Published by the Forum of Federations · www.forumfed.org · Publié par le Forum des fédérations International Forum on Federalism in Mexico Veracruz, 15-17 November 2001 FEDERALISMO Y AUTONOMÍA La autonomía de Cataluña en el marco constitucional español — Antoni Bayona Rocamora Antecedentes históricos de la autonomía de Cataluña De forma excesivamente simplista se ha querido mostrar una imagen unitaria de España a partir de las tendencias uniformizadoras que se inician con los Reyes Católicos y continúan con la dinastía de los Austrias. Sin embargo, ni aquella unión dinástica ni los sucesivos reinados significaron la abolición de las instituciones de autogobierno propias de Cataluña, que subsistieron durante buena parte de la Edad Moderna. Esta situación sólo cambiará drásticamente con la Guerra de Sucesión y la consiguiente instauración de la Monarquía borbónica en el Siglo XVIII. Cataluña se encuentra en el bando perdedor y esto le comportará la pérdida de sus instituciones de autogobierno con el Decreto de Nueva Planta de 1714. Sin embargo, a pesar de este proceso de uniformización política y jurídica que continuará durante el Siglo XIX, se mantendrá viva en Cataluña la conciencia de una identidad propia que contará con la suficiente base social como para plantear las primeras reivindicaciones autonomistas catalanas contemporáneas, que serán en buena parte protagonistas del primer intento descentralizador moderno en España: El proyecto federal de la Primera República de 1873 que no llegará a buen puerto. De estas primeras reivindicaciones nacerá un movimiento posterior mucho más estructurado (el catalanismo político) que creará a finales del mismo Siglo XIX una base doctrinal y política que hará posible las primeras experiencias del Siglo XX, antecedentes directos de la actual autonomía: La primera, aunque modesta, se concretó en la Mancomunidad de Cataluña, institución que se crea en 1914 y que se mantendrá durante un período de nueve años; y sobre todo la II República, que constituye el primer régimen realmente democrático y descentralizado de la historia moderna de España, que dará lugar a la aprobación del Estatuto de Autonomía de 1932, antecedente directo del actualmente vigente. Cataluña será el único territorio de España donde podrá desarrollarse un régimen de autogobierno entre los años 1931 y 1934, antes de que las circunstancias excepcionales de la Guerra Civil y de la dictadura franquista subsiguiente impusieran un nuevo orden férreamente centralizado. Democracia y autonomía en la génesis constitucional de 1978 El largo período franquista va a desembocar en el proceso conocido como transición política española, que propiciará la aprobación de la Constitución de 1978. La transición política española ha sido considerada como un fenómeno realmente singular, en la medida que permitió la evolución sin traumas del régimen franquista a un nuevo orden plenamente democrático. Ello sólo fue posible gracias a un consenso entre los partidos políticos que fue el que también permitió establecer como nuevo marco de convivencia el de la Constitución de 1978. La Constitución tiene como máximo logro establecer las bases de un Estado democrático con un amplio y profundo reconocimiento de los derechos y libertades fundamentales y el protagonismo ciudadano en la participación política. 936-IFFE0111-es-Bayona.pdf Page 1 International Forum on Federalism in Mexico Veracruz, 15-17 November 2001 Sin embargo, éste es sólo un aspecto importante de la Constitución, ya que junto a él emerge de nuevo la necesidad de que el mismo marco constitucional también reconozca a los diversos pueblos de España su derecho a la autonomía. Se muestran en este momento con fuerza las antiguas reivindicaciones de las comunidades históricas (singularmente Cataluña y País Vasco), cuya influencia en el mismo proceso constituyente se materializa mediante los partidos políticos nacionalistas que se articulan en estos territorios. Puede afirmarse, por tanto, que la organización territorial del Estado y el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones es parte esencial de la reforma política, sobre los cuales había que extender también el consenso necesario para la aprobación de la Constitución. Conocer esta circunstancia es imprescindible para comprender el