i\l]MERO 3,705.—VIERNES miiim DE uhm. .iMMHawfmM^aaa^i^ m PUNTOS Y PRECIOS DE SUSGRlCIOiN. Madrid. En la calle de la Libertad, núm. 2 9 , á i 2 rs. al m e s , y en el gabintíte de lectura de Monier, Carrera de San üerónimo. Provincial. En 'as administraciones y estafetas de correos, y en las principales librerías, á 20 r s . al mes y 60 por trimestre. Ultramar. PI'NTOS Y PRECIOS DE SüSOUirJO.N. Fraooia. París. En casa de nuestros agentes oíi;iales Sxwsmuí y UeRIBKROILB»» rué d i HauttíviJie, 13, y libr.iirie Ksp ¡gnole, rué de Piovence, num. 1*. u 16fr. trimestre. Rn el Havre.—M. Irigoyen, al mismo precio. En iíajona.—Redaci:ion del SÍESSAÜEH, a id. j d . Inglaterra. Londres.—SAAYEDRA y de RIBEHOLLES, óií, Moorgati; Slreet, y W . ThoiuUniversal Advertisigiiund JN'ewspaper oílice 2 1 , Catiieriue Street Stran**, lala de Cuba j América. En las administraftiones de correos, á 24 rs. al mes y 70 por trimestre. Se admiten anunoíoi ; comunioadof i precios convencionales, en las oGcinas del periódico cali» de la Libertad, núm. 29 cuarto principal. PERIÓDICO POLÍTICO, RELIGIOSO, LITERARIO É INDUSTRIAL. be nilojha vestido el sayal de los leprosos; ha puesto él mismo en su frente una marca de ignominia que no se borra nunca; y mañana MADRID 30 DE JUNIO. que la rebelión corriera triunfante hasta el No hemos salido todavía del asombro que al cacar del poder, él seria la primera víctima en nosotros produjo la inaudita traición del de su deslealtad; su anulación seria el sacrifiex-general Dulce; y ahora que hemos tenido j cio hecho, el tributo pagado á la moralidad pútiempo para «wiidear el espíritu público en to- blica, porque solo así los gobernantes psr grados los íflículos políticos, y para oir la opinión cia de la traición podrían aparecer en disidenAs-paisanos y de militares, podemos decir en cia con ella, y lavarse de una mancha que á desagravio del nombre español ultrajado, que ellos también les toca. la alevosía del ex-general Dulce no ha inspiraLa rebeldía del ex-goneral Dulce es una codo mas que desprecio_éjiidigaafiiiia-»jEn.ioda «a ifteoneebibltr; solo se espllcapor Una de esas la historia de España no se encuentra ejemplo aberraciones que le quitan al hombre la faculde tamaña felonía, porque hasta ahora, desde tad de discurrir. ¿Qué era Dulce antes que el que España es España, no habia existido un ministerio actual se constituyera? ¿ Qué era español tan miserable y tan degradado que anteayer? ¿Qué podrá ser mañana? ¿Qué es lo hiciera servir como un elementode impunidad que vá á ganar que le compense de ia honra para una rebeldía contra el gobierno y contra que acaba de perder? ¿Qué ambición es esa el trono, la confianza misma del trono y del tan irracional que no se contenta en uno gobierno. El ex-general Dulce ha faltado á las de los mas altos puestos de la milicia; y leyes del honor y se ha colocado en la catego- que busca la deshonra como medio de llería de los hombres á quienes no se les puede narse siendo así que la deshonra en vez de dar, dar la mano sin mancharse. El ex-general quita; en vez de enaltecer, rebaja y envilece; Dulce íaltó como militar y como caballero, 00 vez de dar esplendor y vida , es la verdaporque no hay ningún hombre que se estime dera muerte civil? Dulce ha empezado á en algo, y que dé algún valor al concepto pú- expiar su crimen, y la expiación le durablico y al aprecio de la sociedad, que se atre- rá lo que dure su existencia. Los que eran sus va á vender un depósito que se le ha confia- subordinados se indignan contra él por un sendo, y á responder con la villanía ú una con- timiento que les honra viendo