los ciegos ven, los cojos andan

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CONVERSACIONES SOBRE EL EVANGELIO
LOS CIEGOS VEN, LOS COJOS ANDAN...
Cuillermo Marahall, s. ¡.
t i Evangelio de San Marcos nos
trae varias narraciones de curaciones de enfermos realizadas por |esús. Ellas son: curación de la suegra
de Simón (Me. 1.29-31); un leproso
(Me. 1.40-45): un paralítico (Me. 2.
1-12): un hombre que tenia la mano
paralizada {Me. 3.1-6); la mujer con
hemorragia (Me. 5.25-34): un sordo
tartamudo (Me. 731-37); un ciego
en Betsaida (Me. 8.22-26); un mendigo ciego en lericó (Me. 10.46-52).
En dos oportunidades se mencionan
curaciones numerosas (Me. 1. 52-34;
6,53-56). También se narra la resurrección de una niña, hija de fairo
(Me. 5.35-43).
Lo maravilloso
Una mirada simple puede hacernos
considerar estas actuaciones de [csús
como gestos maravillosos destinados
a suscitar la admiración. Los hombres admirados anle lo insólito deberíim razonar que esto no se podría
obrar por ningún poder humano. Por
lo lanío el poder de Jesús venia
de Dios. Por consiguiente había que
creer en lesús como en un enviado
de Dios.
Esta interpretación aparece incidentalmente en los Evangelios, pero
DO es la Única ni la principal. Y sin
embargo ha encontrado éxito en la
divulgación teológica y en la catcquesis. Ellu adolece de sertas dificultades. Una de las principales es
que aparece contradicha por el misino Evangelio. En Me. K. 11-12 los fariseos piden un» señal del cielo. Jesús
rehusa. Cuando estaba en la cruz, los
que pasabaVi le pedían un prodigio:
bajar de la cruz, "para que veamos
y creamos" (Me. 15.32). Jesús tampoco accedió.
La inierpretación tradicional de las
cu raciones milagrosas se ha formulado en lenguaje científico. Las leyes
de la naturaleza son fijas e Inmutables. Pero Dios que es su autor puede
determinar desde la eternidad los
c;¡so^ en que >u efecto será suspendido para qii^> se produzca un IIL-LHU
milagroso. Llevando esta lógica hasta
el final se puede llegar a montar una
oficina verificadora de milagros y
declarar científicamente que tul curación es imposible según la ciencia
médica, y que por lo tanto es un
milagro, etc.
Primacía de la fe
En Marcos hay una constante que
contradice esta interpretación respecto a las curaciones realizadas por Jesús. Por una parte en casi (odas las
curaciones milagrosas hay una demanda de ser sanado: "le hablan de
ella"; "si quieres puedes limpiarme";
"le traen un paralítico"; "lo suplican
con instancia: mi hija está a punto
de morir; ven. impon tus manos sobre ella para que SL- cutí y viva"; "y
le ruegan imponga las manos sobre
él"; "y le suplican que le toque";
"len compasión de mí. Señor, que
vea", Estas demandas suponen una fe
en que lesús puede obrar esa curación y una confianza en que lo hará.
Por otra parte en su visita a Nazarel (Me. 6.1-6) se nos dice que nu
pudo hacer ningún milagro por su
falla de fe. Respuesta parecida daba
a los que pedían una señat del cielo.
En otras palabras; [csús nti hace el
milagro para suscitar la fe, sino que
l¡\ fe precede al milagro. Se requiere
la fe para acoger el milagro. De lo
contrario ésle no sería más que un
prodigio inexplicable, como son inexplicables tantas cosas de la vida. No
se tralu de convencer al que pide
pruebas para creer en lesús. sino que
se premia Ja fe del que está inicialmente convencido, lil milagro IL>
hará ir más lejos en su fe,
La irrupción de los tiempos
mesiánicos
l'ara comprender el por qué de los
milagros de lesús con los enfermos
y con los muertos lo mejor es preguntárselo a él mismo. F.l lo dijo
cuando luán envió a sus discípulos
a preguntarle: "¿Eres tú el que ha de
venir, o debemos esperar a otro?"
(Mt. 11.5). [csús responde con una
frase que sintetiza varios textos de
Isaías: "Los ciegos ven. los cojos andan, los leprosos quedan limpios y
los sordos oyen, los muertos resucitan y se anuncia a Jos pobres la
Buena Nueva" (Mt. 11.5). Ksta respuesta de Jesús que caracteriza su
actuación es un eco de los oráculos
en que el Profeta Isaías esboza los
ncnipos mesiánicos; "revivirán los
muertos" (Is. 26.19); ''oirán aquel
día los sordos palabras de un libro y
desde !a liniebla y desde la obscuridad los ojos de los ciegos verán,
los pobres volverán a alegrarse en
Yahvéh" (ls. 29.18). "Entonces se
despegarán los ojos de los ciegos,
y las orejas de los sordos se abrirán.
Entonces saltará el cojo como ciervo, y la lengua del mudo lanzará
gritos de júbilo" (Is. 35.5-6): "El espíritu de Yahvéh está sobre mí. por
cuanto me ha ungido Yahvéh, a
anunciar la buena nueva a los pobres
toe ha enviado, u vendar los corazones rotos..." (ls. 61.1).
Jesús con sus curaciones comienza
a descorrer ci velo de lo que serán
los tiempos mesiánicos: una liberación de todo mal; el reencuentro de
una armonía de la naturaleza perdida
por el pecado; una vida del hombre
en plenitud.
La fe siempre incipiente de esos
hombres, que veían como un relámpago lo que serán los liempos definitivos que Cristo viene a inaugurar, debía fortalecerse. Surge una
confianza de que Et es y que no hay
que esperar a otro. Se despierta el
deseo de escuchar las palabras que
ese hombre dice. Y se está cierto
que ton ese Jesús surgirá un compromiso que abarcará al hombro culero y para siempre.
Las curaciones milagrosas de Jesús no son extrínsecas -\ su persona, ni a su mensaje ni a su misión.
Son la expresión de lo que Jesús es:
¡Dios irrumpiendo en nuestra historia
pan sanar, para salvar, para dar
vida!
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