régimen de autonomías español y su mismo diseño constitucional. El llamado modelo autonómico no es fruto de un simple anhelo racionalizador o descentralizador, sino que tiene explicación en las razones políticas del mismo proceso constitucional. La autonomía constituía una reivindicación de las nacionalidades históricas con características propias y singulares (historia, cultura, lengua) que ya estuvo presente de forma especialmente intensa en el pacto de San Sebastián que alumbró la Constitución de 1931, y se repite en la transición política que da lugar a la vigente Constitución. Y este hecho, cuya lógica persigue más un reconocimiento territorial singular que no un nuevo modelo general de estructura del Estado, será la razón fundamental para articular un régimen de autonomías bajo una solución distinta a la federal. Como se ha señalado por algún autor (Herrero de Miñón) España no es una realidad federal, sino "diferencial". En este sentido, también es importante destacar un hecho político clave en el funcionamiento institucional español. Se trata de la emergencia de fuerzas políticas nacionalistas periféricas, cuya misma existencia y su protagonismo político ponen de relieve la voluntad de algunas comunidades de tener sus propios cauces de representación política y defensa de intereses nacionales. Concretamente, en el caso de Cataluña, estas fuerzas nacionalistas han obtenido desde el inicio del actual período de autonomía el apoyo social necesario para gobernar (con mayoría absoluta o simple) las instituciones propias. El modelo autonómico desde la perspectiva unitaria y federal De acuerdo con la Constitución el régimen de organización territorial de España intenta un equilibrio entre el principio de unidad y el reconocimiento del "derecho" a la autonomía de las nacionalidades y regiones. Una de las cuestiones principales que plantea esta declaración y su posterior desarrollo en el Título VIII de la Constitución es cómo calificar la forma de Estado que resulta, especialmente comparándola con el esquema tradicional o clásico del federalismo. En este punto, la solución adoptada por la Constitución de 1978 (y también por la republicana de 1931) aporta sin duda originalidad, ya que incorpora elementos singulares en principio alejados de la solución federal. Aunque pueden encontrase técnicas organizativas y competenciales asimilables a esta solución, probablemente las diferencias son más importantes —al menos 936-IFFE0111-es-Bayona.pdf Page 2 International Forum on Federalism in Mexico Veracruz, 15-17 November 2001 sobre el papel— y además se producen sobre aspectos esenciales de la configuración del sistema. En efecto, algunos de los elementos clásicos del federalismo (pacto federal y definición constitucional de los estados miembros, segunda cámara legislativa representativa de los estados, definición constitucional de las competencias federales como excepción de la competencia originaria de los estados o intervención de estos en la reforma de la constitución federal) no se encuentran en el modelo constitucional español. Por otra parte, el modelo español tiene unas características propias que no coinciden con la lógica federalista. El acceso a la autonomía se basa en el ejercicio del derecho a acceder a un estatus de autonomía, es decir, en un principio "dispositivo". Este principio supone dos consecuencias muy importantes: La autonomía no se concibe necesariamente como un resultado general sobre todo el territorio y el contenido de la misma puede ser también diferente, ya que cada comunidad dispondrá de un marco específico para su reconocimiento (el Estatuto de Autonomía, como norma particular). Estos elementos marcan una diferencia importante con el esquema federal. En este sentido, la dogmática jurídica española señala que estas bases del sistema llevan a la conclusión de que nos encontramos ante una forma de organización política diferente de los modelos unitario y federal, intermedia entre estos modelos o que puede definirse diciendo que parte de un marco unitario inicial compatible, a su vez, con el reconocimiento de un importante grado de autonomía territorial. La Constitución vigente no se pronuncia sobre el concepto de Estado, pero sí lo hacía la Constitución de 1931 calificándolo como Estado "integral", precisamente