OBSERVANCIA Y RIGORISMO. CONSECUENCIAS DE LA REFORMA DE LA ORDEN DE PREDICADORES Y DE ALGUNOS MOVIMIENTOS RIGORISTAS EN LA LITURGIA Y ARQUITECTURA DE LOS MONASTERIOS DE DOMINICAS DE LA «PROVINCIA DE ESPAÑA» MERCEDES PÉREZ VIDAL Universidad de Oviedo —— L OS MONASTERIOS FEMENINOS dominicos no fueron ajenos al estado de decadencia en que se hallaban las órdenes religiosas en el siglo XIV. Se hizo frecuente en ellos tanto la entrada de personas ajenas, como la salida de las religiosas y también que estas adoptasen una vida particular viviendo en celdas de considerables dimensiones acompañadas de criadas o sirvientas sin participar en el refectorio común, tal y como se documenta en los monasterios dominicos de Santo Domingo el Real de Toledo y Santo Domingo el Real de Segovia, por citar dos ejemplos. Tal relajación de las costumbres motivó el inicio de un proceso reformador en el seno de todas las órdenes que se continuó en el siglo XV y cuya culminación fue la celebración del Concilio de Trento. L A R EFORMA EN LA O RDEN DE P REDICADORES : CONGREGACIÓN DE LA REFORMA DEL MODELO EREMÍTICO A LA El primer ensayo de reforma en la Península Ibérica dentro de la Orden de Predicadores fue el llevado a cabo por el Beato Álvaro de Córdoba quien en 1423 fundó el convento de Santo Domingo de Escalaceli, enclavado en la sierra cordobesa, que se insertó dentro del modelo eremítico (Beltrán Heredia, 1939: 3). En contraste con lo que sucedió en otras órdenes como la franciscana y la jerónima, la solución eremítica no tuvo continuidad en la Orden de Predicadores, sino que el proceso 801 MERCEDES PÉREZ VIDAL reformador prosiguió por otras vías. Este se reanudó después de mediada la centuria bajo la iniciativa del cardenal Juan de Torquemada y teniendo como centro el convento de San Pablo de Valladolid. Poco a poco varios conventos se fueron adhiriendo a la reforma iniciada en el convento vallisoletano constituyendo la Congregación de la Reforma que fue autorizada oficialmente en 1467 por el Maestro General Auribelli y el Capítulo General de Perugia de 1478 la reconoció como entidad autónoma de la Provincia, dependiente directamente del Maestro General. Por entonces, entre las comunidades adscritas a la reforma se encontraba un único monasterio femenino, el de Zamora, aunque, a instancias de los Reyes Católicos, la Congregación se disponía a trabajar en los monasterios de monjas de Caleruega, Benavente y Quejana (Beltrán Heredia, 1939: 16). De todos modos, la reforma de las religiosas se realizó más tarde que la de los frailes y probablemente a imitación de la de estos. Contó con el apoyo decidido del Cardenal Cisneros y los Reyes Católicos quienes designaron en 1494 una serie de reformadores para los monasterios femeninos de Castilla, siendo el encargado de la reforma de las dominicas castellanas fray Pascual de Ampudia (García Oro, 1971: 164-165). En las actas de los sucesivos capítulos de la Congregación se recogió la legislación de este organismo sobre diferentes aspectos de la vida observante: la obediencia, la pobreza, la castidad, el estudio, la predicación, el ingreso y noviciado, la profesión y la liturgia. Lamentablemente, las actas de los primeros capítulos se han perdido, pero en la primera conservada, la del capítulo de Salamanca de 1489, además de disponerse una reorganización de todas las comunidades, se expuso la doctrina programática de la reforma de la Provincia en términos disciplinarios (Nieva Ocampo, 2006b: 40). Bajo el generalato de Vicente Bandelli, y ocupando el cargo de prior provincial Diego Magdaleno, se produjo la fusión de la Congregación de la Reforma y la Provincia de España que se hizo oficial en el capítulo celebrado en Burgos en 1506 (Beltrán Heredia, 1939: 6265). Dicha unificación, sin embargo, no fue acogida favorablemente por todos sino que contó con las reticencias