La Lealtad Por Francisco Rivero Mendoza He aquí una de las virtudes más apreciadas por todos nosotros: Lealtad pura y sencilla en éstos tiempos de crisis de valores ¡Que cosa tan difícil de conseguir!¡ Todos queremos que nuestros padres, amigos y compañeros de estudio o de trabajo nos sean leales¡ Como abunda la traición en este mundo! La traición es el valor contrario a la lealtad. Muchas personas hablan de la lealtad en abstracto pero no la practican, pues no han cultivado este valor o bien no conocen el profundo significado del mismo. La lealtad se puede definir como el compromiso de mantener los vínculos y las promesas a personas o grupos de individuos. Así pues hablamos de lealtad a la Patria o patriotismo, lealtad a los padres o bien lealtad a los amigos. Decimos que somos leales a nuestros padres, pues siempre mantenemos nuestra relación de respeto, afecto y consideración hacia ellos. El amor al dinero o los bienes materiales no es, ni puede ser, objeto de lealtad alguna. El amor a un ser querido, tampoco debe ser confundido con la lealtad. Podemos mantener una lealtad a personas o ideales que son reconocidos por todos. Para aclarar aún más este concepto, no se puede hablar de lealtad a una meta u objetivo En el mundo empresarial, se habla de lealtad a una empresa o institución por parte de las personas que laboran en la misma. Dicha lealtad nace del agradecimiento al conseguir un empleo. Los empleados deben ser leales a su empresa tanto en los buenos como en los malos tiempos. Por supuesto que hablamos aquí de empresa serias con objetivos claros y que beneficien a la sociedad. Alguien que se cambia de empresa por que le han ofrecido un pequeño aumento salarial o beneficio, deja de ser leal. En todo caso algunas personas creen que no deben lealtad a ninguna otra cosa que no sea el dinero. Estas personas que saltan la talanquera fácilmente, como se dice en criollo, son poco confiables y tienden a fracasar porque no ofrecen estabilidad alguna a sus amigos o empleadores. Para ser leal con la empresa se deben poner en práctica valores de amor al trabajo, puntualidad y honestidad. Por supuesto, para mantener la fidelidad a la empresa, el empleado debe reconocer en sus directivos, personas que practiquen valores de honradez, responsabilidad y solidaridad. Todo esto fortalece los vínculos entre empleado y patrón propiciando de esta manera una relación amistosa, muy productiva y de lealtad sincera. Si alguien desea cambiarse de empresa para mejorar su situación económica, atendiendo a una mejor oferta de empleo, se enfrenta entonces a un conflicto de lealtades. Por un lado la persona es leal a la empresa, pero, por otra parte, el sentimiento de lealtad a su familia y así mismo le obliga a mejorar su situación económica. Hay que establecer una jerarquía de las lealtades, poniendo en primer lugar las cosas fundamentales. Entonces el empleado debe hablar con su jefe para informarle acerca de las razones de su separación de la empresa. El jefe entonces, deberá ser conciente de la situación y la persona, aunque se cambie de empresa, ya no será un traidor. Finalmente, al establecer lealtades innecesarias podemos sufrir muchas frustraciones, peligros y situaciones incómodas. No se puede ser leal a un amigo que nos perjudique, por el simple hecho de mantener una vieja relación. No se puede exigir lealtad como si fuese un contrato firmado ante un notario o pacto de honor entre las personas. Hay amistades que nos oprimen y limitan nuestras actuaciones. Amigos que con sus rollos y problemas personales nos atrapan en las redes de su compleja existencia. Debemos ser caritativos y ayudarlos en la medida de nuestras posibilidades, para estar en paz con nuestra conciencia. La verdadera amistad no esta en el medio de la calle exigiendo lealtad a cada momento. Entonces podemos preguntarnos ¿A quien debemos ser leales? Debemos ser leales a Dios, la Patria y la familia en primer lugar, y en segundo lugar a todo aquello que nos traiga el bien, la tranquilidad, la justicia y la felicidad.