ha enviado su mensajero a fin de preparar el camino

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Conferencia General Abril 1973
HA ENVIADO SU MENSAJERO A FIN DE
PREPARAR EL CAMINO
Por el élder LeGrand Richards
Del Consejo de los Doce
Habiendo pasado diez años en el campo misional, puedo apreciar mejor el
espíritu que el hermano Pinegar nos trae de la misión. Para mí, la obra misional es lo
más grande del mundo. Casi cada semana tengo el privilegio de hablar con los
nuevos grupos de misioneros antes de que salgan a sus misiones. Mi asignación es
discutir el uso y valor de las Sagradas Escrituras.
"Pensad" —les digo— "¿qué sabríamos de nuestro Padre Celestial y de su gran
amor por nosotros al darnos a su Hijo Unigénito, y su gran sacrificio expiatorio; y por
qué creó esta tierra, y por qué estamos aquí, a dónde vamos y cómo llegamos aquí,
si no tuviéramos las Sagradas Escrituras? Agradezco al Señor por la información que
nos ha llegado por medio de la restauración del evangelio para ayudarnos a
entender las Sagradas Escrituras.
Ahora, no sólo vivimos en el pasado por lo que está en las Escrituras que ya es
conocido, porque Isaías dijo que el Señor había declarado:
"lo por venir desde el principio" (véase Isaías 46:10). Todo lo encontramos ahí en
las Sagradas Escrituras cuando sabemos cómo entenderlo. El dijo: "Sécase la hierba,
marchítase la flor; mas la palabra del Dios nuestro permanece para siempre" (Isaías
40:8).
Recuerdo las palabras del Señor al profeta Malaquías cuando dijo: "He aquí, yo
envío mi mensaje, el cual preparará el camino delante de mí; y vendrá súbitamente
a su templo el Señor a quien vosotros buscáis,... ¿Y quién podrá soportar el tiempo
de su venida?. . . Porque él es como fuego purificador, y jabón de lavadores"
(Malaquías 3:1-2).
Obviamente eso no se refería a su Primera Venida. El no vino súbitamente a su
templo. Todos los hombres podrán soportar su venida. No vino limpiando y
purificando como un fuego purificador o como jabón de lavadores, sino que se nos
dice que cuando venga en los últimos días, los inicuos llorarán y "entonces
comenzarán a decir a los montes: Caed sobre nosotros; y a los collados: Cubridnos"
(Lucas 23:30).
Si el Señor fuera a enviar un mensajero a fin de preparar el camino para su
venida, ese mensaje no podría ser otro que un profeta. Recordad lo que Amós dijo:
"Porque no hará nada Jehová el Señor, sin que revele su secreto a sus siervos los
profetas" (Amós 3:7). Cuando Juan el Bautista fue enviado a preparar el camino al
Salvador en el meridiano dé los tiempos, el Señor dio testimonio de que no había
ningún profeta más grande en Israel que Juan el Bautista. (Lucas 7:28.)
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Siendo que es verdad que el Señor enviaría un mensajero en estos últimos días
para preparar su segunda venida, tal como lo hizo en su primera venida, es
importante que conozcamos lo que ese mensajero tiene que decir al mundo. Creo
que es maravilloso que el Señor haya indicado lo por venir desde el principio. Me
gustaría referirme a algunas de las profecías relacionadas con la época en que
vivimos.
Por ejemplo, cuando Juan fue desterrado a la isla de Patmos, el ángel del Señor
dijo: "Sube acá, y yo te mostraré las cosas que sucederán después de estas" (Apo.
4:1). Esto ocurrió 30 años después de la crucifixión del Salvador. Vio el poder que le
sería dado a Satanás para hacer la guerra contra los santos (y los santos eran los
seguidores de Jesús), y de vencerlos y dominar a toda tribu lengua y nación (Apo.
13:7) manifestando una completa apostasía de la Iglesia original.
