151 LAS FIESTAS RELIGIOSAS Y PROFANAS. PARTICIPACIÓN

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LAS FIESTAS RELIGIOSAS Y PROFANAS.
PARTICIPACIÓN DEL CONCEJO DE LA VILLA EN EL PRIMER
TERCIO DEL SIGLO XVIII
José Fernando Alcaide Aguilar
INTRODUCCIÓN
entro de los contenidos de la Historia General, de la Historia del País, de la
Regional o de la Local han predominado siempre los aspectos referidos al
análisis de las temáticas política, social y económica. Sin embargo, de manera
relativamente reciente, aquellos que hacen mención a la historia de las mentalidades
no han tenido un arraigo profundo, salvo en contadas ocasiones, y de la mano, como
casi siempre, de las pautas marcadas por la historiografía francesa.
En nuestro Estado esta corriente está gozando de amplia difusión en las últimas
décadas contando con un abanico heterogéneo de autores incardinados en las diferentes
Universidades que han llevado a una amplia divulgación de los estudios que nos
ofrecen una rica interpretación acerca de la actitud humana ante hechos cotidianos o
trascendentales: la posición ante la muerte; las creencias religiosas; la solución de los
problemas vitales como el alimento, el vestido, la vivienda; las relaciones y las
respuestas ante el Poder, las fiestas, tanto religiosas como profanas, el asociacionismo
humano y sus necesidades; las relaciones entre los grupos sociales y un largo etcétera.
De la mano, y en relación con otras Ciencias Sociales como la Pedagogía, la Sicología
y la Antropología, la Ciencia Histórica se apoya en ellas para avanzar en el estudio y
análisis de los contenidos mencionados. Hecha esta entrada, pasamos a concreciones
de nuestro estudio.
D
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José Fernando Alcaide Aguilar
La investigación de este trabajo se centra en el Archivo Municipal de Marchena,
y dentro de él, nos hemos introducido en el manejo de las fuentes eminentemente
municipales cuales son: las Actas Capitulares, aunque en muchísima menor medida, y
en los Libros de Propios que contienen los ingresos y los gastos realizados por el
Cabildo sobre asuntos diversos.
Dichos gastos e ingresos vienen avalados por los bienes propiedad del Concejo
los cuales eran, fundamentalmente, raíces derivados de las propiedades agrarias que
en estas fechas, eran aún cuantiosas. Queremos referirnos a los arrendamientos de
tierras realizadas a particulares, a la saca de leña, a la renta de los montes y de sus
frutos como la bellota entre otros. Los bienes urbanos eran escasos y no producían
beneficios.
De ellos, de los bienes agrícolas, se extraía el metálico que luego era destinado
a los pagos de los diversos actos que se planificaban a lo largo de del año como
también al pago de los cargos concejiles, entiéndase, alcaldes, regidores, alguaciles, y
a las personas que trabajaban para el Concejo en puestos auxiliares como porteros,
maceros, y un largo etcétera.
Bien a instancia del Concejo, bien a petición del Señor de la Villa, los numerosos
gastos que se ocasionaban, se destinaban, entre otras cuestiones, a las fiestas tanto
civiles como religiosas, las cuales se incardinaban en fechas y efemérides muy
concretas siguiendo una programación casi fija en el tiempo a las que había que
añadir algunas otras que surgían de modo aleatorio pero a las cuales era preciso,
también, dar cumplimiento.
La mayor parte de ellas eran religiosas y reiterativas en el tiempo siguiendo el
calendario del santoral católico. Algunas de ellas han llegado hasta nosotros y hasta
nuestros días aunque otras se han perdido en el paso del tiempo. E, incluso, aquellas
que consideramos profanas, tenían, intrínsecamente, su connotación religiosa en los
ritos y ceremonias de que constaban.
En verdad, por tanto, las dedicadas a ensalzar la religión predominaban sobre
las laicas lo que nos demuestra que en el primer cuarto del siglo XVIII, contenido
cronológico de nuestra investigación, aunque la sociedad civil avanzaba paulatinamente
hasta que vaya eclosionando con la Ilustración en el último tercio de la centuria, el
dominio de la Iglesia y del Catolicismo impregnaba todos los estamentos de aquella
sociedad estamental dominada por los grupos privilegiados.
Debemos añadir, del mismo modo, que el Concejo de la villa destinaba grandes
partidas dinerarias al cumplimiento de aquellas festividades lo que le llevaba, entre
otros motivos y razones, a soportar un déficit crónico: los gastos eran superiores a los
ingresos. La participación económica concejil era común en casi todas ellas, bien de
una forma directa o indirecta.
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Las fiestas religiosas y profanas
Además, en este tiempo analizado un factor excepcional y extraordinario
afectará a toda la sociedad de las postrimerías de la Dinastía Austriaca española o
familia de los Habsburgo. No fue otro que la Guerra de Sucesión al Trono de España
cuyo representante último fue el monarca Carlos II.
De 1702 a 1715 los Reinos de la Península se vieron sometidos a dos niveles
bélicos: uno externo, contra determinadas potencias extranjeras tales como Inglaterra,
Austria, Holanda y Portugal. Y un segundo frente interno que desembocó en una
guerra civil ya que el País se dividió y segregó en dos bandos: el que apoyaba la
dinastía francesa de los Borbones con Felipe V al frente y el que abogaba por la
candidatura de un pretendiente austriaco en la persona del archiduque Carlos.
Ello fue, por consiguiente, un factor que incidió negativamente en el desarrollo
de la commemoración de las fiestas al no existir consignación suficiente como
deberíamos de pensar que existió en los periodos de paz anterior y posterior.
Al ser un conflicto que perduró más de una década, las energías económicas
se destinaron a la consecución de la victoria en detrimento en parte, evidentemente,
de otros aspectos de la política interior. Tal como estaba organizada administrativamente
la Monarquía española, un campo fundamental donde gravitaba el peso, del que se
extraían los fondos dinerarios, eran los Concejos o Ayuntamientos y estos se vieron
en la obligación de soportar las aportaciones extraordinarias para mantener las tropas
de soldados y pertrechos cuando todavía en aquel entonces no existía un ejército
oficial. Soldados y pertrechos que iban, mayoritariamente, a la defensa del Estrecho
de Gibraltar, a la bahía de Cádiz, contra los enemigos de la Monarquía.
En consecuencia, las fiestas organizadas por el Concejo se celebraron durante
el tiempo analizado, a pesar de todas las dificultades, pero quizás con un agasajo y
ornato menores que en circunstancias normales en tiempos de paz.
Dicho todo lo anterior como prolegómeno, y antes de pasar al estudio concreto
y pormenorizado de lo investigado debemos indicar que las fiestas durante el primer
cuarto del siglo XVIII, podemos clasificarlas según el origen y el destino en:
1. Hechos y ceremonias relacionados con algún acontecimiento importante de
la Monarquía.
2. Hechos y ceremonias relacionados con la Guerra de Sucesión al Trono de
España.
3. Hechos y ceremonias relacionados con los Duques de Arcos, Señores de
Marchena.
4. Hechos y ceremonias relacionados con catástrofes naturales.
5. Hechos y ceremonias relacionados con el santoral religioso católico específico
de Marchena.
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Reseñar de manera rotunda que los datos de los que consta la exposición que,
a continuación, mostramos extraídos durante y después de la investigación, tienen un
origen económico. Este no es más que un elemento o variante a través del cual se
han sacado las conclusiones sobre lo que el Concejo realizaba y su participación en
las fiestas. Es, pues, un método indirecto para realizar el estudio. No hemos podido
describir el escenario y las ceremonias o ritos festeros. Simplemente, se enumeran
en el tiempo y se indican el cuándo y el porqué. Y, en especial, su monto económico
distribuido por conceptos y capítulos.
