El Laicismo, una religión alternativa

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EL LAICISMO, UNA RELIGIÓN ALTERNATIVA?1
Manuel Guerra Gómez
(publicado en AA.VV., Modené nábozenstvo/Modern Religion, Ústav pre vzt´ahy
statu a cirkví/Institute for State-Church Relations, Bratislava 2006, pp. 9-36 (en
eslovaco), 127-154 (español).
Manuel GUERRA GÓMEZ, nacido en Villamartín de Sotoscueva (Burgos), ordenado sacerdote en
1955 (diócesis de Burgos).
Doctor en Filología Clásica (Salamanca) y en Teología Patrística (Roma). Profesor emérito en la
Facultad de Teología del Norte de España (Burgos). Miembro de la Real Academia de Doctores de
España (Madrid), Consultor del Secretariado de la Comisión Episcopal de Relaciones
Interconfesionales de la CEE, Cofundador y director actual de RIES (Red Iberoamericana de
Estudio de las Sectas/Rede Iberoameicana de Etudo das Seitas). Ha publicado 25 libros y más de cien
artículos sobre cuestiones filológico-teológicas de los primeros siglos cristianos y de historiografía de
religiones no cristianas.
Se puede perder lo que se tiene (cartera, bolígrafo). Lo que se es no se pierde, sino que se tiene
mientras se es o existe. La religión no es un estadio de la evolución humana, sino que pertenece a la
estructura misma del ser racional. Con palabras del mayor filósofo de lengua española en el s. XX,
Zubiri2, “el hombre no tiene, sino que velis nolis (quiera o no) consiste en religación o religión”. El
hombre no tiene, es religión, o sea, relación esencial con lo divino. De ahí que haya sido definido como
“ ser en relación”, también con lo divino, y “ser de creencias”, también de las religiosas, y “que vive de
1
Bibliografía: AA. VV. (A. Marzal, etc.), Laicismo y laicidad en la sociedad española, Fundación Universitaria san PabloCEU, Madrid 1992; AA. VV.(ed. S. Mendus- D. Edwars), On Toleration, Clarendon Press, Oxford 1987; AA. VV. (Eds. R.
Jáuregui- C. García de Andoin), Tender puentes. PSOE y mundo cristiano, Fundación Pablo Iglesias-Desclée, Bilbao 2001
(antología de articulos de socialistas, la mayoría figuras notables del PSOE=Partido Socalista Obrero Español, fundado por
Pablo Iglesias. Entre ellos, el Secretario de PSOE, ahora Presidente del actual gobierno español, José Luis Rodríguez, que, en
el prólogo (p. 13) se define : “soy agnóstico y pertenezco a un partido laico, que quiere e impulsa una sociedad laica” ); Mª.
T. ARECES PIÑOL, El principio de laicidad en las jurisprudencias española y francesa, Universitat, Lleida 2003; R. DE
LA CIERVA, La masonería invisible. Una investigación en Internet sobre la Masonería moderna, Fénix, Getafe (Madrid)
2002; A. DAMM-ARNAL, Falacias filosóficas, Minos, México 1994; J. A. FERRER BENIMELLI, Masonería y religión:
convergencias, oposición, ¿incompatibilidad? Editorial Complutense, Madrid 1996; M. GUERRA, Diccionario
enciclopédico de las sectas, BAC, Madrid 20054, s. v. Laicismo, laicista, masonería, tolerancia, relativismo, religión,
secularidad, secularismo, etc.; IDEM, La masonería invisible. En torno a un libro de Ricardo de la Cierva, “Burgense” 44/1
(2003) 167-204; T. Ign. JIMÉNEZ URRESTI, Estado e Iglesia.Laicidad y Confesionaldad del Estado y del Derecho,
Seminario, Vitoria-Bilbao 1958; P. LANGERON, Liberté de conscience des agents publics et laïcité, D´ Aix-Marseille 1986;
G. MUCCI, Laicità e laicismo, “La Civiltà Cattolica” 155 (2004 nov.) pp. 325-333; R. Mª. SATORRAS FIORETTI,
Aconfesionalidad del Estado y cooperación con las confesiones religiosas (art. 16.2 CE), Rubí, Barcelona 2001; M.
ZAPICO, O. P., Estado laico o estado confesional, Euramérica, Madrid 1968.
Desde el punto de vista laicista va aumentando el número de publicaciones, por ejemplo: en la Universidad Libre de
Bruselas de impronta masónica. Una de sus revistas más representativas se titula “Latomus”, palabra latina que significa
“cantero, albañil, masón”. AA. VV. (H. Hasquin), Histoire de la laïcité principalement en Belgique et en France, Bruxelles
1981; J. BARTIER, Laicicé et Franc-maçonnerie, I- II, Bruxelles 1981. La colección “Laïcité”, editada por el Centre
d´Action laïque desde el año 1981 en sus cuatro series o secciones: Recherches, Pédagogie, Documents y Manuels de morale
En español AA. VV., Laicismo y Sociedad europea, Fundación Acción Socialista Europea y Fundación Indalecio Prieto,
Madrid 2004; AA. VV., Laicidad y derecho al espacio público. II Encuentro por la Laicidad en España, Fundació F. Ferrer i
Guàrdia, Barcelona 2003. El masón y anarquista Francisco Ferrer Guardia (nombre español, Francesc Ferrer i Guàrdia,
catalán) fue el cerebro del atentado contra el rey Alfonso XIII y su esposa inmediatamente después de su enlace matrimonial.
(25.5.1906). “Contaba con el apoyo de la masonería y consiguió la absolución gracias a las presiones que ejercieron las logias
en su favor. Fue ese mismo tipo de acción el que logró que Nakens (otro implicado en el atentado, que había participado en
el asesinato de Canovas en 1897), también masón, fuera indultado al cabo de unos años” (Cf. C. VIDAL, Los masones,
Planeta, Madrid 2005, pp. 224-225).
2
Naturaleza, historia y Dios, Editora Nacional, Madrid 19787, p. 373.
2
creencias”3. La creencia es una propiedad típicamente humana, no compartida con los animales
irracionales.
1. LA RELIGIÓN SUPONE EL RECONOCIMIENTO DE LO DIVINO EN CLAVE
SIMBÓLICA O METAFÓRICA
1.1. La mismidad o la realidad de lo divino y su conceptualización
Desde el punto de vista de la Historia de las Religiones el sujeto de la religión es el hombre, todo
el hombre en todos sus estratos (lógico o inteligencia, volitivo o voluntad, mítico o imaginación, místico
o vivencial/sentimientos, somático). Su objeto es lo divino, pero no en sí mismo, sino tal como ha sido y
es concebido y representado por los hombres. Ciertamente una cosa es Dios mismo, la realidad y
mismidad divina, y otra su conceptualización y figuración por el hombre. Este debe Gott Gott sein
lassen (Maestro Eckhart), es decir, “dejar que Dios sea Dios”; no pensar que es capaz de conocer
directamente a Dios, pues lo divino desborda del todo la capacidad cognoscitiva del hombre por medio
de los sentidos y de la razón. Con otras palabras, estar convencido de que debe dejar a “Dios por Dios”,
o sea, un concepto inadecuado de lo divino por otro menos inadecuado. En esta vida, el hombre jamás
llegará a “ver” a Dios, a conocerlo como conoce y ve las cosas sensibles.
La conceptualización y la figuración de lo divino están sin duda condicionadas por la situación
del hombre. Han sido elaboradas por los distintos pueblos desde su sistema de vida y desde su
constitución familiar. Por eso, desde la Antigüedad, hay dos grandes constantes respecto del modo de
concebir lo divino, que sobreviven todavía en nuestros días, a saber, la específica de las religiones
étnico-políticas (dios celeste, masculino, padre, antropomórfico, transcendente, etc.), propias de los
pueblos indoeuropeos y semitas, etc., y la de la religiosidad telúrico-mistérica (diosa telúrica, femenina,
madre, inmanente, actuante en animales: serpiente, macho cabrío, toro, etc.)4, especificas del Neolítico,
de los Misterios florecientes en los siglos inmediatamente anteriores y posteriores al nacimiento de
Jesucristo y probablemente también la vigente en el arte rupestre del Paleolítico5, que Nueva Era
pretende restaurar desde mediados del siglo XX6.
1.2. Lo divino conocido y expresado en clave simbólica o metafórica
Los conceptos y nombres de lo “metafísico” (“más allá de lo físico, sensible”) en sus distintas
dimensiones, también y mucho más de lo divino, tienen un origen y una naturaleza metafóricos,
simbólicos, o sea, constan de significante (sensible) y de significado. A modo de ejemplo, la palabra
española “Dios”, lo mismo que “día”, originaria o etimológicamente significa “luz, cielo”. Es también su
significado en griego, sánscrito, latín y en las lenguas derivadas. La “comparación” une las dos riberas
de un río semántico mediante el puente “como”. “Dios” es “cómo” la luz y habita en el cielo. La
metáfora y el símbolo tiran el puente y unen o fusionan las dos riberas. La única vía de acceso racional a
lo divino y de expresión de lo mismo se nos abre gracias a los símbolos, producto de la analogía7. Si
alguien se plantea la cuestión acerca de cuál fue antes en el tiempo la actitud religiosa o su expresión
metafórica, caerá en la cuenta de su simultaneidad. Pues el sentido religioso del hombre se manifiesta
mediante su única lengua y lenguaje, el de los símbolos, en el instante mismo en que empieza a ser
consciente, tanto en el plano del pensamiento e ideas (palabras interiores) como en el de su
manifestación o comunicación (palabras pronunciadas, dichas y oídas, eco de las pensadas o sentidas).
