INSTITUCIONES ECONÓMICAS: CONTORNOS DE LA TRIADA BÁSICA* Javier Alfonso Gil 1. Introducción y Supuestos Básicos Junto con los ya consagrados de Public-choice y el revivir de la escuela austríaca, los enfoques institucionales para el estudio de la economía han venido progresando en la literatura especializada a un ritmo sustancial. Estos distintos enfoques intentan mejorar el modelo neoclásico básico, no sustituirlo, ya que ninguno se ofrece como alternativa. No ofrecerse como alternativa implica reconocimiento e incluso dependencia, pero también posibilidad de mejoras significativas con respecto a aquel. Para el enfoque institucional que aquí seguimos, resulta difícilmente comprensible tanto la ausencia del análisis institucional en el modelo básico (North, 1990), como el mantenimiento del concepto de racionalidad fuerte (Williamson, 1985). El propósito del enfoque institucional será, en parte, traer el comportamiento del ser humano tal y cual es, al ámbito de análisis económico y su evolución (Coase, 1984). Nuestro objetivo en este trabajo será "describir" el papel de los individuos con sus organizaciones en el juego social de actuar en las reglas (instituciones) que ellos mismos se han dado. Paralelamente intentaremos analizar las que consideramos no únicas pero sí las más importantes instituciones del capitalismo: el Mercado, el Estado y la Empresa. El proceso es dinámico, difícil y, a veces todavía, confuso; pero también creemos que en muchos aspectos, esclarecedor. Puesto que de instituciones hablamos, bue no sería empezar exponiendo una definición de éstas, y ello no con pretensión de zanjar algo que está abierto, como es el caso de definir lo que entendemos por mercado, o empresa, o estado, sino con un carácter expositivo que pretende ir demarcando el territorio, aunque sea un territorio tan ignoto como éste. Así pues, "Las Instituciones son creaciones humanas cuyo objetivo es autolimitarse en sus actuaciones, para así poder interrelacionarse con sus semejantes maximizando las oportunidades, riqueza, renta, de sus “principales” (North 1991). Repasemos: son creaciones del hombre, elaboradas para poder relacionarse con "el otro", por lo que debe acatar unas reglas mínimas que restrinjan su libre albedrío y cuyo objetivo será maximizar las oportunidades del individuo en el devenir de su organización. ¿De qué individuo estamos hablando? Desde la aportación de Simon, (1986) hay amplio consenso en la literatura institucional en describir el comportamiento individual como de "Bounded- Racionality" (racionalidad limitada). El individuo quiere ser racional, quiere más o menos, pero ese más no siempre podrá alcanzarlo (Williamson, 1985). No puede, porque problemas de conocimiento (información) le hacen vulnerable frente al problema a resolver. Conocer es algo inalcanzable para el ser humano, solo aspectos parciales del problema le * Artículo publicado en Madoery, Oscar y Vázquez Barquero, Antonio (eds.), Transformaciones globales, Instituciones y Políticas de desarrollo local. Editorial Homo Sapiens, Rosario, 2001. estarán permitidos y ello a través de la experiencia, es decir, de los errores cometidos. (Popper, 1987). Junto a la "Racionalidad Limitada", el individuo es portador de ideas, visiones, reglas, normas sociales, que le construyen una determinada ideología que influirá en sus decisiones y comportamiento (North 1993). El individuo en su motivación no sólo se manifiesta como ser nacional, sino que, su componente ideológico, también condicionará, a veces poderosamente, su comportamiento económico. El individuo arriba descrito actúa en las instituciones por él construidas con el fin de optimizar sus posibilidades en sociedad. Las instituciones marcan las reglas de juego que todos los individuos deben respetar. Es la cesión de soberanía que debe entregar a cambio de beneficiarse del bien público que la organización le proveerá 1 . Conviene distinguir entre institución y organización, mientras aquella viene representada por las normas, reglas generadas, esta, la organización, vendrá configurada por los agentes, los individuos que actúan bajo esas reglas. Acudiendo al símil del juego y siguiendo a North, en todo juego se dan unas reglas (las instituciones) y un equipo que ejecuta el juego (las organizaciones). También veremos que se necesita un árbitro que se encargue de interpretar y hacer respetar las reglas. Serán las organizaciones, llevando al límite las posibilidades que ofrecen de las reglas existentes para su beneficio, las que condicionen la trayectoria y evolución del proceso económico. La pugna por obtener ventajas con la legislación existente, con las reglas del juego actuales, o intentar cambiarlas, mediante la legislación2 a través del mercado político, será el campo natural de análisis de las instituciones. 2. El Mercado De las tres instituciones que vamos a considerar, creemos que el mercado ocupa una posición preeminente entre ellas. Intentémoslo esbozar. Aceptando que las normas, reglas, e incluso la ley, tienen un origen social, evolutivo y debidas a la acción de los hombres, de todos los hombres, pero no al diseño de ningún hombre en concreto 3 , ello nos lleva a aceptar la institución del mercado como generada mediante un proceso "orgánico" en el tiempo debido a la acción de los individuos en su evolución social. 1 De toda la argumentación entre el individuo y las instituciones, debe quedar claro el no-reduccionismo del enfoque. El individuo se aleja de la visión neoclásica estándar, es en combinación con su "salida natural a la sociedad" vía las instituciones, donde hay que ubicarlo, lo que implica un análisis del proceso de cambio debido ala interacción entre individuo y sociedad (Hodgson, 1988). 2 Legislar, en sentido amplio, es cambiar derechos de propiedad creando instituciones formales. El mercado político, donde lo anterior se realiza, forma parte integral de la aplicación del modelo económico a la política, iniciado por Buchanan y Tullock, (1962), aunque con antecedentes en Downs, (1957). 3 En palabras de Hayek (1978): La idea, central al concepto de evolución y orden espontáneo en la literatura de los austríacos, está tomada de los economistas escoceses del S.XVIII, concretamente Fergurson, tal y como lo expone. Lo sustantivo es el proceso de desarrollo del mercado en la sociedad, lo que implica relacionar sociedad con mercado en un proceso inextricablemente unido. La evolución del mercado correrá en paralelo a las leyes de que se dote la sociedad. La ley y el mercado con un origen común se acompañarán en un viaje histórico común, no siempre en armonía, lo que influirá decididamente en el proceso evolutivo de la sociedad (Hayek 1978). El mercado se nos presenta como "La Institución" de la sociedad ya pesar de las dudas sobre si emerge antes o no que el Estado (Pitelis, 1993), dada su importancia cualitativa ser el núcleo de la sociedad privada debe aceptarse su papel de "institución primigenia de la sociedad" en el principio, fue el mercado (Williamson, 1975). Tenemos contrastado el lento amanecer del mercado en la sociedad (North, 1984). Desde el siglo X hasta el XVII, asistimos en Europa a un proceso lento, brutal y lleno de incertidumbre sobre esta institución. El mercado, deberá luchar con las creencias, normas y reglas que envolvían, mejor sujetaban, ala sociedad pre-mercado. El componente ideológico en el comportamiento humano, como hemos expresado anteriormente, actuaba y actúa, a modo de corsé social, sustentando en normas sociales conocidas, impermeables, de cambio evolutivo lento e inamovibles a corto plazo. ¿Cómo se inicia el proceso de ruptura de estas "tribus" compartimentalizadas, aisladas en pequeños núcleos? Todo apunta al "descubrimiento" del comercio en seguridad, como proceso de expansión económica que genera a su vez caídas en los costes de transacción y nuevo aumento de mercado (North 1981). La función del mercado resulta crucial en la ruptura y cambio de la sociedad pre- mercado; concretamente la aceptación "del otro" como agente de intercambio se convertirá en la herramienta clave para el salto de la tribu a la Gran Sociedad (Buchanan, 1977). La Catallaxia, la ciencia del intercambio, no sólo se preocupa de estudiar el proceso de transar entre los individuos, sino que su significado, más importante para nuestro propósito, es la cualidad de "aceptación del otro" como elemento civilizador y universalizador del comportamiento humano. "Transar con el otro" es aceptarle, lo que genera, en su evolución, un "orden espontáneo" que repercute e influye en la sociedad. 