1. HECHOS Y CEREMONIAS RELACIONADOS CON ALGÚN ACONTECIMIENTO IMPORTANTE DE LA
MONARQUÍA
El siglo XVIII se abre, políticamente, con la muerte de Carlos II, último y postrer
monarca de la dinastía y saga de los Austria la cual, a partir de Carlos I, el Emperador,
reinaba en los territorios de España desde el año de 1517. Fueron, pues, doscientos años
ininterrumpidos de una Casa Real extranjera, que será, poco después, sustituida por otra
procedente del país vecino, Francia, en la familia de los Borbones.
En efecto, el Rey Carlos II murió en 1700 sin dejar descendencia. El Imperio Español, aún
poderoso, militar y territorialmente, era deseado por las diferentes monarquías europeas
en especial por Luis XIV y por el Emperador Leopoldo I los cuales alegaron derechos a la
sucesión por estar casados, respectivamente, con infantas, hijas del rey Felipe IV. Por otro
lado se encontraba la candidatura del elector de Baviera, José Fernando, preferido por
Inglaterra y Holanda que temían la formación de un bloque hispanofrancés o un bloque
hispanoalemán.Al morir pronto José Fernando, Carlos II testó a favor de Felipe de Anjou
aunque en su última voluntad dejó claro que éste no asumiría la Corona francesa
simultaneándola con la de Castilla hecho impuesto por Gran Bretaña.
Es aquí, en este contexto histórico, cuando aparecen las primeras noticias en
Marchena relacionadas con la defunción de Carlos II. Era entonces Señor de la villa don
Joaquín Ponce de León y el uno de diciembre de 1700 se reunía el Cabildo cerrado que
contaba con la presencia del licenciado José Navarro, abogado de los Reales Consejos,
juez de las rentas reales y Asistente de la ciudad. Ocupaba la alcaldía ordinaria don Juan
Maraver Ponce de León e Isidoro de Ahumada era el alguacil.
A este cabildo o sesión plenaria actual, llegó la noticia necrológica directamente de
la Corte madrileña o bien desde Sevilla, no lo sabemos, y ante ello se acordó hacer
demostración de la pena por el monarca. Pero, para esto, los cabildantes acordaron no
actuar por sí mismos y, por lo tanto, elevar un escrito al Duque, residente en Madrid, con
el fin de recabar su opinión sobre qué debía de hacerse ante aquel acontecimiento
extraordinario1 .
1
AMM, Actas Capitulares. Número 11. Cabildo de 1 de diciembre de 1700
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Las fiestas religiosas y profanas
Veintidós días después de haberse celebrado el Cabildo se recibió carta del
Duque, fechada en Madrid el 14 de diciembre, donde se expresaba que se hiciesen
honras por la muerte de Su Majestad «sin faltar a lo preciso de la función» procurando
que se realizase cargando los gastos en los fondos de los bienes de Propios que ya,
por entonces, se decía, estaban muy mermados, según afirmaban los cabildantes.
Consideraba el Duque que a las exequias debía asistir la villa, es decir, la Corporación
Municipal, con la decencia necesaria para lo cual los capitulares o regidores debían
llevar el luto adecuado y capa larga o lo que es lo mismo luto de gran gala. Ante estas
circunstancias se plantea quién debía de correr con los gastos presentándose la
siguiente disyuntiva: si el cabildo o los capitulares. Para ello se llevó la toma de decisión
a lo que entonces se denominaban «votos públicos».
El alcalde ordinario, Tomás Hurtado de Medina, abogó por hacer las honras
con la mayor decencia incluyendo las ceremonias en la Iglesia Mayor de San Juan y
que el luto fuese costeado por cada uno de los regidores o concejales. El alguacil
mayor, Isidro de Ahumada, defendió una posición intermedia: que la villa le diese a
cada capitular diez varas de bayeta y que luego, cada uno corriese con los costos de
la confección de los trajes. Los demás regidores admitieron esta última propuesta la
cual, luego, fue aceptada por unanimidad.2
Sin embargo, a pesar de lo acordado, en el cabildo celebrado una semana más
tarde, concretamente el 17 de enero de 1701, se indica que por la pobreza de la villa
y la falta de bayetas no se habían podido ejecutar las honras mayores. Para subsanar
esta omisión ante un hecho tan grave como la muerte de un monarca, se acordó que
se hicieran en el convento de San Agustín, segundo lugar en importancia después de
la Iglesia de San Juan Bautista.3
En efecto, estas honras sí se llevaron a cabo como nos lo demuestran los
apuntes registrados en el Libro de Propios con fecha de 12 de marzo de 1701 donde
se describen los gastos ocasionados por el acontecimiento desarrollado en el templo
de San Agustín. En total importaron 978 reales y 400 maravedíes. No se indica, sin
embargo, nada de los gastos por el luto de los capitulares percibiéndose claramente
que se destinaron, en mayor cuantía, al pago del clero secular y regular, a la cera, a la
música y, en menor medida, a la fabricación del túmulo.4 Todos estos gastos fueron
aprobados, como era preceptivo entonces, en sesión de cabildo. En este caso lo fue
en el de 2 de abril.
Ibídem. Cabildo de 22 de diciembre de 1700
Ibídem. Cabildo de 17 de enero de 1701.
4
Ibídem. Cabildo del 17 de enero de 1701 y Libro de Propios, Legajo 104. Sesión de 12 de marzo de
1701
2
3
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Muerto el Rey Carlos II, Luis XIV aceptó su testamento en carta enviada el 12
de noviembre a la Reina viuda. Poco después, Felipe de Anjou, el futuro Felipe V,
entra en España por Fuenterrabía llegando a Madrid el 18 de febrero de 1701 y
jurando en el mismo mes como monarca.
También el cabildo marchenero celebrado el 20 de abril de 1701, al llegarle la
noticia de su entrada en la Corte, aprueba de manera sencilla y simple realizar alguna
demostración de júbilo lo cual consistió en repique de campanas en todas las iglesias
y conventos junto con algunos fuegos y luminarias. De la misma manera, como hecho
contrario, aprueba que se desechasen los lutos que se habían soportado hasta entonces
por el Rey difunto Carlos II.5
Noticia de la entrada del nuevo Rey que llegó bastante tarde a la villa de
Marchena al igual que también fue tardía la aprobación de los gastos ocasionados por
el júbilo provocado por el ingreso de aquel rey francés en territorio español los cuales
montaron la cantidad de 222 reales que se destinaron a fuegos y luminarias instalados
en las calles y, especialmente, en los balcones y ventanas del Ayuntamiento en la
actual Plaza de Arriba o Ducal.
Establecido Felipe V en el trono con el asentimiento o desconocimiento de la
mayoría de los españoles, aunque posteriormente el País se dividió en dos bloques a
favor o en contra de su reinado, el monarca, a sus 18 años, contraería matrimonio con
María Luisa Gabriela de Saboya el 2 de noviembre de 1701. La boda real supondría
una carga muy dolorosa para todos los reinos ya que debían de contribuir con sus
aportaciones al acontecimiento en función a un reparto que hizo la Casa Borbónica
en base, suponemos, a la población de cada aldea, municipio o ciudad.
Carga que endosó a Marchena unos meses antes de que estallase el conflicto
por la sucesión declarada en junio de 1702 por las potencias de Austria, Inglaterra,
Holanda y Dinamarca uniéndose al año siguiente, concretamente en mayo de 1703,
Portugal.