1.3. El riesgo de idolatría
La actitud “iconoclasta” es “la que rompe (gr. klastés)” el vínculo existente entre el significante,
símbolo o “imagen” (gr. eikón, eikónos, de donde “icono”) y lo significado o representado por ella. Los
“iconoclastas” (s. VIII d.C.) “rompían las imágenes” por creer que se interponían entre Dios y los
creyentes, deformando su religación/religión real e íntima. La idolatría, al revés, identifica el
significante con lo significado o representado. Realiza así el conocido proverbio oriental que pone en
3
JUAN PABLO II, Encíclica Fides et ratio, nºs 21ª y 31 (14.9.1998).
Cf. M. GUERRA, Historia de las Religiones, BAC, Madrid 20012, pp. 71-144, 312-319.
5
Cf. M. GUERRA, La interpretación religiosa del arte rupestre, Facultad de Teología, Burgos 1984.
6
Cf. CONSEJOS PONTIFICIOS DE LA CULTURA Y PARA EL DIÁLOGO INTERRELIGIOSO, Jesucristo, portador del
agua de la vida. Una reflexión cristiana sobre la “Nueva Era”, Librería Editrice Vaticana, Città del Vaticano 2003, 2.3.1;
2.3.4.3; M. GUERRA, 100 preguntas-clave sobre la “New Age”. Un catecismo no elemental, Monte Carmelo, Burgos 2004,
pp. 27-28, 32, 100.
7
Cf. J. RIES, Le symbol et le symbolisme dans la vie de l´ homo religiosus, Centre d´Histoire des Religions, Louvain-laNeuve 1982.
4
3
evidencia a quienes, al ver el dedo que está señalando la luna, miran tan fija y obsesivamente al dedo
que se quedan sin ver la luna.
“Lo sagrado se manifiesta siempre a través de algo. Carece de importancia el hecho de que ese
algo (que hemos llamado “hierofanía”) sea un objeto del mundo inmediato o de la inmensidad cósmica,
una figura divina, un símbolo, una ley oral o incluso una idea8”. Quedarse en ese “algo” es caer en la
“idolatría”, o sea, convertir en “dios” algo que no es sino pura “apariencia, idea visible, imagen”
(significado del gr. eídolon, de donde “ídolo”). La idolatría o “culto de ídolos” es una constante en la
historia de la religiosidad humana. En nuestro tiempo no suele llamarse así, como en la Biblia, sino
“ateísmo, neopaganismo, religiones civiles, profanas”. Pero tiene razón el genial novelista ruso Fedor
Dostoiesvki en su El adolescente: “El hombre no puede vivir sin arrodillarse... Si rechaza a Dios, se
arrodilla ante un ídolo de madera, de oro o simplemente imaginario. Todos esos son idólatras, no ateos;
idólatras es el nombre que les cuadra”. Si no se adora a Dios, se talla un ídolo.
2. LAS RELIGIONES ALTERNATIVAS
Por razones9 que no hacen al caso, en nuestro tiempo se ha debilitado la fuerza de la fe cristiana y
su influjo en la vida de los bautizados y en su entorno socio-cultural. Pero el sentido religioso es
connatural al hombre. La Física enseña que el vacío no existe a no ser el producido artificialmente en un
laboratorio. Algo similar ocurre con las vertientes inherentes al ser humano. De ahí que el “hueco”
dejado por la “pérdida” o el aflojamiento de la fe y vida cristianas, sea llenado casi necesariamente por
una “religión alternativa”. Por ello, en Europa el individuo, sobre todo si es joven, que no haya
experimentado un encuentro personal con Jesucristo, corre el riesgo de dejar el cristianismo por una
religión alternativa. Esta puede ser una religión no cristiana (budismo, islamismo), cualquiera de los
nudos de la red cada vez más densa y extensa de New Age, Nueva Era, o algunas de las manifestaciones
del neopaganismo teórico y práctico, que es el clima y el punto de referencia de lo “correcto” en nuestra
circunstancia histórica. En Latinoamérica el católico que abandona la Iglesia, en la mayoría de los casos,
sigue siendo cristiano (evangélico, etc.)10.
La sacralización de lo político o la politización de lo religioso cuenta, también en nuestros días,
especialmente en los Estados democráticos, con su “liturgia”, sus “procesiones”, sus banquetes de
confraternización, sus pendones al viento, sus “devociones” populares, sus “personajes” endiosados, sus
ritos de iniciación o de paso (bautismos, matrimonios y entierros “civiles”), su moral “civil”, sus
“derechos civiles” (aborto y eutanasia “legales”, unión de homosexuales con derecho de adopción de
hijos –privados del amor de padre o de madre para siempre-, etc.), aunque sean incompaginables con los
“derechos humanos” o radicados y reclamados en y por la misma naturaleza humana. Las religiones
políticas, o la política como religión, son una de las formas de religión “alternativa” a la tradicional de
un país, el cristianismo en Europa en alguna de sus cuatro principales modalidades, a saber, la católica
(preferentemente en los países meridionales), ortodoxa (orientales), protestante (nórdicos) y anglicana
(extremidad occidental: Gran Bretaña).
Algunos movimientos y partidos políticos de impronta nacionalista en la Europa democrática
conciben o, al menos, viven su ideología como una religión, ciertamente idolátrica. A ella y a su “ídolo”
tiene que someterse todo lo demás, también los imperativos del cristianismo, la religión tradicional en su
territorio. De ahí que se ponga la lengua y la cultura nacionalista por encima de la fe y de la
evangelización, a veces incluso en las celebraciones litúrgicas cristianas. A veces el nacionalismo
exacerbado (grupos vascos, bretones, etc.) trata de restaurar, a su modo, las religiones étnico-políticas.
Pues pretenden imponer la consubstancialización entre nación y religión de base étnica y unidad
política. Por ello, según algunos (Krutwig, etc.) “no existe otra religión que la etnolátrica, el culto a la
etnia y a la nación. Las religiones transcendentes podrán servir, como mucho, para reforzar las
diferencias entre vascos y sus vecinos (los católicos españoles y franceses), pero, en cualquier caso,
deberán estar sometidas a la nación, constituir iglesias autocéfalas11”.
8
Cf. M. ELIADE, Tratado de Historia de las Religiones, Cristiandad, Madrid 1974, pp. 50-51.
Cf. su proceso en M. GUERRA, La degradación del sentido religioso en la modernidad y posmodernidad occidental,
“Analecta Cracoviensia” 27 (1995) 123-140.
10
Cf. J. L. PÉREZ GUADALUPE, Baja a Dios de las nubes. Una alternativa católica al conocimiento de las llamadas
“sectas”, Siklos, Chosica (Perú) 2004.
11
Texto tomado de Jon Juaristi, El bucle melancólico. Historias de nacionalistas vascos, Espasa Calpe, Madrid 1997, p. 292.
9
4
Prescindo ahora de otros tipos de posibles religiones alternativas, por ejemplo: el ecologismo, el
pacifismo, el anarquismo, etc.; las llamadas “narcisistas” o del “culto al cuerpo”, etc.
Por otra parte, “alternativa” es una de las palabras más usadas por Nueva Era como su rasgo
definitorio por contraste. Pues Nueva Era se presenta a sí misma como la “alternativa” a las religiones, a
la medicina, a la dietética (régimen de la alimentación conveniente), etc., tradicionales. Pero, en el
léxico de Nueva Era, “alternativa” no significa que continuarán existiendo las diferentes tradiciones
religiosas, terapéuticas, dietéticas, etc., y que cada uno podrá escoger entre una de estas opciones o
realidades tradicionales y la novedad de Nueva Era. En este contexto “alternativa” es sinónimo de
“sustitutoria”. El próximo advenimiento de la Era Acuario o New Age causará la desaparición de las
tradiciones religiosas, etc., anteriores, sobre todo de la cristiana, que han florecido en la Era anterior, la
Piscis, la de los dos mil años de cristianismo12.
El sentido religioso de las religiones alternativas será tanto menos metafórico cuanto sus adeptos
más se dirijan a “algo” o “alguien” realmente Absoluto o absolutizado, o sea, “divinizado, idolatrado” en
sus prácticas y creencias.
3. EL LAICISMO, UNA RELIGIÓN ALTERNATIVA
La católica y la laicista son dos formas de pensamiento y de creencias, dos sensibilidades socioculturales y religiosas contrapuestas, al menos sin comunicación, incluso en la terminología que ahora
nos interesa.
3.1. En torno al significante: “laicidad, laicismo, laicista, laico, laica”
Al menos desde el s. III a.C. se usó el adjetivo griego laikós, laiké, laikón para designar lo
perteneciente al laós = “pueblo”, término presente ya en los poemas homéricos (s. VIII a.C.). Su
derivado laicus. laica, laicum fue introducido en latín por los cristianos en las últimas décadas del s. II d.
C. Muy pronto se generalizó el empleo de la forma masculina también para el femenino. De ahí su paso
a las lenguas romances, concretamente al castellano, en la época medieval en su forma derivada “lego”
para nombrar a los monjes o religiosos no sacerdotes ni clérigos. Es raro el uso del femenino “lega”.
Al parecer, en época tardía (siglo XIX) y en francés, nació el cultismo laïcité (de donde
“laicidad”) en el seno de la masonería para significar lo mismo que el actual “laicismo”, o sea, con un
significado extraño y hasta hostil a su uso cristiano y al cristianismo mismo, especialmente en su versión
católica o de la Iglesia, que era la predominante en Francia; a veces, hostil incluso a lo meramente
religioso, sagrado, sea cristiano o no. Es el sentido conservado por el femenino en sintagmas ya tópicos:
“escuela laica, enseñanza laica, Constitución laica, layes laicas”. Pero, recuperado ya el sentido
cristiano del masculino “laico(s)”, ha sonado la hora de hacer lo mismo con el femenino “laica”. Su
significado anticristiano e incluso antirreligioso corresponde a “laicista”, que, además, ofrece la ventaja
de ser una palabra del lenguaje “inclusivo” (abarcante del masculino y del femenino), el preferido por
las feministas radicales. No obstante, tengo la certeza de que los laicistas, o participantes del laicismo,
no están dispuestos a llegar a un acuerdo.