el borrón que ha fianza ciega, y á preparar después la traición querido echar sobre la brillante arma de cabacon miserables artificios para poderla realizar llería: se indigna contra él todo el ejército, porsin obstáculos; es decir, á buscar mas y mas que el honor de la milicia no consiente la dosconfianza, para abusar de toda; á seducir con leallaJ: se indigna contra él todo liDm'irc do un aparato de lealtad, para que la felonía pue- nobles sentimientos,cualquiera quesea su clada cometerse á mansalva. Y ¿cómo tanta ini- se y su categoría social, porque en todas las quidad y tanta alevosía no habia de causar clases y enlodas las categorías la hidalguía esrepugnancia á todo el mundo sin distinción pañola rechaza la traición. Y mañana mismo de partidos? ¿Qué partido hay donde las as])i- que ese hombre tuviera una sagrada investiraciones políticas sean incompaliblcs con la dura, el desprecio público no lo respelaria. honra? Y si lo hubiera ¿qué respeto podría Tras de Dulce viene 0-Donell que empezó merecer ese partido? No: la deslealtad de Dulpor faltar á las leyes de ia disciplina cuando se ce tiene fuerza de repulsión para todos los espropuso evadir una orden de la Reina, que le pañoles, ó por mejor decir para todo hombre señalaba un punto de cuartel fuera (¡c Madrid, que ño esté completamente prostituido. y que ha concluido por juslificar las tremenE s imposible d e todw ptmrcr q u e t r i u n f o la das acusaciones que le enviaron los periódicos rebelión; y para asegurar esto no hay mas que de la Union. ¿Y era ^0-Donc!l el que pensaba consultar al sentido común ; pero si sucediera denunciar al HEUVLDO como calumniador, seotra cosa por desgracia', si de ella saliera un gún nos anunció la Época, cuando al copiar un gobierno, ¿qué gobierno seria ese que tomaba párrafo de un periódico anglo-americano tuvo por base, no ya la indisciplina militar, aunque la generosidad de protestar contra ciertas imesto por sí solo es suficiente para desacreditar putaciones deshonrosas que iban á caer sobre á un gobierno, sino el acto mas deshonroso, la la cabeza de un hombre, que aunque enemigo traición mas villana que ha podido concebir el nuestro, era al cabo español? Pues bien; aliora entendimiento humano? ¿Qué hombre no se podemos decir en voz alia que tenia razón creería autorizado para levantar el puñal y el periódico de los Estados-Unidos. O'Dolevantarlo por la espalda contra semejante go- nell no es un rebelde cualquiera que se bierno? ¿Qué seria de la moralidad y de todos levanta contra el gobierno constituido; no los vínculos sociales? El ex-general rebelde se es solo el militar que quebranta la disciha hecho incompatible con todo el mundo, plina debiendo dar ejemplo de subordinahasta con los mismos que han querido aprove- ción, es el enemigo de su patria, es el agente charse de su alevosía. El ex-general rebelde, y el cómplice de los filibusteros de la Union. desde el momento en que abusó de la con- Ellos lo han dicho, y O'Donell ha justificado su fianza del gobierno, es un escomulgatlo social; aserto. Ellos anunciaron la rebelión de O'Doha echado sobre sus hombros un odioso Sam- nell y O'Donell se ha rebelado: ellos declararon PARTE POLÍTICA. FOLLETIIV. LA FAMILIA DE GAXTON. NÓTELA ESCIUTA EN mOLES por Sir Eduardo-Lylton Bnlwer, cuenta en el corlo número de los que le corioc n, di jo interrumpiéndose súbitamente; V. sube quo nada tiene su carácter de egoísta, y que todo lo sacrilica ú su pais... la felicidad, distracciones, salud.... y á pesar de esto, cuantas envidias... cuantos ostaculos... (fijáronse sus ojos en el vestido que llevaba, de liUo, aunque no riguroso.) Si, prosiguió, el cielo le ha privado del hombre con quien hubiera podido dignamente empíi-entar. Asocióme al disgusto que esperimentaba aquella mujer, aunque me parecía nacido mas bien que d j p d i a , de orgullo. Quizas el mayor mérito que a sus DEGLM.