tanto de los conventuales, por miedo al rigor de los observantes, como de estos últimos que temían decayese el rigor de la vida religiosa. En consecuencia, los conflictos continuaron más allá de la citada fecha de unificación. OPCIONES RIGORISTAS: LA BEATA DE PIEDRAHITA Dentro de los observantes hubo, en efecto, quienes consideraron insuficientes los logros de la reforma y se mostraron partidarios de un mayor rigorismo. Entre estos destacó especialmente el grupo organizado en torno a la llamada Beata de Piedrahita, sor María de Santo Domingo. Esta fue monja en el monasterio de Santa Catalina de Ávila hasta 1507 cuando por orden del provincial Diego Magdaleno se trasladó a Toledo con la finalidad de promover la observancia entre los religiosos y religiosas de la Orden (Aniz Iriarte, 1998: 37). Sin embargo, los excesos de esta y sus seguidores motivaron que en el capítulo provincial de Zamora de 1508 se dictasen una serie de ordenaciones destinadas a frenar las irregularidades promovidas este grupo (Beltrán Heredia, 1971-1973, III: 525). Además, el provincial Magdaleno incoó al menos dos procesos en contra de la Beata entre 1508 y 1509 802 OBSERVANCIA Y RIGORISMO que, sin embargo, no llegaron a realizarse por la oposición de los partidarios de la religiosa, que no dudaron en recurrir al cardenal Cisneros y a los Reyes Católicos, firmes apoyos del movimiento, quienes a su vez instaron al Maestro General Tomás Vio de Cayetano a deponer a Diego Magdaleno. El General accedió y nombró un provincial afín a la Beata. Asimismo, se incoó el cuarto y último proceso a la Beata, con un tribunal favorable a la misma y cuya sentencia, emitida en marzo de 1510, fue más que una declaración de inocencia, una proclamación de esta religiosa como modelo de vida cristiana (Sastre Varas, 1990: 364). No obstante, el Maestro General había prohibido a los frailes, en 1508, permitir la entrada de la Beata en sus conventos y que esta dictase cualquier tipo de reforma (Beltrán Heredia, 1939: 251-253). Como se ve, este movimiento rigorista dio lugar a una verdadera crisis en la Provincia de España amenazando incluso la recién lograda unidad ya que tanto los frailes de Piedrahita como las monjas de Santa Cruz de Aldeanueva, monasterio fundado por la Beata, llegaron a someterse a la dirección reformista de Cisneros sin tener en cuenta las directrices de la Orden. Este intento de escisión tuvo quizá su modelo en la creación de la Congregación de la Observancia de San Marcos por parte de Savonarola. La vinculación con el fraile ferrarés resulta evidente en algunos aspectos del modo de vida promulgado por la Beata: el uso de un hábito excesivamente corto, estrecho y áspero; el dormir directamente sobre la tabla, en lugar de sobre el colchón; la vigilia perpetua; su afición a prodigar las procesiones; sus bailes místicos; la ejecución de un canto distinto del usual, haciéndolo más largo y solemne, contra la tradición primitiva dominicana; la meditación sobre la Pasión (Beltrán Heredia, 1971-1973, III: 525). Asimismo, algunas obras de Savonarola fueron traducidas por seguidores de la Beata. En concreto, la traducción de la Devotísima exposición sobre el psalmo de Miserere mei Deus que fue publicada en 1511 en Alcalá de Henares con las armas de Cisneros y que supuso la introducción en la mística española de los escritos savonarolianos (Beltrán Heredia, 1971-73, III: 528). Asimismo, a fray Antonio de la Peña se debió la traducción, por encargo del cardenal Cisneros, de la Vida de Santa Catalina de Siena que vio la luz en el mismo año y también en Alcalá (Nieva Ocampo, 2006a: 114). La propia Beata manifestó sus simpatías hacia Savonarola en el ya citado proceso de 1510. También se refirió en él a sor Lucía de Narni, cuya fama se había divulgado en España merced a dos cartas, impresas en castellano desde principios