El nacimiento de un poeta Revista No. 13 Félix Rubén García Sarmiento es el nombre de un niño nicaragüense, que revoluciono con su obra las letras y la poesía de su tiempo y que el mundo conocerá por la eternidad como Rubén Darío. En realidad le viene de su bisabuelo, Don Darío Mayorga, que vivió hacia 1800. Don Daría tenia una venta y la gente decía: “anda a comprar donde Darío, allaaaa…. Donde los Darío…., los Darios…” así el nombre del bisabuelo, con el tiempo paso a ser apellido de toda la familia. Incluso de su hermana y de sus sobrinos. Por su puesto el matrimonio fue todo un desastre. No habían pasado tres meses de casados cuando Manuel ya andaba de vago. Rosa, ya embarazada, lo abandono y se cruzo para donde una tía suya; Doña Bernarda. Debí saufrit tanto la mama de Rubén que para alejarse del causante de su dolor, en Diciembre de 1866 cuando y6a tenia ocho meses de embarazo, agarro sus maritates y se fue para Metapa con Josefa, una hermana de su tía bernarda, que hacia unos días que posaba en León donde había llegado a comprar mercadería para su tienda en Metapa. Metapa, Chocollos, Ciudad Darío Metapa era un pueblito. Le llamaban en son de burla chocollos porque una vez se quemo y cuando la gente volvió a parar la casitas todas tenían el techo de paja y se miraba todo el pueblo verde. Verde de potrero, verde de chocollos. Allí el 18 de Enero de 1867 nació el gran poeta Rubén Darío… tan grande, tan famoso, tan inmortal que pocos años después de su muerte y a solicitud de las autoridades del pueblo que le vio nacer, Metapa se convirtió en Ciudad Darío. La casa donde nació Rubén Darío es una casa esquinera, sencilla, toda pintada de blanco. Ya no tiene el tejado de paja, pero por lo demás casi esta igual. La casa tiene el piso de ladrillo de barro, unas viejas sillas y un retrato al fondo de Dario cuando estaba de embajador en España. El dormitorio es chiquito. Tiene la cama donde nació, que es de un cuero de res tensado sobre un cuadro de madera un cofre y aun mesita. También hay una estampa de Jesús de la buena esperanza, del cual eran devotos en la casa. La cocina y el lavadero hablan de la sencillez de aquella vida.