En el cabildo del 27 de febrero de 1702, se conoció un despacho remitido por el
Asistente de la ciudad de Sevilla de fecha 11 del mismo mes, refrendado por Pedro
de Suazo, en el que se señalaba el repartimiento que le había tocado a Marchena para
sufragar el casamiento de Su Majestad Católica. La cantidad estaba cifrada en 233.654
maravedíes. Dicha cantidad debía de repartirse entre los vecinos y las denominadas
«haciendas pecheras».
El Cabildo, era lógico, dada la imposición regia, aprobó todas las condiciones,
es decir, la totalidad de la cantidad y los plazos aunque hacía constar lo negativo del
5
AMM., Actas Capitulares. Número 1 1. Sesión del 20 de abril de 701.
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Las fiestas religiosas y profanas
hecho basándose en la pobreza extrema a la que estaban sometidos los vecinos de la
ciudad por los demás impuestos tanto concejiles, como ducales y de la realeza.6
Debemos esperar seis años para que aparezcan algunas noticias relacionadas
con acontecimientos singulares e intrínsecos a la Monarquía o Casa Real. Es de este
modo cuando el 23 de febrero de 1708 se aprueba el gasto de 6456 reales para dos
contenidos de los cuales no se hace el apunte aparte y distintivo. Nos referimos, por
lo tanto, al pago de diversos conceptos por el tránsito de soldados en la villa los cuales
iban hacia el Estrecho y las costas gaditanas para combatir al enemigo inglés y otros
por la conmemoración del nacimiento del nuevo Príncipe.
Y es el 7 de marzo de 1708 cuando se aprueban en los libros de Propios, por
acuerdo del Concejo, y a los diputados de fiestas, los gastos referidos al año anterior
por los dos festejos celebrados en la villa con motivo del preñado y parto de la Reina.
El parto se había producido el 25 de agosto de 1707. El primogénito, Luis I, fue el
mayor de los cuatro hijos nacidos del matrimonio con María Luisa Gabriela. Tres
infantes nacieron luego de estos esponsales: Felipe, nacido el 2 de julio de 1709;
Felipe, nacido el 7 de junio de 1712 y Fernando, el futuro Fernando VI, el 23 de
septiembre de 1713.
Relacionado con el nacimiento de Luis I, el 28 de septiembre de 1708, los libros
de Propios recogen noticias sobre un proceso económico destinado a pagar los débitos
del año 1707 correspondientes a los gastos ocasionados por la celebración de los festejos
realizados para conmemorar el nacimiento del heredero del monarca Felipe V.
Francisco García de Morales, depositario de los bienes del Concejo indicaba
en aquella reunión que en el año de 1707 se había celebrado corridas de toros con
ocasión del nacimiento del infante. En un escrito dirigido a los responsables de los
Propios indicaba que para el lucimiento de las fiestas, fue a Sevilla a realizar un
encargo para la colación que debía celebrarse para lo cual se le entregaron 300
reales de un total de 802 que suponía el presupuesto global. Curiosa es la noticia
porque su misión había consistido en ir a Sevilla para comprar dulces destinados a la
fiesta por valor de 502 reales. Se aprobó el pago del confitero Francisco López,
sevillano, y al transportista por su traída a Marchena.
Por la fiesta de toros, que sabemos se celebró en septiembre, se pagaron a
Gonzalo García, marchante de ganados, vecino de Véjer de la Frontera, 800 reales de
los cuales se le quedaron debiendo el valor de un caballo que los toros, en aquella
corrida, le habían matado cuando lo rejoneaba de vara larga. A ello había que incluirle
su trabajo del rejoneo.
6
Ibídem. Sesión de 27 de febrero de 1702.
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En efecto el día 17 de septiembre de 1707 se celebró una fiesta de 12 toros de
muerte con vara larga por la mañana y garrochones burlescos por la tarde. El costo
fue elevado y el tal Gonzalo García se encontraba, aún, en 1708 con problemas para
el cobro de esos 800 reales. Incluso la celebración del festejo nos muestra datos
interesantes. Se desarrolló en la Plaza de Arriba y las tres ventanas de la casa del
Cabildo se arrendaban con el objetivo de obtener fondos.
Igualmente apareció un pago de 150 reales que se entregaron a Juan Baena
por un caballo que se le compró para el rejoneo burlesco en la fiesta de dichos toros
por el nacimiento del heredero y 45 reales a Miguel de Vega «por un poco de dulce»
que dio en las fiestas taurinas. De la misma manera se pagaron a Francisco Rodríguez,
zapatero, 70 reales por los zapatos que hizo a los lanceadores en aquella corrida por
el feliz nacimiento del Príncipe de Asturias. A todo ello hubo que añadirle pagos por el
caballo muerto que se utilizó para vara larga cuyo dueño era Juan Gómez, vecino de
Morón de la Frontera y al picador.7
Un año después, en la sesión de los Propios del 12 de diciembre de 1709,
estando en las casas de morada de Francisco García de Morales, el cual era el
encargado del arca de los bienes de la villa, en presencia de Domingo de Herdocia,
contador mayor, se aprobaron gastos por valor de 44 reales pagados a José López,
maestro cerero, que había vendido a la villa seis hachas de fuego las cuales se habían
colocado en las Casas Capitulares para alumbrar durante tres noches por el feliz
nacimiento del segundo hijo llamado Felipe, hecho acontecido en julio del propio año.
Debemos afirmar que los débitos del Concejo para conmemorar el nacimiento del
primogénito Luis I, y, en especial, la corrida que se celebró para este fin, fueron
cuantiosos pues todavía en el año 1709 se seguían pagando determinadas partidas
entre las que enumeramos las siguientes:
Sesenta reales a Francisco Rodríguez Pollero, maestro zapatero de Marchena,
quien los reclamaba desde entonces por su trabajo. Había fabricado diversos zapatos
para cada uno de los lanceadores venidos de Sevilla para lancear los toros. Previamente,
en noviembre de 1708 se había contraído el gasto por el valor de un carnero que
Diego de Carmona consumió en el trayecto realizado a Véjer de la Frontera junto con
otros marcheneros, para comprar los toros. O los débitos por la cantidad de 50 reales
a Miguel Ramírez quien había ido a Sevilla a contratar los lanceadores a los cuales
había también comprado las medias usadas para la ocasión.8
Y era lógica esta tardanza en los pagos a los diferentes proveedores porque a
los escasos recursos concejiles se sumaba que en estas fechas la Guerra de Sucesión
AHM., Libros de Propios. Número 105
Ibídem
7
8
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Las fiestas religiosas y profanas
al Trono se llevaba la mayor parte del presupuesto del Ayuntamiento. Concretamente,
el año 1707 está repleto de partidas dirigidas al mantenimiento de las tropas que se
alojoban en el llamado «mesón de los caballeros» el cual estaría situado al principio de
la calle Mesones del cual recibirá el nombre.
Y este episodio bélico extraordinario que llenó la Historia de España desde
1702 a 1714 también tuvo eco en la localidad. Eco a través de diferentes circunstancias
tales como la aprobación de sufragios del Concejo de manera directa en su desarrollo:
soldados, armas, pertrechos, alojamientos de tropas foráneas y en la conmemoración
festiva con su correspondiente pago a cargo del erario público municipal destinado a
algún acontecimiento destacable relacionado con la contienda.
2. HECHOS Y CEREMONIAS RELACIONADOS CON LA GUERRA DE S UCESIÓN AL TRONO.
La Guerra de Sucesión se inició, tal como se ha señalado, después de que en
septiembre de 1701 se conformase una coalición internacional mediante el Tratado
de La Haya llamada la Gran Alianza que englobaba a Austria, Inglaterra, Holanda y
Dinamarca contra Francia y España declarándose formalmente en junio de 1702. En
mayo de 1703, el país vecino, Portugal, se unió al primer bloque.