de siglo, y en las que se narraba la estigmatización de aquella religiosa. Tanto esta como Santa Catalina debieron ser los modelos de la Beata quien, a imitación de aquellas, también tuvo diversos raptos ascéticos que fueron recogidos por su confesor Diego de Victoria y publicados como libro en 1518 con el título Libro de Oración (GILES, 1990). De estos episodios también dieron testimonio algunos de los comparecientes en el proceso de la Beata, destacando la declaración de su procurador y defensor fray Antonio de la Peña: Item ponit etc.: que estando la dicha soror María in raptu contemplando y celebrando en sy misma los misterios de la passion de Christo, y con los braços estendidos y puestos en cruz, commo Christo fue cruçificado, y en el pie derecho puesto sobre el sinistro, algunas vezes han probado algunos de le doblar los braços y de le quitar y apartar un pye de otro, y no han podido, commo quier que ayan puesto alguna fuerça (Sastre Varas, 1991: 362). 803 MERCEDES PÉREZ VIDAL Tras la muerte de este fraile en 1512, el grupo de seguidores de sor María de Santo Domingo depuso su rebeldía y fueron readmitidos sin represalias en el seno de la Provincia de España. Hasta el momento no se han considerado las posibles repercusiones que dicho movimiento rigorista pudo tener en la arquitectura de la Orden, debido a que no se han conservado prácticamente restos arquitectónicos de los monasterios que estuvieron vinculados con la Beata. Del monasterio de Santa Catalina de Ávila tan solo ha llegado hasta la actualidad la portada de acceso y parte de la cerca, mientras que el de Santa Cruz de Aldeanueva se quemó totalmente en un incendio en 1565, tal y como se narra en el Libro Becerro (A.H.N, Clero, Libro 445, 1721: f. 13v). No obstante, es posible que sor María de Santo Domingo haya influido tanto en el modo de vida como en la arquitectura de un monasterio no relacionado con ella hasta la fecha: Santo Domingo el Real de Toledo. SANTO DOMINGO EL REAL DE TOLEDO: ¿OBSERVANCIA O RIGORISMO? La introducción de la reforma en el monasterio toledano se ha atribuido a María Gómez de Silva, priora y fundadora del también monasterio dominico toledano de la Madre de Dios, y a quien los Reyes Católicos y Cisneros habrían encomendado en 1495 tal tarea reformadora (García Rey, 1922: 65). Sin embargo, el monasterio toledano no aparece como reformado en las actas de los capítulos de la Congregación celebrados en Piedrahita en 1495 y en Ávila en 1496 (Hernández Martín, 1980: 101-123 y 127-140). Mientras que esto plantea dudas sobre la reforma de Santo Domingo el Real por María Gómez de Silva, la incidencia del movimiento rigorista de la Beata de Piedrahita en el monasterio parece verosímil a la luz de una serie de aspectos que expondré a continuación. Como he señalado, sor María de Santo Domingo fue enviada a Toledo en 1507 por el provincial Diego Magdaleno con el objetivo de reformar a los religiosos y religiosas de la ciudad. Curiosamente, en este mismo año se inició la construcción de la panda meridional del Claustro del Moral del monasterio de Santo Domingo (A.S.D.R.T, Doc. 360 y Doc. 361). Probablemente se proyectó un claustro de cuatro pandas pero las obras se detuvieron en 1508 habiéndose realizado solo la panda meridional y los arranques de las pandas oriental y occidental. La primera, de cuarenta metros de largo, consta de tres plantas diáfanas. En la primera debió ubicarse o bien el dormitorio común o el refectorio, la segunda estuvo probablemente ocupada por el dormitorio común, mientras que en el último piso, de menores dimensiones, se utilizó, según la tradición conventual, para hacer penitencia y rezar el Miserere los viernes de Cuaresma. Este último estaría presidido por una Piedad o por el llamado Cristo de las Aguas y se hallaba decorado con algunas toscas cruces de madera (Sierra