3.2. Los significados de “laicidad, laico/a”
3.2.1. En el léxico católico
Los términos “laico, laica” designan a los miembros del laicado, o sea, a la mayoría del
laós/pueblo, es decir, a los que son “eclesiales”, pero no “eclesiásticos” (en el sentido actual de esta
palabra) ni “clericales”, a saber, a los no sacerdotes, ni clérigos, ni monjes/religiosos, etc., a los que no
están marcados por una especial consagración, distinta de la bautismal.
En torno a 1925 se introdujo el uso de la palabra “laicidad” en el léxico y pensamiento católico
francés, pero despojada de la antirreligiosidad inherente al término “laicismo”. Al acabar la segunda
Guerra Mundial, los católicos franceses se plantearon el problema de conciencia sobre votar o no la
Constitución de las IV República porque se definía como “laïque13”. El episcopado francés, en su Carta
pastoral (12.11.1945), distingue cuatro acepciones de laïcité. De ellas, dos “están conformes con la
doctrina de la Iglesia”, precisamente cuando laïcité puede traducirse por “laicidad”. Al revés, otras dos
no se conforman. Los católicos deben condenar estas dos últimas acepcionss y rechazarlas, como hacen
los obispos. Entonces se traduce por “laicismo”. Presenta dos modalidades, la “laicidad agnóstica u
hostil” y “el laicismo indiferente”. Con palabras de los obispos franceses, la primera “define un sistema
12
13
Cf. M. GUERRA, 100 preguntas-clave sobre la “New Age”..., pp. 116-127.
Sigue vigente en la Constitución de la V República, art. 1 (13.5.1958).
5
de gobierno político que impone esa concepción (materialista y atea) a los funcionarios hasta en su vida
privada, a las escuelas del Estado, a la nación entera”. El “laicismo indiferente” o “indiferentismo
laicista” se da cuando “la laicidad del Estado significa la voluntad del Estado de no someterse a ninguna
moral superior y de no reconocer sino su interés como regla de acción”14. En este documento el
Episcopado francés acepta la palabra “laicidad”, que antes la excluido del vocabulario oficial católico
porque la consideraba sinónima de “laicismo” y sigue condenándola en la medida en que se conserva esa
sinonimia (en los dos últimos significados señalados).
La “laicidad” proclama la autonomía de lo temporal (realidades y actividades socio-políticas,
culturales, sindicales, económicas, profesionales) respecto de los “eclesiásticos”, no de Dios ni de lo
divino como pretende el laicismo. Se entiende así la laicidad como profanidad o autonomía, o sea, se
reconoce la autonomía soberana del Estado en el ámbito de lo temporal y terreno, su competencia por sí
solo en la organización política, administrativa, judicial, fiscal, militar y comercial. Esta acepción de la
laicidad se apoya en la entidad profana de las realidades temporales al ser “criaturas de Dios”, no un
“dios” o “diosa” como ocurre en las religiones celestes o étnico-políticas (dios Sol, diosa Luna, etc.) y
en las telúrico-mistéricas (la diosa madre Tierra, su hija la Vegetación divinizada, que New Age está
resacralizando en nuestros días), ni lo divino, lo Uno-Todo del panteísmo (hinduismo, etc.). Pero la
condición creatural de las cosas y seres es creída también por Mahoma y los musulmanes sin que el
islam admita la laicidad en esta su acepción plenamente conforme a la doctrina y creencias cristianas.
La laicidad así entendida, además de la naturaleza creatural de las cosas, necesita otro soporte o
pierna para poder moverse, a saber, la diferencia entre “lo de Dios” y “lo del César/emperador” o
autoridad civil, como Jesucristo enseñó (Mt 22,21). Mahoma y el islam lo confunden e identifican, pero
subordinando lo profano a lo religioso, también en sus manifestaciones específicamente profanas, no
cultuales ni ético-morales. Una nota esencial de la laicidad consiste en la separación entre la Iglesia y el
Estado. Por eso, por las palabras de Cristo que la afirman, “bien comprendido el principio de laicidad,
muy arraigado en vuestro país, pertenece también a la doctrina social de la Iglesia 15”.Más aún, la
laicidad es una contribución del cristianismo a la cultura europea y a la humanidad, pues no existía ni
existe en las religiones y cultura greco-romanas, ni en el hebraísmo (Antiguo Testamento, etc.), ni en el
islamismo, etc16.
La laicidad se opone al clericalismo, o sea, al mangoneo de los clérigos (obispos, presbíteros,
diáconos, etc.) en ámbitos profanos que no son de su incumbencia específica, pero no rompe su relación
con Dios y con lo divino o, si se trata de católicos, con la Iglesia y con lo eclesial. La laicidad, como la
secularidad, la unidad, la apostolicidad, la historicidad, etc., son notas de la Iglesia católica; el laicismo,
el secularismo, el historicismo, etc., sus deformaciones. Todos los miembros de la Iglesia, también los
sacerdotes, participan de la laicidad, o sea, pertenecen al “pueblo” de Dios, tienen los mismos derechos
y obligaciones derivados de su bautismo. A algunos (los miembros del laicado: los laicos y las laicas) les
compete de una forma peculiar y como en exclusividad. En virtud de su laicidad, por el hecho de estar
bautizados e insertos en Cristo, no por otros títulos añadidos, tienen le derecho (que nadie ni nada;
autoridad civil o eclesiástica, etc.) puede quitarles y la obligación (de la cual nada ni nadie: autoridad,
enfermedad, etc., puede eximirles) de ser santos y apóstoles.
3.2.2. En el léxico masónico
La masonería tiende a usar “laicidad, laico, laica” con el significado propio de “laicismo,
laicista” y, al revés, estos términos con el de aquellos, según queda testificado. El Gran Oriente de
Cf. esta Carta Pastoral (12.11.1945) del Episcopado francés en “Documentation Catholique” 43 (1946, n. 955)
Cf. JUAN PABIO II, La legitima y sana laicidad. Mensaje a la Conferencia episcopal francesa en el centenario de la ley
de separación de la Iglesia y del Estado (11.II.2005), nº. 3 (DP-29. 2005, p.23). El título del mensaje “legítima y sana
laicidad” está tomado de Pío XII, Discurso a la colonia de las Marcas en Roma (23.3.1958). Sobre “la necesidad de una
justa separación de poderes” en la doctrina social de la Iglesia, cf. el texto vaticano publicado hace poco Compendio de la
doctrina social de la Iglesia, nºs. 571-572.
16
Lo reconoce el escritor laicista Fernando Savater: “El verdadero aporte del cristianismo a la raíz cultural europea es el
laicismo” (en la apertura de las jornadas Laicismo y Sociedad europea, p. 16), si se tiene en cuenta que él, como en general
todos los participantes en las mismas, usan “laicismo” como sinónimo de “laicidad”. Los laicistas españoles tienden a
considerar “laicidad” como “un neologismo en el léxico castellano” y “en la practica, una calculada estrategia, propiciada por
ciertas confesiones religiosas, dadas a adulterar el ideario laicista y a vaciarlo de su esencia definitoria” (G. PUENTE OJEA,
Fundamentación y horizontes de laicidad en Laicidad y derecho al espacio público..., p. 44).
14
15
6
Francia, o sea, la masonería irregular, la más anticristiana, ha instituido un “Observatorio Internacional
de la Laicidad” contra el clericalismo, el integrismo y el dogmatismo. Ha elaborado también un “Libro
Blanco de la Laicidad” que reivindica los ideales de la Ilustración (s. XVIII-XIX) y afirma la existencia
de la laicidad, institucionalizada u oficialmente reconocida, en Francia desde el año 1905. El gobierno
actual de España trata de seguir ahora las huellas del laicismo oficial francés. Para ello cuenta con el
apoyo de organizaciones/pantalla de la masonería, por ejemplo: la Fundación Cives, instituida en
Madrid en 1996, que basa sus actividades en el ideal pedagógico de la Institución Libre de Enseñanza,
creada en 1876 por el masón Francisco Giner de los Ríos. La Fundación Cives y otras 50 organizaciones
fundaron en el 2002 la Plataforma Ciudadana para una Sociedad Laica (laicista). Acaba de formularse el
Estatuto de la Laicidad. Recuérdese la Ligue Française de l´ Enseignement, fundada en 1866, que, en
1926, cambió su nombre por Confédération générale des oeuvres laïques, así como el Institut da Étude
des Religions et de la Laïcité de la masónica Universidad Libre de Bruselas. Ya en 1951 se celebro en
Montevideo (Uruguay) el Primer Congreso Internacional de Laicidad, o sea, de laicismo, “auspiciado
por la masonería de Argentina y de Uruguay17”.