Las primeras fases de la guerra se desarrollaron en la Península italiana con la
intervención de Felipe V el cual pacificó el Reino de las Dos Sicilias venciendo al
ejército austriaco y regresando, por Cataluña y Aragón, a Madrid donde llegó el 13 de
enero de 1703.
Un ejército aliado, en su intento de tomar Cádiz, fue rechazado. Sin embargo,
el 4 de mayo de 1704, el Archiduque Carlos desembarca en Lisboa con el favor del
rey portugués Pedro II. Su intento de invasión de Castilla por Extremadura sufrió el
fracaso. Por el contrario, en 1704, sir George Rooke se apodera de Gibraltar y luego
traslada al Archiduque a Barcelona el cual fue recibido triunfalmente.
Un hecho importante y crucial se produce en la primavera de 1707. Fue la
victoria de Almansa a favor de Felipe V. Como consecuencia, se abolieron y
suprimieron los fueros de Valencia y Aragón mediante los Decretos de Nueva Planta.
Unos acontecimientos extraordinarios indujeron, poco a poco, a la paz. En 1711 muere
el emperador José I siendo su sucesor el Archiduque. A la vez, en Francia muere el
Delfín, padre de Felipe V. Ante el miedo a la unión entre los reinos de España y
Austria en la persona de Carlos, que suponía la reaparición del bloque hispanoalemán
desde los tiempos del emperador Carlos V, Inglaterra se vio en la necesidad de acelerar
el proceso de paz. Inglaterra se comprometía a reconocer a Felipe V a cambio de
conservar Gibraltar y Menorca.
En marzo de 1713 se firma el acuerdo de paz y amistad con la Gran Bretaña y
el 11 de abril se aprueba la paz de Utrecht. Por ella, los Países Bajos católicos, el
reino de Nápoles, Cerdeña y el ducado de Milán pasaron a Austria desgajándose del
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Imperio español. Gibraltar y Menorca pasaron a Inglaterra aceptándose el Tratado
de Asiento y Comercio con esta nación lo cual favoreció su posición en la América
española.
Después, Cataluña, que había sido fiel al pretendiente austriaco, se rindió a las
tropas borbónicas el día 11 de septiembre de 1714. El 3 de julio de 1715 lo hizo
Mallorca. La guerra había concluido poro con la pérdida por parte de Castilla de sus
dominios europeos y los propios peninsulares de Menorca y Gibraltar.
Es, en este contexto amplio, donde debemos situar la resonancia que tuvieron
en Marchena algunos de los acontecimientos bélicos que ensangraron Europa y España
durante más de una década y observar cómo reaccionaron las autoridades concejiles
ante determinados hechos que fueron conocidos en la población con su consiguiente
respuesta conformada en actos, ceremonias o fiestas.
Los primeros datos surgen con fecha de 13 de septiembre de 1704 y se refieren
a los regocijos celebrados con motivo de la victoria contra Inglaterra. Así se expresan,
con estos términos, los documentos.
La festividad para conmemorarla se desarrolló de un modo amplio por los
conceptos y gastos que se hallan en la documentación de los libros de Propios.
Así, por ejemplo, se pagaron a Juan Pérez de Góngora, rector de la cofradía de
Nuestra Señora de la Soledad, 36 reales y 3 cuartillos en concepto de 4 libras de cera
que se quemaron por el uso de seis hachas alquiladas por la propia hermandad las
cuales se pusieron en el Cabildo las noches de las luminarias, en concreto, en sus
ventanas como era habitual y de costumbre.
Igualmente, se pagaron del caudal de los Propios 76 reales de vellón a los tres
ministriles que asistieron a las tres noches de los fuegos los cuales hicieron tocar su
música por la victoria contra la Armada inglesa.
A Francisco de Rojas, maestro cohetero, se le libraron 114 reales de vellón por
18 docenas de cohetes voladores para dicho regocijo y con ocasión de las mismas
luminarias. Este regaló dos libras de pólvora para los soldados que asistieron cuando
se publicó el bando de la victoria. Eran soldados pertenecientes a dos compañías que
se habían alojado en la población en la fonda de Lorenzo de San Pedro por cuya
manutención la villa había pagado 138 reales.
Continuando con los gastos, aparece otro de 4 reales a Gabriel Bermúdez por
haber tocado la caja de guerra en el bando que lanzó el Concejo para que el pueblo
pusiese luminarias en sus casas por la victoria mencionada. Y, por último, a Francisco
Caballos, maestro carpintero, se le endosaron 30 reales por los barriles que puso en la
Plaza del Cabildo la primera noche de las luminarias.9
9
AMM., Libro de Propios. Número 104. Sesión del 13 de septiembre de 1704.
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Las fiestas religiosas y profanas
Así pues, fueron tres noches de celebraciones cuyos actos se ubicaron en la
Plaza de Arriba, donde se encontraba el edificio concejil y que consistieron de modo
básico en la exposición de luces o iluminación extraordinaria, en fuegos artificiales,
en recitales de música y en el bando de guerra que concitaría a las gentes en aquel
lugar público donde acudirían a concentrarse y a celebrarlo.
No obstante, el año y el hecho nos llevan a una duda cierta. La noticia indica
que la festividad se realizó para conmemorar una victoria naval contra la Inglaterra
de la Gran Alianza. ¿Qué victoria fue esa que se menciona? En el año 1704 batallas
marítimas sólo pueden considerarse dos.
Una, el intento del inglés sir George Rooke y el Príncipe de Darmastadt de
apoderarse de Barcelona el cual fracasó porque las instituciones catalanas no se
sumaron a la causa del archiduque Carlos en ese momento. Y la otra fue la toma de
Gibraltar por la misma escuadra a su regreso de Barcelona.
Entendemos, por consiguiente que debe referirse a la primera ocasión que sí
fue una verdadera victoria al no poder la Gran Alianza tomar una de las ciudades más
importantes que apoyaba al bando austriaco.
El 30 de diciembre del mismo año encontramos otro pago relacionado con la guerra
que se desarrollaba en esos momentos en varios frentes: Baviera y Cataluña. En el templo
de San Juan se había celebrado, se dice así textualmente una conferencia donde se trataron
asuntos relacionados «a los negocios tocantes a Su Majestad y el bien de la República». El
gasto fue el mismo y consistió en el pago al pregonero que convocó a los asistentes.
Deducimos que los temas tratados fueron extraordinarios y se denota que la
villa de Marchena, como la mayor parte de los reinos castellanos, habían tomado
partida por Felipe V encabezando dicha opción el Señor de la villa que se encontraba,
como sabemos, en Madrid. El contexto temporal se sitúa después inmediatamente de
la pérdida de Gibraltar. Suponemos, igualmente, que los asistentes serían los miembros
del Concejo, de la Audiencia del Duque, las autoridades religiosas tanto seculares
como regulares y las milicias. Nos extraña, de la misma manera, el lugar, un templo,
pero puede explicarse por su importancia y capacidad.10
Casi un año después, se celebra en la Iglesia de Santa María de la Mota una
ceremonia que estuvo precedida por una procesión en la que las comunidades religiosas
pidieron por «el buen suceso o final feliz del viaje del Rey a Cataluña y por el éxito de las
armas católicas contra los enemigos». La procesión y el acto estarían presididos por los
alcaldes y regidores ya que se produjeron pagos a los maceros que se habían vestido de
gala para aquella ocasión los cuales prestaron sus servicios en el templo privado de los
Duques.11
10
11
Ibídem. Sesión del 30 de diciembre de 1704
Ibídem. Sesión del 22 de diciembre de 1705
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José Fernando Alcaide Aguilar
Este hecho es consecuencia y reacción ante el desembarco efectuado el 25 de
agosto de 1705 por las tropas aliadas en Barcelona. Con este motivo el archiduque
Carlos se proclamó Rey con el nombre de Carlos III lo que condujo a Felipe V a
preparar la campaña catalana a la que alude el texto cuando se refiere a la conferencia
de la iglesia de San Juan donde se tomaría acuerdos conducentes a la colaboración
económica y militar con el monarca borbón para la recuperación de Barcelona.