\CÜARTA PARTE. ojos había tenido lord Gastlelon, consíítiesoeu el apoyo que prestaba al crédito de su marido y a su proCAPITULO m . Otra vez salieron fallidas mis esperanzas de ver al pia ambición. Yo bajé silenciosamente la cabeza penSr. Trevanion: era tiempo de las vacaciones de pascua sando en Fanny. Si deploiuru ella sumbieii, mej)ru" y habíase marchado al norte de Inglaterra á pasarlas gunté á m í mismo, mas bien que la pérdida del e s poso prometido, ia de lu clase a que la elevaba? en compañía de uno de sus colegas. Por último, después de alguna vacilai-ion, dijo a Pero lady Leonor permanecía én Londres y me recibió, dispensándome una cordial acogida, aunque se lady Leonor: —No sé, señora, hasta que punía me seráijcnnitraslucía en ella una tristeza suma. Después de dirigirme amables preguntas acerca de lido tomar parte en vuestro disgusto; sin embargo, mi padre, de mi madre y de mi tío, mostró el mayor debéis creer que pocos sucesos me han afectado tanto interés por mis proyectos, los cuales me dijo le habia como la muerte a que os referís. Confio en que esconfiado el Sr. Trevanion. A pesar del resentimiento ta desgracia no babra alterado notablemente la salud •que aparentó aquel por haber yo rehusado su ofrecido de miss Trevanion. Me será permitido el verla unía préstamo, llevó su bondad hasta ahorrarnos á mi aso- de dejar la Inglaterra? d a d o y á mi los pasos l u e hubiéramos tenido que dar Lady Leonor lijó en mi sus brillantes ojos, y tal para obtener la concesión de tierras. Todos nuestros vez aquella mirada la dejó satisfecha, porque me alar^ títulos se hallaban ya en regla, y estaban acompaña- gó la mano con una franqueza casi tierna al res¡ioiidos de instrucciones acerca de la elección del sitio y derme: 'el terreno: no pasó mucho tiempo antes que recono—Si tuviese yo un hijo, el deseo mas grato para • «¡osemos que aquellas notas habían sido dictadas por ini corazón hubiera sido el daros á mi hija por esunt'esperiencia práctica. Al entregarme lady Leonor posa. estos papeles con los comentarios marginales del seAl oír esto, me eslremeci, y se me coloreó la frenñor Trevanion, añadió suspirando: «Alberto me e n - te, después me puse pálido CO.TJO la muerte- Entonces 'Cargó decir á V . , que quisiera estar tan seguro de su fijé la vista en lady Leonor, pero con aire de recon¡huenéxito en el ministerio, como del vuestro en Aus- vención, y la palabra crueí espiró en mis labios. •tralia!» Entonces habló de la elevación de su esposo — S í , prosiguió Lady Leonor melancólicamente, ;y de las probabilidades que ofrecía su porvenir, y ob- ese fué mi pensamiento sincero, el impulso de mí c o :servé que se demudaba su color: brillaron sus ojos, y razón al veros por primera vez, pero permitidme el sus mejillas tomaron el color del carmín:—Pero V. se que os cite, y no achaquéis á durera por parte mia TOMO íí. 30 i>¡i JUMO BE 1854. que en la rebelión de O'Donell encontrarían un nuevo elemento para invadir con éxito la isla de Cuba, y O'Donell lejos de h a berlo desmentido, lejos de haber rechazado la complicidad que se le atribuía, ha venido á demostrar que si no exislia el acuerdo, ha habido empeño en hacerlo creer. ¿Qué nos importa que 0'D>inell no estuviera en tratos con los piratas de la Union, si después de haberse visto envuelto en las sospeclias de una