3. Contorno del Mercado Lo expresado arriba para el mercado, su origen y significado, podríamos ampliarlo para los derechos de propiedad definiéndolos como creaciones humanas en base a comportamientos regulares (convenciones) a través del tiempo que tienden a autoafirmarse ya replicarse (Sudgen, 1989). Sin derechos de propiedad, sin su delimitación en el proceso social, es muy difícil que emerja la transacción, es decir, el mercado. De hecho, sin delimitación de derechos de propiedad, los costes de transacción alcanzarán tal magnitud que el intercambio se bloqueará (Coase, 1960). Las instituciones, con los derechos de propiedad a la base, son necesarias para posibilitar las transacciones y consecuentemente reducir sus costes 4 . Con ellas el mercado tenderá a expandirse a través de las de las ganancias del 4 La "nueva economía institucional" como diferencia a los institucionalistas de principios de siglo, basa su argumentación en los costes de transacción. Es decir, los costes asociados a la información, la negociación ya hacer cumplir los contratos. De ahí la "Economía de los Costes de Transacción" (Williamson, 1975) (Arrow, 1970). comercio y la sociedad podrá evolucionar hacia situaciones de mayor éxito en sus soluciones parciales al problema económico. Aceptar "al otro", transar, significa que hay "unanimidad" entre los agentes (Buchanan 1975) y que la generalización de la unanimidad, desemboca en el fenómeno de la "replicación" como vehículo de expansión del mercado. Replicarse ó transar, equivale a la facultad de dividirse, cuyo fin es el de multiplicarse. El tejido del mercado crece mediante la replicación, pero observemos que crece sin un propósito concreto (Kirzner, 1982). Si el mercado se debe a la acción de los individuos y no a su diseño, la entrada de los agentes debe estar radicalmente garantizada en su neutralidad. El mercado es neutral para sus participantes, ellos acudirán con su conocimiento y sus propósitos (Hayek 1991), pero, el espacio de encuentro y aceptación, es neutro para ambos. Además y consecuentemente con lo anterior, el mercado no puede asegurar el resultado de la transacción, habrá ganadores y también perdedores, pero el mercado no tiene ningún objetivo concreto hacia personas y/o grupos de ganadores o perdedores. Es un espacio neutral sin propósito definido y con resultados aleatorios, para los agentes que intervienen. El mercado no es una institución jerárquica ya que ello implicaría que habría sido diseñada por "un hombre" y no creada por "los hombres"; al contrario, el mercado no funciona a través de órdenes jerárquicas basadas bien en el poder, bien en el control; funciona, por el contrario, sólo en base a la competencia entre los agentes, entendida ésta como "descubrimiento de posibilidades" (Kirzner 1992), competencia que logrará, en el espacio de neutralidad, el orden espontáneo como resultado del proceso. Un orden, ni impuesto, ni buscado, simplemente hallado. En el proceso de transacción, el individuo, dotado como hemos visto de racionalidad limitada e ideología, tenderá en general, a que su componente de racionalidad impere por encima de su componente ideológico. La batalla interna entre las dos tendencias, la razón crítica y la norma social, tenderá a sesgarse, en el mercado, hacia la primera. De ahí la función del mercado como modelador activo de la sociedad. El requisito de un espacio de neutralidad definido para el acto de intercambio, presupone distinguir entre situaciones ex- ante y ex-post de la transacción. Los individuos y las organizaciones intentarán condicionar el acto de transar tratando de imponer sus preferencias en la negociación ex-ante. En esta situación, las partes usarán o bien argumentos que aparentemente expresen sus preferencias cuando es posible que lo utilicen como estrategia; o bien intentarán utilizar el bloqueo en la negociación, mediante su poder de mercado. Todo ello es relevante y se ha escrito hasta la extenuación5 . Nuestra posición, no obstante, es que las posiciones ex-ante y ex-post de los agentes, conviene que sean separadas del acto de transar como espacio radical de neutralidad, donde la unanimidad queda preservada. Ex-ante, los individuos, con sus limitados conocimientos y sus objetivos, se acercan al mercado para transar. El resultado será un beneficio agregado para la sociedad y ello, aunque los individuos no lo quieran ni lo prevean. El mecanismo se basará en el proceso descentralizado de conocimientos parciales de los individuos que, puestos a disposición de la sociedad, con sus motivos, ésta termina por beneficiarse; todo ello, además no es incompatible, 5 Para el comportamiento estratégico en los actores véase por ejemplo (Feldman, 1992) para el poder del mercado (Reder, 1982). para que, ex-post, algunos individuos u organizaciones vean sus propósitos frustrados 6 . Es lo que se entiende como un proceso de mano invisible (Langlois, 1989), o como el mejor camino para resolver, parcial y evolutivamente, el problema económico de toda sociedad (Hayek, 1976). ¿Podemos, por fin, definir el mercado? Como intento, diremos que es una institución, unas reglas, que entienden del intercambio y su replicación y que se caracteriza por su neutralidad, unanimidad, competencia, ausencia de propósitos, no-jerarquía y resultado aleatorio para los participantes. 4. Proposición Central El entorno expuesto garantizará el trato igual, ante la ley del mercado, de los participantes/ sólo esas normas sancionarán el resultado del juego, sólo ellas estarán en posición favorable para resolver el problema económico al que se enfrenta la sociedad y, sin embargo... resulta duro, muy duro, exponerse a tales exigencias 7 . Los individuos y/o las organizaciones, dado su limitado conocimiento y su búsqueda del propio interés, es lógico que quieran zafarse de una exposición, de un escrutinio, ante unas reglas de exigencia sin par, pero que no garantizan un resultado en el proceso. La propia valoración de sus conocimientos, relativos al del resto de los agentes, junto a su motivación les impulsarán a salir del mercado, con el objetivo, vano por otro lado, de evitar su juicio. Creen y quieren "construir el resultado" de la acción del mercado. piensa que sólo saliéndose de él podrán alcanzarlo. Nuestra proposición central es que las organizaciones tiene n incentivos para abandonar el mercado, sesgar sus resultados, transformándose en organizaciones jerárquicas, o bien hacia formas de Estado (emprendedores políticos) o bien hacia formas de empresa (empresarios económicos). 