sin huevos no hay paraiso

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Sin huevos no hay paraíso
Jóvenes,
Les envío este doloroso pero precioso escrito del Dr. Mauro Fernández sobre
el derrumbe social de Costa Rica.
Cambia la línea ‘Costa Rica’ por ‘México’ y comprenderás porque escribo
estas líneas como introducción.
Lo comparto con Ustedes esperando que esta ventana que el Dr. Fernández
nos abre, nos permita comprender porque nuestras bellas culturas y modo de
vivir están siendo carcomidas por el cáncer invasor de los extranjerismos;
deseando el poder despertar y hacer algo individual y colectivamente por
nuestra patria, por nuestra etnia, por nuestros hijos y nietos.
Son las dolorosas verdades sobre la paulatina deterioración de las
condiciones de salud, económica, social, familiar y espiritual de nuestras
sociedades en toda la America Latina.
El bello idioma trastocado por los ‘Local News’ en vez de Noticias Locales,
de “Sports news’ y miles de anglicismos aceptados por los medios de
comunicación y que han desplazado nuestras viejas y bellas palabras; el
control de las masas por uno o dos robots humanoides convertidos en
lectores de noticias; la dolarización; la invasión de ‘big brother’ y muchas
mas maneras de perder el tiempo dolorosamente, sentados frente a la caja
electrónica absorbiendo idioteces sin raciocinar; de la comercialización de la
navidad con árboles de plástico y regalos superfluos en lugar de un
nacimiento y buñuelos con atole; de conejitos de chocolate en vez de la
visita a la iglesia en semana de pascua; el Nintendo desplazando al balero y
al trompo; el control remoto de la televisión suplantando al partido de futbol
de los encamisados contra los sin camisa; de los constantes churros
televisivos que no son mas que una vil copia de los peores programas del
país del norte; el idioma escrito truncado por abreviaturas en los medios de
comunicación; la serenata romántica cara a cara mutilada por los mensajes
eróticos electrónicos a distancia; el correr a comprar la nueva televisión a la
Casa Hermanos X o Z ya que esta a 30% de descuento, sin comprender que
el nuevo modelo ya llego al país del norte y se tiene que desechar el viejo
modelo … por donde quieran verlo, una invasión y los invadidos no
queremos despertar.
La diaria faena de nuestros ancestros se convierte lentamente en la
irresponsabilidad de nuestros jóvenes, y los maduros tan solo miramos la
agonía de nuestra sociedad, muchos sin siquiera angustiarnos; la familia se
encuentra dormida, con una anestesia emocional.
La televisión, internet, regalos, chocolates y dólares son buenos, son
necesarios; pero deben ser tan solo instrumentos de nuestro diario quehacer.
Parafraseando a Thoreau, el problema es que nos hemos convertido en los
instrumentos de nuestros instrumentos y en el proceso estamos perdiendo
nuestra personalidad, nuestra cultura, nuestra identidad humana.
Hemos perdido la noción del valor de las cosas.
Solo nos interesa el precio.
America Latina está perdiendo sus valores.
Nuestros hijos y nietos pagarán el precio.
Abrazo fraternal
guillermo.
-------------------------Sin huevos no hay paraíso.
Autor: Dr. Mauro Fernández
Hace unos meses, nos vimos sorprendidos por el nombre de una novela. Sin
tetas no hay paraíso, sorprendió porque era probablemente la primera vez
que se daba tal permisividad lingüística, pero también, porque en cierta
forma, revela la nueva ideología emergente en la sociedad occidental.
Las diferentes civilizaciones han logrado surgir y sobrevivir gracias al
esfuerzo y el trabajo de sus patricios, quienes hicieron de la austeridad y la
abnegación su norte y con ello lograron el esplendor de las diferentes
culturas. Hombres con espíritu de acero que doblaron las inclemencias de la
selva. Hombres con espíritus indomables que nunca le dijeron no al trabajo.
Hombres con espíritus tenaces que se reían con sus hechos de los
imposibles.