para subrayar su singularidad y diferencia con los modelos unitario y federal. El diseño constitucional español no responde pues a los esquemas propios del federalismo, salvo que utilicemos este calificativo para señalar genéricamente a los Estados que se organizan territorialmente mediante un alto grado de descentralización política y administrativa. En cualquier caso, hay que señalar que la pieza clave del diseño constitucional español son los Estatutos de Autonomía. De su aprobación dependerá en definitiva la existencia misma de un régimen de autonomía, así como su contenido específico. Características principales del régimen autonómico La Constitución establece un marco muy flexible que permite concebir en su seno diferentes regímenes de autonomía o incluso la convivencia entre soluciones con fuerte asimetría. En primer lugar, son diversos los procedimientos de acceso a la autonomía y, en función de ellos, puede variar notablemente su contenido. En teoría, sería posible dentro del marco constitucional una autonomía meramente administrativa o una autonomía con perfiles netamente políticos. Este último resultado sólo venía exigido para el proceso privilegiado de acceso a la autonomía pensado especialmente para aquellos territorios que ya en el pasado hubieran tenido un régimen de autonomía (es el caso de las comunidades históricas, es decir, Cataluña, Galicia y País Vasco). 936-IFFE0111-es-Bayona.pdf Page 3 International Forum on Federalism in Mexico Veracruz, 15-17 November 2001 Sin embargo, la opción por un formato meramente administrativo de la autonomía no se ha aplicado en la práctica y todas las demás comunidades autónomas "no históricas" que se han constituido también han adoptado un neto perfil político. Este perfil político se constata en un doble nivel: El institucional y el competencial. En el primer caso, las comunidades autónomas disponen de unas instituciones propias que reproducen el esquema general de división de poderes, si bien hay que matizar que el poder judicial es único para todo el Estado. No obstante, las comunidades autónomas disponen de su propio poder legislativo (directamente elegido por sus ciudadanos) y ejecutivo (encarnado por el Presidente de la comunidad y un consejo de gobierno). La existencia de un Parlamento regional es consustancial, como es lógico, con la naturaleza de las competencias asumidas por la comunidad autónoma. Desde esta perspectiva, el marco constitucional español permite un reparto competencial de gran calado, a partir del cual las comunidades autónomas pueden disponer de importantes sectores para definir sus políticas legislativas propias y, evidentemente, ejercer las funciones ejecutivas para su aplicación. Sin embargo, hay que señalar que las reglas de reparto no son precisamente sencillas, ya que pueden darse diversos supuestos en función de las materias a considerar (competencias exclusivas, compartidas o concurrentes, o meramente ejecutivas). Pero como se ha dicho antes, quizá el elemento más singular e importante del modelo autonómico es el Estatuto de Autonomía. El ejercicio del derecho a la autonomía implica un proceso que culmina con la aprobación de un Estatuto particular para cada territorio. El Estatuto puede considerarse como una norma cuasi constitucional por dos razones: en primer lugar por ser una norma que completa la propia Constitución en este ámbito; en segundo lugar porque su elaboración y aprobación suponen un proceso "pactado" con los representantes del territorio afectado. Además, el Estatuto debe ser ratificado mediante referéndum posterior de los ciudadanos de dicho territorio y su reforma sólo será posible con el consenso de la voluntad de la propia comunidad autónoma, del Estado y de los ciudadanos mediante un nuevo referéndum. En virtud de la función constitucional que cumple el Estatuto, éste no se limita a regular el régimen institucional propio de la comunidad autónoma. Es importante destacar que el Estatuto debe concretar las competencias que asume el nuevo ente territorial; en este sentido, se puede afirmar que el Estatuto es la norma "atributiva" de las competencias, con el único límite que impone el respeto de las competencias exclusivas del Estado establecidas en la Constitución. Por otra parte y en lo que se refiere a las comunidades