Sin embargo, el Señor no dejó todo así. Este mismo ángel le mostró a Juan otro
ángel que volaba en medio del cielo, "que tenía el evangelio eterno (y ese es el
único evangelio que puede salvar a los hombres) para predicar a los moradores de la
tierra, a toda nación, tribu, lengua y pueblo” (Apo. 14:6). Ese no es el evangelio de
los hombres, es el evangelio de Jesucristo que ha sido restaurado.
Ahora, ¿por qué suponéis que ese pasaje de escritura se encuentra en la Biblia,
si no hemos de buscar un ángel que venga con el evangelio eterno para ser
predicado a los moradores de la tierra, a toda nación, tribu, lengua y pueblo? Eso no
excluye a nadie y es por lo que el Señor tuvo que enviar a su mensajero a fin de que
esta obra pudiera ser restaurada en la tierra.
Juan no solamente vio que el ángel traería el evangelio eterno, sino que hará
que los hombres vuelvan a adorar al Dios viviente verdadero, "que hizo el cielo y la
tierra, el mar y las fuentes de las aguas" (Apo. 14:7). Y si os detenéis a pensar
cuando José Smith tuvo esa maravillosa visión del Padre y del Hijo, vio que eran dos
personajes glorificados, que no eran tres en uno, sin cuerpo, partes o pasiones. No
había ninguna iglesia en el mundo en aquel tiempo, hasta donde sabemos, que
estuviera adorado al Dios viviente y verdadero; por lo que cuando el ángel viniera
con el evangelio eterno; haría también que los hombres volvieran a adorar al Dios
viviente y verdadero que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas.
De hecho, en ese tiempo todo el mundo cristiano creía en un Dios sin cuerpo,
partes o pasiones. Eso quiere decir que no tenía ojos; no podía ver. No tenía oídos;
no podía hablar. ¿Cómo podían creer en un dios como ese?
Moisés sabía que esta condición prevalecería, porque cuando fue a guiar a los
hijos de Israel hacia la tierra prometida, les dijo que no permanecerían ahí mucho,
sino que serían diseminados entre las naciones, y que servirían a "dioses hechos de
manos de hombres (es decir, creación del hombre) . . . que no ven, ni oyen, ni
comen, ni huelen" (Deut. 4:28).
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Y después les dijo Moisés que en los últimos días (vivimos en los últimos días) si
Israel buscaba a Dios lo hallaría. (Deut. 4:29.) El profeta José Smith lo buscó y lo
halló.
¿Por qué creéis que estaría en la Biblia si no fuera a suceder? Y cuando nosotros
anunciamos que ha sucedido en nuestro tiempo, pensaréis que a los hombres les
gustaría saber más acerca de ello. Cuando los apóstoles le pidieron a Jesús una señal
de su segunda venida y del fin del mundo, les habló de guerras, pestes, terremotos y
hambres y podemos leer mucho sobre eso. Luego dijo: "Y será predicado el
evangelio del reino (el evangelio que El enseñó) en todo el mundo, para testimonio
a todas las naciones; y entonces vendrá el fin" (Mateo 24:14).
Si esperamos verlo venir de nuevo, debemos buscar la predicación de ese mismo
evangelio; y ese es el mensaje de cada élder mormón que va al mundo a dar
testimonio de la verdad. Yo les digo a los misioneros: "Si podéis llevar a la gente la
comprensión y la fe para creer en este mensaje, valdrá más que si les dierais un
millón de dólares."
Escuché el reporte de un misionero sobre su misión en Oregon hace algunos
años. El mismo era converso y poniendo su puño cerrado en el púlpito dijo que no
cambiaría un millón de dólares por la experiencia de su misión de ir y compartir con
el mundo estas maravillosas verdades.
Estaba sentado detrás de él y me pregunté a mí mismo: ¿LeGrand, aceptarías un
millón de dólares por tu misión en la pequeña Holanda? Empecé a contar las
familias para las que fui un instrumento para que vinieran a la Iglesia, quienes han
venido a Sión y enviado a sus hijos e hijas a misiones. ¿Qué clase de hombre sería yo
si los vendiera fuera de la Iglesia por un millón de dólares? No podría hacerlo por
todo el dinero del mundo. No hay nada más, ni riquezas que puedan compararse al
gozo y felicidad que sé obtienen de este maravilloso programa misional de la Iglesia.