Esos son los hombres que hay en nuestro pasado y esos son los hombres que
configuraron la Costa Rica que hoy disfrutamos. Fueron ellos los que
idearon la educación gratuita para todos, fueron ellos los que
conceptualizaron los servicios médicos de cobertura universal, fueron ellos
los que idearon una sociedad sin armas, fueron ellos los que pusieron un
teléfono público en cada pueblo y luego un teléfono en cada casa, fueron
ellos los que llevaron agua potable y luz eléctrica a todas las comunidades.
Sí, fueron ellos los que nos legaron ese paraíso.
Luego, en nuestra sociedad, las cosas fueron cambiando. Las nuevas
generaciones surgieron alérgicas al sudor. El trabajo dejó de ser un aliado,
los labriegos y sencillos se fueron haciendo cada vez menos y surgió un
nuevo perfil de persona: una que ostenta, que trabaja poco, que consume
mucho y que no tiene agallas.
Hoy nos preguntamos qué pasó con ese paraíso que era nuestro país. No
podemos entender por qué hay tanto asalto, por qué la droga está
carcomiendo a nuestra población desde la más temprana edad. No sabemos
por qué hoy, desde el seno del hogar, brota la violencia; por qué este país,
que era un paraíso, se convirtió en lugar inseguro para el individuo honesto.
No hay duda que el principal motivo de este infierno que vivimos, es la
pérdida del sentido de consecución. Hemos perdido lo que nos caracterizó
por años, hemos perdido lo que nos permitió fortalecernos como nación. El
luchar por la vida, el ganarse el pan con el sudor de la frente, dejó de ser una
consigna nacional.
Hoy, grandes rubros de nuestra población andan tras la vida fácil. Muchos
de nuestros ricos dejaron de ser honestos e inteligentes y muchos de nuestros
pobres dejaron de ser trabajadores. Y aquella gran clase media, se concentró
en sobrevivir con el menor esfuerzo posible.
En nuestras aulas es vergonzoso ser un verde, la excelencia dejó de ser la
meta. Hoy la idea es pasar raspando y si no, no importa, se repite. La
educación no nos la regalaron. Nuestro sistema educativo le costó alma, vida
y corazón a nuestros próceres. Muchos pueblos todavía hoy, luchan por tener
un sistema como el nuestro y, sin embargo, buena parte de nuestro
estudiantado ve en el estudio una fastidiosa faena que los aleja de la fiesta y
el vacilón. Las casuísticas nacionales revelan que entre uno y dos de cada
tres estudiantes no termina la secundaria, que el 30% de los jóvenes no
estudia ni trabaja, es decir, son mantenidos que han hecho de la vagancia su
forma de vida.
El ahorro y el ser comedido están a punto de extinguirse. Porcentajes
importantes de los ingresos familiares se van en modas y conciertos, en
carros y en iPods, en celulares y en pantallas de plasma. Y no se crea que
éste mal solo carcome a las clases altas. Hasta en hogares humildes y en
precarios, se observan estas vanidades. Hoy, muchos de los subsidios
gubernamentales al estudiantado, se gastan en celulares a vista y paciencia
de unos padres siempre complacientes.
Entre las víctimas de esta pérdida de identidad, se cuentan también el Niñito
Dios y San Nicolás. Antes traían caballitos de palo, carros ganaderos y
muñecas de vestir. Hoy llenan a nuestros niños con juguetes de marcas por
los que cobran una fortuna.
Nuestros centros universitarios son una paradoja. Unos, rodeados de bares
donde sucumbe con facilidad el estudiantado y otros, parecen centros
comerciales con ‘food courts’ repletos de grasa. Todo en nombre de la
libertad. Muchos de nuestros estudiantes hoy son amamantados con cerveza
y se terminan de criar con un trago en cada mano, porque cuanto evento
juvenil se programa, es patrocinado rápida y generosamente por la industria
del licor.