históricas, el Estatuto también es la norma que podrá establecer determinaciones en torno a sus elementos diferenciales como son el de la lengua propia, diversidad cultural, organización territorial interna, derecho civil propio, etc. Como puede deducirse, el diseño constitucional expuesto introduce una fuerte dosis de asimetría, al menos potencial. La misma creación de las comunidades autónomas es potestativa y el contenido de la autonomía no ha de ser idéntico para todas ellas, ya que dependerá de las previsiones de cada Estatuto. Por esta razón, el Tribunal Constitucional ha 936-IFFE0111-es-Bayona.pdf Page 4 International Forum on Federalism in Mexico Veracruz, 15-17 November 2001 declarado que no existe un mandato constitucional de igualdad en lo que se refiere a la autonomía territorial. Hay que añadir, además, que otras previsiones constitucionales también apuntan claramente hacia una potencial asimetría. En este sentido, podemos destacar la posibilidad que el Estado pueda transferir a alguna o algunas comunidades autónomas funciones que originariamente son de su exclusiva competencia, o la disposición adicional de la Constitución que reconoce los "derechos históricos" territoriales y que permite su "actualización" en el marco de la Constitución y de los Estatutos de Autonomía. Según algunos autores (Herrero de Miñón, Lluch, Ferret), esta referencia a los derechos históricos no debe entenderse hoy como algo arcaizante, sino como la posibilidad de flexibilizar los límites constitucionales para un mayor reconocimiento de los hechos diferenciales y del contenido de la autonomía, como ya ha reconocido en alguna ocasión el Tribunal Constitucional. El desarrollo de la Constitución: del derecho a la autonomía al "Estado de las Autonomías" Como acaba de exponerse, el modelo español de autonomías territoriales es notablemente abierto y flexible en cuanto a su posible contenido y aplicación práctica. Sin embargo, a la vista del desarrollo constitucional de estos últimos veinte años, el resultado final ofrece un panorama mucho más homogéneo de lo que en principio era previsible esperar. En la actualidad, todo el territorio está organizado en comunidades autónomas y, además, su grado de autonomía es sensiblemente análogo. Este resultado tiene una lectura positiva, pero también ha tenido repercusiones negativas desde el punto de vista de las comunidades históricas. La generalización del proceso autonómico —iniciado ya desde el primer momento— y la tendencia homogeneizadora en los contenidos de la autonomía, ha tenido como uno de sus efectos una cierta difuminación del pacto político inicial que pretendía sobre todo dar satisfacción a las reivindicaciones de las comunidades históricas. Estas comunidades autónomas son ahora unas más dentro del conjunto de las diecisiete existentes, con el inevitable efecto de uniformización que ello produce, a pesar de las singularidades estatutarias existentes. La generalización del proceso no ha servido precisamente para enfatizar los "hechos diferenciales", sino más bien para difuminarlos dentro del sistema general. Entre otras cosas y para buena parte de la doctrina, ello ha propiciado una lectura del sistema de competencias en clave recentralizadora. En cierta forma, se puede decir que la aplicación de la Constitución se ha hecho en base a dos ejes paralelos y superpuestos: Por una parte la necesidad de atender unas demandas históricas y por otra la de aprovechar el contexto para iniciar un proceso general de descentralización, a pesar, incluso, de que este objetivo no fuera percibido como necesario en todos los territorios. Todo ello ha desembocado, en definitiva, en el llamado "Estado de las Autonomías", dentro del cual las comunidades históricas no han acabado de encontrar su acomodo. Por esta razón, el debate territorial en España aún está vivo y pueden apreciarse dos posiciones políticas muy distintas: Por una parte la de los principales partidos de ámbito 936-IFFE0111-es-Bayona.pdf Page 5 International Forum on Federalism in Mexico Veracruz, 15-17 November 2001 estatal (especialmente el PP), para los cuales el modelo ya está "cerrado" y debe considerarse como definitivo. Y por otra la de los partidos nacionalistas que reclaman una relectura o evolución del modelo en la línea de un mayor autogobierno