Valorarse y aceptar que Dios nos eligío

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Llamamiento de los Primeros Discípulos
18
Andando Jesús junto al mar de Galilea, vio a dos hermanos, Simón, llamado Pedro, y Andrés su hermano, echando una red al
mar, porque eran pescadores. 19 Y les dijo: “Vengan en pos de Mí, y Yo los haré pescadores de hombres.” 20 Entonces ellos,
dejando al instante las redes, Lo siguieron.
21
Y pasando de allí, Jesús vio a otros dos hermanos, Jacobo (Santiago), hijo de Zebedeo, y Juan su hermano, en la barca con su
padre Zebedeo, remendando sus redes, y los llamó. 22 Y ellos, dejando al instante la barca y a su padre, Lo siguieron.
La Fama de Jesús se Extiende
23
Y Jesús iba por toda Galilea, enseñando en sus sinagogas, proclamando el evangelio (las buenas nuevas) del reino, y sanando
toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo. 24 Se extendió Su fama por toda Siria; y traían a El todos los que estaban
enfermos, afectados con diversas enfermedades y dolores, los endemoniados, epilépticos[h] y paralíticos, y El los sanaba. 25 Y Lo
siguieron grandes multitudes de Galilea, Decápolis, Jerusalén y Judea, y del otro lado del Jordán.
Dejas todo por Cristo y lo seguís para ser pescador de hombres? Proclamando el evangelio? Sanando corazones?
Amame como eres
Jesús nos anima diciéndonos:
No desconozco tu miseria
veo las luchas y las tribulaciones de tu alma
veo también tus enfermedades físicas y el cansancio de tu cuerpo
conozco bien tus pecados, tu infidelidad, tus omisiones, tu vileza.
Yo te digo: ámame como eres!
Aunque caigas continuamente en tus mismas faltas
aunque cometas esas culpas que no quisieras cometer
aunque no cumplas con tu deber
aunque desprecies a tu prójimo
aunque tantas veces te consideres un villano.
Yo te digo: ámame como eres!
De todos los momentos de tu vida
en cualquier situación en que te encuentres
cuando tu alma esté llena de fervor
cuando tu corazón sea árido, seco, empedernido
incapaz de sentir y de amar.
Yo te digo: ámame como eres!
Si esperas ser un santo, o un ángel
para entregarte al amor, no me querrás nunca
quiero que tu amor salga de lo profundo de tu miseria
por eso, así te encuentres en la fidelidad o en la infidelidad
Yo te digo: ámame como eres!
Si me dices que no posees virtud y no tienes ciencia
si estás privado de talento y vestido de andrajos
si te sientes débil, indefenso, envilecido.
Yo te digo: ámame como eres!
Yo estoy a la puerta de tu corazón y llamo, ábreme!...
Déjame amarte, dame tu corazón
te doy mi Gracia y el Pan Vivo
te doy la fuerza para afrontar y superar las dificultades de la vida
te doy el Espíritu de verdad y la Sabiduría del Amor
te doy mi Madre que te estrecha contra su corazón inmaculado
no dudes de Mí , pero ten fe.
Yo te digo ahora y siempre: ámame como eres!
Diversidad y Unidad de los Dones
4
Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo. 5 Hay diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo.
6
Y hay diversidad de operaciones, pero es el mismo Dios el que hace todas las cosas en todos. 7 Pero a cada uno se le da la
manifestación del Espíritu para el bien común.
8
Pues a uno le es dada palabra de sabiduría por el Espíritu; a otro, palabra de conocimiento según el mismo Espíritu; 9 a otro, fe
por[c] el mismo Espíritu; a otro, dones de sanidad[d] por[e] el único Espíritu; 10 a otro, poder de milagros[f]; a otro, profecía; a otro,
discernimiento[g] de espíritus; a otro, diversas clases de lenguas, y a otro, interpretación de lenguas. 11 Pero todas estas cosas las
hace uno y el mismo Espíritu, distribuyendo individualmente a cada uno según Su voluntad.
Maranatha
La iglesia, Cuerpo de Cristo
12
Porque así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, pero, todos los miembros del cuerpo, aunque son muchos,
constituyen un solo cuerpo, así también es Cristo. 13 Pues por[h] un mismo Espíritu todos fuimos bautizados en un solo cuerpo,
ya Judíos o Griegos, ya esclavos o libres. A todos se nos dio a beber[i] del mismo Espíritu.
14
Porque el cuerpo no es un solo miembro, sino muchos. 15 Si el pie dijera: “Porque no soy mano, no soy parte del cuerpo,” no
por eso deja de ser parte del cuerpo. 16 Y si el oído dijera: “Porque no soy ojo, no soy parte del cuerpo,” no por eso deja de ser
parte del cuerpo. 17 Si todo el cuerpo fuera ojo, ¿qué sería del[j] oído? Si todo fuera oído, ¿qué sería del[k] olfato?
18
Ahora bien, Dios ha colocado a cada uno de los miembros[l] en el cuerpo según Le agradó. 19 Y si todos fueran un solo
miembro, ¿qué sería del[m] cuerpo? 20 Sin embargo, hay muchos miembros, pero un solo cuerpo.
