Homenaje a Erich Mª Remarque Tiempo de amar, tiempo de morir Douglas Sirk, 1958 25 de septiembre de 2012, 18.00 h Título original: A Time to Love and a Time to Die. Dirección: Douglas Sirk. Productor: Robert Arthur. Guion: Orin Jannings, según la novela de Erich Maria Remarque. Fotografía: Russell Metty. Música: Miklós Rózsa. Montaje: Ted J. Kent. Dirección artística: Alexander Golitzen, Alfred Sweeney. Intérpretes: John Gavin (Ernst Graeber), Liselotte Pulver (Elizabeth Kruse Graeber), Jock Mahoney (Immerman), Don DeFore (Hermann Boettcher), Keenan Wynn (Reuter), Erich Maria Remarque (profesor Pohlmann), Dieter Borsche (capitán Rahe), Barbara Rütting (guerrillera), Thayer David (Oscar Binding), Charles Regnier (Joseph), Dorothea Wieck (Frau Lieser), Kurt Meisel, Agnes Windeck, Clancy Cooper, John Van Dreelen, Klaus Kinski, Alice Treff, Alexander Engel, Jim Hutton, Bengt Lindström, Wolf Harnisch... Nacionalidad y año: Estados Unidos 1958. Ficha bibliográfica: Tiempo para amar, tiempo para morir, por Erich Maria Remarque; traducción del inglés de Francisco Elías. Esplugas de Llobregat, Barcelona: G.P., 1976. Colección: Libros Reno; nº 422. Traducción de: Zeit zu leben und Zeit zu sterben (1954). Douglas Sirk fue un director de cine nacido en Hamburgo (Alemania), cuyo verdadero nombre era Hans Detlef Sierk. A lo largo de su vida cambió de nacionalidad en varias ocasiones (danesa, alemana y estadounidense). Finalizada la I Guerra Mundial estudió en Munich y Hamburgo, y después trabajó como escritor y director de teatro en Bremen (1923-1929) y Leipzig (1929-1936). Sin embargo, cuando el teatro alemán sufrió la depuración nazi, Sirk se pasó al cine, mostrando inmediatamente un dominio innato del melodrama en una serie de películas de carácter costumbrista. Entre sus mejores obras de esta época destacan La golondrina cautiva (1937) y La habanera (1937), ambas con Zarah Leander. A comienzos de la II Guerra Mundial se trasladó a EE.UU. y llegó a Hollywood como un completo desconocido. En 1943 rodó, en calidad de productor independiente, Hitler’s Madman, sobre el asesinato de Reinhard Heydrich. En 1944, la película Extraña confesión (adaptación de “La cacería” de Chéjov), con George Sanders, fue bien recibida por la crítica. Siguió dirigiendo una serie de películas de suspense que le confirmaron como gran estilista, entre las que destacan El asesino poeta (1947), Pacto tenebroso (1948) y Más fuerte que la ley (1949). En 1950 fue contratado por los estudios Universal para dirigir varias películas melodramáticas al estilo de la época, como Obsesión (1954), Solo el cielo lo sabe (1955), Escrito sobre el viento (1956), Interludio de amor (1957), Ángeles sin brillo (1958), su mayor éxito, Tiempo de amar, tiempo de morir (1958), Imitación a la vida (1959). Tiempo de amar, tiempo de morir (1958). En 1945 John Gavin llega de permiso a Berlín desde el frente del Este. La casa de sus padres ha sido bombardeada. Por casualidad se encuentra con Liselotte Pulver, a la que conoció cuando eran niños. Como ambos están desesperados y solos empiezan a enamorarse. El título de la película le va bien: Tiempo de amar, tiempo de morir. Es tiempo de guerra, evidentemente tiempo de morir. Y en Douglas Sirk, donde hay muerte, bombas, frío y lágrimas puede desarrollarse el amor. Liselotte Pulver ha plantado perejil en el alféizar de su ventana, única huella de vida entre los escombros. […] Una película sobre la guerra tendría que ser diferente. Esta es una película sobre una forma de ser. Sobre la guerra como circunstancia y terreno para el amor. Si estos mismos personajes, Liselotte Pulver y John Gavin, se hubiesen encontrado, por ejemplo, en 1971, se habrían reído, se habrían dicho: “¿Qué tal? ¡Qué coincidencia!”; y ahí habría acabado todo. En 1945 su amistad puede convertirse en un gran amor. Y es verdad. El problema no es el amor. Los problemas se plantean en el exterior. En el interior dos seres pueden sentir ternura el uno por el otro. >>>>> Por primera vez en Douglas Sirk vemos un amor normal y a personas que no tienen nada de excepcionales. Miran con ojos sorprendidos lo que pasa a su alrededor. Todo les parece incomprensible, las bombas, la Gestapo, la locura. En tal situación el amor es la menos complicada de todas las cosas, la única que es posible comprender. Y se cobijan en él. […] La guerra y sus horrores no son más que un decorado. Nadie puede hacer una película sobre la guerra en sí misma; lo importante podría ser la forma en que las guerras empiezan, lo que producen en las personas, lo que dejan tras de sí. Esta no es una película pacifista; no pensamos ni un segundo: “Sin esta sucia guerra todo iría bien”, ni nada por el estilo. La novela de Erich María Remarque Tiempo para amar, tiempo para morir es pacífica. Remarque dice que sin la guerra su amor sería eterno. Sirk dice que sin la guerra no habría amor en absoluto. Angel Marín y Jaume Marín [Extracto] Publicado en http://www.claqueta.es Última consulta: septiembre 2012