Sin embargo, en octubre de 1706 se produjo el contraataque borbónico con la
ayuda de las tropas enviadas por Luis XIV al mando del Duque de Berwick lo que
supuso la expulsión de los austriacos de Castilla y el abandono de Madrid por el
soberano pretendiente Carlos III.
Hecho que fue celebrado en Marchena y del que tenemos conocimiento el 1
de octubre de 1706 cuando se aprueba el gasto de 80 reales para Blas López Becerra,
vecino de la villa, por el suministro que hizo de la cera que se consumió en las luminarias
que se pusieron con motivo del buen resultado de las armas del borbón en la campaña
que hemos descrito. Suceso que trajo fiestas durante tres noches, seguidas del
correspondiente júbilo en la Plaza Ducal.12
Debemos esperar hasta el año de 1709 para conocer alguna otra noticia
relacionada con los acontecimientos bélicos. A finales, aparece en los Propios una
descripción muy somera donde se especifica que se habían hecho pagos para celebrar
la victoria sobre Portugal. Victoria festejada, como tantas otras veces con la colocación
de luminarias en la población y, en especial, en la Plaza de Arriba.
Por el contrario, a fines del año siguiente sí aparece una profusa descripción
de los festejos celebrados por la victoria de Felipe V en las dos batallas importantísimas
de Brihuega y Villaviciosa. El ejército austriaco fue casi aniquilado lo que produjo un
gran alborozo en la población marchenera tal como se denota en la celebración de los
festejos. Festejos que se celebraron en dos ámbitos: el popular y el religioso.
Los diputados de fiestas del Concejo terminaban así su exposición: «Todo esto
se debió a los gastos en luminarias, regocijos y fiestas de iglesia que se celebró en
hacimiento de gracias por los felices sucesos que nuestro Rey y Señor Don Felipe V
ha tenido destrozando las tropas de los enemigos.»13
Como comprobamos fue la fiesta mayor de todas las descritas hasta ahora y la
única donde se evidencian datos referidos a la participación de la población en general.
Además de los fuegos artificiales, luminarias y música tradicionales, aparecen
elementos novedosos que ya nunca más en este periodo de tiempo hemos encontrado.
12
13
AMM. Propios. Número 105.Sesión del 1 de octubre de 1706.
AMM. Propios. Número 107. Sesión del 29 de diciembre de 1710
162
Las fiestas religiosas y profanas
Así, por ejemplo, los paseos los cuales no sabemos por donde se realizaban ni en qué
consistían aunque se producían por la noche; los refrescos; el regalo de dulces; los
higos y las nueces para los niños y el público infantil y juvenil; las chirimías; la mistela
y el vino para el consumo general, etc.
Y en cuanto a la fiesta religiosa que se llevaría a efecto en el templo de San
Juan, destacaremos los actos de acción de gracias al Santísimo Sacramento que
estaría expuesto en un altar confeccionado a propósito.
Incluso se proporcionan datos muy precisos y precisos sobre el tipo de fuegos
artificiales utilizados destacando los raídos y los montantes que suponemos los primeros
producirían tracas al ras del suelo y los segundos que serían lanzados al aire.
Además, hacemos notar la cantidad extraordinaria en reales empleados en los
festejos, la mitad de ella para costear los actos religiosos, y la otra para obtener la
participación del pueblo, del Cuarto Estado, que intervino masivamente durante las
tres noches que duraron los jolgorios.
Debieron pasar cuatro años para que se produjera una nueva noticia que afectase
al conflicto bélico. Fue el 7 de abril de 1714. El 10 de julio de 1713 España confirmaba
la Paz de Utrecht y en la primavera del año siguiente conocía de dicho acontecimiento.
Lo cierto es que en ese mes de abril, de los Propios se extraían 18 reales los cuales se
emplearon en pagar a Manuel de Lara, vecino de la ciudad de Sevilla el cual había
llegado por vereda con el aviso del Asistente de la urbe hispalense para que se publicase
en la villa el Tratado de Paz y Comercio con Inglaterra.14
Finalmente, el 4 de junio de 1715 se conoce la noticia del Tratado de Paz con
Portugal cuyo traslado llegó a Marchena a través del veredero José de Escobedo al
que los Propios entregaron por su servicio 30 reales. Tratado que puso fin también a
las hostilidades con el país vecino aliado en la Guerra de Sucesión con Gran Bretaña.
Con estos dos actos se pone fin a la contienda bélica que había soportado Castilla
durante 13 años la cual, iniciada como un conflicto dinástico trajo consecuencia,
estos otros hechos: la entrada de una nueva dinastía, la pérdida de los territorios
europeos que pasaron a Austria, la ocupación del Peñón de Gibraltar desde 1704 por
los británicos, una guerra civil y la anulación de los fueros de los Reinos de Aragón y
la permanencia de los derechos forales vascos al haber permanecido aquellos territorios
como leales al pretendiente francés.
3. HECHOS Y CEREMONIAS RELACIONADOS CON LOS DUQUES, SEÑORES DE MARCHENA.
De todos es conocido que la villa de Marchena tuvo el rango de Señorío desde
el siglo XIV hasta el siglo XIX.
14
Ibídem.
163
José Fernando Alcaide Aguilar
Los Señores de Marchena controlaban los poderes económicos, administrativos,
políticos, judiciales y las mentalidades de sus vasallos en un sistema como el feudal de
tanto arraigo en Europa y en los reinos peninsulares.
En el campo político-administrativo, entre otras facultades, tenían la de nombrar
a los componentes del Concejo o Ayuntamiento conformado por alcaldes, regidores,
síndico y Asistente el cual era el brazo derecho de los Duques en la villa y quien
controlaba los resortes de la gestión municipal.
Por estas razones el Concejo recibía instrucciones del Señor y, al mismo tiempo,
era tributario suyo con el cual debía consultar cualquier acontecimiento básico para la
ciudad.
Si el Concejo era, pues, un órgano dependiente del Noble señorial, debía rendir
pleitesía cuando se producía algún hecho relevante relacionado con la familia ya que
de esta manera se demostraba su subordinación y agradecimiento. De ahí que entonces
a lo largo de estos 25 años analizados, encontremos acuerdos concejiles destinados a
satisfacer la honra, el prestigio y el poder del grupo dominante y acatar, claramente,
la sumisión hacia este.
No obstante, en este espacioso tiempo estudiado, no hemos hallado numerosas
noticias relacionadas con ellos quizá a causa de que la guerra hizo imposible la
comunicación con la Casa al ser ocupada Madrid, donde residían, en más de una
ocasión por las tropas de uno y otro bloque enfrentados.