5. La Empresa El mercado, el espacio de neutralidad, es un "territorio hostil", por lo que el individuo, el empresario, y las organizaciones, querrán salir de él. Lo paradójico es que será a través de la experiencia del mercado, donde dichos agentes económicos descubrirán sus oportunidades en función de sus especialidades de conocimiento y motivación. Desde esa experiencia construirán organizaciones jerárquicas, con objetivos definidos, basados en el control tecnológico sobre la división del trabajo. Adiós al mercado, bienvenido a la empresa. 6 Las consecuencias del "juego" para los perdedores persistentes nos llevan a problemas de redistribución de la renta. Ningún autor liberal rechaza la ayuda estatal a los desfavorecidos, ver por ejemplo (Hayek, 1991) o (Buchanan, 1975). ¿Un suelo garantizado? Si, pero fuera del mercado, afirmarán. 7 No hay mercado sin regulación, es decir sin normas claras que garanticen la ley fundamental de neutralidad. Cuanto mejor regulado, mejor cumple su función (Coase, 1986). La literatura económica gira en torno a la propuesta de (Coase, 1937) sobre la aparición de la empresa. Para él la empresa nace cuando el empresario constata que los costes de producir el bien por él mismo, son menores que adquirirlo en el mercado. El empresario puede encargar al exterior de su empresa el bien requerido ya costes de producción similares a los suyos, pero los costes de transacción pueden hacer inviable, por bloqueo, el comercio. Se trata de una barrera natural que desincentiva acudir al mercado e internaliza la producción. Siempre que exista esa discrepancia en costes (de producción y de transacción), el potencial empresario tendrá incentivos a internalizar el bien previamente adquirido en el mercado. Históricamente sería el paso del "p utting-out system" a la factoría o, lo que es equivalente, del comerciante intermediario al empresario capitalista. La proposición de Coase también nos muestra el límite a la internalización. Efectivamente cuando los costes de adquirir el bien en el mercado tiendan a igualarse a los existentes al interior de la empresa, el incentivo para producir se verá atenuado. La empresa se configura entonces como reductora de los costes de transacción (Williamson, 1975). La literatura sobre la naturaleza de la empresa ha sido enorme (Pitelis, 1993). Las posiciones grosso- modo van desde legitimar la diferenciación de la empresa en función de su especificidad y contratos de actuación frente al mercado, en la tradición de Coase y desarrollada hasta límites exhaustivos por Williamson, hasta los que niegan la diferenciación entre ambas entidades y afirman que la empresa es mercado (Alchian y Demsetz,1972) La posición de los primeros, se centra en aceptar la II distinción que representa la empresa como organización jerárquica y analizar las variedades contractuales que, junto a la especificidad de los activos en que interviene, determinará la relación de ésta en el proceso económico. Serán las "Governance Structures" (estructuras contractuales de gobierno) de la empresa, con su especificidad, las que determinarán su perfil y resultados en el mercado (Williamson, 1985). Creemos que es más útil mantener la diferenciación entre mercado y empresa, ya que de esta manera, se puede aclarar más satisfactoriamente el origen y desarrollo de la organizaciónempresa. Si aceptamos la propuesta de que "no hay diferencia entre mercado y empresa", nos resultaría muy difícil el discernir los orígenes, la evolución y los objetivos de cada una de ellas. ¿Por qué son creadas? ¿Cómo explicar la figura de los empresarios? ¿Son los objetivos de la empresa semejantes a los del mercado?. 6. Contorno de la Empresa El contorno de la empresa debe ser contrastado con el del mercado, quizá así, podamos encontrar respuestas a las preguntas arriba hechas. Al contrario del mercado, la empresa no dimana de la acción espontánea, de la acción de los individuos enfrentados al problema económico de la sociedad, sino que nace del mercado, de la mano de los empresarios potenciales no dispuestos a aceptar el veredicto de éste. Los individuos activos en el mercado, pero todavía pre-empresarios, a través de la experiencia han acumulado conocimiento (Arrow,1962), lo que les lleva a poseer ciertas ventajas de información relativas, frente al resto de sus pares; no importa que el conocimiento sea real o ficticio, esto se podrá constatar con el tiempo, lo que importa es que el agente crea en las posibilidades que le otorga su conocimiento, lo que es básico para el inicio de su aventura. Esta creencia de conocimiento relativo superior, junto a sus motivaciones, generarán la transformación del agente de mercado en empresario o, lo que es lo mismo, la transformación del mercado en empresa, en organización. Superior nivel de conocimiento relativo y motivación, le permiten al empresario controlar el nivel de tecnología existente en la sociedad. La empresa cuando nace, lo hace con el nivel standard de tecnología existente en su entorno, lo que implica para el empresario, la necesidad de controlar los procesos y los factores de producción. No hay empresario sin control sobre su proceso tecnológico. De los medios de producción, desde un principio el más importante fue el factor trabajo 8 , por lo que la revolución industrial y capitalista consistió en la capacidad histórica de los empresarios para controlar el proceso productivo de la factoría expresado por su rutina como óptimo tecnológico (Nelson y Winter 1974). Al interior de la factoría indudablemente se ejercía un control jerárquico y tecnológico. La organización-empresa pivota alrededor del control jerárquico, control sobre el nivel tecnológico existente en el entorno, que queda plasmado en el control sobre la división del trabajo dentro de la organización. No es fácil comprender la división del trabajo fuera de una organización, de hecho, desde su formulación por Adam Smith (1759) la imagen de la división del trabajo viene asociada ala factoría. Sabemos que la división del trabajo es la generadora última de productividad el interior de la empresa. Es la empresa9 , en base al control tecnológico que posee manifestado a través de la división del trabajo, la generadora de las inconcebibles. ganancias de productividad que los últimos dos siglos han conocido (Maddison, 1982). Por supuesto, al exterior de la empresa, el mercado, con su replicación, especialización y crecimiento, genera un incremento sin cesar de los intercambios que da significado al término "ganancias del comercio" ya expuesto aquí; pero insistimos, lo anterior debe compaginarse con la acción endógena al interior de la empresa para la total compensación del fenómeno del crecimiento de una economía. Que inicialmente la empresa rompa al mercado, no quiere decir que pueda prescindir de él. Al contrario, la empresa necesita volcar el tremendo potencial que su control sobre la división del conocimiento y del trabajo han creado. Volverá al mercado con una cantidad de bienes y servicios acrecentada sobre la que hubiera existido sin empresa. Estas crean, multiplican, los productos por un factor de orden imposible de alcanzar por el mercado- intercambio. Las organizaciones empresariales destruyen mercado al salirse de él, pero vuelven a él para acrecentarlo. (Leijonfhud, 1986). 8 Las proposiciones del crecimiento endógeno (P. Romer, 1986,1993) resaltan la función del conocimiento, a través del capital humano, como determinante en el crecimiento económico. El conocimiento genera en los procesos de producción rendimientos crecientes. 