pedí a Dupaquier que condensara en un artículo de 20 pági­ nas el contenido de un estudio que, con sus demostraciones, forma un libro de 300 páginas, de próxima publicación. La esperanza de vida dejó de progresar en los países socialistas, disminuyó en la u r s s . En los terceros mundos, la verdadera descolonización empieza en 1980. Durante 20 años, los mun­ dos antiguam ente bajo tutela siguieron beneficiándose de la experiencia y de la formación conseguidas en el tiempo de los imperios coloniales prem aturam ente desmantelados. Hoy, una generación después, los sistemas profilácticos se de­ rrum ban masivamente. Sector tras sector, enfermedad tras enfermedad, Dupaquier saca las cuentas. En relación con las proyecciones, discretamente rectificadas a la baja por las Naciones U nidas en 1980, los 50 ó 100 millones de decesos suplementarios “olvidados” por los demógrafos en el tercer mundo entre 1975 y 2000, nos dan p ara el año 2000 una población m undial probable de 5 800 a 5 900 millones de hombres. Estam os muy lejos de la cifra de 7 000 millones lanzada en 1968 p ara justificar la gran manipulación malthusiana. No m ata la sola enfermedad, la m entira también. Pierre Chaunu La Sorbona Esteban, Emilia V e l a z q u e z . Felipe V a z q u e z . Merce­ des H o p e . Cooperativas agrarias y conflictos políticos en e l sur de Jalisco. México, Universidad Autónoma M etropolitana-Iztapalapa, Cuadernos Universitarios 24, División de Ciencias Sociales y Humanidades, 1985. 201 pp. K rotx. En el campo mexicano el colectivismo agrario y la organiza­ ción cam pesina tienen raíces históricas muy profundas. De ahí quizá que p ara promover una relativa movilización so­ cial y al mismo tiempo un desarrollo económico, diferentes instancias —desde las instituciones oficiales h asta los gru­ pos de izquierda— h ay an recurrido a la experiencia de la organización colectiva, aunque muchas veces ésta se reduzca a un estatuto jurídico de cooperación para el trabajo, colecti­ vización, etcétera. Desde el final de la década de los sesenta el crecimiento económico que había caracterizado al país se fue deterioran­ do de tal m anera que durante los años setenta se manifestó ya en forma crítica. Ante las presiones económicas y políti­ cas del sector campesino, agudizadas por crisis agrícolas sucesivas, el gobierno echeverrista puso en m archa una es­ trategia de desarrollo rural que incrementó la inversión pú­ blica en el campo. Fue entonces que se llevaron a cabo proyec­ tos de desarrollo al por mayor: ejidos colectivos de nuevo cuño, cooperativas agrarias, agroindustriales, etc. Un sinfín de instituciones fueron creadas para salvaguardar el buen desempeño de tales tareas de promoción. La organización popular tuvo cierto auge aunque a decir verdad predomina­ ron los patrones de organización impuestos desde fuera. U na de las repercusiones más evidentes de estos proyec­ tos de colectivización ejidal fue la tendencia a una mayor diferenciación económica y sociopolítica de las poblaciones locales involucradas. En los artículos que este libro compila, se manifiesta la preocupación por este tipo de problemas. Todos ellos tra ta n específicamente de la organización coope­ rativa y de la colectivización ejidal, y centran su atención en los fenómenos de tipo político que se h an generado en los ejidos como consecuencia de la aplicación de estos progra­ mas. Esta publicación concentra parte de los resultados de investigación de cuatro antropólogos: Esteban Krotz, que coordina la obra, Emilia Velázquez, Felipe Vázquez y Merce­ des Hope, sobre formas de organización campesina cuyo objetivo general pretende “contribuir tanto a un mejor cono­ cimiento de la problemática general de la población rural mexicana como a la formulación de elementos para afrontar­ la” (p. 7). En “Cooperativas campesinas y conflictos políticos” (13-36), Esteban Krotz analiza algunos aspectos del impacto de la colectivización ejidal en el nivel local como parte de una realidad social conflictiva. Las líneas generales de este artí­ culo introductorio tienen que ver con una concepción acerca de la organización cooperativa: un instrumento para la orga­ nización autogestiva y la educación popular. Los plantea­ mientos sugieren cómo debería ser la promoción agraria, entendida a la m anera de Freire, y el tipo de información y reflexión teórica que debe tener la investigación socioantropológica, en el entendido de que el promotor y el investigador son sujetos diferentes. Ante la falta de estudios pormenorizados acerca de este tipo de organizaciones populares, el autor hace hincapié en la necesidad de analizar el cooperativismo rural vinculándolo a contextos ecológicos, históricos, micro y macro sociales. La justificación es relevante tanto por la variedad, proliferación y heterogeneidad de las cooperativas como por los fenóme­ nos políticos que suscitan. P a ra Krotz el análisis h a de ser local por dos razones: porque permite diferenciar los proyectos y estrategias que surgen y se evalúan fuera del campo —común denominador de los