Corella, 1935: 307). La existencia de un dormitorio común en todos los conventos y monasterios había sido prescrita por la Congregación de la Reforma: «que todos duerman en dormitorio común» (Hernández Martín, 1980: 24), volviendo así a las primitivas Constituciones de la 804 OBSERVANCIA Y RIGORISMO Orden. En las de las religiosas, redactadas por Humberto de Romans y aprobadas en 1259, se prohibió expresamente la existencia de celdas individuales. Este contexto legislativo explica, por lo tanto, la construcción del enorme dormitorio del claustro del Moral, que supuso el abandono de las celdas individuales cuya existencia se documenta en el monasterio al menos desde 1407 (A.S.D.R.T, Doc. 736). En 1522 las religiosas ya se habían trasladado al dormitorio común quedando en desuso las antiguas celdas, como consta en una carta de súplica enviada al Maestro General por la que solicitaban que no se les obligase a admitir una niña para su crianza pues, además de haber sido prohibida tal práctica, no disponían de dependencias adecuadas a tal efecto ya que «agora todo esta común y su dormytor y un refitor general» (A.S.D.R.T, Doc. 571). Aunque carecemos de datos precisos, el refectorio pudo ubicarse en la primera planta de la panda, bajo el dormitorio, al igual que sucedió en Santo Domingo de Pisa, incorporado a la Congregación de la Reforma de Lombardía en 1488. Esto se relacionaría además con la liturgia de Completas, de la que hablaré más adelante, que en tiempo de ayuno comenzaba en el refectorio. El dormitorio común estuvo en uso hasta finales del siglo XVI cuando se volvieron a reparar las celdas y a construirse otras nuevas de grandes dimensiones que daban cabida a la religiosa junto a algunas doncellas y sirvientas (A.H.N, Clero, Libros, Sig. 15144, f. 70). Esto debió coincidir con la construcción de un nuevo claustro procesional al norte de la iglesia que supuso el abandono del inconcluso Claustro del Moral. El monasterio de Santo Domingo de Caleruega también contó, al igual que sucedió en Toledo, con un dormitorio común, descrito a finales del siglo XVII por Baltasar Quintana pero cuya construcción fue probablemente anterior (Robles Sierra, 1995: 368). Cabe de nuevo plantearse en este caso si su edificación se debió a la introducción de la reforma o a la influencia de otro movimiento ultrarreformista, el del padre Hurtado, al que perteneció el vecino convento de Aranda de Duero, cuyos frailes se encargaron de la cura monialium de las monjas caleroganas. La existencia de un dormitorio común no fue, sin embargo, una característica común a todos los monasterios reformados. Por ejemplo, el monasterio de Santa Catalina de Siena de Valladolid, fundado en 1488 dentro de la observancia, contó desde un primer momento, tal y como se expresa en la bula fundacional, con celdas individuales que se situaron en el segundo piso de la panda del refectorio y en las que: «apenas cabe la cama, y una silla, no hay género de curiosidad, ni demasía, ni de imágenes en que pudiera aver alguna más licencia» (López, 1613: 304). No obstante, las religiosas vallisoletanas debieron solicitar permiso al papa para tener tal dormitorio ante las acechanzas de los frailes del vecino convento de San Pablo (Aniz Iriarte, 1988: 47). 805 MERCEDES PÉREZ VIDAL EL CLAUSTRO DEL MORAL COMO ESCENARIO DE LA LITURGIA DE COMPLETAS Además de ubicarse en ella el dormitorio, una sala de penitencia y quizás el refectorio, la nueva panda del claustro del Moral sirvió de escenario a la celebración de una compleja liturgia de Completas, como ponen de manifiesto toda una serie de elementos que analizaré a continuación. El friso situado debajo del alfarje que cubre la galería de esta panda está decorado con una inscripción, bastante deteriorada en la actualidad pero que puede apreciarse perfectamente en fotografías del siglo XIX, y