Nicholas Tipton Hermanos de guerra Marco se lanza por una puerta y se cubre la cabeza con su verde mochila gastada. Espera la explosión pero en vez hay silencio. La falta de ruido es súbito, sorprendente; pero más es ensordecedor. Hace dos meces Marco se desplegó en las playas de Normandy y desde el momento que cayó la puerta del barco él ha oído constantemente los horrores de guerra. Se sacude la cabeza y concentra en el actual. Se aprovecha unos momentos para recargar su rifle y beber el resto de su agua. Se levanta y echa un vistazo a la sala. Las paredes y el piso son blancos y limpios, algo un poco extraño en la ciudad casi destruida, pero piensa solamente en buscar su hermano. Cuando sale ve lo que se parece una cama de hospital en el rincón. Marco pasa afuera hacia la calle. Es un día asoleado. Está llevando su uniforme de gala. Camina rígidamente por las calles de Washington DC, su ropa sofocándole. Está perdido en su mente; recuerde su compañero, su hermano, al lado de quien luchó en esa playa. Se siente las etiquetas de él colgando contra su pecho bajo su uniforme. Nunca las ha quitado desde ese día, desde la playa. Cuando llega a su destinario la guardia abre la verja y Marco camina por el sendero hacia la Casa Blanca. Pronto recibirá la medalla de honor, presentado del presidente de los Estados Unidos, pero no tiene orgullo. Todo el país le llama héroe a pesar de que nadie sabe si salvó a su hermano. Se siente vacío. Un sonido metálico suena y Marco se para rápidamente. Mira las escaleras y entonces recuerda…sus ojos se bajan hacia sus piernas que no están allí. Se roda alrededor de las escaleras y sube la rampa. Cuando abre las puertas ve que la Casa Blanca es solo una sala blanca y vacía. Cierra la puerta de golpe, da una vuelta, y de repente está cegado por un relámpago brillante. Inmediatamente le rodea un caos ruidoso. Una explosión le ha derribado en la tierra. Gatea hacia una roca, su uniforme verde relleno de arena. Aturdido, da cuento de que está en la playa. Mira a sus hermanos, luchando, pero no ve a su compañero. De repente un proyectil destruye un barco; el uno en que Marco llegó. Le busca a su hermano, frenético, pero no le ve. Marco ojea delante de la roca, con balas volando arriba su casco, y le ve al hombre boca abajo en la planta. Sin pensar, tropieza hacia el hombre y le jala, gateando por lo que siente una milla. Vuelve a la roca y se queda con él. Llama un médico pero el peligro está creciendo. No pueden quedarse. De mala gana se va, orando que su amigo vive para volver a su esposa y sus niños. Corre hacia un edificio y lanza por la puerta. La sala es blanca y vacía. Se está sentando en su silla de ruegas y en vez de su uniforme está llevando una túnica delgada. Oye una voz en su lado: “Marco.” Es su amigo, su hermano de guerra, pero no le ve. “Te he estado esperando, Marco.” Es en este momento que Marco se da cuenta de que su compañero no sobrevivió en la playa, y en el mismo momento ve la cama en el rincón de la sala. Un hombre está al lado de la cama, mirando una persona que parece dormir. Marco sabe que este hombre es su hermano, y también que el enfermo es sí mismo. Pero eso no le sorprende, de hecho le calma. Olvida que perdió sus piernas y se levanta para caminar hacia su amigo. Marco quiere examinar su propia cara en la cama, pero parpadea y la cama desaparece. Pone su brazo alrededor de los hombros de su hermano y ellos salen juntos. Abren la puerta y les saluda una luz radiante. La luz es blanca, pero no es vacía.