3.2.3. “Laicidad, laico/a” = “aconfesionalidad, aconfesional”
En el cruce de esta familia verbal en sus dos niveles católico y masón, el significado de
“laicidad, laico/a” a veces, son palabras sinónimas de “aconfesionalidad, aconfesional”. Este fenómeno
se respalda también en las interferencias semánticas de estos términos en francés, italiano, español. La
premura imperante en los modernos medios de comunicación social explica que laicité, laïque, sean
traducidas por “laicidad, laico/a”, también cuando su significado real coincide con el de “laicismo,
laicista”. “Aconfesional” es el Estado y el gobierno que, respetuoso del pluralismo religioso vigente en
pueblo o nación, no reconoce ni ayuda solamente a una religión o “confesión” religiosa, la mayoritaria,
ni margina a las minoritarias, sino que se mantiene neutral reconociendo un ámbito publico y privado de
libertad para todas. “La no confesionalidad del Estado, que es una no intromisión del poder civil en la
vida de la Iglesia y de las religiones, así como en la esfera de lo espiritual, permite que todos los
componentes de la sociedad trabajen juntos al servicio de todos y de la comunidad nacional18”.
El Estado “aconfesional” o “no confesional” se contrapone al “confesional”, es decir, el que
solamente reconoce una religión determinada, ordinariamente la mayoritaria en un país mientras que a
las restantes o las margina del todo o, a veces, dificulta sus actividades religiosas e incluso cultuales, a
veces las somete a su opresión y hasta persecución. Puede darse el caso de un Estado o gobierno
“confesionalmente laicista”. Así sucede cuando intenta “imponer” el laicismo con todos los medios al
alcance de un gobierno en nuestros días (medios de comunicación social, policía, Centros de Inteligencia
o “espionaje” de los catalogados como “enemigos”, no respetar los derechos de los padres a que sus
hijos, menores edad, reciban la educación concorde con sus creencias, etc.). Turquía nos ofrece un
modelo de este “laicismo confesional” (cf. 3.6). “La Iglesia no pide volver a formas de Estado
confesional” y “al mismo tiempo deplora todo tipo de laicismo ideológico o separación hostil entre las
instituciones civiles y las confesiones religiosas19”.
Al oír o leer estos términos, conviene tener presente que la polisemia, o “pluralidad de
significados”, es una propiedad de todas las palabras. Para descubrir su significado preciso en cada
texto, es necesario conocer cada palabra no aislada, como leída en un diccionario, sino enmarcada en su
contexto con todas sus ondas e interconexiones, también el personal del hablante o escritor. Pues, a
veces, por razones de conveniencia política, se usa “laicidad, laico, laica” e incluso se las define como
“aconfesionalidad, aconfesional” en un pasaje, a pesar de que, en otro, se afirma su equivalencia a
“laicismo, laicista”. Además, con frecuencia, así lo exige la ideología y el talante del autor o autores.
Para comprobarlo basta leer el Estatuto de Laicidad, ya indicado.
3.3. ¿En qué consiste el laicismo?
Afirmación del socialista español “Simeón Vidarte, masón gado 33º” según consta en la firma de su “proemio” de la
Historia de la masonería en Hispanoamérica, sin editorial ni lugar de edición, 1965 la primera edición, poco después la
segunda que uso, p. X.
18
Cf. JUAN PABLO II, La legítima y sana laicidad ..., , nº 3.
19
Cf. JUAN PABLO II, Ecclesia in Europa. Exhortación Apostólica postsinodal (28.VI.2003), nº. 117 (DP- 104, 2003,
p.125).
17
7
“Laicismo, laicista”, desde el punto de vista cristiano, suenan a degradaciones de “laicidad,
laico/a”. El laicismo trata de recluir lo cristiano y, en general, lo religioso de cualquier religión
determinada en el foro íntimo, secreto, de la conciencia y dentro de sus templos y “sacristías”. Al mismo
tiempo que reductor, el laicismo es un talante, proceso e ideología excluyente y exclusivo en cuanto se
adueña del ámbito público, elimina del mismo una realidad connatural al hombre, ser individual y social,
como la religiosa y pretende usarlo en monopolio al servicio de lo profano. El laicismo admite
solamente la dimensión religiosa en cuanto conciencia individual, no en cuanto ciudadano y ser social.
Despoja al ser humano de toda vinculación y manifestación religiosa externa a sí mismo. Con otras
palabras, el laicismo no admite que los cristianos exterioricen sus creencias en la calle, en su vida
profesional política, sindical, docente, médica, etc. Por consiguiente y a modo de ejemplo, un político, si
es liberal, marxista, ecológico, etc., puede y debe hablar y votar en el parlamento autonómico, nacional,
europeo e internacional (ONU, etc.) en cuanto tal, o sea, en coherencia con su ideología. En cambio, si
es católico, al entrar en la sala de sesiones, debe prescindir de sus creencias y dejarlas colgadas como el
abrigo en la percha para luego hablar y votar como si no fuera cristiano. Por eso, el Estatuto de Laicidad
del PSOE (Partido Socialista Obrero Español) propone al actual gobierno socialista de España la
supresión de toda manifestación pública de carácter confesional en calles y plazas (procesiones de
Semana Santa, Corpus Christi, romerías al aire libre, etc.), la limitación de los actos religiosos al ámbito
personal y al interior de los templos, la eliminación de todo acto, símbolo o celebración de índole
confesional en las instituciones públicas (crucifijos, uso de la Biblia en la toma de posesión de los
funcionarios públicos, en la jura de los nuevos doctores en las universidades, etc.), etc. Es evidente que,
en España, prácticamente son sinónimos “confesional” y “católico”.20.
El laicismo destierra del “espacio público” (calles, plazas, edificios estatales: ministerios, centros
docentes públicos, actividad profesional no específicamente religiosa, etc.) cualquier manifestación
externa, mucho más si es ostensible, por no decir ostentosa, al servicio de la convivencia pacifica, de la
tolerancia, en los países democráticos y de pluralismo religioso. Es lo que el comunismo ha impuesto
por la fuerza en Rusia y demás países de régimen comunista21.
El laicismo admite que la jerarquía eclesiástica enseñe la doctrina cristiana en el recinto del
templo, no fuera del mismo, y eso con tal que no trate de los temas llamados mixtos y sus afines, por
ejemplo: la libertad de enseñanza, el derecho a la vida también de los concebidos, pero todavía no
nacidos, la indisolubilidad del matrimonio, etc. Si lo hace, aunque sea su máxima instancia: el Papa, será
reprobada. Piénsese en la llamada del Nuncio por el Ministerio de Asuntos Exteriores del gobierno
español porque el Papa, en su alocución a un nutrido grupo de obispos españoles en visita “ad limina”,
les había dicho que “en el ámbito social se va difundiendo también una mentalidad inspirada en el
laicismo, ideología que lleva gradualmente, de forma más o menos consciente, a la restricción de la
libertad religiosa hasta promover un desprecio o ignorancia de lo religioso, relegando la fe a la esfera de
lo privado y oponiéndose a su expresión pública. Esto no forma parte de la tradición española más
noble, pues la impronta que la fe católica ha dejado en la vida y cultura de los españoles es muy
profunda para que se ceda a la tentación de silenciarla. Un recto concepto de libertad religiosa no es
20
El laicismo, como la masonería, promueve el silenciamiento de Jesucristo (cf. 3.5) y de lo cristiano en la vida
pública, a veces de maneras ridículas. Recuérdese, por ejemplo, la eliminación de los “nacimientos” y de los villancicos en
algunos centros escolares “públicos” o estatales en España e Italia en las Navidades del año 2004, la supresión del
“nacimiento” en la Puerta Alcalá de Madrid (Ayuntamiento de Madrid), la ausencia de la frase ya tópica de las felicitaciones
navideñas “¡Feliz Navidad!” en las enviadas por todos los ministros del gobierno español menos por uno (diciembre del
2004) y su chocante sustitución por “¡Feliz paridad!” en algunos de los christmas salidos de la Moncloa (sede del Presidente
del gobierno). El Parido Socialista Catalán acaba (febrero, 2005) de proponer la prohibición de la ofrenda simbólica de las
copas y títulos deportivos a la Virgen de Monserrat o de la Merced y la participación de las autoridades políticas en las
celebraciones religiosas de las fiestas mayores de los pueblos, etc.
21
Recuérdese que estaba prohibida la ostentación pública de signo religioso y, por ello, la sorpresa por la gran cruz,
autorizada por el gobierno, en la plaza de la Victoria (Varsovia, junio de 1979) con ocasión de la primera visita de Juan Pablo
II a su patria, también el hecho de que cada uno de los 30.000 estudiantes, reunidos en la plaza de Sta. Ana, en el cetro de la
vieja Varsovia, levantara ostensiblemente una pequeña cruz de madera a pesar de la prohibición oficial cuando el Papa unió
las palabras “Polonia, Jesucristo, el hombre”. Recuérdese asimismo la reciente prohibición del hidjeb (velo que cubre la
cabeza y el cuello de algunas alumnas musulmanas chiíes) en las escuelas públicas francesas, y de los signos religiosos
“ostentosos” de otras religiones.
8
compatible con esta ideología, que a veces se presenta como la única voz de la racionalidad. No se
puede cercenar la libertad religiosa sin privar al hombre de algo fundamental” (24.1.2005, nº 4).
Los laicistas reclaman el “espacio público” para el laicismo y sus intereses. Si un Estado no se lo
concede, o sea, “si persistiera en la concesión a los intereses particulares de las religiones de esta22
parcela del espacio público”, al menos algunos sostienen que “correspondería en justicia a la laicidad –
entendida como opción filosófica- una parte alícuota del mismo, en pie de igualdad con las demás
creencias23”. Es algo que las religiones, al menos la católica, no le niegan si hay padres que así lo desean
para sus hijos estudiantes.
3.4. La masonería y el laicismo
En los últimos siglos el laicismo ha sido promovido de modo violento y forzado por los
regímenes totalitarios: el comunismo, el nazismo, etc. Pero su cuna y ámbito natural de desarrollo
normal y pacífico, al menos aparentemente, han sido las logias e ideología masónicas.