9 Pensamos sesgadamente en la figura histórica de factoría industrial. Lo anterior nos lleva al problema de la competencia, crecimiento y límites alrededor de la empresa. Si la empresa surge zafándose del mercado, explotando su nivel relativo de conocimiento con el objetivo de "construir" un final feliz al juego del mercado, nos damos cuenta inmediatamente de la necesidad de la competencia. La organización, si quiere evitar el resultado aleatorio, pérdidas, tendrá que condicionar el mercado para que éste no imponga su ley sobre aquella. Bien sabe que sus beneficios, si acierta en el juego, dependen en última instancia de que el mercado crezca, pero como nos enseña en la teoría de los jue gos, dilema del prisionero, la actitud de cooperar; que nos llevaría a una situación paretiana, no es la que los jugadores finalmente tomarán (Farrell, 1987). Por ello es tan importante la competencia. Sólo ésta podrá poner límites al mandato de la organización de condicionar el mercado e intentar anularlo. La competición como proceso dinámico es la mejor solución al problema de la sociedad, es un viaje de exploración hacia lo desconocido, un intento de descubrir nuevas vías para hacer las cosas mejor que en el pasado. El concepto de competencia debe ser repensado o ampliado. La competencia cada vez más se realiza el interior de la empresa, por lo que, de ser así, la importancia del poder del mercado debería cualificarse. Más importante sería analizar globalmente, las condiciones del producto. Si éste se obtiene con costes medios mínimos en el sector, nivel internacional, la empresa actúa eficientemente y genera bienestar. Si por el contrario, el poder del mercado no coincide con un producto eficiente, será un signo de no-competencia al interior y normalmente de monopolio por legislación y altos costes de transacción (Demsezt, 1968) (Alchian, 1984). Las condiciones descritas están teniendo amplio efecto en las leyes anti- trust para su consideración. La ley y el derecho están aquí más juntos que nunca y de ahí la importancia del estudio de los contratos, la institución del contrato como análisis del proceso económico. De hecho, se llega a definir la empresa como un "nexo de contratos" (Eggertsson, 1990). La competencia al interior o al exterior asegura que la empresa se auto limite en sus actuaciones confinándola a ser una institución creadora mediante el "descubrimiento" de sus posibilidades y límite, en el mercado. El mercado, como institución sin objetivos que es, debe, en última instancia, poder dominar y centralizar el objetivo de crecer, de beneficio y de condicionar al mercado, que posee la empresa. 7. Control y Poder en la Empresa Hemos visto que el control que la empresa ejerce sobre su proceso de producción es su gran ventaja sobre otras organizaciones, como veremos, el estado. En lo que implica el factor trabajo, la polémica no termina entre los defensores de que existe coacción sobre el factor trabajo al interior de la empresa (Marglin, 1974; Bowles y Gintis 1993) y los que creen que las relaciones son estrictamente contractuales y por lo tanto, de doble libertad. a bien para que el empresario libremente rescinda el contrato con el trabajador o bien que éste, también libremente, deje la empresa. (Alchian y Demsetz 1972 a), lo que viene a ser lo mismo, la posibilidad de que el capital contrate al trabajo o que el trabajo contrate al capital. Lo sustancial es que la empresa, como organización jerárquica mantiene, y evolutivamente cambia, el control sobre la rutina de la factoría, que es la fuente de rendimientos crecientes. Por lo tanto, el control tiene una connotación económica equiparable al de utilización eficiente de los medios de producción. En competencia y en perspectiva histórica, la empresa solo sobrevivirá si utiliza óptima y consistentemente su proceso de aprendizaje y cambio tecnológico (Nelson y Winter 1982). La empresa en su crecimiento, si no encuentra limitaciones a su expansión, bien vía competencia al exterior o vía deseconomías de escala al interior (Williamson, 1967), generará una trayectoria que, para el sector y para la economía, tenderá a transformar la variable control en el sentido expuesto aquí, por la variable poder, entendida ésta como la propiedad de imponerse al mercado incluso por la fuerza, coercitivamente, si fuera necesario. Si, como veremos al analizar el estado, una institución puede poseer o tener acceso ala fuerza frente a terceros, las relaciones entre ellos son de poder, no de control económico. Ha habido un cambio cualitativo en el proceso institucional, la empresa ya no es un nexo de contratos ó una organización jerárquica con control tecnológico. La empresa no solo es un agente más entre sus pares, sino que se convierte en juez y parte para la economía, es decir, sufre un proceso de transformación y connivencia hacia el estado. La empresa deviene estado. Ahora sí podemos hablar de Poder de Mercado, por ello es importante analizar, contrastando, el tipo de contrato de relación entre la empresa y el mercado. Todo desplazamiento hacia contratos blindados, legislados, sesgados frente al mercado, son inicios de transformación de la empresa desde la variable control, económica, hacia la variable poder, de coacción y, por lo tanto, agresiones a la sociedad por vía extra ley, que no extra legislación10 . 8. El Estado Al igual que expresábamos para la empresa, el estado nace en la "Gran Sociedad" desde el mercado, en definitiva, desde los grupos sociales. En un proceso análogo el empleado allí, bajo la hipótesis de replicación y aceptación del "otro", los individuos o agentes de la sociedad, "los emprendedores", ante el riesgo de ser meramente sujetos en el mercado y por lo tanto "sometidos" en su espacio de neutralidad, pretenderán romper el mercado, salirse de él, para mediatizarlo. En esa lucha por imponerse será necesaria la utilización de la fuerza; primero, frente a rivales y, después, si consolidado el poder, frente a la población. En realidad, alcanzar el poder equivale ala aparición y consolidación del estado como institución jerárquica, cuyo objetivo será la obtención de ingresos, su maximización frente a los ciudadanos, en base al monopolio del uso de la fuerza detentado/conquistado (North, 1981). La variable clave, en la aparición/consolidación del estado es el poder. Poder entendido como capacidad, si fuera necesario, de utilizar la fuerza en exclusiva, es decir, eliminados los rivales que pudieran existir. La manifestación natural del Poder será su actuación política sobre la sociedad. El estado utiliza el poder, la fuerza, para controlar políticamente la sociedad, el mercado. De aquí la dificultad, imposibilidad, de distinguir entre economía y política, entre mercado y sociedad. 