que recoge el comienzo de la antífona O lumen ecclesiae: «O LUMEN ECCLESIAE, DOCTOR VERITATIS, ROSA PATIENTIAE, EBUR CASTITATIS, AQUAM SAPIENTAIE PROPINASTI GRATIS: PRAEDICATOR GRATIAE, NOS JUNGE BEATIS». A partir del siglo XIV esta se recitaba frecuentemente en la liturgia de Completas de la Orden de Predicadores, tras el canto de la Salve, acompañando a los religiosos o religiosas de regreso al coro (Boniwell, 1945: 162). Por otra parte, según la tradición conventual, también existió en esta panda un altar dedicado a Santo Domingo y es posible que existiese otro dedicado a Santo Tomás del que formaría parte una pintura, hoy desaparecida pero conocida gracias a fotografías (Galán Vera, 2010: 756). En ella aparecía representado Santo Tomás orante ante un Crucifijo con sendas filacterias que recogían el diálogo entre el Santo y la imagen, escrito en un latín bastante rudimentario: «DOMINE MEMENTO MEI/ BENE SCRIPSISTI DE ME TOMA, QVAN ERGO MERCEDN ACZIPIES/ NON ALIAN DOMINE, NISI TE IPSUM (sic)». Pertenece a un episodio de la Vida del Santo, contenido entre otras fuentes en el Codex matritensis que se conserva en Santo Domingo el Real de Madrid. Este volumen es un códice misceláneo compuesto por distintas partes que probablemente surgieron como unidades independientes. La primera parte está dedicada a Santo Domingo y destinada fundamentalmente a la lectura individual o colectiva. Una segunda parte se dedicó a Santo Tomás de Aquino y contiene, entre otras cosas, la traducción versificada y bien ordenada de los oficios para las fiestas del Santo y la fiesta de su traslación, así como un romanceamiento de los legenda del Santo, y su realización debe datarse entre finales del siglo XIV y comienzos del XV. El códice concluye con una historia en prosa de San Pedro Mártir junto con una canción dedicada a la Virgen y una versión del Diálogo entre el hombre y el alma de Hugo de San Víctor. Las Estorias responsorias de las fiestas de santo Tomás, esto es los textos litúrgicos y las lecturas relacionadas con la festividad traducidas a lengua romance, debieron tener, según Pedro Manuel Cátedra, basándose en la ordenación del texto, una finalidad representativa, litúrgica o limítrofe con la liturgia (Cátedra, 2005: 62-63 y 136-137). Es probable que en el monasterio toledano hubiera existido también un códice similar al conservado en su homónimo madrileño que contuviese la leyenda de Santo Tomás y del cual procediese el texto de las filacterias citadas, aunque en este caso no estaría escrito en romance. 806 OBSERVANCIA Y RIGORISMO Ambos altares se relacionan con la celebración de la compleja liturgia de Completas que fue, dentro del Oficio de la Orden de Predicadores, la hora más solemne, caracterizándose por la existencia de una serie de procesiones asociadas a la misma que, además, presentaron particularidades no solo entre las distintas provincias, sino también entre distintos monasterios. Entre estas, la más importante y común a toda la Orden fue la que acompañaba al canto de la Salve al final de Completas que tuvo su origen en tiempos de Jordán de Sajonia, y que fue considerada obligatoria para toda la Orden por la Congregación de la Observancia. Tenía lugar todos los días con la excepción del Miércoles, Jueves y Viernes Santo y, según el ceremonial de la Orden, los frailes se dirigían procesionalmente de dos en dos desde el coro hasta el altar de la Virgen situado en la iglesia. En el siglo XIV se introdujo la costumbre de cantar la antífona O lumen en el regreso al coro, como se ha visto. Sin embargo, en tiempo de la reforma esto se había complicado ya notablemente, variando las antífonas que debían ser cantadas de regreso al coro según el día de la semana; el martes estarían dedicadas a San Pedro Mártir, el miércoles a Santo Tomás de Aquino, el jueves a San Vicente Ferrer y en los