3.4.1. El relativismo, punto de partida y base del laicismo
El relativismo consiste en la doctrina, actitud y talante, según el cual nada es “absoluto”, todo es
“relativo”. No hay “verdades” en el plano cognitivo ni “normas éticas” en el de la regulación de la
conducta humana que sean “absolutas”, es decir, universales y eternas o válidas para los hombres de
todos los tiempos y lugares. Pero esto no supone –al menos en teoría- proclamar la anarquía ni el
libertinaje plenos, ni el reinado despótico del capricho de cada uno. Pues la validez de las creencias y de
las normas morales, políticas, etc., está condicionada por una “variable independiente”, a saber, las
circunstancias especificas de cada época y región. El relativismo establece la validez de unas verdades y
de unos derechos concretos en sintonía con el talante de cada época y región, pero sin referencia a una
verdad objetiva, a unos valores absoluta y universalmente válidos. Lo que en una época o región es
verdadero o bueno, en otra es o, al menos, puede ser falso o malo. El relativismo deja la verdad, la
bondad moral, la justicia, etc., a merced de la sociedad y, de hecho, a merced de los que tengan el poder
de crear e incluso de manipular la “opinión pública”, imponiéndosela a los demás.
Más aún, tampoco interesa la verdad ni el bien moral en sí mismo. Lo realmente importante es su
búsqueda, como tan expresivamente lo formuló el masón G. E. Lessing, representante de la Ilustración,
en su drama Nathan der Weiser, “El sabio Natán” (año 1779), tras haber publicado cinco diálogos sobre
temas masónicos. Más que el agua, capaz de saciar la sed del caminante por el desierto de la vida,
interesa la sed misma, impulsora del caminar hacia el oasis que, si se ve, será un espejismo.
Pero las religiones, ya en virtud de la definición de religión, se caracterizan por ser un sistema de
verdades que hay que creer, una serie de normas éticas que hay que cumplir y un conjunto de ritos que
hay que celebrar. Así acaece en todas las religiones tradicionales, mucho más en el cristianismo por su
condición de religión revelada. La masonería, en virtud del relativismo, que –en flagrante contradicciónsería lo único absoluto, permanente y no relativo, rechaza cualquier verdad dogmática y la moralidad
objetiva al mismo tiempo que lo elimina de la circulación socio-cultural, o sea, impone el laicismo. Las
religiones quedan aparcadas de la circulación pública sobre todo y en la medida en que sean dogmáticas,
mucho más si se consideran “reveladas” y por lo mismo inmutables. Se comprende la verdad de la
afirmación del card. Ratzinger: “El relativismo se ha convertido en el problema central de la fe en la
hora actual24”.
3.4.2. La aceptación de “lo común a todas las religiones” y la marginación de lo específico de
cada una o el laicismo
Las Constituciones originarias de la masonería, las llamadas de Anderson, publicadas en 1723
(seis años después de la fundación formal de la masonería, año 1717) establecen la universalidad y
aceptación de lo común a todas las religiones por parte de la masonería y de los masones, marginando
las religiones concretas25. Se distingue así entre “religión” y “religiones”. La masonería admite “la
Se refiere concretamente a la “parcela del sistema educativo financiado con dinero de los contribuyentes”, de la cual “la
religión debe ser expulsada” por ser “una exigencia insoslayable de la laicidad”.
23
Cf. J. F. Pont Clemente, Vivir laicamente en AA. VV., Laicidad y derecho al espacio público..., 24.
24
J. RATZINGER, Situación actual de la fe y de la teología (conferencia en el encuentro de los Presidentes de las
Comisiones Episcopales de América Latina para la Doctrina de la Fe, Guadalajara (México), “L´ Osservatore Romano”, 27
oct. 1996, pp. 7-8 y en “Palabra” DP 135 (1996) pp. 212-217.
25
Cf. su texto en R. DE LA CIERVA, El triple secreto de la masonería. Orígenes, Constituciones y rituales masónicos...,
Fénix, Madridejos (Toledo) 1994, p. 116
22
9
religión”, o sea, lo básico y común a todas las religiones. Y lo admite no porque sea connatural a la
naturaleza humana, sino por respeto de lo mayoritario, exigencia del relativismo, y por su estar al
alcance de la razón humana, tan exaltada por la Ilustración europea de impronta masónica 26. “La
religión”, o lo común a todas las religiones, es lo que puede ser enseñado en las escuelas en lugar de una
“religión determinada”.
En cambio, margina a “las religiones”, o sea, lo propio de las distintas religiones. Se manifiesta
así el laicismo. Pero este laicismo desconoce la inexistencia de lo común a todas las religiones como no
se habla lo común a todos los idiomas. El hombre, cuando piensa o habla, no puede hacerlo si no es en
un idioma determinado, el materno o uno aprendido posteriormente. Lo mismo ocurre con el sentido
religioso. El hombre lo realiza y manifiesta en una religión determinada, que es o la materna, la
tradicional en la región de su nacimiento y desarrollo juvenil, o en otra “aprendida”, o sea, a la que se
haya convertido. No existe “el sentido religioso” ni “la religión” como no existen las ideas abstractas,
sino personas de unas creencias religiosas determinadas. Dios puede actuar y actúa, salva, por medio de
cada religión, si bien no todas pueden ser “la religión verdadera”.
3.5. El laicismo masónico y el silenciamiento de Jesucristo y de lo cristiano
La masonería irregular prescinde de lo divino. La regular cree en “el Gran Arquitecto del
Universo”, pero entendido en un sentido neutro, indefinido, abierto a cualquier forma de entenderlo o, si
se prefiere, deísta. En una concepción así no cabe Jesucristo, un hombre de carne y hueso al mismo
tempo que Dios verdadero. Es lógico. Pero no lo es que se le silencie en los documentos y libros de uso
interno en la masonería y que ni siquiera se le mencione a pesar de estar escritos en un contexto sociocultural cristiano.
En la portada de las Constituciones de la masonería (Anderson) figura la fecha de su publicación
en latín según la era cristiana: Anno Domini 1723; a continuación según la masónica: In the Year of
Masonry 5723, o sea, añadidos los 4000 años que, conforme a la cronología hebrea, transcurrieron entre
la creación de la luz o del universo y el nacimiento de Cristo. Pero muy pronto suprimieron hasta esta
mención del “Año del Señor”. De hecho, en los no pocos documentos masónicos que he manejado, suele
figurar la sigla “e. v” = “era vulgar” con los años de la cronología cristiana, también “e. m” = “era
masónica” y “a. l.” = “año de la luz”, que añade 4000 años a la era cristiana. Últimamente predomina
“E. C.” = “Era Común”, sigla usada también en las publicaciones judías, en de la Orden Illuminati y en
las de otras sectas paramasónicas. Esta datación lo único que consigue es silenciar la mención explícita
del nombre “Jesucristo”, no la implícita. Invito al lector a confrontar las líneas dedicadas a Jesucristo y a
otros personajes masones en “Enciclopedias” de la masonería, escritas por masones, así como en
diccionarios y enciclopedias de tipo general de gran venta27.
3.6. Un caso paradigmático y extraño de laicismo masónico: el turco
A primera vista sorprende el enraizamiento de la masonería en un país de aplastante mayoría
musulmana: Turquía. Pero, si se conoce su historia, desaparece la sorpresa. El Gran Oriente Francés se
infiltró en el movimiento de los Jóvenes Turcos a finales del siglo XIX. Masones fueron Kleanti
Skalyeri, fundador de la primera logia en Estambul; Midhat Pashá que, tras un golpe de Estado, coloca
al príncipe masón Murad en el puesto de su tío, el sultán Abd-Ul-Aziz. En 1909 los Jóvenes Turcos
nombran gran visir a su jefe Talaat Bey, más conocido como Mehmet Talaat Pashá, Gran Maestre del
Gran Oriente turco. Dimite en 1918 tras la derrota turca en la primera guerra mundial. Pero unos años
más tarde brilla la estrella de Mustafá Kemal, iniciado en la masonería en una logia italiana de
Macedonia, conocido como Atartük = “Padre de los turcos”, presidente de la República Turca desde su
proclamación (1923) hasta que murió (1938). Atartük reemplazó el fundamentalismo islámico por el
laicista masónico.
Durante el s. XIX y comienzo del XX se produce el desmoronamiento de los dominios turcos
junto con la colonización de todo el norte de África bajo las potencias occidentales. Parecía como si al
Se comprende que se aludiera al “legado de Grecia y de Roma”, así como al de “la Ilustración”, en la primera redacción
del Tratado por el que se establece una Constitución para Europa (año 2004), elaborada por una comisión presidida por el
masón Giscard D´Estaing, silenciando las raíces cristianas configuradoras de Europa y de su cultura. La reacción ante
semejante manipulación de la historia no consiguió que se incluyera la referencia a las raíces cristianas de Europa. Prefirió
suprimir la triple alusión indicada. Es un caso más que confirma el fundamentalismo del laicismo.
27
Cf. M. GUERRA, La masonería invisible..., 194-195.
26
10
empuje islámico le quedaran días contados antes de su descomposición y aniquilación o muerte.
Nostálgicos de su poderío y expansión de los orígenes, los musulmanes han procurado sacudir el letargo
y restaurar el esplendor originario por medio de tres actitudes o movimientos de signo dispar y hasta
contrario, a saber, el laicismo: “modernizar” y “occidentalizar” el islam (Turquía); el reformismo o
“modernizar” el islam sin “occidentalizarlo” (Burguiba desde la independencia de Túnez en 1956,
Muammar el-Gadafi en Libia desde 1969, etc.); “islamizar” la “modernidad” e incluso “reislamizar” a
los gobernantes desislamizados (el fundamentalismo islámico)28.