10 "La ley es anterior a la legislación" (Hayek, 1978). En esta obra Hayek diferencia entre ley como origen natural y evolutivo de la sociedad y la legislación como creación "diseñada". El emprendedor, con ventaja relativa en el conocimiento político que quiere imponerse al mercado, a la sociedad, debe hacerlo sin paliativos, es una contienda donde debe haber vencedor, es un juego de suma cero, o tú o yo. Por ello, la cualidad que caracteriza al poder será la de no tener, y no necesitar, el control económico más arriba descrito. El poder se ha impuesto a la sociedad y por lo tanto, no tiene que dar explicaciones; la sombra del poder, la coacción, lo evitará. Lo que nos interesa es comprender que el estado, ni intentará, ni necesitará, ni podrá, controlar económicamente el producto de su actividad. El poder conseguido por el estado suplanta y está por encima de cualquier ley de neutralidad. Una vez consolidado el estado, éste se limitará a legislar con el objetivo de mantenerse y maximizar sus ingresos. La utilización de esos recursos, coactivamente conseguidos, se realizará de acuerdo a sus decisiones e intereses, normalmente obtener más poder, más estado, o a gastos consuntivos. No hay límites naturales, ni constitucionales a su actividad. No hay normas, ni reglas, ni ley que le restrinja; la ley del mercado y de la sociedad ha sido quebrada. Hay poder jerárquico, no hay control jerárquico. Estas tendencias para condicionar el mercado, son más peligrosas que las realizadas por la empresa; mientras la empresa tiene que volver al mercado como único medio de realizar su objetivo, el estado puede cumplir su objetivo sin el mercado 11 . Los costes de transacción que el bloqueo del mercado por el poder impondrá a la sociedad, serán altos e incluso intolerables, pero su continuidad como poder podrá trasladarse en el tiempo. Es verdad que sólo aquellas sociedades que se han dotado de instituciones económicas eficientes han visto progresar el mercado y la sociedad a través de la caída en los costes de transacción. Pero, paradójicamente, muchas otras sociedades, la mayoría que podrían también haberse beneficiado del desarrollo de instituciones económicas acordes, no lo realizaron cuando en último extremo, también hubiera sido el estado, como maximizador de impuestos, el más favorecido, a través de una mayor base impositiva (North, 1984). Simplemente reducir costes de transacción para crear mercado hubiera conllevado cambios en los derechos de propiedad, y con ello cambios en las organizaciones afectadas y peligro tangible para el propio poder establecido. El cambio político traería necesariamente el inicio de un proceso revolucionario que, como la competencia económica, al ser un fenómeno dinámico, se sabe como se inicia, pero no como acaba. 9. Cambios en los Derechos de Propiedad Hemos expresado que el mercado requiere para su desarrollo la clara delimitación de los derechos de propiedad y de las organizaciones que en ellos se asientan. Además, el estado en su actuación, puede alterar los derechos de propiedad y con ello el porvenir de las organizaciones económicas a través del mercado político. El resultado de este mercado político tendrá lógicamente consecuencias económicas para los grupos afectados, aunque en realidad, las causas se generan en el mercado económico. En 11 Por supuesto, a largo plazo, el mercado puede vengarse. Episodios recientes en no pocos países parecen apuntar hacia esta hipótesis. Lo que aquí queremos expresar es la mayor autonomía relativa del estado frente a la empresa con respecto al mercado. éste, las organizaciones económicas, al tratar de agotar sus posibilidades dentro de los márgenes acordados por la legislación, ejercen una persistente presión al cambio en los derechos de propiedad. Dinámicamente, esta tensión generará cambios con resultados no conocidos, pero sentenciado por el mercado político. Ante el nuevo panorama legislativo, las organizaciones económicas nuevamente empezarán a situarse buscando su maximización del espacio permitido por el veredicto político, estaremos ante un proceso de retroalimentación entre ambos mercados, donde distinguir una acción de contenido económico de otra política, se hace compleja e inútil 12 . Debemos resaltar la insistencia de las escuelas de pensamiento liberal clásico, en separar lo económico de lo político. Para estos, la sociedad debe estar regida por "lo privado", por lo que toda intromisión política, más allá de lo mínimamente deseable, resultará perniciosa para la sociedad. Particularmente irritante para estos autores es que el estado pueda cambiar, desposeer, los derechos de propiedad de los individuos (Buchanan, 1975). Esta posición conlleva el no interés por los orígenes de los derechos de propiedad 13 y su cambio a lo largo de la historia. Si aceptamos los derechos de propiedad como dados y no aceptamos otro cambio de estos que a través del "intercambio consentido", sí podríamos obviar el mercado político y sus resultados. Estaríamos ante una división neta entre lo económico, en la esfera del mercado, y lo político, en la esfera de la legislación limitada. La situación hoy día, y quizá fue siempre así, dista mucho de poder separar los derechos de propiedad, es decir el mercado económico, de sus efectos en el mercado político. Los defensores del liberalismo clásico achacan a la extralimitación del parlamento, la fuente de la confusión. Para ellos, un parlamento no puede llevar hasta un límite radical su soberanía. No se puede legislar por mayoría cuando la legislación atenta contra "derechos" que emanan de la ley acordada "naturalmente" por la sociedad en el tiempo. No se puede, en fin, diseñar desde el gobierno hechos que solo pueden emerger de la acción de los individuos en sociedad 14 . Deslizarse por la vía del constructivismo racionalista, argumentan, donde todo es posible para el legislador, sólo puede generar menores cuotas de libertad para los individuos. Además, si el estado también está sujeto al problema económico básico de la sociedad, el problema del conocimiento, los problemas de libertad para el individuo devienen también problemas de eficiencia del sistema, ya que, al ir paulatinamente eliminándose el mercado, el problema del conocimiento se agravará. 12 La literatura de la Public-choice intenta buscar el eslabón perdido, el análisis económico de la política, pero no tradicionalmente estudiado. Ver como pioneras las ya citadas obras de (Buchanan y Tullock, 1962), más generalmente ver la revista Public-choice. 13 La literatura sobre los Derechos de propiedad es amplia, ver por ejemplo (Demsetz, 1969) (Pejovich, 1972). Para sus orígenes ver por ejemplo (Umbeck, 1979). 14 Por legislación limitada queremos expresar la autorestrición que debería ponerse al parlamento a legislar en el terreno económico. Dicha autorestrición llegaría hasta reformas institucionales para su limitación. Ver (Buchanan, 1986). Pero la cuestión permanece, podemos compartir con el liberalismo clásico que en los regímenes parlamentarios actuales se da un exceso de legislación no deseable 15 pero, al mismo tiempo, debemos admitir como válida la hipótesis de que lo económico y lo político están indisolublemente unidos a través de los derechos de propiedad. En realidad, la aclaración podría venir de la distinción entre lo positivo, los liberales reconocen las relaciones entre los mercados políticos y económicos, y lo normativo. Precisamente por ello, y dado su perniciosidad, querrán limitar al mínimo el mercado político. 