y reconocimiento de su singularidad. Como puede deducirse de lo anteriormente dicho, el desenlace de esa tensión no depende tanto del marco jurídico, como de la voluntad política. El marco constitucional es suficientemente flexible para permitir opciones diferentes a las que finalmente han cristalizado, siendo posible una reorientación del proceso para profundizar en la autonomía y también para el reconocimiento de la realidad "plurinacional" del Estado español. Ésta es la opción que se defiende desde Cataluña por considerar insuficiente el nivel de autonomía conseguido, entendiendo además que su demanda no implica un privilegio, sino la consecuencia de que las realidades diversas de índole social y cultural ("demos plural") tienen derecho a recibir un tratamiento diferencial. Y esta pretensión debe valorarse especialmente cuando se plantea dentro de las reglas constitucionales, es decir, sin poner en cuestión el marco unitario de referencia. No se trata de "salir" de ese marco, sino de encontrar en él el encaje adecuado que permita el desarrollo de la personalidad propia de Cataluña. Y no es ocioso recordar en este punto la prueba de lealtad que ha demostrado el nacionalismo catalán mediante su compromiso con la gobernabilidad general del Estado a lo largo de los últimos años. Posibilidades para la evolución del modelo: Perspectivas futuras Si globalmente puede hacerse un balance positivo del modelo autonómico, la dinámica homogeneizadora y reduccionista descrita introduce sombras en el proceso, en la medida que parece olvidarse su punto de partida y su misma razón de ser. Evidentemente, no se trata de impedir que todas las comunidades autónomas eleven su techo competencial, sino del riesgo que desaparezca bajo la capa de un "federalismo" igualitario la diferencia y el reconocimiento de una mayor capacidad de autogobierno. Ésta es la razón por la cual hoy está abierto en Cataluña un amplio debate sobre la mejora del autogobierno, que parte de la constatación de las insuficiencias existentes y plantea diversas opciones para superarlas. Entre ellas, destaca en primer lugar la de proceder a una reinterpretación del marco constitucional y estatutario que, sin necesidad de cambios en el mismo, podría suponer esencialmente: Un sistema de financiación menos dependiente de las transferencias del Estado, con una mayor participación en los grandes impuestos. Un paso en este sentido se ha dado recientemente con el nuevo acuerdo de financiación adoptado entre el Estado y las comunidades autónomas. Una lectura menos expansiva de las competencias legislativas estatales, especialmente de las que le permiten establecer la regulación básica en diferentes ámbitos sectoriales. 936-IFFE0111-es-Bayona.pdf Page 6 International Forum on Federalism in Mexico Veracruz, 15-17 November 2001 La reforma de la Administración Periférica del Estado, en la línea del federalismo de ejecución. El reconocimiento de una acción exterior, especialmente en el plano cultural y de una participación activa ante las instituciones de la Unión Europea. El traspaso de competencias previstas en el Estatuto y aún pendientes, así como la transferencia de nuevas competencias según los mecanismos previstos en la Constitución. El reconocimiento explícito de las nacionalidades históricas y de su pluralismo lingüístico y cultural en la esfera institucional y simbólica, en Cataluña y el resto del Estado. La participación en las instituciones estatales como el Tribunal Constitucional o el Consejo de Gobierno del Poder Judicial. Especial consideración desde esta perspectiva participativa es la reforma de la segunda cámara legislativa (el Senado) para convertirla en verdadera cámara de representación territorial, dentro de la cual también deberían establecerse las fórmulas asimétricas necesarias para dar solución a los hechos diferenciales inherentes a las comunidades históricas. La descentralización profunda de la Administración de Justicia, con el reconocimiento de competencias a las comunidades autónomas y una mayor atribución de funciones a los Tribunales Superiores de ese ámbito. Salvo la reforma del Senado, las otras medidas no requerirían cambios constitucionales — especialmente difíciles por tratarse de una Constitución "rígida"— y dependerían únicamente de la voluntad política