El Nuevo Orden Internacional El cambio de la década de 1980 a la de 1990 significó la ruptura del esquema tradicional en que se concebía al mundo, como una esfera bipolar con dos grandes cabezas guiando a una serie de países en un modelo político, económico social e ideológico antagónico entre cada una de las partes. La caída del muro de Berlín en 1989 y la desintegración de la Unión Soviética en 1990 significan no sólo el fin de una era sino el advenimiento de un nuevo orden internacional donde la premisa bipolar pierde significado y es para Occidente, en particular para los Estados Unidos y Europa, una época de reconfiguración del poder a escala internacional. Varios fenómenos son característicos de este Nuevo Orden Internacional; podemos destacar en tres esferas distintas, tres procesos distintos que se han acompañado y han replanteado los esquemas del orden mundial de la Guerra Fría. En primer lugar, en la esfera económica, los países occidentales han llegado a la última década del siglo XX envueltos en el denominado fenómeno de la mundialización. Este fenómeno comprendido en la esfera económica remite a la apertura de los mercados en el ámbito internacional, permitiendo el libre tránsito de mercancías, capitales y personas. Si bien este fenómeno no es nuevo, en las últimas décadas del siglo ha visto aumentar su rango de acción debido a las aportaciones hechas por la revolución científico−tecnológica en el área de las comunicaciones y la informática. La posibilidad de compartir información de forma instantánea con cualquier parte del mundo revolucionó la forma en que se concibe el mundo. Las transacciones financieras se tornaron tan rápidas como las mismas comunicaciones avanzaron. El mundo se convirtió en un pequeño espacio donde los capitales podían viajar tan rápido que las economías nacionales se vieron en ciertas dificultades con estos capitales fluctuantes. Aunado a este fenómeno hemos observado como se han constituido bloques económicos para enfrentar al fenómeno. La Unión Europea o el proyecto para el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) representan una solución para hacer frente a las consecuencias adversas que puede representar un fenómeno como la mundialización con su especial fluctuación de los capitales. La posibilidad de compartir riesgos y beneficios de este proceso se puede observar en la actualidad con el caso de la Unión Europea. A la par de estos fenómenos, podemos hablar de cómo en la esfera social ha influido este fenómeno de la mundialización. Las sociedades en todo el orbe se han visto impactadas tanto por los valores occidentales como la democracia o la defensa de los derechos fundamentales del hombre como han observado las barbaries que se cometen en cada una de ellas. El aumento de organizaciones destinadas a la defensa de estos valores ha aumentado aun ritmo impresionante. Las sociedades se han volcado en las organizaciones no gubernamentales como un medio para alcanzar los fines que por los medios tradicionales no han podido alcanzar. La participación de la sociedad crece en medida que las autoridades reconocen el papel de interlocutores que las ONG's tienen pos una parte de la sociedad. Ahora bien, queda por definir la esfera política. Hemos mencionado que la idea del mundo bipolarizado ha caída y se ha desmantelado a la par que el bloque socialista. Podemos identificar una superpotencia, Estados Unidos, que ha resultado con el poder hegemónico en el plano político−militar. Sin embargo, en el plano económico, su supremacía es cuestionada tanto por la Unión Europea como por los países del lejano oriente como Japón, China y los tigres asiáticos. Las organizaciones internacionales han pasado de simples foros a verdaderos actores de las relaciones internacionales. Aquí podemos observar dos fenómenos; en primer lugar la eficacia de las organizaciones donde el peso específico de los Estados es similar; aquí podemos citar el caso de la UNESCO donde ha habido resultados exitosos en la difusión y establecimiento de reglas para preservar el patrimonio cultural de la humanidad. En otro orden se encuentran los organismos donde los Estados se encuentran pesados por su capacidad político militar como el Consejo de Seguridad que en el mejor de los casos se ha contentado con mantenerse al margen de los acontecimientos, sino interviniendo en favor d la causa de la superpotencia. 1 A todo ello hay que agregar que si bien el poderío militar de la superpotencia podría garantizarle su papel hegemónico en este Nuevo Orden Internacional, no necesariamente una posición indiscutible. Los acontecimientos que llevaron a la guerra con Iraq en el año 2003 muestran como la hegemonía de los Estados Unidos puede ser puesta en duda por Europa, aunque para que ello suceda es necesario que los lazos que están uniendo a Europa se consoliden y más con su capacidad político−diplomática resuelva las fricciones con la superpotencia. En este sentido, las organizaciones internacionales se han visto limitadas por la condición de contrapesos que gozan estos organismos, pues en el caso del Consejo de Seguridad, este se ha visto detenido por el derecho de veto tanto de la superpotencia como de lo que podemos llamar potencias emergentes. La legitimidad de los actos de Naciones Unidas se ha visto comprometida por la ineficacia para garantizar a paz como su propia Carta lo dispone. Ante ello, la idea de reformar al sistema de Naciones Unidas cobra peso en un Nuevo Orden Internacional donde la existencia de una superpotencia no garantiza la estabilidad del sistema, pues la misma ilegitimidad de sus actos ante el Derecho Internacional pone en duda la misma actuación unilateral de la potencia. Esto debido a que no subyuga a las potencias emergentes bajo un esquema económico dominante, sino tiene la desventaja en este plano, transmitida por el fenómeno de la mundialización, donde cada vez que este proceso se perfecciona la posibilidad de ligar la potencialidad económica con una nación o un Estado particular desaparece, quedando esta potencialidad en una serie de entes nuevos como la corporación transnacional. Podemos observar como este Nuevo Orden Internacional tiende a modificarse rápidamente, con lo cual podríamos hablar del Nuevo Orden Cambiante Internacional. Bibliografía SOHR, Raúl, Las guerras que nos esperan, Santiago de Chile, Ediciones B, 2000, 318 pp. VELÁZQUEZ, Juan Carlos, Reestructuración general del nuevo Derecho Internacional. Perspectivas hacia el siglo XXI, En, Temas Selectos del Nuevo Derecho Internacional, Leonel Pereznieto (coord.), México, FCPyS−UNAM, 1994, 105 pp. El proceso de mundialización o de aumento del número de países que constituye al mundo como una unidad, ha sido desarrollo por el capitalismo desde sus primeras etapas. Véase: BRAUDEL, F, La dinámica del capitalismo, México, Siglo XXI, 1992, 180 pp. Véase: ACEVEDO, Guadalupe, Las formas de organización empresarial que promueven la globalización de la economía, En, Relaciones Internacionales, México, CRI−FCPyS, Octubre−Diciembre 1996 (No 72), Págs. 21−29 2