10. El Poder y su Evolución Hemos dicho que el Estado nace para intentar determinar el mercado, porque los emprendedores políticos, sus fundadores, creen tener el suficiente conocimiento y fuerza de coacción como para soslayar la ley fundamental del mercado, es decir, su neutralidad, frente a los agentes. De triunfar el estado, la sociedad queda a merced de una autoridad que ejerce sin control económico. En realidad no está interesado en él, ya que, al ser su objetivo la maximización de sus ingresos impositivos, el control económico sobre estos será superfluo por tratarse de un bien público con fácil exclusión de sus potenciales beneficiarios. Los ingresos del estado a través de los impuestos, devienen un bien público para su beneficiario, el estado y un mal público para los contribuyentes 16 . ¿Es posible para la sociedad civil evitar la manifestación del Poder estatal? En un contexto histórico y evolutivo, el problema refleja el largo camino de la sociedad, del mercado 17 hacia su independencia del Estado, el largo camino para exigir que el estado también esté sujeto a la ley. La tarea es hercúlea, más aún, es utópica, puesto que solo la desaparición del estado ocasionaría la independencia frente a él. Es más, dudamos que aún en el caso de que el estado pudiera teóricamente desaparecer, la sociedad pudiera alcanzar finalmente su emancipación; antes al contrario, es muy posible que, con la desaparición del estado, nos encontráramos en situación de anarquía, o punto de vuelta a empezar, es decir de la anarquía a la anarquía. Hay amplia evidencia de que la población huye de zonas de anarquía a zonas de seguridad (Olson, 1986), por ello, eliminar la práctica del poder no es algo que este al alcance del ciudadano en su totalidad. 15 El exceso de legislación "pretende" resolver los problemas de una sociedad donde la connivencia es posible entre: por un lado los políticos que les sirve para justificarse, pues "hacen algo"; los burócratas, como administradores de lo legislado y, los votantes, dispuestos siempre a justificar sus demandadas sin fin. Sobre el "triángulo de hierro de la connivencia" ver (Anne Krueger, 1989). 16 In extremis el Poder del Estado se manifiesta con mayor descontrol cuando más "poder ejerce", como en tiempos de guerra. Entonces, el poder consiste en arrasar. A más poder menor control. De los 50.000.000 de hombres muertos en la 2ª guerra mundial, más de la mitad eran civiles, a priori, no objetivos de guerra. 17 La larga marcha del mercado por emerger. Entre el siglo X y XVII según (North, 1981) puede interpretarse como la larga marcha de la sociedad para zafarse del poder. Aceptando la imposibilidad de la desaparición del estado, el problema de sus límites y dimensiones debe considerarse como un proceso evolutivo de la sociedad hacia la libertad, aún sabiendo que nunca alcanzaremos la estación término. La pregunta relevante es que sociedades han sido capaces de transitar, en un proceso evolutivo, con mayor éxito que otras, desde una situación donde el poder no es contestable, absoluto, a otra donde los grados de libertad, políticos y económicos, se han ido ensanchando. Cualquier comparación entre naciones desarrolladas y en desarrollo podría ser un buen testimonio del abismo existente en ellas, entre la ley y el poder. La relación es claramente inversa y, a más poder estatal, menor imperio de la ley. El problema del poder, del estado, deviene un problema de libertad. 11. Límites al Poder Estatal Si a más poder político menor control económico ¿cómo la sociedad ha podido / puede delimitar el poder estatal? El problema vuelve a ser un problema conceptualizado como de "mano invisible", de "descubrimiento". El mercado, en su inicio y mediante la replicación a través del intercambio consentido posibilita que, de la ignorancia con que se enfrentan a él los individuos, lo que hemos llamado problema económico básico de la sociedad, pueda "mejorar" el resultado colectivo, aumentando el conocimiento de todos, partiendo del desconocimiento de todos. Así, la sociedad, mediante el mercado, puede alcanzar situaciones mejores por la acción de los individuos que acuden a transar "con su limitado conocimiento y con su propósito" (Hayek, 1978). El mercado aparece como el garante de la sociedad para su crecimiento y, para que ocurra, debe pasar por una debilitación del estado, en tanto en cuanto, poder sobre la sociedad, sobre el mercado. El largo camino de la sociedad civil frente al estado, es paralelo al proceso del mercado en su replicación. Las instituciones que lo permiten van desarrollándose en el proceso, posibilitando la caída en los costes de transacción, lo que a su vez genera mayores posibilidades de desarrollo del mercado y mayor control sobre el poder. El poder debe respetar más y más el juego de los participantes, puesto que son estos, en su acción, los que mejor solucionan, a largo plazo, el problema económico. Al ser el mercado al principio débil, local, personalizado y sin apenas división del trabajo y sofisticación, el imponerse a él fue relativamente fácil, era presa fácil; téngase en cuenta que las 3/4 partes de la actividad del individuo, como mínimo, estaba dedicada a la subsistencia (North, 1984) es decir, muy poco de su tiempo podría dedicar al intercambio, y de ahí la debilidad del comercio. Además, el nivel de conocimiento de los individuos y de la sociedad, era tan bajo que aunque las transacciones tenderían a mejorar las aportaciones individuales, el resultado agrupado para la sociedad no se percibiría como alto. En esa situación, el nivel de creencias, reglas y comportamientos que determinaban sus instituciones no eran precisamente pro- mercado (Polanyi, 1964). El inicio del camino histórico se caracteriza por un poder absoluto del estado y una ausencia casi total de intercambio. Estamos ante el estado depredador clásico, el Leviatán Hobbesiano. El aumento de la población, las ferias medievales, la conquista del espacio europeo y la protección del comercio en los desplazamientos, generaran procesos imparables de crecimiento en el intercambio, en la s ganancias por el comercio (North, 1990). A la anterior génesis del mercado en sus inicios hay que agregar la aportación tecnológica y la irrupción de la empresa como elementos aceleradores del cambio y progreso social a través de la replicación, sofistic ación e impersonalización del intercambio. El control económico emerge imponiendo su disciplina y paralelamente el estado va cediendo poder y sometiéndose a la ley de la sociedad, a la ley del mercado. Se entra históricamente en una nueva fase de transformación de la sociedad, donde el Leviatán va transformándose en déspota benevolente (Buchanan, 1975). La atenuación histórica del estado depredador hay que enjuiciarla a la luz del inicio de las revoluciones político- económicas en Europa, más concretamente en Inglaterra y los Países Bajos. El proceso de acumulación de riqueza que genera el comercio 18 posibilita que el empresario, al ser sujeto-fiscal de un gobierno depredador, inevitablemente quiera preguntarse sobre el origen, cuantía y fines de sus tributos confiscados por el gobierno. Un comercio próspero, un mercado fuerte, unos burgueses emergentes cuando no hegemónicos, están en situación de oponerse al estado. Lo crucial es que la legitimación del burgués, su triunfo viene de su aceptación de ser sujeto- fiscal19 , a cambio de opinar, sugerir y mediatizar, en competencia con otros grupos y organizaciones, sobre el estado y su evolución. Desde entonces, inicio de lo que entendemos por sociedad democrática, el poder va cediendo paso aun mayor, aunque todavía débil y titubeante, control civil. El camino del individuo, a raíz de las revoluciones políticas, queda marcado por su elevación a la categoría de ciudadano de derechos ante la ley; aunque eso si, unidos esos derechos al correspondiente pago impositivo. El individuo adquiere evolutivamente libertad a cambio de su esfuerzo económico al convertirse en contribuyente. La libertad pues, no se conquista, se compra 20 . 