21
Y el ojo no puede decirle a la mano: “No te necesito;” ni tampoco la cabeza a los pies: “No los necesito.” 22 Por el contrario, la
verdad es que los miembros[n] del cuerpo que parecen ser los más débiles, son los más necesarios; 23 y las partes del cuerpo que
estimamos[o] menos honrosas, a éstas las vestimos con[p] más honra. Así que las partes que consideramos más íntimas[q], reciben
un trato más honroso, 24 ya que nuestras partes presentables no lo necesitan. Pero así formó[r] Dios el cuerpo, dando mayor
honra a la parte que carecía de ella, 25 a fin de que en el cuerpo no haya división[s], sino que los miembros tengan el mismo
cuidado unos por otros. 26 Si un miembro sufre, todos los miembros sufren con él; y si un miembro es honrado[t], todos los
miembros se regocijan con él.
27
Ahora bien, ustedes son el cuerpo de Cristo, y cada uno individualmente un miembro de él. 28 Y en la iglesia, Dios ha
designado[u] primeramente, apóstoles; en segundo lugar, profetas; en tercer lugar, maestros; luego, milagros[v]; después, dones
de sanidad[w], ayudas, administraciones, diversas clases de lenguas.
29
¿Acaso son todos apóstoles? ¿Acaso son todos profetas? ¿Acaso son todos maestros? ¿Acaso son todos obradores de
milagros[x]? 30 ¿Acaso tienen todos dones de sanidad[y]? ¿Acaso hablan todos en lenguas? ¿Acaso interpretan todos? 31 Pero
deseen ardientemente los mejores dones.
Y aun yo les muestro un camino más excelente.
REFLEXION FINAL
Cuenta la historia que un joven se acercó preocupado a su anciano maestro, y le preguntó:
- Maestro. Algunas personas me dicen que no valgo para nada y que no merezco alcanzar nada de provecho en la vida. Tanto
daño han llegado a hacerme, que empiezo a creer que ellos tengan razón.
Maestro, tú crees que de verdad no valgo para nada?
A lo que respondió el anciano:
- Mira hijo, sé que tus dudas te devoran por dentro, pero en este momento no voy a poder atender tus preguntas. Tengo un
asunto urgente que resolver y en cuanto termine con ello, prometo ayudarte. De todos modos, si gustas ayudarme en mi asunto,
antes acabaré con ello y antes atenderemos lo tuyo.
Al alumno no le sentó bien la respuesta del maestro. Una vez más, todo parecía indicar que realmente él no era importante
para nadie. Pero aceptó ayudar al anciano.
- Bien. Necesito que vayas a vender este anillo al pueblo. Es un anillo de oro. Tengo una deuda que pagar y necesito el dinero
que pueda sacar por este anillo. No me importa a quién se lo vendas. Pero véndelo. Y no vuelvas hasta que no te paguen al
menos una moneda de oro por él.
El joven, dispuesto a vender aquel anillo al mejor precio posible, montó en su caballo y salió en dirección al pueblo. Recorrió
mercados y paró a todos los comerciantes enseñando su joya. A todos les pareció una buena joya, pero cuando le preguntaban
por su precio y les pedía al menos una moneda de oro, todos se reían y rechazaban su oferta.
Después de recorrer todo el pueblo durante todo el día, el joven regresó a casa del maestro, decepcionado y reafirmando su
idea de que realmente no valía para nada, ya que no había sido capaz de conseguir su moneda de oro.
- Maestro, no he sido capaz de vender tu anillo. Todos los comerciantes estaban interesados, pero ninguno ha estado dispuesto
a pagarme por él más que un par de monedas de plata. Decían que una moneda de oro era un precio demasiado caro para
pagar por tu joya. Definitivamente, no creo que se pueda engañar a nadie sobre el valor del anillo.
- Está bien. Es muy importante lo que me dices. Así que debemos saber el verdadero valor del anillo. Mañana irás a ver al joyero
del pueblo y le pedirás que lo valore, para que podamos conocer un poco mejor su valor de la mano de un verdadero experto.
Pero ofrezca lo que te ofrezca, trae el anillo de vuelta y no se lo vendas de ninguna manera.
A la mañana siguiente, el joven volvió a montar en su caballo y se dirigió de nuevo al pueblo, pero esta vez sólo visitó al joyero.
Le enseño el anillo y le preguntó cuánto podría costar.
- Parece un buen anillo. Si quisieras vendérmelo, podría darte ahora mismo 58 monedas de oro por él. Probablemente yo pueda
llegar a venderlo de aquí a algún tiempo por 60 o 70 monedas, pero ahora no puedo darte más de 58.
El joven, sorprendido, agradeció al joyero su información y su tiempo, y corrió feliz hasta casa del anciano, al que contó
emocionado la gran noticia.
- ¿Lo ves? – Dijo el maestro – Ayer todos aseguraban que el anillo no costaba siquiera una moneda de oro.
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