proyectos llevados a cabo por las instituciones guber­ nam entales—, de aquellos que necesitan sustentarse en el consenso campesino ante la falta de apoyo oficial. La segun­ da razón surge de la perspectiva de la organización misma. P ara el autor h ay que prestar atención “a los conflictos loca­ les latentes como aquellos creados por el impulso cooperativizador” (19). Los conflictos se presentan tanto al interior de las comunidades en las relaciones que éstas mism as enta­ blan, como en niveles de integración superiores. Por la recu­ rrencia que se observa en los conflictos que suscitan los p ro g ra m a s y proyectos de cooperativización conocidos, Krotz sugiere que el análisis del fenómeno a nivel regional puede obviarse. Independiente del carácter económico y desarrollista de la mayoría de los proyectos cooperativistas, su implementación lleva a transformaciones más o menos profundas, más o menos perm anentes en términos de organización política. Las contradicciones que surgen o se avivan se explican por la aplicación de program as y proyectos de m anera homogénea, como si los ejidatarios fueran un bloque indiferenciado eco­ nómica, política o sócialmente. A partir de esto el autor incor­ pora otro elemento al análisis del problema: determinar las bases de poder de la organización, sus relaciones de oposi­ ción y alianza, que aunque sólo son comprensibles histórica- mente, pueden ser aprehendidas empíricamente por su expre­ sión “ en las relaciones de parentesco, de afinidad y de compadrazgo, en la segregación espacial de las viviendas, en la adscripción a determ inadas características de tipo étnico, en la existencia de una determinada jerarquía local de presti­ gio, etcétera” (22). Así, el autor ofrece elementos importantes para la inter­ pretación de las transformaciones ocurridas a raíz de estos proyectos y para entender las modificaciones en la estructu­ ra interna de poder o el clientelismo político. Es claro que este tipo de fenómeno suscitado por la implementación de formas de organización cooperativa no es exclusivo de los proyectos de organización gubernam enta­ les puesto que en general, “la cooperativización o su intento agudiza conflictos mediante el reforzamiento y la acelera­ ción de un determinado modo de incorporación al sistema social más comprehensivo...” (27), a saber, al sistema capita­ lista, al sistema centralizador de las instituciones estatales, al modelo industrial de desarrollo en la producción. Todo esto tiene repercusiones en nuevas formas de relación con la n atu ­ raleza, nuevas formas de vida y modos de pensar. De ahí que la lectura sea por demás sugerente para el análisis comparado de proyectos organizativos, atendiendo a su dinámica y adecuación al medio campesino, dando im­ portancia al papel de los técnicos, burócratas, promotores y políticos vistos como intermediarios políticos entre los cam­ pesinos, los proyectos de organización y las instituciones. Sin que lo proponga explícitamente, el autor deja entre­ ver la necesidad de presentar programas alternativos que surjan como resultado de un trabajo teórico y práctico pro­ fundamente crítico que garantice la viabilidad de un proyec­ to de organización política campesina. P ara esto es preciso concebir la investigación socioantropológica como un proce­ so de comunicación con el “objeto de estudio”. Krotz dedica las últimas líneas del trabajo a poner de relieve cómo el cooperativismo y otras formas de organización popular, aun ­ que necesarias, provocan efectos conflictivos en la población rural. A esto debe abocarse el estudio socioantropológico: no a solucionar los problemas sino a hacer “más claras sus cau- sas y así más reflexivos a quienes quieren contribuir a su­ perarlos” (36). Los tres artículos que siguen se inscriben en este orden de ideas, aunque no aportan elementos concretos que sugie­ ran program as alternativos. Son estudios de caso que arro­ jan información sobre las dificultades que se presentan y plantean a cualquier proyecto de organización popular. To­ dos ellos fueron realizados en la región del Sur de Jalisco, a comienzos de los setenta y m uestran similitudes en su pre­ sentación: una introducción objetiva al escenario político, previa declaración de los conceptos teóricos que guían la interpretación de los eventos estudiados. En el caso que aborda Emilia Velázquez en “Colectivi­ zación ejidal, diferenciación social y conflictos políticos en San Pedro Toxín” (39-116), se explican las consecuencias de la colectivización en la economía de las familias campesinas y en la estratificación social de la localidad. De acuerdo con la hipótesis general de la obra de que la cooperativización no sólo modifica la situación existente sino que crea conflictos nuevos, la autora constata cómo la colectivización provocó el desarrollo de una estratificación socioeconómica en la que las posibilidades de acumulación provenientes de la organi­ zación fueron aprovechadas por un grupo de ejidatarios que, presionados por la mesa directiva, formaron nuevas estrate­ gias de acuerdo