Consideremos algunas otras profecías. Por ejemplo, el Señor dijo por medio de
Isaías:
"Porque este pueblo se acerca a mí con su boca, y con sus labios me honra, pero
su corazón está lejos de mí, y su temor de mí no es más que un mandamiento de
hombres que les ha sido enseñado; "por tanto, he aquí que nuevamente excitaré yo
la admiración de este pueblo con un prodigio grande y espantoso; porque perecerá
la sabiduría de sus sabios, y se desvanecerá la inteligencia de sus entendidos" (Isaías
29:13-14).
Hay muchas cosas maravillosas que han ocurrido en la restauración del
evangelio. Tomad El Libro de Mormón, por ejemplo, eso es verdaderamente un
milagro que ningún hombre puede explicarse si lo lee y lo estudia. La mayoría de las
críticas sobre ese libro han venido, de aquellos que nunca lo han leído. Sin embargo,
está lleno de verdades maravillosas que ningún hombre podría haber escrito
basándose en el conocimiento existente en la época en que fue publicado el libro.
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El Libro de Mormón nos relata que cuando Lehi se encontraba en el desierto, le
dijo a su hijo José que el Señor le había prometido a José, el que fue vendido en
Egipto, que levantaría un profeta en los últimos días de sus lomos así como a
Moisés; que su nombre sería losé, que el nombre de su padre sería también José y
que divulgaría su palabra. (2 Nefi 3:6,9,15.) Ese era, obviamente, el profeta José
Smith. Nos trajo el Libro de Mormón, las Doctrinas y Convenios, la Perla de Gran
Precio y muchos otros escritos.
Luego dijo el Señor: “. . . le daré el poder para divulgar mi palabra... no
solamente para divulgar mi palabra... sino convencerlos de mi palabra que ya se
habrá divulgado entre ellos" (2 Nefi 3:1 1). En otras palabras, los traería a la
verdadera comprensión de la Biblia.
A continuación dijo: "(El) guiará a mi pueblo a la salvación" (2 Nefi 3:15). ¿Por
qué? Porque había restaurado el santo sacerdocio a fin de que pudiera, administrar
las ordenanzas salvadoras, del evangelio. Y luego agrega el Señor:
"Y lo magnificaré delante de mí" (2 Nefi 3:8). No importa lo que el mundo
pensara del Profeta de esta dispensación, el Señor sabía que sería grande, porque la,
espera duró tres mil años, desde que le, prometió a José que de sus lomos
levantaría un profeta en nuestro tiempo.
Me gustaría mencionar una experiencia a fin de indicar lo que pienso que quiso
decir cuando dijo: ' . . .le daré el poder para divulgar mi palabra... no solamente para
divulgar mi palabra. . .sino para convencerlos de mi palabra que ya se habrá
divulgado entre ellos."
Mientras me encontraba en mi primera misión en Holanda, fui invitado a hablar
a un grupo de hombres de negocios, estudiosos de la Biblia, en La Haya. Se
congregaban cada semana para llevar a cabo una clase sobre la Biblia. Nos reunimos
en la casa de un prominente mueblero; la única mujer allí era la hija del dueño de la
casa.
Me invitaron a hablar una hora y media a fin de que les explicara nuestra
doctrina de la salvación universal, la cual incluye la obra por los muertos. Les cité
capítulos y versículos y les permití que leyeran los pasajes de sus propias Biblias para
que creyeran más completamente, ya que parecía que pensaban que tenemos una
Biblia diferente. Entonces cerré mi Biblia y la dejé: en la mesa, crucé los brazos y
esperé sus comentarios.