complicidad afrentosa, no. parece sino que lia Icnidí) inl.'rés en cuníirmarlas? ¿Qué nos importa que-ü''üjnell no reciba de los filibusteros el premio de su rebelión, si alcabo esa rebelión estaba anunciada como un medio de dejar sin defensa á la isla de Cuba, y esa rebelión se lia realizado? La rebelión de 0-Donell en otras circunstancias hubiera acabado con su reputación de militar; pero ahora, después de babor sido indicado como favorece-dor de planes contra la integridad de nuestro territorio, hay derecho, 1) repelimos, para calificarlo de enemigo de su patria. En la dirección de la agencia general Hispano-Gubana de la Hafeana y en casa de sus comisionwloa. ' niosos sonidos, oscurecidos de vez en cuando por los vivas á la Reina. Hasta lo apacible de la noche y la luz clara de la Idna hacian mas interesante y mas poética esta casi improvisada solemnidad. Si los rebeldes la hubieran presenciado, es fácil (]ue hubieran dejado caer sus armas de vergüenza , si es que queda algo de esta dote en quien ha cabido el odioso crimende la deslealtad. S. M. la Reina, acompañada por su augusto esposo, y con una brillante comitiva, pasó ayer revista en el Prado á la guarnición de Madrid. Las numerosas fuerzas de que esta se compone, tenían un aspecto imponente, y es difícil describir el entti.siasmo con que recibieron á su soberana. Esta escena demostró al inmenso concurso de curiosos, compuesto de toda la población de Madrid, que el trono no corre peligro alguno, y que los que han levantado la bandera contra él se estrellarán en las bayonetas de sus leales defensores. S. M. la Reina se dignó colocar con sus mismas manos y al frente de las tropas, la charretera de subteniente al valiente cabo del regimiento de Estremadura que, viendo herido á su capitán, por impedir que los rebeldes sacasen el regimiento del cuartel, mandó hacerles fuego y los persij^úió. S. M- condecoró también á otros soldados que se han distinguido por su valor y por su lealtad, y las palabras que pronunció en medio de las tropas, llevaron el en • tusiasmo á todos los corazones. Enseguida toda la guarnición desfiló delante de S. M. y se retiró á sus cuarteles. Al lado del coche de S. M. iban el señor ministro de la Guerra, el capitán general de Madrid, el general Córdova y otros militares de alia graduación. Pero de esas defecciones y de esos crímenes nos consuela la lealtad de la gran mayoría del ejército; la actitud del pueblo de Madrid. ¿Qué significaria, pues, un gobierno producto esclusivode una rebelión militar? ¿De dónde un general que ni siquiera abriga nobleza para corresponder á la confianza que en él se ha depositado,^liene derecho para imponer á la Reina un gobierno que ni el pais desea, ni la Reina nombra? ¿Y de dó.ulu le ha venido á la desIcallad la facultad de derrocar ministerios? Afortunadamente no se verá en España ese ejemplo de desmoralización: el gobierno liene recursos para hacerse respetar; tiene fuerza para desarmar la rebelión; tiene valor para no ceder ante el grito de^alorado de cuatro revoltosos de quienes su mismo crimen es su mayor enemigo. ¿Qué pueden esperar esos hombres obcecados, de un pais bastante pundonoroEl señor presidente del Consejo de minisso todavía para que la deslcaltad pueda hacer tros ha pasado á los gobernadores de provinen él prosélitos? ¿Qué pueden esperar de un cia la siguiente circular, llena de energía, de pais donde el silencio es la única contestación justa y noble confianza y de senlimientos leaque liene la luíldeucia? ¿Uué pudran esperar les y patrióticos. de un pais cuya capital ni siquiera interrumpe tSubsecrelaría.