Ante el dilema: modernizar el Islam o islamizar la modernidad para salir del atraso y atasco de
los musulmanes, Atartük se inclinó decididamente por modernizar el islam e incluso por occidentalizarlo
(imposición del alfabeto latino en vez del árabe, de la monogamia, la igualdad de hombres y mujeres, un
código civil, penal y comercial basados respectivamente en el modelo suizo, italiano y alemán, etc.). Lo
consiguió no sin hacer muchos “mártires” entre los defensores del islamismo tradicional y de dejar
latente la reacción de los fundamentalistas islámicos. En Turquía se impuso el laicismo para sustituir la
religión tradicional turca, la islámica. El laicismo masónico e intolerante aplastó y sacrificó a muchos
que querían mantenerse fieles a su religión personal, familiar y tradicional.
De los regímenes más o menos totalitarios, solo el comunismo ruso y el franquismo español
persiguieron a la masonería, aunque en su seno hubo a veces también masones en puestos de
responsabilidad. La infiltración de la masonería en Turquía ayuda a explicar la complacencia con que su
propuesta de ingreso en la Unión Europea ha sido recibida por no pocos eurodiputados y políticos de
distinto signo, sobre todo socialista, y de diversos países europeos. Además, los casi cien millones de
turcos (residentes en Turquía e inmigrantes en países europeos, principalmente en Alemania) han
servido y servirán de coartada o justificación torticera de la eliminación de las raíces cristianas de
Europa en su última Constitución, elaborada por una comisión presidida por Giscard D´ Estaing,
miembro del Gran Oriente Francés o de la masonería irregular, la más anticatólica. Se niega así una
realidad histórica. No se trata de un futuro hipotético, sino de un pasado ya irreversible. Europa es una
unidad más cultural que geográfica, que es lo que es por obra del cristianismo. Además, otros dos
ingredientes europeos, aceptados por todos, el legado griego y el romano, conformaron a Europa tras la
avalancha de los Bárbaros gracias a la Iglesia católica que conservó y transmitió su pensamiento en las
bibliotecas de los monasterios, universidades, etc., y contribuyó con el mecenazgo de los Papas, etc., al
Renacimiento del arte griego29.
3.7. La promoción de grupos marginales, un modo laicista de silenciar y de marginar a la
religión tradicional y mayoritaria
Las religiones son un sistema de creencias, etc. Pero no se quedan solo en el ámbito privado e
individual. Además, tienden a crear sistemas culturales. Pues “una fe que no se hace cultura es una fe no
plenamente acogida, no plenamente pensada, no fielmente vivida30”. Más aún, el clima cultural,
enraizado en lo religioso, suele conceder la identidad a pueblos y sociedades. El marco cultural
religioso, de ordinario, desborda el recinto de lo confesional. De ahí que el diálogo intercultural sea
normalmente más fácil y fructífero que el dialogo estrictamente interreligioso. A veces, aquél es el único
posible, especialmente en los países musulmanes.
Lo cultural-religioso, tradicional y mayoritario en cada país, es como el lugar más cómodo de
cita y encuentro entre los sectores religiosos y los “civiles, aconfesionales”, “laicos” según algunos, pero
no laicistas. Más aún, las corrientes centrales de cada religión o iglesia suelen constituir un factor de
estabilidad, equilibrio y paz en la sociedad al mismo tiempo que están dispuestas al diálogo con los
distintos grupos de las sociedades actuales, que de ordinario son pluralistas lingüística, cultural y
religiosamente. No siempre lo han visto así los poderes públicos ni lo ve ahora el laicismo. “Los estados
28
Cf. M. GUERRA, Historia de las Religiones ..., pp. 295-303.
En Turquía hay ahora casi 15 millones de masones. Cf. la relación inquietante de islamismo turco con algunas sectas en
M. GUERRA, Diccionario enciclopédico de las..., s. v. FIREPHIM.
30
JUAN PABLO II, La síntesis entre cultura y fe. Discurso a los universitarios y a los hombres de cultura... en la
Universidad Complutense, Madrid, nº 2 (Mensaje de Juan Pablo II a España, BAC, Madrid 1982, p. 94) (3.11.1982).
29
11
y los poderes públicos han utilizado en ocasiones a los grupos extremistas para debilitar a las corrientes
más centrales. Esta estrategia se vuelve siempre como un boomerang contra tales aprendices de brujo31”.
El laicismo maniobra preferentemente no a través de los grupos extremos o fundamentalistas,
sino de los marginales en la esfera de cada religión. Algunos de estos grupos son de signo marcadamente
político: Cristianos para el socialismo, etc.; otros más específicamente religiosos, pero unos y otros
manipulados conforme a la consigna “divide y vencerás”. No cabe duda que la existencia de una “iglesia
paralela”, a veces de existencia más artificiosa, mediática o propagandística que real, resta fuerza a la
Iglesia verdadera, la señalada por la sucesión apostólico-episcopal, la jerárquica, que queda como
recluida en su interioridad y en plano de igualdad con sus grupos marginales.
En la franja marginal del cristianismo, también de la Iglesia católica, a modo de hormigas activas
e inquietas, se agita una serie de grupos y grupúsculos que están a punto de ser sectas, si no lo son ya.
Muchos de ellos se dicen “eclesiales, cristianos”, aunque no lo sean. Algunos se llaman “católicos”
aunque de tales no tengan más que el nombre: Catholics For a Free Choice, etc. Este grupo
paramasónico cuenta con unos ingresos económicos muy grandes y con un influjo exagerado respecto
al número real de sus miembros32.Como los gnósticos del siglo II, pregonan “pensar como nosotros33” y
“se llaman a sí mismos cristianos, pero ... con ellos no tenemos comunión en nada 34”. Como los
gnósticos del s. II, creen que su acción es más eficaz si permanecen “oficialmente” dentro de la Iglesia
que si se excluyen de la misma. Procuran su democratización, el celibato opcional de los sacerdotes y
personas de vida consagrada, la ordenación sacerdotal de las mujeres, el respeto de los llamados
“derechos” de los homosexuales, incluido el de su unión conyugal y la adopción de hijos, etc. En
América Latina se promovió así la “Teología de la Liberación”, ahora la “Teología Indígena” atrapada
en la red de New Age. Consta la condición masónica de varios “teólogos” de una y otra.
Además, hay otros grupos “civiles, profanos, extraeclesiales”, pero en estrecha colaboración, a
veces solamente ocasional, con los grupos anteriores, los intraeclesiales. Es el oleaje del laicismo y del
relativismo que choca espumante contra la solidez roqueña de la Iglesia (Mt 16,18). En EE.UU. su grupo
bisagra o coordinador de esta doble vertiente parece ser Voice of the Faithful (VOTF), cuyo lema refleja
y publica su programa: “Mantén la fe, cambia la Iglesia”. En la medida de lo posible, un estudio35 traza
los rasgos de su identidad, explica cómo se han formado y cómo se articulan para atacar a la Iglesia y
fomentar la subversión de los “feligreses” (filios/Ecclesiae = “hijos de la Iglesia”), así como su gran
fuerza mediática (prensa, radio, etc.) y económica.
Puede suponerse que todos o la mayoría de estos grupos de Estados Unidos tendrán ya sus
sucursales en casi todos los países europeos. Sería deseable que alguien se decida a estudiar su
proyección europea, más concretamente eslovaca e hispana, y también los no pocos brotados en Europa
(Somos Iglesia, Teólogos de Juan XXIII, etc.). Podrá así ofrecer la inestimable ayuda de la información
objetiva y de los adecuados criterios de discernimiento, tan necesarios en épocas de “turbación”,
ambigüedad y camuflaje estratégico. Al mismo tiempo descubrirá el hormiguero de tantos grupos que
cuentan con el apoyo incondicional y la propaganda de los medios de comunicación social de signo
laicista.
De hecho, por ejemplo, el grupo de presión “Religión y Política” se propone “dar voz a los
católicos que divergen del Vaticano”, es decir, a los grupos del disenso o obsesivo y real respecto de la
jerarquía y ortodoxia católicas. Este grupo laicista está integrado por doce parlamentarios europeos
pertenecientes al Grupo de la Alianza de los Demócratas Liberales por Europa (Marco Panella,
cofundador del partido Radical italiano, Emma Bonino del mismo partido italiano), etc.; solo uno
pertenece al Partido Popular Europeo (John Purvis del Reino Unido). A los europarlamentarios se han
unido los representantes de otras organizaciones laicistas y anticristianas, por ejemplo, el de Iglesia en
31
Cf. J. TREBOLLE BARRERA, Los estudios de las ciencias de las religiones y el diálogo entre las religiones monoteístas,
“Boletín de la Sociedad Española de Ciencias de las Religiones” 17 (2002) p. 141.
32
Cf. Católicos pro libre elección (también “Católicos por el Derecho a Decidir”) en mi Diccionario enciclopédico de las..,
pp. 150-153.
33
San Ireneo, Adversus haereses 3,15,2.
34
San Justino, Dial. Tryph 35, 5-7.
35
I Have weathered other Shorms, Western Hemisphere, Cultural Society, York (Penns.) 2002, del “TFP.Committee on
American Issues” con carta de presentación de Mons. Robert F. Vasa, obispo de Baker (Oregon).
12
Movimiento y el de la citada Catholics For a Free Choice tan activa y omnipresente a pesar del reducido
número de sus miembros formales.