El primer comentario vino de la hija del dueño de la casa. Esta dijo: "Papá,
simplemente no puedo entenderlo. Nunca he asistido a una de estas clases sobre la
Biblia en toda mi vida, en la que tú no tuvieras que decir la última palabra sobre
cualquier cosa, y esta noche no has dicho ni una sola palabra".
El padre movió la cabeza y dijo: "Hija mía, no hay nada que decir, este hombre
nos ha estado enseñando de nuestras propias Biblias."
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Eso es lo que el Señor quiso decir cuando dijo que el profeta se levantaría no
solamente para divulgar su palabra, sino para convencer a los hombres de su
palabra que ya se habría divulgado entre ellos.
Pronuncié un sermón en Quitman, Georgia, sobre la eterna duración del
convenio del matrimonio y de la unidad familiar. Al fin de la reunión permanecí
parado en la puerta y un hombre vino hacia mí y se presentó como ministro del
evangelio. Siendo que había yo citado lo que las iglesias mayoritarias tenían que
decir sobre ese principio y que ninguna de ellas creía en la duración eterna del
convenio del matrimonio y de la unidad familiar, le dije al ministro: ¿cité algo
equivocadamente esta noche?"
"No, señor Richards, sino que es como usted dice, no creemos en todas las cosas
que nuestras Iglesias enseñan."
—Usted tampoco las cree, le dije.
—Por qué no va y le enseña a su congregación la verdad. La aceptarían de usted;
no están listos para aceptarla de los élderes mormones todavía, agregué.
—"Lo veré otra vez" —dijo él— y eso fue todo lo que dijo esa noche.
La siguiente vez fui allá aproximadamente cuatro meses después, estaba él
parado afuera de la iglesia. Nos saludamos de mano y le dije:
"Me interesaría mucho saber qué pensó sobre mi último sermón aquí".
"Señor Richards, he estado pensando acerca de eso desde entonces. Creo en
cada palabra que usted dijo, sólo que me gustaría haber escuchado todo acerca de
eso"
Aquí estaba un hombre ocupando el púlpito de su propia iglesia que creía en
cada palabra que yo había dicho; y sin embargo, no podía enseñar nada a su
congregación.
Les voy a relatar otra experiencia más. Hace algunos años dos de las iglesias
mayoritarias de la costa oeste, incluyendo California, Oregon, Washington, Idaho,
Utah y Nevada estaban celebrando una convención aquí en Salt Lake City. Su
dirigente escribió una carta al presidente Mckay y le preguntó si enviaría a una de
las Autoridades Generales para que asistiera a su convención y hablara durante dos
horas en la sesión matutina acerca de la historia del mormonismo; y luego
permaneciera como w invitado en el almuerzo, permitiéndoles hacer preguntas. Yo
recibí la asignación, y me alegré de ser el elegido. Les digo a los misioneros que
nunca se necesita discutir cuando se aprende a relatar nuestra historia.
Algunos de estos ministros querían partir en uno de los primeros vuelos hacia el
noroeste, así que atrasaron el almuerzo media hora y me dieron dos horas y media
de esa reunión matutina. Les expliqué la restauración del evangelio, la diferencia
entre una restauración y una reforma y al final de mi discurso obtuve sólo una
pregunta de todos estos ministros y dirigentes religiosos.
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El organizador dijo: "Señor Richards, ¿nos ha dicho que cree que Dios es un Dios
personal?"
—Así es, dije:
—Hemos escuchado decir que creen que Dios tiene esposa. ¿Puede explicarnos
eso? —dijo—.
Creo que pensó que me había metido en un problema, por lo que más bien
como bromeando le dije: "No veo cómo pudo haber tenido un hijo sin una esposa,
¿y usted?"
Todos comenzaron a reírse nerviosamente. No tuve más problemas con esa
pregunta.
AL fin de mis observaciones, le dije que mientras fui el Obispo Presidente de la
Iglesia, tuvimos el encargo del programa de construcción.