restantes días a Santo Domingo, mientras que el domingo se cantaría la antífona O lumen ecclesiae, tal y como se recoge en las Actas del capítulo de Salamanca de 1489 (Hernández Martín, 1980: 50). Además, la celebración se enriqueció con otras procesiones que se situaban entre el canto de la Salve y el himno O lumen. Una de ellas fue la que tenía lugar, en algunos monasterios, el cuarto domingo de cada mes al altar de Santo Domingo y durante la cual se cantaba el prolijo responsorio O spem miran (Jandel, 1869: 523). En Santo Domingo el Real de Toledo, sin embargo, todo este complejo ritual no tuvo como escenario la iglesia, como sucedía en el caso de los frailes, sino, como queda demostrado tanto por la inscripción como por los citados altares, en la nueva panda del claustro del Moral en la que también debió existir un tercer altar dedicado a la Virgen. Asimismo, el monasterio toledano debió contar con un procesionario o ceremonial, hoy perdido, en el que se recogiesen las procesiones y distintas antífonas y responsorios que tenían lugar en Completas. Relacionada también con la celebración de Completas estaría la sala situada en el último piso de esta panda que se destinó, según la tradición conventual, a hacer penitencia. La aplicación de las disciplinas después de Completas se remonta a Santo Domingo, quien, según se narra en los Nueve Modos de Orar, tenía por costumbre disciplinarse con una cadena de hierro mientras oraba ante un Crucificado. La Orden estableció, a imitación del Santo Fundador que todos los frailes «se disciplinaran con varas sobre sus espaldas desnudas, los días de feriales después de Completas, al mismo tiempo que recitaban devotamente el “Miserere” o el salmo “De Profundis”» (Galmes y Gómez, 1987: 209). La Congregación de la Reforma insistió en la obligatoriedad de esta práctica que había sido fomentada por místicos como Enrique Suso y por Santa Catalina de Siena, modelo de sor María de Santo Domingo, quien, al igual que aquella, fomentó una piedad extrema. En efecto, los movimientos rigoristas que surgieron a raíz de la reforma de la Orden, tanto el organizado en torno a la Beata, como el creado por el padre Hurtado, llevaron al límite estas mortificaciones convirtiéndolas en un elemento imprescindible (Nieva Ocampo, 2006a: 115 e ídem; 2006b: 55). 807 MERCEDES PÉREZ VIDAL La decoración de los vanos del claustro del Moral con los emblemas de las Arma Christi y las Cinco Llagas debe entenderse, por lo tanto, dentro de este contexto penitencial. Estas mismas representaciones aparecen también en el claustro del monasterio de los Jerónimos de Belém, cuya realización se ha señalado que debió verse influida por ciertas corrientes rigoristas vinculadas a Savonarola, cuyos escritos gozaban de gran difusión en la corte portuguesa. No obstante, las Arma Christi también aparecieron en otros contextos no vinculados a la Pasión sino al Nacimiento. Sirva como ejemplo el relato de la franciscana Juana de la Cruz, quien compartió con la Beata su carácter visionario y el apoyo de Cisneros, en su Libro del Conorte donde narró cómo tras el Nacimiento multitud de querubines y serafines descendieron del Cielo y presentaron al Niño las Arma Christi. Esta escena se hizo frecuente en el teatro del siglo XVI introduciéndose como colofón al Nacimiento, con mostración del pesebre y presentación de las Arma Christi por los ángeles (Cátedra, 2005: 481-485). En Santo Domingo el Real se conserva una curiosa cuna de finales del siglo XV en la que aparece inscrito en caracteres góticos el siguiente texto perteneciente a un responsorio de los maitines de Navidad: «IACET IN PRESEPIO ET IN NUNIBUS TONAT GLORIA IN EXCELSIS DEO ET IN TERA PAX (sic)» (Galán Vera, 2009: 127). Se ha atribuido esta cuna a Juana Enríquez de Herrera, priora en Santo Domingo el Real de Toledo desde 1480, y a petición