Sería el año de 1704 en el que se producirían las primeras noticias relacionadas
con los Señores. En concreto fue un 29 de noviembre cuando se pagaron a Francisco
Fernández Redondo, pregonero público de la villa, 25 reales. Veintidós lo fueron por
su salario anual en el desempeño de su profesión y tres por haber transportado las
bancas del Cabildo al templo de San Agustín utilizadas en la misa que se dedicó a
todos los antecesores de los Excelentísimos Señores de la Casa de Arcos. Misa que,
suponemos, se celebraría anualmente por los difuntos del Ducado y, en concreto, en
este templo del que fueron sus fundadores.15
Indicar que, en estos tiempos, las honras fúnebres por los miembros de la
familia ducal, de la aristocracia, de cualquier hidalgo o individuo con determinado
patrimonio económico eran propias del Antiguo Régimen y correspondían a la
mentalidad religiosa que buscaba la salvación de las almas y su correspondiente premio
para la vida eterna una vez que había fallecido el personaje.
Aquí, sin embargo, no percibimos esta tesitura en el sentido de que los fondos
utilizados para misas y otras ceremonias procediesen del Señorío sino de los fondos
15
AMM. Propios. Número 104. Sesión del 29 de noviembre de 1704
164
Las fiestas religiosas y profanas
de los Propios controlados por el Concejo tal como se demuestra a través de los
pagos formalizados para llevar a efecto las funciones.
Curioso es, y aparece en muchas ocasiones, el traslado de las bancas ubicadas
en la sala del Cabildo hacia el templo elegido las cuales serían el signo del poder
político enclavado en el campo religioso de una u otra iglesia que, normalmente, eran
dos: San Agustín y San Juan por ser los templos de mayor categoría y empaque para
las ceremonias.
Igual se hace en el año 1705, en noviembre, cuando se le pagan a Lorenzo
Chacón seis reales por llevar y traer las bancas del Cabildo a los conventos de San
Agustín y Santo Domingo por las honras dedicadas al Duque.16
Siguiendo un orden cronológico, aunque no temático, surge otro festejo religioso
destinado a ensalzar al Duque, concretamente el 30 de diciembre, en el que, con el
contexto de la Guerra de Sucesión, el Cabildo gastó 703 reales en una misa cantada
en la iglesia de San Juan Bautista, misa a Jesús Sacramentado, cuyo motivo fue el
deseo de que el Duque tuviese un viaje agraciado al Virreinato de Valencia cuando
marchó hacia allá en la campaña de Cataluña en apoyo de las tropas borbónicas.17
Esta cantidad es casi equivalente a otra que se asumió y contrajo el 9 de octubre de
1705 para pagar los oficios por la estancia del propio Señor con sus tropas en el reino
de Aragón donde estaría luchando contra los aliados que defendían al pretendiente de
Austria. Campaña que, como en otras, concitó la concentración de las mesnadas de
la nobleza en apoyo del rey borbón. El pretendiente Carlos había asentado por entonces
su capital en Barcelona donde, poco a poco, las autoridades catalanas, la nobleza, las
corporaciones y los representantes del pueblo le habían jurado fidelidad.
El desglose de los gastos en conmemoración de una feliz campaña y desarrollo
favorable a las armas borbónicas fue este:
1. En cera, por 14 libras, 110 reales.
2. Para los ministriles, 24 reales; para los porteros, 28; por las bancas trasladadas
a la iglesia por mano del pregonero, 4 reales.
3. A Francisco de Rojas, 36 reales por 6 docenas de cohetes.
4. A Juan Ignacio de Morales por su asistencia con la capilla de música, 140
reales.
5. A don Pedro de la Sierpe, licenciado, 332 reales como costo de la asistencia
del clero a los actos.
Todo ello montó 702 reales, certificados, como era costumbre, por los diputados
de fiestas, valor de la misa cantada que se dedicó al Santísimo Sacramento en la
16
17
Ibídem. Sesión del 11 de noviembre de 1705
Ibídem. Sesión del 30 de diciembre de 1705.
165
José Fernando Alcaide Aguilar
iglesia de San Juan y que estuvo expuesto todo el día para la visita de toda la población.18
Transcurren varios años y no es hasta 1712 cuando aparecen otros apuntes relacionados
con los oficios religiosos dedicados al Duque. En concreto es una misa cantada y
celebrada en el templo de Santo Domingo, sede del convento de dominicos y panteón
de los Señores de Marchena. No se especifican los gastos ni tampoco los conceptos.
Luego, en la misma sesión, se pagaron, a través de recibo, tres reales a los aguadores
que transportaron las bancas del Concejo al templo de San Agustín por las exequias
del Señor don Manuel Ponce de León el cual se halla sepultado en mausoleo propio,
en el presbiterio.
Debieron, desde entonces, celebrarse por su alma de manera anual las honras
y exequias puesto que en el año de 1714, en noviembre, aparece también recogida la
noticia de que se habían festejado.19
Si había que perpetuar la memoria de los difuntos de la Casa a través del
recuerdo de su fallecimiento, nunca hubo mejor ocasión que en la muerte de la Duquesa
Guadalupe de Aveyro y Maqueda, personaje extraordinario dentro del linaje, de tanta
influencia en él y factora de tantas obras pías en Marchena, en Madrid, en el monasterio
de Guadalupe donde se encuentra sepultada,.
Persona de extrema devoción, preocupada hasta la obsesión por la salvación
de su alma, fue esta portuguesa entroncada con la Casa Real del país vecino, muerta
en el año de 1715, año de la finalización de la Guerra de Sucesión al Trono español.
Conocemos bien la noticia y los funerales que se hicieron una vez que se conoce su
óbito según correo llegado de Madrid.
De este modo, el 15 de marzo de ese año, el escribano de Cabildo Juan Álvarez
Navarro, dio fe de que en la sesión del 18 de febrero los señores Asistente, justicia y
regidores de la villa de Marchen acordaron se hiciese por el alma de la Duquesa de
Arcos, madre del Duque, un aniversario general con asistencia de todo el clero de la
ciudad y de las comunidades u órdenes religiosas, acompañado de sermón en el
convento de San Pedro Mártir, de la orden de predicadores, para el jueves 28 de
febrero, aniversario al que hizo previamente la Casa de Arcos o de su Excelencia con
la condición de que fuese parecido al que se celebró por el Duque don Manuel Ponce
de León, con cargo al caudal de los Propios, pero con discreción y moderación en los
gastos para no gravar en demasía a los caudales de la villa.
La Duquesa había muerto el 9 de febrero y la noticia había sido conocida a
través de escrito remitido por el Señor desde la capital del Reino de Castilla con
18
19
Ibídem. Sesión del 9 de octubre de 1705
AMM. Propios. Número 107. Sesión de 14 de agosto de 1712 y sesión de 28 de noviembre de 1714
166
Las fiestas religiosas y profanas
fecha 12 del mismo mes. Escrito remitido a las autoridades concejiles de su villa
señorial marchenera con el objetivo de que se le hiciesen los oportunos homenajes.
Poco después, se aprobaron con fecha de 15 de marzo los gastos ocasionados por los
festejos funerarios: Total, 162620
Un gasto exorbitante teniendo presente lo deficitario de las arcas de los Propios
pero magnífica en cuanto se ensalzaba la máxima autoridad representante del Señorío,
por ser la Duquesa, por ser mujer y, además, por el prestigio de que gozaba doña
Guadalupe en la villa y en todos sus señoríos a causa de su piedad religiosa.
Como denotamos a través de los gastos, la villa de Marchena, en sus poderes
temporales o civiles y en el campo de la religiosidad estuvo magníficamente
representada. Todo el clero regular, el secular, el Cabildo y el pueblo acudieron a los
actos organizados en el templo sede fundado por los Duques para albergar a la familia:
el convento de San Pedro Mártir. Los actos funerarios tendrían como centro el sermón
del predicador, posiblemente dominico, quien realizaría, en demasía, las alabanzas por
la Señora Duquesa destacando sus virtudes.