Habíamos preparado los planos del Templo de Los Angeles. Un día los llevamos y
se los mostramos a la Primera Presidencia, pero no teníamos los planos de las
instalaciones eléctricas y de plomería. Teníamos 84 páginas de aproximadamente 1
.22m. de largo y 76.25 cm. de ancho, e imagino que todos ustedes han visto planos.
"Podrían tomar esos planos y tratar de acomodarlos a cada edificio de este mundo,
sin embargo sólo hay uno al que se adaptan y ese es el templo mormón de Los
Angeles", dije. Luego agregué: "Podéis encontrar, edificios que tengan materiales
como: cemento, madera, cableado eléctrico, plomería, etc., mas no podréis
encontrar un edificio al que se adapten".
Luego sostuve una Biblia en alto, "Aquí está el plano del Señor, Isaías dijo que el
Señor declaró el porvenir desde el principio. Todo está aquí. Ahora, podríais tomar
este, el plano del Señor y tratar de adaptarlo a cada iglesia de este mundo; pero sólo
hay una sola Iglesia con la que se acomodaría, y esa es La Iglesia de Jesucristo de los
Santos de los Ultimos Días. Ahora, dije, procederé a ilustrar lo que quiero decir".
Les dije que en la obra de Canon Frederick William Farrar: Life of Christ (Cassell,
1902), éste dijo que había dos pasajes en el Nuevo Testamento para los cuales no
podía hallar ninguna explicación. El primero es Juan 1 0:1 6, en donde Jesús dijo:
"También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquéllas también debo traer,
y oirán mi voz; y habrá un rebaño y un pastor".
"¿Alguno de vosotros sabe por qué está eso en la Biblia?", pregunté. "¿Alguno
de vosotros conoce alguna iglesia que sepa por qué está eso en la Biblia? Bien,
nosotros lo sabemos." Y entonces les expliqué la promesa a José de una nueva tierra
en los collados eternos. (Deut. 33:13-16).
"¿Alguno de vosotros conoce la tierra de José?" pregunté ¡Entonces les expliqué
que es la tierra de América y les dije que ellos eran las otras ovejas de las que El
habló a sus discípulos! (2 Nefi 15:15-17.)
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El otro pasaje que no podía entender era ese en el que Pablo dijo: "De otro
modo, ¿qué harán los que se bautizan por los muertos, si en ninguna manera los
muertos resucitan? ¿Por qué, pues, se bautizan por los muertos?" (1 Cor. 15:29).
"¿Alguno de vosotros sabe por qué está en la Biblia? ¿Alguno de vosotros conoce
alguna iglesia en el mundo que sepa por qué está en la Biblia?" Entonces les
expliqué esta doctrina.
Les cité las palabras de Pedro después del día de Pentecostés, cuando les dijo a
quienes habían matado a Cristo: "y él envíe a Jesucristo, que os fue antes anunciado;
a quien de cierto es necesario que el cielo reciba hasta los tiempos de la
restauración de todas las cosas, de que habló Dios por boca de sus santos profetas
que han sido desde tiempo antiguo" (Hechos 3:20-21).
Esa no es una reforma; es una restitución. Les dije: "Eso es lo que os he estado
diciendo aquí durante dos horas y media, y no podéis esperar la venida del Salvador
como fue prometido por Pedro y los profetas sino hasta que haya una restauración y
no una reforma."
Cuando terminé, el organizador me dijo: "Señor Richards, esta es una de las
experiencias más interesantes en toda mi vida." Eso es lo que Isaías quiso decir
cuando dijo: ".. .perecerá la sabiduría de sus sabios, y se desvanecerá la inteligencia
de sus entendidos" (Isaías 29:14).
Os doy mi testimonio que no hay un hombre o una mujer en este mundo que
verdaderamente ame al Señor con todo su corazón, que no se uniría a esta Iglesia si
se tomara el tiempo de averiguar lo que es; porque sé que es la verdad eterna de
Dios. Ha enviado a sus mensajeros a preparar la vía para su venida. Ruego que el
Señor nos bendiga y nos ayude a ser misioneros. Os dejo mi bendición en el nombre
del Señor Jesucristo. Amén.
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