El centro visible de unidad en la Iglesia es el colegio episcopal con el Papa, sucesor de san Pedro
en la cátedra romana, prolongación del colegio apostólico con san Pedro al frente. Todo grupo marginal
en la Iglesia, en la medida en que pierda la cohesión y sintonía con la estructura de la unidad eclesial,
está menos inmunizado contra el “contagio” de elementos patógenos desde el punto de vista de la
ortodoxia y de la ortopraxis. Además, el lógico y psicológico afán de autoafirmación o consolidación los
impulsa, como por inercia socio-religiosa y de la psicología colectiva, a acentuar los rasgos
diferenciales. Y, como sin querer, las barreras divisorias se levantan frente a la Iglesia a la vez que se
abren o se difuminan respecto al entorno no cristiano. El riesgo y el precipicio se agigantan cuando
reciben el apoyo del poder civil, del laicismo en nuestros días. De hecho los únicos movimientos
heréticos y cismáticos de importancia y duración en la bimilenaria historia de la Iglesia han sido
precisamente los respaldados y promovidos por el poder civil, a saber, los ortodoxos (s. XI, Imperio
bizantino), el protestantismo (s. XVI, los príncipes alemanes) y el anglicanismo (s. XVI, Enrique VIII,
etc.). Los grupos marginales de la Iglesia, en cualquier supuesto y época, suelen cometer y ser ellos
mismos un “pecado histórico”. Como los restantes “pecados históricos de la Iglesia 36”, más que secuelas
de deficiencias institucionales de la Iglesia, son pecados epidémicos o generalizados de los católicos por
contagio del entorno socio-cultural a causa de la falta de fidelidad a Jesucristo y a su Evangelio en su
Iglesia.
3.8. ¿El laicismo, una religión alternativa?
3.8.1. La masonería, “filosofía” y“religión”
¿Es la masonería una religión o simplemente religión? La Gran Logia Unida de Inglaterra
(GLUI) respondió a esta pregunta: “la Masonería no es una religión, ni un sustitutivo de la religión” en
su Enunciado fundamental del 21.6.1985. Lógicamente los masones reconocerán que “la masonería es
religiosa, sin llegar a convertirse en religión ella misma37”. No obstante, creo que la masonería regular,
cuya dirección compete a la GLUI, es “religión” en el sentido estricto de este término mientras que la
irregular o francesa lo es en su sentido amplio38. Según unos masones “la masonería no es una religión”.
Otros, en cambio, “preferimos decir que la masonería no es una religión, sino la religión, que no es una
iglesia confesional, sino un culto en el que pueden coincidir hombres de todas las religiones 39” De
hecho, todos o, al menos, la mayoría de los masones creen que la masonería está por encima de todas las
religiones concretas y que es más que una religión, a saber, “la religión universal, eterna e inmutable40”.
Y lo es precisamente porque se identifica con lo común a todas las religiones, la religión de la Razón e
Ilustración.
Además de haber conservado “en toda su pureza los dogmas cardinales de la primitiva fe, que
subyacen en la base de todas las religiones, la masonería es la Moral universal41” o común” y válida para
todos los seres humanos. Su moral coincide con la llamada “moral civil, independiente, libre”, o sea, la
racional, al alcance de cualquier persona, pero “relativizada” y adaptada a las circunstancias socioculturales y políticas de la sociedad civil en cada momento histórico, excluida la moral evangélica, la
especifica del cristianismo, y la de cualquiera otra religión concreta. Desde el punto de vista ético-moral,
la masonería es “autónoma”, no “teónoma”. Desplaza a Dios como centro y fuente de moralidad. En su
puesto, entroniza al hombre, a la humanidad. El antropocentrismo es el rasgo esencial de la masonería y
36
Por ejemplo: los intentos de imponer la fe por medio de la fuerza (guerras de religión, Inquisición); los obispos más
señores feudales y guerreros que orantes y evangelizadores, el actual permisivismo sexual conyugal e individual, etc.
37
Cf. Aldo A. Mora, ¿Es la masonería una religión? en AA. VV.(ed. J. A. Ferrerr Benimelli), Masonería y religión..., p. 18.
(Coloquio en los cursos de verano de El Escorial).
38
Sobre la definición de religión y sus tres grados, cf. M. GUERRA, Historia de las Religiones ..., pp. 23-40.
39
Cf. J. FORT-NEWTON, La religión de la masonería, La Acacia, Madrid 1987, p.15. Pertenecen a la masonería el autor
y, a juzgar por su nombre, la editorial. La masonería relaciona la acacia con la inmortalidad y la renovación. Por ello echan
sus hojas y flores blancas sobre el ataúd en el rito funerario masónico. Una rama de acacia figura en la “plancha de trazar del
tercer grado” masónico, el de Maestro.
40
Palabras del general estadounidense Albert Pike, “la gran lumbrera de la masonería norteamericana en el siglo XIX” (R.
de la Cierva), fundador del Pike/Ritus masónico, de tanto influjo en la masonería por su obra monumental Morals and
Dogmas of the Ancient and Accepted Scottish Rite of Freemasnry, Kessinger, Montana, s/a (ca. 2001), p. 219. En su p. 213 se
afirma: “Cada logia masónica es un templo de la religión; sus doctrinas y enseñanzas son religión”.
41
Cf. J. FORT.NEWTON, o. c., p. 15.
13
de su gnosis. Es así hasta en su simbología. Por eso en las logias o templos masónicos hay un peñasco
(roca, piedra) sin desbastar, que simboliza al hombre antes de recibir la formación masónica. Esta, fruto
de las distintas iniciaciones y de la ayuda de los “hermanos”, los masones, sacará de cada iniciado la
estatua del hombre ideal. Una piedra así es lo único existente en el local del edificio de la ONU en
Nueva York, destinado a la oración de cuantos lo deseen, sean de la religión que sean e incluso
agnósticos. De nuevo aparece el imperativo o la ley del laicismo, pues no hay ni puede haber ningún
signo de una religión determinada (la cruz cristiana, la media luna musulmana, la estrella de David
hebrea, la rueda budista, etc.)
En nuestros días la palabra “filosofía”42 suele ir asociada a lucubraciones abstractas y abstrusas, a
una elaboración teórica, obra de un pensador a solas con sus pensamientos; también a la transmisión de
“información” de signo intelectual y a una mera interpretación repensada de la vida y del mundo,
últimamente del lenguaje. En cambio, en la Antigüedad, ya desde Pitágoras (s. VI-V a. C), la filosofía es
una manera de vivir e incluso de ser. El estilo de vida filosófico incluye la vida en común, al menos
durante el día, práctica ordinaria de las distintas escuelas filosóficas griegas, exceptuada la de los
escépticos, de tal suerte que “filosofar sea conversar y convivir43”. No pocos abrazaban la filosofía,
entendida así como “religión, tras una “conversión”. De ahí que el cristianismo sea llamado “filosofía”,
“la filosofía verdadera44”. De ahí que Jesucristo sea llamado “filósofo” por los paganos 45 y por los
cristianos46.
La masonería ha retomado de la Antigüedad greco-romana este uso del término “filosofía”. En
los círculos masónicos los términos “filosofía, filosófico” designan preferentemente “la doctrina, la
ideología”, así como “el talante, las directrices”, específicos de la masonería y de los masones, no
exentos de rasgos religiosos. Figuran con relativa frecuencia en los documentos masónicos y en los
escritos de autores masones de suerte que pueden ser catalogado entre los tecnicismos masónicos. Se
leen incluso en los títulos de sus publicaciones47. No sin cierta curiosidad y sorpresa he comprobado la
equiparación de “las iglesias y las asociaciones o comunidades religiosas” y “las organizaciones
filosóficas48 y no confesionales”, o sea, no de una religión determinada, en el “Tratado por el que se
establece una Constitución para Europa”, vulgarmente conocida como la “Constitución Europea”,
sometida estos meses a referéndum en varios países. La equiparación se refiere a que la Unión Europea
“reconoce su identidad y su aportación específica”, “mantendrá un diálogo abierto, transparente y
regular” con ellas y les ”respetará y no prejuzgará el estatuto reconocido en los Estados miembros, en
virtud del derecho interno” (art. 52, 1-3)49. Si se tiene en cuenta la aportación decisiva e intransigente –al
menos en cuanto al silenciamiento de las raíces cristianas de Europa- de la masonería a esta
“Constitución” desde su presidente el masón Giscard D´ Estaing y de otros miembros elaboradores de la
misma, así como de la importancia y significado de “filosofía, filosófico”, no me cabe duda de que la
masonería ocupa el primer puesto de las “organizaciones filosóficas”. El significado masónico de
“filosofía, filosófico” se ha extendido a otros grupos y sectas, muy especialmente a Nueva Acrópolis
(NA). Su fundador afirma: “NA no es un movimiento religioso, y menos aún una religión. Nos
autodefinimos como Escuela de Filosofía a la manera clásica50”. Si se leen sus obras, se comprobará
Cf. M. GUERRA, La filosofía como religión. La filosofía como “testamento” de Dios con los paganos, como el AT. con
los judíos en AA. VV. (ed. E. Reinhardt), Tempus implendi promissa. Homenaje al Prof. Dr.- Domingo Ramos-Lissón,
Eunsa, Pamplona 2000, pp. 237-270.
43
EPICVR Nic 1172 a; Testamentum Epicuri 165 y 167 (edic. Usener)
44
CLEM ALEX Paed 2,11,117, 4 SCh 108,222. Cf. IUSTIN Apol 2,12,5; AVGVST De uera relig 5,8 CCL 32, 193, etc. Cf.
J. BORHET, Non aliam esse philosophiam (…) et aliam religionem (Augustin, De vera rel. 5.8) en AA. VV., Les apologistes
chrétiens et la culture grecque. Actes du Colloque..., Beauchesne, Paris 1998, 333-353.
45
Luciano, Mors Peregrini, 13 (s. II d. C.).
