Lectio Divina jueves 05 de septiembre 2013, vigésima segunda semana Tiempo Ordinario -Ciclo –C- Lecturas: Colosenses 1, 9-14; Salmo 97; Lucas 5,1-11 PALABRA QUE DA VIDA -Reflexionemos- ¡VAMOS… QUE MUCHOS SE AHOGAN! 1. Hagamos las LECTURAS La gente se agolpaba alrededor de Jesús para oír la palabra de Dios, estando él a orillas del lago de Genesaret. Vio dos barcas que estaban junto a la orilla; los pescadores habían desembarcado y estaban lavando las redes. Subió a una de las barcas, la de Simón, y le pidió que la apartara un poco de tierra. Desde la barca, sentado, enseñaba a la gente. Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: -«Rema mar adentro, y echen las redes para pescar.» Simón contestó: -«Maestro, nos hemos pasado la noche bregando y no hemos cogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes.» Y, puestos a la obra, hicieron una redada de peces tan grande que reventaba la red. Hicieron señas a lo socios de la otra barca, para que vinieran a echarles una mano. Se acercaron ellos y llenaron las dos barcas, que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se arrojó a los pies de Jesús diciendo: -«Apártate de mi, Señor, que soy un pecador.» Y es que el asombro se había apoderado de él y de los que estaban con él, al ver la redada de peces que habían cogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Jesús dijo a Simón: -«No temas; desde ahora serás pescador de hombres.» Ellos sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron. 2. MEDITEMOS la lectura a. ¿Qué dice el texto? Sabemos que Pedro, Santiago y Juan eran pescadores en el lago de Genesaret, habitaban en Cafarnaúm a orillas del lago y eran amigos de Jesús; sin embargo, la acción misma de la pesca adquiere una dimensión evangelizadora y misionera. No se está hablando sólo de peces, redes y barcas materiales, sino de la acción evangelizadora que asumirán en el futuro los discípulos. b. ¿Qué nos dice el texto a nosotros hoy? A la gente hay que animarla. Hartos de crisis, de penurias, de soledades y de penas, de guerras y rumores de guerra… no vayamos a echarles más cargas. Muchas veces los cristianos arrastramos una imagen de prohibiciones, actitudes negativas o visiones rigoristas. Fijémonos en esta escena junto al lago de Genesaret. Jesús toma la iniciativa: “Rema mar adentro”. Al hombre le sorprende, se resiste: “No hemos cogido nada en toda la noche”, “Soy un pecador”. Jesús le encomienda: “Te haré pescador de hombres”. El final siempre es feliz, el querer de Dios se hace realidad: “Y dejándolo todo le siguieron”. Ya se ve, la presencia del Maestro, ser obsequiosos con su palabra, recrea, cambia a las personas. El fracaso de una noche con las redes vacías se torna en una red que revienta de peces; el que se llama a sí mismo pecador se trasforma en pescador de hombres. Solo desde Jesús, las cosas funcionan bien. Hacer las cosas “en su nombre” trae siempre noticias buenas. Parece que, en esta idea, estamos todos de acuerdo, pero, muchas veces, no ocurre así. Nos entregamos más fácilmente y ponemos nuestra confianza en técnicas, en medios, en estructuras, en títulos, que en la presencia amorosa del Señor. Los ídolos mundanos del poder, de la eficacia competitiva, del dinero nos esclavizan más de la cuenta. Sin embargo, un cristiano, al poner su esperanza, ante todo, en Dios, sabe que las adversidades tienen remedio. Los fracasos nos ofrecen la mirada profunda de los acontecimientos. La fragilidad aceptada nos vuelve a Dios, y todo cambia de signo. Dicen que no nos aparta de Dios el pecado sino el no saber reconocerlo (lo vive el publicano de la parábola). El hombre, así confiado en la bondad de Dios, no tiene miedo cuando escucha: “Rema mar adentro”, adéntrate en el oleaje, no te quedes en la seguridad de la orilla. La audacia, el riesgo por el Reino, la aventura de nuevos caminos, solo cabe si sentimos al lado la palabra y la mano de Jesús. Como el pecador de esta escena que, antes de morir, repite tres veces: “Señor, tú sabes que te quiero”. 3. CONTEMPLEMOS - Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón Esas redes que nos invita a echar en este mar-mundo son redes especiales -de tan simples y sencillas que son-; son redes que no distinguen entre pequeños y grandes, entre buenos y malos. Estas redes de Salvación buscan afanosamente incluir a todos sin ninguna excepción para que la vida y la Gracia prevalezcan. 4. OREMOS - ¿Qué nos hace decirle el texto a Dios? Te alabamos, Padre, porque nos has llamado a la fe, al bautismo y al seguimiento de Cristo. Él nos toma de la mano, pronuncia nuestro nombre y nos confía una misión: Serán pescadores de hombres. Bendito seas, Señor, porque necesitas nuestras manos, nuestra voz, nuestra pobreza. ¡Gracias por la confianza! por tu palabra, echaremos la red hasta que rebose de peces. Por la fuerza de la resurrección de Jesús libéranos del poder del miedo y de la nada de la muerte. Tú has pronunciado tu nombre sobre nuestra pequeñez, y nosotros te pertenecemos para siempre. ¡Gracias, Señor! Amén. 5. ACTUEMOS – ¿Cómo puedo vivir este texto hoy? Motivación: Las redes de la Gracia no se rompen, y es tarea sagrada mantener -ante todo- a esos pequeños peces con vida, sacarlos a flote de las profundidades de la miseria, la soledad, el olvido y el dolor. BAJO TU PROTECCIÓN Mira, Señor, nuestra tierra, nuestro país, nuestra ciudad… Tras estos tiempos tan violentos, danos tiempos de paz y fraternidad. Tras tanta locura y muerte, danos respeto y tolerancia sin límites. Y tras tantos extravíos, déjanos ver despuntar el alba. Hasta donde el corazón nos lleve, acompáñanos para no perder la esperanza. Hasta donde alcance nuestra mirada, haz que el camino nos lo abra tu Palabra. Hasta que la violencia desaparezca, ayúdanos a estar junto a las víctimas. Y hasta que perdones nuestra culpa, haz que seamos pacientes. Bajo tu protección, serenamente, resistiendo y esperando, queremos vivir como hijos y hermanos, hasta que Tú nos llames a tiempos nuevos y mejores.