Más de 2.200 vascos han firmado el documento de VOLUNTADES ANTICIPADAS con el fin de evitar que la prolongación de su vida se salte su dignidad Silvia Núñez Gasteiz VIVIR SÍ, pero ¿a cualquier precio? Es la pregunta que se han hecho muchos vascos en los últimos años. Hasta 2.220 de ellos han respondido que no. Es la cifra de personas inscritas en el registro de voluntades anticipadas del Gobierno vasco. En una sociedad cada vez más planificadora, donde hay quien calcula hasta el mes más idóneo para engendrar un bebé o los años que estará atado a la hipoteca de un banco, la muerte sigue siendo la asignatura pendiente de muchos. Pero hay quienes se resisten a dejar en manos del destino o de los avances de la ciencia el final de su vida. Para ellos se creó el llamado registro de voluntades anticipadas de Osakidetza, hace casi tres años. Es el instrumento, accesible a todos los mayores de edad, para dejar escrita la voluntad personal sobre los tratamientos médicos que desea recibir o rechazar en un futuro. La clase médica está obligada a cumplir todos los mandatos que el paciente dejó firmados, siempre y cuando se ajusten, eso sí, a la ley. Algunos datos 1. Perfil Personas que han cuidado a enfermos cercanos, profesionales sanitarios o simples defensores de la muerte digna 2. Cifras Un total de 2.220 personas se han inscrito en el registro, abierto desde 2004. El 65% lleva rúbrica femenina Así pues, se convierte en un seguro para quienes no tienen posibilidad de comunicarse o expresarse coherentemente como consecuencia de una enfermedad grave física o psíquica. El documento está abierto a cualquier petición. No se trata sólo de decidir sobre el deseo de tomar fármacos para evitar el sufrimiento o dejar de estar conectado a una máquina. También puede especificarse si se desea recibir los cuidados del final de la vida en el domicilio o en un hospital, si se niega a tener asistencia religiosa o si se quieren donar los órganos. De momento, más de dos mil vascos han dado este paso. Entre ellos, muchos se ven empujados tras el diagnóstico de una enfermedad grave degenerativa. No obstante, también son habituales los profesionales sanitarios, «acostumbrados a convivir con enfermos terminales y a ver de cerca el sufrimiento», según observa el responsable del registro de voluntades anticipadas de Osakidetza, José Luis Viral. Es probablemente la proximidad con el dolor la que lleva a muchas más mujeres a firmar este documento ya que «suelen ser ellas las que cuidan a sus familiares enfermos», tal y como relata Viral. Concretamente, casi el 65% lleva rúbrica femenina. Y es que, «vivir una situación de dolor y sufrimiento a través de un familiar o un allegado» es otro de los factores que impulsa a dejar escrita la voluntad sobre cómo despedirse de la vida. No obstante, no todos los firmantes del documento cumplen este perfil. También hay quien lo hace sólo por prevenir. Tal es el caso de muchos de los voluntarios de "Derecho a Morir con Dignidad", con más un centenar de socios en Euskadi. Todos ellos han dejado su nombre en el registro de Osakidetza por coherencia con sus principios. Aunque defienden, especialmente, el «derecho de los enfermos terminales a morir pacíficamente», también «promueven el derecho de toda persona a disponer con libertad de su cuerpo y de su vida, y a elegir libre y legalmente el momento y los medios para finalizarla». Eutanasia Pero aún queda mucho para llegar al final de ese camino. No es banal la mención que realiza el decreto vasco al «cumplimiento de la ley». Se trata de una puntualización que cierra la puerta a la eutanasia, mientras no se levante su prohibición en el Estado español. Aunque en el documento de voluntades anticipadas se puede solicitar que el médico suministre los fármacos que provoquen directamente su muerte llegados determinados supuestos, esta petición no puede ser atendida, al menos de momento. Quien incluye esta reclamación en su documento lo hace con la esperanza de una modificación de la legislación española que, a diferencia de lo que ya ocurre en Holanda y Bélgica, sigue penando la eutanasia.