25 marzo, 2015 | Fundación Ideas para la Paz El conductor del SITP que no pudo volver a trabajar Me dijeron que Suma S. A. S. no era una empresa de beneficencia”, dijo Albeiro. Semana.com intentó hablar con algún representante de la firma operadora, pero no obtuvo respuesta. Albeiro espera que con el fallo de la Junta se pueda resolver algo. Tiene tres hijos por los que, según él, se irá hasta las últimas consecuencias. El 18 de febrero del 2013 Albeiro Echeverry, un conductor de un bus del Sistema Integrado de Transporte Público (SITP), tuvo un accidente que le cambió la vida. Se abre el debate Eran las 7:00 p. m. cuando, según cuenta, el vehículo de placas VDD491 que iba manejando de la empresa Suma S.A.S –operadora de Transmilenio– quedó sin frenos y, por no generar un choque con unos estudiantes, se estrelló contra una pared del colegio Santa Bárbara en Ciudad Bolívar. El concejal de Bogotá Javier Palacio denunció el caso de Albeiro ante la Personería y el Concejo. Asegura que esta situación es muy grave, pues “es vergonzoso que no se le reconozca la enfermedad al señor Albeiro, y es aún peor que Transmilenio no mire que los carros que ofrece el operador estén en buen estado. Hay negligencia en ambas partes, tanto de Suma S.A.S. como del Distrito”. Después de ese accidente Albeiro quedó con hernia y fractura en la columna, y con otra hernia pélvica. Ahora debe andar con bastón. Según él, también está perdiendo la movilidad de la pierna derecha, no puede conducir y no puede estar mucho tiempo de pie. Según Palacio, desde septiembre del 2012, cuando el SITP inició operación, ha habido más de 3.500 accidentes que han dejado 26 muertos y 972 personas heridas. “Nosotros hemos investigado el tema y nos hemos dado cuenta de que, en muchas ocasiones, los buses no cumplen los protocolos y no se les hace el mantenimiento necesario”, dijo Palacio. Sin embargo, esas no son las únicas consecuencias de su accidente. Albeiro Echeverry se encuentra en una pelea con la empresa Suma S. A. S., pues, según él, esta entidad no quiere reconocer su accidente como laboral. “La situación de Albeiro abre una discusión importante. Pues es necesario definir responsabilidades y mirar si este sistema de transporte cumple o no los protocolos. Ahora, al Distrito se le puede venir una gran demanda por el caso de Albeiro”, aseguró el concejal. “Cuando yo me accidenté ni siquiera llegó una ambulancia. Me llevaron à la Clínica de Occidente en un carro-taller y allá cambiaron la versión y dijeron que me accidenté cuando intenté bajarme del bus. Todo con tal de que no quedara como un accidente laboral. No quieren asumir responsabilidad. Ellos sabían que el carro estaba mal de frenos y dejaron que yo lo manejara así”, dijo Albeiro. De hecho, Jaime Quesada, abogado de Albeiro, le afirmó a Semana.com que piensan entablar una demanda contra Suma S. A. S. y contra Transmilenio. “Es una demanda contractual. Contra Transmilenio por permitir que la empresa use su nombre para operar y por no ejercer un control. Y à la empresa Suma, por la culpa patronal”. El lío creció a pasos agigantados. Albeiro recurrió a Transmilenio, pero afirma que tampoco obtuvo respuesta. El 9 de diciembre del 2014, Luis Bejarano Moreno, director técnico de buses, le contestó en un documento que “Transmilenio no es la entidad competente para llevar a cabo investigaciones relacionadas con los aspectos de seguridad y salud en el trabajo, lo cual es de competencia del Ministerio de Trabajo”. Como Suma S.A.S. no quiso reconocerle la enfermedad y Transmilenio tampoco le ayudó, Albeiro envió una acción de tutela al juzgado Quinto Municipal Laboral, que falló a su favor y le ordenó à la aseguradora de riesgos Liberty ARL enviar la documentación à la Junta Regional de Calificación de Invalidez de Bogotá para que ellos evaluaran el tema. El 16 de enero de este año, la Junta confirmó que esas patologías sí tienen correspondencia con el accidente de trabajo. Aun así, según Albeiro, Suma S.A.S no quiere responderle. “La abogada me dijo que no le tenían miedo ni a demandas, ni a sindicatos, ni a los medios. Lo único que hicieron fue ofrecerme una indemnización de dos millones, luego de cinco, como si mi vida valiera tan poco”, dijo. Y es que a Albeiro no le cabe en la cabeza que la empresa quiera subsanar con esa suma de dinero todos sus daños y perjuicios. Según él, las enfermedades no son lo único. También perdió su hogar y está endeudado, pues ya no recibe un sueldo. Y, tras de eso, a sus 37 años ya no puede volver a trabajar porque, según él, nadie lo contrata. “Les he pedido ayuda, una respuesta, pero no quieren dármela. 1