—Negociado 3."—Ayer se las ocupaciones ordinarias, cuando ellos quiepuso en conocimiento de Y. S. la escandalosa ren ser intérpretes, por medio de un crimen, sedición militar ocurrida en esta corte. Hoy del descontento público que nadie vé? iSada debo añadirle que habiendo decidido S. M. la exageramos. Madrid en los dos últimos días ha Reina con este motivo volver á Madrid desde presentado su carácter de siempre. Ni de dia el real Sitio de San Lorenzo, donde se luillani de noche se lia oído la mas ligera voz de alarba, fué recibida anoche por la guarnición y ma; ni de día ni de noche se ha hecho la mas • los habitantes de la capital con" las mas ferligara demostración de hostilidad contra el gobierno. Dos cosas han aumentado el ruido de vorosas aclamaciones, que conlinuaron hasta todos los dias: las imprecaciones que un scnli- su llegada á Palacio, en cuya regia cámara dio mienlu unánime de nobleza arrancaba contra á be;<ar la mano á la oficialidad, jeíesy genela alevosía de Dulce, y el entusiasmo con que rales que se agolparon á presentar á S. M. sus la Reina fué recibida á su regreso del Esco- respetos y las protestas sinceras de su decisión rial. La entrada se bizo con aparato: S. M. fué y lealtad. Durante todo el dia la población traná palacio por la carrera mas larga; las calles quila y sosegada no manifestó otro sentimiendel tránsito se iluminaron; las campanas toca- to que el de la repugnancia hacia una rebeban á vuelo; las músicas de los regimientos lión qae liene p«r motores á na general que á tendidos en la carrera daban al aire sus armo- cada instante daba al gobierno las mayores seguridades de su lealtad, y especialmente cuanni á demasiada ambición si lo traigo á colación, el antiguo preverbio francées: noblesse oblíge! Escuchadme, amigo mío... podemos no volvernos á ver, y no quisiera que el hijo de vuestro padreiúi;ma^ de nii una idea deinasiaido mala^, cualesquiera q u a sean mis defectos. Desde nina fuiambiciosa... iio como lo son las mujeres que ambicionan riquezas ó elevada posición social,sino como los hombres nobles, de podery de nombradla; y no esta en las manos de una mujer el satisfacer una íimbicíon semejante sino personiíicandola en otro. Lo que me atrajo hacia Alberto Trevanion lio fueron sus riquezas ni su posición s o cial, sino el carácter que puede prescindir de las r i quezas ydictarsus leyes á la categoría. (Juizas, p r o siguió lady Leonor con VOÍ ligeramenle eoiiinoviil:i, liubiese encontrado un hombre antes de conocer a Trevaiiiuii (aquí vaciló un uiomenío y continuó c o luo un lorbelliuo) uuiíüinbie a quien solul'aitjsu la ambición para realizar mí bello nleal. Quizas, cuando me casé—(dicen que el mió fué-casamiento por amor)—amase niuclio menos du corazuií quede cabeza. Esto puedo decirlo ahora que late coiistaiitemeiilo mi corazón por aquel con quien aspiré al poder, jiur aquel de cuyos afanes, luchas y esperanzas he participado, y que ha compartido su triunfo conmigo,—realizando por su medio, los sueños de mí j u ventud. Otra ve', brillaron los negros ojos de a|uella noble liija del mundo, hermoso tipo Ue esta coutradiceion moral.—una mujer ambiciosa. —No podría deciros, prosiguió Leonor dulcificando la voz, cuanto me alegré cuando vinisteis á vivir a casa con nosotros. Quizas os habra.hablado vuestro padre de nuestras primeras relaciones... Lady l.