aquí estamos en lugar
desierto. Él les dijo: -- Dadles vosotros de comer.
Dijeron ellos: -- No tenemos más que cinco panes y dos peces, a no ser que
vayamos nosotros a comprar alimentos para toda esta multitud. Eran como cinco
mil hombres. Entonces dijo a sus discípulos: -- Hacedlos sentar en grupos de
cincuenta.
Así lo hicieron, haciéndolos sentar a todos. Y tomando los cinco panes y los dos
peces, levantó los ojos al cielo, los bendijo, los partió y dio a sus discípulos para
que los pusieran delante de la gente. Comieron todos y se saciaron; y recogieron
lo que les sobró: doce cestas de pedazos.
En el domingo en que celebramos la fiesta del cuerpo y sangre de Cristo, el evangelio que se
comenta es un texto fundamental para comprender la novedad del mensaje de Jesús y para
poder establecer las bases de una sociedad nueva, la sociedad del reino. Se trata del episodio
de los panes y los peces, que los cuatro evangelistas nos relatan en sus obras por lo que se
trata de un texto fundamental.
"Las multitudes se dieron cuenta de que Jesús se había retirado con sus discípulos y lo
siguieron. El las acogió, estuvo hablándoles del reinado de Dios y fue curando a los que lo
necesitaban”. Las multitudes siguen a Jesús. Han encontrado en él la alternativa para sus
vidas. Por fin una persona que sabe hablar y actuar de manera que responde a las
expectativas de la gente.
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Jesús los acoge prestando máxima atención hacia lo que la gente busca para dar valor a sus
vidas. Les habla del reinado de Dios, la sociedad nueva que se funda en valores
profundamente humanos, la generosidad, el servicio, la igualdad. También cura, también actúa.
El mensaje se comprende a través de los gestos que Jesús realiza. Gestos que permiten la
liberación de la gente de todo aquello que bloquea su crecimiento. Habla de generosidad para
que la gente se libere de la ambición, de servicio para que no estén cegados por el poder, de
igualad para que la gente no se deje llevar por el orgullo de considerarse superiores a los
demás. Todo esto es la enseñanza de Jesús.
"Caída la tarde, los doce se acercaron a decirle: despide a la multitud que vayan a las aldeas y
cortijos de alrededor a buscar alojamiento y comida porque esto es un descampado”. La gente
sencilla sigue a Jesús. En cambio, dice Lucas, "los doce se le acercaron". Parecen estar
distantes. No siguen de verdad a Jesús. De hecho el evangelista lo demuestra al dar la orden a
Jesús de que despida a la gente. Los doce razonan con la mentalidad de aquella cultura: quien
tiene dinero puede comer. Quien no tiene dinero pasa hambre. Es una mentalidad insolidaria
que no permite el crecimiento de una sociedad nueva.
“Jesús les contestó: dadle vosotros de comer”. Al verbo "comprar" usado por los discípulos
para resolver el problema, Jesús responde con el verbo dar. La expresión de Lucas es ambigua
"dadle vosotros de comer". Se trata de buscar alimento para esa gente, pero el texto da a
entender el que ellos mismos con sus vidas sean alimento para los demás. Este es el gran
mensaje de Jesús, y esto es lo que celebramos: lo que realmente nos alimenta es el amor que
damos a los demás. Se puede comer para nutrirse, pero lo que realmente transforma la vida de
la persona es cuando el pan que se come es la expresión del amor que el otro me manifiesta.
"Replicaron ellos: si no tenemos más que cinco panes y dos peces, a menos que vallamos
nosotros a comprar de comer para todo este pueblo”. Los discípulos se quedan muy perplejos,
no están preparados para lo que Jesús les pide y no saben cómo resolver el problema.
Cuentan con muy poco, cinco panes y dos peces. No saben cómo encontrar el dinero para
poder saciar el hambre de aquella gente.
"Eran unos cinco mil hombres adultos. Jesús dijo a sus discípulos: decidles que se echen en
grupos de cincuenta". La primera acción es echarse en el suelo. De esa manera comían las
personas libres en la sociedad romana. Los esclavos comían sentados o arrodillados en el
suelo. Las personas libres lo hacían recostados en divanes y eran servidos por esclavos. Los
discípulos tienen que realizar un gesto de servicio pues serán ellos quienes tengan que repartir
los panes y los peces, pero primero la gente tiene que sentirse libre. Este es el primer valor de
la nueva sociedad. Hacen grupos de 50. Este número recuerda al espíritu Son comunidades
que se abrirán a la acción generosa del espíritu, como expresión del amor ilimitado del Padre.
"Así lo hicieron, diciendo a todos que se echaran, y tomando los cinco panes y los dos peces,
alzó la mirada al cielo, los bendijo, los partió y se los dio a sus discípulos para que los sirviera a
la multitud". Jesús ha tomado todo lo que la comunidad posee: 5+2 = 7 la totalidad de los
bienes que esa comunidad posee. Jesús ha alzado los ojos al cielo bendecido estos dones,
reconociendo al Padre del cielo como la fuente de todos esos bienes que la comunidad posee.
Los bienes no pertenecen al grupo de discípulos sino que el grupo tiene que saber
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compartirlos. Son bienes que han sido regalados por la generosidad del Padre y que ellos
ahora tienen que saber poner al servicio de los demás. Por eso Jesús los parte y los da a los
discípulos para que ellos los sirvan. Esta es la actitud del discípulo de Jesús, aquel que presta
un servicio haciendo sentir al otro su dignidad de persona libre que goza de los bienes de la
creación.
"Comieron todos hasta saciarse y recogieron las sobras de los trozos, doce cestos" El
evangelista nos presenta una realidad nueva en donde la libertad y la igualdad de esta
sociedad están garantizadas. No se hablan de normas de purificación como era costumbre,
antes de comer, típico entre los judíos. Ahora en ese grupo reina la libertad de sentirse señores
para poder gozar de los bienes de la creación de manera compartida y recíproca, poniendo en
común lo que se tiene. Esta es la gran enseñanza de Jesús, el modo para poder superar las
miserias que se pueden encontrar en la sociedad: un grupo de personas que saben compartir.
Así la abundancia está garantizada.
En la festividad del cuerpo y la sangre de Cristo, comprendemos que lo que realmente permite
nuestro crecimiento y transforma nuestra vida es el amor que sabemos dar a los demás, como
si fuera un pan que alimenta. Jesús es el pan que nos alimenta, porque ha dado toda su vida
por nuestro bien, e igualmente nosotros tenemos que hacernos ese pan para poder satisfacer
las necesidades de las personas con las que vivimos.
De esta actitud solidaria se recoge una gran abundancia, y esa abundancia sirve para seguir
compartiendo. No se queda encerrada en una despensa, sino que lo que se recoge es para
seguir poniéndolo al servicio de los demás.
En la fiesta de la eucaristía del cuerpo y la sangre de Cristo, también nosotros somos llamados
a ser el pan que sacia el hambre y las necesidades de las personas que encontramos en
nuestro camino.
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