12. El Estado corno Ouid-Pro-Ouo o corno Déspota Benevolente El Estado contemporáneo debe ceder al mercado una parte sustancial del poder, el poder se transforma en control en el sentido económico aquí expuesto. Será el individuo y las empresas los que, desde su condición de sujetos fiscales, tengan motivos e incentivos para acrecentar el control sobre el poder. Si la base fiscal, número de contribuyentes fiscales es pequeña, estaremos ante un estado clásico mínimo, donde la política pretenderá estar separada de la economía, y donde las exacciones fiscales tenderán a correlacionarse con el gasto, media nte impuestos finalistas. A medida que la base fiscal se amplíe, el proceso 18 La aparición del burgués está unida ala aparición de la empresa moderna, sus orígenes pueden ser dispersos (comercio y agricultura), pero su papel histórico está anclado en la manufactura. Desde muy pronto la revolución política va asociada a la empresa, la industrialización, como fuerza de cambio y progreso. 19 La famosa frase lo resume, creemos, perfectamente "No taxation without representation". Por supuesto este fenómeno revolucionario no fue generalizado ni en el espacio ni en el tiempo. Es más, en los otros países europeos competidores de Inglaterra, como España y Francia, el fenómeno no cuajó, lo que tendría consecuencias graves para su futuro (North, 1981). 20 Solo la muerte puede evitar al individuo ser sujeto impositivo. No hay escape, pero, curiosamente, solo se es libre si se paga. Fenómenos de justicia social y de acción colectiva deberían enfocarse a la luz de la relación derecho-pago en sociedad. capitalista tiende a ser hegemónico, el creciente número de sujetos fiscales, al "descubrir" su esfuerzo fiscal, tenderán a demandar bienes públicos, lo que, en conjunción con el sistemas de partidos políticos, tenderán a generalizar la oferta de dichos bienes ya distorsionar su financiación. La perversión del problema del "free rider" (Olson, 1965) en toda acción colectiva, hace que dicho fenómeno aparezca, inevitablemente, en el proceso de financiación del gasto público. La desviación sistemática entre gasto y esfuerzo fiscal y el recurso a justificarla en base a la solidaridad amenaza con producir rupturas en la sociedad. Crecientes presiones fiscales sobre grupos de ciudadanos, generarán en el tiempo problemas de rechazo o de voto con los pies (Hirshman, 1970). si además, la presión fiscal se realiza mediante coaliciones redistributivas, a costa de minorías de votantes, solo un creciente esfuerzo fiscal de estos, para ser todos progresivamente sujetos-fiscales, podrá evitar el problema de ruptura social. El individuo estaría dispuesto a aceptar que al igual que ocurre con los bienes rivales, su satisfacción al adquirirlo se correlacione con el precio pagado por él. También para los bienes públicos todo bien o servicio tiene un precio, por lo que, solo bajo unas bases sólidas de economía privada, donde los individuos perciban la relación entre esfuerzo y premio o, entre bien y coste de adquisición, puede asentarse una economía de bienes públicos. Igual que un bien privado se enfrenta a un precio en el intercambio, todo bien público debe enfrentarse a un pago fiscal (Wicksell, 1896). La anterior confirmación nos situaría en el estado como quid-pro-quo para con sus ciudadanos. Yo acepto el esfuerzo fiscal, pero quiero saber no sólo la cuantía, sino para que fines va a ser dedicada. Así podríamos paliar el problema de la acción colectiva, donde el ciudadano quiere los beneficios del bien público, pero no quiere sus costes. Si por el contrario, desde una base sólida del mercado, se instrumenta una base sólida de economía pública, podríamos acercarnos a lo que se llamó el "consenso nórdico" (Samuelson, 1954). La sociedad desarrollada, se traslada a lo largo de una banda limitada y definida, por el poder estatal y el control civil, de equilibrio inestable. Si el poder se impone relativamente, el estado adquirirá las características de déspota benevolente, es decir, con rasgos de ignorancia, sujeto a presiones y por lo tanto corrupto (Coase, 1984). Si por el contrario es el control civil el que se impone relativamente, estaremos ante un estado quid-pro-quo (Mueller, 1989) donde mis aportaciones, hechas con coacción, deben tener contrapartida conocida y consentida para el gasto que con ellas se ejecute. 13. El Estado como mediador y árbitro Lo anterior implica limitar severamente la actuación estatal y en un modelo de principalagente aplicado al mercado político (Jensen y Meckling, 1976) implicaría que el principal, los votantes-contribuyentes, habrían alcanzado quizá el límite posible de control sobre el poder y la única forma de resolver el problema de divergencias entre principal y agente. Estaríamos en el camino de las constituciones fiscales (Niskanen, 1989). El estado así obligado, prestaría un servicio imprescindible en procesos de intercambio complejos e impersonales. Aunque hay posiciones que no ven contradictorio el aumento del mercado y su propia autorregulación en base a sus organizaciones, lo que implicaría la desaparición del estado, y su sustitución por compromisos creíbles de las organizaciones en sus transacciones (Williamson, 1986), es "más creíble" la vía abierta por la limitación al poder en base a un estado quid-pro-quo que asumiera el papel de árbitro, de tercero, que imparte y ejecuta la ley (North, 1990). Un estado quid-pro-quo no implicaría necesariamente la desaparición de programas presupuestarios de protección económica, al igual que no implicaría la desaparición de programas de defensa. El componente ideológico en nuestro individuo actuaría en ambas direcciones. Es más, es probable que ambas vertientes se sustenten en una preocupación común de seguridad en el ciudadano que es mas profunda y por lo tanto matiza su componente racional. Lo importante y así lo han hecho constar la mayoría de los economistas reacios al estado 21 , es que, los programas diseñados, interfieran lo mínimo con el mercado. En cualquier caso, la tarea está en intentar evitar la vertiente latente de poder, que siempre anida en el estado, lo que solo se evitará a través del "descubrimiento" que el votantecontribuyente realice en el espacio político-económico de la sociedad. En base a ese "descubrimiento", la sociedad se encontrará mas cerca de un estado árbitro-mediador en una economía preponderantemente de intercambio. Es decir, el estado- mediador es necesario en una economía donde el intercambio es hegemónico (todo esta en el contrato) pero, sin olvidar que el poder del estado siempre será una amenaza constante ala libertad, "ni contigo ni sin ti". Conclusiones El trabajo aquí presentado, conjetural y alegórico, pretende acercarse a la realidad, siempre cambiante y evasiva de la economía política. El acercamiento lo realizamos prioritariamente a través del estudio de las instituciones, entendidas como al s reglas de conducta generadas por el hombre para poder vivir en sociedad. De estas instituciones localizamos nuestro interés en las tres que creemos no únicas, pero si las más representativas en todo proceso de cambio, a saber: el mercado, el estado y la empresa. El estudio de las instituciones debe formar parte, complementándolo, de todo enriquecimiento del análisis económico. No podemos seguir tratando el modelo mayoritariamente aceptado, con hipótesis tan manifiestamente alejadas de la realidad. Partic ularmente la hipótesis de la racionalidad, tan central y querida a la economía. Si partimos del individualismo metodológico, el elemento central de trabajo será dibujar el contorno del ser humano sobre el que