Deseos desinflados

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Sexo en aprietos
Deseos
desinflados
De causas tanto biológicas como
psicosociales, la pérdida o disminución
del apetito sexual puede ser revertida
con voluntad personal y una aproximación
terapéutica adecuada. El tratamiento
puede incluir fármacos y apoyo médico,
psicológico y sexológico individual
y de pareja / Lisseth Boon
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Posibles causas
• Cansancio o rutina en la pareja.
• Discordia marital.
• Cambios hormonales.
• Menopausia.
• Cáncer.
• Quimioterapia.
• Depresión.
• Estrés y ansiedad.
• Histerectomía.
• Fármacos (ciertos antidepresivos,
ansiolíticos, antihipertensivos,
hipotensores).
• Disfunciones sexuales (eyaculación
precoz, anorgasmia).
• Abuso de drogas o alcohol.
• Traumas (violación, abuso infantil).
• Educación religiosa.
El deseo de mantenerse
sexualmente activo
es clave para encender
nuevamente la “chispa”
Es una de las causas de consulta sexológica
más frecuentes. Y aunque no existe un “medidor” universal para calificar el nivel de deseo,
una mujer y un hombre sanos deben tener un
grado de apetito sexual que, de forma individual
y en relación a la pareja, vivan como suficiente
y gratificante. Si a ver vamos, el ser humano
está preparado por naturaleza para desear y
buscar placer.
El deseo es entendido como una manifestación fisiológica de la necesidad de accionar y
obtener una respuesta sexual completa, que
comprende las fases de deseo, excitación, orgasmo y resolución. Se trata de una expresión
individual que determina las veces que una
persona se activa sexualmente por voluntad
propia (mediante pensamientos, señales visuales o verbales) con el fin de satisfacer esa
pulsión natural del organismo.
La ausencia de ganas de participar en la actividad sexual se evalúa, entonces, como un
trastorno, porque “no es normal que merme o
se inhiba una parte de la fisiología propia del
organismo”, subraya Gerardo Giménez-Ramírez,
médico sexólogo y psicoterapeuta.
Balance individual
“Por ser la sexualidad tan biopsicosocial como el
ser humano, la falta de deseo causa incomodidad en quien lo sufre y en la pareja, malogrando la autoestima. Muchas crisis maritales son
producto de esa afectación de las relaciones”,
subraya Giménez-Ramírez.
Si bien a veces se confunde el deseo sexual
inhibido o hipoactivo con la baja frecuencia,
Activarse de nuevo
El tratamiento para la disminución o inhibición del deseo sexual
supone una aproximación integral:
• Identificación de la causa a través de una entrevista médica,
examen físico, análisis de laboratorio y estudios especiales
(según el caso).
• Manejo interdisciplinario de las condiciones orgánicas
y psicológicas que puedan estar afectando la salud del individuo
e influyendo en su deseo sexual.
• Tratamiento farmacológico (reemplazo hormonal, uso
de lubricantes íntimos, medicación para la erección). En caso de
deficiencia de andrógenos, es posible administrar testosterona.
• Terapia sexual para rehabilitar la sexualidad a través de
la corrección de errores de concepto, sensibilización al placer
sensual y genital, desensibilización a la angustia, aumento
del repertorio erótico, aprendizaje de maniobras orgásmicas
coitales y no coitales y tratamiento de disfunciones sexuales
preexistentes.
• Apoyo psicoterapéutico individual y de pareja.
• Aumento en la frecuencia de actividades deportivas:
mejora el flujo sanguíneo –incluso en las zonas genitales–
y potencia el deseo sexual.
hay diferencias. Muchas personas calificadas
como “apáticas”, por tener una periodicidad
de contacto íntimo menor que el promedio
–lo que socioculturalmente se entiende como
“normal”–, tienen una actividad plena y satisfactoria con su pareja. El problema está cuando
la recurrente ausencia de ganas genera consecuencias como angustia y dificultades interpersonales. En esos casos, la inhibición debe,
necesariamente, ser atendida.
La pérdida de deseo puede ser de carácter
permanente o circunstancial. Es fundamental,
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deseos desinflados
Tipos
• Circunstancial. Alude a quienes
experimentan un descenso en sus ganas
después de mantener durante años una
sexualidad satisfactoria. ¿Las razones?
Aburrimiento o infelicidad en la pareja,
depresión, ciertos medicamentos
(antidepresivos, antihipertensivos,
ansiolíticos, hipotensores), alteración
del equilibrio hormonal.
• Permanente. Se refiere a quienes
nunca han sentido ganas de contacto
sexual. Suele asociarse a acontecimientos
traumáticos durante la infancia o la
adolescencia, o bien obedecer a una
deficiencia hormonal.
entonces, que el individuo identifique cuánto
ha disminuido su frecuencia, sobre la base del
número de veces que tiene ganas de “activarse”
en el presente en comparación con el pasado.
“Debe tener en cuenta las veces que le dice ‘no’
a la pareja, las excusas para desembarazarse
de la obligación de ‘tener que responder’ y las
acciones que toma para evadir los momentos de
intimidad, como hacer creer que ya está dormido
o llegar tarde a casa para limitar el tiempo en la
cama”, precisa Giménez-Ramírez.