de la cual Ambrosio de Montesinos escribió un romance en honor del Nacimiento de Cristo, incluido en su cancionero publicado en Toledo en 1508 (Galán Vera, 2009: 128-129). Esta pieza pudo estar destinada a ser interpolada en el curso de una representación litúrgica vinculada a la Navidad, como el Officium Pastorum, al igual que sucedió con las piezas que aparecen en el Cancionero musical de Astudillo, estudiado por Pedro Manuel Cátedra o a lo que debieron constituir las Contemplaçiones de Álvarez Gato realizadas probablemente para un monasterio de clarisas madrileñas (Cátedra, 2005: 506). Escenario de la liturgia de Navidad y de estas representaciones a ella asociadas debió ser, a mi juicio, el espacio situado entre el Claustro del Moral y el coro de las religiosas que se conoce como «sacristía vieja» y cuya construcción fue contemporánea a la de la panda meridional de este claustro. El friso situado debajo del alfarje que cubre esta estancia está recorrido por una inscripción fácilmente legible en los muros oeste, norte y parte del este y que corresponde a una antífona de las segundas Vísperas de Navidad: «DESCENDIT DE CAELIS DEUS VERUS A PATRE GENITUS: INTROIVIT IN UTERUM VIRGINIS». Tanto la presencia de este texto, como las dimensiones de este espacio y su ubicación entre el coro y el claustro procesional me llevan a considerar que no debió tratarse de una simple sacristía sino de un espacio vinculado al desarrollo de la liturgia de las dominicas en torno a la Navidad. 808 OBSERVANCIA Y RIGORISMO CONCLUSIÓN La construcción de la panda meridional del Claustro del Moral parece estar más relacionada, a mi juicio, con el movimiento rigorista organizado en torno a la Beata de Piedrahita que con la introducción de la reforma en el monasterio, cuya cronología, además, resulta incierta. Mientras que la construcción de un dormitorio común y, quizás, de un refectorio bajo él, concuerdan con la legislación de la Congregación de la Reforma al respecto, otras características de esta panda parecen adecuarse más al modo de vida de la Beata y sus seguidores. Estas son: la existencia de una sala destinada quizás a prácticas extremas de penitencia, la decoración de la panda con las Arma Christi y las Cinco Llagas, y la complejidad de la liturgia de Completas y de las procesiones organizadas en el claustro. La documentación viene a confirmar esta hipótesis pues resulta llamativo que entre la introducción de la reforma en el monasterio, que tuvo lugar en 1495, y el inicio de la construcción de esta panda transcurriesen doce años. En cambio, la coincidencia cronológica es plena si consideramos que su construcción se debió a la influencia de la Beata de Piedrahita. El año del inicio de las obras, 1507, fue el mismo de la venida de esta a Toledo, mientras que su interrupción en 1508 coincidió con la prohibición dada por el Maestro General de que Sor María de Santo Domingo dictase reforma alguna. Fig. 1. Reconstrucción hipotética del estado de Santo Domingo el Real de Toledo en el siglo XV. (Todos los planos están realizados sobre el plano del Instituto Geográfico y Estadístico de 1881.) 809 MERCEDES PÉREZ VIDAL Fig. 2. Reconstrucción hipotética del estado de Santo Domingo el Real de Toledo a finales del siglo XVI. Puede apreciarse la panda meridional del claustro del moral, levantada entre 1507 y 1508. Fig. 3. Reconstrucción hipotética del estado de Santo Domingo el Real de Toledo a finales del siglo XVI, con el nuevo claustro procesional, Claustro de la Mona. 810 OBSERVANCIA Y RIGORISMO BIBLIOGRAFÍA ANIZ IRIARTE, Cándido, 500 Años de Fidelidad. V Centenario de la fundación del convento de Santa Catalina de Siena, Valladolid, 1488-1988, OPE, Caleruega, 1988. ——, Las Lauras. Reforma y Recolección Domicana (s. XVII), San Esteban, Salamanca, 1998. 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