a sus intereses que eran opuestos a los de otros ejidatarios y al proyecto cooperativo en su conjunto. Así, Velázquez da cuenta de la m anera en que la colecti­ vización ejidal llevó a una organización económica y política ajena a los intereses de la localidad. Queda claro en este ejemplo que para los campesinos el estar organizados, en sí mismo, no modifica en su favor las relaciones desiguales que establece con la sociedad mayor; mucho menos fortalece su capacidad de negociación, o fomenta una conciencia de clase entre los campesinos. Aunque la autora no lo llega a concluir, parecería que no es la organización sino la forma de partici­ pación en la tom a de decisiones y en el proceso de trabajo mismo lo que permitiría hacer posible lo anterior. A lo largo del texto Velázquez nos remite a los aspectos económicos y políticos que, vistos diacrónicamente, pueden explicar las contradicciones entre los intereses oficiales y los del campesinado. Gran parte del trabajo está dedicado al análisis político: la sustitución de las estructuras de media­ ción, el faccionalismo y las formas en que se distribuye el poder en el ejido de San Pedro. Analiza también cómo un conflicto entre facciones llevó, al final de cuentas, a tra tar de volver al ejido parcelado. El estudio de Felipe Vázquez sobre la “Colectivización ejidal y cambios en la forma de control político en San Nico­ lás (117-164), a diferencia del anterior, no alude a la estratifi­ cación local. Su reseña de los acontecimientos se centra en el surgimiento de las tensiones entre los colectivistas y los comerciantes vistos como grupos económicos y cómo esta pugna se tradujo, en determinadas coyunturas, en el enfren­ tamiento de facciones por controlar los cargos públicos. El análisis plantea que la colectivización ejidal y sus repercusiones a nivel local y municipal provocaron el debili­ tamiento de una estructura política b asada h asta ese mo­ mento exclusivamente en el cacicazgo. Como consecuencia de esto, en San Nicolás de Acuña se manifiesta desde enton­ ces una combinación bastante funcional de control caciquil y control gubernam ental, vía la cooperativa, sobre el campesi­ nado local. Lo económico subyace a este trabajo pues el conflicto político está relacionado con el proceso de “modernización e integración del desarrollo capitalista de los ejidatarios a través de la combinación que se dio entre el programa de colectivización y la actividad de un ingenio azucarero” (121). El último artículo, firmado por Mercedes Hope, “El ejido Primero de Febrero: un colectivo forzado” (167-194) es, como bien plantea Krotz en la presentación, “un botón de muestra interesante de lo que puede observarse en muchos casos simi­ lares donde el modelo organizativo impuesto no se articula adecuadamente a los intereses de los ejidatarios” (8). En un breve recuento histórico, Hope explica la m anera en que el campesinado fortalece sus lazos con los terratenientes más que con los miembros de su clase. Después de caracterizar al ejido, ubicarlo en su contexto regional y reseñar la formación y funcionamiento del ejido colectivo, dedica el análisis “al proceso conflictivo que llevó a los ejidatarios a plantear a las autoridades su fraccionam iento” (169). Proceso que explica como un conflicto entre facciones políticas. El común denominador de las conclusiones de estos estudios de caso se centraría en la ya muy m anejada pregun­ ta de con qué fin se organiza al campesinado si h an sido evidentes los fracasos continuos tanto en términos económi­ cos, como en la formación de una conciencia política. El eterno monstruo que es el desarrollo del capitalismo se erige como explicación últim a de la situación del campesinado. En los casos que aquí se comentan el capitalismo es representa­ do por el Estado, convertido en ente omnipresente e insosla­ yable. Lo que mejor se aprecia de este trabajo es la claridad con que están expuestos a los diferentes fenómenos involucrados en la colectivización y la explicación de sus procesos; es una aportación a la discusión que confronta la situación apre­ m iante de la organización cam pesina con la necesidad de hacer propuestas concretas para integrar a diferentes niveles la investigación sobre el campesinado. Sin embargo, queda la duda de si los resultados de las investigaciones realizadas propondrían otras alternativas si se hubieran preguntado cómo se organiza el campesinado y no cómo se organiza al campesinado. Gabriela Cervera El Colegio de Michoacán R Mechtild, La ganadería capitalista en México, Méxi­ co, Ed. Lénez, 1984, 250 pp. utsch, A ndan sueltos decenas de artículos, ponencias, manuscritos y documentos oficiales que tratan, parcial o globalmente, sobre la ganadería bovina de carne en México. De reciente publicación, como obras académicas más acabadas, existen tres libros que son referencia obligada para todo interesado en el tema. En 1982 la Secretaría de Agricultura y Recursos Hidráu­ licos publicó El desarrollo agroindustrial y la ganadería en México, obra monumental dirigida por Ernest Feder, coro-