Por otro lado la misa concelebrada con ostentación de cera; la música; el
repique de campanas en todas las iglesias y conventos; los sacristanes; los monaguillos;
los maceros; los alguaciles; los pertigueros; los acólitos; los frailes de los cenobios,
etc, compondrían el aparato barroco que escenificaría el paso de la vida a la muerte
de la madre del heredero de la corona ducal en aquella ceremonia, suponemos,
fastuosa.
Pero al igual que se celebraban fiestas fúnebres por algún miembro de la familia
de los Ponce de León, de la misma manera se festejaban, a través de actos de júbilo,
otros acontecimientos de cariz más positivo y alegre como podían ser los nacimientos
del primogénito, con los que se aseguraba la descendencia en el ducado, o bien el de
otros hermanos o hermanas segundones los cuales eran destinados también a fomentar
el prestigio de la Casa en el ámbito civil o en el religioso.
Así, el 9 de noviembre de 1720, cinco años transcurridos desde el fallecimiento
de Guadalupe de Aveyro, otro miembro de la estirpe ducal, recibía el homenaje del
Concejo de la villa por el parto y feliz nacimiento del hijo. Las fiestas celebradas en su
honor, consumieron de los Propios 324 reales en primera instancia correspondientes
a los pagos hechos por los siguientes capítulos: a la parroquia y semaneros, al maestro
de ceremonias, al sacristán y 55 convites, a los monaguillos y pertigueros, al campanero
e incensario, por los repiques de las iglesias de la localidad y la cera para el altar. No
se indica el nombre del nacido.
20
Ibídem. Sesión del 15 de marzo de 1715
167
José Fernando Alcaide Aguilar
Luego, con idéntica fecha pero con otra facturación, se liberan dos reales de
vellón al portero y a los dos maceros por al asistencia a la fiesta de iglesia que se hizo
en Santa María donde se indica que fue por el nacimiento del hijo del Duque. A un tal
Juan Polo y compañero se le pagaron 12 reales por haber intervenido en la misma
ceremonia. Sabemos que era ministril e intervendría en los actos musicales.21
Otro parto, esta vez en 1721, y de una niña a la que se bautizó con el nombre
de Teresa de Jesús, se celebró en Santa María de la Mota para conmemorar su
nacimiento como hija de la Duquesa. Fue una fiesta grande con sede principal en el
templo privado de los Duques aunque el pueblo también participó durante tres noches
que duraron los regocijos y el júbilo que se manifestó por la nueva Marquesa.
Hubo dos gastos festeros: uno, eminentemente religioso en el templo matriz del
Palacio Ducal consistente en misa cantada, exposición del Santísimo y de la Virgen
de la Mota, y un segundo, laico y popular con el contenido de luminarias durante tres
noches del mes de octubre de aquel año.22
Un tercer nacimiento hemos detectado en el año 1722. En esta ocasión, las
honras no se celebraron en Santa María sino en el convento de San Pedro Mártir. Y
aquí sí conocemos a la madre. Era la hija de Guadalupe de Aveyro y Maqueda, de
nombre Isabel Ponce de León cuyo padre lo fue don Manuel Ponce.
El 2 de diciembre de ese año aparecen apuntes de los gastos ocasionados por
tal evento. Las ceremonias se habían desarrollado en el altar de San Pío V donde
Juan Ignacio Morales había cantado el Te Deum por el cual había recibido 50 reales.
Por la misa cantada, los ministriles cobraron 12 reales; los maceros, 8, y 4 el pertiguero.
Aparte, José López, maestro cerero, recibió 56 reales por el valor de 20 hachas más
4 libras de cera que se habían empleado en las tres noches de luminarias las cuales se
expusieron en las ventanas de las Casas Capitulares. El subtotal costeado fue de 130
reales de vellón.23
Poco después, en las anotaciones reflejadas en 28 de enero de 1722 aparecen
gastos para sufragar dos funciones: una en Santo Domingo y otra en Santa María de
la Mota. A las primeras, se les denomina honras generales y a las segundas,
simplemente, honras.
Por lo tanto, deducimos que corta vida pudo tener Isabel porque un poco más
tarde, en enero del año en curso, el Cabildo organizó una función de honras por su
alma en Santa María de la Mota. Era hermana del Duque don Joaquín y moriría, no lo
AMM., Propios. Número 108. Sesión del 9 de noviembre de1720. En total según aparece en los datos
contables costó el festejo 338 reales.
22
Ibídem, sesiones del 24 y 27 de octubre de 1721
23
Ibídem. Sesión del 2 de diciembre de 1721
21
168
Las fiestas religiosas y profanas
sabemos, probablemente, al poco del parto. Dichas honras se ampliaron el 14 de
enero y en total se pagaron 238 reales por los servicios del clero, la capilla de música,
los ministriles, los porteros y ministros, derechos de parroquia y la cera consumida en
aquellos menesteres a favor de su alma.24
Así pues, y, como conclusión lo destinado al estudio de las relaciones del Concejo
con los Señores a lo largo de este cuarto de siglo abarca, generalmente, festejos
producidos para conmemorar la memoria de los Duques, en sus fallecimientos o en
sus nacimientos, cara y cruz de cualquier individuo, incluso de los de más alto linaje.
5. HECHOS Y CEREMONIAS RELACIONADOS CON CATÁSTROFES NATURALES.
Breve va a ser este capítulo gracias a que existieron en el tiempo investigado
pocos sucesos catastróficos relacionados con los fenómenos climatológicos o bien no
lo fueron tan graves para que pudieran se recogidos por las autoridades laicas o
religiosas.
La Naturaleza, en aquel cuarto de siglo, respetó los ciclos meteorológicos que,
debemos entender, fueron normales en cuanto a las precipitaciones y temperaturas
salvo en dos contadas ocasiones en las que la escasez de agua en el momento clave,
la primavera o el otoño, llevaría, por la escasez de la producción agraria
(eminentemente trigo y aceite), a fuertes hambrunas, enfermedades, epidemias,
muertes y descenso de la población en sus estratos más bajos en el sentido económico.
Ante esta debacle, una de las posibles soluciones se procuraba encontrar, según la
mentalidad de la época dominada y controlada por las creencias religiosas, en el uso
de ella para intentar cambiar aquellas fuerzas naturales que se volvían adversas contra
el ser humano el cual, como castigo, se creía, la había recibido por haberse apartado
de la divinidad en su vida cotidiana.
Dos años, entrando en el hecho, fueron continuos y sucesivos en la escasez de
lluvias. Sequía que trajo las malas cosechas para alimentar una población que, en
esas fechas, podía oscilar entre los 10.000 y 12.000 habitantes. Fueron los años
agrícolas de 1721-1722 y 1722-1723.
El 13 de abril de 1722, casi ya entrando la primavera, Alonso de Castro,
depositario de los bienes de los Propios, entregó 60 reales que la villa había acordado
se diesen de limosna a los hermanos de la cofradía del Dulce Nombre de Jesús,
ubicada en el templo de San Sebastián, como gastos de un novenario que habían
hecho en la iglesia de la Compañía de Jesús, Santa Isabel actual, por las súplicas para
conseguir el agua de lluvia destinadas a los campos, y se cita textualmente :»por la
mucha necesidad que padecen»25
24
25
Ibídem. Sesión del mismo día y mes.
Ibídem. Sesión del 13 de abril de 1722.
169
José Fernando Alcaide Aguilar
Ante ello se realizan las súplicas. Súplicas que se encomiendan a los cofrades
del Dulce Nombre quienes realizan durante nueve días una serie de ceremonias en el
convento de los jesuitas fundado por San Ignacio de Loyola y con el que tenían una
estrecha relación como hemos comprobado en otras ocasiones por distintos motivos
y causas.