para reorientar el proceso con medidas legislativas o de otra índole. Es la apuesta que se hace desde la mayoría que gobierna actualmente en Cataluña (CIU). Queda por ver hasta qué punto es posible esta reorientación. Cataluña se juega mucho en ello, ya que sin un avance existe el riesgo de consolidar una autonomía de "perfil bajo". A su favor está un marco jurídico especialmente abierto y flexible con la posibilidad incluso de la reforma del Estatuto de Autonomía. En cambio, los grandes partidos estatales (PP y PSOE) son los que tienen la llave de la reforma, especialmente cuando no necesitan para gobernar el apoyo de los partidos nacionalistas (como sucede ahora). Hay que considerar, sin embargo, el amplio consenso que puede producirse dentro de Cataluña sobre la mejora de su autogobierno. Esta necesidad es hoy ampliamente sentida por la gran mayoría de fuerzas políticas, incluso de las no estrictamente nacionalistas como el PSC-PSOE que recientemente ha formulado una propuesta para una evolución en clave federal y asimétrica del régimen de autonomías en España. Recapitulación El análisis del régimen español de autonomía no puede hacerse solamente desde su marco jurídico-formal. Es esencial conocer el trasfondo histórico de la diversidad de los pueblos de España, para comprender en todo su alcance las razones últimas de la estructura territorial que diseña la Constitución de 1978. 936-IFFE0111-es-Bayona.pdf Page 7 International Forum on Federalism in Mexico Veracruz, 15-17 November 2001 Sólo así se explica la originalidad de un modelo que parte de unas reivindicaciones de autonomía potentes y enraizadas en la sociedad. Modelo que por esta razón se asienta en el reconocimiento del derecho a la autonomía y se articula a partir de la evolución de un marco inicialmente unitario. El desarrollo final de la Constitución se ha producido, sin embargo, bajo unas coordenadas que tienden claramente a la generalización y uniformidad. Esto ha permitido una aplicación general y profunda de la descentralización, pero como contrapartida no ha permitido solucionar la acomodación de Cataluña dentro del Estado en lo que se refiere a las cotas de autogobierno deseadas y el reconocimiento de su hecho diferencial. En el momento presente existe una clara divergencia entre las posiciones del centro que postulan la finalización del proceso autonómico y las posturas nacionalistas catalanas que reclaman una aplicación constitucional y estatutaria alternativa. Ambas, además, pretenden apoyarse en la Constitución. Habrá que esperar pues a nuevos acontecimientos para ver cómo se decanta esa tensión, aunque las reivindicaciones de mayor autogobierno deberán esperar al menos un cambio de conyuntura política. En cualquier caso, no sería bueno negar a la Constitución lo que en su espíritu se encuentra y lo que jurídicamente permite. Como ha declarado el Rey Juan Carlos I en un discurso, muy reciente, pronunciado en la Universidad de Utrech, la sociedad española debe apostar por un patriotismo "integrador de la pluralidad", especialmente teniendo en cuenta que el sistema constitucional español ofrece más que ningún otro sistema político posibilidades de autocorrección. Y cuando de integración se trata, no hay duda que Cataluña ha mostrado siempre su disposición a la misma dentro del respeto a su diferencia. Como ha declarado también en fecha muy reciente el ex presidente Clinton en una conferencia pronunciada en Barcelona, Cataluña debe considerarse como un "modelo de diversidad que ha dicho no al separatismo, la violencia y el terrorismo". Esta lealtad constitucional reiteradamente demostrada supone un capital político que no debería despreciarse. Veracruz, México, Noviembre de 2001. Antoni Bayona Rocamora Director del Instituto de Estudios Autonómicos Profesor de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona BIBLIOGRAFÍA BÁSICA MUÑOZ MACHADO, S., Derecho público de las Comunidades Autónomas, 2 vol, Madrid 1982-1984 936-IFFE0111-es-Bayona.pdf Page 8 International Forum on Federalism in Mexico Veracruz, 15-17 November 2001 LÓPEZ AGUILAR, J.F., Estado autonómico y hechos diferenciales, Madrid 1998 SOLOZÁBAL, J.J., Las bases constitucionales del Estado autonómico, Madrid 1998 FOSSAS, E. Y REQUEJO, F. 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