46
EVSEB Demonstr. euang 3.6.8 PG 22, 225,
47
G. DI BERNARDO (Gran Maestre del Gran Oriente de Italia), La filosofía de la masonería, La imagen masónica del
hombre, Iberediciones, Madrid 1991; F. ESPINAR LAFUENTE, Esquema filosófico de la masonería, Istmo, Madrid 1981,
etc.
48
Recuérdese la existencia del Conseil Central des Communautés Philosophiques non confesionelles en Bélgica, que
coordina todas las actividades laicistas, por no decir masónicas, belgas.
49
El ejemplar usado por mí está editado por los Ministerios de Asuntos Exteriores y de Cooperación, del Interior y de la
Presidencia, Imprenta Nacional del Boletín Oficial del Estado, Madrid 2004.
50
Cartas a Delia y Fernando, nºs. 2-3.Las palabras en cursiva figuran así en el original.
42
14
que es una verdadera religión, aunque de signo panteísta, etc51. Otras “organizaciones filosóficas”,
aludidas implícitamente en este texto constitucional, pueden ser las Sociedades Teosóficas, las diversas
ramas del rosacrucismo, etc52. Al parecer, desde el ámbito masónico, se ha extendido a otros muchos
sectores, de modo que ahora, todo, hasta lo más intranscendente, tiene su “filosofía”. Se habla y se
escribe de la “filosofía” de la moda, del deporte, etc.
3.8.2. ¿El laicismo, una religión?
Similares son las actitudes respecto al laicismo, brote del relativismo de origen e impronta
masónicos. Los pensadores laicistas del PSOE (Partido Socialista Obrero Español) afirman claramente,
en su proyectado “Estatuto de Laicidad”, que esta, o sea, el laicismo, “no es la religión de los no
creyentes ni una alternativa a ninguna creencia religiosa”. Más aún, “la laicidad no es en modo alguno la
religión civil de un Estado ni el dogma intolerante de los que no tienen religión, sino un pacto de
convivencia entre los ciudadanos y ciudadanas que profesan diferentes creencias, o ninguna creencia y
diferentes opciones morales, y también la exigencia política, jurídica y moral que deriva del principio de
libertad de conciencia”53. Nos topamos una vez más con la aparente confusión entre “laicidad/laicismo,
laico/laicista” y “aconfesionalidad/aconfesional”, aunque el objetivo del Estatuto de Laicidad es
precisamente el paso del estado aconfesional al laico/laicista. Aunque a veces lo sea, la democracia no
puede ser catalogada como un valor supremo, superior a la Verdad, si bien es ciertamente un medio
privilegiado para discernir, reflexionar y proteger la Verdad.
El laicismo es una religión al menos en el sentido simbólico o metafórico del término. Si ya en
1936 Jacques Maritain llamó “religión atea” al comunismo con el materialismo dialéctico como su
dogmática especifica54, puede llamarse “religión” al laicismo con el relativismo como su dogma básico.
El Estado debe ser absolutamente neutral, aconfesional, en lo religioso en las sociedades democráticas y
de reconocido pluralismo religioso en sus miembros. No puede ni debe tratar de imponer una religión
concreta, ni lo común a todas las religiones, exigencia del relativismo ilustrado, o sea, del laicismo, ni
ser un poder que quiera convertirse en religión o, en los países católicos, en sustituto de la Iglesia. En
contraposición a “teocracia”, o sea, “mando de lo divino, imperio de lo sagrado”, en ciertas
circunstancias puede hablarse de “ideocracia laicista” o mando e imperio de la ideología y religión
laicista. El laicismo es una religión y el gobierno que lo impone se convierte en “confesional laicista”
cuando la ideocracia laicista trata de reemplazar las convicciones sociales por el laicismo convertido en
ideología oficial del Estado y de la nación.
“El laicismo no es una divinidad” afirma el cardenal Mario F. Pompedda, Prefecto –ahora
emérito- del Supremo Tribunal de la Signatura Apostólica, ya en el título de un artículo 55 con ocasión de
la ley francesa que prohíbe “la ostentación” de los símbolos religiosos en los centros docentes estatales.
Aunque nadie se atreva a declarar “dios” al laicismo, lo indica el card. Pompedda cuando previene del
riesgo de desencadenar un proceso que lleve a una especie de “divinización” del laicismo, oficialmente
entronizado y que llegue a “dominar toda la vida de Francia”. El laicismo es una ideología que corre el
riesgo inminente de convertirse en numinosa, en idolátrica, sobre todo si cuenta con el apoyo del Estado.
Un paso decidido adelante en este proceso lo ha dado la “Comisión para la Laïcité”, presidida por
Bernard Stasi, cuando han formulado la propuesta, recibida por el Presidente de la República, de
elaborar un “código del laicismo” a fin de que sea firmado por todos los funcionarios del Estado al
tomar posesión de cargo. No sin razón, por este motivo, Ostellino habla del “laicismo convertido en
religión del Estado56”. Esta propuesta recuerda la practica china hasta cierto punto. Desde el emperador
Wu (140-87 a. C.) hasta el año 1905 los funcionarios chinos, para serlo, debían superar un examen no de
51
Cf. M. GUERRA, Diccionario enciclopédico de las sectas... pp. 507-507, 648-659,
Cf. M. GUERRA, Diccionario enciclopédico..., pp. 817-828. 927-935.
53
Tomado de J. M. VIDAL, Los padres del credo laico de ZP ( = Rodríguez Zapatero, actual Presidente del gobierno
español), “Mundo/Crónica” 16, nº 481,p. 6 (2.1.2005). La Plataforma para una Sociedad Laica (PSL) ha presentado
formalmente al Gobierno socialista un manifiesto, redactado en el 2002, que aplica las directrices e ideas del Estatuto de
Laicidad.. En su elaboración intervienen, entre otros, los masones Gregorio Peces –Barba, Rector de la Universidad Carlos
III, y el diputado socialista Victorino Mayoral, presidente de la asociación laicista CIVES y miembro de la PSL.
54
Cf. J. MARITAIN, Humanisme intégral, Aubier, París 1968, p. 45.
55
La laicità non è una divinità en “Il Giornale” 26 de enero, 2004 p. 1.
56
Cf. P. OSTELLINO, Se il laicismo diventa la religione dello Stato, “Corriere della Sera”, 4 sept. 2004, p. 12.
52
15
las materias relacionadas con la competencia de su cargo, sino sobre “Los Libros Clásicos”,
considerados confucianos57.
Otra muestra del imperio del laicismo parece ser, al menos en algunos puntos, la institución de
un “Observatoire/Observatorio interministerial, vinculado al Primer Ministro” en Francia (tuvo su
primera reunión en noviembre de 1996) sobre las sectas, más tarde también en Bélgica, a saber el MILS
= Mission Interministérielle de lutte contre les sectes. Su creación fue propuesta por el Informe
Guyard58. No es difícil prever el riesgo de una injerencia indebida y equivocada del Estado en los grupos
y nuevos movimientos religiosos, así como incluso en instituciones cristianas, como ya ha ocurrido.
Puede volverse a “la caza de brujas”, sobre todo si sigue acentuándose la ya fuerte “satanización” de las
sectas. Además, el laicismo tiende a ver fundamentalismo donde no hay sino coherencia entre las
creencias y la vida, así como a considerar peligrosas las actitudes sectarias y hasta las meramente
religiosas. El “Observatorio” de las sectas ha incurrido en fallos graves, por ejemplo: la admisión de
denuncias anónimas, el recibir informes preferentemente de organizaciones del Anticult Movement,
“Movimiento antisectas” de signo laicista en la mayoría de los casos. En el 2003 MILS ha sido
reemplazado por MILUVES (Mission interministérielle de vigilance et de lutte contre les dérives
sectaires). No conozco sus medios reales de acción, aunque tiene a su disposición todos los recursos del
Estado (tribunales y jueces, policía, servicios de información, investigaciones fiscales, etc.). Es de
suponer que habrán eliminado los defectos de procedimiento señalados.
Los expertos en sectas (G. Gordon Melton, M. Introvigne, etc.) generalmente piensan que basta
la aplicación de la legislación común para eliminar de un país los posibles abusos de las sectas
destructivas, dañinas e ilegales. No es competencia del Estado determinar la autenticidad o falsedad de
una religión, iglesia o secta, ni jurisdicción de los magistrados, jueces, sentenciar sobre las creencias
religiosas. En cambio, pueden y deben juzgar, castigar y hasta prohibir las acciones de los grupos
religiosos si violan la legalidad civil penal, laboral o administrativa vigente. El Estado puede y debe
intervenir siempre y solo cuando haya indicios razonables de ilegalidad en las acciones, no en las
creencias. Es una materia en la cual el laicismo tiende a excederse, sobre todo si cuenta con el apoyo
incondicional de gobernantes también laicistas.
El gobierno laicista tiende a actuar como si fuera competencia suya determinar cómo tiene que
ser la Iglesia o una religión concreta, sobre todo si es la mayoritaria y, por lo mismo, de más peso sociocultural, demográfico y democrático en su nación. Con otras palabras, además del ámbito específico de
su incumbencia (lo político, económico, militar, etc.), de modo indirecto corre el riesgo de caer en la
tentación de orientar y dictaminar respecto de lo religioso. En el fundamentalismo religioso, por
ejemplo: el islámico, lo religioso se desborda sobre lo profano, privándolo de su propia autonomía. En el
fundamentalismo laicista, al revés, lo profano, la autoridad civil, pretende infiltrarse e inundar el recinto
y la proyección socio-culturales de la religión y de la ética.
57
58
Cf. M. GUERRA, Historia de las Religiones..., pp. 201-202.
Assemblée Nationale (Alain Gest, Président; Jacques Guyard, Raporteur) , Les sectes en France, Paris 1995, p. 103- 106.
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