No llovió, y el año completo fue seco. Además continuó en el siguiente tal
como aseguran los gastos que se ocasionaron por las mismas circunstancias en el
ejercicio agrícola que prosiguió. Catástrofe doble sin la posibilidad de rehacer el
extraordinario daño causado por la adversa climatología.
Cuatro apuntes contables en los Propios aparecen referidos al año agrario de
1723. El primero se refiere al 2 de abril de 1723. De nuevo, en primavera, cuando las
mieses y las cosechas se desarrollan o se pierden por la escasez del líquido elemento.
En esta ocasión, se le pagan a José López, maestro cerero, 527 reales que se le
debían por las 70 libras y 2 onzas que había suministrado para los 6 días de fiestas que
celebró la villa o Ayuntamiento junto con las religiones u órdenes religiosas que se
dedicaron al Santísimo Cristo de San Pedro y a Nuestra Señora del Rosario, titulares
del convento de San Pedro Mártir, los cuales fueron trasladados en procesión solemne
a la iglesia parroquial de San Juan en petición de lluvia. Los gastos, desglosados, se
destinaron a ochenta velas de media libra y dos codales y veintiséis hachas de
luminarias.26
Ocho días después, el 10 de abril del mismo año, se recogen los pagos destinados
a los maceros y porteros del Cabildo por las tres veces que salieron en procesión al
templo de San Juan acompañando al Cristo de San Pedro y la Virgen del Rosario. 27
Por fin, el 12 de abril se recogen los últimos pagos de aquellos acontecimientos
consistentes en 36 reales por la actuación de los ministriles y el portero del Cabildo y
200 reales a Juan Ignacio de Morales, maestro de capilla de música de la villa, el cual
asistió a la procesión y fiesta en petición de las aguas.
A ello hubo que añadirle los costos por la asistencia diaria durante cinco días
que tuvieron a tercia y misa cantada las religiones u órdenes religiosas de la localidad
junto con el clero todos los cuales asistieron a la procesión general que llevó las
imágenes mencionadas más arriba. Todos estos habían participado, también, en las
letanías que, por las tardes, se desarrollaban en socorro del agua.28
Fueron, por tanto, dos cofradías las que intervinieron en la imprecación del
líquido elemento: el Dulce Nombre y el Cristo de San Pedro a las que debe añadirse
la imagen del patrono de la localidad.
Ibídem. Sesión del 2 de abril de 1723
Ibídem.
28
Ibídem.
26
27
170
Las fiestas religiosas y profanas
En el segundo caso, las rogativas consistieron en la salida procesional de las
mismas imágenes, en tres ocasiones continuadas, las cuales fueron acompañadas por
las fuerzas vivas de la población, el Concejo y el estamento eclesiástico, por las calles
del barrio histórico hasta el templo matriz de la villa, el de la Degollación de San Juan
Bautista.Acompañamiento oficial donde las autoridades que presidían iban, suponemos,
de modo jerárquico, bajo mazas, con la música interpretada por los ministriles y el
maestro de capilla. Una vez instalados en el templo, en cinco ocasiones se celebró
misa cantada y letanías.
No sabemos si llovió o no y qué repercusiones directas tuvo la contraria
meteorología después, pero deducimos que las consecuencias fueron absolutamente
negativas en un momento en que la tecnología, para paliar los daños, era inexistente.
Sólo la misericordia de Dios, a la que se acudía de manera solemne y desesperada,
podía remediar en algo la catástrofe natural.
6. HECHOS Y CEREMONIAS RELACIONADOS CON EL SANTORAL RELIGIOSO.
La villa de Marchena, es decir, las autoridades, el Concejo y Cabildo tenían la
obligación desde siglos antes de realizar la «salida» anual, o sea, acompañar en sus
manifestaciones religiosas, a determinados cultos que, normalmente, estaban
relacionados con el santoral pero, de modo especial, con algunos santos los cuales
eran patronos o copatronos. Eran, pues, festividades o fiestas fijas, constantes y
periódicas.
Vamos a tratar de mostrarlas dejando las dedicadas al Corpus las cuales serán
motivo de otro análisis en estas Jornadas Históricas.
Primeramente, debemos hacer la observación de que trataremos de describir
aquellas que aparecen en los libros contables de los Propios durante el período
investigado. En segundo lugar, afirmamos que no están aquí todas las que se celebraban
porque no aparecen en la contabilidad de los gastos sufragados a favor de estas. En
tercer orden, indicamos que hay otras para las que la villa no «salía» de manera
oficial pero que también colaboraba en su financiación. Por último, indicamos que,
extraordinariamente, se oficiaban otras de manera coyuntural cuando se producía un
fenómeno religioso inusual y fuera del tiempo pero en la que, por su importancia, la
villa cooperaba.
No obstante, relacionamos a continuación aquellas que, desde el siglo XVIII,
hacía la ciudad y que se encuentra en un panelito de tabla ubicado en el actual
Ayuntamiento, en la Sala de Juntas, aún hoy. Estas eran las que, a instancias de la
Monarquía, desarrollaba la villa y cuya fecha podemos datarla sobre mediados de esa
centuria. Las describimos textualmente:
171
José Fernando Alcaide Aguilar
SALIDAS QUE ESTA VILLA HAZE A LAS FIESTAS QUE CELEBRA Y
OBLIGACIONES QUE TIENE
ENERO.
PATRONO
FIESTA DEL SEÑOR SAN SEBASTIÁN CON VÍSPERAS
FEBRERO
ASISTENCIA A LA SANTA BULLA
ABRIL
ASISTENCIA A LAS LETANIAS EL DIA DEL SEÑOR SAN MARCOS
MAYO
ASISTENCIA A LAS TRES LETANÍAS Y FIESTA DE LA APARICION DEL
SEÑOR SAN MIGUEL Y ASISTENCIA EN SU IGLESIA. COMPATRONO
JUNIO
FIESTA Y ASISTENCIA EL DIA DEL CORPUS CHRISTI CON VISPERAS
AGOSTO
FIESTA Y ASISTENCIA A SEÑOR SAN ROQUE EN SAN LORENZO.
ASISTENCIA EL DIA DEL SEÑOR SAN AGUSTÍN CON VISPERAS.
COMPATRONO
OCTUBRE
FIESTA Y ASISTENCIA EN SANTO DOMINGO A NUESTRA SEÑORA DEL
ROSARIO
DICIEMBRE
FIESTA Y ASISTENCIA EN SEÑOR SAN JUAN EN DESAGRAVIOS DEL
SANTÍSIMO SACRAMENTO
De la documentación manejada, en las que el Concejo participaba de manera
fija, sufragando la totalidad de los costos de la conmemoración, destacaban: San
Sebastián y San Agustín, es decir, el Patrono y el Copatrono, aunque existían otras
como San Miguel y San Roque los cuales recibían, del mismo modo, idéntica
denominación como patronos principales.
Por lo tanto, para un estudio más exhaustivo y pormenorizado, aplicaremos el
método del análisis individual, patrono a patrono. Y el primero será San Sebastián, el
principal de la villa desde su oficialización en el siglo XVII por petición y acuerdo del
Concejo. En otro apartado, estudiaremos las festividades religiosas de carácter
coyuntural en el tiempo.
De todas fiestas de obligada asistencia por parte de la villa, que se recogen
relacionadas por meses, en la tablilla propiedad del Ayuntamiento, hemos encontrado
172
Las fiestas religiosas y profanas
datos en este tiempo, salvo las de la asistencia a la Santa Bula, a la de Nuestra
Señora del Rosario y a la de la concurrencia al Señor San Juan en desagravios del
Santísimo Sacramento.
173
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