Dra. Laura Bochatay

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Grupo de estudio e investigación en Cardiología Transdisciplinaria
Abordaje antropológico de la enfermedad cardiovascular:
Dra. Laura Bochatay
AMA. SEPT. 2005
“La enfermedad es el lado oscuro de la vida, la ciudadanía más onerosa.. Todo ser humano
que nace posee doble nacionalidad, una en el reino de los sanos y otra en el reino de los
enfermos. Aunque todos preferimos emplear sólo el pasaporte bueno, tarde o temprano
cada uno se vé obligado, al menos por un tiempo, a identificarse como ciudadano de ese
otro lugar.”
Susan Sontag
De alguna manera, la enfermedad no existe mientras no la aceptamos, no la percibimos,
nombrándola y reaccionando ante ella; esto no significa que nunca la gente se haya sentido
mal, sino que la percepción de salud y enfermedad es definida por cada época y cada
cultura. Las corrientes médicas, los sistemas de pensamiento, los comportamientos sociales
varían en extremo, y a estas variaciones sociales e históricas se agregan las variantes
individuales; sin embargo, en estas interpretaciones hay permanencias, constantes de la
experiencia mórbida y de la esperanza de curación.
Durante la mayor parte de la historia de la humanidad, poco ha cambiado la manera en que
concebimos y tratamos la enfermedad. Entre el siglo quinto A.C y fines del siglo XIX el
nivel de salubridad no tuvo grandes variantes, sin embargo, en el siglo XVII, la aparición
de la ciencia, una nueva manera de pensar la realidad , transforma profundamente la
percepción de nuestro lugar en el universo, hace su impronta en la navegación, en la
industria manufacturera, en la guerra...pero pese a ésto, la tasa de mortalidad infantil, el
debilitamiento, las enfermedades en general siguieron siendo el destino final del hombre
común.
¿Por qué la medicina no hace uso de esta formidable herramienta, esta nueva manera de
pensar la realidad hasta mediados del siglo XIX?, quizá porque no se pensó en relación a lo
que se podía hacer con las enfermedades, o no hubo un cambio en la manera de pensar
sobre ello.
Este cambio recién se produjo cuando la ciencia evolucionó hasta el punto en que los
conceptos de salud y enfermedad pudieron ser redefinidos; lo curioso es que dicha
redefinición se produjo cuando la mortalidad por enfermedades infecciosas ya empezaba a
declinar, y allí aparece el tratamiento etiológico de la tuberculosis, la difteria, la sepsis
puerperal, etc.
Podemos decir que ahora la medicina se ha tornado científica, pues ha tomado esas
herramientas que le han permitido el gran avance que experimenta a partir de fines del siglo
XIX. Sin embargo, como decíamos anteriormente, ningún descubrimiento científico logró
modificar más la mortalidad que las mejores condiciones de vida , los nuevos conceptos de
sanidad y las políticas de salud pública.
No es extraño, aún en nuestros días, creer que el control de las enfermedades infecciosas
sólo se logró con el advenimiento de los antibióticos y las vacunas. Sin desmerecer el
extraordinario talento y esfuerzo de los científicos que han permitido mejorar nuestra
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expectativa y calidad de vida, ya que sería impensable un mundo sin penicilina, cortisona,
insulina ó vacunas, nuestro concepto de enfermedad y curación han quedado anclados en
ese paradigma de enfermedad aguda curable por tratamiento medicamentoso, con una
impronta más significativa en nuestro imaginario a través de lo que nos narran los relatos
literarios o cinematográficos que los datos que nos muestra la epidemiología.
Es así como la medicina científica se abrió camino a través de ese profundo cambio de
enfoque con respecto a las enfermedades , que fue el concepto de especificidad.
Cada enfermedad se corresponde con un agente etiológico: sea bacteria, virus o parásito.
Debido a que la especificidad trajo grandes éxitos a la biomedicina en la enfermedades
agudas, no es extraño que en nuestros días, donde las enfermedades crónicas son la
principal causa de nuestra morbi-mortalidad, también creamos encontrar la solución en este
enfoque específico.
Hoy ya no son bacterias sino genes los responsables de nuestras dolencias. Tenemos
esperanzas en que la investigación genética mostrará el camino para las curaciones
específicas, aunque frente a este determinismo biológico haya muchas voces que se alzan
en contra, ya que es muy difícil predecir el papel genético en cualquier función biológica
compleja.
Vivimos un presente de conflicto, porque justamente está en juego nada menos que una
nueva definición del concepto salud-enfermedad, como ha sucedido en otros momentos de
la historia.
En base a nuestra conceptualización surgirán las terapias a desarrollar y los objetivos de la
medicina del siglo XXI.
Si a más de 100 años, tanto médicos como pacientes aún tenemos la impronta heroica de la
era bacteriana, si seguimos creyendo que el tratamiento específico del cólera y la
tuberculosis logró controlar estas enfermedades, entonces será verosímil pensar que la
terapia genética controlará las epidemias actuales (obesidad, diabetes, hipertensión arterial,
dislipidemias)
Nuestra propuesta es redefinir la enfermedad, dentro del actual contexto de dolencias
crónicas, y en particular en la enfermedad cardiovascular, que es la primer causa de muerte
en los países industrializados y en vías de desarrollo, en un concepto amplio, que abarque,
además del aspecto genético, molecular, bioquímico, los aspectos que ofrece el medio
ambiente que interactúa con el individuo ,que hacen que de esa interacción resulten los
factores que marcarán el desarrollo de la enfermedad.
Sin tener en cuenta estos factores decisivos a la hora del diagnóstico, tratamiento e
investigación , haremos medicina no científica. Creemos que la apuesta está en definir el
objeto de estudio (la persona enferma), en un contexto que tenga en cuenta el intercambio
con las ciencias sociales, la psicología, las políticas de salud, los aspectos económicos, y
todo lo relacionado a enriquecer una mirada múltiple , capaz de poder dar cuenta de cómo y
porqué nos enfermamos en el siglo XXI.
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