Por igual
Aunque el despertar sexual se manifiesta en la
pubertad –por el estallido hormonal y el consecuente comportamiento sexual impulsivo–,
la ausencia de deseo como disfunción no tiene
edad definida. Sin embargo, aclara GiménezRamírez, es “más frecuente en los adultos mayores por la disminución de la producción de
hormonas sexuales que suponen las ‘pausias’
(menopausia y andropausia), por las enfermedades que aparecen con el paso de los años y
sus tratamientos”.
Otro factor, precisa el especialista, también
puede incidir: socioculturalmente los extre-
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mos de la vida –niñez y vejez– son muy cuestionados sexualmente y se cree que la función
sexual no debería manifestarse en personas
de esas edades.  
En cuanto a la incidencia del trastorno por
sexo, hasta hace poco se pensaba que las mujeres padecían de deseo hipoactivo con mayor
frecuencia que los hombres, fundamentalmente por el impacto de la menopausia. Hoy se sabe
que la condición no distingue entre géneros.
Identificar el origen
Las causas de la disminución o inhibición del
deseo sexual son múltiples, tanto biológicas
como psicosociales. Una de las más comunes
es el descenso en la producción de hormonas
sexuales. Si a esa condición orgánica se le suman enfermedades asociadas con el cambio
hormonal, tratamientos con fármacos, anticonceptivos orales, discordia de pareja, castración sociocultural y psicológica, inadecuada
e incompleta educación sexual, experiencias
*
Es importante realizar un historial
detallado para que el tratamiento pueda estar
dirigido a suprimir o aliviar la causa subyacente
(conflicto de pareja, depresión, desequilibrio
hormonal u otra disfunción sexual).
sexuales traumáticas o dolorosas, trastornos
psicológicos o disfunciones sexuales preexistentes, la condición se agrava o se hace más
evidente.
En el caso específico de las mujeres de mediana edad, la menopausia es señalada como
una de las principales causas de la disminución
del deseo sexual. El impacto no sólo se explica
por la acción directa de las hormonas sexuales
femeninas en el sistema nervioso central, sino
también por síntomas característicos como la
resequedad vaginal y el consecuente dolor durante las relaciones sexuales (dispareunia).
“En algunas pacientes el cese de la menstruación les da más libertad para disfrutar de su
sexualidad, por la ausencia del temor de quedar
embarazadas. Hay que aclarar, sin embargo, que
esto no ocurre en todas, sino en aquellas que
conciben el sexo como algo natural, lo disfrutan a plenitud y han mantenido su frecuencia
durante el tiempo, incluso en la edad adulta”,
aclara Giménez-Ramírez.
Algunos fármacos –incluyendo ciertas drogas
contra el cáncer– también provocan desequilibrios hormonales o actúan en el sistema nervioso causando estados de somnolencia o lentitud
que terminan por influir en el deseo sexual.
La depresión por sí sola se cuenta, igualmente, entre las causas de la inhibición del deseo.
Se trata de un estado psicoemocional, explica
Giménez-Ramírez, caracterizado por la pérdida
de motivación para llevar adelante cualquier actividad y en el que la capacidad de sentir agrado
o placer está prácticamente anulada (nada es
llamativo ni satisfactorio).
¿Inapetente?
Hay preguntas que se deben responder –abiertamente–
para facilitar el diagnóstico y ayudar a identificar la causa
de la disminución del apetito sexual:
• ¿Se produjo de repente u ocurre en todas las relaciones estables?
• ¿Está relacionada con ciertas circunstancias (problemas
laborales o conyugales, estrés, duelo)?
• ¿Padece alguna enfermedad?
• ¿Ha cambiado recientemente de medicación?
• ¿Tiene mayor interés sexual por otras personas diferentes a su pareja?
• ¿Experimenta fantasías sexuales?
• ¿Con qué frecuencia se masturba?
Si bien la medicación antidepresiva mejora el
estado de ánimo y puede, entonces, despertar
nuevamente el deseo sexual, el tratamiento prolongado que demanda la depresión (un mínimo
de seis meses) tiene efectos secundarios sobre la
líbido: la elevación de los niveles de prolactina
(secretada por la hipófisis) suprime la producción de hormonas sexuales y, en consecuencia,
disminuye el impulso a tener contacto íntimo.
En cualquier caso, insiste Giménez-Ramírez,
la falta de interés en el sexo se puede revertir.
Ante todo, es importante tener presente que es
normal que las personas experimenten cierto
desgano en algunas etapas de la vida. Eso no
significa necesariamente que la pareja esté en
crisis o que se haya apagado el amor. “La disminución del deseo se convierte en problema
cuando se torna crónica o se malinterpreta por
falta de información correcta o educación sexual
adecuada”, precisa el especialista.
•
F u e n te c o n s u ltada
º Gerardo Giménez-Ramírez, médico sexólogo y psicoterapeuta. Adjunto
al Servicio de Urología del Hospital Universitario de Caracas. 
º www.netdoctor.es
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