edificamos nuestro estudio. ¿De que ser humano estamos hablando? La hipótesis más plausible es la de un individuo sujeto a "racionalidad limitada" y ello tanto por motivos de componente ideológica que le sesga en parcelas de su decisión, como por motivos de insuficiencia de conocimiento -brecha C-D entre competencia del sujeto y dificultad de la tarea ala que se enfrenta- (Heiner, 1981) o, paradójicamente, por exceso de teorías de donde elegir (Hahn). De cualquier forma, el individuo quiere ser racional pero es incapaz de actuar consistentemente así. Nuestro edificio tiene a ese individuo y a las instituciones / organizaciones por él creadas como base de análisis. Todo ello ha crecido naturalmente de la propia sociedad, nadie lo ha diseñado, todos lo han generado. El fermento de la evolución, de transformación de la 21 Ver nota 6. sociedad, alegóricamente, lo centramos en el mercado, cuya lenta y dolorosa expresión refleja cabalmente el heroico esfuerzo que representa para el humano la aceptación "del otro". Aceptar "al otro" es sentar las bases del intercambio y posibilitar la apertura de la tribu hacia la "sociedad abierta". Por eso creemos que el mercado es la institución primigenia. La aceptación de sus normas, sus reglas, generan un espacio de neutralidad sin fines propios donde es posible la unanimidad en el intercambio, para los que acuden a él. Son normas básicas de regulación que, al ser aceptadas garantizan un comportamiento humano alejado de la anarquía. Al mismo tiempo, con la concurrencia de todos, pero sin el diseño de ninguno, el mercado se convierte en el más eficaz instrumento para resolver el problema básico la sociedad. El problema del conocimiento. Pero el mercado, en su actuación, no puede garantizar el resultado de la transacción. No posee ni control ni poder sobre los agentes, nadie puede condicionarlo. De lo anterior se deduce que aceptar la neutralidad es muy duro para empresarios y emprendedores. Estos, confiados en su superior valor relativo de conocimiento, creído pero no contrastado, intentarán salirse del mercado para, al no aceptar sus resultados, condicionarlo. Si se trata de empresarios tendremos la empresa como institución, si se trata de los emprendedores políticos tendremos el estado como institución. Fijémonos que ambas instituciones son diseñadas, construidas y con objetivos, a diferencia del mercado que nace orgánicamente, sin objetivos. Además ambas nacen frente al mercado por lo que, su creación, viene concebida jerárquicamente. La empresa será una institución jerárquica, con objetivos definidos y que, mediante el control económico sobre el proceso productivo querrá condicionar el mercado. A su vez, el estado será una institución jerárquica, con objetos definidos y que, mediante el poder que incluye la fuerza si es necesario, querrá imponerse al mercado, a la sociedad. Tanto la instituc ión estado como la institución empresa tienen orígenes y fines comunes, pero mientras el estado utiliza como medio para sus fines el poder, entendido aquí, como la intención y capacidad de imponerse "al otro", incluso con la fuerza para generar su producto; la empresa, utiliza como medio el control económico tecnológico sobre "el otro" para generar su producción. La empresa genera bienes y servicios, por lo que necesita el mercado, es más, históricamente, es la gran generadora neta de mercado, de la mano de lo que es sus señas de identidad: eficiencia económica, mediante la división del trabajo, la tecnología, o tal y como nos dice la teoría del crecimiento endógeno, mediante el conocimiento y capital humano. Como fuente de crecimiento (Ehrlich, 1990), la empresa pues, sale del mercado pero vuelve a él acrecentándolo, es un multiplicador del mercado. Por el contrario, el estado, al apoyarse en el poder, este se convierte en objetivo y fin. Una vez alcanzado, el único problema es detentarlo, no perderlo: No ha y, no habrá, ninguna posibilidad de control económico en el sentido aquí expuesto. El Estado tiene el poder pero no tiene el control sobre su actividad. Es más, a más poder, menos interesado estará el estado en el control ¿por qué eficiencia si tengo la coacción? El resultado será la relación entre gastos e ingresos, la aparición de un contorno depredador en el estado, el entorpecimiento del mercado, y la aparición de un ciudadano sujeto a exprimir y en libertad vigilada. La empresa al crecer, y al poder atenuar o eliminar la competencia, entra en un proceso de metamorfosis para convertirse en estado, o lo que es lo mismo, la variable control tecnológico, que implica riesgo e incertidumbre en el mercado, se transforma en poder sin control y por lo tanto, con resultados diseñados, garantizados. La empresa va al mercado no a jugar aleatoriamente, sino a manipularlo. Por eso es tan importante la ley de neutralidad del mercado, fuente de conocimiento, y no el poder de mercado regulado. Lo arriba descrito es un fenómeno general que puede ocurrir en cualquier sociedad en cualquier época histórica. No obstante, ¿hay límites en la actuación de las instituciones descritas? El estado históricamente se ha comportado como un monopolista maximizador solo preocupado por la pérdida del poder. Es la figura del Leviatán. Las limitaciones al leviatán han venido de la mano de las revoluciones político-económicas en la historia de la humanidad donde, la rebelión frente al poder implica que este debe transar con la sociedad civil, los burgueses, o el mercado, cediendo libertad a cambio de coacción impositiva. Nace así el votante contribuyente, que suele tener dos etapas; la del estado mínimo, liberalismo clásico, donde solo los que contribuyen obtienen derechos y por lo tanto condicionan el estado; y la del estado como déspota benevolente donde la extensión de los votantes-contribuyentes genera coaliciones redistributivas con separación acentuada de gastos e ingresos y la solidaridad implica diferencias entre pagos y esfuerzos fiscales. En esta etapa, el estado crece sin justificación, en función de los grupos de presión, organizaciones que toman por asalto el presupuesto para su beneficio. Finalmente el estado quid-pro-quo, nuevamente alegoría, que representará el máximo límite posible de la sociedad, el individuo, frente al estado, que será aquel donde el votante-contribuyente quiera saber no solo la cuantía sino también en que se va a gastar su esfuerzo fiscal. Estaremos en la "transacción consentida", ahora también para el bien púb lico. El juego del mercado, del estado y de la empresa, o mejor, el juego de las instituciones en la sociedad, se convierte en tema central para entender como funciona el proceso económico. Esta es la hipótesis de la economía de los costes de transacción. Transar no es gratuito y, a menudo es imposible. Solo pocas naciones, aunque afortunadamente cada vez más, han podido ir eliminando barreras a la transacción, política y económica, lo que les ha permitido ser manifiestamente superiores en resultados frente al resto. Allí donde las instituciones se han erigido en canalizadoras de progreso, la sociedad lo ha notado para bien; por contra, allí donde la mayoría de las veces, las naciones se dotaban de instituciones que limitaban, cuando no hacían imposible el acuerdo, el comercio, o la transacción; también lo han notado, pero a peor. Bibliografía ALCHIAN, A. y DEMSETZ, H. (1972), "Production, information cost and economic organization", American Economic Review, vol. 62, Nº5, pp.777-795. 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