£oiior se detuvo bruscamente y fijó en mí su» ojos. Yo nada respondí. —Tal vez me haya vituperado—añadió animándose de nuevo. —No 03 ha vituperado, lady Leonor. —Tenia derecho para hacerlo, aunque dudo m u cho que haya vituperado en mí lo que era digno de vituperio. Sin e a b a r g o , a uiica hubiera podido tra- do le mostraba ios avi.sos quo recibía de su complicidad en la Ctinspiraeion, á otro general, que no ha recibido mas agravios que nombramientos repclidamente desechados y consideraciones de toda especie; á otros dos, en fin, que conspirando abiertamenlc contra el trono, liabian tenido la sola represión y vejamen de señalárseles su cuartel fuera de Madrid. La hidalguía castellana, citalesquiera que sean las opiniones de fi^ individuar, no transige con la felonía que es ñocosario reunir para que un alto funcionarin de la milicia acuda á pedir al ministro dr la (iuerra y al capitán general de Madrid para pnsar revista á la fuerza de su mando, entretenga la atención de aquel ensc^.ándole nuevas monturas que habian de ensayarse, y al dia siguiente emplea su autoridad en comprometer á centenares de jefes, oficiales y soldadns. manchar sus limpios uniformes y trocar su hermosa prerogaliva de guardadores de las leyes y del orden en la de facciosos y rebeldes, en lii de perturbadores del píiblico sosiego. El ejéicilo español no puede hacerse cómplice de tamaño crimen. La guarnición de Madrid lo patentizó ayer, y el ejército entero lo patentizará en todas partes. Podrán ofuscar á algunos los contradictütios deberes que se presentan ai soldado cuando sus jehs naturales I s arrastran, pero el ejército no consenlirá nunca en que la .Monarijuía espinóla so convierta en una de aquellas desL'i-aeiadas' repViblíjas del eonlinenli; americanu, en que los generales descontentos van allcrnüivámonte rebelándose contra el gobierno establecido C.T nombre de ki libertad, de la i'noralidad y del orden. La actilul tranquila de la pobiieion, la resucita, leal yileci lidadchu tropas eonliut/.ui ii.iy, y el íTühierno Iwina todas l.is medidas aporlunas para estirpar el mal y castigar el crimen. L,i estas circunstancias, cosnn en otras no lejanas, no duda el gobierno de que V. r^. y cuantos de su autoridad dependan, cumplirán con su deber. De reaUu'den lo digo áV. S. para los etcclos correspondientes. Dios guarde á V. S. machos años. .Madrid 29 de junio de 1854.—San Luis.—Sr. gobernador de laprnvincia de...» Entre los hechos que prueban la lealtad de los defensores del trono , es digno de referirse el siguiente. Un teniente de la Guardia civil, conlresó cuatro soldados, se encontró ayer 'Vrca de Alcalá en el centro de los rebeldes. rislos le intimaron la orden de pronimeiarse, y el teniente ennlesló que tenia demasiado iionor y dema.siado aprecio á su uniforme para hacerlo. Viendo que se disponían á obligarle por la fuerza á faltar á sus deberes , mandó preparar las armas á sus subordinados, y anunció á sus enemigos que venderían muj' caras sus vidas. Esta actitud impuso á los rebeldes, y dejaron al teniente con sus soldados en libertad. El teniente, que tan bien habia sostenido la honra de su aJiuirahle inslitnlo, marchó al tarme de una manera tan injuriosa ó injusta como go le suplico á X. imi lierniiln vciv'i' WMif\¿\ f>ir,'i> vuestro lío, cuando hace ya mucho tiempo me escri- en [)rrsenc¡a de V . . . . antes de cnib:ovariiie para bió una carta cuya amargura desarmaba á la indig- largo ilestierro. Si, mireme V. bifin; ,vdesíf&nH;ít-a V . nación que escitaba; echábame en ella en cara el ha- acaso de mi resoincitm y dft -mi honor? Nada mas que berme portado'€omo una coqueta con Agustín.... y una vez, la últinia, ladv l.eoimr. ,;Ser,i nii peliei-in desoída? con él... que en verdad iiiagun derecho tenia para re Lady Leowor so liallalw visilrK'tiienVt' í»'fecWyá : A convenirme, prosiguió lady Leonor con una sonrisa desdeñosa y altanera... [lorque sí algún interés me dirigirle mi súplica nic halná iiieliii.i tos h a d u elU inspiraba su sed de gloria caballeresca, era por es- y nie fáltala muy pompara ¡josliarnii: de^vutiüla-.. a I)erar que el senlimienlo que iufuírdíó tanto ardor en sus jiies, |>i;i'a eiijuganluse c.n nn.i :a;iNu las I g i i unb de los dos heruiano.i, baria nacer en el otro nias y ¡loniéndome l.:i oli'a .