De alguna manera, la educación dejó de ser una herramienta y se convirtió
en un simple requisito. Dejó de formar y se conformó con enseñar. De
alguna manera, la educación perdió su esencia, la que tan bien definiera
Rodrigo Facio, si no trasforma no es educación. Hoy abundan los
profesionales que simplemente son mal educados, que, como decían nuestros
abuelos, pasaron por las universidades pero las universidades parece que no
pasaron por ellos, porque se comportan como patanes y engreídos.
El ejercicio, cuando se hace, suele hacerse para lucirse y no por salud. El
aspecto se volvió tan importante, que miles de quinceañeras piden
suplicantes como regalo de cumpleaños unas prótesis de siliconas. Bajo la
nueva ideología imperante, ya no es necesario que una mujer estudie, ya no
es necesario que una mujer aprenda una destreza o un oficio. Si es bonita y
pechugona, se le abren un sinfín de puertas. Y aunque no cabe duda que eso
es cierto, también lo es que las puertas que se les suelen abrir son las del
abuso, la explotación y el maltrato.
Nos volvimos consumistas. Andamos con tenis que cuestan medio salario
base, con colonias de precios extravagantes y lucimos las marcas con el fin
de buscar aprobación y estima, sin darnos cuenta que eso simplemente
produce relaciones vacías e insulsas.
No se crea que el paraíso que siempre fue nuestro país y que era ejemplo en
el mundo, se desgasta por generación espontánea. Precisamente lo estamos
perdiendo por importar estilos de vida que son decadentes y corruptos, que
desdichadamente afloran en los medios, llámense televisión, radio, Internet o
revistas.
Hoy, la televisión enseña los valores de la desidia y el desdén, con
personajes que se mofan de su ignorancia y de la presteza con la que viven el
absurdo de la abundancia mal habida. Internet está repleto de sitios que
contaminan nuestras pantallas con material sexual y llenan la cabeza de
nuestros jóvenes con errados y peligrosos esquemas sexuales.
Por eso, entre el catorce y el veinte por ciento de los niños que nos trae la
cigüeña, son de madres adolescentes. Por eso, solo el año pasado tuvimos
cerca de ochenta escolares embarazadas. Por eso, los adolescentes son los
que más padecen de enfermedades venéreas. Por eso y por mucho más, es
que este país se está quedando sin cultura, sin juventud y sin deporte.
Cerca de la mitad de los costarricenses padece de obesidad. Nos volvimos
echados, somos sedentarios, tenemos tiempo para todo pero no para nuestro
cuerpo. No velamos por la salud, no podemos quitarle a la televisión, al
‘happy hour’ y al dos por uno un poco del montón de tiempo que le
dedicamos, para destinarlo al ejercicio, para ir a correr tan siquiera cincuenta
minutos diarios.
Por eso, por esa falta de fuerza de voluntad, nos estamos muriendo de
infartos, derrames cerebrales, cáncer, descompensaciones diabéticas. Porque
en el nombre de una vida fácil, hemos descuidado el mayor tesoro: la salud.
Hoy los salubristas nos hablan de niños obesos, de jóvenes obesos, de
adultos obesos y de ancianos obesos, porque es el país como un todo el que
está cayendo hincado ante la grasa y el sedentarismo.
Ya nuestros niños no corren, no juegan quedó ni escondido, no levantan un
papalote, ni se llenan de tierra, ni suben a los palos. Hoy, desde pequeños
están encerrados de siete a tres en el kínder de la esquina y, al llegar a la
casa, solamente ven televisión y juegan play station. Perdimos el contacto
con la naturaleza. Muchos niños no conocen cómo se ordeña una vaca, cómo
se apea una naranja, cómo es un palo de jocote, cómo se coge café. Muchos
de nuestros niños no conocen esa Costa Rica.
En los hogares, en los medios, en las aulas y en la calle, dejamos de enseñar
que solo en la lucha tenaz de fecunda labor que enrojece del hombre la faz,
se consigue y se mantiene el eterno prestigio, estima y honor, que
conquistaron aquellos labriegos y sencillos.
Hoy, se dejó de enseñar que sin huevos no hay paraíso.
Dr. Mauro Fernández
Director del Instituto Costarricense de Sexología
Teléfono: 2280 1933 / 2280 1911
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