••obie li cab'./.j r.iV ).;-i nuacuella ambición conveniente á su talfeiito para sa- la, me dijo con voz apagada : carlo de su apatía. Pero esto no es mas que un re —Uuégüos que lio.me vuUvi^ ;' djiigii- esta decuerdo de sueños é ilusiones que no existen hace ya manda , üS-raego(jue no \tai.- a ii|i Inja. .Nos habéis inucliüs años. Solo lo digo porque al pensar cu vues- deniüstradi) que ;-a!)C j . i¡ !;.; d c í i á s : tro padre y hasta e:i vuestro sevtro t í o , ocurríale a haced í¡n nuevo 'artiücio. • V I ! • !i;is í'^^'Ul'o q i c mi mtíuíe ijae había cuiuiaido un^ deuda que debía Citéis de vui-in!:-:n^i, ÍHÍI e;, jjagar, ya que no á ellos, a sus hijos: iie aquí la causU na a nii fiija • '•' qnilari-i •! v/tiü'; vUHM^f^i porque la primera iJea que lue ocun ió al vornus pur p o s o . . . \ . •• ' ',' primera vez, fué la de iuteiesaniiu eficaziiieiile en —'>!i' .\.i !"!' Iiaiiieis a<i,.. Fait:»} »!'> eririe>vueitrá carrera y |Kjrveii¡r. I'orj me equivoqué al ve pondí.-i! . ;i-'f ros seriamente dediiiaJo a materias tan ijraves, y ha—Y si asi l'iie.ic, ¿eslaria bieii i<i -Vi in^uíív! el llánJome absorbida yo misma por los proyectos y los- confesarlo?'Vaya , vamos, af.oiiiáos de qm ¡iinbos planes que hacen salir á las mujeres de su esfera n a - sois unosiiiiíos. Cuando volvasis; ya rodos'PíflsIMItural, no pensé en lo peligrosa qae podía ser vuestra stieño.s habrán desaparecido y podréis volri.ir # -^eros intimidad coa Fanny. Os morlilicaié, sin duda ; pero conloantes.... entonces scié vu(v<ti'a segufida'tífcidre, debo sincerarme. Hesito quo sí tuviera un hijo, un y de nuevo me encargaré de vuestro pwvej'ir» Porheredero de nuestro nombre capuz de soportar la car- que no vayáis a creer quo os dejaiiemos en v»:>Mro ga que impone el mundo a los que han nacido para destierro por imt> tiempo como lo pen-^iiis, e<li> no M iníluir en sus destinos, a nadie mejor que á vos hu- mas que una ausencia mo,ri¡enlaiíea , una eseiirsion. iiiéramos confiado Trevanion y yo la felicidad de una lióla realización de vuestra fortuna.- esj.i .(<(jirei;i a hija. Pero Fanuy esta sola para rejiresentar la fami- nuestro cargo cuando vilvais. '•••-' lia de su madre y el iiomb e de su padre, y he debido —¿(.'onqcte ya no h» volveré á ver? ú'rjf (»nhe difiipor consiguiente consultar no solo la felicidad de mi tes al levantarme', y me dirigí ii|enirios«mofli«'tiacÍ4i hija, sino sus deberes también ; sus deberes para con la ventana-para ocultar mi .wmhlanie.-Los-grlindos su cuna y para con el mas noble de los ciudadanos combatesde la vida duran Hiuyícoiios momenids. En de Inglaterra,—sus deberos, finalmente, y puedo de- los .setenta atVis que la lijan d» diiraí-¡<:Ht, soift*e IIMcirlo sin exageración, ¡Vara con el pais al que se sa- rosita un muiiHo para inclinar nuestra cabeza sobre crifica el autor de sus días. el pocho y cubrir Li-ffenle con la inaiiü..|'ero qne df-. —Basta, lady Leonor, la compie.'.iio á Y. No m,) revoluciones no esperimenia Indo niirstro ^er mi-iiqiíeda espeíanza alguna, aunque no la tuve nunca iras un soio grano de arena cae en el íoivlo t\e 11 a m Aquello fué una locura y pasí ya. So!o como Un anií- polleta que mide iiueHlros ¡nstanti>.-'